Chile: victoria contra la Constitución de Pinochet

VICTORIA DEL PUEBLO CHILENO: La opción “Apruebo” al cambio de la Constitución se impuso ayer de manera contundente en Chile y lograba un 77,85% de los votos, escrutadas más del 45% de las mesas de todo el país, por lo que ya era irreversible el inicio del proceso para cambiar la actual carta magna, impuesta en 1980 durante la dictadura de Augusto Pinochet (1973-90).

Chile: una aplastante mayoría decidió que

se elabore una nueva Constitución

25 de octubre de 2020

En el plebiscito además se optó por la conformación de una convención constitucional que será la encargada de redactar desde cero la futura carta magna.

Poco más de un año después del estallido social que conmovió al país, la mayoría de los chilenos decidieron este domingo mediante un plebiscito que quieren tener una nueva constitución que remplace a la que está vigente actualmente, aprobada en el año 1980, en pleno apogeo de la dictadura que comandaba Augusto Pinochet.

“¿Quiere usted una nueva constitución?”, fue una de las dos preguntas que se les planteó a los ciudadanos chilenos, de los que aproximadamente 78% respondieron afirmativamente.

La otra pregunta que se realizó en el plebiscito era qué tipo de órgano debía redactar la nueva carta magna, si una convención mixta constitucional conformada por 86 integrantes del actual Parlamento y 86 personas elegidas para la tarea o una convención constitucional integrada por 155 personas electas directamente por voto popular para desempeñar tal función.

Esta última opción fue la ganadora, con alrededor de 79% de los votos. Por lo tanto, según lo estipulado, la elección de los integrantes del órgano constituyente se realizará en abril del año que viene, simultáneamente con las elecciones municipales y de gobernadores regionales.

La nueva constitución –que debe redactarse en un máximo de un año– se ratificará en un nuevo plebiscito, por lo que esta no estará vigente hasta 2022. La tarea de los integrantes de la convención constituyente –que será conformada en forma paritaria– será ardua, ya que deberán elaborar una nueva carta magna desde cero. Obviamente, el texto tendrá algunos artículos que serán iguales o muy similares a los de la actual constitución, pero habrá vastos temas que serán modificados, lo cual hace ver que el proceso será extremadamente complejo, más allá de la idea predominante de dejar atrás la actual carta magna, uno de los lastres con los que carga el país luego de su retorno a la democracia, en 1990.

Festejos luego de conocer los resultados parciales del plebiscito constitucional, ayer, en Santiago de Chile.

La iniciativa de tener una nueva constitución, además de tener un amplio y variado apoyo dentro de las organizaciones sociales y sindicales chilenas, fue acompañada por todos los partidos políticos de la oposición y también por algunos sectores de partidos que conforman la coalición oficialista que lidera el presidente Sebastián Piñera, con la excepción de la Unión Demócrata Independiente (UDI).

Este sector político derechista nacido en 1983 bajo el influjo de notorios adeptos a la dictadura de Pinochet tuvo entre sus principales referentes al abogado Jaime Guzmán, quien fue asesinado en Santiago en 1991 en un atentado realizado por el Frente Patriótico Manuel Rodríguez. Guzmán, además de ser uno de los autores, es considerado el padre intelectual de la Constitución de 1980, y por ello la defensa del texto por él ideado fue una de las banderas simbólicas que sostuvo la UDI durante las semanas de campañas previas al plebiscito.

Luego de conocerse los resultados de la consulta popular, el presidente Piñera realizó un discurso desde el Palacio de la Moneda, acompañado por todo su gabinete ministerial.

Manifestantes que apoyan la reforma de la constitución chilena se reúnen a la espera de los resultados del referéndum en la Plaza Italia en Santiago.

“Hoy hemos demostrado nuevamente la naturaleza democrática pacífica y participativa de los chilenos. Este es un triunfo de todos los chilenos que amamos la democracia y la paz, y que nos debe llenar de una nueva constitución que recoja los valores y principios de nuestra sociedad: las tradiciones democráticas y republicanas, y las aspiraciones de todos nuestros ciudadanos”, expresó el mandatario, de acuerdo a lo que consignaron medios chilenos.

“Este plebiscito es el comienzo de un camino que todos deberemos recorrer para acordar una nueva constitución para Chile. Hasta ahora la Constitución nos ha dividido, a partir de hoy todos debemos colaborar para que la nueva construcción sea el gran marco de unidad, estabilidad y futuro”, agregó Piñera.

Mientras tanto, en muchas ciudades del país se celebraban los resultados del plebiscito y en la capital, Santiago, el epicentro de los festejos fue la Plaza Italia, lugar que también fue el principal foco de las protestas sociales del año pasado.

25 de octubre de 2020

En el plebiscito además se optó por la conformación de una convención constitucional que será la encargada de redactar desde cero la futura carta magna.

Poco más de un año después del estallido social que conmovió al país, la mayoría de los chilenos decidieron este domingo mediante un plebiscito que quieren tener una nueva constitución que remplace a la que está vigente actualmente, aprobada en el año 1980, en pleno apogeo de la dictadura que comandaba Augusto Pinochet.

“¿Quiere usted una nueva constitución?”, fue una de las dos preguntas que se les planteó a los ciudadanos chilenos, de los que aproximadamente 78% respondieron afirmativamente.

La otra pregunta que se realizó en el plebiscito era qué tipo de órgano debía redactar la nueva carta magna, si una convención mixta constitucional conformada por 86 integrantes del actual Parlamento y 86 personas elegidas para la tarea o una convención constitucional integrada por 155 personas electas directamente por voto popular para desempeñar tal función.

