Sobre el Juicio en Roma al “Plan Cóndor”

A propósito del juicio en Roma

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*Dardo Artigas sosteniendo la pancarta de su hermana desaparecida Asunción Artigas, en la Marcha del Silencio de 2015.

Foto Santiago Mazzarovich.

Sebastián Artigas

Lunes 31 de octubre (…) muchos de nuestros camaradas y amigos se han visto obligados a terminar su existencia en la cárcel o en el exilio; sin embargo, en última instancia, esto servirá para enriquecer la historia revolucionaria: nuevas generaciones aprenderán la lección. Fragmento de una carta del revolucionario Kote Tsintsadze en 1928, citado por León Trotsky en “Ante la tumba recién cavada de Kote Tsintsadze” The Militant, 15 de febrero de 1931

Una mañana de otoño en una estación de tren italiana, un inmigrante uruguayo emprende viaje hacia la ciudad de Roma, camino por segunda vez al juicio por el Plan Cóndor para asistir a los alegatos finales de los abogados, donde se reveló información importante en el tema de DDHH y la historia del Uruguay. Mientras en nuestro país, la información sobre el juicio pasó casi desapercibida, levantada por casi ningún medio, salvo honrosas excepciones, en épocas donde el término “cerco mediático” está de moda, este es un buen ejemplo de ello, seguramente porque hay muchos intereses en juego y muchos interesados de que de esto no se hable, incluso de sectores y personas que usted menos se podría imaginar en primera instancia. Escribir este artículo para mí, es un pequeño acto de justicia, para todos aquellos compañeros que perdimos en los años setentas y para todos aquellos que han seguido luchando por mantener entre nosotros su memoria y peleado por que se haga justicia a lo largo de las décadas.

El momento de la memoria y la justicia

Ese inmigrante uruguayo que se tomó solitariamente ese tren rumbo a Roma, en el medio del silencio de su país de origen, es mi padre Dardo Artigas, son esas manos que aparecen en la foto de este artículo sosteniendo la pancarta con la foto de su hermana desaparecida Asunción Artigas, en la marcha del silencio de 2015 que coincidió con la última visita que hizo al Uruguay para reencontrarse con su familia. Me sorprendió en aquel mayo de 2015 cuando me dijo que iba a asistir a la marcha, ya que desde hace tiempo, por las vueltas de la vida, se había alejado de una participación activa. Pero esa acción fue un anuncio de lo que se venía, por esa época me contó de su involucramiento en el juicio en Roma, y que concretó en su primer viaje donde realizó su testimonio , hace ya casi un año, como testigo. Por las vueltas del destino, un laburante de toda la vida uruguayo, que se tuvo que exiliar del país al quedar desocupado luego de la crisis del 2002, pudo reconectar en el país que lo recibió: Italia, con una historia que en sus palabras: “luego de esperar más de 30 años pude ver que comenzó a pasar lo que tuvo que haber pasado en Uruguay”.

De una familia obrera del barrio La Teja, cuyo padre y mi abuelo Óscar Artigas era un obrero anarquista de la ANCAP, y su madre y mi abuela Blanca Nilo una luchadora de toda la vida que en la última parte de ella luchó con todas sus fuerzas para saber qué pasó con su hija Asunción, su yerno Alfredo Moyano y su nieta que la pudo recuperar, Victoria Moyano Artigas mi prima nacida en el Pozo de Banfield que en su momento también testimonió en el juicio. Paréntesis aparte, lamentablemente mi abuela, militante histórica de DDHH que en su momento viajó a Europa y dijo sus verdades ante una conferencia de la ONU siendo una humilde mujer de familia obrera que no había terminado la escuela, murió sin poder recuperar los huesos de su hija y su yerno. En su momento, siendo un adolescente, mi padre también se tuvo que exiliar del Uruguay de la dictadura a fines de los años setenta, junto con su hermana y su cuñado, con los que compartió un período de la vida que todavía recuerda vivamente y que se terminó cuando se tuvieron que separar por cuestiones de seguridad, y él volver al Uruguay, poco antes que su hermana Asunción y su cuñado Freddy desaparecieran.

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*Mi abuela Blanca Nilo, madre de Asunción Artigas

Desde esos orígenes, un día Dardo Artigas continuó con un camino que en mi familia hemos aprendido a conocer muy bien, el camino de la memoria y la justicia. Y en realidad él no iba solo, como me comunicó en el momento que emprendía el viaje, él iba acompañado por su hermana Asunción, su querido cuñado que era como un hermano Freddy y su madre Blanca, como me dijo él: “ellos siguen estando con nosotros y de nosotros depende que así siga siendo”.

