Manini Ríos: “caudillo milico”?

  EL GENERAL EN SU LABERINTO

Manini, un pasquín, el mausoleo

y el sable oxidado

El erigido en la figura de una suerte de “caudillo militar” por méritos propios y ajenos es títere de los hilos que manejan el destino y las circunstancias. Como en su momento supo peinarse en el espejo de aquellos militares peruanistas, más por el rol protagónico de lo militar sobre lo civil que por su programa, hoy se afeita en el espejo del exmilitar brasilero devenido en presidente. Quizás hasta crea ver ondear las banderas de la efigie peronista en un afiebrado impulso electoral.

4 AGOSTO, 2019

Por Ricardo Pose

Los herederos del abolengo Manini Ríos, vuelve a editar La Mañana; este fue un periódico matutino uruguayo, fundado en Montevideo el 1º de julio de 1917 por Pedro Manini Ríos, Héctor R. Gómez y Vicente Costa, como tribuna opositora ala corriente gubernista de José Batlle y Ordóñez. Graduado como abogado en la Universidad de la República, electo diputado en 1905 y senador en 1913, Pedro Manini se inició en el batllismo; defensor acérrimo de José Batlle y Ordóñez, fue el primero en romper con él cuando este propuso a través de sus ‘apuntes’ del 4 de marzo de 1913, en el diario El Día, la necesidad de sustituir el Poder Ejecutivo unipersonal por un Colegiado. Manini Ríos, por entonces ministro del Interior, en su afán de disuadir a Batlle y Ordóñez de su pensamiento, planteó siete años como período presidencial. La escisión fue inevitable y Pedro Manini Ríos no solo se alejó del batllismo, conformando su propio núcleo, al que llamó riverismo, sino que también se opuso a Batlle y Ordóñez públicamente al fundar, en 1917, el matutino La Mañana.

Como se puede apreciar, don Guido no fue nada original y siguió con la tradición familiar de romper con los gobernantes de turno. En la misma época, ocupó además un puesto en el primer consejo directivo de la Federación Rural y fue uno de los exponentes del ruralismo más reaccionario, que tuvo su exponente periodístico en la persona de Eduardo J. Corso.

Hasta la década de 1980, el periódico fue editado por la Sociedad Editora Uruguaya (Seusa), que publicaba también el vespertino El Diario y cerró a fines de los años 1990. Un pasquín más, al servicio de la dictadura cívico militar.

El mausoleo

Por más esfuerzo simbólico de denominar su local central como Cabildo 10 de Setiembre de 1815, un breve repaso por la trazabilidad familiar y su pertenencia a los sectores dominantes del campo uruguayo hace risible esa forzada imagen de los Manini Ríos con la fecha de promulgación de la Reforma Agraria artiguista.

El relato, la simbología, que aluden al artiguismo, no pueden más que remitirse al mausoleo. Es una afrenta a las cenizas del prócer; si no alcanzara con pertenecer a los sectores dominantes del campo uruguayo, no hay una sola línea sobre la estructura agraria del país, ni escrita ni dicha, por los dirigentes de Cabildo Abierto. No ya una necesaria reforma que no puede mecánicamente repetir los contenidos del Reglamento de Tierras, pero sí, como viene desarrollando el Instituto Nacional de Colonización, puede y debe seguirse planteando el acceso a la tierra y a los bienes de producción de los miles de pequeños productores y trabajadores  rurales.

Cabildo Abierto era el espacio de funcionamiento político posible y concebido en la época colonial. En la actualidad, desde varios sectores, incluso institucionales, como los municipios de Montevideo, Cabildo Abierto retoma el funcionamiento de asamblea abierta y participativa.

Otra cosa es esta denominación para una estructura vertical en la que los participantes “adoran al caudillo”. ¡De que envergadura será el poco funcionamiento democrático para que Facello, pachequista heredero de Óscar Magurno, gerente de la  Asociación Española y, por tanto, acostumbrado al funcionamiento masónico, se alejara de Cabildo Abierto, denunciando autoritarismo!

El relato, el discurso, los símbolos, tienen un antecedente. Como todo militar uruguayo, fue formado en la concepción que el nacimiento del Ejército Oriental se remonta a aquellos gauchos que defendían al pueblo en su éxodo.

Tal vez la dictadura del porfiado derrotero de la historia fue la culpable de que aquel ejército de gauchos, indios, negros libertos y buenos americanos se convirtiera en profesional, tuviera que formarse a la luz de los ejércitos prusiano, francés y finalmente el estadounidense, para dejar en el olvido, al igual que a Artigas y su obra, la clemencia para los vencidos y ser la vanguardia de un pueblo reunido y armado.

