Brasil: Bolsonaro desplazado por militares

Ante el no-accionar del Presidente Bolsonaro en la epidemia de coronavirus, las FFAA brasileras lo han desplazado del Gobierno, el general Walter Souza Braga Netto es oficialmente el primer ministro de la Casa Civil de Brasil, pero ahora también es el “presidente operacional”. 

Militares desplazan a Bolsonaro

en Brasil

El alto mando militar cercó a Bolsonaro e impuso al general Braga Netto como “presidente operativo”

3 abril, 2020

El general Walter Souza Braga Netto es oficialmente el primer ministro de la Casa Civil de Brasil, pero ahora también es el “presidente operacional” del vecino país. Tendrá a su cargo la dirección y la centralización en su persona de toda la gestión del gobierno al menos mientras dure la crisis. Esta decisión debió ser aceptada por Bolsonaro y su grupo político y se difundió en diversos portales, entre los que se destaca el castrense Defesanet.

La publicación del sitio militar lleva como título “Gen Braga Neto Assume o Estado-Maior do Planalto” y allí explica que “la nueva ‘misión informal’  fue el producto de un ‘acuerdo principal’, que involucró a ministros y comandantes militares y al propio Presidente de la República” y que “para muchos, la ‘misión’ de Braga Neto no es más que una intervención o una junta militar que coordina el gobierno”.

Esto significa que si Bolsonaro está en desacuerdo podrá expresarse en contra de las decisiones, pero el general Braga Neto podrá corregirlo abiertamente, según explica la web militar.

La información del “intercambio de funciones” ya se ha transmitido, “con el debido cuidado”, a los ministros y a las “autoridades” principales, especialmente de los poderes legislativo y judicial. Braga Netto habría sido presentado como “director de operaciones”. Entre los militares, el puesto se llama “Jefe de Estado Mayor de Planalto”.

El gobierno militar secreto formado por generales en los puestos clave del Planalto, es la consecuencia de los avances políticos del sector castrense dentro del gobierno. Ahora, sin embargo, hay un cambio importante: los generales se consolidaron en la mesa de negociaciones con Bolsonaro a partir las victorias políticas que acumularon después de un largo trabajo, que se da en simultáneo con el constante aislamiento político de Bolsonaro y su innegable desgaste en la opinión pública. 

Se trata del trabajo de meses coordinado por el Alto Mando de las Fuerzas Armadas con la ayuda de la  prensa y sectores civíciles de centro derecha. No obstante, aunque Bolsonaro debió aceptar el condicionamiento, no se somete por el momento completamente y buscará recobrar centralidad y capacidad de decisión.

Sin embargo, la espada de Damocles que pende sobre el (ex?) presidente de la República Federativa de Brasil es la posibilidad de un avanzada judicial contra su hijo y la develación de los lazos que el bolsonarismo posee con las “milicias” para militares.

VERBITSKY “Un militar se hizo cargo del gobierno de Brasil. Bolsonaro queda sin poder efectivo”

  Brasil logra resistir solo si

echa a Bolsonaro

 

3 ABRIL, 2020 

POR EMIR SADER 

La pandemia llega a un Brasil políticamente debilitado, paralizado económicamente, desacreditado internacionalmente, empobrecido, desmoralizado.

El país necesita encontrar fuerza para resistir a esta situación, pero no puede hacerlo con un gobierno que no solo no comanda el país, sino que sabotea todas las iniciativas para reunificarlo y ponerlo en condiciones de resistir.

El país había sido destruido desde el golpe de 2016, cuando el modelo que había permitido que el país reanudara su crecimiento, basado en la distribución del ingreso y expandiendo el mercado interno de consumo, fue reemplazado.

En el último año del gobierno de Dilma, la economía brasileña creció y llevó el país, por primera vez en su historia, al pleno empleo, con el nivel más bajo de desempleo que Brasil ha vivido.

El golpe, hecho para desalojar al PT del gobierno, a través de manejos inconstitucionales, y restaurar el modelo neoliberal, reanudó el proceso de destrucción del Estado, de la economía nacional y de los derechos de la masa de la población. Fue el proceso de liquidación de activos públicos con la privatización de empresas nacionales, vendidas a cualquier precio a grandes empresas internacionales.

Fueron congelados. durante 20 años, los recursos para políticas sociales, interrumpiendo e invirtiendo el proceso de reducción de desigualdades y de exclusión social, liquidando los derechos de los trabajadores, dejándolos indefensos y abandonados al trabajo precario

Cuando llegaron las elecciones y Lula era favorito para ganar en el primer turno, se montó una monstruosa operación de manipulación que llevó a a la derecha a preferir poner en la presidencia del país a un mentecato, aventurero, un miliciano, siempre y cuando se mantuviera el modelo neoliberal, en lugar de Lula o Fernando Haddad y la reanudación del modelo que había llevado a Brasil al crecimiento, a la distribución de renta, al pleno empleo, a la estabilidad política y al prestigio internacional.

