Argentina: la nieta 126

  Abuelas de Plaza de Mayo anunciaron que encontraron a nieta 126

04 • dic. • 2017

Mediante un comunicado, Abuelas de Plaza de Mayo informó con “inmensa alegría” que encontró a una nueva nieta, la 126.

Mañana al mediodía darán una conferencia para revelar su identidad y la de su familia. Allí estarán presentes “familiares y compañeros de militancia del padre y la madre” de la nieta recuperada.

Abuelas de Plaza de Mayo también solicitó a “la prensa y la sociedad” que tengan “la prudencia, el respeto y la confidencialidad que estas noticias requieren”.


  05 de diciembre de 2017

La nieta 126 compartió su alegría con las Abuelas de Plaza de Mayo

“Se me completó la vida”

La joven es hija de Edgardo Garnier y Violeta Graciela Ortonali, ambos aún desaparecidos. “¡Bienvenida!”, la recibió Estela de Carlotto y destacó que “su familia la buscó siempre”. Ella dijo estar “plena”, celebró tener “una abuela” y enfatizó: “No pudieron: el amor le ganó al odio.

“¡Bienvenida nieta 126!”, con esas palabras y una inmensa ovación, las Abuelas de Plaza de Mayo presentaron a la nueva nieta recuperada que ayer se enteró que es hija de Edgardo Garnier y Violeta Graciela Ortonali, ambos aún desaparecidos. “Su familia la buscó siempre. Fueron de los primeros en hacer la denuncia en Abuelas”, contó Estela de Carlotto sentada junto a la nieta y la hermana del joven secuestrado en 1977. “Estoy feliz, estoy plena”, aseguró la joven, quien celebró tener “una abuela” y dijo que se le “completó la vida”.

Violeta Ortonali fue secuestrada el 14 de diciembre de 1976, con ocho meses de embarazo, contó Estela de Carlotto. “Edgardo buscó por todos lados a su mujer hasta que el 8 de febrero de 1977 también el fue secuestrado. Su familia continuó la búsqueda y fue una de las primeras en hacer la denuncia, pero nunca hubo ningún dato concreto sobre la pareja ni el niño o niña nacida en cautiverio… hasta ahora”, contó la presidenta de Abuelas, al inicio de la conferencia.

La joven se acercó al Área de presentación espontánea de la sede de Abuelas para consultar por su identidad porque alguien de su entorno familiar le había dicho que no era hija biológica de la pareja que la crió. “Me enteré que no era hija biológica de mis padres un sábado y el lunes siguiente ya estaba acá para preguntar si era hija de desaparecidos, más que nada por mi fecha de nacimiento”, contó la nieta, que no podía contener la felicidad. 

Contó que le dieron turno para hacer los análisis en la Conadi y que cuatro meces más tarde la llamaron para decirle que no había habido compatibilidad con el registro. “Seguí mi vida pensando otra historia, que me habían abandonado, por ejemplo, pero no podía tener certeza, tenía que aprender a vivir con eso. Dónde iba a buscar cuarenta años más tarde”, se dijo después del llamado.

Ayer, sin embargo, la nieta recibió el llamado. “Me dijeron que había información que me tenían que dar personalmente y ahí sospeché, me puse muy ansiosa y una compañera de trabajo me acompañó”, siguió contando cómo fue que recibió la noticia.

“Estoy feliz, estoy plena”, celebró la nieta al compartir la noticia.  “Se me completó la vida. La sensación de pasar de pensar que fui abandonada, no deseada, a sentir que fui una persona muy querida, muy deseada, muy buscada, que tengo una familia hermosa y que tengo una abuela, ¡no lo puedo creer!”, siguió su relato la nieta, que todavía “no caía” y estaba en shock.

Hacia el final de la conferencia, la joven alentó a que todos los jóvenes que tengan dudas se acerquen a Abuelas. “No pudieron: el amor le ganó al odio. El amor es más fuerte que el odio, siempre”, celebró la nieta 126.


  Derechos humanos

La emoción de una abuela: “No esperaba esta alegría”

“Estamos con una alegría que no cabemos en nuestra persona”, afirmó Blanca Díaz de Garnier, abuela de la nieta recuperada 126.

Blanca Díaz de Garnier tiene 86 años. Vive en la provincia de Entre Rios (Argentina). Hace cuarenta años que buscaba a su nieta, secuestrada en 1976 cuando aún estaba en el vientre de su madre. Y, finalmente, la encontró. Se trata de la nieta recuperada 126. “Tuve 40 años de espera. Estamos con una alegría que no cabemos en nuestra persona”, afirmó Díaz de Garnier, al enterarse de la noticia del hallazgo.

