Recuperar archivos

  Convocan a recuperar

archivos del pasado reciente

5 de abril de 2019

Escribe: Natalia Uval 

 

Proyecto LUISA: Udelar y Familiares llaman a un trabajo solidario para volver legibles archivos de la última dictadura.

Un documento escrito hace 40 años a mano o con máquina de escribir puede ser en principio indescifrable, pero (casi) todo puede superarse utilizando la tecnología, la percepción y el conocimiento de muchas personas. De esta base parte el proyecto “Leyendo Unidos para Interpretar loS Archivos” (LUISA), cuyo acrónimo homenajea a una referente en la lucha por verdad y justicia en Uruguay, Luisa Cuesta. La iniciativa se enmarca en un proyecto que desarrollan las facultades de Ingeniería (Fing) y de Información y Comunicación (FIC) de la Universidad de la República, junto con la organización Madres y Familiares de Detenidos Desaparecidos, para procesar los documentos contenidos en el archivo Berrutti, hallado en dependencias militares en 2006, y la documentación digitalizada del Cuerpo de Fusileros Navales (Fusna) y de la Dirección Nacional de Información e Inteligencia.

Según explicó a la diaria uno de los responsables de la iniciativa, el periodista y docente de la FIC Samuel Blixen, aproximadamente 40% de los documentos más antiguos de los archivos, anteriores a 1978, son hoy total o parcialmente ilegibles.

Gregory Randall, docente que participa en el proyecto por la Fing, explicó que desde el punto de vista tecnológico el procedimiento de la plataforma LUISA es relativamente sencillo: cada foto de un documento se divide en bloques que corresponden a palabras y a fragmentos de palabras, se asignan aleatoriamente bloques para que la gente mire la imagen y escriba lo que ve, se combinan las respuestas y se va armando poco a poco el puzle. Una vez que se completa una serie de documentos, se cargan otros; hay millones de páginas por transcribir. “Hemos hecho un piloto y funciona muy bien, por el momento para volúmenes pequeños de documentos”, explicó Randall.

El éxito de la iniciativa radica en la cantidad de personas que ingresen a la plataforma y transcriban los textos que se les presentan. La plataforma tiene mecanismos para evitar boicots o ataques cibernéticos, y se irá corrigiendo con el uso.

Randall destacó que la tecnología de la plataforma, desarrollada por tres integrantes de la Fing, la puede usar cualquier persona en cualquier lugar del mundo, sin necesidad de registrarse. Pero más allá de lo tecnológico, resaltó la importancia política e histórica del proyecto, que apunta a romper el silencio y a descubrir la verdad sobre lo sucedido durante la dictadura.

El docente de la Fing consideró que la forma en que el país ha abordado el tema de la dictadura y los derechos humanos “ha dejado mucho que desear”. “Ha habido una política de impunidad y ocultamiento sistemático de los crímenes de la dictadura, y las instituciones del Estado y los ciudadanos tenemos el deber de ver la forma de colaborar para resolver este problema. Desde Ingeniería vimos la oportunidad de colaborar para que archivos que hoy son difícilmente escrutables, con este tipo de herramientas y alguna otra, puedan ser explotables y analizables”, explicó Randall. Añadió que en los archivos hay mucha información y que cruzando datos puede ser posible “quebrar la omertàque ha protegido a los criminales y que ha impedido esclarecer la verdad”. Los archivos arrojan luz sobre cómo funcionaba el sistema represivo de la dictadura, pero también podrían ser un aporte para las causas judiciales y para los familiares en la búsqueda de la verdad sobre sus seres queridos.

Randall remarcó que se debe contribuir a “esclarecer los horrores” de esa etapa porque “ese mismo reflejo represivo y esa mentalidad están vivas hoy en las Fuerzas Armadas, como se ha visto en los últimos días”. “LUISA va a permitir que muchísima gente joven que no vivió en esos años, al hacer ese ejercicio de entrar en contacto personal con los documentos, de ver con sus propios ojos un acta de interrogatorio, un informe policial, se sensibilice con esas cosas y despierte su curiosidad por enterarse más”, apuntó el docente.

La presentación de LUISA será el lunes a las 18.00 en el Paraninfo de la Universidad de la República.

La sociedad de la delación

LUISA forma parte de un proyecto de investigación que ya llegó a conclusiones relevantes y novedosas sobre el pasado reciente. Por ejemplo, a mediados del año pasado se presentó en la FIC un informe sobre el espionaje llevado a cabo por militares en la campaña del referéndum contra la ley de caducidad, en 1989. En los últimos meses, docentes y estudiantes de la FIC y la Fing, con la colaboración de Familiares, terminaron de definir un sistema para clasificar los millones de documentos contenidos en los tres archivos mencionados.

