Murió Luisa Cuesta

  Visión nocturna

Falleció Luisa Cuesta

Doctora Honoris Causa por su compromiso en la defensa de los derechos humanos y la búsqueda de detenidos desaparecidos

A los 98 años falleció este miércoles Luisa Cuesta, militante por los derechos humanos dedicada a la búsqueda de detenidos desaparecidos en la última dictadura cívico militar.

Su hijo, Nebio Melo Cuesta, fue secuestrado en la Argentina en 1976 y continúa desaparecido en la actualidad.

Cuesta recibió en 2013 el título de Doctora Honoris Causa por su aporte a la formación y la defensa de los derechos humanos.

Visión nocturna confirmó la noticia con Javier Tassino, integrante de  la organización Madres y Familiares de Detenidos Desaparecidos. “Hoy le tocó a  Luisa, como le ha tocado a tantas madres y compañeros que han trabajado en esto”, sostuvo.

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 Falleció Luisa Cuesta

21 de noviembre de 2018

Luisa Cuesta, incansable luchadora por los derechos humanos, falleció en la jornada de hoy.

Esta mujer “se constituyó en ejemplo de compromiso ético en nuestro país. Su ejemplo es un camino por la memoria y para que nunca más haya terrorismo de Estado”. Así la definió el historiador Álvaro Rico en 2013, durante la entrega del Doctorado Honoris Causa otorgado por la Universidad de la República.

Durante la dictadura cívico-militar uruguaya, Luisa estuvo detenida en el Batallón de Infantería Nº 5 de Mercedes, del 28 de junio de 1973 hasta el 31 de enero de 1974. Declarada Ciudadana Ilustre de Montevideo en 2012, Cuesta luchaba para obtener verdad y justicia por su hijo Nebio, desaparecido en Buenos Aires el 8 de febrero de 1976, quien estaba exiliado en Argentina desde 1974. Una semana después del secuestro de Nebio, Luisa viajó a Argentina y realizó diversas denuncias para saber el paradero de su hijo. Tiempo después, desde ACNUR le aconsejaron abandonar el país y la región, y partió con su nuera y su nieta hacia Holanda, donde continuó con sus denuncias y se unió a otras madres que buscaban a sus hijos. En 1985 retornó al país, constituyéndose en una pieza clave del movimiento de los derechos humanos de Uruguay.

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Más que mucho: Luisa Cuesta sigue en busca de indicios sobre su hijo Nebio Melo, desaparecido desde 1976

Consecuencia: Luisa Cuesta recibirá un doctorado Honoris Causa de la Udelar por su aporte a la formación de valores.

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 HASTA SIEMPRE

21 de noviembre de 2018

Falleció Luisa Cuesta luchadora y

referente por la causa de los derechos

humanos

El colectivo Madres y Familiares de Uruguayos Detenidos Desaparecidos informó que este miércoles 21 de noviembre falleció Luisa Cuesta a los 98 años. El coordinador ejecutivo del Observatorio Luz Ibarburu, Raúl Olivera, lamentó la pérdida y señaló que el tiempo pasa, se van muriendo los familiares y lo que perdura es la impunidad.

Lamentamos informar que en el día de hoy falleció nuestra compañera Luisa Cuesta, madre de Nebio Ariel Melo Cuesta”, quien aún se encuentra desaparecido, indicó Madres y Familiares de Uruguayos Detenidos Desaparecidos.

Luisa Cuesta nació en Soriano el 26 de mayo de 1920, fue una ferviente luchadora y militante por los derechos humanos quien dedicó gran parte de su vida a la búsqueda de los detenidos desaparecidos durante la pasada dictadura cívico-militar (1973-1985).

En junio de 1973 fue privada de libertad y recluida en el Batallón de Infantería Nº 5 de Mercedes hasta el 31 de enero de 1974.

Un año después, su hijo, Nebio Melo Cuesta, se exilió en Argentina junto a su esposa e hija y fue secuestrado en 1976, desde entonces integra la categoría de desaparecido.

Luisa Cuesta inició la búsqueda de su hijo y en 1985 se integró a Madres y Familiares de Uruguayos Detenidos Desaparecidos.​

En 2013 la Universidad de la República le entregó el título de Doctora Honoris Causa por su “aporte a la formación de valores y a la defensa de los derechos humanos”.

