Medidas de seguridad prontas
Arranca la cumbre del G 20 en Buenos Aires.
Fabián Kovacic
En un Buenos Aires “militarizado”, según las palabras de la ministra de Seguridad, el presidente Mauricio Macri espera que la reunión del Grupo de los 20 (G 20) lo ayude a cumplir su promesa de “reinsertar a Argentina en el mundo”.
Con una inflación galopante, una deuda externa creciente (que ya alcanza los 265.000 millones de dólares), y 36,8 por ciento de la población debajo de la línea de pobreza, la imagen del presidente argentino está muy devaluada. Este viernes 30 y sábado 1 de diciembre, con la celebración de la cumbre del G 20 en Buenos Aires Mauricio Macri espera poder mostrar algo positivo al mundo, y en cierto sentido, también hacia adentro, a su pueblo. La realización del evento constituye un logro en sí para su gobierno, en medio de la gran aspereza que enfrenta de cara a las elecciones presidenciales del año próximo.
El G 20 surgió en 1999 e incluye a 20 países de todos los continentes cuyas reuniones anuales involucran no sólo a sus mandatarios, sino a Ong, organizaciones comerciales y financieras y organizaciones feministas valoradas como tales por cada gobierno que las invita a esas reuniones. Los países que integran el G 20 representan el 66 por ciento de la población mundial y el 85 por ciento del Pbi mundial, lo cual lo convierte en el principal foro de debates económicos y financieros. El grupo cuenta además con instituciones asociadas, todas vinculadas a las Naciones Unidas y al sistema multilateral de gobernanza. Algo que choca frontalmente con la doctrina del presidente Donald Trump, que descree del multilateralismo y que podrá generar debates en la cumbre en la capital argentina (véase entrevista con Jane Kelsey). Estados Unidos ha manifestado su postura en una gran serie de acciones concretas, como cuando el pasado 18 de junio Nikki Haley, su embajadora ante la Onu, anunció el retiro de su país del Consejo de Derechos Humanos por orden de Trump, quien considera que favorece a países como China, Venezuela, Congo y Cuba, y no utiliza la misma vara con Israel en su conflicto con Palestina.
DISPUTAS AGENDADAS. Una escena registrada en una foto de la pasada cumbre del G 7, en Francia, el 9 de junio pasado, ilustra bien la posición de Trump: en primer plano figuran la canciller alemana, Angela Merkel, y el presidente francés, Emmanuel Macron, con un gesto de reclamo hacia un Donald Trump sentado, con los brazos cruzados y observándolos de manera displicente. Tras debatir durante dos días temas de política exterior, acuerdos comerciales, desarme y cambio climático, los mandatarios del G 7 emitieron un comunicado conjunto, del que Trump se desvinculó mediante un twit que rechazaba todo lo que horas antes había acordado con sus pares.
En consecuencia, una furiosa Merkel planteó la necesidad de una “Europa unida junto con Canadá y Japón, para hacer frente a las políticas de Estados Unidos”, según aseguró en la televisión nacional alemana.
En Buenos Aires se reunirán, entre otros, Vladimir Putin, el presidente ruso que había sido excluido del G 8 desde 2014, cuando se anexó Crimea en medio del conflicto con Ucrania (que, dicho sea de paso, volvió a crisparse el fin de semana pasado cuando Rusia capturó tres buques ucranianos en aguas que rodean la península). Merkel ve con buenos ojos la reincorporación del gigante europeo “a su debido tiempo y en otras condiciones diplomáticas”, aseguró a la prensa alemana a mediados de este año. Este punto también marca tensiones con Trump, que prefiere no encontrarse con Putin en una reunión bilateral en Buenos Aires.
El mar de fondo no será tratado durante los dos días en los foros y reuniones, sino en los encuentros de alto nivel fuera de protocolo, donde Trump buscará frenar los avances chinos y su programa Made in China 2025, con que el gigante asiático pretende torcer el brazo de la economía estadounidense. En el medio se encuentra Europa, representada por Merkel y Macron, que buscarán sostener su discurso multilateralista.
Para Sudamérica, representada en este foro por Argentina y Brasil, resta observar y tratar de meter algunos bocados. Como presidente del país anfitrión, Mauricio Macri tiene derecho a designar dos países invitados y a fijar tres temas de discusión en la agenda. Invitó a Chile y Holanda, y propuso como temas el trabajo y empleo en el futuro; la conectividad global y el acceso a las nuevas tecnologías, y la seguridad alimentaria. Tres asuntos que Trump prefirió dejar en manos de sus técnicos, para encarar la guerra comercial con China. Las patentes son un dolor de cabeza para los empresarios estadounidenses, que ven en los chinos una amenaza real.
VISITA DEL FMI Y UN TENEBROSO PRÍNCIPE SAUDÍ. La titular del Fmi, Christine Lagarde, ya avisó que asistirá a la cumbre y que va a hacerse tiempo para una reunión a solas con el presidente Macri, para felicitarlo, porque el primer monitoreo de la comisión encargada de vigilar las cuentas nacionales aprobó las medidas tomadas por el equipo económico del gobierno argentino (capitaneado por el ministro de Hacienda, Nicolás Dujovne, con la asistencia del titular del Banco Central, Guido Sandleris).
Otro potencial punto de conflicto durante la reunión será la presencia del príncipe Mohamed bin Salman, heredero del trono de Arabia Saudita, criticado y acusado de ser responsable del desastre humanitario en Yemen y de la muerte del periodista saudí Jamal Khashoggi, quien desapareció en el consulado saudí en Estambul.