Cuando nació Uruguay y sus clases dominantes barrieron los vestigios de la Banda Oriental y su Liga Federal, el ejército pasó a cumplir el rol de los nuevos Estados, convirtiéndose en el brazo armado para la defensa de los nuevos intereses de las clases dominantes.

Aliviaba la conciencia de aquellos que defendían los intereses de grandes comerciantes, terratenientes y latifundistas seguir enarbolando la bandera de quien murió desterrado.

La fecha patria sería el natalicio del jefe muerto de vejez en Paraguay y no el 28 de febrero, jornada de la admirable alarma, y tomará el 18 de mayo, fecha de la Batalla de las Piedras como día del ejército.

Proceso complejo y contradictorio de un ejército que sirvió a los intereses, incluso derramando hemoglobina para un Uruguay que construía su ciudadanía imitando el modelo europeo, la Suiza de América, con tropas cuyos orígenes no eran muy distintos de aquellos gauchos, indios y negros.

Manini también pertenece a la clase “aristocrática”, la que hizo de los oficiales, de sus autoridades y de su carrera militar una casta por encima de los sectores humildes y marginados.

Si bien todo el espectro político criollo alude a la figura del prócer, Cabildo Abierto realiza la caricatura más obscena del artiguismo, en un lenguaje y práctica imbuida de nacional chauvinismo.

¡Que Dios y la patria perdonen a Guido Manini por utilizar los valores más caros de identidad de un pueblo al bajo precio de la necesidad electoral!

Corbatas y sables

El escribano Guillermo Domenech es el clásico personaje de la  política nacional que cada tanto emerge; pertenece a una especie muy particular pero identificable por las mismas conductas. En general, suelen vivir agazapados, de bajísimo perfil, acantonados en alguna suerte de refugio de algún recoveco de la administración  pública. En el caso de Domenech, desde la época del gobierno de Lacalle, era el escribano de Presidencia dela República.

¿Por qué el hombre se mantuvo en las sombras durante más de 25 años?

Primero, porque ese cargo permite percibir un ingreso económico nada despreciable, porque basta con una sonrisa para que ingenuos de todos los gobiernos no lo vean como una amenaza, pero además porque, desde allí, se puede gestar un movimiento político que crece al margen y en los límites de la lucha política democrática.

Antes de ser Cabildo Abierto, fue el Movimiento Social Artiguista, un grupejo católico y ultraderechista, expresión política de algunos militares y exmilitares, muchos de ellos pertenecientes a algunas logias.

Como el clavel del aire, fueron creciendo en silencio, sobreviviendo a la oleada de gobiernos progresistas y esperando el momento en que el mesías, el elegido, diera el paso necesario.

Sabía con quiénes y sobre quiénes trabajaban y los buenos resultados electorales son una sorpresa para quienes desconocían su existencia.

Si la dictadura fue cívico militar y los viejos militares nos deben la verdad sobre la situación de los detenidos desaparecidos, de todos los uniformados que se enchastraron las manos, también nos deben la larga lista de civiles, ultraciviles, de impecables trajes y corbatas que mandaron reprimir y aplaudieron la barbarie. Domenech es de esa raza.

Sable oxidado

Los más de 30 años de carrera uniformada, su cargo de ex comandante en jefe, sus aspiraciones presidenciables a semejanza de un caudillo militar, no convierten a Manini Ríos en la expresión de lo militar. No le regalemos ese papel.

Podría haber jugado un rol distinto en defensa de la Soberanía Nacional y la integridad de su pueblo, pero su derrotero es inevitable. Alza su sable nuevamente contra los más infelices, dirigente de un capricho personal y a la moda de las ultraderechas europeas y regionales.

El abrevadero semántico y el diccionario de lugares comunes que hablan de soberanía y defensa de recursos naturales, de ejércitos constitucionalistas y espadas de la  democracia fueron cantos de sirenas que se llevaron puestas varias ingenuidades.

La historia dará y está dando cuenta de ello.

Pero Manini Ríos, sumado, con uniforme de campaña, al espectro de la derecha política, desde un artiguismo que no le cedemos, y ante la apuesta de los nuevos uniformados que no deberán volver a mancharse con sangre de su pueblo, volvemos a recordar la frase del prócer: “La cuestión es entre la libertad y el despotismo”.

 

 

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