Esta última opción fue la ganadora, con alrededor de 79% de los votos. Por lo tanto, según lo estipulado, la elección de los integrantes del órgano constituyente se realizará en abril del año que viene, simultáneamente con las elecciones municipales y de gobernadores regionales.

La nueva constitución –que debe redactarse en un máximo de un año– se ratificará en un nuevo plebiscito, por lo que esta no estará vigente hasta 2022. La tarea de los integrantes de la convención constituyente –que será conformada en forma paritaria– será ardua, ya que deberán elaborar una nueva carta magna desde cero. Obviamente, el texto tendrá algunos artículos que serán iguales o muy similares a los de la actual constitución, pero habrá vastos temas que serán modificados, lo cual hace ver que el proceso será extremadamente complejo, más allá de la idea predominante de dejar atrás la actual carta magna, uno de los lastres con los que carga el país luego de su retorno a la democracia, en 1990.

Festejos luego de conocer los resultados parciales del plebiscito constitucional, ayer, en Santiago de Chile.

La iniciativa de tener una nueva constitución, además de tener un amplio y variado apoyo dentro de las organizaciones sociales y sindicales chilenas, fue acompañada por todos los partidos políticos de la oposición y también por algunos sectores de partidos que conforman la coalición oficialista que lidera el presidente Sebastián Piñera, con la excepción de la Unión Demócrata Independiente (UDI).

Este sector político derechista nacido en 1983 bajo el influjo de notorios adeptos a la dictadura de Pinochet tuvo entre sus principales referentes al abogado Jaime Guzmán, quien fue asesinado en Santiago en 1991 en un atentado realizado por el Frente Patriótico Manuel Rodríguez. Guzmán, además de ser uno de los autores, es considerado el padre intelectual de la Constitución de 1980, y por ello la defensa del texto por él ideado fue una de las banderas simbólicas que sostuvo la UDI durante las semanas de campañas previas al plebiscito.

Luego de conocerse los resultados de la consulta popular, el presidente Piñera realizó un discurso desde el Palacio de la Moneda, acompañado por todo su gabinete ministerial.

Manifestantes que apoyan la reforma de la constitución chilena se reúnen a la espera de los resultados del referéndum en la Plaza Italia en Santiago.

“Hoy hemos demostrado nuevamente la naturaleza democrática pacífica y participativa de los chilenos. Este es un triunfo de todos los chilenos que amamos la democracia y la paz, y que nos debe llenar de una nueva constitución que recoja los valores y principios de nuestra sociedad: las tradiciones democráticas y republicanas, y las aspiraciones de todos nuestros ciudadanos”, expresó el mandatario, de acuerdo a lo que consignaron medios chilenos.

“Este plebiscito es el comienzo de un camino que todos deberemos recorrer para acordar una nueva constitución para Chile. Hasta ahora la Constitución nos ha dividido, a partir de hoy todos debemos colaborar para que la nueva construcción sea el gran marco de unidad, estabilidad y futuro”, agregó Piñera.

Mientras tanto, en muchas ciudades del país se celebraban los resultados del plebiscito y en la capital, Santiago, el epicentro de los festejos fue la Plaza Italia, lugar que también fue el principal foco de las protestas sociales del año pasado.

TRIUNFO DEL REFERENDUM CHILENO FESTEJANDOLO EN PLENO PARIS

¡Viva Chile!, ¡Jallalla* Bolivia!

Por Gustavo Gac-Artigas

 

Dos países fueron el centro de atención en Latinoamérica en la última semana al vivir dos momentos cruciales en su historia. Dos países separados hace más de cien años por la guerra del Pacífico y la consecuente pérdida de sus territorios y de su acceso soberano al mar en el caso de Bolivia.

En uno, Chile, en el centro del país, Manuel Rodríguez, el guerrillero, se disfrazaba, desaparecía, atacaba, quizás fuera un obispo, quizás fuera solamente el viento sobre la nieve uniéndose a Juana en el terreno de los sueños por la independencia.

En el otro, Bolivia, Juana Azurduy de Padilla, comandante de montoneros, heroína de la lucha por la independencia, galopaba en la altura.

Dos países separados por 136 años desde la guerra, y rencores de más de cien años son difíciles de sanar. Dos países que conocieron momentos de democracia y momentos de dictadura, dos países que conocieron momentos de esperanza y momentos de desespero, dos países cuyos pueblos originarios sufrieron discriminación, dos países hermanos fueron a votación en el espacio de 7 días.

Bolivia el 18 de octubre, Chile el 25. Uno elegía a su presidente, el otro la posibilidad de terminar con una constitución impuesta por la dictadura y comenzar un proceso constituyente que refleje las aspiraciones de un pueblo viviendo en democracia.

En Chile, donde hay 14.796.197 electores registrados, el balance con el 99.84% de las mesas escrutadas registra: 7 millones 560.893 votantes, el 50.9% del electorado, superando el 49% de la segunda vuelta de las elecciones presidenciales del 2017. Cabe hacer notar que en Chile el voto es voluntario.

Los votos emitidos dan un claro triunfo al “Apruebo”, 5.885.384 votos, 78.27%, y un 78.99% en favor de una convención constitucional con personas elegidas en votación directa para redactar la nueva constitución. El alto porcentaje del “Apruebo” muestra que la mayoría de la población quiere una salida a la crisis que atraviesa el país y no se siente interpretada por su estructura política actual. La votación muestra igualmente una alta votación de los jóvenes que desataron y encabezaron las protestas el 18 de octubre del año pasado.

El “Rechazo” contó un 21.73%,1 millón 633 mil 868 votos y un 21% en favor de una convención mixta constitucional, parte elegida por votación directa, parte nombrada por los partidos y el Congreso lo que muestra la desconfianza de la población con respecto al Congreso y a los partidos políticos.

