Bolivia: análisis del Golpe de Estado

El Golpe de Estado en Bolivia – repercusiones – llamados a la solidaridad con el pueblo boliviano – intervencionismo

Por Eduardo Febbro

14 nviembre 2019

Desde París

América Latina tiene la derecha más depravada, pusilánime, corrupta e iletrada del mundo. Está dispuesta a quemar en la hoguera a un país entero con tal de no ceder ni un céntimo de sus ya monumentales beneficios. Respaldada por Washington, aliada al militarismo golpista y embebida de una ideología involutiva, las derechas continentales actúan como si los países de los cuales extraen sus riquezas fueran para ellas un mero exilio y no la patria original. El destino de golpes y destierros de seis presidentes latinoamericanos de orientación socialdemócrata es un retrato fantasmagórico de la carga destructiva que las castas oligarcas de América Latina están dispuestas a activar. Manuel Zelaya en Honduras, Fernando Lugo en Paraguay, Lula da Silva y Dilma Rousseff en Brasil, Rafael Correa en Ecuador y ahora Evo Morales en Bolivia han sido los tótems malditos de un ala ultraconservadora que no dudó en desparramar muerte y represión para apartar del poder a una opción política que, más allá de sus retóricas, se asemejaba más a una socialdemocracia con perfil redistributivo que a una revolución socialista. El expresidente norteamericano Barack Obama fue el primero en inaugurar el siglo y entregar envuelto en papel castrense un golpe de Estado. Ocurrió en Honduras, en 2009. En junio de ese año, con la pueril excusa de una supuesta “traición a la Patria”, Manuel Zelaya terminó destituido, expulsado y exiliado (República Dominicana) por las fuerzas armadas en cumplimiento de una orden de la Corte Suprema de Justicia. Se trató de una obscena patraña cuyo único objetivo consistía en impedir, entre otras cosas, que Zelaya llevara a cabo un plebiscito sobre una Asamblea Nacional Constituyente. Con Honduras se inauguró la fase del nuevo golpismo a través de la construcción masiva de un relato contaminante. Los medios y las redes sociales adquirieron en Honduras el perfil que hoy le conocemos: se volvieron armas de disuasión masiva armadas con falsedades. El 28 de junio de 2009, Zelaya, en ropa interior, fue sacado a la fuerza de su residencia por los militares y expulsado del país. No le perdonaron su plebiscito ni su alianza con el eje liderado por el difunto presidente venezolano Hugo Chávez.

Fernando Lugo, en Paraguay, corrió una suerte similar. El “obispo de los pobres” había sido el segundo presidente de izquierda que llegó al poder después del corto periodo presidencial de Rafael Franco (1936-1937), otro desterrado. Ganó la presidencia en abril de 2008 y terminó destituido en junio de 2012 por un voto mayoritario de la Cámara de Diputados por un supuesto “mal desempeño” de sus funciones. Como en Honduras, la caída de Lugo resultó de un relato armado con minuciosa eficacia a partir de hechos reales pero alterados en beneficio de la destitución. En Ecuador, Rafael Correa gobernó por un periodo de 10 años, entre enero de 2007 hasta mayo de 2017. Su plataforma política, económica y social, así como su interlocución con la población indígena de Ecuador, hicieron de Correa un presidente de ruptura con respecto a los anteriores. Tampoco se lo perdonaron, sobre todos los medios hegemónicos acostumbrados a manipular todo el espacio de la comunicación y los negocios. Su ya famosa “revolución ciudadana” trascendió las fronteras de Ecuador hasta volverse el argumento central de partidos de la izquierda radical europea como fue el caso de Francia Insumisa (Jean-Luc Mélenchon). Pero las castas no admiten procesos de transformación profundos. Correa sacó a millones de personas del marginamiento (según el Banco Mundial, la tasa de pobreza en Ecuador pasó del 36,7% en 2007 al 22, 5% en 2014), otorgó derechos a las personas LGBT+, modificó la relación de fuerzas de los medios, multiplicó por cinco los gastos en sanidad, amplió la asistencia a los discapacitados, rehusó que Estados Unidos siguiera contando con una base militar en Ecuador y le brindó asilo a Julian Assange en la embajada ecuatoriana de Londres. Correa dejó el poder en mayo del 2017. Fue reemplazado por su exvicepresidente, Lenín Moreno, quien se convirtió en un aliado de la venganza de las castas contra Correa. En 2018, la oposición de Correa al referéndum constitucional para reformar la Constitución le valieron los dardos de la justicia. En julio, la jueza ecuatoriana Daniella Camacho dictó una orden de prisión preventiva contra el ex mandatario y hasta solicitó a Interpol que fuera arrestado. El presidente que más hizo por su país vive exiliado en Bélgica.

