Caetano: entre “olvido y Justicia”

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Gerardo Caetano: “El antónimo del olvido es la justicia”

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El historiador señala que memoria, verdad y justicia son inseparables y que el rito cívico de esta noche debe ser genuinamente radical: “Debe ser una lucha por el futuro más que por el pasado”. No cree en el punto final y ve buena voluntad del presidente para esclarecer los hechos, pero lamenta la falta de avances.

¿Existe una “cultura de la impunidad” en Uruguay?

Me parece un poco fuerte hablar de una “cultura de la impunidad”, dominante y exclusiva en el país. No lo creo, o por lo menos reconozco que no quiero creerlo, para no caer en aquello de la “profecía autocumplida”. Pero no cabe duda de que hay bases culturales que están cimentando —en la acción o induciendo a la omisión o a la desmemoria ciudadanas— un fondo de impunidad que encuentra eco en una zona ampliada de la población.

El repudio a las gravísimas violaciones a los derechos humanos durante la última dictadura cívico militar debería ser una causa nacional y el cimiento de una nueva cultura de los derechos humanos. Veo con gran preocupación que las causas de la verdad, de la justicia, de la memoria y de la reparación, pues ese es el programa integral, comienzan a perder apoyo, incluso en sectores que uno hubiera proyectado como seguros respaldos a una política de esa naturaleza.

¿La memoria se cimenta mejor que la justicia y la verdad?

Lo he señalado muchas veces. Creo que son valores y principios no escindibles, al igual que la reparación. Son valores centrales de una misma visión integral de toda una política y de toda una nueva visión de eso que comporta una auténtica “cultura de los derechos humanos”. Cada vez estoy más convencido de que resultan valores que no pueden ser intercambiables. Aquello del trueque entre verdad por justicia resultó una apuesta totalmente fallida. Contra el “pacto de silencio” de los responsables, lo único cierto es que sólo hubo más verdad cuando hubo más justicia. La historia de estas décadas pero también la experiencia internacional nos revela que son objetivos que sólo pueden marchar unidos. Y que la paz y el Estado de derecho sólo se logran en profundidad como consecuencia de más verdad y de más justicia. Como ha dicho el historiador judío Josef Yerushalmi: “El antónimo del olvido es la justicia”.

¿Qué representa el 20 de mayo para la sociedad?

Los 20 de mayo y la Marcha del Silencio se han convertido en un símbolo de lucha por la República, por la vigencia de la justicia, de la verdad, la memoria y la reparación como expresión irrenunciable, no intercambiable, de los valores republicanos y democráticos que sintetizan buena parte de la identidad nacional de los uruguayos. Los muertos plurales del 20 de mayo (Zelmar, el Toba, Rosario, Willy y el doctor Liberoff) expresan no sólo a la izquierda sino a todo el arco ciudadano y su aspiración democrática.

¿Qué invoca el concepto de desaparecido para la sociedad?

La desaparición forzada de personas es uno de los mayores escándalos que puede sufrir una sociedad. El Estado, que tiene como primer deber proteger a los ciudadanos, se convierte en asesino, en terrorista de su pueblo, afirmando esa ignominia con el negacionismo subsiguiente y los “pactos de silencio” que bloquean los caminos a la justicia y a la verdad. Siempre pienso que no podemos perder la sensibilidad frente a ese delito que se sigue cometiendo en el presente, que nos sigue afectando a todos, en especial a los familiares, pero no sólo a ellos.

¿Qué siente cuando se acerca el 20 de mayo? ¿Participa en las marchas?

Siempre que he estado en el país he concurrido puntualmente a las marchas del 20 de mayo. Significa el rito cívico de una causa que yo concibo como de las pocas en las que se debe ser genuinamente radical, en el sentido de ir a la raíz, de sentir que es una lucha por el futuro más que por el pasado. Y además, es la expresión de la protesta y de la reivindicación “no violenta”, lo que para mí es central. Ese silencio, con los nombres imprescindiblemente presentes de los desaparecidos, nunca me ha dejado de emocionar y de convocar. Es una lucha que no tendrá, no puede tener, “punto final”, pues tiene que ver con valores que hacen al futuro en una democracia.

¿Por qué cree que Vázquez tiene la voluntad política para avanzar?

No creo que Vázquez carezca de voluntad política, por lo menos en este momento, para avanzar en verdad y justicia. La apuesta del Grupo de Trabajo por Verdad y Justicia pareció indicar en el arranque de su segunda administración en 2015 una orientación diferente. Incluso contrariando la visión de aquellos que advertían, con la eventual restauración, de una política que tendiera a avanzar en la verdad pero no en la justicia. También es cierto que el tiempo pasa y los resultados concretos no se logran. Ha sido y es sin duda una apuesta muy fuerte, que hay que mantener firme. Pero hasta ahora al menos, lamentablemente, no ha podido generar resultados tangibles y concretos. Es un campo muy sensible y difícil, en el que empiezan a emerger diferencias y controversias preocupantes, cada vez más visibles.

Debe anotarse también que desde la oposición las señales han sido renuentes, incluso reactivas (con muy pocas excepciones), mientras que también desde sectores del propio oficialismo hay actores que no parecen ver con mucho entusiasmo ni calor la profundización de estas políticas. Estamos, sin duda, en un momento de inflexión y la falta de avances significa retroceder. Incluso para defender lo que se ha logrado resulta imperativo obtener resultados concretos en los cuatro principios anotados. Y aunque suene obvio, no resulta trivial el señalamiento de que no basta con la voluntad.

 

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