La chacra del FUSNA

Mi viejo me dijo en los últimos días que “conocemos que existe la chacra pero no podemos entrar”, porque el Uruguay es el reino de la impunidad y los pactos que la garantizan, en ello hay diversos intereses de sectores de poder económicos y políticos del más diverso espectro. Hay una pelea por la verdad histórica y hasta ahora ha prevalecido la verdad de algunos, los cuales son los principales interesados que no se conozcan muchas cosas. El juicio ha demostrado cómo las diversas ramas de las fuerzas represivas han tenido su parte y en este caso la Armada a través del FUSNA en la represión a los Grupos de Acción Unificadora (GAU) a fines de los setentas, que tiene a Jorge Tróccoli como responsable de la misma y que actualmente en Italia recae sobre él la posibilidad de la cadena perpetua por sus crímenes de lesa humanidad. Se ha demostrado la barbarie y la sistematicidad de la represión en los setentas en el marco del Plan Cóndor y puesto a la luz la importancia de la investigación sobre determinados lugares como centros clandestinos de tortura y lugares que hayan sido el destino final de los militantes detenidos en Buenos Aires durante ese operativo represivo contra los GAU. Uno de mis otros dos tíos, quienes también fueron presos políticos en dictadura, es Alberto Artigas (el mayor de todos los hermanos) que estuvo recluido por el FUSNA y durante mucho tiempo su testimonio de haber visto a su hermana Asunción por esas fechas en ese lugar, fue tomado como erróneo e incluso se lo tomaba por loco, porque supuestamente su hermana estaba en Buenos Aires. Ahora la historia toma una vuelta de tuerca en torno a ese recuerdo de ese momento.

Cuando salgas de acá tu misión va a ser que no nos olviden Cuando el criminal de lesa humanidad José Gavazzo, entró un día, metralleta en mano en la casa de mis abuelos en La Teja y amenazando a mi abuela de que se iba a llevar a todos sus hijos, lo enfrentaron cara a cara dos pequeñas mujeres (solo de físico) que fueron mi abuela Blanca y mi tía Asunción, como lo testimonia mi padre en el juicio.

Ese recuerdo muestra, como siempre me dice mi viejo, la personalidad y el coraje que tenían esas mujeres. Años después mi tía en el centro de reclusión en Buenos Aires, le decía, entre otras cosas, a los compañeros y compañeras que posteriormente sobrevivieron: “cuando salgas de acá tu misión va a ser que no nos olviden”.

Y es así, no nos olvidamos, ellos y ellas siguen estando en nuestra memoria y luchando con nosotros por un mundo más justo.

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“La justicia que tarda, se transforma en injusticia”

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Con Jair Krischke Mucho tiempo y mucha lucha

En Montevideo, Amalia Antúnez

“El primer testimonio que di por este juicio fue en 1999, en la embajada de Italia en Buenos Aires”, recuerda Jair Krischke, presidente del Movimiento de Justicia y Derechos Humanos de Porto Alegre (MJDH), cuando se le pregunta acerca del pedido de cadena perpetua elevado por la fiscalía italiana contra 27 militares del Cono Sur acusados de la desaparición forzada de ciudadanos italianos en el marco del Plan Cóndor.

El año pasado Krischke fue convocado nuevamente a prestar testimonio en ese juicio y aprovechó la ocasión para alcanzar una serie de documentos probatorios de la existencia del Plan Cóndor en el Cono Sur. Hasta entonces, la justicia italiana no poseía datos concretos de la importancia que tuvo el aparato represor brasileño en esta operación. “Brasil realizó gestiones mucho antes de la famosa reunión de Santiago de Chile que da origen al Plan Cóndor”, señaló Jair.

La documentación presentada por el dirigente del MJDH evidencia que Brasil contaba con una gran central de inteligencia en la embajada en Montevideo que dirigía los operativos represivos en la región. “Después de 17 años de trabajo en este juicio, de juntar documentos, testimonios, etcétera, me queda el sabor amargo de saber que uno de los requeridos vive plácidamente en Santana do Livramento, en la frontera entre Brasil y Uruguay”.

Se trata del coronel (r) Pedro Mato Narbondo, que huyó a Brasil y se convirtió en ciudadano brasileño y como tal, porque así lo dispone la Constitución de ese país, no es pasible de extradición. “Mato Narbondo no puede ser extraditado, pero podría perfectamente ser juzgado en Brasil. En este momento estoy estudiando este caso a la luz del Tratado del Mercosur para ver si hay algo que se pueda hacer”, informó.

Fueron demasiados años, mucho tiempo y mucha lucha, y así como los represores murieron sin ser juzgados; familiares de sus víctimas también han muerto ignorando el paradero de sus seres queridos y sin la satisfacción de que estos homicidas fuesen condenados. “La justicia que tarda se transforma en injusticia – lamenta Jair – y estamos ante un caso así. Sin dudas que esta condena tiene un peso político muy importante porque sienta un presente judicial, pero ya no sirve como un acto de justicia propiamente dicho”. “Cuando me tocó ir a mediados de este año a la corte de Roma, donde se desarrolla este proceso, noté la frialdad con que es tratado el tema, y hasta me topé con la falta de rigurosidad con que se mueven algunos, desde el abogado de los familiares hasta ciertos intérpretes”.

Jair declaró que afortunadamente la persona encargada de realizar la interpretación de sus declaraciones era un muchacho uruguayo que tenía conocimiento del Plan Cóndor, “pero se dio el caso de una intérprete que creía que este plan tenía que ver con algo económico”, se asombró. Krischke recordó también algunos tecnicismos a los que tuvo que estar atento para que sus declaraciones no perdieran fuerza y la documentación que llevaba fuera aceptada como prueba.

“Fue muy doloroso para mí ver cómo se desarrolló todo este proceso, y eso que soy apenas un investigador sobre el tema. Me imagino cómo se habrán sentido los familiares”, finalizó.

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 Reportaje de Radio Uruguay
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Italia: avanza el “juicio histórico” sobre Plan Cóndor

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