Argentina, así funcionaban las Fake News de la dictadura

La guía para el Planeamiento de Acción Psicológica Secreta fue elaborada por la SIDE en 1980

¿Cómo funcionaba la usina de fake news de la dictadura?

Página/12 tuvo acceso a documentación hallada en la sede central de la AFI que muestra cómo la dictadura utilizaba la propaganda negra y la propagación de rumores como una estrategia que se desplegaba conjuntamente con la represión

06 de diciembre de 2020

Por Luciana Bertoia

La dictadura tenía su propia usina de noticias falsas — hoy popularmente conocidas como fake news — en la Secretaría de Inteligencia del Estado (SIDE). Así surge de un documento que acaba de ser hallado en la sede central de la Agencia Federal de Inteligencia (AFI), que muestra cómo la dictadura utilizaba la propaganda negra y la propagación de rumores como una estrategia que se desplegaba conjuntamente con la represión. Apelación al pago de prebendas, uso de inhibidores químicos, explotación de pornografía, todo medio quedaba justificado por el fin de las altas jerarquías del régimen militar.

Una copia de la Guía para el Planeamiento de Acción Psicológica “S” fue encontrada en un cajón de la actual Dirección de Comunicación Social de la AFI en el último mes, informaron desde la intervención que encabeza Cristina Caamaño. Es una encuadernación bien conservada con una tapa celeste fechada en 1980 y, según se puede leer, es una publicación que se realizó para la instrucción y la orientación básicas del especialista en acción psicológica “S” — léase, secreta.

Las acciones psicológicas secretas “son dirigidas, ya sea en la paz o en la guerra, a los públicos- blanco enemigos, neutrales y amigos a fin de provocar actitudes y conductas favorables al logro de los objetivos políticos y militares propios”, se explica en la guía a la que tuvo acceso Página/12. Para llevar adelante esas operaciones — explica la SIDE — se debían valer de “medios ocultos”, que son los que no evidencian su fuente de origen. “Deben ser planeadas y conducidas de tal modo que el gobierno responsable pueda negar, con toda impunidad, cualquier imputación en ese sentido”, señala el documento que recoge las enseñanzas puestas en práctica por las cabezas “políticas” de la dictadura.

La guía muestra el interés de la SIDE — que dependía directamente del Poder Ejecutivo y ocupaba la cima de la llamada Central Nacional de Inteligencia (CNI) — de usar cualquier tipo de medios y engaños para debilitar a quienes desde la Junta definían como el “enemigo”, pero, además, por construir hegemonía para sostener al gobierno de facto. Además, la guía se imprimió en un momento en el cual el afán represivo ya no estaba tan extendido, sino más bien focalizado, por ejemplo, en la cacería desplegada contra los militantes que volvían como parte de la contraofensiva montonera — hechos que hoy están siendo juzgados por un tribunal oral de San Martín — y cuando la dictadura empezaba a exportar sus “conocimientos” en la represión a otros países de la región.

La propaganda negra

Una de las herramientas que prescribe la guía de la SIDE es la apelación a la propaganda negra y da varios ejemplos de lo que puede englobarse dentro de esa categoría:

  • La preparación de rumores mediante murmuraciones.
  • La promoción de la pornografía.
  • La difusión de slogans sin autoría.
  • La propalación de chistes o bromas ridiculizantes.
  • La creación de un clima de superstición temerosa, mediante la explotación de la credulidad determinista en ritos ocultistas.
  • La falsificación de moneda corriente y sus tarjetas de racionamiento y documentos de identificación.
  • La promoción de literatura tendenciosa.

“Dado que emana de una fuente desconocida por el oponente, aunque naturalmente se presenta como suya, contribuye a su desmoralización, al sugestionarlo acerca de la existencia de elementos desleales y disidentes dentro de sus filas”, se explica en el documento.

La industria del rumor

La guía define al rumor como “el procedimiento por el cual se transmiten noticias artificialmente creadas no verificables, que pretenden representar sucesos reales y que circulan en un público-blanco seleccionado y se comunica con frecuencia de modo inexacto”. Estos procedimientos se planificaban en las llamadas “usinas de rumores”, dice la SIDE sin dar más precisiones de lo que podría ser un antepasado de las actuales granjas de trolls para las redes sociales.

