Asonada en Washington, responsable Donald Trump

ASONADA : Definición del Dicionario= 1. f. Reunión tumultuaria y violenta para conseguir algún finpor lo común político.

En las primeras horas de la tarde del 6 de enero del 2021, mientras el Congreso de los EEUU, se aprontaba a establecer que el próximo Presidente de los Estados Unidos, será el candidato del Partido Demócrata JOE BILDEN, un tumulto de ciudadanos norteamericanos azusados por el candidat perdedor, el Republicano Donald Trump, que realizó un mitin a las puertas del Congreso, dió el paso definitivo de establecer un delito de ASONADA, ya que esta multitud entró a la fuerza en el recinto de la democracia norteamericana, el Congreso en su capital, Wasington.

 ¿Quién es el hombre con cuernos que lideró

la irrupción en el Capitolio?

Este peculiar personaje, aspirante a actor de Arizona que también ha hecho sus pinitos –poco exitosos– en la música y la radio, es un reconocido seguidor de Donald Trump, además de uno de los fervientes creyentes y divulgadores de la teoría de la conspiración QAnon.

7 ENERO, 2021 

Su nombre es Jake Angeli también conocido como el “QAnon Shaman”. Es parte de ese movimiento que afirma, entre otras cosas, que el presidente Trump estaría liderando una batalla épica de forma secreta contra el “Estado Profundo” (Deep State) norteamericano que intenta asestarle un golpe de estado.

Estas teorías nacidas de un foro de internet (de ahí su nombre que hace referencia al término Anónimo) difunde que hay una conspiración internacional que quiere socavar a los EE UU y que mezcla a Hollywood, el partido Demócrata, Soros y personajes famosos como Tom Hanks en una retorcida trama que mezcla satanismo y pederastia, que controla los poderes desde el «Estado profundo». Y, por supuesto, el paladín que los hace frente y el principal objetivo de la misma conjura es Donald Trump.

El movimiento asegura que en esa conspiración serían participantes varios demócratas, actores y personajes de la política como los Obama, Clinton y hasta George Soros, donde además muchos de ellos son caracterizados como pedófilos, caníbales y adoradores satánicos.

Volviendo a Jake Agneli, fue visto en las protestas violentas fuera de la Oficina de Elecciones del 4 de enero en Maricopa, Phoenix, también ha participado de actos durante la campaña de Trump en varias ocasiones, y este miércoles fue hasta el hemiciclo del Senado y gritó: Make America Great Again, la principal consigna de campaña de Donald Trump.

Pueden ser unos delirantes pero lo cierto es que ya tienen una congresista: Marjorie Taylor Greene una empresaria republicana de Georgia que ganó en las últimas elecciones su banca y públicamente apoya las teorías de Qanon. Greebe hizo campaña con videos donde afirmaba querer «Salvar América, frenar al socialismo» y aparecía disparando ametralladoras y señalando a China como un peligro.

Como señala Nathaniel Flakin en un artículo de Left Voice «Durante la crisis, millones de personas han caído en la pobreza , mientras que los multimillonarios han visto aumentar su riqueza . ¿Cómo puede ser eso posible en un sistema donde la gente controla el poder político, es decir, una democracia? Claramente, algo está muy, muy mal (…) Desde mi perspectiva como comunista, de hecho hay una pequeña camarilla de personas que controlan el mundo. Hay una especie de conspiración, simplemente no está oculta en absoluto. Puedes abrir cualquier periódico y leer sobre la pequeña cantidad de personas que controlan la riqueza del mundo. No tienen apretones de manos secretos ni rituales religiosos. No se requiere investigación en internet, más allá de las listas de fácil acceso de Forbes u otras publicaciones. La gran conspiración que busca QAnon es en realidad la clase capitalista».

