El caso del Dr. Liberoff vuelve a presentarse en Justicia

EL CASO DE MANUEL LIBEROFF VUELVE A PLANTEARSE EN LA JUSTICIA

Cauces

Venancio Acosta
21 mayo, 2021

Aunque se lo recuerda a la par de los cinco asesinatos del 20 de mayo de 1976, los restos del médico Manuel Liberoff no han aparecido. A instancias de su familia, y luego de años sin avances, el caso es retomado por la Justicia uruguaya y la argentina.

Benjamín, hijo de Manuel Liberoff, junto al guayabo plantado ayer en homenaje a su padre frente a la policlínica en la que atendía

Dice Benjamín, su hijo, que Manuel llegó a Uruguay a partir del mismo flujo migratorio del que formaron parte los rusos de San Javier. Su familia, sin embargo, recaló del otro lado del río. Manuel Liberoff nació en Concepción del Uruguay, provincia de Entre Ríos, a fines de marzo de 1921. Era hijo de un sastre y de una «ama de casa». Comienza sus estudios en medicina y desde muy temprano se involucra en asuntos políticos, los mismos que lo llevaron a cruzar a Paysandú en bote a principios de la década del 40. Del otro lado, por un tiempo, lo acogieron unos conocidos hasta que consiguió empleo en el frigorífico Anglo, hacia finales de la década. Más tarde se instaló, con su compañera tucumana, en una pensión en Barrio Sur, de Montevideo, y retomó sus estudios universitarios. A inicios de los años cincuenta alquilaron una casa en la zona de Camino Carrasco, donde el recién recibido comenzó a hacerse fama. Era el segundo médico en varios quilómetros a la redonda y acabó por convertirse en la principal referencia de la zona. Pasaron más de 60 años desde entonces. Liberoff integra la nómina de los uruguayos detenidos desaparecidos en Argentina cuyos restos aún no aparecieron. Sobre las circunstancias verdaderas de su desaparición hay, empero, más que indicios. Ayer, en el aniversario de aquella madrugada aciaga de Buenos Aires en la que su familia lo vio por última vez, frente a un policlínico que lleva su nombre en el este de Montevideo, los vecinos plantaron un guayabo en su memoria.

Durante su permanencia en la zona, Manuel Liberoff fue el médico de muchas familias, a lo largo de más de una generación, y no hay recuerdo que no lo enaltezca en su oficio y en su apego a las causas populares. También era comunista. Y eso, para la dictadura, era motivo de prontuario. Según los archivos militares y policiales, el «temible» prontuario de Liberoff comienza en 1962 y prosigue incluso más allá del año de su desaparición. ¿Sus cargos según los archivos?: adherente al XVIII Congreso del Partido Comunista del Uruguay (PCU); presidente del comité barrial del PCU Olivio Raúl –nombre en homenaje a un bebé de 5 meses que había fallecido a consecuencias de un atentado con bombas incendiarias contra un local del partido en el Barrio Sur–; asiduo concurrente y orador en los actos de apoyo al Frente de Izquierda de Liberación (FIDEL); integrante del Movimiento de Trabajadores de la Cultura de ese sector político; «anunciador permanente» en la cartelera de profesionales del diario El Popular; presidente de un tablado de barrio en la zona de Camino Carrasco; suscriptor de revistas moscovitas; frecuentador de la embajada de Checoslovaquia, donde mantenía contactos con sus funcionarios buscando conseguir películas para niños; autor del cuplé «Alcanzame la escopeta», que «satiriza al Gobierno»; tercer suplente del quinto titular para integrar la Junta Departamental de Montevideo por el FIDEL, en 1966; adherente a la candidatura de Liber Seregni en 1971; panelista del programa Conozca su derecho, de Canal 12; participante de una mesa redonda organizada por el sindicato de bancarios «para tratar el tema Problemas en la Enseñanza»; presidente de la Coordinadora de Padres de Alumnos de Enseñanza Secundaria, y militante destacado del Sindicato Médico del Uruguay. Con base en esas y otras actividades, perfectamente legales, en octubre de 1973 la dictadura de Juan María Bordaberry revocó su residencia –que había sido concedida en 1956– y expulsó a Liberoff del territorio nacional. Una semana después, el médico viajó rumbo a Buenos Aires.