Al año siguiente, en el marco del Día Internacional de la Mujer, el Correo emitió un sello en homenaje a Luisa Cuesta.

En abril de 2015 la Intendencia de Montevideo designó Luisa Cuesta al Centro Cívico del Municipio D.

La impunidad perdura

El Coordinador Ejecutivo del Observatorio Luz Ibarburu, Raúl Olivera, recordó -al ser consultado por LARED21- los primeros pasos de Luisa Cuesta en Europa cuando se creó la Asociación de Familiares de Uruguayos Detenidos Desaparecidos (AFUDDE), junto con otros familiares.

“Uno mira aquella lista de personas y constata, dolorosamente, que el tiempo pasa y se van muriendo los familiares y lo que perdura es la impunidad. Ello es un elemento sobre el cual debería reflexionar el sistema político y judicial, desde el punto de vista de lo que realizan para que efectivamente la impunidad no continúe siendo un precio que se paga tan caro como es en el caso de Luisa y otras madres que murieron sin saber cuál era el destino de sus hijos”, expresó

Olivera dijo que tanto Luisa como “Tota” Quinteros o Luz Ibarburu y otras luchadoras por los derechos humanos “asumieron en momentos muy difíciles tareas titánicas y a pesar de los años que han pasado no abandonaron lo que fue en principio un compromiso individual, que tenía que ver con los lazos sanguíneos que las unían con el desaparecido, pero que luego se transformó en un lazo colectivo y con la causa por los derechos humanos”.

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 Se siembra

Falleció Luisa Cuesta, activista

por los Derechos Humanos. Tenía 98 años

Su hijo, Nebio Melo, fue secuestrado en 1976, y aún permanece desaparecido.

21.11.2018 20:41

A los 98 años falleció Luisa Cuesta, integrante de la organización Madres y Familiares de Detenidos Desaparecidos, que luchaba desde hace años por el esclarecimiento de la desaparición de su hijo Nebio Melo Cuesta.

El fallecimiento de Cuesta fue confirmado a Montevideo Portal por el integrante de Familiares Oscar Urtazum.

Cuesta falleció este miércoles luego de permanecer varios días en estado delicado.

Cuesta estuvo detenida desde el 28 de junio de 1973 hasta el 31 de enero de 1974 en el Batallón de Infantería Nº 5 de Mercedes. Tras ser liberada y pasar por Argentina, Francia y Holanda, denunció las violaciones a los derechos humanos en Uruguay e hizo propias decenas de causas similares. Con su vuelta a Uruguay en 1985 contribuyó a la unificación de este movimiento en uno solo, y continuó su lucha por verdad y justicia, consigna la Udelar en un comunicado.

En 2013 recibió el doctorado Honoris Causa por parte de la Universidad de la República. Un año antes había sido reclada ciudad ilustre por la Intendencia de Montevideo. En ambas ocasiones Cuesta declinó dar un discurso y se limitó a agradecer los reconocimientos.

En 2015, luego de que Cuesta debiera ser hospitalizada, la periodista Ana Jerosolimski recordaba en Montevideo Portal una entrevista con la activista publicada un año antes el Semanario Hebreo

Montevideo Portal

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  Falleció ayer Luisa Cuesta, un

símbolo de la lucha por

verdad y justicia

22 de noviembre de 2018

Durante 42 años buscó respuestas sobre la desaparición de su hijo.

A la edad de 98 años falleció ayer Luisa Cuesta, luchadora incansable por los derechos humanos y una de las fundadoras de Madres y Familiares de Detenidos Desaparecidos. Comenzó a buscar a su hijo Nebio en 1976, ni bien se enteró de su detención en Buenos Aires, donde estaba exiliado, y pasaron 42 años sin que llegara a saber qué pasó con él.