El gobierno que se instaló el año pasado  podría haber hecho que la economía volviera a crecer, pero, al contrario, mantuvo y radicalizó un modelo económico que solo favorece al capital financiero y a los bancos privados, que son los que realmente se enriquecen.

Un capital que no hace las inversiones productivas, por el contrario, vive de la especulación financiera en la bolsa de valores, sin producir ni bienes ni empleos. Un modelo que dejó a la mayoría de los brasileños en la precariedad, con 38 millones de personas trabajando en el informalidad.

Brasil ya estaba paralizado al final del primer año de este gobierno. El balance  del primer año fue catastrófico y se preveía un segundo año peor.

El comportamiento del presidente refuerza todos los días su incapacidad para comandar al país frente a un desafío tan grande como el de la pandemia. Nadie le tiene confianza. Su desprestigio es un consenso nacional.

La pandemia encuentra un Estado debilitado, un sistema de salud desmantelado, un país con 12 millones de desempleados y 38 millones sobreviviendo en precariedad, lo que, con sus familias, significa que más de la mitad de la población brasileña sobrevive en la miseria.

El coronaviurs encuentra un gobierno desacreditado, que solo profundiza divisiones y conflictos, cuando el país necesita reunificar y movilizar todas sus energías para resistir la grave crisis de salud que se superpone a la crisis económica, política y social.

Países que resisten y se fortalecen en la crisis son los que tienen un Estado fuerte, los que fortalecen el sistema de salud pública, aquellos que sirven a los sectores más vulnerables de la población. China es el caso más claro de resistencia a través de un Estado fuerte y medidas severas para aislar a la población.

En Argentina, el presidente Alberto Fernández tiene más del 90% de apoyo de la población, fortaleciendo el accionar del Estado para atender a las personas más frágiles.

En Brasil, hay un presidente que niega la gravedad de la crisis, subestima su efectos sobre la masa de la población; no solo no comanda, sino que sabotea a gobernadores y otras instituciones que resisten. Un presidente que trabaja para separar al país, para desmoralizar la voluntad de los brasileños para resistir. Pretende defender la reanudación del crecimiento económico cuando su gobierno llevó al país a la recesión. Pretende defender a la masa de trabajadores precarios que su gobierno ha producido, quitando sus derechos elementales y arrojándolos a esa precariedad.

Un gobierno que opera en contra de lo que el país necesita, para resistir, salir de la crisis y luego tener la fuerza para reconstruir. Bolsonaro se resiste a todo eso, trata de dividir y confundir a quienes trabajan para proteger la vida de las personas y servirles con apoyo para que puedan sobrevivir.

Este presidente es un obstáculo, un saboteador de lo que necesita el país. Con él como presidente, Brasil no podrá resistir y superar la crisis. Brasil tiene que tumbar a Bolsonaro, de la forma que sea, y constituir un gobierno que una a todos los brasileños, para sobrevivir a la grave crisis de salud pública. Reconstruir la economía, el Estado, recomponer los derechos laborales, retomar el crecimiento y el modelo de superación de las desigualdades y la exclusión social. Como el de 2003 a 2012.

Mientras Bolsonaro sea presidente, nada de esto será posible. Brasil será saboteado por él. Todas las formas de derribarlo son válidas porque es un problema de supervivencia a nivel nacional para defender la vida de las personas y la posibilidad de que volvamos a ser un país digno, de diálogo, de respeto, de gobierno legítimo, de esperanza y felicidad.

 El tiroteo más largo

Los desafíos de Brasil ante el covid-19.

Marcelo Aguilar

2 abril, 2020

Pintura del artista grafitero Aira Ocrespo en Rio de Janeiro

Desde San Pablo

Mientras los habitantes de las favelas señalan las dificultades de aislarse, los médicos brasileños se ven obligados a autoabastecerse de insumos básicos para lidiar con la pandemia. El gobierno, en tanto, aparece cada vez más aislado e incapaz.

