Colocan dos placas conmemorativas
Batallón 13: “Aquí enfrentamos al torturador despiadado”
Se instalaron dos placas conmemorativas sobre las violaciones a los derechos humanos cometidas en la entrada de esa unidad militar
Una intensa llovizna caía sobre el centenar de personas, que llegaron al predio del Batallón Nº13 para recordar lo sucedido en ese lugar hace ya cuarenta años. Sobre las 12:15 horas, el intendente de Montevideo, Daniel Martínez, la subsecretaria de Educación y Cultura, Edith Moraes, la alcaldesa del Municipio D, Sandra Nedov, junto a autoridades y representantes de organizaciones sociales destapaban dos placas conmemorativas sobre las graves violaciones a los derechos humanos cometidos en esa unidad militar.
La primera placa refería al Batallón Nº 13: “En este edificio funcionó el Batallón de Infantería Nº 13, centro de detención, desaparición, tortura, muerte y enterramiento clandestino entre 1972-1985. Nunca más terrorismo de Estado”. La otra, a lo que ocurrió en el edificio anexo: “En el Servicio de Materiales y Armamento, funcionó el Centro Clandestino de Detención 300 Carlos, también llamado ‘Infierno grande’, lugar de detención, desaparición, tortura y muerte desde 1975”.
La colocación de las placas es parte de lo dispuesto en los artículo 7 y 8 de la Ley 18.596, que apunta a la restauración simbólica de los hechos ocurridos en dictadura, que incluye la colocación de marcas o señas de memoria en lugares emblemáticos. Con el apoyo de los Municipios D y G, y tras la propuesta de un colectivo de ex presos políticos, se procedió a colocar las placas en este lugar.
En este sentido, Fernando Fucasta -ex preso político y uno de los promotores de la colocación de la placa- dijo que la ceremonia implicó un retorno a un lugar donde “hemos vivido una experiencia que nos ha marcado para siempre”. “Vivimos momentos de compañerismo y solidaridad en situaciones límite que nos enorgullecen, cimentamos convicciones y sentimientos en medio de muy duras condiciones de detención. Aquí enfrentamos al torturador despiadado y su deshumanización”, afirmó Fucasta.
El ex preso político aseguró que la colocación de la placa implica un acto de “memoria necesaria imprescindible para el futuro” de la sociedad uruguaya. “Porque la memoria no es cuestión de pasado solamente, es también promesa del futuro, porque la democracia necesita tener memoria para consolidarse, desarrollarse y perdurar”.
Destacó que el Batallón Nº 13 fue un centro de tortura y detención de “cientos” de personas desde 1972, y que desde esa unidad salieron los tanques que cercaron la Ciudad Vieja en febrero de 1973 -”en lo que se dio a llamar un golpe de Estado técnico”- y también el 27 de junio de ese año “para dar el golpe de gracia a la democracia”, así como tuvo una activa participación en el Plan Cóndor.
Fuscata recordó “las noches de horror” vividas en el centro y el “miedo” que tenían los ex presos políticos “de ser llamado en cualquier momento” y ser llevados a la sala tortura. También que algunos de ellos “llegaron a estar años aquí”.
“Con el paso del tiempo también fue lugar de enterramientos clandestinos, de los cuales hemos podido recuperar un cuerpo, uno sólo, el del escribano Fernando Miranda […] Otros cuerpos señalados como enterrados en este lugar no han podido ser encontrados a pesar de la búsqueda de los antropólogos”. Son los casos de Elena Quinteros, Eduardo Bleier, Juan Manuel Brieba, Carlos Arevalo, Julio Gerardo Correo, Otormin Montes de Oca y Julio Escudero.
Fuscata afirmó que en 1975 se creó un centro clandestino dentro de la unidad militar “en total impunidad”, un galpón con restos de máquinas abren un centro clandestino, que se denominó “300 Carlos” o “Infierno Grande”, y que operó como un centro de “secuestro y tortura a gran escala”, con “condiciones de reclusión particularmente atroces”. “El galpón que utilizaban está intacta y es fácilmente reconocible: la escalera, la sala de tortura, las máquinas y hasta los huecos en el piso”, afirmó Fuscata.
En este centro a los detenidos, apenas llegados se les adjudicaba un número. “Los detenidos estábamos incomunicados y desaparecidos, nadie sabía de nosotros y nuestro futuro era incierto y a aterrador. No sabíamos si iban a blanquear nuestra situación o no, si sabíamos que nuestra vida no les importaba”, afirmó Fuscata.
“Hemos pasado por este centro muchos compañeros, hoy queremos recordar y homenajear a aquellos que luego de pasar por los horrores vividos han fallecido por las secuelas de la tortura”, así como a los familiares “que dieron una batalla incansable e indoblegable por sus familiares, compañeros y amigos”, así como “a todo el pueblo solidario del Uruguay que supo dar la lucha y terminar con las cárceles y la Dictadura”.
“Esperamos que, a más de cuarenta años de los hechos, la lenta Justicia uruguaya rechazando todas las chicanas interpuestas por los militares, y aplicando la noción de crímenes de lesa humanidad, ante el cúmulo de pruebas pueda dictar rápidamente sentencia en estas causas”, dijo Fuscata, al tiempo que pidió que ese lugar cargado de historia pueda convertirse en un espacio de memoria”.