La SIDE estaba especialmente atenta a tres situaciones para dar rienda suelta a su ejército de murmuradores. Decía que eran buenos momentos para esparcir rumores cuando no hay informaciones seguras y de buenas fuentes sobre algo que interese a un grupo o a la sociedad, en momentos de crisis — o sea, cuando hay peligro que se produzca un acontecimiento que escape al control de los individuos–, y en toda situación caracterizada por la inactividad y la monotonía.

Según la guía había tres tipos de rumores. En primer lugar, el agresivo, que estaba enfocado en dividir a los grupos y atacar los sentimientos de fidelidad. Es un tipo de rumor, sostenía la SIDE, que se basa en el disenso, el rechazo y los prejuicios. En segundo lugar, aparece el rumor de tipo fantasma, que refleja los temores y ansiedades del que lo propone y el que lo escucha. “Se basa en la tendencia a la anticipación temerosa de los sucesos”, explica. Como contracara al rumor fantasmagórico, aparece el de ensueño, que expresa las aspiraciones y las esperanzas de aquellos entre los que circula.

Para la SIDE, el rumor era el medio más idóneo y más barato para propagar información falsa. Decía que era especialmente eficaz cuando se lo usaba con la propaganda negra y especialmente útil en ambientes ávidos de información porque adquiere una “extraordinaria velocidad de propagación”. Sin embargo, no todo es color de rosa en el mundo de los servicios. “Podrá comprometer la ética de la fuente (desacreditarla), si ésta no se encuentra convenientemente cubierta”, explica y advierte que no funcionan los rumores presentados en forma demasiado concreta y de fondo totalmente falso porque pueden ser fácilmente desmentidos con “evidencia” por el “enemigo”. La clave está, sabe la SIDE, en las zonas grises y en conocer los humores sociales — algo que era parte de su misión durante los años de la dictadura (ver aparte).

Los medios ocultos

La SIDE lista, al menos, diez medios ocultos — algunos inverosímiles — indispensables para llevar adelante las acciones psicológicas.

  • La radiodifusión.
  • Los obsequios privados: son los distintos tipos de prebenda — dice la guía y ejemplifica con comisiones de favor, royalties no justificadas técnicamente, ana-ana y coimas.
  • Agentes especiales como agentes de rumores, polemistas callejeros, agitadores de reuniones públicas, agentes provocadores, rompehuelgas, falsificadores y “elementos de actividad femenina”.
  • Propaganda subliminal: la proyección subrepticia de imágenes a través de medios audiovisuales — cine y televisión — durante breves espacios de fracciones de segundos. La SIDE decía que la proyección debía ser breve para que no ingresara de modo consciente, sino de manera inconsciente y así se grabara en el sistema nervioso. “Si se repite con suficiente frecuencia ‘se mete en la cabeza’”, agrega.
  • Compulsión física.
  • Compulsión psíquica: anónimos, amenazas, chantajes, seguimiento físico y persecución telefónica, propalación oral de chismes y calumnias y difusión de panfletos y libelos difamatorios, boicots.
  • Toxicomanía.
  • Agentes químicos inhibidores.
  • Lavado de cerebro, basado en técnicas de repetición, hostigamiento y humillación.

Apunten, fuego

La SIDE fue hasta la entrada de la democracia un organismo totalmente militarizado. Desde unos días antes del golpe estuvo comandada por Otto Paladino, que dejó la Secretaría para fines de 1976 — coincidentemente con la fuga de una pareja del centro clandestino Automotores Orletti, el único que, hasta ahora, se sabe fue comandado por la SIDE. A Paladino lo reemplazó Carlos Laidlaw, que a principios de enero de 1978 pasó al ministerio de Planeamiento. Cuando la guía se escribió, Carlos Alberto Martínez estaba al frente de la SIDE. Había sido durante los años más duros de la represión el jefe de Inteligencia del Estado Mayor General del Ejército.

Prueba de la ligazón existente entre la SIDE y las fuerzas armadas es que la guía explica que retoma la terminología definida por la Comisión Interarmas en SIDE, por el Ejército y el Estado Mayor Conjunto. Hasta ahora los expertos que Caamaño designó para un ambicioso programa de relevamiento documental no encontraron otros indicios sobre la conformación y el funcionamiento de esa comisión. 