 “Que los ángeles te conduzcan al paraíso, que descanses en paz. Amén”, se escucha decir al cura por el celular que sostiene el hermano de la fallecida, el único a quien se le permitió asistir, junto con su esposa, al entierro. En el cementerio, mientras trabajan los enterradores, que parecen astronautas, ambos lloran frente al celular y se persignan. La escena fue transmitida el domingo por el programa periodístico Fantástico, de la TV Globo, y ocurrió en Perus, un distrito de San Pablo. En Brasil, al cierre de esta edición, ya son más de doscientos los fallecidos, más de la mitad de ellos en el estado paulista, y el total de casos positivos supera los 6 mil en todo el país. El avance del covid-19, que, estiman los especialistas, todavía no alcanzó el pico, ha generado una carrera contra el tiempo, tanto en la construcción de hospitales de emergencia como en la toma de decisiones para paliar los estragos de la pandemia en un país de proporciones geográficas continentales y una desigualdad alarmante.

¿AISLARSE EN LA FAVELA? Más de 11 millones de brasileños viven en favelas. Ahí, donde escasean el espacio y los servicios básicos, el coronavirus tiene campo fértil. Tiaraju Pablo D’Andrea, sociólogo, docente en la Universidad Federal de San Pablo y uno de los fundadores del Centro de Estudios Periféricos, contó a Brecha: “En los barrios populares, sobre todo en las favelas, la gente vive muy apretada, y esta es una enfermedad que se propaga muy rápidamente en ambientes de ese tipo. Además, los pobres están, por lo general, menos preparados que las personas de otros sectores, porque se alimentan peor y trabajan mucho, y el sistema de salud en sus barrios es más frágil, más inoperante o directamente no existe”.

El aislamiento social no es fácil de implementar en las favelas: “Gran parte de la población de este país, principalmente la más pobre, come mañana lo que ganó hoy. Y puede comer si está en la calle, porque ahí se gana el peso. Claro que hay que defender el aislamiento social, pero sólo es efectivo si podés comprometer a todas las personas en esa misión colectiva. Se precisa un Estado que dé garantías a las personas para que puedan quedarse en la casa”. D’Andrea cree que en las favelas hay otra cuestión determinante: “El tamaño de las casas. ¿Quién aguanta estar todo el día apretado en un espacio de 25 metros cuadrados donde viven cuatro personas? Es imposible”.

Timo Bartholl, geógrafo, vive en el Complexo da Maré, en Rio de Janeiro, un conglomerado de favelas donde habitan más de 140 mil personas. Desde allí, sentado en una placita casi desierta, conversó con Brecha y profundizó en el debate sobre el aislamiento social. Lo que marca al barrio son las balas, dijo, y a través de las balas reflexiona sobre el nuevo virus: “En las favelas, la gente vive en un permanente estado de excepción, cercada por conflictos armados y una violencia brutal del Estado. Las formas de dominación y violencia que estructuran la sociedad capitalista se manifiestan acá de forma muy cruel. Para no enloquecer tenés que olvidarte, abstraerte. No podés estar todos los días pensando que te van a dar un balazo en la esquina; si no, no salís”. De alguna forma, la vida tiene que seguir. Hay que comprar pan, trabajar, llevar a los niños a la escuela. “Si ocurre un tiroteo en un barrio de clase media, no sale nadie a la calle y el barrio para de funcionar, porque no es normal. De la misma forma que para en un tiroteo, consigue parar en la pandemia. Pero en la favela, así como las personas no paran por un tiroteo, tampoco paran por el coronavirus”, añadió. El problema es dónde está el límite “en el que esa abstracción para sobrevivir pasa de herramienta de supervivencia a cobardía o ignorancia”. Para Bartholl, “la pandemia es como una megaextensión de los tiroteos, quizás el tiroteo más largo que experimente la favela”.

Frente a eso, lo primero es concientizar. En la Maré, por ejemplo, las campañas comenzaron dos semanas atrás, con volantes, videos, afiches y muchos contenidos en Internet. Son impulsadas por comunicadores populares de la favela, en su mayoría jóvenes que sostienen iniciativas como Maré Vive, un canal de comunicación independiente que transmite información sobre las comunidades locales. Estas campañas también juntan canastas básicas y hacen colectas. Para los próximos días tienen pensado reforzar la campaña con altoparlantes. Para D’Andrea, “las favelas y las periferias van a disminuir la capacidad de acción del virus con mucha solidaridad y mucho esfuerzo, pero es fundamental que el Estado destine recursos”.

PA’ LAS CASA’. En los últimos días, como parte de su cruzada contra la cuarentena y en pos de “salvar la economía”, el presidente de Brasil, Jair Bolsonaro, propuso aplicar el llamado “aislamiento vertical”: que se aisle sólo a los grupos de riesgo. En una conversación con Brecha, Eduardo Alves Melo, médico investigador de la Escuela Nacional de Salud Pública de la Fundación Oswaldo Cruz –el centro de investigación en salud más prestigioso del país– y doctor en Salud Colectiva, rechazó de plano esa opción: “El problema principal es que esa medida ignora cómo llega el virus a los grupos de riesgo. Muchos ancianos viven con otras personas, adultos y niños. Si esas personas salen, para trabajar o estudiar, contaminan a los ancianos en casa y ayudan a que el virus se propague más rápido. Es una idea arriesgada e irresponsable”.

