Angela Davis en Uruguay

  El racismo existe y se perpetúa

La visita de la académica mostró la inmensa complejidad de una problemática transversal, que interpela a la sociedad uruguaya desde su mismo nacimiento. Su presencia logró conmover a la comunidad, evidenciando la necesidad social de dar ciertas discusiones fundamentales para la amplitud y profundización de la democracia.

Soledad Castro Lazaroff

29 marzo, 2019

Desde estas páginas, el primer procedimiento obligado para pensar la visita de Angela Davis es evidenciar que soy yo, una periodista blanca de clase media, quien escribe estas líneas. Es que, en cada una de las instancias en que la famosa activista se encontró con el público, quienes allí estábamos fuimos interpelados por una sensibilización constante en torno de un tema tan básico como invisibilizado en la historia de nuestro país: el racismo. La complejidad latente en esta problemática no fue sólo contenido discursivo, sino que se puso en juego en la manera en que los cuerpos habitaron los lugares elegidos, en el tipo de tensiones generadas, en la silenciosa conciencia colectiva de saber que había gente que debería haber estado allí escuchando, pero ni siquiera tuvo acceso a enterarse de que el evento iba a suceder. La venida de una personalidad política que tiene además, por la particularidad de su historia, una categoría casi de estrella de rock funcionó como una analogía real de esos forasteros de la ficción que llegan a un pueblo y lo cambian todo, o al menos ponen sobre la mesa que hay mecanismos sociales naturalizados como normales que no, no deberían serlo.

RADICAL PERO INSTITUCIONAL. La venida de Angela Davis fue posible gracias a la sociedad civil organizada, aunque contó con el apoyo de algunas instituciones estatales. Fue coordinada por Horizonte de Libertades, un proyecto cofinanciado por la Unión Europea en el que se articulan un conjunto de organizaciones sociales para trabajar por la ampliación de derechos y la profundización de la democracia. Los colectivos que integran Horizonte de Libertades son Mujeres en el Horno, Ovejas Negras, Mizangas y +Vihdas. La consigna que aunó las actividades fue “sin racismo, mejor democracia”, fiel reflejo de la inquietud de estos colectivos, capaces de observar que la persistencia de procesos y mecanismos raciales de exclusión perpetúa la desigualdad estructural en la que se encuentra la población afro en Uruguay y América Latina. Las actividades estuvieron apoyadas por el Mides y la Secretaría de Equidad Étnico Racial y Poblaciones Migrantes de la Intendencia de Montevideo (IM).

Al inicio de lo que se anunció como una conferencia magistral en el teatro Solís, el evento parecía un acto institucional del gobierno frenteamplista. A sala llena, con más de 1.500 personas presentes, abrieron la tarde Juan Canessa, intendente interino de Montevideo, y Fabiana Goyeneche, directora del departamento de Desarrollo Social de la IM, que le otorgaron a la académica el reconocimiento de visitante ilustre de la ciudad. Goyeneche expresó su deseo de construir una Montevideo igualitaria “para hombres y mujeres, feminista, antirracista, donde no hayan explotadores ni explotadas, y todas las mujeres sean visibles”. Al igual que Canessa, reconoció el pasado esclavista de la sociedad uruguaya y expresó cómo, desde la propia fundación de la nación, nuestro país se cimenta en diferencias raciales. Reconociéndose inspirada por la personalidad de la visitante, Goyeneche se mostró dispuesta a recoger el guante y trabajar, junto a otros líderes sociales, en el camino hacia una sociedad sin racismo. Emocionada y orgullosa de recibirla en el teatro Solís, destacó la alegría de “tener una mujer negra, comunista, que fue presa política, luchadora, en este teatro que es para nosotros una insignia de cultura, de inclusión, donde circulan personas de todas las edades, clases, condiciones socioeconómicas y etnias”. Sin embargo, cuando tomó la palabra Tania Ramírez, coordinadora de Horizonte de Libertades e integrante de Mizangas, mujeres afrodescendientes, señaló: “Quiero destacar el hecho histórico que significa la presencia de tantas personas afrodescendientes en el teatro Solís, y en las primeras filas”. Porque, aunque se crea de forma bienintencionada que por el Solís pasan todas las condiciones económicas y todas las etnias, resulta evidente que hay una parte de la experiencia misma de la discriminación que resulta intransmisible y sistemáticamente invisible para quienes no la experimentamos. Ramírez, la única de quienes recibieron a Davis que no ocupa un cargo en el gobierno (además de Goyeneche y Canessa, hablaron Federico Graña, del Ministerio de Desarrollo Social, y Elizabeth Suárez, de la Secretaría para la Equidad de la IM), fue tal vez la más clara explicando cómo su venida era “un acto reparatorio para aquellas personas que venimos hace muchos años poniendo el cuerpo en resistencia para combatir las desigualdades que nos atraviesan por este sistema racista, clasista, machista, homolesbobitransfóbico y capitalista”.