Lula da Silva y Dilma Rousseff en Brasil son el anteúltimo peldaño del infierno al cual las derechas latinoamericanas están depuestas a someter a los dirigentes socialdemócratas para apartarlos del camino. Los escándalos de corrupción de su partido, el PT, sirvieron como frase inaugural del gran relato desconstructor del lulismo emprendido por los abanderados históricos de la corrupción brasileña. Atrás quedaban los programas sociales, la inversión en salud, educación, justicia, desarrollo, así como los millones de brasileños que salieron de la pobreza. Con un tejido de acusaciones respaldadas por un relato hegemónico, Lula fue arrestado el 4 de marzo de 2016 en el marco de la operación anti-corrupción Lava Jato, teledirigida por el juez Sergio Moro. Lula fue condenado a nueve años y medio de cárcel acusado de recibir sobornos de la constructora OAS a cambio de contratos millonarios y Dilma Rousseff destituida en septiembre de 2016 al cabo de 13 años de gobiernos progresistas.

Evo Morales cerró en Bolivia la serie negra iniciada hace casi 15 años antes en Honduras. Las condiciones de su renuncia, la brutalidad, la violencia y la ilegitimidad de los actores políticos e institucionales que intervinieron sembraron la imagen de una venganza sangrienta. Fueron dos de las fuerzas menos creíbles que existen en América Latina, las más corruptas, la policía y el ejército, quienes decidieron el destino político de una Bolivia que vivió sus años más prósperos y orgullosos bajo el mandato de Evo Morales. Las circunstancias con las que se acorraló al presidente a la renuncia, el odio y la violencia liberadas en las calles, su partida al exilio mexicano, el silencio de las grandes democracias de Occidente y la pasividad retórica de los vecinos quedarán en la historia como una de las grandes heridas de nuestra América.

No es la hegemonía de un medio la que hace titubear la democracia sino la hegemonía de su mala fe. De Manuel Zelaya en Honduras a Evo Morales en Bolivia, la mecánica de la destitución ha sido similar: una casta oligarca que se apoya en los medios para viciar el relato, en la justicia y los militares. En cada caso se buscó arrancar del poder a opciones políticas reformistas, nacionalistas y con un fuerte ánimo redistributivo. Ninguno de estos seis expresidentes ha sido un dictador, o un revolucionario violento, ninguno reprimió, amordazó a su pueblo, sentencio la libertad de expresión, ni derramó sangre en las calles. Llegaron para abrir el juego político, social y económico en países cautivos de una casta explotadora, no para llenar las cárceles o los cementerios. Sus enemigos sí. Nuestras derechas cavernícolas jamás atravesaron el Siglo de las luces. Siguen ancladas en los tiempos de la barbarie ideológica y la obscuridad. Lo acaban de probar en Bolivia, amparadas, una vez más, en la protectora dependencia de Washington. La Casa Blanca siempre ha estado a la vera de todas las hecatombes políticas de América Latina. Ha sido el capacitador ideológico y operativo de los golpes de Estado militares del Siglo XX como lo es ahora de los golpes cívico militares que promueve desde el inicio del Siglo XXI.

 

 

[us_separator size=”huge” thick=”5″ color=”primary”]

BOLIVIA

13 de noviembre de 2019

UDELAR condena golpe de Estado

en Bolivia y expresa solidaridad

con el pueblo boliviano

La Universidad de la República (UDELAR) condenó el golpe de Estado en Bolivia y expresó su solidaridad con el pueblo boliviano en tan doloroso momento, con sus consecuencias de violencia, vulneración de las libertades y los derechos humanos.

La Mesa del Consejo Directivo Central de la UDELAR emitió un comunicado este miércoles 13 de noviembre, sobre la compleja situación política y social que atraviesa Bolivia.

A través de la declaración, la Universidad “condena el golpe de Estado en Bolivia” y expresa “solidaridad con el pueblo boliviano en tan doloroso momento, con sus consecuencias de violencia, vulneración de las libertades y derechos humanos”.

La Universidad observa también con preocupación que “pueda revertirse la expansión de derechos sociales, económicos y políticos lograda en los últimos años que benefició a la sociedad boliviana y especialmente a sectores históricamente postergados y sometidos”.

“Condenar el golpe de Estado no es sinónimo de defender lo actuado por las autoridades políticas en uso de funciones hasta el día 10 de noviembre de 2019”, aclara la mayor Casa de Estudios Universitarios.

Agrega, que “con independencia de la valoración sobre su accionar, hoy es preciso condenar sin ambigüedades este tipo de acciones”.

La UDELAR remarca que “el pleno funcionamiento democrático no admite que las Fuerzas Armadas y de seguridad se arroguen el derecho de imponer la renuncia de un presidente en ejercicio o asumir una tutela incompatible con la vida republicana”.

