Fiscal Perciaballe acusa a “pajarito” Silveira – La JUP vuelve a presentarse

Fiscal Perciballe pidió el procesamiento

de Jorge Silveira por homicidio

de Óscar Tassino

El fiscal especializado en Crímenes de Lesa Humanidad, Ricardo Perciballe, pidió el procesamiento del ex militar Jorge «Pajarito» Silveira por el homicidio del militante comunista Óscar Tassino.

28 OCTUBRE, 2020 

Perciballe entrevistado por Informe Nacional de Radio Uruguay, manifestó que «Encontramos elementos suficientes de convicción para sostener que fue uno de los responsables de la detención de Óscar Tassino y otras personas que fueron trasladadas al centro de detención clandestino La Tablada. Esas personas fueron torturadas y se constató el fallecimiento de Tassino», agregó.

Perciballe recordó que «Silveira tiene otros pedidos pendientes de procesamiento» por «el caso de las 28 mujeres abusadas sexualmente en dictadura y el de los hermanos Julien».

Además, explicó que «cada causa tiene una resolución inicial y una condena inicial en su momento».

«Después esas condenas se unifican y se le imputa una única pena que será establecida cuando queden firmes cada una de ellas. Se toma la pena de mayor gravedad, se incrementa un poco más por las restantes», aseguró el fiscal.

 Reaparición pública de la

Juventud Uruguaya de Pie (JUP)

Los centros de educación secundaria de Colón y el Dámaso, amanecieron con unos carteles pintados a mano con la leyenda : «La JUP está de vuelta. No al referéndum contra la LUC. Fuera comunistas de las Instituciones.»

23 OCTUBRE, 2020

 

Varios ex dirigentes de la Juventud Uruguaya de Pie (JUP) que operó violentamente fundamentalmente en el ámbito de los centros educativos en los setenta , como el ex diputado y actual sub director del Plan Juntos, Daniel García Pintos, se integraron en las pasadas elecciones a Cabildo Abierto.

Sus discursos reivindicativos y de apología de la violencia contra ciudadanos que consideraban integrantes o simpatizantes, de lo que generalizaban bajo el calificativo de comunistas , pudieron volver a escucharse durante la campaña electoral del 2019.

La Juventud Uruguaya de Pie, o por sus siglas JUP, fue un movimiento estudiantil uruguayo fundado en 1970 que nucleaba a jóvenes de diversas tendencias políticas, teniendo en común el anticomunismo y un apego a las corrientes políticas tradicionales de Uruguay. Se disolvió en 1974.

Llegó a nuclear a más de diez mil estudiantes secundarios y universitarios de todo el país, traspasando también la brecha generacional.

La bandera de la JUP tenía la mitad roja y la otra mitad blanca que representaba a las fuerzas políticas tradicionales del país (colorados y blancos). Esta elección fue porque el movimiento buscaba manifestarse en contra de los movimientos radicalizados de izquierda y al mismo tiempo reafirmar su convicción por preservar los valores tradicionales del país.

Para el historiador Gabriel Bucheli,  los entornos y sectores sociales de surgimiento y apoyo de la JUP  se preocupaban ya entonces por cosas y conceptos como “las drogas, “la homosexualidad”, “la música estridente” y a todo esto contraponían “discursos de valores tradicionales”, rasgo que “es muy fuerte”. Aquellos temas tabú ya los relacionaban al “comunismo” en un sentido muy amplio, y el movimiento se identificaba con “los valores católicos” más ortodoxos, en “disputa dentro de la Iglesia Católica”, en la que crecían otras visiones.

“El tono ruralista es clave” en la JUP, en su concepción nacional “el país es el interior” y organizaban “caravanas gauchescas” para rodear “sus actos”. “La mujer de (Benito) Nardone es artífice también de la JUP” y su compromiso se refleja en que “les pone al servicio la Radio Rural”. También “el propio (Juan María) Bordaberry”, quien “era ´rabanito´” en términos partidarios, “es un referentes para ellos”, anotó el historiador.

Su identificación era con los partidos tradicionales, pero dentro de éstos se diferenciaban taxativamente de “Wilson” (Ferreira), de “Jorge Batlle” y en menor medida “de (Julio María) Sanguinetti”. Esto último por “la reforma educativa” del entonces ministro de Educación y Cultura, a la que valoraban demasiado tibia como instrumento anticomunista. A Wilson lo definían como “un marxista infiltrado” y su rechazo a él produjo “escenas de desencuentro y hasta violencia con el movimiento wilsonista”. De hecho, llegaron a atacar a balazos al líder nacionalista, errando el objetivo.

Bucheli trazó un hilo de continuidad nítido con la reacción conservadora al primer batllismo y recordó que en las clases sociales subalternas y vendedoras de fuerza de trabajo uruguayas, hubo siempre una corriente natural de identificación y pertenencia con la derecha dura cimentada ideológicamente en concepciones rígidas de la tradición y la religión.