La propia Angela Davis mostró en su discurso un costado muy afín al gobierno. Agradeció, además de a todas las organizaciones de la sociedad civil, al Mides y al propio Frente Amplio. Destacó la figura de José Mujica, contó que iba a reunirse con él y explicó que solía seguir de cerca y con esperanza la lucha de los tupamaros, “y su esfuerzo por crear la revolución uruguaya”. Entre las cosas admirables de Uruguay, mencionó el acceso al aborto legal, la enorme concurrencia a la Marcha de la Diversidad, el matrimonio igualitario, las acciones afirmativas, la reproducción asistida, las leyes contra la violencia de género y la ley trans. E hizo reír a la audiencia diciendo que era un país en el que no se iba a la cárcel por fumar marihuana. Dijo que Uruguay era un faro para el mundo y especialmente para Estados Unidos o Brasil, cuyos líderes actuales están intentando revertir los logros; expresó que tenía confianza en que, de cara a las elecciones, podríamos resistir presiones que han deteriorado otros procesos democráticos en América Latina y seguir yendo hacia adelante en la ampliación de derechos.

De modo indirecto pero claro, se manifestó en contra de la campaña Vivir sin Miedo, llevada adelante por el senador Jorge Larrañaga. “Sé que en Uruguay hay algunas personas que han intentado aumentar la llama del miedo, por ejemplo, llamando a la militarización de la Policía”, afirmó, “como si una Policía militarizada nos trajera más seguridad.”

JUSTICIA MEDIOAMBIENTAL. Sin embargo, al inicio mismo de su discurso, la académica declaró sin pruritos que “la justicia medioambiental es el punto de partida para cualquier movimiento de justicia social”, y que “sin el cuidado del agua, la tierra, el aire y los animales, cualquier victoria en contra del racismo, el capitalismo o el heteropatriarcado no tendrán sentido alguno”. En el mismo momento en que esa declaración sucedía, caminaba por 18 de Julio una marcha por el agua, que se declaraba “en defensa de la vida, los territorios y contra Upm 2”,y que sufriría la detención de dos de sus manifestantes.Los precandidatos Daniel Martínez y Carolina Cosse, y el ministro Eduardo Bonomi, presentes en la sala, tuvieron que escuchar esa declaración apasionada sobre el medioambiente, así como otras que vendrían más adelante sobre la importancia de trabajar sobre el racismo en el sistema carcelario.

CÁRCELES, RACISMO, MARGINACIÓN. “El racismo ha sido el gran impulsor, en la era del capitalismo global, del desarrollo del complejo carcelario industrial”, expresó la activista. Defendió la tesis de que el sistema carcelario es “el lado B de la democracia capitalista”, y que en él pueden encontrarse, privadas de derechos y libertades, aquellas personas marginadas del sistema: la población afrodescendiente y los pueblos originarios en América Latina, los árabes y africanos en Europa. Explicó que no había podido visitar una cárcel de Uruguay, pero que estaba segura de que allí encontraría a gran parte de la población afro. Porque, refiriéndose a la idea misma de racismo estructural, reconoció que, a pesar de los avances legales, en la realidad las diferencias permanecen intactas y continúan produciendo racismo económico, así como en la educación, el sistema de salud y el sistema carcelario.

GEOPOLÍTICA. Angela Davis se manifestó en contra de la intervención estadounidense en Venezuela, en contra de Donald Trump y de Bolsonaro, y en contra de cualquier declaración o acción que implique violencia hacia las poblaciones migrantes. Ha expresado en varias ocasiones su apoyo al Bds, el movimiento de Boicot, Desinversión y Sanciones, que trabaja para terminar con el apoyo internacional a la opresión de los palestinos por parte de Israel, y que presiona a ese país para que cumpla con el derecho internacional. Su conferencia en el Solís no fue la excepción: “Como sabemos, las cárceles israelíes tienen una cantidad desproporcionada de palestinos con un sistema que Naciones Unidas caracterizó como el Apartheid”, dijo, mientras en el auditorio ondeaba una bandera de Palestina. Más adelante, en su conferencia en el Pit-Cnt, contaría sobre su reunión con el movimiento que apoya al Bds en Uruguay, y lo fructífero que resultó el encuentro.