Luisa nació el 26 de mayo de 1920 en Montevideo, pero desde que su madre murió, cuando ella tenía cinco años, fue criada por su hermana mayor en Mercedes, Soriano, junto a su hermano Gerardo, otra víctima de la dictadura. Luisa trabajó en un taller de chapa y pintura, y estuvo varios meses detenida en 1973. Como las también fallecidas María Almeida de Quinteros –Tota–, Luz Ibarburu y Amalia Mercader, estuvo entre las figuras más emblemáticas de la lucha por verdad y justicia en la sociedad uruguaya. Símbolos, ejemplos, motores de la búsqueda de los desaparecidos, incluso en los períodos de mayor aislamiento, durante la dictadura y luego del referéndum que dejó vigente la Ley de Caducidad. Terminaron sus vidas sin que hablaran quienes saben dónde están los familiares que ellas perdieron, y sin que la investigación estatal les diera respuestas, pero lograron que otros familiares las hallaran y que muchos tomaran la posta.

El único hijo de Luisa, Nebio Ariel Melo Cuesta, nació el 4 de diciembre de 1943 en la ciudad de Mercedes. Fue criado sólo por ella. Era militante del Partido Comunista Revolucionario y durante su exilio en Buenos Aires contribuyó a la creación de la Unión Artiguista de Liberación. El 8 de febrero de 1976, militares y policías lo apresaron junto a un compañero en un bar de la capital argentina, y eso es lo último que sabemos de él con certeza. Según testimonios e investigaciones, Nebio puede haber sido uno de los uruguayos trasladados a Uruguay después de su detención.

Luisa estuvo internada en 2015 por un accidente vascular, pero logró recuperarse. A pesar de su edad, nunca dejó de participar en las marchas del silencio, aunque en los últimos años tuviera que hacer parte del trayecto en automóvil.

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LUISA CUESTA

PRESENTE !

AHORA Y SIEMPRE !

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Asociación Amigas y Amigos del Museo de la Memoria <amigosmume1@gmail.com> a écrit :

Falleció Luisa Cuesta, una vida de 

lucha por la verdad y la justicia

Luisa Cuesta dedicó su vida a la lucha por los derechos humanos y al esclarecimiento de los crímenes de la dictadura militar uruguaya.  Nació en el departamento de Soriano el 26 de mayo de 1920, tenía 98 años. Luisa formó parte desde 1985 de Madres y Familiares de Detenidos Desaparecidos y se comprometió en la búsqueda de verdad y justicia tanto para su hijo Nebio Melo Cuesta, detenido-desaparecido en Buenos Aires en 1976, durante la dictadura uruguaya (1973-1985), como para muchos hijos  y familiares desaparecidos.

Luisa había estado presa en 1973, a comienzos de la dictadura, en el Batallón de Infantería 5 de Mercedes. Siendo liberada en 1974.

Recibió reconocimientos como el doctorado Honoris Causa por parte de la Universidad de la República y también fue declarada ciudadana ilustre por la Intendencia de Montevideo.

Cuarenta años de lucha y compromiso incansable. La muerta de Luisa, nos interpela, nos duele, nos hace pensar y sentir que la lucha no debe terminar con la muerte, porque debemos mantener viva la llama de la verdad.

Es un símbolo de que no hay que bajar los brazos pero también nos demuestra que aún nos queda camino por andar.

Gracias Luisa! Gracias por tu lucha incansable por verdad y justicia.

Nota de TNU realizada en 2015, sobre Luisa Cuesta:

Mañana viernes será la reunión en su honor a la hora 10, en la plaza Mártires de Chicago, en Gral. Flores y Yatay, para desde allí partir sobre las 11:30 horas hacia el Cementerio del Norte.

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Ante el fallecimiento de LUISA CUESTA

22 de Noviembre de 2018

            El 8 de octubre de 1978, la Circular N° 15 del Secretariado Internacional de Juristas por la Amnistía en el Uruguay  (SIJAU), daba cuenta que el 1° de octubre  de ese año, se había creado en Paris  la Agrupación de Familiares  de Desaparecidos Uruguayos (AFUDE).

            La convocatoria había sido lanzada por un grupo de familiares y  conto con el patrocinio del SIJAU.

            Ese día, luego de acordar un conjunto de acuerdos programáticos y de funcionamiento, hicieron uso de la palabra en representación de AFUDE, Luisa Cuesta, y en nombre del SIJAU el abogado francés Jean Louis Weil.

              Los 40 años que nos separan de aquel 1° de octubre de 1978, supo contar con la presencia infatigable de Luisa. A aquella agrupación fundada en el exilio, se sumarian los familiares que permanecían en Uruguay.