Para Alves Melo, la dicotomía economía o salud es una “falsa polémica”, porque “la prioridad es salvar la vida de las personas”: “Sin eso, no hay economía que valga y el problema es mucho mayor en el futuro”. Añadió: “Aunque haya aislamiento, ya sabemos que vamos a pasar grandes dificultades y que habrá una sobrecarga del sistema de salud. Estamos tratando de organizarnos, comprando más insumos, construyendo hospitales de emergencia. Pero sin medidas sensatas y estrictas para que la mayoría de la población se quede en casa y el sistema de salud tenga tiempo de prepararse, ocurrirá una catástrofe sanitaria”.

LO QUE HAY. Acerca de la capacidad del Sistema Único de Salud (Sus) de Brasil para atravesar esta crisis, Alves Melo afirmó que, a pesar de que se han logrado grandes avances en algunas áreas, como las de atención primaria, trasplantes y salud mental, e incluso buenas campañas de vacunación, reconocidas mundialmente, el Sus enfrenta en la actualidad varios desafíos. “Hay una falta crónica de recursos y una coexistencia desigual con el sector privado, que, aunque cubre 45 millones de personas, tiene más recursos en términos absolutos y relativos que el Sus, que cubre 212 millones.” Este problema se ha agravado exponencialmente desde la aprobación en el gobierno de Michel Temer de la enmienda constitucional 95, que congeló los gastos públicos durante 20 años.

La paradoja, afirmó el especialista, es que “la situación empeora en un contexto de de-sempleo”: “Muchas personas, cuando pierden el trabajo y, por lo tanto, la cobertura de salud, van al Sus. O sea, hablamos de un sistema cada vez más desfinanciado que enfrenta una demanda cada vez mayor”. Para Alves Melo, esta crisis deja en claro que “quien conduce el enfrentamiento a un virus como este es el sector público”: “Los privados ni siquiera tienen condiciones de hacerlo, porque, al carecer de una visión pública y actuar buscando el lucro, apuntan sólo a algunos segmentos de la población. Esto evidencia que es necesario el Estado para arbitrar e intervenir de forma decisiva en esta área, reafirmar el interés público y ayudar a quienes más lo necesitan”.

EN CUARENTENA. Daniele Maia tiene 40 años, es pediatra y trabaja en el hospital municipal Moacyr do Carmo, en el área metropolitana de Rio de Janeiro. Empezó a sentirse mal hace dos semanas, con un dolor muy fuerte en el cuerpo y la cabeza, y un cansancio absurdo. “No podía ni mantenerme en pie; iba hasta la cocina y me quedaba sin aire”, contó a Brecha. A pesar de ser médica, demoró 11 días en conseguir un test, que le dio positivo para el covid-19. La escasez de test, explicó, puede dar una imagen distorsionada: “La cantidad informada de casos está muy lejos de ser el número real. Lo más preocupante es que hay muchas personas graves que están muriendo –sea de neumonía u otras enfermedades– sin que se les haya hecho el test”.

Daniele está en cuarentena y tiene licencia hasta el 6 de abril, pero se mantiene en contacto con sus colegas. Varios están comprando en Internet equipamientos de protección, máscaras, delantales, zapatos. “Es algo muy triste y no es de hoy: hace años que no tenemos material apropiado para protegernos de un virus como este”, expresó. Hasta el domingo 29, la Asociación Médica Brasileña había recibido 2.513 denuncias por falta de equipamiento de protección en todo el país. Más de un tercio de los reclamos se deben a la falta de alcohol en gel y la gran mayoría, a la falta de máscaras.

EN EL FRENTE. Fernando Goytia es médico y atiende en Pronto Socorro de Barueri, un hospital del área metropolitana de San Pablo. Comentó a Brecha que, “a pesar del esfuerzo para garantizar una estructura que permita atender la crisis lo mejor posible, vemos que el gobierno sigue dando prioridad a otras cosas y no da a esta situación la magnitud que amerita”.

Uno de los grandes problemas, dice Goytia, es que los pacientes infectados tienen que permanecer internados por lo menos 14 días y las camillas demoran en liberarse. Eso hace todavía más estresante estar en la línea de frente: “Nos da la sensación de que no estamos respondiendo a la velocidad necesaria y de que lo que está pasando se nos fue de las manos”.