La guía también sostiene que es la Junta de Comandantes en Jefe la que ordena las operaciones y determina sus objetivos. Además, explica que la población en su conjunto es el blanco prioritario de las acciones psicológicas. En segundo lugar, aparecen los grupos insurgentes como interés, ya que allí se apunta a crear disensos, insatisfacciones y deserciones. Después vienen los “elementos neutrales” y los países hostiles, lo que muestra que la dictadura no conoció límites a la persecución de sus objetivos — aunque la guía reconoce que había una limitación y que era la “ética de base cristiana”, algo que dudosamente se haya podido poner en práctica si seguían sus enseñanzas.

El rol de la SIDE

La SIDE tuvo un rol vinculado a la acción psicológica desde antes del golpe y que fue asignado por la directiva del Consejo de Defensa 1 de 1975. Allí decía que la SIDE debía brindarle a la Junta de Acción Psicológica — integrada por las distintas fuerzas — información sobre el factor psicosocial, referido a la personalidad social básica nacional e información sobre los medios de comunicación propios y del oponente. Esa directiva también establecía que el Estado Mayor Conjunto iba a capacitar a las fuerzas e incluso a las empresas estatales en todo lo referido a la comunicación social con el apoyo de la Escuela Nacional de Inteligencia (ENI) de la propia SIDE. 

Al interior de la SIDE, 1975 fue un año de cambios también. Por la resolución 1264, se creó la Dirección de Comunicación Social — donde se encontró la copia de la Guía para el Planeamiento de Acción Psicológica “S”. Esa dirección tuvo dos departamentos: el de Inteligencia — con las divisiones de Reunión Pública y Situación Psicosocial — y el de Operaciones Psicológicas, donde funcionaban las divisiones de Medios Audiovisuales, Medios Escritos y Gráficos y Operaciones Especiales.

En 1978, cuando ya había desembarcado Carlos Alberto Martínez al frente de la SIDE, la resolución 1047 estableció que la Secretaría debía trabajar con la Secretaría de Información Publica (SIP) en lo interno y con el Ministerio de Relaciones Exteriores en lo externo.

En su libro La acción psicológica, la comunicadora y doctora en Ciencias Sociales Julia Risler sitúa a la SIDE como uno de los elementos fundamentales de la estrategia psicosocial de la dictadura. “La estrategia psicosocial implicó la producción y revisión de información, el control sobre los medios de comunicación y la regulación del comportamiento de la ciudadanía a través de una estructura institucional que articuló la Secretaría de Información Pública, la Subsecretaría del Interior (del Ministerio del Interior) y la SIDE”, escribió Risler. 

La función de la SIDE estuvo centrada en el control de medios, en el control de publicaciones que venían del exterior y, sobre todo, en la realización de sondeos de opinión pública a través de la Dirección de Comunicación Social.  La aparición de esta Guía podría reforzar el rol en las formación de las fuerzas en materia comunicacional que tuvo la Secretaría tal como se lo habían asignado antes del golpe.

La hora del cambio de mentalidades

“Soy consciente de la magnitud y de lo ímprobo de la tarea a emprender. Me doy cuenta de que la dificultad mayor puede estar en el cambio de mentalidades para adecuarlas a imposiciones actuales de lucha”, decía Leopoldo Fortunato Galtieri en el documento secreto que lleva el título Orientación del Comandante en Jefe del Ejército. Ese texto sirve para entender cuáles podían ser las prioridades que guiaban en ese momento a un organismo totalmente militarizado como era la SIDE cuando se imprimió la Guía para el Planeamiento de Acción Psicológica “S” y comprender que la intención de los altos mandos pasaba por ganar las cabezas de la población.

“La visita de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) era el tema del momento y es el que no sólo profundiza la preocupación del régimen por la acción psicológica sobre la población, sino que también profundiza la preocupación por la pérdida de rumbo de la dictadura en general”, explica a Página|12 la socióloga e investigadora del Conicet Paula Canelo, autora de El Proceso en su laberinto y La política secreta de la última dictadura, entre otros.

“Hay tres momentos de caída de la dictadura”, amplía Canelo. “El primero es la salida de los integrantes de la Secretaría General de la Presidencia, que eran quienes hacían el link entre la dictadura y la dirigencia política existente. El segundo es la visita de la CIDH. El tercero es Malvinas. La Guía se publicó en 1980, cuando la dictadura está perdiendo el rumbo con mucha claridad y la cuestión de la acción psicológica aparece en las fuentes sobre todo en los momentos críticos de la dictadura”, concluye.

