Sanguinetti confirmó que si hubo espionaje

  Sanguinetti aceptó que hubo

espionaje en democracia

20 de junio de 2018

El ex presidente aseguró que no fue producto de una “planificación sistemática”

El ex presidente de la República Julio María Sanguinetti compareció esta tarde por más de dos horas ante la comisión de la Cámara de Representantes que investiga el espionaje en democracia. A la salida señaló en rueda de prensa que los diputados de la comisión le mostraron una serie de documentos que refieren a episodios de espionaje o de violaciones a la ley, y que muchos de ellos son “reales”. “Lo que está claro es que, ni la presidencia ni nuestros ministros, todos de acrisolada calidad democrática, jamás ordenamos ningún episodio ilegal”, sostuvo Sanguinetti, y agregó que es “discutible” que el espionaje fuera producto de una “planificación sistemática”.

Consultado sobre cómo esas acciones ilegales escaparon de las autoridades, dijo que “se escapaban porque ocurrían, y porque el Estado venía de una dictadura, y había muchas situaciones de conflicto”. “Se nos escapaban esas cosas como se nos escapaban también movimientos armados que todavía venían de los viejos terrorismos. Recuerden el episodio del [hospital] Filtro, en el gobierno de [Luis Alberto] Lacalle. Esas cosas ocurrían, desgraciadamente, pero se perseguían y se trataban de controlar, y el resultado fue altamente favorable, que eso es lo que importa; no lograron desestabilizar la democracia”, finalizó el ex mandatario.

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  Sanguinetti negó haber ordenado

espionaje durante sus mandatos

Hay documentos que involucran a altos cargos de su gobierno y prueban, según diputados del FA, que el espionaje fue sistemático

 

20 de junio de 2018


A pesar de los documentos que involucran en actividades de espionaje a altos cargos de gobierno durante los mandatos de Julio María Sanguinetti, el expresidente colorado negó ante los legisladores haber dado las órdenes. El exmandatario reconoció sin embargo que hubo “episodios”, aunque dijo que “es discutible” que hayan sido parte de una planificación sistemática. Desde el Frente Amplio se insiste en que los archivos analizados prueban que el espionaje fue “sistemático”, “institucionalizado” y “planificado”.

Julio María Sanguinetti compareció este miércoles ante la comisión de la Cámara de Diputados que investiga actividades de espionaje en democracia. El miembro denunciante, Luis Puig (PVP), afirmó que hay documentos que comprueban la existencia de espionaje sistemático. Según el legislador, uno de los archivos del Ministerio de Defensa, firmado por quien en 1985 fuera comandante en jefe del Ejército, el general Hugo Medina, “expresa con total claridad el plan de espionaje a desarrollar, sobre organizaciones políticas, sindicales, religiosas, organismos de derechos humanos y comisiones de derechos humanos del Frente Amplio, de los partidos tradicionales y de la Unión Cívica”. “La gravedad de esto es que fue ordenado por quien posteriormente, en 1987, fue designado por Sanguinetti como ministro de Defensa”, subrayó Puig.

Por su parte, el diputado comunista Gerardo Núñez, presidente de la investigadora, afirmó que “quedó claro” que “quienes desarrollaron espionaje a gran envergadura” fueron designados por Sanguinetti, al frente de Defensa durante la primera presidencia, y en las direcciones de inteligencia de los ministerios de Defensa e Interior durante el segundo mandato. “Hoy le mostramos documentos firmados por estas máximas responsabilidades de inteligencia”, indicó Núñez. “Está claro además que el espionaje coincide con una actitud, del primer gobierno de Sanguinetti, en contra por ejemplo de la realización del plebiscito del 89”.