              Poco a poco, las filas de las madres de los desaparecidos fueron mermando en número por el paso del tiempo, sin que la gran mayoría de ellos tuvieran una respuesta sobre la suerte de sus seres queridos.

              Hoy ante el fallecimiento de Luisa Cuesta, el Observatorio Luz Ibarburu reafirma su compromiso en la misma lucha que ella supo desarrollar por VERDAD Y JUSTICIA.

Observatorio Luz Ibarburu.

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  La de indoblegable espíritu

A las 18 horas del miércoles murió Luisa Cuesta. La de mirada firme y tierna a la vez. La geografía inacabada de su rostro bien podía ser la de todas sus luchas: arrugas anchas, profundas, con caminos truncos y otros que tozudamente se abren para dar paso a la esperanza. Ninguno la condujo a su hijo Nebio ni a ninguno de los hijos desaparecidos. Murió con la verdad secuestrada, con la impunidad intacta, pero dejando un derrotero por donde continuar la lucha.

SAMUEL BLIXEN

Luisa Cuesta en bicicleta con Mercedes Filippini, volviendo de la estación de la ciudad de Maastricht, Holanda, 1985 / Foto: Luis Delgado

“Ando caminando, luchando y ayudando en lo que pueda.” Así dijo, con su voz ronca y su tono arisco, Luisa Cuesta en uno de sus últimos diálogos con periodistas. Luisa fue –es– una madre que reclama el cuerpo de su hijo, pero es también la síntesis de esa búsqueda colectiva. Hace tiempo que no se la oía, pero su fuerza siempre estaba presente, no sólo en las marchas del silencio, también cada vez que un exabrupto militar o una agachada civil encendían, una y otra vez, el reclamo de terminar con la impunidad en todas sus variantes.

El reclamo es sistemáticamente ignorado, pero no es estéril. La muerte de Luisa, a sus 98 años, lo comprueba. ¿De qué se habla? De su tenacidad, de su espíritu indoblegable, de su lengua ácida, sin pelos, de su ejemplo. Y naturalmente, como extensión inevitable de su personalidad y de su trayectoria, se habla de la vergüenza de quienes resguardan sus secretos, del deshonor de mentir y huir para eludir las responsabilidades, de la ausencia de voluntad real para obligar a los culpables a confesar. La figura de Luisa, viva o muerta, enciende esos reclamos, porque esa figura encarna anhelos, necesidades y derechos que el paso del tiempo no diluye.

Cuando una madre exige respuestas por su hijo desaparecido no hay forma de dar vuelta la página. El ejemplo de Luisa confirma que no funcionan ni la amenaza ni las presiones, ni los argumentos susurrados, ni las justificaciones hipócritas.

Parece evidente que ni el tiempo ni los discursos borran la mancha indeleble que salpica a las Fuerzas Armadas desde hace cincuenta años; no hay agua jane que la elimine, ni siquiera un pedido de perdón, si no viene acompañado de lo que realmente importa: las respuestas sobre dónde están los cuerpos de los desaparecidos asesinados, sobre quiénes fueron los sicarios y quiénes los que dieron las órdenes. Ese día es posible que la mancha desaparezca; mientras, los nuevos cadetes, los nuevos alféreces, que nacieron dos, tres décadas después de los sucesos, deberán entender por qué, inevitablemente, deben cargar con esa mochila, compartir la culpa, hasta que ellos mismos, desde adentro, reclamen la única solución posible, porque son parte de una estructura que con su silencio, con su omertà, sigue reivindicando los crímenes cometidos y convirtiendo su honor en una burla.

La muerte de Luisa reavivó la fuerza del reclamo siempre presente, como lo reaviva cada ignominia judicial en favor de la impunidad. Desde su humildad, desde su sencillez, esta mujer que casi en el centenario continuó siendo madre y militante, es la prueba irrefutable de que la perseverancia y la firmeza engrandecen, y que la renuncia empequeñece. A veces se cuestionó su forma franca y directa de decir lo que pensaba, como si hubiera falta de buenas maneras. Pero es necesario tener convicciones sólidas y coraje para enfrentar a dos ex presidentes, Julio María Sanguinetti y Luis Alberto Lacalle, que asistieron a un acto en homenaje a los caídos en defensa de la democracia, organizado por clubes militares. “Yo digo: ¿nunca se les ocurrió ir a un acto nuestro?, ¿les parece más honorable ir a un acto de criminales que a un acto de quienes sufrieron la represión de criminales?”. Y cuando en el Batallón 14 de Infantería aparecieron los restos de quien después fue identificado como Julio Castro, Luisa decepcionó a quienes pensaban que tales hallazgos aplacarían los ánimos. Con tono de bronca, comentó: “Los milicos, uno a uno, son todos unos sinvergüenzas. No se puede esperar otra cosa de ellos”.