    La recuperación de la nieta fue anunciada este lunes por organización Abuelas de Plaza de Mayo. Y con el paso de las horas se conoció parte de su historia. La joven es hija de Edgardo Garnier y Violeta Graciela Ortonali. Ortolini fue secuestrada a fines de 1976; tenía 23 años y cursaba el séptimo mes de embarazo. Garnier fue secuestrado en febrero de 1977. Eran militantes del Frente de Agrupaciones Eva Perón (FAEP), una escisión del Frente Universitario de la Revolución Nacional. Ambos están desaparecidos.

La noticia de la recuperación de la nieta fue celebrada por su familia, sobre todo por su abuela. “No esperaba tener esta alegría. Veía recuperar a otros nietos y me decía ‘a mí nunca me toca´. Más gozo no puedo pedir”, dijo Garnier, en declaraciones a Radio 10. Abuela y nieta hablaron por teléfono apenas se conoció la noticia, según informó Estela De Carlotto, referente de las Abuelas.

Hasta ahora se conocen algunos detalles de la vida de la nieta. La mujer -que tiene 40 años- es abogada. Ella misma se acercó a hacer los análisis de ADN para conocer su identidad y se quiso contactar con su familia ni bien conoció su verdadera identidad, informó el diario Página 12. Quienes la criaron están fallecidos. “Se encuentra feliz de saber la verdad. Es la frescura en persona, la valentía que tiene… triunfó, vino, preguntó y supo su verdad”, dijo De Carlotto.


  6 de diciembre de 2017

 Entrevista a Adriana, hija de Violeta Ortolani y Edgardo Garnier, la última nieta en recuperar su identidad

“La verdad, es lo mejor que nos puede pasar”

Reveló que llegó a la pareja que la crió a través de una mujer que tenía un contacto con un comisario y traficaba con bebés. Que pagaron para tenerla. “Fue durísimo sentir que en un momento me transformé en una cosa”, le dijo a PáginaI12.

Por Victoria Ginzberg

 

Entró a la sala del primer piso de la casa de Abuelas de Plaza de Mayo entre aplausos. Se sentó, a un lado estaba su tía Silvia, al otro Estela Carlotto. Miró a lo lejos, a los fotógrafos, camarógrafos, periodistas, amigos y compañeros de sus padres que llenaban la sala. Sonrió, se rió y dijo “guau” por lo bajo. Después suspiró. Estela contó que era la hija de Violeta Graciela Ortolani y Edgardo Roberto Garnier, secuestrados y desaparecidos en diciembre de 1976 y febrero de 1977. Tenía un collar con la letra A, pero durante la conferencia de prensa no se pronunció su nombre. “Adriana”, dijo, cuando se lo preguntaron, casi al finalizar.  

 

Adriana escuchó con las manos entrelazadas con su tía Silvia la historia de sus padres que contó Estela. En los minutos que duró el pequeño relato, cambió risas por emoción. Sonrió cuando mencionaron que su padre tenía un taller de reparaciones que se llamaba “el pollo eléctrico” y acotó “yo tampoco”, ante el dato de que su mamá “no era de salir ni ir a bailar”. Cuando finalizó su presentación en sociedad como “la nieta 126”, bajó a compartir otro rato con su familia, amigos y compañeros de sus padres que habían ido a conocerla. En una pausa de la vorágine que había empezado 24 horas antes, cuando en la Comisión Nacional por el Derecho a la Identidad le informaron que era hija de desaparecidos, habló con PáginaI12 y contó algunos detalles de su búsqueda. Reveló que llegó a la pareja que la crió a través de una mujer que tenía un contacto con un comisario y traficaba con bebés. Que pagaron para tenerla. Y que fue duro sentir que en algún  momento se transformó en una cosa. Aseguró que las personas que la anotaron como si ella fuera su propia hija no sabían que sus padres estaban desaparecidos, ni que su madre la había parido en cautiverio y luego había sido asesinada y que ella era también una beba secuestrada a la que su familia estaba buscando. Pero contó que en algún momento comenzaron a sospecharlo y decidieron callarse. A sus apropiadores les dice padres de crianza o papá y mamá o viejos. A Violeta y Edgardo también les dice padres. O viejos. . Casi todo es nuevo, las palabras se van acomodando.    Quizás otras cambien con el tiempo.  

¿Cómo fue el momento en que te confirmaron que eras hija de desaparecidos? 