Operaciones psicológicas

La dictadura llevó adelante operaciones psicológicas enfocadas hacia la población general y hacia los núcleos militantes en particular con la asistencia imprescindible de los medios de comunicación. Estos son algunos casos emblemáticos:

  • En 1976, se presentó como muerta en un operativo en Lomas de Zamora a Norma Arrostito, fundadora de la organización Montoneros. En realidad, estuvo más de un año secuestrada en la Escuela de Mecánica de la Armada (ESMA).
  • En 1977, las revistas de la editorial Atlántida dedicaron varias tapas a denunciar que una niña de nombre Alejandra era una “víctima inesperada” del terrorismo. En realidad, Alejandrina Barry y sus padres eran víctimas, pero del terrorismo de Estado, que había dispuesto un operativo conjunto en Uruguay entre la Armada argentina y fuerzas uruguayas para secuestrar millitantes.
  • En 1979, en la víspera de la visita de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, los marinos sacaron de la ESMA — donde la tenían secuestrada — a Thelma Jara de Cabezas para dar una entrevista a la revista Para Ti. “Habla la madre de un subversivo muerto” , la titularon. Para la visita de la CIDH, apareció también el slogan “Los Argentinos somos derechos y humanos” y se publicaron libros sin autor sobre el “terrorismo”.
  • La propia SIDE tuvo una agencia de noticias, que funcionaba en el Palacio Barolo y se llamaba Agencia Saporiti. En junio de este año, Stella Segado — especialista en archivos — declaró en el juicio de la Contraofensiva y mostró un cable de la Agencia Saporiti que decía que había muerto “una subversiva argentina en Madrid”. Se trataba, en realidad, de Noemí Gianetti de Molfino, secuestrada en Perú y asesinada allí.

Inflitración, lectura de correspondencia

Archivos de la SIDE: Cómo fue el espionaje

a Familiares de Desaparecidos 

 Existen documentos referidos a Familiares desde, al menos, 1978. La SIDE siguió a la agrupación de cerca porque era la que tenía el despliegue nacional más amplio.

11 de diciembre de 2020

Por Victoria Ginzberg y Luciana Bertoia

Trece días después de que la última Junta presentara el documento final que daba por muertos a los desaparecidos, la Secretaría de Inteligencia del Estado (SIDE) terminaba un largo informe sobre una de las organizaciones que mantenían el reclamo por la aparición con vida, la Comisión de Familiares de Desaparecidos y Detenidos por Razones Políticas. En la documentación hallada en el relevamiento ordenado por la interventora de la Agencia Federal de Inteligencia (AFI) Cristina Caamaño existen documentos referidos a Familiares desde, al menos, 1978. El informe sobre la situación de base de 1983 da una pista acerca de por qué la SIDE siguió con tanta obsesión a esta organización creada en 1976: era la que tenía entonces el despliegue nacional más amplio entre todas las organizaciones de solidaridad.

A veces, la SIDE la llamaba por su nombre; otras, como “Familiares de Delincuentes Subversivos”. Lo que no varió jamás fue el interés por saber qué hacían. Un informe fechado el 10 de mayo de 1983 hace un recorrido profundo en los orígenes de la agrupación, sus principales dirigentes, sus principales contactos en el interior y en el exterior, e incluso sus formas de financiamiento y sus contactos con la prensa.

“En el año 1976, ante la ofensiva de las fuerzas legales sobre los grupos subversivos y, como consecuencia de las detenciones y desapariciones que se producen, el Partido Comunista ofrece a un grupo de familiares que acudían a ellos el local de la Liga Argentina por los Derechos del Hombre (LADH) para que se organicen y comiencen a funcionar de forma autónoma. De esta forma se crea la autodenominada ‘Comisión de Familiares de Desaparecidos y Detenidos por Razones Políticas’”, arranca el informe de la SIDE, que, sin buscarlo, termina confirmando la existencia de los desaparecidos — algo que en otros cables los espías van a definir como “supuestos”.

Según la SIDE, el objetivo de Familiares no era buscar a los suyos que estaban desaparecidos o procurar la libertad de los presos políticos, sino “desestabilizar al Gobierno de las Fuerzas Armadas a través de un accionar que se encubre invocando supuestas desapariciones y solicitando la liberación de detenidos a disposición del Poder Ejecutivo Nacional” y “desacreditar la lucha antisubversiva”, entre otros.

