Antropología y Memoria

 

exclusivoReportaje al antropólogo JOSÉ LÓPEZ MAZZ

El tacuaremboense José María López Mazz , es antropólogo especializado en arqueología, docente grado 5 en la Facultad de Humanidades de la UDELAR y catedrático en el Centro Universitario de la Región Este en Rocha, pero también ha cursado estudios en Argentina, Francia, España, Holanda y otros países. Domina además del español, el francés, inglés, italiano y portugués.

“Yo vengo de la Universidad”.Dice presentándose-” La Universidad tiene una Ley Orgánica que estipula para que es la Universidad, y es para formar recursos humanos que permitan ayudar a resolver los grandes problemas del país, y los desaparecidos son un problema del país, al menos en esos términos fue la Presidencia de la República a pedir apoyo. Y lo que tratamos de hacer nosotros desde la arqueología es darle base materiales a un tema que siempre ha estado en la especulación, tema que ha siempre ha sido de especulado de un lado y de otro, y nosotros lo que queremos es darle base materiales a todas las versiones.”

También Lopez Mazz ya había dicho: “se está muy cerca de dar con las víctimas de los Vuelos de la Muerte (efectuados en el marco del Plan Cóndor de coordinación represiva entre las dictaduras del Cono Sur), en los que “vino mucha gente de Buenos Aires”, y que, seguramente, fue “fusilada y enterrada junta en fosas comunes”.

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1)Ud. por un largo tiempo ha tenido la responsabilidad, conjuntamente con la Udelar. de la búsqueda de enterramientos de “desaparecidos”, muertos bajo torturas o ejecutados, como el periodista Julio Castro. Cual es su visión actual de como se sigue desarrollando estos trabajos de encontrar los restos de desaparecidos?

 La verdad que no se sabe mucho de la investigación.  Para opinar sería interesante saber  ¿dónde se busca ¿ y ¿qué se busca?  Siempre fui partidario de explicar todo, de la  manera más didáctica posible. Es fundamental para retribuir la atención de la opinión pública.

2)Han pasado más de 30 años que el Uruguay reencontró el camino de la democracia. Se han realizado procesos y condenas de oficiales superiores, y del ex Presidente Bordaberry, y el ex Canciller Blanco como civiles. Durante estos procesos se habló de una “operación zanahoria”, que consistía en enterrar y desenterrar cadáveres con fines de hacer desaparecer todo rastro. Sin embargo dicha operación ha sido cuestionada, si existió o no. Ud. cree que oficiales superiores, “metieron mano al trabajo”, para llevarla a cabo?. Es que ningún subalterno ha dicho donde se encontraban esos entierros?. Es que se recibió alguna denuncia, o muestras de arrepentimiento al efectuar esta operación?.

Ese tema  de la existencia de enterramientos primarios y secundarios para mi esta laudado. Ya lo publiqué, lo dije, lo filmé, lo fundamenté, etc. Quién sostenga lo contrario está  obligado a participar en el debate académico, publicando. Luego de 5 años, la posición negacionista no ha pasado el nivel de rumor, de  lo verbal.  Trabajaron fundamentalmente oficiales, pero también  operadores  de máquinas  e incidentalmente algún sub oficial.

3)Recientemente hubo una operación, y robo de informaciones, en el edificio de la Facultad de Humanidades, donde se encuentra el centro operativo de estos desenterramientos. Incluso en un mapa se dejó claramente una amenaza a quienes continúan en ese trabajo. Pasado todo este tiempo, piensa que las FFAA del Uruguay, siguen empecinadas en no dar informaciones, ni mucho menos efectuar tribunales militares para que quienes fueron operativos en esa época, digan lo que saben?.

Las personas que trabajan en estos temas están muy desprotegidos e ignoramos a que extremo. Por eso la exigencia de máxima profesionalización de la tarea, se impone. Hay que respaldar a los jueces, a los testigos y a los arqueólogos.

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4)Tenemos información, que en el mes de Octubre, tanto Ud. como otros colegas de sus especialidades, harán un Coloquio en Paris, en especial, algo que para nosotros y para todos aquellos que desean saber del período negro de la dictadura militar es vital. El estudio y las clasificaciones de los archivos, forman en si la verdadera Memoria Nacional de los pueblos. Nos puede dar un pantallazo de dicho Coloquio y quienes participarán?.

