Memorias de momentos de la dictadura

  REORGANIZARSE Y AGUANTAR

Nadie dijo: retirada

Fue una ofensiva larga, dura y cruel. La gente caía por decenas y se prolongó durante interminables meses. Amainó casi al año. Sin embargo, nadie dijo: Retirada.

Por Eduardo Platero

Ya lo dije, la cebollita funcionaba y capa tras capa la Resistencia se mantenía. :Su corazón, su nervio motor, era el Partido; se había estado preparando para la prueba desde el 64, cuando el golpe de Brasil. En realidad, el Partido Comunista, el de Lenin, estaba concebido para la lucha clandestina y para resistir la persecución. Pero a diferencia de anteriores organizaciones terroristas clandestinas que eran únicamente el aparato, la concepción leninista era: cuadros profesionales, pero en medio de la masa proletaria. Esclareciendo y conduciendo.

UNA LARGA Y OSCURA TORMENTA. La esperábamos. Pero fue realmente “larga, dura y difícil”. Sin embargo, aguantamos a pie firme. Nadie la daba por perdida.

Arismendi, luego del XVI Congreso, afinó teóricamente el carácter del Partido uruguayo: “partido de masas y de cuadros”. Y “los tres círculos de la táctica”. Y los medios de difusión masiva: El Popular y la audición radial de Enrique Rodríguez paralelamente a la profundización teórica con la revista Estudios. Todo en consonancia de la vía uruguaya hacia la Revolución: un bloque de izquierda a la cabeza de trabajadores y pueblo. No quiero apartarme demasiado, pero, cuando el Golpe, el Partido había avanzado mucho en todas sus orientaciones tácticas y estratégicas.

Tal vez por eso el Golpe. Pero sí, seguramente, por lo que era, fue el nervio de la Resistencia. Nunca solo, nunca sumergido en una clandestinidad aislante, pero siempre en el centro de la Resistencia.

De su conducción y de su determinación se sostuvo la lucha popular y de la conjunción con el pueblo resistente sacaba las fuerzas necesarias para recomponerse.

La institucionalidad uruguaya le es deudora pese a que la derecha trata de sacarlo de cuadro. ¿Han notado que, cuando pasan los discursos del Senado la noche del Golpe siempre omiten el de Enrique? Que fue el único que habló por los trabajadores y el pueblo y garantizó que no fallaríamos.

No fallamos. Por eso, cuando el asunto se puso candente, nadie dijo: ¡Retirada! Se cerró filas; se reorganizó cubriendo las bajas y cuidando flancos y el Partido mantuvo su cohesión, su orientación y su determinación.

Una noche, un torturador en tren de sacarse dudas me preguntó: ¿por qué los comunistas se siguen reuniendo? Y le contesté con sinceridad con otra pregunta: ¿por qué los católicos van a misa semanalmente?

Han durado dos mil años pasando por todas las pruebas. Y el Partido Comunista nació para pasar por todas. Incluso por la terrible culpa que está expiando. De ser “el partido del proletariado” se convirtió en el partido de los burócratas que mandaban en nombre del proletariado y en su beneficio. Tendrá que ser largo y duro el camino. En el llano; cargando culpas propias y ajenas y asumiendo el deber de conducir en una sociedad que ha cambiado, pero… ¡si no hay un partido organizado de los de abajo, no hay esperanza posible!

¿CUÁNDO AMANECERÁ, CAMARADA? No vi esa película, me la contó Jorge, con quien conversamos mucho mientras trabajó como administrativo en Adeom y luego en el Penal, Primero “A” – Derecha. En la larga noche del 7 de noviembre del 17 un compañerito joven, que aguardaba para asaltar al Palacio de Invierno, le preguntaba a su compañero y encargado: -“¿Amanecerá, camarada”?

Era así, todos los días nos enterábamos de la lista de raptados en la noche y nos preguntábamos: ¿Escampará esta tormenta? ¿Cómo saldré de ella? ¿Estaré en la lista?

Tomábamos nuestros recaudos y aguantábamos cumpliendo con las tareas; con ganarnos el pan y amando a nuestros compañeros más próximos. Mirándolos con un dejo de duda: ¿los seguiré viendo?

Fue duro pero las filas no se rompieron. Algunos se fueron porque estaban muy comprometidos, a otros como el Canario Félix hubo que sacarlos porque eran inocultables y afuera también había tarea.

Nos llegó la orden de sacar a Exequiel Alonso y a Mario Trápani y los sacamos. Al Gaucho Alonso se la trasmití yo, sin preguntarle la razón por la que debía irse y fui terminante, no era cuestión de apostar a si “aguantaba” o no. Era una orden que tendría sus motivos. Se cruzó y radicó en La Plata, donde se ganó la vida colocando baldosas en las veredas rotas.

Mario Trapani siguió el camino del exilio y cuando lo de Michelini lo sacaron para Suiza, que generosamente lo asiló en un pueblito. Un negro comunista en un pueblito minúsculo y con vigilancia. Creo que vivió más aislado que nosotros los presos.