“A pesar de que estamos preparados como agentes de salud para lidiar con este tipo de situación, siento que lo que estamos dando todavía no es suficiente. Hoy estoy feliz y orgulloso de estar contribuyendo y ayudando a la gente en este momento. Pero, al mismo tiempo, es muy triste, porque mientras no se encuentre la cura o un tratamiento específico no podemos dar certeza de nada”, se lamentó el médico.

COMO EL UNO. Mientras tanto, el presidente Bolsonaro insiste en minimizar y relativizar los efectos del covid-19. El 24 de marzo dijo que se trataba de una “gripecita”. En un pronunciamiento en cadena nacional, habló de histeria, cuestionó el cierre de escuelas decretado por varios gobernadores estatales y acusó a la prensa de difundir el pánico. Dijo que la pandemia pasará en breve, y horrorizó a propios y ajenos al decir que Brasil precisaba “volver a la normalidad” y abandonar “el concepto de tierra arrasada”, en un ataque directo a las medidas de cuarentena decididas en varias ciudades, entre ellas, San Pablo y Rio de Janeiro.

Con su actitud ante la crisis, Bolsonaro agudiza su ruptura con gobernadores y alcaldes, y empeora su eternamente áspera y conflictiva relación con el Congreso nacional. Pero su desgaste no viene solamente de sus desatinos discursivos. El domingo 22 de noche firmó una medida provisoria que permitía que los patrones suspendieran el contrato de trabajo por cuatro meses, sin remuneración. El rechazo fue tal que a la mañana siguiente reculó. Tras una enorme presión de la oposición en el Congreso, fue aprobada en ambas cámaras una renta de emergencia de 600 reales por adulto (unos 114 dólares) y 1.200 reales por familia, un monto más elevado que el propuesto inicialmente por el equipo económico de gobierno, que era de apenas 200 reales (38 dólares). La medida abarca a trabajadores informales, autónomos y de-sempleados. Sin embargo, Bolsonaro dice que todavía no sabe de dónde va a salir la plata.

Para Matheus Albuquerque, analista político y licenciado en Relaciones Internacionales por la Universidad Católica de Brasilia, “la inestabilidad actual del gobierno no viene de que Bolsonaro diga una atrocidad acá o allá, sino de que su gestión no da buenos resultados”: “Sobre todo, y según las previsiones, no ofrece buenos resultados económicos”.

A la olla del caldo para su eventual impe-achment, que ya se discute en los pasillos de Brasilia, Bolsonaro ya le puso todos los ingredientes, dijo Albuquerque a Brecha. Aunque el presidente todavía cuenta con apoyo popular, el analista afirmó que “si mantiene su narrativa de conflicto constante y continúa rompiendo las coaliciones que construyó para llegar al gobierno, gobernar se le hará imposible”. De todos modos, Albuquerque aseguró: “Bolsonaro sabe prevenirse. Aunque se aísla políticamente, continúa con la misma narrativa: ‘Las medidas contra el coronavirus dejarán un pozo enorme en la economía. Brasil no puede parar’. Y es cierto: el problema económico vendrá tarde o temprano. Sólo que cuando se vean los resultados, al final del año, él podrá decir: ‘¿Vieron? Yo avisé: si hubiéramos hecho lo que yo decía y el Congreso hubiera aceptado, no estaríamos pasando por esto’”. A eso los brasileños le llaman “dar a volta por cima”: salir beneficiado de una situación desfavorable.

“Gen Braga Neto Assume o Estado-Maior do Planalto”

Bolsonaro soslayado: asume un

general  la presidencia «operacional»

El general Walter Souza Braga Netto es oficialmente el primer ministro de la Casa Civil de Brasil, pero ahora también es el “presidente operacional” del vecino país.

4 abril, 2020

 «El general Walter Souza Braga Netto es oficialmente el primer ministro de la Casa Civil de Brasil, pero ahora también es el “presidente operacional” del vecino país. Tendrá a su cargo la dirección y la centralización en su persona de toda la gestión del gobierno al menos mientras dure la crisis. Esta decisión debió ser aceptada por Bolsonaro y su grupo político» ha anunciado hoy elagora digital y diversos portales, entre ellos Defesanet, un medio militar del vecino país.

En el sitio «defesanet» puede leerse: “Gen Braga Neto Assume o Estado-Maior do Planalto”.

La noticia había sido anunciada además por el periodista argentino Horacio Verbitsky en El Destape Radio, «Hubo una comunicación telefónica de un alto jefe del ejército brasileño con uno del argentino, en el cual el brasileño le informó que habían tomado la decisión de soslayar al presidente Bolsonaro en todas las decisiones importantes», manifestó Verbitsky.