Pero así como el tiempo no ahoga el reclamo, tampoco desdibuja las responsabilidades. Otras generaciones de uruguayos escucharán el nombre de Luisa y de todos los luchadores por la verdad y la justicia, y también escucharán los nombres de los verdugos; y no habrá ninguna reescritura futura de la historia que pueda invertir la ecuación, como no lo logran los patéticos escritos que pretenden revertir la carga de la prueba en el origen de la tragedia de nuestra historia reciente.

En ocasión de recibir, en nombre de su tía, el premio de Brecha Memorias del Fuego, Nilo Patiño, integrante de Familiares, dijo: “Seguramente están esperando que la muerte, en su quehacer implacable, resuelva el problema. Pero se equivocan quienes así piensan, pues la vida –también en su quehacer implacable– trae nuevas generaciones activamente movilizadas, que no sólo continuarán la lucha contra la impunidad para asegurar que el Nunca Más se consolide más temprano que tarde, sino que construirán su propio camino en todas y cada una de sus reivindicaciones. Y de este destino Luisa jamás ha dudado” 

Anatole Julien

Conversamos en Buenos Aires a la salida del fallo en el juicio por el Plan Cóndor, en 2016. Era invierno y había llovido. Ella estaba siendo documentada por la Bbc y yo iba por un programa de Chilevisión. Ella me decía que le parecía extraño que no hubiera condenas más largas o perpetuas. Yo le decía que la entendía, pero que el fallo era un gran logro jurídico, un trabajo excelente de la fiscalía argentina y que, de haber estado vivos Augusto Pinochet o el mismo Manuel Contreras, habrían sido condenados en el marco de este acuerdo de inteligencias de tres países. Ahí nos asombramos y nos dimos un abrazo. Fue muy emotivo explicarle eso y verla alegrarse.

Semblanza

Luisa Cuesta nació en Montevideo el 26 de mayo de 1920, pero vivió desde los 5 años en Mercedes, Soriano, donde crió a su único hijo, Nebio Melo Cuesta, nacido en 1943. Fue detenida y recluida en el cuartel del Batallón de Infantería número 5, de Mercedes, en junio de 1973, y liberada a comienzos de 1974. En febrero de 1976 Nebio fue secuestrado en Buenos Aires junto con otros militantes del Partido Comunista Revolucionario, y Luisa decidió abandonar Uruguay y trasladarse a Holanda, desde donde denunció la desaparición de su hijo, de quien nunca más tuvo noticias. Regresó a Uruguay en 1985, después de la restauración democrática, y en 1989 fue una de las fundadoras del grupo Madres y Familiares de Detenidos Desaparecidos. A lo largo de su militancia, y como referente de las madres, recibió numerosas distinciones: el título doctor honoris causa, de la Universidad de la República, y el título de ciudadana ilustre de Montevideo; además, el Correo Uruguayo la homenajeó con un sello.

En 2015 sufrió un accidente vascular que obligó a su internación. Falleció a las 18 horas del miércoles 21. Su sepelio se efectuará hoy viernes al mediodía en el Cementerio del Norte.

Adiós, Luisa

Luisa fue de las últimas en incorporarse al pequeño grupo de Madres y Familiares de Detenidos Desaparecidos, que en un principio nos reuníamos en la casa de Luz Ibarburu. Venía de Holanda, donde había formado parte de Agrupación de Familiares de Uruguayos Desaparecidos (Afude), y sin duda allí también fue una luchadora incansable. Muchas otras personas podrán describir la trayectoria de Luisa, de su vida en la ciudad de Mercedes, de su detención en la dictadura, de su exilio en Holanda, con más precisión que yo.