El balance de los votos emitidos en los 65 países en que los chilenos registrados podían votar en el exterior (59.522), con un 49.8% de los votos emitidos escrutados, 29.623 dan un 82.20%, a favor del “Apruebo una nueva constitución y por una convención constitucional” y 17.80% para el “Rechazo”. En los Estados Unidos, incluyendo 45 votos en Puerto Rico, el 59.49 votó “Apruebo” y el 40.53% “Rechazo”.

Esta nueva situación definirá las próximas elecciones presidenciales, y los partidos políticos comienzan a sacar cuentas alegres, o cuentas tristes, pero más importante, este nuevo cuadro político definirá el camino que Chile seguirá: si la nueva carta magna no refleja las esperanzas y el sentimiento mayoritario, la crisis actual se agravará, la confrontación se agudizará.

Lo que sigue: el domingo 11 de abril del 2021 se procederá a la elección paritaria de los 155 miembros de la Convención Constitucional, separados por distrito. A mediados de mayo se realizará la primera sesión y tienen hasta mediados de febrero del 2022 para entregar la nueva carta magna, y durante el primer semestre del 2022 se realizará un nuevo plebiscito para aprobar o rechazar la nueva constitución. El voto esta vez no será voluntario, será obligatorio.

Ayer, se abrió el paso hacia la nueva constitución en Chile y en cada voto emitido venía el rostro de un desaparecido, de un mapuche segregado, de una mujer violada, y no era su culpa, ni dónde andaba ni cómo vestía, el violador eres tú, nos recuerdan las Tesis. En cada voto se reflejaban las marchas estudiantiles, pajarillos libertarios igual que los elementos, en cada voto se reflejaba el sufrimiento y la esperanza.

Chile votó por liberarse de las cadenas de la constitución dejada por el dictador Pinochet y redactar una nueva constitución.

De todos es sabido que sacudirse las cadenas de una dictadura no es tarea fácil, que a veces toma 30 años, 30 años en que las heridas aún están frescas.

Sin embargo, el 25 de octubre una abrumadora mayoría se pronunció por una nueva constitución, por cambios profundos, por una sociedad más justa, más inclusiva, por ponerle fin al poder del dinero y al tráfico de influencias, por el fin de las lacras del autoritarismo, contra la centralización del país. Manuel, ayudado por Juana, guiaba nuestro lápiz; sí apruebo, quiero una constitución que refleje los sueños de mi país, y de todos es sabido, concretizar los sueños no es fácil y además, no todos soñamos lo mismo. ¡Viva Chile!, se escuchó en las calles de Chile

Siete días antes, en las alturas, un pueblo hermano, Bolivia, retomaba el camino del cambio, de la justicia. Un gobierno prometía corregir los errores del pasado, personalismo, arrogancia y corrupción.

En el altiplano se escuchó “viene bajando la Juana, galopando en su corcel”, quizás era el viento, el viento apoyado por Manuel desde el borde del mar.

En Bolivia ganó el candidato del MAS, Movimiento al Socialismo, Luis Arce, con el 55.10% de los votos. El expresidente, Carlos Mesa, principal líder opositor obtuvo un 28.3%. El otro partido opositor, Creemos, liderado por Luis Fernando Camacho, obtuvo un 14%.

En sus primeras declaraciones el nuevo presidente dejó en claro que no es un regreso al pasado inmediato, que su gobierno será de unidad nacional, y marcó su independencia diciendo: “Si Evo Morales quiere ayudarnos será muy bienvenido, pero eso no quiere decir que él estará en el gobierno. Será mi gobierno”. Su vicepresidente, en el mismo sentido planteó que no querría ver los mismos ministros de antes gobernando, que se necesitaba una renovación al interior del MAS.

Bolivia retomó el camino de la esperanza, de la justicia social, de la representatividad de la mayoría de su pueblo. Las polleras ganaron, los raídos ponchos ganaron, los mineros ganaron, los estudiantes ganaron, Bolivia, ganó.

¡Jallalla Bolivia!, se escuchó desde El Alto al Beni en Bolivia.

Dos países, uno, Chile, quiere enterrar su pasado y busca el camino hacia una sociedad más justa. El otro, Bolivia, quiere regresar a un pasado cercano de justicia pero sin los errores de ese pasado. En ambos la esperanza de una sociedad mejor está en juego, en ambos el pueblo marcó el camino, en ambos la democracia salió fortalecida, en ambos la ciudadanía triunfó.

¡Viva Chile!, ¡Jallalla Bolivia!

*Jallalla es una palabra quechua-aimara que significa: por la vida y une los conceptos de esperanza, festejo y bienaventuranza.

Gustavo Gac-Artigas es escritor y director de teatro chileno, miembro correspondiente de la Academia Norteamericana de la Lengua Española (ANLE). Reside en Nueva Jersey, EE UU.

 

 

Desde Santiago de Chile, en la célebre Plaza Italia, el pueblo chileno festeja el resultado del referéndum para el cambio de Constitución y envían un saludo a la comunidad chilena en el exilio en Francia.-

 

FRANCIA; POR UNA NUEVA CONSTITUCIÓN, EN CHILE

QUE SE CASTIGUE AL CORRUPTO Y AL LADRÓN

 

Impresiones

 de Guillermo Saavedra

He votado hoy por segunda vez en mi vida fuera de Chile, es como si pasara un gran examen, pero con emoción. Sobre todo, de encontrarse con un mundo que no me podía imaginar. La convocatoria decía boulevard Victo Hugo, liceo Español. Decidí votar antes del mediodía, cuando llegué al lugar me encontré con una enorme sorpresa, una larga fila de más de 200 metros. Soy el último de la fila, pero por pocos segundos la gente llega y llega, jóvenes que no se de donde podían salir tantos. Era una mezcla de gente de edad y juventud, todos alegres como si estuvieran ya festejando algo más que importante para sus vidas. Las máscaras dejaban percibir un poco la alegría de sus rostros, unos traen para comer puesto que venían de provincias era una fila agradable. Teníamos que esperar, nadie creo yo, que pensaba en la enorme participación de estos chilenos. Hablábamos de los lugares donde vivíamos, que hacíamos en Francia, estaba rodeado de jóvenes estudiantes de Física, Ingenieros etc. Otros trabajaban ya y en su mayoría pretendían volver a Chile. Mientras que yo después de 40 años, a pesar de estar casado con una francesa, todavía espero poder acceder a la nacionalidad en Francia.

