Defensa: en Uruguay una nueva Ley orgánica

Luz verde

Propuesta de Defensa de una nueva ley orgánica allana las negociaciones para la aprobación de la reforma de la Caja Militar

SAMUEL BLIXEN

10/8/2018

Presentado esta semana en el Consejo de Ministros, el proyecto de una nueva ley orgánica militar facilita en la interna del Frente Amplio el acceso a un acuerdo que permita retomar la discusión de la reforma de la Caja Militar, pero encendió las iras de los dinosaurios en retiro.

Las frases son contundentes: “El Estado es una plataforma de empleo con fines electorales y la feliz ocasión de corruptelas entre dirigentes”. O esta: “Los uruguayos estamos hundidos en el fondo del funesto pozo en el que nos ha metido el gobierno frenteamplista, un pozo del que no podremos escapar por mucho tiempo”. Y como remache: “Estamos peor que en las galeras romanas”. Viniendo de quien vienen, estos conceptos estarían promoviendo un golpe de Estado, la “acción psicosocial”, tan del agrado del general Iván Paulós, que desplegó la usina militar en vísperas del 27 de junio de 1973.

Pero considerando la coyuntura, el último editorial de Nación, el órgano del Centro Militar, más se parece a una andanada desesperada de insultos, cuyo tono y exageración anula cualquier viso de realidad en las afirmaciones. Los insultos –y la desesperación– se explican mejor por las amenazas que se ciernen sobre el bolsillo de los oficiales: la reforma de la llamada Caja Militar y el proyecto de la nueva ley orgánica militar. No es coincidencia que el exabrupto del club social militar que dirige el coronel (r) Carlos Silva, antiguo miembro de la patota de inteligencia, surgiera justo cuando el ministro de Defensa, Jorge Menéndez, presentaba ante el Consejo de Ministros el texto de la nueva ley y, a la vez, parlamentarios frenteamplistas anunciaban un acuerdo sobre las modificaciones a las jubilaciones militares, superando diferencias que habían postergado la concreción de la tan vapuleada reforma.

LARGO CAMINO. La nueva ley orgánica militar deberá sortear varias instancias: lo que Menéndez llevó a Presidencia el lunes 6 fue un “borrador”, que el Consejo de Ministros convertirá en proyecto de ley; éste llegará al Parlamento e ingresará, probablemente, en la Comisión de Defensa del Senado, la que después del debate sugerirá, seguramente con modificaciones, su discusión en el plenario.

El borrador a su vez fue objeto de tire y afloje en la interna del Ministerio de Defensa, puesto que, según El Observador, un “anteborrador” fue elaborado por un equipo de oficiales. A su vez, un equipo de civiles del ministerio lo modificó sustancialmente; en una reunión de los dos equipos, los oficiales sugirieron algunas modificaciones y así se llegó al texto presentado en el gabinete, del cual sólo se conocen algunos datos básicos.

Si, como sugieren fuentes parlamentarias, la nueva orgánica militar tiene por objeto racionalizar el esquema de la oficialidad y sus ascensos, y a la vez generar algún tipo de ahorro presupuestal, lo que ha trascendido no es muy significativo, lo que no quiere decir que no se enciendan las iras uniformadas, como revela el editorial de Nación.

En lo relativo al personal, el borrador se abstiene de modificar el número de integrantes de los escalafones subalternos; pero en la composición de la oficialidad se plantea una especie de marcha atrás que retrotrae en alguna medida la estructura de grados y ascensos a las modificaciones introducidas por la dictadura en la reforma de ley orgánica de 1974. En ese momento, la Junta de Oficiales Generales decidió aumentar el número de generales y vicealmirantes y disponer que el ascenso a los grados superiores sería por decisión exclusiva, sin participación de los organismos gubernamentales civiles (Presidencia y ministerio).