INTIMIDAD. En el espacio de preguntas de la audiencia, una la interpeló sobre su condición de lesbiana, preguntándole por qué era tan difícil escucharla definirse de ese modo. La activista aprovechó para lanzar una de sus más radicales declaraciones de la noche, que condujo, por primera vez, a cierta incomodidad de un sector del público. Explicó que tanto el movimiento feminista como el Lgtb fueron históricamente movimientos de personas blancas, abocados casi exclusivamente a temas de género y sexualidad, que trabajaban por la inclusión de las mujeres e identidades disidentes en instituciones como el ejército, por ejemplo. “¿Pero acaso no queremos deshacernos del ejército?”, preguntó, irónica. Se refirió también a la institución matrimonial, denunciándola como capitalista y violenta, símbolo del heteropatriarcado, aun cuando sus participantes son no normativos. “La pregunta es cómo hacemos, por un lado, para apoyar la ampliación de derechos civiles, pero, por otro lado, para seguir criticando profundamente la institución misma del matrimonio. De eso se trata también el feminismo.Finalmente, contestando a la pregunta, declaró que en lugar de “lesbiana” prefería, para definirse, el término “queer”, porque “es una categoría mucho más inclusiva, que nos permite articular anticapitalismo, antirracismo y todas las otras luchas”.

FEMINISMO NEGRO LATINOAMERICANO. El día sábado se realizó, en el Instituto de Derechos Humanos, un encuentro mucho más íntimo entre Angela Davis y diversos colectivos de mujeres afro de América Latina. Una representante de cada país (Ruth dos Santos Cardozo por Uruguay, Jean Vargas por Brasil, Myriam Gómez por Argentina, Paola Palacio por Chile y Johana Micolta por Colombia) tuvo unos minutos para hacer una presentación sobre la situación de las mujeres afro en su contexto nacional, considerando dos ejes de análisis: empoderamiento y participación política, y el acceso a la justicia. Los datos presentados son alarmantes: en todos los países, las mujeres afro tienen mucho menos acceso al trabajo formal, casi no están presentes en los puestos de poder político, tienen menos representatividad en todas las instituciones, son vulnerables a la pobreza, la cosificación y la explotación sexual. El acceso a la justicia es casi nulo, sobre todo cuando se trata de mujeres que no tienen recursos económicos ni de contención social (que es la inmensa mayoría). Cuando a la condición racial se le suma la de mujer migrante, las condiciones de vida empeoran todavía más. En los casos de Chile y Argentina, se suma la impresionante invisibilización de los colectivos negros a lo largo de la historia, que son considerados como inexistentes; debido a esa realidad, sus poblaciones nunca son sujetos de políticas públicas.

Cuando le tocó hacer su devolución al desolador panorama, Angela Davis hizo gala de una humildad muy coherente con el costado decolonial de su discurso. En lugar de brindar consejos para definir estrategias, animó a las mujeres a escucharse entre ellas, a tejer redes y a confiar en sí mismas. “Ustedes saben mucho mejor que yo sobre sus realidades locales. (…) El movimiento negro de Estados Unidos realmente podría beneficiarse del poder de ustedes y de su fuerza, y me pregunto si sería posible que pudiera participar de esta alianza con humildad, porque siempre se ha asumido que Estados Unidos es mejor en todo, incluyendo sus poblaciones oprimidas. Entonces, el feminismo negro que se conoce en el mundo es el feminismo negro estadounidense. Ustedes pueden leer nuestra teoría, nuestros textos, pero nosotros no tenemos acceso a los de ustedes. Pienso que este sería un momento muy importante para que nosotros les preguntemos a ustedes qué tipo de solidaridad debemos generar.” Incluso renegó de la identidad de “afroamericana”: “Las personas negras en Estados Unidos asumen que los únicos afroamericanos son ellos, y creo que es tiempo de transformar esa identidad para tender puentes de solidaridad por toda América, en formas que no admitan la dominación de las personas estadounidenses, porque eso pasa incluso con los progresistas, que piensan que porque son de Estados Unidos saben más que los demás. Yo no les voy a ofrecer consejos, sino que les voy a proponer que aprendamos unas de las otras, que hagamos un aprendizaje colectivo. Para mí, esa es una de las mayores fuerzas del feminismo negro: que aprendemos a generar liderazgos colectivos, que no dependemos de formas masculinas, individualistas, para forjarnos como líderes”.

