Balance del espionaje en democracia

Denúnciese

Espionaje militar en democracia.

SAMUEL BLIXEN

UN PRIMER BALANCE de las actuaciones de la comisión investigadora de Diputados sobre el espionaje militar en democracia, que el próximo lunes 20 recibirá los informes de las distintas bancadas, subraya que se han comprobado “hechos de apariencia delictiva” en los seguimientos, pinchazos telefónicos, vigilancias e infiltraciones cometidas por agentes de la Dirección General de Información de Defensa (Dgid), que desplegaron el espionaje contra personalidades, partidos políticos, sindicatos y organizaciones sociales, entre 1985 y 2005 (por mayores detalles véase separata Infiltrados, Brecha, febrero de 2017).

Esa comprobación indujo al Frente Amplio a anunciar, aun antes del debate en comisión previsto para el miércoles 29 y su posterior análisis en el plenario en setiembre, que todos los documentos y las versiones taquigráficas serán elevados a la justicia penal. La medida será acompañada por la Unidad Popular y quizás también por el Partido Independiente, que asumirá una posición después de estudiar los informes.

El fracaso de la comisión en lograr que altos oficiales que tuvieron responsabilidad en las estructuras de inteligencia concurrieran a la comisión probablemente será enmendado por la justicia, que tiene potestades para obligar a la concurrencia y al interrogatorio.

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Complemento del artículo sobre el espionaje en democracia

En proceso

Sistematizan documentación vinculada a la inteligencia militar en dictadura y el espionaje en democracia.

Venancio Acosta

Desde hace ocho meses, docentes y estudiantes de la Facultad de Información y Comunicación (Fic) se impusieron el cometido de armar un mapa del funcionamiento de algunas reparticiones militares durante el pasado reciente. La empresa –que, en rigor, no es nueva– incorpora acaso dos novedades: la incursión de la Facultad de Ingeniería (Fing) en el trabajo de procesamiento de la información disponible, y la incorporación de material para el análisis de los documentos –de reciente dominio público– referidos al llamado espionaje militar en democracia.

Cartas manuscritas, prontuarios, despachos oficiales, organigramas, partes diarios, interrogatorios. Nombres, apellidos, siglas, alias, direcciones. Órdenes, indicaciones, maniobras, contraórdenes. Y más. Innumerables son –siempre– las esquirlas que hicieron a la arquitectura de la represión estatal. Y un camino cuesta arriba –cuándo no– su reconstrucción. Se trata de un proyecto de extensión universitaria, que se condensa en un título ciertamente tan ampuloso como el trabajo que conlleva: “Sistematización, tratamiento y difusión de la información digital vinculada con las investigaciones en materia de graves violaciones a los derechos humanos en el pasado reciente y terrorismo de Estado”. Este miércoles, en el aula magna de la Fic, el equipo académico presentó un avance de lo hecho hasta el momento y disertó acerca de las expectativas del trabajo por venir.

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“Se sabe mucho de las víctimas, pero se sabe casi nada de los victimarios”, espetó durante la presentación Samuel Blixen –docente de la Fic y coordinador del proyecto– en referencia a uno de los objetivos del asunto (que cuenta, además, con la activa participación de Madres y Familiares de Detenidos Desaparecidos). En este sentido, uno de los puntos neurálgicos del trabajo tiene que ver con el análisis de documentos procedentes del Organismo Coordinador de Operaciones Antisubversivas (Ocoa). Seis rollos microfilmados, que contienen aproximadamente 2 mil imágenes cada uno, referentes a las “novedades diarias y hechos del día” que pasaban por la jurisdicción de esa repartición. El equipo se encargó de sistematizar, a partir de ese material, los llamados “operativos positivos”: acciones que, según surge de los documentos, se llevaron a cabo efectivamente. De allí surgen nombres, iniciales, formas de funcionamiento, de comunicación, jerarquías, participación de distintas dependencias, vínculos entre ellas, domicilios, etcétera.

El segundo de los puntos neurálgicos refiere al funcionamiento del Servicio de Información y Defensa (Sid), dependencia que se encargó de nutrir de información estratégica a todo el sistema de operación militar durante el período de facto. El Sid, según el análisis que hasta ahora realizaron los estudiantes, fungió de columna vertebral de inteligencia de todo el esquema pergeñado por la dictadura, a base de fichas personales, categorización de la ciudadanía y lineamientos estratégicos de control social sostenidos en un documento llamado “Políticas de la Republica”, contenido en uno de los rollos. Se realizó una caracterización de las distintas divisiones del Servicio, sus fuentes de información, el funcionamiento de sus equipos internos; y se logró contabilizar a sus no más de treinta integrantes.1

Por último, las docentes Amanda Muñoz y Betania Núñez presentaron avances de su trabajo referido al espionaje militar en torno al referéndum de 1989.2 Las conclusiones al respecto aseguran –con base en la documentación del llamado “archivo Berrutti”– que el esquema implementado buscó incidir –de forma delictiva– en el resultado en favor del voto amarillo, que acabó por exculpar a los militares de los delitos cometidos contra la población. La investigación deja entrever, a la vez, la mecánica global del espionaje. Al momento, el equipo lleva procesados 44 de los 64 rollos de microfilmaciones con documentos. Centraron su análisis en el papel de la Dirección General de Información de Defensa (Dgid), sucesora del Sid en la transición. Hubo, según el trabajo, 38 agentes vinculados directamente al espionaje; ocho de ellos con encargos específicos de seguimiento a organizaciones políticas de activa campaña por el voto verde.

Los datos de la investigación en curso serán procesados por un software en el que están trabajando docentes de la Fing –encabezados por Fernando Carpani–, lo que dará sustento informático al extenso análisis del contenido de los documentos llevado a cabo por el equipo de la Fic. Descifrar textos ilegibles, ensamblar el mapa, develar el engranaje. Paciente, pírrico y necesario trabajo –que siempre está empezando– el de componer otra imagen del más oscuro de los puzles.

 

  1. Los estudiantes que participan del proyecto, en colectivo, son Leonardo Cardozo, Nadia Amesti, Sofía Sánchez, Eduardo Braida y Luciano Costabel.
  2. Realizado junto con los docentes y egresados Tania Ferreira, Lucía Blixen, Mariana Cianelli, Iván Fernández y Samuel Blixen.