El golpe de Estado “retrotrae a la etapa de fuerte inestabilidad política que caracterizó a América Latina y el Caribe y que tuvo en Bolivia una de las naciones en las cuales el quiebre institucional constituyó la pauta de funcionamiento permanente de la vida política”.

Accionar militar

Asimismo, en el comunicado la UDELAR indica que “los problemas de la democracia se resuelven con más democracia, más diálogo, más participación, más derechos y más igualdad, nunca con la imposición de falsas salidas a partir del accionar militar, como enseña la historia reciente de la región”.

Por tal motivo, la Universidad espera que la crisis institucional “se encauce con la pronta convocatoria a elecciones, con las garantías de transparencia y participación de todas las vertientes políticas”.

Asimismo, vuelve a expresar su “preocupación más general ante el avance de acciones autoritarias en países con diversos gobiernos de nuestra América Latina y reafirma una vez más su defensa intransigente de las formas democrático-republicanas de gobierno con el pleno respeto de la libertad de expresión, reunión y la vigencia del Estado de derecho”.

 

[us_separator size=”huge” thick=”5″ color=”primary”]

Tras el golpe de Estado que forzó la renuncia de Evo Morales

Quién es Jeanine Añez, la

opositora que se

autoproclamó presidenta de Bolivia

13 noviembre 2019

La vicepresidenta segunda del Senado asumió que por seguir en la línea sucesoria de mando debía ocupar la presidencia. Días antes había llorado al hablar sobre la posibilidad de ocupar el cargo.

Tras el golpe de estado que obligó a renunciar al presidente Evo Morales, la segunda vicepresidenta de la Cámara de Senadores boliviana, la opositora Jeanine Añez, se autoproclamó presidenta encargada por considerar que su cargo seguía en la línea de suceción. La opositora, que ingresó al Palacio Quemado con la biblia en alto, había llorado al opinar sobre su posible papel. “Si hay acompañamiento de las organizaciones civiles, voy a asumir”, dijo al ser consultada.

Horas después de autoproclamarse presidenta, la funcionaria actualizó su cuenta de Twitter. Subió una foto con la banda presidencial y se autodescribió como “Presidenta Constitucional de Bolivia”. También borró infinidad de tuist en los que insultaba y degradaba a los pueblos indígenas y al presidente depuesto Evo Morales.

La senadora, oriunda de la región amazónica de Beni, fue electa en 2010 por el partido Plan Progreso para Bolivia-Convergencia Nacional, principal oposición en ese momento.

Antes, entre 2006 y 2008, se desempeñó como asambleista constituyente para la redacción de la nueva carta constitucional. Fue miembro en la Asamblea Constituyente de la comisión de organización y estructura del nuevo estado.

“Creo que los bolivianos no merecemos esto. Le debemos certidumbre a la gente. Por lo tanto, si hay acompañamiento de las organizaciones civiles yo voy a asumir, pero si se decide otra vía u otro camino también lo voy a aceptar”, dijo entre lágrimas la legisladora al ser consultada sobre si asumiría o no el cargo vacante.

Añez confirmó que tras la renuncia del primer vicepresidente del Senado, Rubén Medinacelli, del Movimiento Al Socialismo (MAS), su cargo es el siguiente en el orden de sucesión establecida en la Carta Magna. Esto fue desmentido por los legisladores del MAS que sostuvieron que la Constitución establece que tanto la renuncia de un mandatario como la nueva presidencia deben ser aprobadas por el Congreso.

“Estoy en la segunda Vicepresidencia y en el orden constitucional me correspondería asumir este reto con el único objetivo de llamar a nuevas elecciones”, afirmó al ser entrevistada días atrás

Añez insistió en conformar un gobierno de transición para renovar el Tribunal Supremo Electoral y llamar a elecciones, en un plazo de 90 días, según la Constitución. Antes es necesario que el Congreso sesione para “para poner en consideración la renuncia de los primeros mandatarios”. 

 

[us_separator size=”huge” thick=”5″ color=”primary”]

Añez nombró gabinete y cambió la cúpula militar

El golpe contra Evo se

consolida en Bolivia

14 noviembre 2019

Reprimieron a la presidenta del senado, la masista Angela Salvatierra, crece el levantamiento en El Alto y desde México Evo Morales llama a la pacificación.

Por Marco Teruggi

Desde La Paz

“Bienvenidos a la dictadura” dijo una señora mientras corría de los gases lacrimógenos, las motos, las camionetas con jóvenes detenidos y las tanquetas militares. La escena sucedió en el centro de la ciudad de La Paz, en horas de la tarde, luego de que hubieran reprimido a la presidenta del Senado, Adriana Salvatierra, y la autoproclamada presidenta Jeanine Añez hubiera nombrado una nueva cúpula militar. 