–El lunes a las diez y media me llamaron pero no me dieron la noticia. Me  dijeron ´tenés que venir, tenés que venir´. Estaba en un estado de mucha ansiedad, de por sí soy ansiosa, caminaba por las paredes. Iba a ir después del trabajo pero llamé y dije ¿puedo ir ya? Me mostraron documentación, cuestiones de laboratorio, técnicas y de a poquito me fueron contando.  Hace un año y medio que vivo con un vacío… que vivía. Porque me había dado negativo un primer análisis. Traté de que ese vacío o dolor que tenía se hiciera compañero, que no jodiera. Me explicaron que se agregaron muestras genéticas de mi abuela materna y ahí dio recontrapositivo. Y acá estoy, no entiendo más nada, me sumergí en esta vorágine de encuentros, de mucho amor. De pensar que fui un bebé no deseado y abandonado a saber que fui deseado y buscado durante 40 años. Estoy plena de felicidad. 

–Te enteraste de que podías ser hija de desaparecidos después de que murieron las personas que te criaron. ¿Habías tenido algunas dudas antes? 

–No hubo un quiebre de aguas. Fue paulatino y fueron una serie de indicios que se fueron juntando. Más que nada era un pálpito. Lo primero que se me viene a la cabeza es el lugar donde nací, o donde me registraron: Wilde. Toda mi familia de crianza era de Capital. Yo le preguntaba a mi mamá y ella se ponía nerviosa. Me sonaba raro, porque no conocía Wilde, supuestamente me fueron a tener allá y me trajeron. No tenía fotos del embarazo y ella me hablaba mucho de cómo era yo de chiquita. Pero cuando le preguntaba del parto… ahora ato cabos. Para ella fue heavy. Creo que no fue feliz a pesar de tenerme y a pesar de tener teóricamente una familia normal.  

–¿Y cuándo te enteraste de que podías ser hija de desaparecidos?     

–Cuando fallece mi mamá yo estaba muy enojada con ella. Habíamos discutido antes y ella se cae en la calle. Tiene un coágulo y la operaron de urgencia. Estuvo dos meses agonizando. Fue horrible. Siempre quise complacerla, darle una felicidad que no tenía. A veces me sentía culpable, me dolía. Y cuando se muere me deja vacía, el mundo se me viene abajo, me separé. Estaba muy mal. Mi tía de crianza, la hermana de mi papá, quería decírmelo, porque no compartía la forma que tenían mis viejos de ocultar, pero estaba esperando el momento. Y una vez, hablando con la mejor amiga de mi vieja le dije “a veces se enojaban conmigo y yo no entendía por qué y a veces sentía que era adoptada”. Lo dije como si ser adoptaba fuera algo malo, pero quería decir que a veces era como que me desconocían. Y ella me dice “y si fueras adoptaba ¿qué?”. Yo: “bueno, nada. O sí, todo. Si soy adoptada quiero saber”. Me dijo que no, trató de arreglarlo, pero me quedó la duda. Le conté a una amiga, pero yo era hasta parecida a mi mamá de crianza. Muy parecida. Pero mi amiga me dijo: “¿Y si fueras parecida de casualidad? Yo te acompaño a Abuelas, hacete el ADN”.

–La opción fue enseguida Abuelas, ya pensaban que eras hija de desaparecidos. 

–Soy del 77.  Pero primero hablé con mi tía. La llamé por teléfono y se quedó en silencio. Ella quería decírmelo pero no así, no en ese momento. Me lo confirmó y me dijo: “lo que quieras saber contá conmigo”. 

–¿Ella también sabía o suponía que podías ser hija de desaparecidos?

–Mis viejos lo empezaron a sospechar cuando yo tenía 12 o 13 años. Ella me dijo que mi papá sospechaba y que estaba angustiadísimo. Mi mamá había tenido un embarazo que no llegó a término, no sé si le hicieron mal el raspaje pero se le hizo una infección y la tuvieron que vaciar, casi se muere. Se anotaron para adoptar, esperaron doce años. Una vecina del barrio tenía un hermano que era comisario y no sé como se hizo el contacto. Les ofrecieron que si aparecía algún bebé en adopción… bueno, adopción flojita de papeles, pero no sustracción de bebés. Ellos en la desesperación dijeron sí. Un día llamaron por teléfono y le dijeron “ya tenemos eso”. Y ella preguntó ¿rosa o celeste? Para comprarme la ropita. Le dieron la dirección y le cortaron. Me compraron ropa blanca y me fueron a buscar a Wilde, a una clínica, que no sé si existió o era un montaje. Había una partera o una enfermera. Al otro día hicieron los papeles y chau, me anotaron como hija. El mismo comisario le había conseguido un nene a su hermana, era un tema de tráfico de bebés, pero no se imaginaron esto. 