“Ni la Presidencia ni nuestros ministros, todos de acrisolada calidad democrática, jamás ordenamos ningún episodio ilegal”, afirmó Sanguinetti a la salida de la comparecencia. “Es más, en lo personal puedo decir que fui víctima de algún episodio de ese tipo. Porque en el mismo momento en que, en el año 97, le volaron el auto al diputado (Hugo) Cores, me volaron a mí el estudio. Y esas eran acciones de gente vinculada a esos servicios, o exfuncionarios de esos servicios de espionaje o contraespionaje. Es decir, esos episodios han ocurrido. Muchos de ellos piensan que ha habido una planificación sistemática. Eso es más discutible, lo tendrá que ver la comisión y el Parlamento eventualmente, pero en todo caso no involucran órdenes de Presidencia. Por el contrario hay, una y otra vez, órdenes precisas de la Presidencia de actuar conforme a la ley, conforme a informaciones abiertas, sin ninguna acción de espionaje que pueda merecer una sanción desde el punto de vista jurídico”.

Sanguinetti sostuvo que los “episodios” que reconoce hubo durante su gobierno asociados a actividades de espionaje “se les escapaban”. “Como se nos escapaban movimientos armados que venían de los viejos terrorismos”, vinculó.  “Recuerdan ustedes el episodio del Flitro, durante el gobierno de Lacalle; el propio Zabalza ha contado que ellos fueron con una camioneta llena de explosivos. Esas cosas desgraciadamente ocurrían, se perseguían, se trataban de controlar. Y el resultado fue altamente favorable, porque eso es lo que importa. No lograron desestabilizar la democracia”.

Sanguinetti también fue consultado por las declaraciones de la exfiscal Mirtha Guianze en la comisión. La jurista y expresidenta de la Institución Nacional de Derechos Humanos afirma que durante el gobierno del líder colorado fue investigada y obstaculizó su pasaje a la fiscalía penal. “Yo firmé su pasaje de civil a penal, yo firmé. Que la propuesta en aquel momento se demoró, sí, como se demoran tantas veces. Ella después comete la brutal inmoralidad de invocar a un señor fiscal de Corte hoy muerto que dice que él le dijo a ella que había habido un informe de inteligencia. Lo cual es falso, no hubo tal informe. Si hubiera existido lo hubiera rechazado”.

La comisión investigadora tiene 60 días para preparar el informe que presentará al pleno de la Cámara de Diputados  y analizará si presenta los antecedentes a la Justicia.

Escuchar el informe de Mónica de León

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  Investigadora sobre espionaje

analiza llevar información

a la Justicia

Un equipo de abogados evalúa la prescripción de los delitos

20 de junio de 2018

Con la comparecencia de Julio María Sanguinetti, la investigadora parlamentaria sobre espionaje en democracia cierra la etapa de tomar declaraciones y se encamina a redactar el informe para la Cámara de Diputados. Los legisladores ya están analizando la prescripción de algunos de los delitos que surgen de la investigación para resolver si remiten la información a la Justicia, dijo a Visión nocturna el presidente de la comisión, Gerardo Núñez (PCU).

El expresidente colorado compareció ante los legisladores este miércoles para contestar sobre información que apunta a sus dos mandatos y se desprende tanto de los archivos analizados como de los testimonios recogidos por la comisión.

El exmandatario “siguió sosteniendo que se trataba de grupúsculos” y “que eran hechos aislados”, afirmó Núñez. “Obviamente que son enemigos de la democracia quienes hicieron estas actividades. Lo cierto es que utilizaron instituciones y recursos públicos, en una dimensión sostenida en el tiempo”.

El presidente de la investigadora dijo que hay documentación que contradice algunas de las expresiones vertidas por Sanguinetti en comisión, que “rozan la justificación del espionaje” en la permanencia de grupos revolucionarios. “Fíjate que la documentación que hoy le mostramos tenía que ver por ejemplo con reuniones de padres en escuelas públicas. Querían saber cómo se manejaban allí los maestros”.

Escuchar la entrevista

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  Bueno, sí

Sanguinetti admitió espionaje militar en democracia.