No faltaron las empanadas y los sancochos con jamón y palta. Llegando a la entrada estaban los infaltables músicos alegrando la participación, con canciones de Víctor Jara, Quilapayun, y otros. Recuerdo que mi generación también sufrió como ellos y también son combativos, que alegría de pensar que de todas manera cualquiera sea la generación siempre habrá quienes luchan por una democracia y justicia social. Esto me lleva a pensar en Salvador Allende y en mi abuelo que sufrió también la represión en su juventud. Nunca pude imaginar la importancia de votar y votar más por una causa que estuviera ligada profundamente a la paz. Los mecanismos del imperialismo siempre nos llevan a menospreciar nuestros propios derechos, para mantener el poder y continuando el sistema de explotación a través de esta ignorancia.

Tenía ya la edad de votar, participar en la vida política. Chile estaba en plena ebullición, se acercaba el periodo de elegir un presidente, el candidato era Salvador Allende que se presentaba por tercera vez. Mis conocimientos políticos eran bien limitados o mediocres, pero ya militaba y aprendía rápido, sobre todo que nuestras discusiones políticas eran intensas. Además, estábamos, leíamos el material histórico, aplicando cada situación a las características que se vivían en América Latina. Tuve oportunidad de encontrar excelentes cuadros políticos tanto del MIR como de otros militantes de países de América latina, que militaban con nosotros en nuestro movimiento ( MIR).

En nuestra vivía con nosotros el abuelo, él era un hombre que leía todos los papeles que llegaban a su mano. El abuelo me hablaba del imperialismo, cosa que yo entendía tanto como él, me contó que le habían prohíbo votar en chile porque era comunista. Cierto, en Chile un presidente llamado “Gonzáles Videla” creó una ley para prohibir el voto a los comunistas, creando en ese periodo una gran persecución y represión a los comunistas, encarcelando y extrañando los comunistas a regiones aisladas.

El abuelo estuvo más de 30 años sin poder votar en su propia patria. Conversábamos largas horas, yo admiraba ese hombre que a pesar de su vejez era como yo, joven de espíritu, reímos juntos, le contaba nuestras andanzas políticas. El era el único que sabía que yo militaba en el MIR, le hablaba de Miguel Enríquez, Luciano Cruz, y los otros compañeros.

Cómo eran sus comportamiento, puesto que nosotros éramos clandestinos. Yo sabía que podía confiar en él, además era tanta la alegría que le causaban nuestras historias, al final terminamos siempre riendo, y él me decía; – Yo le pido a dios para que los cuide -.

Salvador Allende había presentado una ley para absolver a todos los ciudadanos que estaban prohibidos de votar, se le devolvieran los derechos. Cuando le conté al abuelo, el ya había escuchado en la radio, no podía contener su emoción, yo le tomo una mano y le decía; – Abuelo esto es justicia, ahora podrá usted votar-. ¡Iremos juntos le prometo!

Llegó el día tan esperado por el abuelo, estaba en pie a la 7 de la mañana, se daba vueltas nervioso, esperaba que saliéramos lo antes posible. Tenía que explicarle que los lugares de votación no estaban abiertos aún.

¡Abuelo yo también estoy nervioso, voto por primera vez! Salimos juntos yo lo tomé del brazo, no hablaba, caminaba cuando siempre estaba comentando algo, sentía su cuerpo temblar, no podía imaginar su inquietud.

Hasta que llegamos, entró al lugar de votación, yo lo pude acompañar, tiritaba cuando le pedían sus papeles. Estos con torpeza los saca de su bolsillo y caen al suelo, se los recojo y los pasa al encargado de mesa. Entra en lugar que es secreto cubierto en los cuatro lados por cortinas, el abuelo sale algunos minutos más con la cabeza agacha, no mira a nadie su mano temblorosa mete el voto en la urna y le dicen ; ¡Ha votado!!! Sale del recinto sin mirar a nadie, una vez afuera se abraza a mi y llora, yo lo abrazo y también lloro. Me doy cuenta de la importancia que tiene el voto, para una persona que tiene nivel de conciencia, que desea participar en la vida pública. Que además, es una gran victoria para él, después de 30 años recuperar sus derechos.

Este fue un gran ejemplo para mí, vivirlo al lado de un hombre luchador, que en su juventud entregó parte de su vida por la democracia. Estuvimos abrazados largo rato y le dije que yo también quería votar.

Reímos juntos, había olvidado que yo también votaba. Fui a votar, el abuelo me acompaño es la primera vez que participaba en una elección, no se porque estaba nervioso y emocionado, vote y salí donde estaba el abuelo sentado esperándome, me miró y nos abrazamos sin decir nada, estábamos emocionados, salimos caminando sin hablar, ya por la tarde festejamos la victoria.

Esa fue mi primera y última vez que he votado en mi país. Fui condenado a 20 años de exilio y ahora esta fabulosa forma de expresión que puede tener un ciudadano, la he ejercido por dos veces en mi vida. Nuestro país nos trató siempre como ciudadanos de tercera categoría, durante años no nos dejaron ejercer nuestros derechos.