De acuerdo a los medios de prensa que comunican esta decisión “la nueva ‘misión informal’ fue el producto de un ‘acuerdo principal’, que involucró a ministros y comandantes militares y al propio Presidente de la República” y que “para muchos, la ‘misión’ de Braga Neto no es más que una intervención o una junta militar que coordina el gobierno”.

En los hechos esto implica «que si Bolsonaro está en desacuerdo podrá expresarse en contra de las decisiones, pero el general Braga Neto podrá corregirlo abiertamente», se comunica en la web Defesanet.

Elagoradigital sintetiza en su publicación la situación en los términos siguientes: «La información del “intercambio de funciones” ya se ha transmitido, “con el debido cuidado”, a los ministros y a las “autoridades” principales, especialmente de los poderes legislativo y judicial. Braga Netto habría sido presentado como “director de operaciones”. Entre los militares, el puesto se llama “Jefe de Estado Mayor de Planalto”.

El gobierno militar secreto formado por generales en los puestos clave del Planalto, es la consecuencia de los avances políticos del sector castrense dentro del gobierno. Ahora, sin embargo, hay un cambio importante: los generales se consolidaron en la mesa de negociaciones con Bolsonaro a partir las victorias políticas que acumularon después de un largo trabajo, que se da en simultáneo con el constante aislamiento político de Bolsonaro y su innegable desgaste en la opinión pública.

Se trata del trabajo de meses coordinado por el Alto Mando de las Fuerzas Armadas con la ayuda de la prensa y sectores civíciles de centro derecha. No obstante, aunque Bolsonaro debió aceptar el condicionamiento, no se somete por el momento completamente y buscará recobrar centralidad y capacidad de decisión.

Sin embargo, la espada de Damocles que pende sobre el (ex?) presidente de la República Federativa de Brasil es la posibilidad de un avanzada judicial contra su hijo y la develación de los lazos que el bolsonarismo posee con las “milicias” para militares».

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Corte Suprema pidió suspender

Jair Bolsonaro por 180 días

El presidente de Brasil fue denunciado por poner en riesgo al país durante la emergencia sanitaria por el COVID-19.

4 abril, 2020

Marco Aurélio Mello, ministro de la Corte Suprema de Brasil, envió a la Fiscalía General de ese país una denuncia contra el presidente Jair Bolsonaro por poner en riesgo al país durante la emergencia sanitaria del COVID-19. Piden suspender al jerarca por 180 días.

Mello remitió una denuncia penal presentada por Reginaldo Lopes, diputado del Partido de los Trabajadores (PT) contra el presidente. Lopes notificó al Supremo Tribunal Federal de Brasil sobre hechos presuntamente delictivos cometidos por Bolsonaro, relacionados con su conducta irresponsable en la gestión de la pandemia de Covid-19.

La Corte Suprema entendió que Mello tiene razón en afirmar que las acciones y omisiones de Bolsonaro violan la ley penal brasilera, por lo que elevó la denuncia a Fiscalía.

Bolsonaro ha ignorado todas las recomendaciones de salud que se han hecho desde los organismos internacionales. Cuando comenzó la pandemia dijo que era un invento de los medios de comunicación. Luego, tuvo que ser atendido por haber estado en contacto con una persona positiva para COVID-19, pero el resultado le dio negativo. Continuó sin tomar medidas.

La tasa de contagios en Brasil llegó a los niveles de Italia. Al 4 de abril Brasil lleva registrados 9.082 casos, 359 fallecimientos y 127 personas recuperadas.

Mientras la pandemia avanza, al capitán-presidente pierde apoyos clave 

Brasil: ¿A Bolsonaro se

insubordinan

los generales?

06 de abril de 2020

Miembros del gobierno y medios antes bolsonaristas como O Globo manifiestan críticas al mandatario por su falta de respuesta contundente ante el coronavirus. 

Por Dario Pignotti

 

Desde Brasilia

Valiéndose de un altoparlante una mujer convidó en la mañana de este domingo a los vecinos del sur de Brasilia – barrios de clase media y alta – a sumarse a la caravana en defensa de Jair Bolsonaro, por la “bendición de Cristo” y contra la cuarentena. “Todos al trabajo” arengó a bordo de uno de los cerca de diez vehículos integrantes del convoy que más tarde se sumaría a la protesta frente a las oficinas de la Gobernación de Brasilia, que al igual que las de San Pablo y Río de Janeiro decretó el aislamiento para contener el coronavirus.