Según explicó a la diaria Nilo Patiño, de Familiares, los documentos se clasifican en función de distintos parámetros: año, unidad militar, nombres, tipo de documento, firmas. Al clasificar los documentos, se pueden cruzar datos. “Antes, para saber lo que se decía de alguien, o lo que hizo Fulano, tenías que recorrerte los tres millones de documentos. Ahora, nosotros muy rápidamente podemos determinar que para determinado tema existen 20 documentos. Eso es fabuloso”, destacó Blixen.

Por el momento, el criterio que maneja el equipo de investigación es que si una persona se acerca a preguntar algo determinado, se le informa en qué rollo está la información que busca, y la persona debe solicitarlo al Grupo de Trabajo por Verdad y Justicia, que también tiene en su poder el archivo Berrutti y el del Fusna. “Ahora, en algún momento habrá que decidir, si están funcionando el banco de datos yel cruzamiento automático, en qué medida no puede ser abierto. Nuestra aspiración es que sí. En este momento no se puede hacer porque recién estamos alimentando el banco de datos, pero nuestro criterio es que esto tiene que estar abierto a todo el mundo”, señaló Blixen.

Una de las conclusiones a las que llegó el equipo de investigación es que la inteligencia jugó un rol central en la represión. Hubo organismos que tuvieron un protagonismo muy grande y que son prácticamente desconocidos, como por ejemplo la Compañía de Contra Información del Ejército. En la década de 1980, por ejemplo, esa dependencia y la Armada intentaron impulsar la creación de sindicatos que iban a estar digitados por los militares. El Servicio de Información de Defensa (SID) también tuvo un protagonismo clave en la dictadura; por ejemplo, designaba a todos los militares que integraban los organismos del Estado, que a su vez respondían al SID.

En segundo lugar, de la investigación surge que “nada se hacía por voluntad propia y que nada se escondía”, explicó Blixen. “La forma de funcionamiento de la dictadura era que vos actuabas por orden, y vos te referías a tu autoridad superior. Entonces, si Julio Castro fue enterrado en el batallón 14, el comandante del 14 no podía no estar enterado”, agregó el docente. Consideró que lo que se conoció en los últimos días es la confirmación de esto. “Va [José] Gavazzo a un Tribunal de Honor, dice ‘Maté a Fulano’, pero dice ‘Se lo comuniqué al jefe de mi unidad’. Y el jefe fue a hablar con [el general Esteban] Cristi. O sea, toda la cadena de mando estaba enterada. ¿Qué se deduce de eso? Que cuando vos decís que Gavazzo mató a [Roberto] Gomensoro, no sólo fue Gavazzo, está el jefe de la unidad, y está Cristi. Y nunca se avanzó en la responsabilidad de los mandos. Y lo que te confirma la información que está en estos rollos es que siempre hay una responsabilidad de los mandos, los mandos están siempre enterados”, y cuando no lo estaban, “se armaba un lío bárbaro”. Blixen contó el caso de un Tribunal de Honor que se le hizo al coronel Ernesto Ramas, “precisamente porque quiso chantajear a un narcotraficante sin autorización de su superior, y cuando se enteran le dan por la cabeza, no permiten que eso pase”.

Pero de los documentos no se deriva sólo la responsabilidad de los militares: los archivos revelan un sistema de delación que involucró a gran parte de la sociedad. “Todavía no empezamos, pero un proyecto de investigación es la forma en que los militares promovieron la delación a nivel general. Y es brutal. El cúmulo de episodios te demuestra que todo funcionaba en base a delación. Vos tenés infinidad de resoluciones de categoría C que empiezan en la denuncia de Fulano que hizo la señora del barrio”, contó Blixen. La delación estaba motivada por distintos objetivos, no siempre ideológicos: a veces la persona quería el cargo que ocupaba el delatado, o perseguía un móvil económico. “Eso está documentado, y la gente ni siquiera lo sabe”, acotó Blixen. En el sistema educativo “espiaban todo”, incluyendo lo que decían los profesores, añadió Patiño.

El grupo de investigación aspira a que la población, los jueces y el gobierno le den uso a la información que se está transcribiendo y clasificando. “El problema es qué se hace con esa información, porque puede ocurrir que tengas un volumen muy grande y después nadie te dé pelota. Lo máximo que podemos hacer nosotros es consignar los hechos. Después tiene que haber un juez, una oficina que investigue. El Poder Ejecutivo incluso podría investigar. Nosotros llegamos hasta ahí. De repente, la gran frustración es que podemos conseguir un volumen impresionante de información sensible que te podría dar respuestas y que nadie las pida”, concluyó Blixen.