Quisiera, sí, trasmitir aquellos reencuentros semanales, en un boliche cercano a la vieja casa del Serpaj, donde entonces hacíamos las reuniones del grupo de Familiares. Se habían convertido en un hábito que nos gustaba. La porción de piza, la copa de vino o de refresco no sólo recompensaban el apetito de las últimas horas del día, también eran un momento de distensión.

En el desorden de los comentarios, del recuerdo de lo omitido por olvido, siempre, siempre, se iba instalando el hijo desaparecido, la hija desaparecida. Así, yo, que los conocí con un nombre que no era siempre el propio o desde un discurso político, fui construyendo esa otra imagen, la que sus madres recreaban. Cuando llegaba ese momento escuchábamos a la otra. Eran relatos dulces que nacían de los meses que los habían tenido en sus vientres, de los brazos que los habían acunado… y de esos pasos interminables que seguían dando para buscarlos.

En vos, Luisa, el recuerdo inolvidable de todas esas madres.

Sara Méndez

Siempre

Luisa se llevó un dolor en el que egoístamente preferimos no adentrarnos, un dolor que apenas rozamos, pero que no se tragará su tumba. Luisa fue una de esas mujeres que transformaron el dolor en acción, que salieron a las calles a militar, enfrentando sus temores, con el amor y la firmeza como herramientas. Allí las vimos, pero siempre estuvieron ahí, veladas por la privacidad doméstica, sosteniendo los cuidados de los familiares de los presos políticos, preparando los “paquetes” a medida de las absurdas pretensiones de los carceleros. Su tenacidad ya es parte de la historia, y su dolor también es memoria. Eso es y será Luisa.

Lourdes Rodríguez

Elena Zaffaroni

A pesar de que es una muerte esperada, es una muerte que no queríamos. Yo no quería, y creo que nadie quería. Luisa es eterna y lo seguirá siendo porque su impronta caló en la sociedad, lo estamos viendo hoy con todo lo que moviliza su muerte. Fue una mujer impresionante, por su fuerza, su sencillez para decir las cosas, por su carácter.

Deja algo muy pleno, ella enseñó con su vida, con su entrega, y con su herida también. Iba al boliche después de las reuniones y siempre tenía una disposición muy buena para conversar con todos sin pretender ser una figura; tenía a los desaparecidos, a todos, como sus propios hijos.

Para Luisa los jóvenes eran su desvelo. Había una cercanía, una manera especial de comunicarse con ellos. Fue así toda su vida, su casa siempre estuvo de puertas abiertas para todo el que llegara. No quería que nadie pasara lo que ella pasó, quería que estuvieran alertas, atentos, que estudiaran, que se formaran, les hablaba de lo que no se podía permitir, como el silencio.

Más que la imagen de todo lo que no logró, creo que hay que centrarse en lo que logró y en lo que sigue logrando. Hoy nos vuelve a conmocionar, a interpelar, vuelve a cuestionar a los gobernantes que tienen que dar respuestas: dónde están y por qué siguen apañando una impunidad que cuestiona la democracia.

Tenemos una bronca que la hemos vivido con la muerte de cada madre. Algunas tenían una personalidad que trascendía a la propia lucha, tenían una fuerza propia, como Luz, como María Ester, como Violeta. Le hicieron mucho bien a la causa. Con cada una que se va sin respuesta volvemos a preguntarnos: ¿por qué? Los gobiernos del Frente Amplio dieron más, en leyes, en aspectos generales, pero no en el corazón del tema: lo que pasó en la dictadura, lo que hicieron los represores y siguen haciendo, porque tienen la verdad secuestrada hasta el día de hoy. En eso la vieja nunca claudicó: “Quiero la verdad, quiero saber, quiero todo”. Con pocas palabras, ella era muy potente en ese reclamo.

