FRAGUA
04 de octubre de 2020
Ejército obligó a junta médica a declarar enfermo mental
a militar que denunció espionaje en democracia
La junta médica se realizó en 1997 y logró obligar a Erosa a retirarse obligatoriamente de su carrera militar. Manini estaría involucrado.
El Ejército obligó a una junta médica militar a declarar al capitán Héctor Erosa como enfermo de un «trastorno severo de personalidad» a fin de que no fueran válidas sus declaraciones en las que denunciaba un entramado sistemático de espionaje en democracia junto con otras irregularidades.
La junta médica, realizada en el año 1997, concluyó que Erosa debería tramitar su retiro obligatorio del Ejército y desde entonces ha intentado regresar a la carrera militar sin éxito.
La información, divulgada por el periodista Leonardo Haberkorn en el diario El Observador, da cuenta de que Erosa había logrado en febrero de 2020 que uno de los psiquiatras que conformaron aquel tribunal admitiera ante una escribana pública que se les «impuso un hecho que venía preparado, mandatado». El psiquiatra militar (ahora retirado) Uscher Loskin, aseveró ante la escribana que «el periciado señor Erosa, desde mi opinión, nunca estuvo enfermo».
El diario antes mencionado logró contactar con Loskin quien corroboró esto último. «Fue una truchada (…) literalmente me obligaron a firmar», espetó.
¿Encubrió esto Manini Ríos?
El capitán (R) Erosa se apersonó en 2018 ante una comisión de la Cámara de Diputados que investigaba el espionaje cometido en democracia y realizó severas denuncias sobre irregularidades de este tipo y de distintas naturalezas.
Dichas denuncias fueron posteriormente pasadas al despacho del fiscal de Delitos Económicos y Complejos de 1er Turno, Enrique Rodríguez, quien las está estudiando.
«Los retirados militares para hacer cualquier actividad estamos supeditados al comandante en jefe. Yo solicité hablar con Manini. Le pregunté: ‘¿me podés recibir o creés que estoy loco? Me respondió: ‘Yo sé que estás bien. Sé que te sacaron para afuera por un tema complicado con Ferro. Decime qué necesitás’. Le respondí que salvo que se admitiera el error que se había hecho conmigo y se revisara mi carrera, iba a ir al Parlamento a acusar a Ferro», contó Erosa al diario El Observador.
Manini le pidió entonces algunos días para conversar con el entonces ministro de Defensa Nacional, Jorge Menéndez (hoy fallecido). Nueve días después Erosa recibió respuesta de Manini: no era «posible» reconsiderar su situación porque lo que se había hecho era «por el bien del Ejército»; siendo este último el fin más importante de todo el caso, no hablaría con la comisión que investigaba el espionaje en democracia.
Manini niega todo y asegura que la razón por la que Erosa fue retirado fue porque «abandonó» una guardia en una unidad de Montevideo: la copia de la resolución 43.187 del Ministerio de Defensa Nacional, de la que tiene copia Erosa dice que este «presenta una incapacidad completa» dictaminada así por el Servicio de Sanidad de las Fuerzas Armadas y que «se encuentra inhabilitado por el cumplimiento de la actividad militar».
El capitán Héctor Erosa no es loco
Ejército fraguó una junta médica para declarar loco a oficial que
denunció espionaje en democracia
La víctima del falso dictamen sostiene que el hoy senador Manini Ríos le pidió que no relatara su caso ante el Parlamento; el senador lo niega
Por Leonardo Haberkorn
El Ejército fraguó una junta médica para declarar que el capitán Héctor Erosa padecía un “trastorno severo de personalidad” y así acallar sus denuncias respecto a que el coronel Eduardo Ferro, hoy prófugo de la Justicia, estaba espiando a los políticos en plena democracia, entre otras irregularidades.
La junta médica fraguada ocurrió en 1997 y determinó que poco después Erosa fuera obligado a pedir su retiro del Ejército. Desde entonces este oficial ha procurado –sin éxito– recomponer su carrera.
En la búsqueda de esa recomposición, en febrero de 2020 Erosa dio un paso importante: logró que, en presencia de una escribana pública, uno de los psiquiatras militares que integraron aquella junta médica que lo declaró loco admitiera que aquel dictamen fue fraguado, que se les “impuso un hecho que venía preparado, mandatado”.
“El periciado señor Erosa, desde mi opinión clínica, nunca estuvo enfermo”, declaró el hoy jubilado psiquiatra militar Uscher Loskin, según consta en un acta notarial firmada por la escribana María José González Palombo el 17 de febrero de 2020, a la que El Observador tuvo acceso.
.En el acta notarial, el doctor Loskin reconoce que la junta falló sin siquiera haber examinado a Erosa. Que quiso negarse a firmar, pero fue obligado y debió actuar por obediencia debida. Que a la luz de los acontecimientos posteriores le consta que todo fue parte de la persecución a la que Erosa era sometido por denunciar dentro del Ejército el espionaje a políticos y otras misiones irregulares realizadas en democracia.
En diálogo con El Observador, Loskin corroboró lo que le manifestó a la escribana González.