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  Teclear por la causa

Luisa, un software colaborativo para trabajar contra la impunidad.

Mariana Abreu

5 abril, 2019

Un software desarrollado por la Udelar rinde homenaje a Luisa Cuesta e intenta aportar a la recuperación y transcripción de los archivos del pasado reciente.

Muchas ideas vienen a la cabeza si se piensa en Luisa Cuesta. La primera tal vez sea su imagen de los últimos años, de mujer arrugadita, gafas grandes y pelo blanco brillante, llevando, quizá, el cartel estampado con la cara de su hijo, Nebio. Menos probable es asociar sus ojos de chispas verdes a computadoras, fórmulas y algoritmos, aunque ello sea parte de la misma lucha que emprendió aquel cuerpo incansable y pequeño.

Leyendo Unidos para Interpretar loS Archivos, o Luisa, es una herramienta informática que intenta aportar a la recuperación de los archivos de la dictadura de forma colaborativa. También es parte de un proyecto de Extensión Universitaria (llamado “Cruzar, sistema de información y archivos del pasado reciente”) que llevan adelante las facultades de Ingeniería y de Comunicación de la Udelar, en conjunto con Madres y Familiares de Uruguayos Detenidos Desaparecidos. Se trata de un conjunto de soluciones informáticas para recuperar, procesar y cruzar la información que contienen los documentos.

El acceso a los archivos es sólo uno de los desafíos que enfrenta quien busca información. Nadar entre las palabras infinitas, muchas de ellas ilegibles, no es tarea fácil cuando el material carece de sistematización, como es el caso de los archivos del pasado reciente. El primer paso para ordenarlos y clasificarlos es poder saber qué dicen, asunto al que está abocado este software con nombre de emblema.

En una primera instancia, Luisa utiliza documentos que datan de los primeros años de la dictadura, una pequeña porción del llamado “Archivo Berrutti”, hallado en 2007 por la entonces ministra de Defensa, Azucena Berrutti. El archivo contiene alrededor de 4 millones de fotos de documentos originados entre 1971 y 2000, y fue proporcionado por el Grupo de Trabajo por Verdad y Justicia, que funciona en la órbita de Presidencia.

“Para poder buscar de una manera inteligente, buscar todos los documentos donde aparece la Operación Cóndor, por ejemplo, el nombre de alguien, o lo que fuera, la primera etapa es pasar del documento-foto al documento-texto digital o pdf, donde las palabras tienen sentido. Allí nos encontramos con numerosos problemas, muchos de los documentos fueron fotografiados, en la misma época de la dictadura, en microfilms que después fueron escaneados. Algunos están en mal estado, fueron escritos con una máquina de escribir muy entintada, o poco entintada, otros a mano”, explica el coordinador del proyecto por el Instituto de Ingeniería Eléctrica de la Facultad de Ingeniería, Gregory Randall.

La solución más conocida para convertir el documento-imagen a texto es un softwarede reconocimiento óptico de caracteres (Ocr, por sus siglas en inglés), que identifica letras, números y símbolos y los convierte a texto. Sin embargo, esta herramienta resulta insuficiente cuando la calidad de la imagen es mala, como en los casos descritos por el profesor. Para saldar esas porciones de texto que el Ocr no reconoce, nació Luisa.

Cualquiera, desde cualquier rincón del mundo, puede ingresar a la página web1que alberga el software. En cada entrada, Luisa reproduce aleatoriamente un conjunto de recuadros con palabras de los archivos, que el usuario debe interpretar y transcribir. Además, en otro recuadro, proporciona parte del texto en el que están inmersos los caracteres, con el fin de que el contexto ayude a la comprensión. “Puede pasar que, por la calidad de la imagen, algunas personas lean ‘perro’ en donde dice ‘pelo’, que no lean nada, o que interpreten la palabra correctamente. La idea es que cada bloquecito –recuadro– sea visto por varias personas, y, mediante un sistema de estadística y usando las reglas de la lengua castellana, podamos determinar cuál es la palabra que está bien”, aclara Randall. La transcripción correcta puede hallarse determinando, mediante fórmulas y algoritmos, cuál fue la interpretación que se repitió más veces. Además, a través de un sistema similar al del predictor del celular, se pueden descartar las palabras que no pertenecen a nuestra lengua.