–¿Tu mamá dónde te tuvo?

–Aparentemente en Quilmes, pero eso lo están averiguando. En cautiverio por supuesto. 

–¿Para que te entregaran hubo plata de por medio?

–Sí. La amiga de mi mamá me dijo que mis viejos vendieron todo para conseguirme. Fue duro eso, sentir que en un momento me transformé en una cosa. Eso fue durísimo.  

–¿Durante tu infancia y adolescencia sabías algo sobre los desaparecidos?  

–Supe cuando fui más grande, como a los quince. En mi casa trataban de evitar el tema. Creo que ya empezaron a dudar. Por ejemplo, con la película La Historia Oficial mi vieja no quería saber nada. Después fui atando cabos. Yo la vi de grande y dije “con razón”.

–¿Cómo fue el encuentro con tus familiares?

–Fue fuerte. Primero conocí a mi prima. Después a tres amigos de mi papá.  Hoy (por el martes) a mis tías y falta mi abuela. Sentí que me conocían de toda la vida . Y sentí la búsqueda, los 40 años, es un montón, es una vida. Por eso cuando me dijeron “tomate tu tiempo, cuando quieras los conocés” dije “Ya ¿cuánto tiempo más vamos a esperar?”.  

–¿Qué sabes de tus papás, qué te llamó la atención de lo que te contaron hasta ahora?

–Que eran buena gente, que tenían ideales, que eran valientes y que puedo estar orgulloso de eso. Y que hacían una linda pareja, que estaban súper enamorados, que fui deseada, vi una foto del casamiento. Me da mucha tristeza que su historia no pudo continuar. Me acuerdo de mis padres de crianza, de sus fotos y momentos y pienso que ellos disfrutaron lo que mis padres biológicos no, lo que a mis viejos les fue truncado.

–¿Y de sus secuestros? 

–A mi mamá la secuestraron el 14 de diciembre de 1976 con ocho meses de embarazo. Tenía fecha para el 20 de enero de 1977. A punto de parir la secuestran, parece que la torturaron. Mi papá estaba desesperado. Todavía me estoy desasnando. Se había ido a ver a su familia a Concepción del Uruguay para decirle que iba a buscar a su mujer y su hijo. No le importaba nada. Eso fue re lindo y re triste. Fue a buscar hasta en los cuarteles. Quería sacarme a mí y lo chuparon a él también. Fue un horror. Pero a pesar de esa tristeza, es lo que dije en la conferencia, no pudieron, el amor le ganó al odio. El amor es más fuerte que el odio. 

–Tus padres de crianza te mintieron durante un montón de tiempo. Capaz es prematuro hablarlo ahora, pero ¿te das cuenta de eso?

–Si. Al principio sentí bronca, bronca, bronca. Por la mentira. Lo sabía toda la familia y lo tenían que callar y yo me sentía una boluda enorme. Eso me jodió un montón. Pero creo que mis viejos lo padecieron, no fue gratis. 

–¿Y ahora cómo te sentís?

–Estoy feliz. Feliz y plena. Y con mucho miedo, pero un miedo lindo. Es decir, a lo que me depara… aunque todo lo que me depare va a ser mejor. Pero conocer a tanta gente y organizarme… Tengo familia por todo el país. Y hay muchos amigos que conocían a mis viejos y que hoy me abrazaron como si nos conociéramos de toda la vida. Son de sangre y no de sangre, pero son la historia que me hubiera tocado vivir. 

–Dijiste en la conferencia que hacías esto también por otras personas que pueden estar dudando.

–Les digo que se manden, que ni lo piensen, porque la verdad es lo mejor que les puede pasar, que nos puede pasar. Que se pongan en el lugar de esa familia que hace 40 años los está esperando. En mi caso digo que es maravilloso, porque te esperan con una alegría y una felicidad que no se puede describir con palabras. La tenés que sentir. Hoy siento que mi autoestima está muy entera, que desborda, antes estaba medio apachurrada, medio triste, como una plantita que había que regar bastante. Ojalá que mi historia pueda ayudar. Lo que nos pasó fue un horror. No tiene comparación la maldad que hubo en el país. Que no ocurra nunca más. No nos lo merecemos como personas ni como país.

 

 

 

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