Los miembros de las dos cámaras del Congreso tuvieron que ser evacuados

Una turba trumpista invadió el Capitolio para evitar

la confirmación de Joe Biden

7 enero 2021

Por Aldana Vales

 

La certificación de los votos del Colegio Electoral que iba a hacer este miércoles el Congreso de Estados Unidos no pudo llevarse a cabo como estaba prevista. Animada por Donald Trump, una turba irrumpió en el Capitolio en Washington para impedir la sesión que reconocería al demócrata Joseph Biden como el próximo presidente del país. El vicepresidente Mike Pence tuvo que ser evacuado y los miembros de las dos cámaras tuvieron que refugiarse mientras el edificio entró en un cierre de emergencia. La alcaldesa de Washington llamó a la Guardia Nacional y ordenó un toque de queda para frenar los disturbios.

“Nuestra democracia está bajo un asalto sin precedentes”, dijo Biden en una conferencia de prensa en la que pidió a Trump que “defienda la Constitución” y demande que se detenga “el asedio” al Capitolio. “Las escenas de caos no reflejan el verdadero Estados Unidos. No representan lo que somos”, sostuvo el presidente electo. “Lo que estamos viendo es un número pequeño de extremistas dedicados a la ilegalidad. Esto no es disenso, es desorden. Roza la sedición y debe terminar. Ahora”, agregó.

Las imágenes de este miércoles no tienen precedente en la capital estadounidense. “Insurrección”, dijo el senador Mitt Romney para referirse al caos. “Violento asalto”, lo llamó el ex presidente George W. Bush. Algunos representantes demócratas directamente lo calificaron de “intento de golpe de Estado”.

Trump en cambio grabó un corto video desde la Casa Blanca que publicó en Twitter. De esa forma les pidió a sus seguidores que se fueran a sus casas, insistió en que le robaron la elección y se despidió diciéndoles: “Los amamos. Son muy especiales”.

El video, lejos de dispersar a los fanáticos, indignó a los opositores y llevó a Twitter y a Facebook a tomar medidas sobre la publicación. “Esta es una situación de emergencia y estamos tomando todas las medidas adecuadas, lo que incluye remover el video del presidente Trump. Lo removimos porque, en general, creemos que contribuye al riesgo de que continúe la violencia en lugar de disminuirlo”, explicó Guy Rosen, el ejecutivo de Facebook encargado de los temas de seguridad e integridad. Twitter al principio se limitó a agregarle una etiqueta de advertencia y eliminar la posibilidad de compartirlo. También lo hizo con el siguiente mensaje del presidente, en el que insistió en una supuesta victoria suya que fue robada. Más tarde Twitter cerró la cuenta de Trump por 12 horas.

Un trámite que se convirtió en un caos

Los extremistas llegaron durante la tarde al edificio del Congreso después de escuchar a Trump en un acto en la zona de la Casa Blanca. “Nunca vamos a reconocer la derrota”, había dicho el magnate frente a quienes se habían convocado en Washington para protestar contra el conteo de votos del Colegio Electoral que iban a comenzar los legisladores.

En ese mismo discurso, deslizó la posibilidad de caminar hasta el Capitolio para presionar a representantes y senadores para que rechacen el triunfo de Biden. Sus seguidores le hicieron caso y hacia allí se dirigieron, mientras Trump volvía a la Casa Blanca.

En el Congreso, la sesión acababa de empezar. Pence ya había anunciado oficialmente que él no planeaba desempeñar otro papel más que el simbólico que le reserva la Constitución: habilitar el debate, contar los votos del Colegio Electoral y preguntar si existía alguna objeción por parte de los legisladores.

En primer lugar llegó la certificación de los nueve votos de Alabama. Todos para Trump, no recibieron ninguna objeción. Senadores y representantes también aprobaron los tres electores de Alaska, otro estado en el que ganó el Partido Republicano. Pero con el tercero, Arizona, llegó el primer rechazo de integrantes republicanos de las dos cámaras.

Pence pidió entonces que cada cuerpo se retirara a debatir si aceptaba o no las objeciones a los votos de Arizona. “Si esta elección fuera revocada por apenas acusaciones de parte del lado que perdió, nuestra democracia entraría en una espiral mortal. No veríamos a toda la nación aceptar una elección nunca más”, dijo en su intervención el líder de los republicanos en el Senado, Mitch McConnell. Pero otro grupo de su propio partido decidió avanzar con el rechazo tanto en la Cámara de Representantes como en el Senado.