Victoria Julien

Mi nombre es Victoria Larrabeiti, o Victoria Julien, como se me reconoce en mi identidad recuperada. Quisiera decir unas palabras por Luisa, a quien conocí hace más de una década, cuando se cumplieron 30 años del golpe de Estado en Argentina y las Abuelas convocaron a hijos de desaparecidos de todo el continente. ¡Me sorprendió tanto esa mujer tan pequeñita! Me impresionó mucho su calidad humana, esa fuerza que tenía aún en el atardecer de su vida, ese ímpetu para no bajar los brazos y seguir buscando a su querido hijo. ¿No es lo que haría cualquiera que estuviera en su lugar?, ¿o en nuestro lugar? Nunca me voy a olvidar de su mirada paciente, que trasmitía que le faltaba alguien, que había una mano a la que no podía tocar, un cuerpo al que no podía abrazar. Ella, junto con el resto de las madres, son ejemplos de esta búsqueda que va a durar toda nuestra existencia. La suya llegó hasta aquí, pero eso no significa que tenga fin, es el legado que nos deja. Es una tarea vital de la que todos somos parte, a todos nos corresponde un pedazo de responsabilidad. Es un ejemplo a seguir.

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  Elena Zaffaroni sobre Luisa Cuesta:

“Una gigante que los interpela”

23 de noviembre de 2018

Legisladores del Frente Amplio sostienen que hay que “redoblar” el esfuerzo de luchar contra la cultura de la impunidad.

De los 98 años que vivió, 42 fueron de búsqueda ininterrumpida. Luisa Cuesta murió el miércoles sin encontrar a su hijo Nebio Melo, desaparecido desde 1976. Su lucha inclaudicable y su compromiso con los derechos humanos fueron destacados una y otra vez en los recuerdos de sus compañeros de militancia. Óscar Urtasun, integrante de Madres y Familiares de Detenidos Desaparecidos, recuerda que en 1978, mientras estaba exiliada, fundó en París la Agrupación de Familiares de Desaparecidos Uruguayos, y que cuando retornó a Uruguay, en 1985, se sumó a la lucha de Familiares y su aporte fue algo “impagable”. “No nos lo decíamos, pero ella era como mi madre y yo como su hijo”, dice Urtasun al recordarla. Dos años después, se fueron a Chile a participar en una manifestación de los familiares chilenos contra el régimen dictatorial de Augusto Pinochet. Llegaron diez minutos antes de la convocatoria y no había nadie más. En un minuto, la calle se llenó de gente y también de militares. “La viejita miraba para arriba mientras nos llenaban de gas y resistía firme, parada ahí”. “Era una vieja divina y muy porfiada”, recalca Urtasun. También era una mujer “muy dura y tierna. Siempre tierna”.

Elena Zaffaroni, también de Familiares, la recuerda como una “mujer entrañable”, que tenía un “temperamento, una entrega y una fuerza impresionantes”. Se acuerda de que Cuesta repetía: “Yo quiero la verdad, la verdad, la verdad. La quiero toda”. Para Zaffaroni, los gobiernos que vinieron después de la dictadura hicieron “lo mínimo de lo mínimo” por la búsqueda de la verdad, y la muerte de Cuesta, que se fue sin saber el paradero de su hijo, es una evidencia de ello. “Para que no se repita lo que pasó tienen que encontrarlos, tienen que decir lo que pasó”, subrayó.

El diputado Gonzalo Civila, del Partido Socialista, considera que su muerte es una “fuerte interpelación” al sistema político y a la sociedad. Para él, es “razonable” que se exija al oficialismo que se movilice por la búsqueda de memoria, verdad y justicia. “A los partidos que fueron parte del esquema de impunidad no les vamos a pedir que luchen contra él”, dice, y agrega que “si bien nadie puede desconocer que el Frente Amplio [FA] logró avances”, también es “enorme” todo lo que la coalición de izquierda no logró conseguir. “Los que venimos de esa lucha sentimos que en ese plano estamos muy por debajo de lo que deberíamos estar. Tenemos que redoblar el compromiso con esa lucha, reconociendo que se lograron algunas cosas, pero no hay medias tintas en esto”, asevera.

Por su parte, el ex presidente José Mujica dijo ayer en una rueda de prensa que Cuesta “representa, sin propónerselo, a millones de madres que se han ido de este mundo sin saber el destino de sus hijos”. Agregó que “es muy negativo” y “muy doloroso”, pero que “a veces hay cosas que no tienen otra respuesta que la tortura para encontrar la verdad”. Sobre el papel del FA en la búsqueda de la verdad, la memoria y la justicia, manifestó que “siempre que no cumplimos con una expectativa, fallamos porque tenemos las limitaciones que nos imponen ciertos códigos. Hay un pacto de secreto que no se puede desentrañar, aunque uno lo quiera, si no usamos recursos que no podemos utilizar”.

