Miguel Conde fue identificado por un sobreviviente de la exEsma
La historia del
autoproclamado “montonerólogo”
acusado de torturas en Campo de Mayo
“Me trataba de explicar que no era un milico, que los milicos sólo estaban para dar máquina, que él estaba para más”, dijo Martín Gras durante su declaración testimonial en el juicio de lesa humanidad por la Megacausa Campo de Mayo.
09 de abril de 2021
Por Ailín Bullentini
Uno de los acusados de torturar personas en Campo de Mayo durante la última dictadura fue identificado por un sobreviviente de la exEsma.
Uno de los acusados de torturar personas en Campo de Mayo durante la última dictadura fue identificado por un sobreviviente de la exEsma. “Se declaraba ‘experto en Montoneros’, una suerte de montonerólogo”, recordó Martín Gras sobre el ex personal civil de Inteligencia del Batallón 601 Miguel Angel Conde, quien bajo un pseudónimo fue varias veces al centro clandestino manejado por la Armada a intentar convencerlo de que “pidiera el traslado” a la guarnición militar que funciona en la zona norte del Gran Buenos Aires. “Él me trataba de explicar que no era un milico, que los milicos sólo estaban para dar máquina, que él estaba para más”, añadió el sobreviviente durante su declaración testimonial en el marco del juicio de lesa humanidad por la Megacausa Campo de Mayo.
En este debate oral y público, Conde está imputado por secuestros y torturas en Campo de Mayo; específicamente por el secuestro de Roberto Quieto, integrante de la cúpula de Montoneros, en diciembre de 1975. Es el segundo juicio que enfrenta Conde, recientemente condenado a prisión perpetua por su participación en el grupo de tareas 3.3.2 en el marco del debate público que se desarrolló por el cuarto tramo de la causa Esma. Durante aquel proceso, el Tribunal Oral Federal número 5 de la Ciudad de Buenos Aires consideró probado que Conde, en calidad de personal civil del Batallón de Inteligencia 601 del Ejército, participó de interrogatorios a personas que estaban secuestradas en aquel centro clandestino, que habían sido torturadas, y muchas de las cuales serían asesinadas.
Sobre uno de esos interrogatorios testimonió Gras esta semana en el debate por la Megacausa Campo de Mayo. Es que el sobreviviente de Esma, fue “visitado” en por lo menos seis ocasiones por Conde mientras estuvo secuestrado en el centro clandestino de la Armada. A mediados de 1977, Gras fue interrogado e investigado por Conde, quien se presentaba como Cortez, quien además de querer “convencerlo” de que pidiera su “traslado” al territorio del Ejército, le habló de Quieto.
“‘Mirá qué brutos estos milicos, como te están dejando’, me decía. ‘Vos serías mucho más útil en Campo de Mayo’”, recordó Gras durante su testimonio ante el Tribunal Oral Federal número 1 de San Martín que le decía aquel tal Cortez. Que durante sus “charlas” le convidaba cigarrillos, que alguna vez le llevó chocolate, que le aseguró que “él podía conseguir que fuera trasladado a Campo de Mayo, pero para nosotros la palabra traslado tenía otro sentido, significaba la muerte”, apuntó el sobreviviente, quien destacó que el interrogador del Batallón de Inteligencia 601 le hablaba, sobre todo, de Quieto, a quien él conocía desde principios de 1970. “El Negro Quieto está en Campo de Mayo, me decía, muy bien tratado. Lo valoramos como lo que es, un cuadro político. Dirige un equipo de asesoría política”, añadió. “Hablaba con un grado de familiaridad sobre el tema. Mi impresión es que alguna vez lo había visto a Quieto”, sostuvo.
El “montonerólogo”
Gras sabía que Quieto estaba muerto, eso “se sabía en el mundo de la militancia política” desde hacía tiempo. “Yo tenía la convicción de que Roberto estaba muerto. Entonces lo miré a los ojos y le pregunté si me estaba diciendo que estaba vivo. Se lo debí haber dicho en tono poco simpático, porque cambió la postura y el tono. Se echó hacia atrás (en la silla donde estaba sentado), me miró muy duro y me dijo ‘hay preguntas que no me podés hacer porque me obligarías a mentir’”, reprodujo el sobreviviente. “El tipo se sacó la careta de afable y apareció el verdadero personaje, el pci, el interrogador”.
Conde era un PCI del Batallón de Inteligencia 601 del Ejército. No era un típico interrogador de los que sostienen la picana, pero se vinculaba con la actividad de obtención de información y su posterior análisis, precisan fuentes judiciales estudiosas de la causa. Y como todo agente de inteligencia, “su base de operaciones era Campo de Mayo, pero estaba en el centro clandestino que necesitara estar para interrogar a quien necesitara interrogar para obtener la información que requiriera su tarea en ese momento”. Así, se acercó a Gras para obtener datos vinculados a la estructura de Montoneros.
El testimonio de Gras fue coincidente con esta descripción. Contó, durante su declaración, que el falso Cortez “se declaraba ‘experto en montoneros’, pero que lo suyo no era inteligencia táctica, no le importa una cita, sino tratar de comprender los lazos y las relaciones, y poder hacer una prospección de cómo reaccionaría la organización ante determinados hechos. Él me trataba de explicar que no era un milico, que los milicos solo estaban para dar máquina –torturar–, que él estaba para más”, reprodujo. “Una suerte de montonerólogo”, agregó a título personal.
Un hombre gris
Gras describió a Conde, de quien supo su verdadero nombre recién cuando el represor fue detenido en Necochea, donde era administrador de un edificio, en 2013, como “un hombre gris”. “El “pelado” Cortez, mediana estatura, cara alargada, cara de perro triste, de hombre gris”, lo caracterizó. Esas señales, aseguró, las vio “pronunciadas” en la foto de los diarios locales cuando dieron la noticia de su detención. “Hay gente que cambia con los años y gente a la que sus rasgos se le acentúan. Pues el presunto Cortez no cabía duda de que era esta persona”, confirmó.
En los confines de la Esma lo conocían. “Se hablaba de que había estado involucrado en la infiltración de Astiz a las Madres y el grupo de la Santa Cruz”, apuntó el testigo. También mencionó que había estado en el centro clandestino interrogando a otras víctimas.
Del superjuicio del ESMA