Según el procedimiento, cada cámara tiene hasta dos horas para debatir esta clase de objeciones, pero ninguna llegó a definir la suerte de los votos de Arizona. En cuanto los extremistas pro-Trump lograron entrar al Capitolio, Pence fue evacuado. La policía también hizo vaciar oficinas de congresistas cercanas al edificio.

Los fanáticos del presidente atravesaron el escaso cordón policial que custodiaba el edificio, rompieron las ventanas e ingresaron al edificio. Es la primera vez desde 1814 que hay una irrupción así en el Congreso. “No vamos a retroceder”, le escribieron a la presidenta de la Cámara de Representantes, Nancy Pelosi, en un mensaje que dejaron en su oficina. Estuvieron en los recintos de la Cámara baja y del Senado. Llevaron con la bandera confederada, que ni siquiera había estado en el Congreso durante los años de la Guerra Civil del país.

La alcaldesa de la ciudad de Washington, Muriel Bowser, declaró un toque de queda a partir de las 18 hora local (20 de Argentina). Tuvo que pedir asistencia al estado vecino de Virginia, que envió los miembros de su Guardia Nacional, a efectivos de la policía estatal y se sumó a la medida de emergencia.

Solo cuando anochecía y habían pasado más de tres horas desde el caos, la multitud que permanecía fuera del edificio empezó a dispersarse. Quienes se quedaron en la zona antes de que empezara el toque de queda destruyeron los equipos de medios como la Associated Press y muchos se mantuvieron en la zona a pesar de que la media entrara en efecto.

Los medios estadounidenses reportaron que una mujer recibió un disparo durante la tarde y que fue atendida por médicos, pero falleció en el hospital. Las circunstancias en las que eso sucedió todavía no están claras. Durante la tarde, la policía arrestó solamente a 13 personas. También se informó que la policía encontrpo y removió al menos un artefcto explosivo dejado por los manifestantes en la oficina de un congresista.

Cuatro horas después de la irrupción, el jefe de seguridad del Capitolio declaró que el edificio era seguro. Los legisladores, cuya ubicación no se dio a conocer mientras duró el caos, se preparaban para continuar con el conteo de los votos del Colegio Electoral. “Nos vamos a quedar, cueste lo que cueste. Estos matones no nos van a correr”, dijo el senador demócrata Joe Manchin a un grupo de periodistas que seguían dentro del Congreso. El miercoles a la noche se reanudó la sesión.

Un partidario de Donald Trump ocupa el escritorio de la presidenta de la Cámara de Representantes, Nancy Pelosi, ayer, en el Capitolio de Estados Unidos, en Washington.

Joe Biden dijo que el asalto al Capitolio fue

“uno de los días más oscuros en

la historia de nuestra nación”

8 de enero de 2021 · 

Los líderes demócratas pidieron al vicepresidente Pence la implementación de una enmienda constitucional para destituir a Trump; además, no se descarta otro juicio político contra el todavía mandatario.

Obviamente, ni el de ayer, ni el de hoy ni los que vienen serán días fáciles para Estados Unidos, cuyo sistema político vio sacudidas sus bases como pocas veces en la historia moderna luego de los violentos episodios ocurridos el miércoles en el Capitolio, en Washington, donde miles de seguidores del presidente Donald Trump se reunieron, incitados por él, en torno al Congreso en el momento en que los legisladores de ambas cámaras debían certificar formalmente el triunfo de Joe Biden en las elecciones celebradas el 3 de noviembre.

Pero lo que debía ser un acto protocolar se convirtió en una de las jornadas más lamentables de la historia del país, luego de que algunos de los militantes radicales proclives al presidente lograron ingresar dentro del Congreso, provocando la suspensión de la sesión.

Muchos de ellos son adeptos de la QAnon, la teoría conspirativa pergeñada dentro de la extrema derecha estadounidense que afirma que existe una trama secreta organizada que está operando contra Trump y sus seguidores.