Por ejemplo: en 1974 había 12 generales, que pasaron a ser 16, y ello, entre otras cosas, para lograr equilibrio entre las tendencias internas de las Fuerzas Armadas. Ahora el ministro propone que se reduzcan a 13. Y, proporcionalmente, que queden 140 de los 180 coroneles en actividad. Otro tanto en la Fuerza Aérea, que reducirá los puestos de coronel de 50 a 45, aunque mantendrá a los seis generales actuales. En la Armada, en cambio, aumentará de seis a siete la cantidad de almirantes (equivalentes a generales) y reducirá de 76 a 70 la cantidad de capitanes de navío (equivalentes a coroneles). La fórmula no resuelve sustancialmente el problema de “embudo” en el Ejército, donde la reducción a 13 generales igual implica una cantidad muy pequeña de trompos para 140 aspirantes a la liga mayor.

Según los trascendidos, otra de las modificaciones del borrador es la ampliación del sistema de ascensos por concurso para la Armada y la Fuerza Aérea, que está vigente para el Ejército. Sin embargo, seguirá siendo el Poder Ejecutivo quien proponga al Parlamento la designación de nuevos generales y almirantes, de unas tríadas que proponen los mandos de las fuerzas, a través del ministerio.

La discusión del proyecto de nueva orgánica militar tendrá un referente en el Senado y en la Comisión de Defensa. Se trata del ingeniero agrónomo Andrés Berterreche, quien la próxima semana asumirá como senador en remplazo de José Mujica, que se retira definitivamente del Parlamento, según se informó en fuentes del Mpp. Berterreche, ex ministro de Ganadería, ex presidente del Instituto Nacional de Colonización y secretario político de Mujica durante la campaña electoral de 2014, dijo en conversación con Brecha no estar enterado de que la presidenta del Senado, Lucía Topolans-ky, le habría propuesto asumir la coordinación de todos los temas vinculados a las Fuerzas Armadas; confirmó, sin embargo, que cuando ingrese al Senado, donde en varias oportunidades actuó como suplente de Mujica, se integrará a la Comisión de Defensa.

A estar por los trascendidos, el borrador de ley orgánica militar no implica una reducción drástica del presupuesto de Defensa, pero tampoco es irrelevante. Se presume que, particularmente en el Ejército, la reducción de 40 puestos de coronel tendrá su impacto no sólo en las cuentas del ministerio, sino también en la de Retiros y Pensiones Militares. En ambos niveles el impacto será gradual si, como se supone, el mecanismo será no producir ascensos hasta llegar a la cifra indicada.

Es posible que en el momento del ingreso del proyecto en el Senado, los ministros de Defensa y de Economía promuevan un intercambio de opiniones con los miembros de la bancada frenteamplista. En especial, será significativo el impacto que este proyecto tenga en la postura del Mpp, que había condicionado el apoyo a la reforma de la Caja Militar en función de los términos de la nueva ley orgánica, cuyo proceso se venía postergando desde hacía años.

ALLANADO EL CAMINO. No es casualidad que junto con la aparición del borrador surgieran las primeras señales de humo blanco en la bancada del Frente sobre la reforma de la Caja Militar. Sin embargo, al cierre de esta edición seguía pendiente el anuncio de un acuerdo total en la bancada. Los tres puntos sobre los que se seguía negociando son: 1) dejar por fuera de la reforma a aquellos oficiales con más de 15 años de servicio; 2) establecer en esos casos una tasa de retorno (es decir, la proporción del último sueldo nominal que se calcula para el haber jubilatorio) de 85 por ciento para los oficiales de mayor rango y de 95 por ciento para los de menor rango; 3) fijar un tope a las jubilaciones militares, que el grupo Ir propone establecer en 85 mil pesos.

Los términos del proyecto de ley orgánica quizás aporten matices para el acuerdo definitivo en el Frente Amplio que permitirá retomar en comisión la discusión del proyecto de reforma de las jubilaciones militares propuesto por el Ejecutivo. Hasta ahora no se ha difundido de qué manera y en cuánto tiempo las dos iniciativas reducirán efectivamente el déficit de 500 millones de dólares de la Caja Militar.

 

 

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