Pero para el diputado Gerardo Núñez, del Partido Comunista, “hay otras herramientas”, como “impulsar” la búsqueda de detenidos desaparecidos y “construir nuevas sensibilidades”. Dijo que es evidente que “hay un pacto de silencio” que se ha generado y que ha impedido avanzar, y que los dos intentos fallidos de derogar la ley de caducidad, en 1989 y en 2009, consolidaron “la cultura de la impunidad”, que “obviamente atraviesa todos los sectores sociales y políticos y es parte de un reflejo que hay que derribar”.

Para Zaffaroni, el comentario de Mujica es “una vergüenza” y una “mezquindad” que ya había dicho Eleuterio Fernández Huidobro cuando era ministro de Defensa Nacional. “Esa lógica no es la nuestra. Convalida la tortura y es un camino que claramente no es el nuestro. Nosotros y las viejas, especialmente, no merecen esta respuesta”, enfatizó Zaffaroni. Agregó que hay que preguntarse “por qué esas viejitas” no consiguieron la verdad: “Esa es la pregunta de Luisa y esa es la pregunta que nos queda. Una inmensa mujer que siguió luchando siempre. Y muere siendo una gigante que los interpela”

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  El último viaje de Luisa Cuesta

23 de noviembre de 2018 | 

Sus restos fueron escoltados desde la plaza Mártires de Chicago hasta el Cementerio del Norte.

Centenares de personas se reunieron ayer a las 10,00 en la plaza Mártires de Chicago para despedir los restos de Luisa Cuesta, quien murió el miércoles a los 98 años mientras todavía buscaba indicios sobre el paradero de su hijo, Nebio Melo, desaparecido en 1976 en Argentina. En el encuentro participaron integrantes de Madres y Familiares de Uruguayos Detenidos Desaparecidos, agrupación de la que Cuesta fue fundadora, y de otras organizaciones. También asistieron legisladores del Frente Amplio y los diputados Fernando Amado (Batllistas Orejanos) y Eduardo Rubio (Unidad Popular), así como los precandidatos frenteamplistas Óscar Andrade y Daniel Martínez. Ante los micrófonos, tanto los integrantes de las organizaciones civiles como los políticos reclamaron verdad y justicia para los desaparecidos.

Sepelio de Luisa Cuesta en el Cementerio del Norte.

También estuvo en la plaza el vicecanciller Ariel Bergamino, quien fue consultado por cómo se sentía el gobierno por la falta de respuestas ante estos reclamos. “La sensación no es la mejor”, reconoció, y agregó que es necesario “seguir adelante en la búsqueda de la verdad y de la justicia”, que son “objetivos irrenunciables”. Por su parte, el diputado del Partido por la Victoria del Pueblo Luis Puig consideró que “el Estado debe pagar esta deuda construyendo verdad y justicia, asumiendo la voluntad política de que la impunidad se debe terminar” en Uruguay.

Después del homenaje en la plaza, una caravana partió rumbo al Cementerio del Norte, donde los restos de Cuesta serán cremados en los próximos días.

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Tareas por Luisa

24 de noviembre de 2018 | Editorial

Luisa Cuesta tenía 98 años y había pasado 42 buscando respuestas sobre la desaparición forzada de su único hijo, Nebio Melo. Ese dato brutal puede ser asumido con distintas actitudes, como hemos visto: hubo manifestaciones de amargura resignada y también de mera indignación, que de poco sirven.

El tenaz esfuerzo de Cuesta no fue en vano: junto con otros, impidió que triunfara la política de impunidad y olvido que se intentó imponer a la salida de la dictadura; contribuyó en forma decisiva para que se alcanzaran algunos –aún escasos– logros en materia de memoria, justicia y reparación; y dio un ejemplo indispensable para la renovación generacional de estas luchas.

La cuestión es que el camino sigue. Para honrar la memoria de esta mujer que ya no marchará con nosotros, tenemos que llegar más lejos. Y quizá lo primero sea decir en voz alta lo evidente, como hacía ella.

No es por una fatalidad que ignoramos todavía qué pasó con Nebio

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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