SAMUEL BLIXEN

Lo que para Julio María Sanguinetti ayer era “temerario y una falsedad”, hoy es en parte “discutible” y en parte “no negable”. Entre una y otra postura –que recuerda el estilo “como te digo una cosa te digo la otra”, característico de otro ex presidente– mediaron dos horas de comparecencia en la investigadora de Diputados sobre espionaje militar en democracia y el contacto personal y visual con unos cuantos documentos del llamado “archivo Berrutti”, que exhiben firmas y sellos de indiscutible factura militar y oficial.

La admisión de lo que hasta ayer negaba no fue producto de ese contacto personal con los documentos secretos de la Dirección General de Información de Defensa sobre el espionaje a que fueron sometidos partidos políticos, sindicatos y personalidades durante su primer mandato presidencial. Esos documentos –exhibidos por los diputados Gerardo Núñez y Luis Puig, que comandaron el interrogatorio en la audiencia parlamentaria– no eran desconocidos por Sanguinetti, puesto que hace más de un año que se han publicado en diversos medios de comunicación. Al negar su origen oficial y su propia existencia, Julio María Sanguinetti hizo abuso de una agigantada imagen ética que le permite actuar con impunidad y eludir responsabilidades. Con un conocido uso mediático de esa imagen –que inhibe a algunos periodistas de hacer las preguntas más elementales e inclina a dejar pasar las incongruencias más evidentes– el ex presidente machacó, antes de su comparecencia, en tres afirmaciones: que es temerario decir que hubo espionaje militar en democracia; que es una falsedad asegurar que ese espionaje fue institucional; y que es falso su carácter sistemático a lo largo de los años.

Sabía que sus afirmaciones eran contrastables e indefendibles, pero las puso igual en circulación, apegado al axioma de que un desmentido siempre deja un cono de duda. El miércoles en la comisión Sanguinetti se repitió con su caballo de batalla: los dos demonios. En todo caso, el espionaje había que adjudicárselo a los “bolsones nostálgicos” en las Fuerzas Armadas, que pervivieron como pervivieron los grupúsculos “que venían de los viejos terrorismos”. Sin que tuviera ningún apoyo entre los diputados de la oposición, Sanguinetti achicó el paño, aceptó lo que las pruebas volvían evidente, pero mantuvo su negativa en cuanto a que su gobierno hubiera ordenado ese espionaje, y consideró muy discutible el carácter sistemático del espionaje, aunque ello esté avalado por miles de documentos oficiales.

Sanguinetti prefirió quedar en ridículo, aceptando que la inteligencia militar había actuado bajo sus narices, antes que reconocer la responsabilidad que le cupo como comandante supremo de las Fuerzas Armadas. Al negar su responsabilidad, la vuelca sobre los ministros, sobre los comandantes de las armas y sobre los oficiales superiores que comandaron la inteligencia militar y ocuparon las jefaturas de los organismos de espionaje.

Todos estos antecedentes pasarán a la justicia penal.

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  ESPIONAJE

21 de junio de 2018

Espionaje en democracia partió de

organizaciones desde adentro del Estado

que venían de la dictadura

El ex presidente Julio María Sanguinetti aseguró que las actividades de espionajes en democracia partieron de organizaciones desde adentro del Estado que venían de la dictadura y sobrevivieron.

Sanguinetti, presidente de la República durante los períodos 1985-1990 y 1995-2000, compareció este miércoles 20 de junio ante la Comisión Investigadora sobre Espionaje Militar en Democracia de la Cámara de Diputados.

Los denominados “documentos Castiglioni”, en poder de la Investigadora, se refieren a la existencia de actividades de espionaje realiza por personal militar y policial en democracia hacia políticos, sindicalistas y medios de prensa.

Sanguinetti dijo este miércoles que en la sesión de la Comisión se presentó una serie de documentos que hacen referencia a episodios de espionaje, violaciones a la Ley o intervenciones lesivas para la Ley.

“Muchas de ellas son reales, efectivas, no son negables. Lo que está claro es que ni la Presidencia, ni nuestros ministros, todos de acrisolada calidad democrática, jamás ordenaron ningún episodio ilegal”, aseguró Sanguinetti.