HONORIS CAUSA. Esa misma noche, en un acto sin precedentes, la Udelar le otorgó a Angela Davis el título de doctora honoris causa. La comisión asesora integrada por Hugo Achugar, Susana Mallo y Rodrigo Arim recomendó otorgar el título porque “su obra es producto de luchas colectivas contra la opresión, en cada momento. Otorgarle el título (…) honra el mandato de defensa de los derechos humanos y la justicia que la ley orgánica dio a la Universidad de la República”. Fue la primera vez que la Udelar otorgó ese título en la calle, frente a más de seis mil personas que fueron a escuchar y acompañar. Resultó emocionante para toda la concurrencia escuchar allí, frente a un lugar simbólicamente tan conservador como la Facultad de Derecho, a la activista hablando del trabajo intelectual negro y del aporte fundamental de la cultura afro. “Las instituciones educativas han estado plagadas de racismo, pero la educación siempre ha cumplido un papel fundamental en la lucha contra el racismo. Entonces, este es, sin duda, el lugar indicado para hablar de la necesidad apremiante de cuestionar el racismo”, dijo Angela, intentando comprometer a la Universidad y a sus principales representantes con una lucha a la que favorecen los grandes eventos, pero que sigue siendo, sobre todo, cotidiana. El acto terminó con una gran fiesta a cargo de varios músicos, entre los cuales estuvo Ruben Rada. El gran bailongo que se armó resultó una despedida de lujo para una mujer cuyo compromiso, calidez, encanto y cercanía humana cumplieron con creces las expectativas de la mayoría de la audiencia.

PIT-CNT. La visita terminó el lunes con una conferencia de prensa en la central de trabajadores, espacio que Davis agradeció visitar, por la cercanía de su historia con las luchas de la clase obrera. Allí volvió a hablar de sus principales aprendizajes en el país, de la preocupación frente a la política exterior de la administración Trump y de la necesidad imperiosa de solidaridad internacional en la lucha contra el racismo, una lucha que, de algún modo, considera una demostración de entereza humana, porque tiene siglos trasmitiéndose de una generación a otra. También habló de la necesidad de apoyar a los jóvenes y creer en ellos, porque son los únicos capaces de llevar adelante las luchas sociales con un verdadero espíritu de urgencia.

Consultada por Brecha sobre las contradicciones de tener un discurso a favor del medioambiente y el feminismo, y a la vez reivindicar un gobierno que muchas veces propulsa políticas que van en contra de esas causas, favoreciendo el capitalismo global, respondió: “Se cree normalmente que, una vez que alguien adquiere el poder, es la propia naturaleza del poder la que determina lo que puede hacerse, pero en realidad existen y podemos crear espacios de lucha y resistencia desde dentro del poder. Las personas que ocupan cargos políticos deben instar a la población a participar de movimientos masivos, porque sólo la presión social puede producir cambios. Así es como el cambio sucede en la historia; no son las acciones de las personas dentro de las instituciones, sino lo que sucede a partir de la presión de quienes están en la base, dispuestos a marchar en las calles, organizarse, hacer demandas, cambiar conciencias. Eso es lo que realmente tiene impacto”

La experiencia de una feminista afro

Primera vez

La visita de Angela Davis, sin dudas, quedará en la historia de nuestro país no sólo por la magnitud de lo que significa su nombre en el mundo, sino también por la cantidad de hechos simbólicos que generó su presencia. En primer lugar, muchas mujeres negras de Latinoamérica tuvimos la oportunidad de vernos personalmente, intercambiar sobre la coyuntura de nuestros países o lugares de residencia, de abrazarnos y emocionarnos por vivir la experiencia de escucharla y conocerla. Por otra parte, destaco su excelente discurso cuando se la nombró doctora honoris causa, contundente y realista sobre la situación de los afrodescendientes (enfatizada en la mujer), indígenas y migrantes, y haciendo hincapié también en el caso de Palestina. Sin dudas, la tarde-noche del sábado 23 de marzo quedará en mi memoria, no sólo por la oportunidad que tuve de conocer personalmente a Angela Davis, sino además por haber sido la primera vez en mi vida que –después de haber asistido a tantos actos, concentraciones y demás– escuché un discurso con perspectiva racial que venía de una mujer negra, que además se dio en la explanada de la Facultad de Derecho, institución a la que asisten aquellos y aquellas que se encargan de la justicia, algo que la población afrodescendiente vaya si ha reclamado y espera desde hace siglos.

Finalmente, también pude ser testigo de que dos universitarios afro como Noelia Ojeda y Jorge Chagas entregaran el honoris causa a una magistral personalidad de nuestra comunidad, en el contexto de un país que insiste en negar su racismo. Visitas de esta talla colaboran en su visibilización y erradicación.

Romina di Bartolomeo

 

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