Caso Quinteros: Venezuela también pide Justicia

A 40 años del secuestro de Elena Quinteros, Venezuela también reclama justicia

Al cumplirse 40 años del secuestro y desaparición forzada de la maestra Elena Quinteros, la Embajada de la República Bolivariana de Venezuela en Uruguay realizó el martes 28 un homenaje en el Centro Cultural Simón Bolívar de la ciudad de Montevideo

LA MAESTRA ELENA

quinterosElena Quinteros nació en Montevideo el 9 de setiembre de 1945. Hija de María del Carmen Lidia Almeida Buela (“Tota”) y Roberto Luis Quinteros Pujadas. Cursó estudios en el colegio de las hermanas Dominicas. Estudió magisterio y se graduó como maestra a la edad de 21 años. Posteriormente cursó estudios de pedagogía de la educación en la Facultad de Humanidades.

En su biografía (http://elenaquinterospresente.blogspot.com.uy/2008/08/biografia.html) podemos leer que siendo muy joven se integra a la Federación Anarquista Uruguaya (FAU), realiza una activa militancia en la Resistencia Obrero Estudiantil (ROE) y fue una de las fundadoras del Partido por la Victoria del Pueblo (PVP).

En abril de 1967, con 22 años, participa en las Misiones Sociopedagógicas en Capilla de Farruco en el departamento de Durazno, y luego comenzó a trabajar como maestra en la escuela 195 de la ciudad de Pando, en el departamento de Canelones.

Fue detenida por su militancia política y social en dos oportunidades, hasta que en octubre de 1970 fue liberada y vuelve a desempeñar sus tareas como maestra en la misma escuela en la que anteriormente había trabajado.

En 1972 es nuevamente detenida en averiguaciones. 

A partir del golpe de Estado del 27 de junio de 1973, Elena participa de la resistencia clandestina contra la dictadura. Luego participará en un largo proceso de conformación del PVP, lo que la obliga a desplazarse asiduamente entre Uruguay y Argentina.

El 5 de mayo de 1975, Elena es requerida por la dictadura y se traslada a Buenos Aires. El 24 de junio de 1975 es destituida por la dictadura de su cargo como maestra. 

En los primeros meses del 76 regresa en forma clandestina a Montevideo. 

Elena fue secuestrada por la dictadura uruguaya el 26 de junio de 1976, cuando aún no había cumplido 31 años. 

El 28 de junio con la excusa de conducir a sus captores a la detención de un compañero suyo, se hace llevar a las inmediaciones de la embajada de Venezuela, ubicada por aquel entonces en la esquina de Bulevar Artigas y Guaná, donde solicita asilo; sin embargo, es sacada a la fuerza por sus captores. Es conducida al Batallón de Infantería Nº 13, donde es torturada y posteriormente ejecutada. 

Por este grave incidente, Venezuela rompe relaciones diplomáticas con Uruguay hasta el 1º de marzo de 1985. 

Elena presente ahora y siempre

Como forma de rendirle homenaje a la maestra Elena Quinteros, la Embajada de la República Bolivariana de Venezuela en la República Oriental del Uruguay, designó con su nombre a la biblioteca de su Centro Cultural Simón Bolívar.

Como parte de los esfuerzos por recuperar y mantener la memoria de la lucha de los pueblos, la misión diplomática venezolana -ubicada en Rincón 745, Montevideo- tiene también espacios de recordación para Alí Primera, Armando Reverón, Zelmar Michelini, Fabricio Ojeda, el cacique Guaicaipuro, Manuela Sáenz y Simón Rodríguez, entre otros.

Venezuela, además, mantiene la exigencia de continuar las investigaciones que permitan arrojar luz sobre los hechos acaecidos y hacer justicia con los autores y responsables de ese crimen cometido en territorio soberano de Venezuela.

Este homenaje en los muros del Palacio Correa (como se llama el edificio patrimonial que es sede de nuestra embajada) es también una forma de mantener vivos y presentes en la cotidianeidad los ideales de quienes entregaron su vida en la lucha por construir una sociedad de iguales.