También dijo que esos episodios no fueron planificados de forma sistemática, sino que se trataron de “acciones vinculadas a organizaciones enemigas de la democracia”.

Sobrevivientes de la dictadura

“Organizaciones desde adentro del Estado que venían de la dictadura y sobrevivieron”, reconoció Sanguinetti.

Dijo que ese tipo de actividades “se escapaban, se perseguían y se trataban de controlar”.

Sanguinetti también recordó los atentados ocurridos a comienzo de la década del 90, contra su estudio de abogados y contra el vehículo particular del entonces diputado del Frente Amplio y ex líder del Partido por la Victoria del Pueblo (PVP), Hugo Cores, hoy fallecido. Dijo que fueron acciones de “gente vinculada a ex funcionarios de servicios de espionaje y contraespionaje”.

En su momento trascendió que aquellos hechos habrían sido planificados desde la compañía de contrainformación, una dependencia del servicio de Inteligencia del Ejército, comandada por Tomás Casella.

Por su parte, el diputado Luis Puig, del PVP aseguró este miércoles que se pudo comprobar y demostrar en la Investigadora “la existencia de espionaje sistemático en democracia, no de hechos aislados, sino ordenados por quien fuera comandante en jefe del Ejército, el general Hugo Medina”.

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  ESPIONAJE EN DEMOCRACIA

Sanguinetti: la gran mentira del

expresidente

Julio María Sanguinetti estuvo en la comisión parlamentaria que analiza el espionaje en democracia, admitiendo que esa práctica se llevó a cabo durante su gobierno. Su versión cambió, pero eso no lo aceptó a la prensa.

POR ISABEL PRIETO FERNÁNDEZ 

 

SÁBADO 23 DE JUNIO DE 2018

Julio María Sanguinetti es un hombre formal. Estaba citado a las 15.30 en el Parlamento, pero él, protocolarmente correcto, estuvo 15 minutos antes para comparecer en la “Comisión investigadora sobre posibles actos de inteligencia de Estado violatorios de la normativa legal y constitucional, llevados a cabo por personal policial o militar desde 1985 a la fecha”. Así de pomposo es el nombre de la comisión y así de simple lo que significa: si hubo o no espionaje en democracia. Por esa sala parlamentaria transitaron muchas personas, desde civiles a militares y policiales. Algunos negaron que el espionaje hubiera sucedido, otros dijeron desconocerlo, pero hubo quienes aseguraron que esa práctica había sido un hecho. La postura de Sanguinetti, en cambio, siempre había sido la misma, que se resumía en una sola palabra: no.

Versión vieja versus versión nueva

Una hora, una hora y media… el tiempo pasaba y los periodistas ya nos empezábamos a preguntar qué estaba pasando con Julio María. Cuando ya nos habíamos cansado de especular, apareció Sanguinetti. Por un instante, serio -preocupadamente serio-, pero inmediatamente recompuso el gesto con una media sonrisa y una tímida excusa: “La garganta no está muy bien”. Igual, el malestar no lo salvó de las preguntas.

“Hemos tenido una larga y razonable sesión. Los diputados plantearon una serie de documentos que refieren a espionaje o a intervenciones lesivas para la ley, muchas de ellas son reales, no son negables”, comenzó diciendo Sanguinetti a la prensa. Igualmente, el exmandatario afirmó que “ni Presidencia ni los ministros, todos de acrisolada capacidad democrática, jamás ordenamos ningún episodio ilegal. Es más, en lo personal puedo decir que fui víctima de algún episodio de ese tipo, porque en el mismo momento que, en el año 97, le volaron el auto al diputado Cores, a mí me volaron el estudio. Esas eran acciones de gente vinculada a esos servicios o exservicios o exfuncionarios de esos servicios de espionaje o de contraespionaje. Es decir, esos episodios han ocurrido. Muchos de ellos [por los diputados] piensan que fue una planificación sistemática; eso es más discutible, lo tendrán que ver la comisión y el Parlamento eventualmente, pero no involucran en ningún caso órdenes de Presidencia. Por el contrario, hay una y otra vez órdenes precisas de actuar conforme a la ley, conforme a acciones abiertas, sin ninguna acción de espionaje que pueda merecer una sanción o una infracción desde el punto de vista jurídico”, indicó.