Guillermo Saavedra

 

Triunfo Histórico Para Un Cambio de Raíz en Chile

por Pablo Jofre Leal

27.10.2020

Apenas una hora y minutos después del cierre de las mesas electorales en el país, el presidente chileno Sebastián Piñera, acompañado de su mayoritaria plana de ministros se presentó ante los medios de información, con la imagen más lúgubre que ha tenido la derecha en los últimos años.

La derrota se dibujaba en los rostros de los miembros de este gobierno presidido por el multimillonario chileno, que desde el 18 de octubre del año 2019 a la fecha, viene cuesta abajo en la rodada, a una velocidad que hace imparable, no sólo la caída en sus índices de popularidad, sino que la desconfianza en su Gobierno, aquellos que lo rodean, su sostén político y económico y que ha contagiado además, al resto de la casta política.

El 78,91 por ciento del apruebo, con una participación cercana al 50,88 por ciento con 7.558.261 votos – en un universo electoral de 14.855.719 chilenos y chilenas – es una cifra que los marca a fuego. Un número brutal, para la marcha de este gobierno y que signa lo que queda de su período presidencial. Creo que el Gobierno de Sebastián Piñera ha llegado a su término político, agoniza y su desenlace será doloroso, ya que desde este lunes 26 de octubre, sólo podrá dedicar su acción a llevar adelante el proceso constitucional

Las Condes, Vitacura y Lo Barnechea, tres de las comunas más ricas y opulentas de la capital chilena, donde vive la élite política y económica del país fueron los únicos lugares donde el rechazo obtuvo una votación considerable. Este hecho, es la expresión territorial de la desigualdad, el ejemplo indesmentible de la absoluta desconexión entre la casta política y económica del país con el porcentaje mayoritario de la población.

Allí, en esos guetos, viven los dueños del país, los que aún creen que hay que conservar esta esclavitud moderna que representa el modelo político y económico neoliberal. Igual situación es posible distinguirla en las principales ciudades del país, donde las élites viven en un país irreal, donde son los privilegiados y los que reciben ese PIB vergonzoso que la diferencia del resto del país.

Un Chile donde el 1 por ciento de la población se lleva el 26,7 por ciento del PIB, según señala la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal) y el 66,5 por ciento reúne sólo el 2,1 por ciento de este producto. Esas comunas son la expresión más brutal de una minoría que rechaza ver a la mayoría, que la desprecia, que la esconde como la basura bajo la alfombra. Una minoría que a sangre y fuego defenderá sus privilegios.

Piñera administra un Gobierno sacudido por cifras, que le gritan en la cara, que el país debe cambiar estructuralmente, en forma medular, que este Chile no puede seguir siendo el que es sin que reviente en mil pedazos y termine encendido de norte a sur y de cordillera a mar. La escasa confianza en su administración de un Gobierno derechista, amigo de los Gobiernos más golpistas y desestabilizadores del continente, sometido a los designios de Washington.

Un Gobierno enemigo de los procesos progresistas de los pueblos hermanos latinoamericanos. Un Gobierno amigo de los dueños de la salud, de la educación, del comercio mayorista, de los que administran nuestros fondos de pensiones. Una administración preocupada de acrecentar las utilidades de bancos y financieras, de las instituciones de salud privada, del incremento del lucro de la educación superior privada. Muy preocupado del incrementar patrimonios y no de buscar caminos de equidad social.

Un Gobierno sacudido, además, en el plano sanitario, económico, con cientos de miles de desempleados, con una fuerte represión social, con una campaña del terror por parte de la derecha que llamó, mayoritariamente, al rechazo de este plebiscito.

Un Gobierno que constató, que parte importante del pueblo chileno le dice con esta histórica votación, que incluso debería pensar seriamente en renunciar, como un eje reivindicativo que las organizaciones sociales, los movimientos y el pueblo en general debe tomar como línea de trabajo. Es un hito histórico, evidentemente, ya que por primera vez en desde el lejano año 1833 la Constitución será redactada por una convención elegida a través del voto popular. Una constitución con verdaderas raíces sociales.

Las preguntas de este plebiscito fueron dos: ¿Quiere usted una Nueva Constitución? Con dos alternativas: Apruebo o Rechazo. La segunda pregunta fue ¿Qué tipo de órgano debiera redactar la Nueva Constitución? Las alternativas eran: Mediante una “convención mixta Constitucional” es decir una asamblea conformada en un 50 por ciento por constituyentes elegidos directamente y 50 por ciento por miembros del actual Congreso. La otra alternativa de esta segunda pregunta fue si el mecanismo debía ser una “convención constitucional” que es una asamblea conformada por 100 por ciento de constituyentes elegidos.

Alternativa que significa una fuerte derrota a la partidocracia chilena tanto de izquierda, centro como derecha.  Frente al triunfo de la opción apruebo y que el mecanismo de llevar a cabo la elaboración de la nueva constitución sea mediante una convención constitucional, con el 100% d ellos constituyentes elegidos por votación directa, se realizarán el 11 de abril de 2021.

Esto,  conjuntamente con las elecciones municipales y de gobernadores regionales bajo sufragio universal con el sistema electoral que rige la elección de la Cámara de Diputados. El mecanismo de convención constitucional tendrá un plazo de trabajo, determinado en 9 meses, que será el tiempo para que presente una propuesta de constitución.

Hay que tener presente que esta Convención constitucional, en su trabajo, deberá aprobar los diferentes aspectos del contenido de la carta fundamental, por al menos dos tercios de sus integrantes lo que obliga entonces a la búsqueda de acuerdos.