Los acontecimientos suceden a una velocidad vertiginosa en Bolivia. El bloque que lleva adelante el golpe de Estado tiene una serie de pasos que cumplir y los lleva adelante. La autoproclamación de Añez, evangelio en mano y con la banda tricolor puesta por la Fuerza Armada Boliviana fue uno de ellos. Este miércoles sucedió el siguiente, el de ficcionar el gobierno, es decir ponerse en posición de dar órdenes. Esos pasos tienen una paradoja: mientras intentan ver que existe un nuevo gobierno apegado a las leyes, la forma anticonstitucional en que lo hacen evidencia la dimensión degolpe de Estado. No solamente para analistas, partidos y diplomáticos, sino para una parte de la población que ve en la autoproclamación un hecho imposible de justificar democráticamente. 

Esa situación se vio reflejada en el levantamiento en la ciudad de El Alto iniciado el lunes,que este miércoles se convirtió en cabildo masivo para luego descender de manera unificada a La Paz. La cantidad de gente movilizada es cada vez mayor, y su radicalidad seconsolida. La situación en ese territorio clave de la historia y dinámica política boliviana grafica lastensiones y unidades. Por un lado, las movilizaciones tienen dos puntos de unidadindiscutibles: la defensa de whipala que fue pisoteada por los golpistas -“es la revolución de las whipalas”, dijo un dirigente aimara- así como que Añez, que tuvo declaraciones anti-indigenistas, deje una presidencia ilegal.

Por otro lado, existe un punto en debate: el retorno de Evo Morales. Un sector lo canta, pide, y lucha para que sea realidad, mientras que otro se afirma como no perteneciente al Movimiento al Socialismo (MAS) –“no somos masistas”, dicen-, pero tiene claro que debe enfrentar el golpe de Estado que no distingue entre masistas o no, y persigue, reprime y asesina por igual. Esa situación parece estar en una espiral ascendente donde la violencia policial potencia el levantamiento. Ya se han registrado dos muertos en El Alto -posiblemente tres- y la represión prolongada durante horas este miércoles potencia la separación ya nítida: El Alto, la whipala, las naciones indígenas, contra el golpe de Estado encabezado por quienes losdesprecian y humillan. 

La dirección del golpe intenta construir mensajes ante eso, como colocar whipalas arriba delas tanquetas militares, o emitir videos de Fernando Camacho -principal cara civil y empresarial del golpe- y Añez donde afirman estar unidos y respetar la diversidad y lawhipala. Los mensajes no dan el efecto esperado y la conformación de un proceso de resistenciaavanza. No solamente en El Alto, sino también en zonas rurales, con movilizacioneslocales, en carreteras, ciudades, y otras que confluyen hacia la ciudad de La Paz, a dondellegaron el miércoles los Ponchos Rojos. ¿Tendrá lugar el cerco a La Paz? Es uno de los temores principales que se viven a estas horas. El temor es justamente lo que mueve a muchos de quienes apoyan el golpe, lo celebran, y se organizan en sus cuadras de zonas de clases medias y adineradas para defenderse de loque representan como las invasiones de El Alto y los indígenas. El miedo y la revancha son dos de los motores que mueven el golpe. El derrocamiento de Morales tiene varios objetivos, entre los cuales está el de regresar a la conformación del país perdido para las clases dominantes: el de una Bolivia gobernada por ellas y para ellas.

Avanzan en ese objetivo, y en la noche del miércoles fueron designados once ministros del nuevo gabinete luego de la represión y de las noticias de muertos. Según informaron varios periódicos, serían dos: uno en Montero y otro en Yapacaní, en el departamento de Santa Cruz. Se multiplican en redes sociales las noticias de represiones, persecusiones, arrestos, disparos de bala contra manifestantes, pero la velocidad, la censura, la ruptura del Estado de derecho y la falta de gobierno abre un campo de impunidad que no parece tener límites. ¿Quién mandó hasta esta noche sobre la Fuerza Armada Bolivia? ¿Quién manda sobre los grupos armados de la derecha que tienen listas de masistas a ser asesinados? El proceso de consolidación del golpe avanza en sus pasos y cuenta con respaldosinternacionales. 

Además del gobierno norteamericano y el secretario de la Organización de Estados Americanos, Luis Almagro, se sumaron el gobierno colombiano, y la alta representante de la política exterior de la Unión Europea, Federica Mogherini, apoyó el nombramiento de Añez como presidenta interina. El próximo paso del golpismo será avanzar sobre el poder legislativo, donde el MAS tiene la mayoría en ambas cámaras. Mientras eso tenga lugar, el proceso de resistencia irá creciendo, movido por un conjunto de demandas, indignaciones y potencias, con una incertidumbre acerca de la direccionalidad y la estrategia para hacer frente al golpe.

 

[us_separator size=”huge” thick=”5″ color=”primary”]

Sigue