El informe demuestra que los servicios tenían total conocimiento acerca del modo de funcionamiento de Familiares y de sus contactos, tanto que es difícil no pensar en una infiltración a ese organismo. Describía que la asamblea era el órgano máximo, que elegía por mayoría simple al Secretariado, integrado por catorce miembros y que funcionaban en distintas subcomisiones (detenidos, obreros, estudiantes, profesionales, periodistas, Relaciones Públicas, Prensa y Propaganda, Finanzas y Solidaridad). Entre los miembros del secretariado identificaba a Lucas Orfanó, a Lilia Jons de Orfanó, a Clara Berestetzky de Israel, a Catalina Raymundo de Guagnini, a Ilda Gásquez de Velazco, a Alicia Martini, a Mabel Gutiérrez, a Élisa Bussi de Galletti y a Graciela Palacio de Lois. La SIDE sabía que los martes a las 19 se reunían con los familiares de desaparecidos y que los jueves a la misma hora se encontraban con familiares de presos políticos. “Se intercambia información sobre la situación carcelaria y se concretan tareas”, agregaba el informe.

Lo que le interesa al régimen militar — y se percibe en la cantidad de partes de inteligencia dedicados a Familiares — era la cantidad de filiales que tenía a lo largo y ancho del país. “Al mantener el despliegue nacional más amplio entre todas las organizaciones de solidaridad le permite: mantener permanentemente actualizadas situaciones particulares de simpatizantes y adherentes; activar sistemática y coordinadamente desde cualquier punto del país en contra del Gobierno de las Fuerzas Armadas”, diagnosticaba. Según la SIDE, para 1983, la organización tenía nueve filiales en Gran Buenos Aires, cuatro en Buenos Aires y sedes en Santa Fe, Córdoba, Tucumán, San Juan, Mendoza, Salta, Jujuy, Formosa, Misiones y una conjunta en Neuquén y Río Negro, a la que la SIDE solía estar muy atenta. En el informe, consignaban que Familiares tenía presencia también en Santiago del Estero, Chaco y Corrientes, aunque no sabían dónde funcionaban ni quiénes eran los referentes.

En el informe de base de mayo de 1983, la SIDE listó con detalle actividades de Familiares que iban desde el 29 de abril de 1980, cuando realizaron su plenario nacional y hasta el 10 de diciembre de 1982, cuando participaron de la Marcha de la Resistencia. Había dentro de esas actividades desde solicitadas que se publicaron en los diarios hasta presentaciones judiciales o reuniones internas de las organización.

Los documentos encontrados en la actual AFI parecen confirmar una sospecha que recorría como un fantasma a las organizaciones de derechos humanos y a los militantes en los años del terrorismo de Estado: la correspondencia podía ser interceptada por los servicios y leída. En el juicio por crímenes en Automotores Orletti, regenteado por la propia SIDE, se probó, de hecho, que se produjeron caídas por la interceptación de las cartas. Hay múltiples ejemplos que apuntan en esa dirección. En el caso de Familiares, habían enviado — según relata un parte del 21 de diciembre de 1979 — cartas a sus “corresponsales en el exterior” con una tarjeta para difundir que llevaba la leyenda: “Por un año 1980 sin desaparecidos ni detenidos por razones políticas”. Los servicios guardaron una copia de esa postal.

Por si fuera poco, la SIDE tenía su propia agencia de noticias, Saporiti, que funcionaba en el Palacio Barolo, de Avenida de Mayo. Hasta allí habían ido los integrantes de Familiares el 16 de julio de 1980 para dejar una convocatoria a una conferencia de prensa que harían dos días después en la sede de la LADH de Avenida Corrientes. Querían denunciar hechos de gravedad que sucedían en las cárceles: “Desde enfermedades físicas, casos de locura, malos tratos, incumplimientos de los mínimos principios de consideración humana, hasta suicidios ocurridos en escala progresiva”. La SIDE consiguió la copia para sus archivos.

Una copia de la información que recibía la agencia Saporiti, que en los ’70 pasó a pertenecer a la SIDE.

Los espías tenían buenos oficios para hacerse de material de los organismos, tal como lo muestra el parte del 19 de febrero de 1981, que describe que los organismos planeaban publicar una solicitada cuando Roberto Viola asumiera la presidencia en reemplazo de Jorge Rafael Videla. “La comisión encargada de esta solicitada tiene previsto tener terminado y entregado en la Capital Federal todas las firmas no más tarde del 15 de marzo de 1981 para ser publicada en término”. El texto y la planilla para juntar firmas también constaba en sus registros.

Una copia de la solicitada por la que Familiares juntaba firmas y terminó en manos de la SIDE.