Dijo que la junta médica que declaró loco a Erosa “fue una truchada”. Agregó: “Literalmente me obligaron a firmar. Si me negaba, me cortaban la carrera en todos lados”.
“Por el bien del Ejército”
En 2018, Erosa se presentó en la comisión de la Cámara de Diputados que investigaba el espionaje en democracia y realizó graves denuncias, que ahora están a estudio de Enrique Rodríguez. fiscal de Delitos Económicos y Complejos de 1er Turno.
Erosa dijo a El Observador que antes de ir a declarar al Parlamento se presentó ante el comandante en jefe del Ejército, el hoy senador Guido Manini Ríos.
“Los retirados militares para hacer cualquier actividad estamos supeditados al comandante en jefe. Yo solicité hablar con Manini. Le pregunté: ‘¿me podés recibir o creés que estoy loco? Me respondió: ‘Yo sé que estás bien. Sé que te sacaron para afuera por un tema complicado con Ferro. Decime qué necesitás’. Le respondí que salvo que se admitiera el error que se había hecho conmigo y se revisara mi carrera, iba a ir al Parlamento a acusar a Ferro”.
Según el relato de Erosa, Manini le pidió entonces unos días para consultar al ministro de Defensa Nacional, el hoy fallecido Jorge Menéndez. Nueve días después, Manini le respondió que había consultado y no era posible reconsiderar su caso. Erosa entonces le dijo que iría a declarar al Parlamento.
De acuerdo a la palabra del denunciante, Manini le pidió que “por el bien del Ejército” no hablara ante la comisión que investigaba el espionaje en democracia.
Erosa le dijo que sí lo haría y que plantearía lo mismo que tantas veces había denunciado en la interna de su fuerza. Poco tiempo después lo hizo.
En diálogo con El Observador, el senador Manini Ríos dio otra versión sobre su encuentro con Erosa. Dijo que no le pidió que no fuera a declarar al Parlamento. Y señaló que, según recuerda, el motivo de la baja de Erosa del Ejército fue el haber abandonado una guardia en una unidad de Montevideo, lo que “es algo gravísimo”.
Sin embargo, Erosa tiene en su poder copia de la resolución 43.187 del Ministerio de Defensa Nacional, del 3 de febrero de 1998, en la cual se establece que “presenta una incapacidad completa”, según lo que dictaminó una comisión médica del servicio de Sanidad de las Fuerzas Armadas.
La resolución dice que Erosa “se encuentra inhabilitado para el cumplimiento de la actividad militar”.
En el legajo del oficial, con fecha 4 de marzo de 1998, se establece que fue “retirado” de modo obligatorio según establece el literal b) del artículo 192 del decreto-ley 14.157.
Dicha norma establece que los oficiales pasarán a retiro obligatorio cuando su incapacidad física o mental sea “fehacientemente comprobada por una junta médica del Servicio de Sanidad de las Fuerzas Armadas”.
Espiando al gobierno
En 2018, el capitán retirado Erosa se presentó ante la comisión de la Cámara de Diputados que estudió el espionaje en democracia y declaró que entre 1990 y 1996, en el Batallón de Ingenieros de Combate nº 2 de Florida, se practicaron tareas de inteligencia y de espionaje hacia políticos y militares, operaciones que no se correspondían con las misiones propias de esa unidad.
“Es una unidad operativa, reglamentaria y de combate, que no tiene como finalidad, bajo ningún concepto, realizar tareas de espionaje ni de inteligencia”, manifestó ante los legisladores.
Tales actividades comenzaron en 1990 y se incrementaron en 1991, al asumir el mando de la unidad el entonces teniente coronel Ferro, hoy retirado y prófugo de la Justicia. El rechazo de Erosa a tales prácticas y sus denuncias ante los mandos y el Ministerio de Defensa le valieron ser castigado y perseguido durante años.
“Yo no deseé estar en este lugar; maldita la hora en que estaba en Florida cuando este tipo llegó. Si hubiera estado en Paso de los Toros, capaz que hoy estaba como coronel retirado tomando mate”, declaró ante los legisladores.
Erosa sostuvo en el Parlamento que bajo el mando de Ferro se usaron “todos los medios, materiales y económicos” de ese batallón “para realizar una operación de inteligencia, espionaje, seguimientos, escuchas, invasión de propiedad privada de personalidades políticas, civiles y militares de la época”.
Ferro también trasladó a esa unidad un archivo de inteligencia de unas 50 o 60 cajas. Erosa declaró que aprovechando una distracción abrió una de ellas y se encontró con informes de seguimientos a la esposa del entonces dirigente colorado Jorge Batlle.
Según declaró Erosa a los legisladores, Ferro ordenó que una dotación del batallón ingresara a una estancia de un legislador del Partido Nacional en Florida, para espiar una reunión política. En esos momentos, el presidente de la República era Luis Alberto Lacalle Herrera.
De acuerdo con Erosa, Ferro espiaba al propio gobierno nacional.