En Argentina continuó cumpliendo funciones sensibles para el partido. Y la persecución también continuó. En junio de 1975, un memorándum del Servicio de Información de Defensa (SID) («Departamento 2, Exteriores») consignaba respecto a Liberoff: «Desde su afincamiento trabajó en forma constante a favor de ideologías extranjerizantes. Usó la profesión médica para esos fines, y con una demagogia a lo Robin Hood –no le[s] cobraba a los pobres, pero sí a los pudientes– obtenía con tal actitud una gratitud moral de los pacientes y sus familiares que aprovechaba hábilmente». En 1976 se registran requerimientos y trasiego de información a nivel regional respecto de las actividades del médico. El 4 de abril, un documento emitido por el SID y dirigido a «Cóndor 1» indicaba que un pedido sobre sus antecedentes ya había sido respondido por esa repartición. No obstante, el 22 de abril de 1976 (cerca de un mes antes de su desaparición) se registra un nuevo pedido de antecedentes del SID a la Dirección Nacional de Información e Inteligencia acerca de sus actividades.

Fue secuestrado de su domicilio bonaerense en la madrugada del 19 de mayo del fatídico año 1976. En el operativo participaron una veintena de represores armados, vestidos de civil. Su esposa, Silvia Nemirovsky, y sus hijas, Jenny y Liliana –que presenciaron la escena–, lograron identificar, entre ellos, a algunos uruguayos. En aquel momento, el médico estaba recuperándose de una delicada operación oncológica en el intestino y –narran sus hijas– sus heridas aún estaban sin cicatrizar. Fue la última vez que lo vieron.

Liberoff fue llevado al centro de detención clandestina de la calle Bacacay, en Buenos Aires. Algunos relatos de sobrevivientes de aquel infierno lo atestiguan vivamente. Su caso recorrió un largo camino de denuncias realizadas por organizaciones internacionales hasta que, en 2003, la desaparición del médico fue «oficializada» en Uruguay a instancias de la Comisión para la Paz, aunque nunca fue investigada en el país. Únicamente comenzó a investigarse, por esos años, en Argentina, junto con otros episodios similares ocurridos en el marco de la coordinación represiva regional. No obstante, estuvo estancada –luego se supo– durante años.

En 2020, en virtud de la investigación del juez argentino Daniel Rafecas, se consignó el hallazgo de un «nuevo» centro de detención en la misma manzana que Automotores Orletti. Se trata de la casa en la calle Bacacay, del barrio Floresta, en Buenos Aires, que varios testimonios de sobrevivientes ya habían ubicado con precisión anteriormente. Aunque no había sido oficializado, el lugar se había mencionado desde un principio, incluso en documentos desclasificados por el gobierno de Estados Unidos. Allí funcionó un centro de exterminio de la Secretaría de Inteligencia del Estado, en el que, además, actuó la banda del criminal argentino Aníbal Gordon. Varios uruguayos estuvieron secuestrados allí, Liberoff entre ellos. A consecuencia de esta «novedad judicial», su familia volvió a ponerse en contacto con la Justicia argentina para recibir información acerca del destino de la investigación, que creían en curso. Se supo que el expediente había estado –todo este tiempo– «extraviado» y desconectado de las megacausas argentinas (como la de Campo de Mayo), en las que se suponía que debería estar incluido. El juez Rafecas, a partir del reclamo de los familiares –y de la nueva evidencia con relación al centro de Bacacay–, volvió a tomar el caso.

En paralelo, y con el mismo objetivo, en noviembre de 2020 los hijos de Liberoff radicaron una denuncia en la Fiscalía Especializada en Delitos de Lesa Humanidad, en Uruguay. Luego de varias peripecias, el caso finalmente halló su cauce en la investigación del fiscal Ricardo Perciballe, cuyo foco, sin embargo, no está puesto únicamente en el episodio concreto de la desaparición del médico. El fiscal se encuentra en las últimas etapas de una investigación que intenta probar minuciosamente cuál fue el modus operandi de la coordinación represiva entre Uruguay y Argentina, que regó la tortura, el asesinato y la desaparición de decenas de ciudadanos uruguayos entre 1974 y 1977. En este sentido, el caso de Liberoff, con sus particularidades, encaja a la perfección en ese esquema, del que forman parte, también, el asesinato de los militantes tupamaros Rosario Barredo y William Whitelaw; el de los legisladores Zelmar Michelini y Héctor Gutiérrez Ruiz, y el de, al menos, 22 uruguayos y uruguayas que pasaron por centros de detención argentinos. Las minucias del modus operandi y los nombres de los responsables ya están en poder del fiscal, que espera iniciar las indagatorias –a los que todavía viven– en las próximas semanas y presentar la formalización de la acusación.

 

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