“Al hacerlo por bloquecitos, no le damos a nadie la imagen completa del documento y mantenemos, en esta etapa, la discreción sobre los archivos”, agrega el docente, aludiendo al crispado debate sobre el acceso a los archivos.2

ROBOTS Y OTROS PELIGROS. La posibilidad de que haya robots o humanos dedicados a boicotear el software fue contemplada por el equipo a cargo del proyecto, que previó medidas para defenderlo de eventuales ataques. “Además del peligro de que un robot o alguien malintencionado entre al sistema, está el peligro de que alguien se quede con la traza de la gente que participa. Hemos tenido una reflexión: no queremos que se sepa quién trabajó en el programa. En ese equilibrio, por el momento, hemos optado por no guardar ninguna información, no enterarnos de quién es la persona que ingresa o del IP3 de la máquina, y eso nos limita un poquito sobre la capacidad de seguridad. Podríamos poner password, pero no queremos que exista manera de localizar a la gente que participa en esto”, afirma el profesor.

Otro de los desafíos que tendrá el sistema es soportar el acceso masivo que se pretende y espera, principalmente a partir de su presentación.4 En este sentido, explica Randall, el equipo irá testeando la capacidad de respuesta del programa.

Los equipos de las facultades de Ingeniería y Comunicación encaran, además, otras líneas del trabajo: la clasificación de los archivos y el desarrollo de una base de datos que permita establecer relaciones entre los documentos.

“Clasificar ayuda a quienes van a hacer el análisis diciéndoles ‘si van a buscar sobre tal cosa, en vez de bucear en 4 millones de documentos, busquen en estos 50 mil o 100 mil’”, ilustra Randall. “La clasificación es todo un problema–dice– porque los algoritmos de clasificación automática no han resultado muy eficientes. Buscamos algoritmos de clasificación que se llaman ‘supervisados’, porque aprenden cómo el ser humano hace la clasificación. Pero para entrenarlo nos hace falta una base importante de documentos clasificados por personas”. A la tarea se dedican varias docenas de estudiantes universitarios, que establecen una serie de etiquetas a los archivos, previamente definidas. Los criterios de clasificación pueden comprender variables como el tipo de documento (actas de interrogatorios, fichas policiales, informes, etcétera), la fecha, la calidad del material o el tema que aborda.

La base de datos relacional completa el proyecto y es en donde se van a ir ubicando los documentos y la metadata que surge de ellos.

MILITANTES TECNOLÓGICOS. Para que un número importante de documentos sea transcrito, harán falta unas cuantas semanas de trabajo y unos cientos de miles de entradas. “En las pruebas que hemos hecho, hemos visto que hay gente que trabaja dos minutos y hay gente que trabaja varias horas”, asegura Randall.

Luisa fue creado con una tecnología que está de moda, señala el docente. En inglés se llama crowdsourcing, el término une las palabras crowd (multitud) y sourcing (abastecimiento). “Podríamos haber puesto a cientos de personas a transcribir documentos enteros, pero hubiera sido un trabajo muy largo, y lo que hemos intentando con Luisa es que entre todo el mundo transcribamos. La gente puede colaborar con mucho o poco tiempo, desde el ómnibus, cuando está esperando y mirando el celular, desde cualquier lugar. Nos parece que este software puede servir como una forma de militancia social generalizada en la que todos ayudamos un poquito a la causa de verdad y justicia”, dice.

  1.   www.fing.edu.uy/mh/luisa/docdic
  2.   Sobre ello escribió Brecha, luego de que pusiera a disposición pública 14 mil documentos provenientes del Archivo Berrutti (véase edición del 11-VIII-17).
  3.   La dirección IP es el número que identifica una computadora, tableta o teléfono inteligente en una red.
  4.             Aunque ya se encuentra operativo, la presentación de Luisa será el próximo lunes a las 18 horas en el Paraninfo de la Universidad y contará con la participación del rector, Rodrigo Arim, el coordinador del Grupo de Trabajo Verdad y Justicia, Felipe Michelini, y el equipo encargado del proyecto.

Ir a la fuente

Del trabajo con los archivos surgieron varias investigaciones1 llevadas adelante por docentes y alumnos de la Facultad de Comunicación: “La estructura del poder militar durante la dictadura” (sobre cómo operaba el aparato de la dictadura en base a documentos de la Fuerzas Armadas); “Una máquina (casi perfecta): el Sid como usina de inteligencia y soporte de la represión durante la dictadura militar” (sobre los objetivos, los responsables y las tareas del Servicio de Información y Defensa); “Un modelo de guerra sucia: el rol operativo del Ocoa en la represión” (sobre el Organismo Coordinador de Operaciones Antisubversivas, brazo ejecutor de la represión) y “Continuidad de viejas prácticas. Espionaje de la inteligencia militar en el referéndum por la ley de caducidad” (sobre el espionaje en democracia).

  1. Puede accederse a ellos en la página www.cruzar.edu.uy/index.php/investigaciones-2/

 

 

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