El Coloquio que tendrá lugar los días 12, 13 y 14 de octubre próximos, tiene que ver con el rol que han jugado los archivos, a la hora de escribir la historia,  investigar responsabilidades, y facilitar la reparación. El Ministerio de Affaires Etrangères abrió sus archivos para investigaciones de las pasadas dictaduras militares en el Cono Sur, y en el Coloquio se expondrán experiencias, miradas y análisis de diferentes especialistas. De Uruguay vienen Isabel Wshebor (ex responsable de los archivos de la dictadura por la Presidencia de la República) y la Jueza Mariana Motta. Además estarán investigadores uruguayos que trabajan en Francia.

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Como complemento al reportaje, presentamos dos videos y la transcripción de una mesa redonda en la Universidad de la República, en Montevideo, en el mes de julio del 2015.-

 

 

Crímenes del terrorismo de Estado: «La gente no desaparece»

«30 años de relatos, disputas y silencios sobre los crímenes del terrorismo de Estado en Uruguay» fue el tema del Café & Tertulia organizado el 23 de julio por el Espacio Interdisciplinario. José López Mazz planteó que en este tema la Universidad debe tener «mayor relacionamiento con la población: los desaparecidos son patrimonio de toda la sociedad».

El encuentro comenzó con la exhibición del documental Las manos en la tierra (2010), que se enfoca en el proceso de búsqueda de restos de personas desaparecidas a partir de las primeras excavaciones en predios militares en 2005, y continuó con una mesa redonda. Participaron Álvaro Rico, decano de la Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación y coordinador del equipo universitario de historiadores que investiga sobre detenidos-desaparecidos y asesinados políticos por responsabilidad del Estado, José López Mazz, ex coordinador del Grupo de Investigación en Antropología Forense encargado de la búsqueda de restos de detenidos-desaparecidos durante la dictadura en convenio con Presidencia de la República, Virginia Martínez, ex directora de Televisión Nacional de Uruguay y realizadora de Las manos en la tierra, Juan Faroppa, ex integrante de la Secretaría de Seguimiento de la Comisión para la Paz y actual presidente de la Institución Nacional de Derechos Humanos y Defensoría del Pueblo, y Emilio Crenzel, investigador del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (Argentina), especializado en memoria social, historia reciente y justicia transicional. La periodista Soledad Platero fue la moderadora del encuentro.

LASMANOS

La película Las manos en la tierra recoge los testimonios de José López Mazz, de algunos familiares de detenidos-desaparecidos y de la ex fiscal Mirtha Guianze, entre otros. «La característica del desaparecido es la negación, esa persona no está viva ni está muerta, y eso es lo que han buscado los represores: desligar que esa persona siquiera fue detenida», expresa Guianze en el documental.

Algo similar declara Javier Miranda, actual secretario de Derechos Humanos de Presidencia, cuando se refiere al ingreso de los familiares a diferentes predios militares cuando comenzaban las excavaciones: «una de las cosas centrales en el tema de la desaparición forzada es lo etéreo, lo inasible. La gente no desaparece, o está viva o está muerta, no hay un término medio, entonces el empezar a tocar los lugares, el empezar a hacerlos tangibles, es un cambio sustancial».

Durante la mesa de debate López Mazz hizo referencia a la metodología de trabajo del equipo de Antropología Forense para esta investigación. El grupo tuvo que «hacer un diseño que estuviera a la altura de la situación y que cumpliera el objetivo universitario tan claro que es producir conocimiento original». Explicó que al comenzar la búsqueda de restos, la Universidad y el Poder Ejecutivo discutieron acerca de quiénes deberían liderar las investigaciones, una discusión que incluyó «la relación entre ciencia y política». A partir de la experiencia en Argentina, se resolvió que fuera el equipo de arqueólogos que ofrecía un conjunto de herramientas que habían demostrado ser eficientes en escenarios como el nuestro.

Al principio casi no contaban con información, «un insumo esencial». Ingresaron por primera vez a un Batallón «un día de lluvia, y esperamos que nos facilitaran una información oficial que nunca recibimos. Por eso contactamos al equipo de historiadores de nuestra facultad planteando el problema», relató. «Desaparecidos son patrimonio de toda la sociedad» A lo largo del proceso de búsqueda, que ya lleva diez años, el equipo tuvo que aprender a distinguir cuál era la información de calidad que podía guiar su trabajo, explicó López Mazz. «Separábamos entre información oficial y no oficial, y con el tiempo nos dimos cuenta que no tenía ninguna significación, que la información oficial podía ser totalmente falsa, como cuando se señaló el lugar de enterramiento de la madre de Macarena Gelman.

