La CIA y el golpe de Estado argentino (1)

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Documentos de la CIA desclasificados confirman que el gobierno de Estados Unidos sabía que estaba por ocurrir un golpe de Estado en Argentina semanas antes de que este se concretara el 24 de marzo de 1976. Un informe de inteligencia que recibió el 5 de marzo el entonces presidente estadounidense, Gerald Ford, dice: “Un golpe militar contra la presidenta argentina [María Estela Martínez de] Perón puede ocurrir en cualquier momento. Sólo las dudas de algunos oficiales clave paralizan la decisión final. Los preparativos del golpe están listos.

Los buques y los integrantes de la Armada ya han sido desplegados en puntos estratégicos a lo largo del país para controlar posibles disturbios después de la toma de poder”.

Ya en febrero había llegado a Washington un enviado del Ejército argentino para reunirse con autoridades y “prepararlas para la toma de poder en Buenos Aires”, informó el diario español El País.

Carlos Osorio, el director de la organización civil estadounidense Archivo Nacional de Seguridad, que está revisando los últimos documentos desclasificados por la CIA, dijo que si bien “no hay documentación que apunte a una participación de los Estados Unidos en el golpe”, sí consta en los documentos que “el presidente tenía toda la información” de lo que sucedería en Argentina.

Pero el conocimiento que tenía Estados Unidos no se limitaba a la actividad del Ejército en Argentina, sino que también se ampliaba a las del Plan Cóndor. En un informe de mayo de 1977, la CIA informa al gobierno que el Plan Cóndor preparó a un equipo para que viajara al extranjero, específicamente a Europa, para “liquidar a terroristas de primera línea”. En el informe se agrega que “los no terroristas” también eran candidatos a ser asesinados, y se menciona al dirigente del Partido Nacional Wilson Ferreira Aldunate y a “algunos líderes de Amnistía Internacional”.

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Documentos desclasificados de la CIA señalan que los militares uruguayos planificaban quedarse en el poder hasta 1986 (2)

El gobierno argentino recibió el lunes la segunda tanda de documentos desclasificados que le había prometido el presidente estadounidense, Barack Obama. Lo hizo en una ceremonia en el predio donde funcionó la ex ESMA, y fue el propio embajador de Estados Unidos en ese país, Noah Mamet, quien dijo: “Nunca más”, según la crónica del diario La Nación. Los documentos abarcan todo el período dictatorial argentino y los primeros meses del gobierno de Raúl Alfonsín. Y al igual que en la primera tanda de documentos desclasificados a mediados de año, aparecen varias referencias a Uruguay y al Plan Cóndor.

En los documentos elaborados por la CIA se registra la molestia de los gobiernos del Cono Sur con las políticas “de respeto a los derechos humanos” que impulsaba Estados Unidos en 1977. Estos países “tienen la percepción de que las políticas de Estados Unidos en la región” son “inconsistentes, incoherentes y punitivas”, indica uno de los documentos.

Un informe sobre Uruguay indica que “el gobierno uruguayo considera que la legislación estadounidense que penaliza a los países que violan los derechos humanos es injusta y no tiene razón”, y que los gobiernos de la región consideran que Estados Unidos ha sido “superado por los soviéticos y está perdiendo su habilidad para liderar en Occidente”. “Los líderes militares de la región creen que la seguridad contra los terroristas de izquierda y el comunismo internacional es prioritaria frente al bienestar personal y la libertad individual”, sostiene otro documento de la CIA.

Los informes de 1978 señalan que Uruguay “ha dado algunos pasos” para “mejorar la situación” en materia de derechos humanos, aunque esta “sigue siendo compleja”. “Aunque el sistema judicial está estrangulado por los controles del Ejecutivo y está lejos de ser independiente, los tribunales militares han reducido los casos políticos y de subversivos y están ordenando liberar a cada vez más detenidos. La prensa local está empezando a reclamar con mayor libertad -aunque con cautela- un pronto retorno del gobierno civil”, detalla un informe de ese año.

En un documento se sostiene que Uruguay en un momento fue “la mayor democracia liberal de América del Sur, y ahora es la sociedad más controlada de la región”. “Para explicar esto, los líderes uruguayos sostienen que Washington no puede entender la intensidad de la lucha contra la guerrilla tupamara. Los militares uruguayos conciben esta batalla como una defensa de los valores morales nacionales, del patriotismo y del honor”, agrega el texto.

La CIA define a Gregorio Álvarez en 1978 como “el comandante en jefe del Ejército que aspira a ser presidente un día” -finalmente fue dictador en 1981-, y sostiene que hacía “esfuerzos para moverse hacia un mayor respeto” de los derechos humanos, pero un informe acota que no se sabe si los militares calificados por la CIA como “de derecha” lo dejarán. “Además, incluso si el general Álvarez es exitoso en su campaña, los militares uruguayos no tienen intención de dejar el gobierno hasta 1986. […]. Los uruguayos esperan que una actitud nueva y positiva respecto de los derechos humanos dé como resultado mejores relaciones con Estados Unidos, pero insisten en que Washington no debería ilusionarse con proyectos de un pronto retorno a un gobierno civil”, señala el mismo documento.

Los textos también consignan la opinión -a juicio de la CIA- de la población y de los medios uruguayos sobre la dictadura. “La mayoría de la población parece apoyar a los gobiernos militares”, considera el autor del informe. “A juzgar por los comentarios en los periódicos y las conversaciones personales, la política de Estados Unidos en materia de derechos humanos ha tenido poco impacto en la población [de Uruguay] en general”, agrega. Y se lamenta de que algunos grupos políticos y organizaciones de derechos humanos hayan utilizado las nuevas políticas de Estados Unidos en esta materia para hacer “sus propias quejas”.

Los textos abundan en detalles sobre el Plan Cóndor, al que la CIA define como un “consorcio internacional de servicios de inteligencia” de Argentina, Bolivia, Brasil, Chile, Paraguay y Uruguay. Un documento señala que en Chile está el centro de la operación, y que la inteligencia chilena tiene oficiales en todas las embajadas de ese país en la región. “Los oficiales de inteligencia de Argentina y Chile han llegado a un acuerdo por el cual, si cualquier chileno se involucra en actividades terroristas en Argentina, las autoridades argentinas deben matarlo al capturarlo”, consigna un informe.

La denominada “fase tres” del Plan Cóndor, “altamente secreta”, incluye el viaje de oficiales a cualquier país del mundo para “sancionar” a los “enemigos del Cóndor” o a “terroristas de izquierda”, lo que incluye asesinatos. Se planificó en 1974.

Esta operación no se llevó adelante en su totalidad por la oposición de Brasil, en determinado momento, a actuar en Europa, consignan los informes. Pese a ello, se cometieron varios asesinatos en Europa. Un informe de 1976 indica que Argentina, Bolivia, Brasil, Chile, Paraguay y Uruguay acordaron “liquidar a los terroristas latinoamericanos que viven en Francia”. “Las operaciones del Cóndor en Francia serían simplemente una extensión de la cooperación, que se ha intensificado recientemente, entre gobiernos del Cono Sur para erradicar el terrorismo”, se apunta a continuación. Se aclara que “Brasil ha estado de acuerdo en participar en los aspectos de coordinación de inteligencia del Cóndor en América del Sur, pero no ha acordado participar en acciones conjuntas en Europa”.

 

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