Los incidentes dentro y fuera del Capitolio dejaron como saldo cuatro muertos ‒dos mujeres y dos hombres‒, decenas de policías heridos y 52 personas detenidas, aunque las agencias de seguridad del Estado siguen investigando para lograr detener a más personas involucradas en la insólita invasión al recinto legislativo.

Luego de que la Guardia Nacional se desplegara en los alrededores del Congreso y otras zonas de la capital estadounidense, donde se había declarado un toque de queda, los congresistas de ambas cámaras volvieron a sesionar durante la noche, y en la madrugada de este jueves finalmente se certificó el triunfo de Biden. Pocos minutos después, el presidente Trump expresó en un comunicado: “Aunque estoy en total desacuerdo con el resultado de la elección y los hechos me respaldan, aun así habrá una transición ordenada el 20 de enero”, día fijado para la asunción del nuevo mandatario.

Pero la extrema gravedad de la situación no se arregló con el nombramiento protocolar de Biden. Además de las enormes repercusiones que los hechos de violencia tuvieron en el exterior, ‒todos los gobiernos manifestaron su rechazo a lo ocurrido, culpando por ello en algunos casos directamente a Trump‒, en Estados Unidos el sistema político reaccionó, sobre todo, obviamente, el Partido Demócrata.

Este jueves Biden, en la presentación de su candidato para la Fiscalía durante su gobierno, Merrick Garland, abrió el evento condenando el “asalto sin precedentes” a la democracia estadounidense perpetrado por los más violentos seguidores de Trump.

El futuro mandatario, de 78 años, consideró que el ataque al Capitolio representó “uno de los días más oscuros en la historia de nuestra nación”. “No fue disensión. No fue desorden. No fue una protesta”, dijo Biden. “No se los puede llamar manifestantes. Eran una turba desenfrenada, insurrectos, terroristas domésticos”.

Pero más allá de lo que dijo Trump sobre la transición, su figura quedó en el ojo de la tormenta, y su innegable incitación a la violencia le valió obvias críticas desde el Partido Demócrata, pero también desde su propio partido, generando incluso la renuncia de varios integrantes de su administración, que quieren desmarcarse de los episodios del miércoles, inéditos en la historia moderna del país. La secretaria de Transporte, Elaine Chao, esposa del líder republicano en el Senado, Mitch Mc Connell, dejó su cargo y en un comunicado afirmó que estaba “profundamente preocupada” por los hechos ocurridos en el Congreso el miércoles. Otro integrante del gobierno, aunque de menor rango, que renunció por la misma razón es Mick Mulvaney, ex jefe de gabinete de Trump, quien actualmente se desempeñaba como enviado especial estadounidense en Irlanda del Norte. “No puedo seguir aquí después de lo que pasó. No se puede mirar lo de ayer y pensar: ‘quiero ser parte de eso de alguna manera’”, dijo Mulvaney a la cadena de televisión CNBC.

Paralelamente, Mark Zuckerberg, dueño de Facebook, anunció que los perfiles de Donald Trump en esa red social e Instagram están bloqueados de forma “indefinida”.

El fundador de Facebook argumentó su decisión en una publicación en la red social: “Los impactantes eventos de las últimas 24 horas demuestran claramente que el presidente Donald Trump tiene la intención de usar el tiempo que le queda en el cargo para socavar la transición pacífica y legal del poder de su sucesor electo, Joe Biden”.

“Creemos que los riesgos de permitir que el presidente continúe usando nuestro servicio durante este período son simplemente demasiado grandes. Por lo tanto, estamos extendiendo el bloqueo que hemos colocado en sus cuentas de Facebook e Instagram de manera indefinida y al menos durante las próximas dos semanas, hasta que se complete la transición pacífica del poder”, afirmó Zuckerberg.

Consecuencias políticas

Desde el Partido Demócrata, poco después de los episodios en el Capitolio, comenzaron los llamados para que Trump sea destituido de su cargo en forma inmediata, más allá de que su mandato esté muy cerca de su final.