Y por otro lado personas incidentalmente podían haber visto algo que tenía un valor muy grande para orientarnos hacia un lugar concreto en el cual desarrollar una búsqueda». Dijo que el trabajo arqueológico combina saberes relativos a las ciencias de la tierra, a la verificación genética, la investigación histórica, el estudio de las conductas humanas, y recordó que «el saber del arqueólogo no era a priori bien valorado». En el trabajo desarrollado se demostró que «una estrategia científica de búsqueda es el camino más adecuado para tener expectativas de probabilidad de hallazgo». Destacó que al científico le corresponde tener convicción en el método, porque «cuando se hace un diseño y se ejecutan las actividades que se pensaron, las probabilidades de hallazgo están desde el primer metro cuadrado que se excava hasta el último». Resaltó la importancia de informar sobre las etapas y los detalles de la búsqueda: «es conveniente que la gente sepa dónde se está excavando porque eso generalmente ayuda a que llegue información de manera espontánea». Además afirmó que es necesario que los equipos tengan «un mayor relacionamiento con la población: los desaparecidos son patrimonio de toda la sociedad». Rico realizó un balance positivo del trabajo del equipo de historiadores, dentro de las funciones acotadas que le posibilita el convenio con Presidencia de la República. Las dificultades que enfrentó el grupo de trabajo «son ni más ni menos las mismas que ha tenido el país desde la recuperación de la democracia» en la búsqueda de verdad y justicia y «nunca más».

Eso se tradujo en la presencia de obstáculos a las demandas de los investigadores con relación a archivos o fuentes de información. El equipo se conformó en 2005 e inició su trabajo con los documentos que recibió de la ex Comisión para la Paz. A partir de allí el equipo ha manejado 24 archivos, de los cuales 11 son estatales. En muchos casos la búsqueda fue infructuosa, pero aún así demandó muchísimo tiempo de análisis. Entre lo producido por los investigadores se encuentra la elaboración de una planilla de casi 6000 presos políticos. Actualmente trabajan sobre un universo de 192 víctimas detenidas-desaparecidas —20 más que las que contabilizaba la Comisión para la Paz en 2003—. Además han aportado la publicación de varios tomos que recopilan la información disponible sobre estos delitos  y sobre otras formas de violencia ejercidas por el Estado de 1968 a 1985, en colaboración con la Secretaría de Derechos Humanos.

Con respecto al tratamiento de la información sobre las violaciones a los derechos humanos durante la dictadura y la pre dictadura, Martínez señaló que el rol de los medios masivos ha sido diferente al del cine. Mientras que en Uruguay se han realizado varios documentales —y casi ninguna ficción— sobre esta temática, los medios masivos contribuyeron a su invisibilidad, afirmó. Esa tendencia se empezó a romper cuando comenzaron las excavaciones, e incluso se llegó a realizar un tratamiento «impúdico» de la información, en el caso de María Claudia García de Gelman. Por su parte Faroppa se refirió a la evolución de las relaciones entre el sistema político y el Poder Judicial, señalando que desde 1985 hasta hoy uno y otro se han transferido mutuamente las decisiones relativas a la investigación de los delitos del terrorismo de Estado. La única vía para garantizar que estos hechos no se repitan es la concreción de una reforma constitucional que se origine en una Asamblea General Constituyente, aseguró. Clenzel comentó los aspectos del proceso judicial transicional que se desarrolló en Argentina, atravesó diferentes etapas y finalmente posibilitó la realización de numerosos juicios militares.

El país logró además la creación de instituciones como el Banco Nacional de Datos Genéticos para la búsqueda e identificación de los hijos apropiados por la dictadura, y la formación del equipo argentino de Antropología Forense que luego hizo escuela a escala internacional en la búsqueda e identificación de restos de detenidos desaparecidos. Se implementó una política activa en materia de reparación de las víctimas y sus familiares, se instalaron sitios de memoria localizados en ex centros clandestinos de detención, y se fomentó el aprendizaje de la historia reciente en centros de enseñanza, explicó.

Publicado el viernes 24 de julio de 2015

 

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