Otros de sus objetivos eran los mandos de la Armada. “Ferro, no solo que desde Florida dirigía las operaciones en contra de políticos, sino que tenía una gran discrepancia con la Armada; no sé cuál era el motivo, pero tenía un odio permanente contra la Armada y los buscaba, los estudiaba, les conocía las amantes, los detalles, todos los temas; desconozco por qué motivo”, relató Erosa en la comisión parlamentaria.
Además, denunció que en ese batallón se realizaron “entrenamientos armados a grupos de personas externas a la unidad militar”, pero con armas y munición de esta, “así como también con armas provenientes de la Compañía de Inteligencia y de otras procedencias”.
Erosa narró en el Parlamento que durante la dictadura cumplió funciones en el penal de Libertad y su misión era trasladar a los detenidos que eran liberados o que debían concurrir a la Justicia militar o al hospital Militar. Eso le valió conocer a muchos tupamaros.
Fue grande su sorpresa cuando volvió a verlos años después, ya en democracia, en el batallón de ingenieros de Florida.
“A uno de esos reclusos que liberé en su momento, lo reconocí en la unidad y le pedí que se retirara. Me dijo que venía a ver a Ferro por otros temas. Lo hice retirar de la unidad y lo dejé esperando en la guardia; no lo quería dentro de la unidad, no correspondía que un extupamaro estuviera dentro de la unidad. Cuando llega el mayor Barrios, suben en un auto y me dice: ‘No te metas Erosa: andá para tu cuarto que estás preso, dejate de joder’, y se fue con el (ex) recluso”.
Según Erosa, entre quienes recibieron entrenamiento armado en su batallón estaban dos exintegrantes del MLN: Ricardo Perdomo y otro de apellido Guimaraens.
Perdomo participó en 1991 de un asalto a una distribuidora de diarios y revistas.
A fines de 2016 la Justicia citó al coronel Ferro para interrogarlo sobre el secuestro y desaparición del militante comunista Oscar Tassino.
Ferro escapó a España, donde fue ubicado en 2017, pero también pudo escapar de ese país. Hoy se desconoce su paradero.
Sanciones y postergaciones
Ante la comisión parlamentaria, Erosa manifestó que por sus denuncias fue objeto de una “persecución” dentro del Ejército que se prolongó durante siete años de carrera: traslados, arrestos y un ascenso eternamente postergado fueron algunos de las sanciones que se le impusieron.
Entre otras arbitrariedades, también se lo acusó de robar un arma y de estar mentalmente enfermo.
“A este gurí me lo llevaron una vez a la sala de salud mental en el Hospital Militar, querían que le hiciera un diagnóstico de delirio paranoico. Yo lo vi y me di cuenta que no era así”, recordó el psiquiatra Loskin a El Observador. “Querían involucrar a este gurí en un robo de armas. Pero era un gurí muy sano. Yo me di cuenta enseguida que todo era una tramoya”.
Finalmente, Erosa fue procesado por la justicia militar por el robo de un arma de su unidad.
Tras esa y muchas otras sanciones, Erosa finalmente fue obligado a pedir su retiro luego de la junta médica que ahora Loskin admite que fue falsa.
Erosa dijo en el Parlamento que en el afán de recomponer su carrera se entrevistó con sucesivos comandantes en jefe del Ejército: los generales Daniel García, Raúl Mermot y Fernán Amado.
“Mermot -quien merece todo mi respeto- pretendió darme una solución militar a lo que no podía manejar, ascendiéndome retroactivo a 1993 y mandándome a Camboya”, declaró el oficial. “Le agradecí, le dije que no, que iba a seguir reclamando, y que no iba a aceptar el procesamiento de la justicia militar por un delito que no cometí”.
La Comisión Investigadora de Diputados sobre espionaje político en democracia inició sus trabajos en diciembre de 2016 tras una denuncia del entonces diputado del PVP Luis Puig e informaciones publicadas por el periodista Samuel Blixen en el semanario Brecha.
La mayor parte de los militares que fueron invitados a declarar, declinaron hacerlo.
Comisión investigadora del senado
El 19 de setiembre de 2018, por unanimidad, la Cámara de Representantes envió a la Fiscalía todos los antecedentes de la comisión investigadora.
Según informó El País, el fiscal Rodríguez ya interrogó en calidad de testigos a 16 exjerarcas de las fuerzas armadas.
El fiscal también tomó declaraciones al exdiputado Puig, y al diputado comunista Gerardo Núñez.
Comandante Feola negó Tribunal de Honor
Tras denunciar ante el Parlamento el espionaje a políticos en democracia, en 2019 el capitán retirado Héctor Erosa se presentó en el Ejército y reclamó que se le hiciera un tribunal de honor que le permitiera demostrar que nunca estuvo loco y que sus denuncias eran verdaderas.
Sin embargo, con fecha 21 de mayo de 2019, el comandante en jefe del Ejército, general Claudio Feola, le negó esa oportunidad.
Feola sostuvo por escrito que ni lo actuado por la junta médica denunciada como fraudulenta, ni las denuncias hechas en el Parlamento, “corresponde que sean consideradas en un tribunal de honor”.