Otra posibilidad de fracaso para tener una nueva constitución, además de la falta de acuerdos es que el nuevo texto sea rechazado en el plebiscito ratificatorio o de salida que se realizará al finalizar este proceso con voto obligatorio (a diferencia del plebiscito que fue con voto voluntario). Un evento, que por los propios plazos de la elaboración del texto constitucional no tiene fecha definida para el año 2022 y que depende de factores tales como: No se haga ni en enero ni en febrero. Tampoco antes de 60 días de una elección. Ni dos meses después de una elección.

En caso de que se apruebe la propuesta, Chile tendrá una nueva Constitución y el texto que data de 1980 será derogado. En caso de que se rechace, seguirá vigente la actual constitución pinochetista. Requerimos como el agua para el sediento de dar paso a nuevos protagonistas, donde estén abiertos los canales de participación para aquellos que se lo ganaron en la lucha sostenida, diaria, heroica, que cuando hablemos de representación ella se consiga con la necesaria cercanía hacia aquellos mundos que han estado invisibilizados: movimientos y organizaciones sociales, culturales, pobladores, grupos feministas, pueblos originarios, entre otros.

Esta es una oportunidad histórica para entrar de lleno en la exigencia social (con un pueblo movilizado) de otro eje con el cual exhorta la población:  una asamblea constituyente, frente a un gobierno que pierde legitimidad y que con este plebiscito ha recibido un mazazo del cual va a ser difícil recuperarse.

 Un plebiscito que aumentó la participación ciudadana, que ha dado una señal muy potente para la legitimidad de los cambios necesarios; con un triunfo indesmentible de la opción del apruebo y el mecanismo determinado, que será la convención constitucional paritaria. Y hablo de pueblo movilizado porque la única manera de obligar a que los cambios se lleven a cabo es con la presión de la pobalación, de otro modo la ceguera, la sordera y la mudez seguirán siendo características de este gobierno y de aquellos que vengan en el futuro.

Uno de los resultados visibles de este proceso plebiscitario es la tremenda caída en la votación histórica de la derecha, que mayoritariamente se inclinó por la defensa del rechazo, en especial la UDI que ve mermada las posibilidades de aquel que elija su representante y candidato presidencial.

Es tal la desorientación en el sector derechista, que ya están apelando a que este mundo comience a salir de sus trincheras, entender que ya nada es lo mismo y que al menos, en el plano de la elección de constituyentes logren poner algunos de sus nombres en la elección del día 11 de abril del año 2021.

En esta postura, que algunos llaman pragmática, pero que en mi caso denomino “oportunista” se ubica el sempiterno pre candidato presidencial de la UDI (partido ultraderechista) Joaquín Lavín quien habla de “una nueva etapa que hay que mirar con optimismo.”

Un personaje que hace un llamado a la paz y a salir de las trincheras derechistas, que habla de construir una nueva constitución pero…no desde cero, que es hablar de no enterrar la constitución de Pinochet. Un demagogo, que habla de “crear un gobierno de convivencia nacional, que no sea de derecha ni izquierda, donde se imponga el consenso, que elija a los mejores constituyentes”

Resulta evidente, que los resultados del plebiscito de este 25 de octubre nos demuestran que debemos dar un salto cualitativo, que deje atrás los resabios pinochetistas. Esto, con la claridad que la derecha va a apelar a todo de tipo de maniobras, que suele usar cuando ve que el control se le escapa de las manos: uso de los medios de información gráficos, radiales, televisivos, redes sociales. El poder financiero, el poder militar que incluso le haga avanzar por la posibilidad que sus mentes más termocéfalas piensen incluso en un autogolpe. No hay peligro mayor que una fiera herida.

Hay que estar muy atento a las maniobras de la derecha que hará del gatopardismo su estrategia prioritaria, tratando sibilinamente de presentarse como un sector que incluso tuvo a representantes derechistas por el apruebo, como muestra de esa mentalidad de cambio que dicen poseer.

Es el comienzo del reacomodo que la casta política transversalmente – aquella que firmó el famoso pacto del 15 de noviembre del año 2019 para apagar el fuego social – está fraguando para no ser arrastrada por el carro de la historia, aquel que pasará por encima de todo aquel que no crea que Chile cambió.

Para aquellos que seguirán viendo este plebiscito y sus efectos como una votación más, parte de los crónicos espectáculo electorales en Chile, donde se jugaba al cambio de administrador peor se mantenía igual ese 1% de una élite dueña del país, creo que deben hacerse una urgente introspección.

Analizar con mayor profundidad lo que ha pasado en este país sudamericano. Un país donde se exige un cambio medular de la relación de la ciudadanía con la política.  Un requerimiento acompañado de transformaciones cardinales, no sólo en el mencionado campo político, sino que avanzar en el paso de una democracia representativa a una democracia participativa.

Requerimos un país donde haya una transformación cultural, económica, que de satisfacción global a nuestras necesidades. Donde exista un cambio a fondo en ese estado subsidiario que se impuso en Chile, desde que se plasmó la constitución del año 1980.

Donde la salud no puede seguir siendo una mercancía segregadora y la educación un negocio para el enriquecimiento de mercachifles. Donde el fin de nuestro ciclo laboral signifique un descanso merecido, con una justa retribución frente a décadas de trabajo y no la indignidad de ver a nuestros adultos mayores sometidos a jubilaciones misérrimas mientras los que administran nuestros fondos previsionales se enriquecen hasta la indecencia.

Tal como lo sostuvo mi entrevistado, el político chileno y candidato presidencial Daniel Jadue en segundopaso.es  “el Plebiscito es el evento político más importante de los últimos 30 años” y ello implica, no sólo romper con esta democracia de consensos que se impuso en Chile tras el fin de la dictadura, sino también borrar todo resabio dictatorial donde la constitución del 80 es el símbolo de aquello que hay que enterrar en el basurero de la historia y cuyo primer impulso se ha dado este 25 de octubre del año 2020.