Más de un centenar de legisladores demócratas le pidieron en una carta al vicepresidente Mike Pence que aplique la enmienda 25 de la Constitución estadounidense. Esta enmienda, particularmente en su sección cuarta, aborda situaciones en que un presidente no puede cumplir con su tarea, pero a la vez no presenta su renuncia en forma voluntaria. Para que se aplique, Pence y la mayoría del gabinete de Trump tendrían que declarar al actual mandatario incapaz de cumplir con los deberes de la presidencia y destituirlo. Pero analistas estadounidenses estiman que Pence no está dispuesto a dar ese paso, en la misma línea que otros dirigentes republicanos. La otra forma en que Trump puede ser destituido de la presidencia es mediante un juicio político en el Congreso, donde se precisaría que al menos dos tercios de cada cámara votaran a favor de la iniciativa.

Trump ya fue objeto de un juicio político en diciembre de 2019. En aquel momento la Cámara de Representantes, de mayoría demócrata, aprobó dos artículos de impeachment tras acusar a Trump de abuso de poder y obstrucción del Congreso. Los legisladores demócratas acusaron a Trump de retener 391 millones de dólares en ayuda a Ucrania para presionar y forzar a que el país europeo investigara al actual presidente electo y a su hijo, por presuntas irregularidades en empresas que este último tenía allí. Pero luego de que la resolución fuera aprobada en la cámara baja, en febrero del año pasado el Senado, de mayoría republicana, votó en favor de absolver al presidente por el caso.

La idea de un nuevo juicio político fue expresada por varios legisladores demócratas y reafirmada por su líder en la Cámara de Representantes, Nancy Pelosi, una acérrima adversaria de Trump, quien este jueves, en una conferencia de prensa, dijo: “Me uno al líder demócrata del Senado [Chuck Schumer] para pedirle al vicepresidente que destituya a este presidente invocando inmediatamente la enmienda 25”. Pelosi agregó luego que “si el vicepresidente y el gabinete no actúan, el Congreso puede estar preparado para seguir adelante con el juicio político”.

Pelosi calificó a Trump de “una persona muy peligrosa que no debería continuar en el cargo”, aunque su mandato termine en dos semanas. “Esto es urgente. Esta es una emergencia de la mayor magnitud”, dijo la dirigente demócrata. “Al llamar a este acto sedicioso, el presidente ha cometido un asalto indecible a nuestra nación y a nuestro pueblo”, expresó al finalizar su contacto con los medios.

Otro tema abordado por varios legisladores y analistas fue la actuación de las fuerzas de seguridad en los alrededores del Capitolio. Muchos se extrañaron por cómo, aun habiendo vallados y un importante operativo en torno al edificio legislativo, algunas personas lograron entrar al edificio, lo cual no dejó de generar suspicacias.

Uno de los que se refirió a este tema fue el senador republicano Lindsey Graham. Este senador por Carolina del Sur, de 65 años, cuya relación con el presidente ha tenido idas y vueltas, expresó este jueves en una conferencia de prensa que “cualquiera que haya estado encargado de defender el Capitolio falló en sus deberes”, y agregó que dichas personas serían juzgados por un consejo de guerra si estuvieran en el Ejército.

“Lo primero que se tiene que hacer es responsabilizar a los que no defendieron al Capitolio de la nación mientras el Congreso estaba en sesión”, dijo Graham, quien durante largos años integró la Fuerza Aérea estadounidense. El senador republicano pidió la formación de un grupo de trabajo integrado por representantes de ambos partidos para determinar cómo estos “terroristas domésticos” pudieron ingresar ‒algunos de ellos incluso portando armas‒ al edificio del Capitolio. “¿Cómo pudo suceder esto 20 años después del 11 de setiembre?”, se preguntó Graham. “Es inimaginable que algo así pudiera ocurrir”, agregó.

Posteriormente, cuando le preguntaron si estaba de acuerdo con llevar adelante la enmienda 25 para sacar a Trump del poder, Graham dijo que no. El senador afirmó no veía posible esa alternativa y que pretendía, en cambio, una “trasferencia del poder en forma pacífica”.