Hay algunas “generosidades” que más vale no calificar.

Traigo a colación esos exilios porque en tiempos de Isabelita había quienes ofrecían documentación auténtica con otro nombre. Creo que a casi todos luego los pasó a recoger la “Triple A” o los Falcon verdes. Milico, es milico, como bolche es bolche y si te da un documento con otro nombre, anota y cuando precisan la información… ¡marchaste! Es bueno acordarse de que no hay desayunos gratis.

APARECIÓ “EL NEGRO”. Félix Sebastián Ortiz, “El Negro”, apareció como Secretario General del Seccional “Idilio Pereira” y se metió en nuestras vidas de tal manera, con tanta fraternidad y entrega, que tan pronto llegó fue querido y consultado por todos. Incluso los no comunistas como Don Antonio Migliani, que tenía viejas heridas con el Partido y junto a su “adeomismo” llevaba esa desconfianza hacia los bolches.

¡Nos ganó el corazón de entrada! Y para siempre, no hay día en que no lo extrañe.

Con toda naturalidad y entusiasmo se integró a la lista de los truqueros… ¡un desastre! Se olvidaba de jugar, renunciaba por distracción en el cabrero y a veces se olvidaba de jugar en su turno y luego le sobraba una baraja. Pero, ¡lo divertía tanto!

Unos hermanos que por modestia se autodenominan “Autores Anónimos” editaron un buen libro con recopilación de recuerdos de muchos de nosotros e información prolija de su vida. Lo califican con justicia como “Héroe de la Patria”. ¡Lo fue!

Uno tiende a asociar la palabra con la imagen del heroico que muere asaltando las barricadas o con un conductor como Artigas y está bien. Pero, como “el verdadero guapo” se levanta sin chistar los lunes de mañana, es héroe también quien dedica su vida, sea en una refriega, sea en pequeñas cuotas de 24 horas todos los días de su vida al servicio de una causa que lo trasciende.

Y no recuerdo al Negro como guapo, que lo era; ni como esclarecedor y conductor, que lo fue. No me conmueve tanto su foto oficial de “desaparecido” que paseamos todos los 20 de mayo como la que figura en el libro. Alegre, bailando feliz y derramando su felicidad con una sonrisa siempre pronta. Siempre fraterna.

Vivimos como hermanos, compartimos el pan escaso, la lucha por ganarlo, la alegría de vivir y la confianza en la victoria que alcanzó a vislumbrar cuando, luego del Plebiscito del 80 y de las elecciones internas con el voto en blanco, lo capturaron y desaparecieron.

El Intendente Rachetti demoró casi un año en homologar el concurso que gané y nunca me pagó por el cargo. Cuando protesté puso una comisión a estudiar cuántas horas semanales tenía que trabajar como Profesor de la Casa de Cultura de acuerdo al salario promedio de Secundaria: 13 horas 40 semanales. Y me prohibió entrar al Palacio Municipal. Para cobrar me acompañaba Morales, el tira de Hurtos y Rapiñas destacado en Palacio. Nos hicimos amigos.

Pero en la desesperación por el peso encontramos un rebusque inesperado con los títulos de Automotores que tenían un plazo improrrogable el 31 de diciembre del 75. Nadie había hecho caso y sobre la fecha vino la avalancha. El Registro daba números a las 7 de la mañana y con el número el Escribano podía presentar 4 títulos. A las cinco de la matina nos poníamos en la cola con el Negro y luego vendíamos el número.

Así yo empecé mi vida de amanuense y con el tiempo me consolidé con clientela segura. La detención del 77 cortó el ascenso de un próspero gestor. Aprendí que el precio no es lo que te cuesta a ti, es lo que el otro está dispuesto a pagar para no perder tiempo y enredarse con los trámites. Se cobra bien.

Pero también nos dieron a vender porotos negros que le habían quedado de clavo a uno que perdió la licitación con el Ejército. Una bolsa de 80 kilos a fraccionar y vender a minoristas. Caminó poco pero nos la fuimos comiendo.

Las balas picaban cerca mío y de Jorge, el amigo que me había alquilado medio apartamento, y ambos decidimos que más valía separarnos. El 28 de diciembre se mudaba la hermana de Raquel del apartamento del cual figuraba como encargada (hay que ver los recovecos de la congelación de alquileres) y yo me mudé de gato. Un domingo tempranito cargué mi liviano equipaje en el camión del hermano del Negro e hicimos una especie de calesita. Bajaba un ropero de quienes se iban y subía mi roperito. Recuerdo la ejecutividad de Fernando, mi hermano, por una pata el roperito no subía la escalera. La voló de dos patadas y desde entonces lo equilibre con libros.

La cuestión es que, en Feria Judicial, hasta febrero no pudieron hacer nada porque o te echa la policía en 24 horas o ¡a la Justicia!

Con ayuda de Azucena venía defendiéndome tan bien que estábamos en tratativas para formalizar y ¡hasta comprar con unos préstamos para inquilinos! Cuando la represión nos alcanzó en junio del 77.

Pero… esa es otra historia.

 

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