CHILE TRAS EL ROTUNDO TRIUNFO DEL APRUEBO

Recién comienza

Cristian González Farfán

 

desde Santiago 
30 octubre, 2020

Con la luz verde a la redacción de una nueva constitución y en un plazo de apenas dos meses, deberán presentarse las candidaturas para la convención que se encargará de esa tarea. Sujetado por los amarres del pacto partidario, el proceso impone varios obstáculos a los postulantes surgidos de los movimientos sociales. Antiguos rostros de una política deslegitimada podrían retornar con bríos renovados.

El apabullante triunfo del apruebo (78,27 por ciento) en el plebiscito del domingo 25 abrió de inmediato el apetito de los partidos políticos tradicionales para perfilar sus candidaturas a la Convención Constitucional, órgano que la ciudadanía eligió, también por abrumadora mayoría (78,99 por ciento), para que escriba la nueva carta magna que reemplazará a la de 1980. El histórico referéndum convocó a las urnas a más de 7.500.000 electores (50,9 por ciento del padrón), la participación más alta desde que existe el voto voluntario en Chile.

Tras los festejos en la Plaza de la Dignidad y en las calles del país, arranca una carrera contra el tiempo. El 11 de enero de 2021 –en poco más de dos meses– expira el plazo para presentar candidaturas a la Convención. El 11 de abril del próximo año se celebrarán nuevos comicios para elegir a los 155 constituyentes, número que podría variar si el Congreso aprueba una normativa que otorga escaños reservados a representantes de pueblos originarios.

El problema para los más de 5.800.000 electores que el domingo marcaron apruebo con un lápiz azul es que sus preferencias no necesariamente se verán reflejadas en la votación de abril. Según Mauricio Morales, doctor en Ciencia Política y profesor de la Universidad de Talca, «el domingo la gente votó por opciones de futuro, mientras que en abril de 2021 lo hará por candidatos que se desplegarán territorialmente para conseguir los votos. Las campañas serán mucho más personalizadas y en eso la derecha chilena es fuerte. Tanto es así que históricamente ha bordeado el 40 por ciento de los votos. No veo por dónde la izquierda pueda arrasar en esos comicios, ya que irá dividida en varias listas y, en un sistema de representación proporcional, las listas unidas de varios partidos tienden a cosechar más votos».

Morales refiere al método D’Hondt, el sistema de representación proporcional que se aplicará en Chile para escoger a los constituyentes, según estableció el acuerdo político del 15 de noviembre de 2019, celebrado a un mes del inicio del estallido social. Lucía Dammert, doctora en Ciencia Política e investigadora de la Universidad de Santiago, alerta que «puede suceder algo bastante paradójico: si la oposición se divide en muchas listas, es posible que el rechazo tenga más representación en la Constituyente que el apruebo».

¿Los marginales a la Constituyente?

Quienes ven contratiempos en este escenario son aquellos posibles candidatos con una trayectoria reconocida en organizaciones de base, pero que no militan en un partido político. Aunque la ley 21.216 –promulgada en marzo de 2020 y que aseguró la paridad de género de la Convención– consigna que las candidaturas independientes pueden conformar listas propias, ciertamente estas no compiten en igualdad de condiciones con aquellas postulaciones provenientes del establishment partidista.

En este momento, y en atención al contexto de pandemia, en el Congreso existe un proyecto de reforma constitucional que, entre otras medidas adicionales, permitiría a los independientes reunir las firmas requeridas para su postulación a través de un trámite online –la norma establece que para registrar una candidatura independiente deben presentarse las firmas del 0,4 por ciento de los votantes del distrito electoral en cuestión (véase «De nuevo en primavera», Brecha, 24-IX-20­)–. «Lo sucedido en el plebiscito fue un triunfo ciudadano y de las mayorías silenciadas. Por lo tanto, uno de los puntos en que se juega la legitimidad de la Constituyente pasa por que los partidos establezcan mecanismos efectivos de participación de los independientes», asegura Dammert. De hecho, una opción alternativa para los candidatos surgidos del movimiento social que irrumpió el 18 de octubre de 2019 es registrarse dentro de los cupos que entregarán las formaciones partidistas.

Pero por ahora, quienes más despuntan para candidatos a la Convención son caras conocidas de la política de la posdictadura. Por ejemplo, la exministra de Educación Mariana Aylwin (hija del expresidente Patricio Aylwin) ya anunció su postulación. Aunque históricamente militó en la Democracia Cristiana, figura ahora como independiente. Esta semana declaró a Televisión Nacional que hoy se siente más afín a Evópoli, un partido autodefinido como de centroderecha y que el domingo dividió sus votos entre el apruebo y el rechazo.

En contraposición a estas reconversiones de última hora, aparecen nuevas voces en los territorios más precarizados del país. Sol Danor es activista, feminista, líder territorial y poeta de la población La Legua, en la comuna santiaguina de San Joaquín, perteneciente al distrito 10. Desde ese sector emblemático por su extraordinario nivel de articulación social, Sol pretende levantar una candidatura a la Constituyente sin aliarse con ningún partido político: lo hará a través de una lista con otras postulaciones independientes.

«Los marginales tenemos que pintar de colores esta Convención. Peleamos contra una maquinaria gigantesca encarnada en rostros de famosos. Me interesa participar de este proceso, pero si no soy elegida, intentaré incidir de todos modos. Así como está planteada la elección, la Convención no tendrá legitimidad, ya que los mismos partidos políticos deslegitimados tienen todo amarrado. Proponemos desde La Legua que quienes pertenecemos a organizaciones de base trabajemos por un proyecto común, a través de una vocería que nos apoye en los territorios para escribir la Constitución», explica Danor.