En defensa de la cuarentena se han pronunciado desde Luiz Inácio Lula da Silva, la figura más prominente de la oposición, hasta buena parte del campo político conservador , junto a miembros del gobierno como el titular de Salud, Luiz Henrique Mandetta, respaldado por el ascendente jefe de gabinete Walter Souza Braga Netto, un general más subordinado a la comandancia del Ejército que al mandatario. También los medios dominantes. entre ellos el otrora bolsonarista diario O Globo, que en la portada de hoy publicó sólo noticias críticas al gobierno y un título sobre la novela En tiempos del Emperador, al parecer dedicado al jefe del Planalto.

A propósito, el confinamiento también fue recomendado en un informe del Centro de Estudios Estratégicos del Ejército, que probablemente tomó estado público luego de recibir la venia del jefe del arma, general Jorge Leal Pujol. Desde el 31 de marzo cuando los altos mandos militares conmemoraron el golpe de 1964 y la dictadura allí surgida, las declaraciones y especulaciones ( de diverso grado de tenor tóxico) indican que los generales ya no se cuadran ante el capitán-presidente,

Surgen señales de descomposición del régimen que autorizan especular sobre varios escenarios futuros que van desde el desplazamiento del mandatario para que su cargo sea ocupado pro el vicepresidente, general Hamilton Mourao, a la prolongación de status quo con un Bolsonaro espectral, sin autoridad sobre una parte o todo el gobierno. Tampoco se descarta como salida un autogolpe: la semana pasada un periodista le preguntó si pensaba en esa opción y le jefe del Ejecutivo no la descartó.

En todo caso mientras la pandemia avanza llegando a 486 muertos y 11.130 infectados, Bolsonaro se recuesta en sus hasta ahora leales “milicianos” paramilitares y los pastores.

Hoy recibió al comisario Alberto Fraga, exdiputado que comandó la “Bancada de la Bala”, integrada por policías y presuntos “milicianos” paramilitares, tras lo cual oró junto a varios evangélicos que pidieron que el señor lo proteja de “Satanás”.

El grupo de militantes bolsonaristas movilizado por la mañana en Brasilia para repudiar la cuarentena y otras recomendaciones de la Organización Mundial de la Salud reflejó la cada vez más baja capacidad de convocatoria del extremismo que también convocó al ayuno. El viernes una pastora saludó al mandatario en el Palacio de Alvorado bramando “aleluya, aleluya, China es el virus, presidente no hable con los chinos”.

Cuidado, esa falta de movilización no debe confundirse con la desaparición del apoyo al gobierno. La encuestadora Datafolha registró que el 59 por ciento rechaza la renuncia del mandatario, una noticia seguramente bien recibida por el círculo directo del presidente formado por sus hijos y algunos ministros, todos seguididores el astrólogo Olavo de Carvalho, profesor de filosofía a distancia, que acaba de exigir la renuncia del conservador ministro de Salud Mandetta por considerarlo aliado a los “comunistas”.

Golpes continuados

Si Bolsonaro llegó al gobierno fue como consecuencia de la degradación democrática resultante del golpe perpetrado contra Dilma Rousseff en 2016 y una serie de asonadas menos publicidadas.

Para sabotear las elecciones de 2018 hubo una seria de microgolpes contra Lula como la condena firmada por el exjuez Sergio Moro y el fallo de la Corte impidiendo un hábeas corpus, sentencia ocurrida luego de que los jueces fueron amenazados por entonces jefe del ejército, general Eduardo Villas Boas.

Con frecuencia se clasifica a la deposición de Dilma como un golpe “blando”, jurídico, parlamentario y mediático, soslayando el lado “duro”, que fue dado por aval surgido en los cuarteles.

En la actual coyuntura se habla de un golpe “blanco” perpetrado contra Bolsonaro y otro más explícito que podría ocurrir, o no. Se trata de otra afirmación sujeta a correcciones: si finalmente sucede un sorpasso militar este será para quitar del medio a una figura disfuncional y, sobre todo, garantizar la estabilidad del régimen para el cual la amenaza mayor es el retorno de Lula o el PT.

 

Opinión

Bolsonaro: la vergüenza

de haber sido

08 de abril de 2020

Por Eric Nepomuceno

Desde Río de Janeiro.

Menos de 24 horas después de haber sido desautorizado por dos generales teóricamente subordinados a él, Jair Bolsonaro tuvo un día atípico. O mejor: un día típico de quien fue duramente atropellado frente a los ojos del mundo.