Durante su gestación y protagonismo, “la JUP es un catalizador” de visiones y corrientes sociales en movimiento y “Hugo Manini es el organizador” capaz de aglutinar, dar forma y vehiculizar ese caudal. En aquel entonces “están” dadas “las condiciones propicias” para encauzar “a ese mar” de sentimientos y movimientos “políticos”, reflexionó Bucheli.

Evocó que la JUP “después se autodisuelve”, en 1974, y esto abre “un vacío posterior” que con el tiempo se convierte “en desmemoria”. El autor recogió tres versiones como explicación a esa disolución: que el general Esteban “Cristi los convoca” para agradecerles lo hecho y cerrar el asunto; que “los militares no querían activismos” ni “actuación” ciudadana y social; y que “el programa” que le dio origen “estaba cumplido”.

A partir de entonces hubo “gente” de la Juventud Uruguaya de Pie que “va a integrarse a las Fuerzas Armadas” y en áreas de “la órbita pública” como “la Enseñanza”. Sus integrantes en general “se asimilaron al régimen”, resumió al respecto.

Ya en la posdictadura, “se recomponen” los partidos tradicionales y todas “sus fracciones”, incluidas las “de derecha”, con lo que no se generan condiciones orgánicas para una continuidad o resurgimiento de la JUP.

Bucheli señaló que el hilo histórico de la reacción conservadora en nuestro país se proyecta hasta la actualidad en algunas corrientes evangélicas.

Perciballe pidió procesamiento

de Pajarito Silveira e información a

Interpol sobre medidas para ubicar a Eduardo Ferro

29 de octubre de 2020 

La causa investiga la denuncia por desaparición del militante de AUTE y del PCU Oscar Tassino en 1977.

El fiscal especializado en Crímenes de Lesa Humanidad, Ricardo Perciballe, solicitó el procesamiento con prisión de Jorge Pajarito Silveira por el homicidio del militante de la Agrupación de Funcionarios de la UTE (AUTE) y del Partido Comunista (PCU) Oscar Tassino Asteazú, ocurrido en La Tablada en 1977, según informó el fiscal a Radio Uruguay. Silveira se encuentra preso en la cárcel de Domingo Arena, condenado por 28 homicidios cometidos durante el período de terrorismo de Estado.

En el petitorio, al que accedió la diaria, Perciballe indica que a su criterio “existen elementos de convicción suficientes para sostener prima facie que Jorge Silveira Quesada se encuentra incurso en tres delitos de privación ilegítima de la libertad en concurrencia fuera de la reiteración con tres delitos de abuso de autoridad” contra detenidos, y “estos a su vez en concurrencia fuera de la reiteración con un delito de privación de libertad y abuso de autoridad” y un delito de homicidio “muy especialmente agravado en calidad de co-autor”.

La denuncia fue presentada el 20 de mayo de 1985 por Disnara Flores por la detención y posterior desaparición de Tassino, su cónyuge.

El fiscal deja constancia que en 1977, Silveira se desempeñaba como oficial del Órgano Coordinador de Operaciones Antisubversivas (OCOA); en su legajo personal oficiales superiores destacan su “abnegación” en la lucha antisubversiva, “en particular en los golpes dados últimamente al ilegal Partido Comunista”, señalando que “no ha escatimado esfuerzos para poder llevar adelante la misión asignada a este órgano”; además, fue identificado por distintas víctimas que pasaron por La Tablada.

Perciballe relata que después del “gran operativo contra el PCU del año 1975 (Operación Morgan)” desplegado básicamente en el centro clandestino de detención (CCD) 300 Carlos o Infierno grande, “en el año 1977 las fuerzas represivas se encontraban avocadas a sofocar los brotes de resistencia organizada del PCU y su inserción sindical y universitaria, por lo que focalizaban sus tareas a la detención de sus integrantes”. “Para ello, usaron como base de operaciones, entre otros, el CCD ‘La Tablada’ (sito en Camino Melilla y Camino de las Tropas), donde mediante la utilización sistemática de torturas a los prisioneros obtenían información que permitía efectuar nuevas detenciones”, agrega el fiscal.

En el documento se detalla el testimonio de diversas personas que fueron detenidas y torturadas en La Tablada y que señalan a los responsables, entre los cuales se encuentran dos indagados más por el caso: Ernesto Ramas y Eduardo Ferro.

Tassino fue detenido en julio de 1977 y trasladado a La Tablada, donde “en el marco de los interrogatorios y la tortura […] falleció”. “No obstante, aún permanece desaparecido, desde que sus restos no han sido encontrados”, aclara el fiscal. Para Perciballe, “no cabe lugar a dudas que el operativo” de detención de Tassino “fue realizado por integrantes del OCOA y de la Compañía de Contra Información, así como que el destino” de Tassino “fue el CCD La Tablada, que en ese entonces era regenteado” por el OCOA.

El fiscal también solicitó a Interpol que “informe sobre las medidas llevadas a cabo en procura de ubicar a Eduardo Ferro Bizzozzero”, prófugo de la Justicia, supuestamente en Europa, y que se “efectúe un nuevo informe médico forense (de ser necesario se conforme una Junta médica) a los efectos de determinar si Ernesto Avelino Ramas Pereira se encuentra en condiciones de declarar”.

 

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