Histórico, pese a todo
Concluyó juicio por la ESMA en Argentina.
DANIEL GATTI
La “megacausa Esma” fue el proceso judicial más largo de la historia argentina. Duró unos cinco años, durante los cuales desfilaron cientos de testigos de las atrocidades cometidas en el mayor centro de exterminio de la última dictadura argentina, que se tragó a alrededor de 5 mil personas. La tercera fase de ese juicio (“Esma III”) concluyó el miércoles con la condena –a penas que varían entre la cadena perpetua (para 29 de los acusados) y los ocho años de prisión– de 48 militares investigados por su participación en la comisión de 789 delitos de secuestro, tortura y homicidio. Hubo seis absoluciones, entre ellas la del ex ministro de Economía Juan Alemann, uno de los dos civiles encausados. Entre los condenados a perpetua estuvieron Mario Daniel Arru y Alejandro Domingo D’Agostino, comandantes de los aviones Skyvan utilizados para los “vuelos de la muerte” que salían de la Escuela de Mecánica de la Armada con su carga humana rumbo al Río de la Plata. También dos de los represores más emblemáticos de la Esma, Alfredo Astiz y Jorge “Tigre” Acosta. El juicio sirvió, además de para castigar a algunos de los ejecutores y responsables de los “traslados”, para probar que el de los vuelos de la muerte fue un método empleado de manera sistemática por la dictadura para eliminar a los secuestrados. Uno de los pilotos de esos aviones, Julio Poch, que hoy trabaja en Holanda como aviador civil, estuvo entre los absueltos. Al abandonar el tribunal, el hombre fue saludado efusivamente por camaradas de armas y familiares, y abucheado por sobrevivientes del centro de exterminio, militantes de organizaciones de derechos humanos y parientes de las víctimas. Lo mismo había pasado con Acosta y Astiz, recibidos con el himno nacional por sus amigos y familiares, y despedidos en el otro extremo al grito de “¡Cárcel común, perpetua y efectiva, ni un solo genocida por las calles argentinas!”, según una crónica de ayer jueves del diario Página 12.
“Fue un juicio histórico”, comentó de todas maneras Ana María Careaga, hija de Esther Ballestrino de Careaga, una de las Madres de Plaza de Mayo asesinada por los marinos. “Es la primera vez que se condena a los que eran el último eslabón del engranaje, los pilotos que arrojaban al mar, con vida, a los desparecidos. Ya habrá tiempo para ver los fundamentos de las condenas”,que se conocerán recién en marzo próximo. Víctor Basterra, sobreviviente de la Esma, también piensa que este juicio fue “importantísimo”, pero querría saber ya mismo cuál fue el fundamento de los jueces que decidieron absolver a Poch y a otros dos aviadores, cuya participación en los vuelos ellos mismos habían admitido, y para condenar a los dos comandantes sólo por el asesinato de 12 personas secuestradas en 1977 de la porteña Iglesia de la Santa Cruz, entre ellas tres Madres de Plaza de Mayo y las monjas francesas Alice Domon y Léonie Duquet, y no por otros muchos casos en los que también aparecen implicados. “La prueba tal como fue configurada por la fiscalía completó el proceso de investigación que se inició con la localización y ubicación de las planillas de vuelo de los Skyvan. Pero la Armada tenía 14 pilotos de Skyvan en esa época: todos están comprometidos en los vuelos irregulares y la justicia también tiene que ir por ellos”, señaló, apenas se conocieron los fallos, Miriam Lewin, una periodista que investigó la represión en la Esma.
Astiz, el marino carilindo conocido como “El ángel de la muerte” que en los años setenta logró infiltrarse en organismos de derechos humanos (incluidas las propias Madres) en Argentina y en Francia, ya había sido condenado a perpetua en un juicio anterior de la megacausa Esma (“Esma II”), al igual que Jorge Acosta, jefe del campo de exterminio entre 1976 y 1979. Otro marino, Juan Carlos Rolón, había resultado absuelto en Esma II, pero ahora también recibió la pena máxima junto a varios integrantes de los grupos de tareas que operaron en el cuartel entre 1979 y 1983, después de la salida de Acosta. Otros de los oficiales que revistaron en la Esma en ese período estuvieron entre quienes zafaron con las penas más leves, a pesar de que fueron declarados culpables de más de cien casos de tormentos. “Los montos bajos de estas penas no se corresponden con la dimensión de los delitos”, comentó Jorge Auat, coordinador de la Procuraduría de Crímenes contra la Humanidad. Y Pedro Dinani, abogado de la asociación Justicia Ya, comparó este absurdo con la situación de la militante social indígena Milagro Sala. “La justicia tiene detenida a Milagro Sala hace dos años, sin pruebas, y acá con más de cien casos de secuestros y tormentos los dejan en libertad.”
Página 12 destaca en su informe otro hecho representativo de los tiempos que corren: ni un solo representante del gobierno de Mauricio Macri estuvo presente en el tribunal de la calle Comodoro Py.