Consultado por cómo se le escapaban esos temas a las autoridades, Sanguinetti dijo: “Se escapaban porque ocurrían, y porque el Estado venía de una dictadura y porque había muchas situaciones realmente de conflicto. Se nos escapaban esas cosas como se nos escapaban movimientos armados que venían del viejo terrorismo”. Llegado a ese punto, Julio María hizo gala de su idoneidad para sacarse el sayo: “Recuerden ustedes el episodio del Filtro, que fue bajo el gobierno de Lacalle, no fue bajo mi gobierno. Allí, el propio Zabalza ha contado que ellos fueron con una camioneta llena de explosivos. Esas cosas ocurrían, desgraciadamente ocurrían”, dijo un apenado Julio María, poniendo un ejemplo que fue una picardía. Primero, porque nombra al gobierno de [Luis Alberto] Lacalle en la cúspide de la represión, pretendiendo, de esa forma, que la opinión pública centre su atención en otro punto, desviando la mirada; segundo, porque cita un supuesto hecho que la Justicia investigó y no pudo comprobar. A tal punto, que las actuaciones judiciales dejaron a Jorge Zabalza como un hombre de profusa imaginación, que suma su cuota de fantasía a hechos reales. Lo increíble -o no- es que el abogado Sanguinetti se sirva de delirios ajenos para salir del paso.

“Aquellos que actuaron con ese impulso desestabilizador no lograron perturbar la marcha del Estado de derecho”, afirmó con amnesia, al olvidar que esa marcha tuvo un tropezón con caída cuando, en el año 1986, el entonces jefe del Ejército, Hugo Medina, decidió guardar las citaciones de la Justicia en un cofre fort y hacerlo público con total desparpajo. Al año siguiente, Sanguinetti lo nombra ministro de Defensa. El Estado de derecho seguía su marcha… reptando.

En la rueda de prensa, Caras y Caretas le consultó textualmente: “Pero usted, hasta ahora, había dicho que eso no había ocurrido en su gobierno”. Sanguinetti respondió: “No, yo no dije que no hubiera ocurrido. No, no, yo no dije, hasta ahora, que no hubiera ocurrido. Dije: ‘Nosotros jamás ordenamos ninguna acción fuera de la ley’. Lo dije y lo repito enfáticamente”. Sin embargo, en rueda de prensa del 11 de junio, Sanguinetti dijo lo siguiente: “Eso es todo mentira; durante los gobiernos democráticos nadie hizo espionaje. De repente hubo algún espía encubierto que uno no se enteró. Eso siempre puede ocurrir. La democracia resplandeció, no hubo espionaje, y ahora, como estamos en movimiento, se ve que se acordaron de mí”.

El “espía encubierto” de Julio María fue un arduo trabajador que logró acumular millones de documentos él solito. Su eficiencia es directamente proporcional a la ineficiencia de la camioneta con explosivos de Zabalza.

Antes de culminar, Sanguinetti volvió a tratar de inmoral a Mirtha Guianze por invocar las palabras de una persona fallecida, que aseguró que había un informe de Inteligencia, como si la moral de los vivos pasara por desterrar todo accionar de los que ya no están, como si el hecho simple y natural de morir borrara todo vestigio de vida. El problema de Sanguinetti no es la talla moral de Mirtha Guianze, sino la suya. Lo que quiere evitar es que los muertos hablen, porque “su” muerto fue un ser despreciable y el expresidente quiere acallarlo a como dé lugar. Sin embargo, desde los documentos que forman los archivos, ese muerto parlotea y parlotea. Menudo desagradecido para quien supo nombrarlo ministro de Defensa Nacional.

 

 

 

 

 

 

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