Giovanna Grandón, quien se hizo conocida por bailar vestida con un traje del personaje Pikachu en la Plaza de la Dignidad, también piensa postularse a la Constituyente sin la anuencia de un partido político. La Tía Pikachu, como graciosamente la apodan, lleva toda una vida en la población Lo Hermida, en la comuna de Peñalolén, y durante la pandemia ha apoyado a las ollas comunes que se han organizado en todo Santiago (véase «Las ollas de la dignidad», Brecha,19-VI-20). Revela que nunca figuró entre sus planes postularse a un cargo político, pero que sus mismos vecinos la convencieron.

«La gente me empezó a decir: “Tía, usted tiene calle, sabe lo que son las necesidades”. Y ahí decidí postular. Necesitamos personas que sepan la realidad de las poblaciones y los campamentos. Si participan los mismos de siempre –la gente letrada– no sirve de nada cambiar la Constitución. Mi idea es formar una lista de independientes. Ya tengo un staff, aunque sabemos que es difícil: no tenemos la plata para campañas. Yo tengo la ventaja de que soy un poco más conocida por mi personaje», cuenta Grandón, cuya prioridad es inscribirse en el distrito 11 al que pertenece Peñalolén. Aún vacila, porque ese distrito también incluye a La Reina, Las Condes, Vitacura y Lo Barnechea. Estas tres últimas fueron las únicas comunas de Santiago donde ganó el rechazo y en ellas viven personas de altos ingresos.

Para mejorar las condiciones de quienes no militan en un partido, apunta el politólogo Mauricio Morales, la estrategia de la ciudadanía pasa por continuar la senda de la protesta y manifestación en las calles. «Es la presión que más ha rendido frutos», dice el experto, para quien «el casi 80 por ciento obtenido por el apruebo deberá ser considerado por los partidos, tanto al momento de conformar sus listas electorales como al de ofertar su plan programático». En eso concuerda Danor, para quien es clave «no soltar la calle» y «reactivar las asambleas y cabildos territoriales» que florecieron al calor del 18-O.

La estrategia de las Elites

Tanto la ex-Nueva Mayoría (heredera de la Concertación que gobernó durante cinco de los siete períodos presidenciales de la transición posdictadura) como Chile Vamos (coalición de partidos de derecha) han sido ambiguas respecto de los cupos que cederían a candidaturas de la esfera social sin militancia partidista. En respuesta a la aparición de algunos nombres que ya ocuparon cargos públicos, un grupo de diputados de oposición presentó el 28 de setiembre un proyecto de ley que busca impedir que parlamentarios, ministros, subsecretarios o intendentes en ejercicio compitan por un escaño en la Constituyente.

Por el lado de la ex-Nueva Mayoría, el senador del Partido Socialista (PS) Carlos Montes no se pronuncia sobre si su colectividad abrirá o no un porcentaje de cupos para candidaturas independientes del espectro social. Por el contrario, acota Montes, «no soy de aquellos que creen que todas las virtudes están en no ser militante de un partido». La propuesta del PS es la «diversidad» de sus candidaturas y ahí entran a tallar tanto dirigentes de base como militantes socialistas con experiencia. Tampoco Montes detecta oportunismo en que su sector se haya plegado a las celebraciones por la rotunda victoria del apruebo, a pesar de que los socialistas fueron una pieza clave de los gobiernos posdictadura que se sucedieron bajo la Constitución de 1980.

Desde Chile Vamos, el diputado de Renovación Nacional y cara visible de la campaña del rechazo, Sebastián Torrealba, descarta que haya habido una derrota de su sector en el plebiscito. «Es absolutamente irracional pensar que detrás de la votación del apruebo hubo sólo personas de izquierda, de manera que no hay que dramatizar el resultado. Fue la ciudadanía pidiendo cambios y eso no se lo puede adjudicar la derecha ni la izquierda», afirma Torrealba, quien también se cuadra con la diversidad en las inscripciones para la elección del 11 de abril: «Llevaremos nuevos rostros y personas que tienen participación histórica en la política. Yo no concibo la democracia sin partidos políticos».

Mauricio Morales no tiene dudas respecto de la estrategia diseñada por los partidos para incluir a los independientes en sus listas: «No lo harán por convicción, sino por obligación y oportunismo. Seguramente serán independientes conocidos que simularán una renovación en las elites, pero esta solución es de corto plazo». De igual modo, aunque existe cierto consenso en rebajar las barreras de entrada para que los independientes formen listas propias, «los partidos comenzarán a abrir cupos a fin de disuadir a esos independientes de que compitan por sus propios medios».

Para Dammert, «cuando uno ha tenido el poder durante tantos años, es muy difícil dejarlo. Los partidos políticos sólo conocen ciertas prácticas y están tratando de repetirlas para ver si les funcionan». Morales, en tanto, opina que, incluso en el acuerdo de noviembre que encauzó el plebiscito, los líderes políticos supieron «traducir hábilmente ese malestar ciudadano y canalizarlo hacia la Constitución en circunstancias en que la rabia era contra ellos y también contra la clase empresarial. El texto constitucional fue un cortafuegos para evitar una crisis mayor y salvarse del descabezamiento total […]. Sin embargo, la rabia sigue latente», indica.

A juicio del politólogo, la contundente victoria del apruebo «es ciudadana y ningún segmento ideológico se la puede atribuir». Pero también añade que el proceso «ha implicado la derrota absoluta e histórica del pinochetismo y de la derecha más radical». Dammert apunta que el resultado del referéndum sepulta la idea de la polarización del país en dos mitades, ya que «la diferencia es de 80 a 20 por ciento». Lo que sucede, dice, es que «ese 20 por ciento tiene lobby, empresarios, medios de comunicación, pesa el doble».