Es también una forma de mantener vivas a estas personas la colocación de la placa en la antigua sede del Batallón de Infantería Nº 13, que señala a ese lugar como “centro de detención, desaparición, tortura, muerte y enterramiento clandestino entre 1972 y 1985”, acto que se realizó el pasado 27 de junio como parte de las actividades de la Comisión Especial Ley 18.596 a 43 años del golpe de Estado de 1973.

“Hoy, en el 2016, a 40 años de la desaparición de Elena (Quinteros) y a 40 años de un período histórico, no es fácil entender para las nuevas generaciones como una mujer (…) que tenía 22, 23 años y una vida por delante, ofrecía lo más grande que puede ofrecer un ser humano, su vida, por una utopía que no estaba muy bien dibujada, pero que sin embargo ordenaba los pasos de esas generaciones”, reflexionó Raúl Olivera en el evento de homenaje realizado frente a la biblioteca con el nombre de la maestra.

La situación en Venezuela

Venezuela tiene el triste privilegio de ser el país donde se iniciaron las acciones que hoy se conocen en el Sur del continente como de “guerra sucia”.

A partir de los pactos de Nueva York y Punto Fijo, los partidos Acción Democrática y Copei iniciaron ya en 1958 una feroz persecusión de las fuerzas progresistas y de izquierda en el país, con prácticas desconocidas hasta el momento en el país, incorporando las enseñanzas de la CIA y de la Escuela de las Américas y que fueron implementadas por esbirros de esos mismos gobiernos ubicados en el Servicio de Información de las Fuerzas Armadas (SIFA) y en la Dirección General de Policía (Digepol).

Personajes como Henry Rafael López Sisco, así como los gusanos cubanos Luis Posada Carriles y Orlando Bosch, entre otros, tenían carta blanca para ejecutar operaciones del más abyecto terrorismo de Estado.

Estos nombres que aún hacen temblar a sus víctimas en Venezuela, están también implicados de diversos actos de terrorismo contra Cuba, incluyendo el atentado del 9 de octubre de 1976 contra el vuelo 455 de Cubana de Aviación que terminó con la muerte de 73 personas inocentes.

Todos ellos, como no era posible esperar menos, gozan de la protección del gobierno de los Estados Unidos y viven cómoda e impunemente en ese país.

Durante el gobierno de Raúl Leoni, miles de familias campesinas fueron sometidas a la violencia indiscriminada de los cuerpos policiales y militares en su lucha contra la insurgencia armada, que dejó un saldo de miles de personas desaparecidas, víctimas de asesinato político o tortura, que suman más de 6 mil casos con evidencias para procesos judiciales, según la data recopilada por la Subcomisión de Documentación de la Comisión por la Justicia y la Verdad y el Consejo Nacional de Derechos Humanos.

A efectos de obtener la necesaria memoria de estos hechos, así como verdad, justicia y reparación, el presidente Nicolás Maduro creó el Consejo Nacional de Derechos Humanos, a los fines de fortalecer la política pública del Estado venezolano en esta materia.

En un acto realizado recientemente, la fiscal General de la República, Luisa Ortega Díaz, informó que más de 3.000 víctimas, todos luchadores sociales, que fueron torturados y desaparecidos en el período de 1958 a 1998, durante los años de la Cuarta República, fueron identificados luego de las investigaciones realizadas por la Comisión por la Justicia y la Verdad.

“No solo ellos dieron su vida por una idea, por un sueño, sino que sus cuerpos los escondieron para que no encontraran las evidencias, había que desaparecerlos”, dijo.

Los integrantes de esos mismos partidos que propiciaron las violaciones de derechos humanos, incluso algunos actores directos en esos sucesos, hoy gritan urbi et orbi que en Venezuela se violan los derechos humanos.

No defienden a las víctimas de violaciones a los derechos humanos; sin embargo, en un coro muy bien orquestado con los medios de comunicación hegemónicos y organizaciones de derecha del mundo entero, pretenden hacer pasar a los victimarios de estos actos como presos de consciencia.

La lucha en este sentido, sigue. Tanto en Uruguay como en Venezuela y el resto de los países víctimas del terrorismo de Estado, no se puede permitir que se falsee la historia, que se olvide a quienes estuvieron dispuestos a ofrendar la vida por un futuro mejor, y no se puede permitir que los lobos se vistan con piel de cordero.

Pablo Siris Seade

 

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