El ultraderechista fue frenado por tres subordinados: antes de presentarse en el despacho presidencial y advertir a Bolsonaro que Luiz Henrique Mandetta, su ministro de Salud, era respaldado por el Ejército (además de la mayoría abrumadora de la opinión pública), el general ministro de Gobierno, Luis Eduardo Ramos, y el general ministro de la Casa Civil, Walter Braga Netto, intercambiaron impresiones con el ministro de Defensa, general Fernando Lemos, que mantiene diálogo permanente con las fuerzas activas del Ejército.

La acción de tres generales en contra de un ex capitán retirado de las tropas por insubordinación puso muy claro el cuadro actual.

Para culminar, también el lunes otro general retirado, Hamilton Mourão, vicepresidente de la República, se abrió en elogios a Braga Netto, reforzando la imagen de que más allá del rol de “coordinador operacional” del equipo de gobierno para hacer frente a la crisis, le toca a él poner a Bolsonaro en su nuevo y debido lugar.

¿Por qué un día atípico? Bueno, basta con recordar dos aspectos.

Por la mañana, como hace desde siempre, el ultraderechista detuvo su caravana de blindados para dirigirse a un grupito de acarreados. Bajó del auto con semblante pesado, y casi no dijo nada durante la parada de menos de cuatro minutos frente al séquito pequeñísimo de seguidores.

El otro aspecto: en la agenda presidencial había uno y solo un compromiso anotado, una reunión, a las tres de la tarde, precisamente con el general Braga Netto, que empieza a ser considerado una especie de interventor militar en el gobierno.

Se podrá pensar que, como era previsible luego del frenazo sufrido el lunes, Bolsonaro ahora necesariamente calmará su furia y tendrá una conducta mínimamente equilibrada.

Ocurre que no hay previsibilidad posible en alguien tan errático y desvariado como Jair Bolsonaro.

No es posible detectar en todos sus actos anteriores –y no solo como presidente, sino a lo largo de su larguísima vida pública– un único antecedente que permita imaginar que de una hora a otra haga a un lado su grosería tosca y deje de ser tan primate para actuar como un ser racional.

Tampoco es posible determinar si el cuadro brasileño experimentó algún cambio concreto luego de que Bolsonaro fuese impedido de deshacerse de su ministro de Salud.

La única previsión razonable y serena es que con su sed infinita de venganza, solo comparable a su envidia de proporciones patológicas, Bolsonaro volverá a dar muestras concretas de su estado puro.

Y que también a raíz de esa perspectiva la profunda crisis de gobernabilidad que se vive en Brasil está lejísimo de encontrar solución

 

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En plena crisis, Bolsonaro

despidió

a su ministro de Salud

El presidente de Brasil, Jair Bolsonaro, destituyó al ministro de Salud, Luiz Henrique Mandetta, según anunció el propio despedido en sus redes sociales (vía Sputnik)

16 abril, 2020

El oncólogo Nelson Teich fue nombrado ministro de Salud de Brasil en sustitución de Luiz Henrique Mandetta, destituido por el presidente Jair Bolsonaro.

Bolsonaro advirtió en varias ocasiones que podía despedir a Mandetta por su defensa del aislamiento social para enfrentar al nuevo coronavirus.

El presidente minimizó de forma sistemática los riesgos de la pandemia y pidió en varias ocasiones la vuelta a la normalidad y al «trabajo».

Acabo de escuchar del presidente Jair Bolsonaro el aviso de mi destitución del Ministerio de Salud», informó Mandetta en Twitter, poniendo así fin a una crisis que se arrastró durante semanas.

Mandetta agradeció en su mensaje de despedida la oportunidad de conducir el Sistema Único de Salud (SUS) y de poder planificar la lucha contra la pandemia, «el gran desafío que nuestro sistema de salud va a tener que enfrentar».

«Agradezco a todo el equipo que estuvo conmigo en el Ministerio de Salud y deseo éxito a mi sucesor en el cargo de ministro; ruego a Dios y a Nuestra Señora de Aparecida que bendigan a nuestro país», finalizó.

La salida de Mandetta ya se preveía cuando de forma repentina presentó su dimisión uno de sus colaboradores más próximos, el secretario de Vigilancia en Salud, Wanderson de Oliveira.

En común acuerdo yo le destituyo del ministerio en las próximas horas; fue un divorcio consensuado, porque por encima de mí como presidente y de él como ministro está la salud del pueblo brasileño», dijo Bolsonaro.

Pocas horas después, el ministro dijo que no aceptaba la renuncia de Oliveira y agregó que solo dejaría el ministerio por decisión del presidente.

El anuncio de la destitución se produce poco después de una reunión entre Mandetta y Bolsonaro en el Palacio del Planalto, sede del Gobierno.

Según informaciones del diario O Globo, el nuevo ministro Nelson Teich es socio de Teich Health Care, una consultora privada de servicios médicos.