Al llegar a Buenos Aires en la mañana del miércoles 28, el príncipe se enteró de que la justicia argentina estaba tramitando una denuncia en su contra realizada por la organización internacional de derechos humanos Human Rights Watch (Hrw). El juez federal argentino Ariel Lijo y el fiscal Ramiro González lo están investigando por delitos de lesa humanidad. Tanto Hrwcomo Amnistía Internacional (AI) consideran que Bin Salman es responsable de crímenes de guerra en Yemen, donde Arabia Saudita encabeza una coalición militar para terminar con los rebeldes hutíes que se alzaron contra el gobierno en 2015. Los bombardeos de la coalición de países árabes han hecho blanco en la población civil más que en las fuerzas irregulares que pretenden combatir. Además las dos organizaciones humanitarias consideran que el príncipe heredero tiene responsabilidad en la muerte del periodista saudí Jamal Khashoggi, asesinado tras ingresar al consulado saudí en Turquía, el 2 de octubre pasado. La Constitución argentina reconoce la jurisdicción universal en cuanto a delitos de lesa humanidad, y el Código Penal acepta la presentación de denuncias ante los jueces federales del país de quien se considere damnificado o tenga conocimiento de este tipo de delitos.
No obstante, según fuentes judiciales consultadas por Brecha, en los tribunales federales consideran improbable la detención del príncipe, especialmente porque para avanzar con la denuncia debiera corroborarse que se trata de uno o varios delitos de lesa humanidad y que no haya una causa similar radicada en otro país. Algo que fue confirmado ayer por el canciller argentino, Jorge Faurié, quien señaló que el príncipe saudí tiene inmunidad diplomática.
25 MIL EFECTIVOS DE SEGURIDAD. “Si pueden irse de la ciudad durante toda esa semana, sería mucho mejor”, fue el consejo que dio el 16 de noviembre la ministra de Seguridad argentina, Patricia Bullrich, a los habitantes de la capital, durante un programa de televisión. Una propuesta insólita que implicaría el traslado de 3,5 millones de ciudadanos, además del no ingreso de los casi 6 millones que cada día circulan en la capital provenientes del Gran Buenos Aires. Por este último motivo el propio gobierno decidió declarar feriado el viernes 30, primer día de la reunión, para evitar calles inundadas de transeúntes al ritmo del trabajo cotidiano. Al mismo tiempo decidió suspender el transporte público a partir de las 18 horas del jueves.
La medida no sólo reducirá la circulación de personas en la ciudad, sino también la llegada de manifestantes que se sumen a las protestas planificadas contra los líderes mundiales. “Buenos Aires va a estar militarizada y bajo control de las fuerzas de seguridad nacionales, con operativos en toda la ciudad e incluso en las afueras”, anunció Bullrich.
La ministra ya había desplegado operativos de la Policía Federal, Bonaerense y Gendarmería Nacional en las últimas semanas. Los resultados fueron motivos de burla en las redes sociales, porque por considerarlos objetos sospechosos se incautaron bolsas de compras con pollos crudos, televisores convertidos en chatarra dejados en las calles por vecinos, y un juego de sábanas que fue confundido con una bomba en el Aeroparque Jorge Newbery.
El miércoles 14 de noviembre una bomba casera le destrozó la mano a una joven en el Cementerio de La Recoleta y Bullrich encontró la excusa necesaria para volver a la carga. “Se trata de un grupo anarquista vinculado a los manifestantes antiglobalización y a los mismos que apoyan a los mapuches”, aseguró.
La bomba explotó anticipadamente en las manos de su portadora frente al mausoleo del ex jefe de policía Ramón Falcón, responsable de la represión de obreros socialistas y anarquistas durante la Semana Roja de Buenos Aires, en 1909, cuando fueron asesinados 11 trabajadores anarquistas durante un acto del Primero de Mayo. Falcón había participado en 1879 de la llamada Campaña del Desierto, al mando del general Julio Roca, que diezmó a la nación mapuche en la Patagonia. El 14 de noviembre de 1909 Falcón fue asesinado con una bomba por el anarquista ruso Simón Radovitzky.
El Comité de Seguridad encabezado por la ministra Bullrich incluye 22 mil efectivos de las fuerzas federales, es decir: Policía Federal, Gendarmería Nacional, Prefectura Naval y Policía Aeronáutica, además de otros 3 mil efectivos de la Policía de la Ciudad y la Bonaerense. Los servicios de inteligencia de los países participantes tienen contacto permanente desde fines de setiembre con la Agencia Federal de Inteligencia (Afi) argentina, y las tres fuerzas armadas aportan logística en reserva para el caso excepcional de que deban intervenir a pedido del presidente.
LA CONTRACUMBRE. Una suerte de Estado de sitio tiene en vilo a los habitantes de la ciudad, que desde el lunes 26 ven por todos lados los cortes de calles y manifestaciones de las organizaciones nucleadas en el colectivo Fuera G 20 y Fmi. La propia ministra Bullrich designó al premio Nobel de la paz Adolfo Pérez Esquivel, referente del colectivo, como mediador para garantizar la seguridad y evitar disturbios durante los días previos a las reuniones oficiales y en el transcurso de la cumbre.
En los días previos a las manifestaciones previstas para hoy y mañana, Fuera G 20 y Fmi organizó una Semana de Acción Global con reuniones, charlas, debates, manifestaciones y fiesta de cierre en la Plaza del Congreso. Las actividades se desarrollaron en centros culturales de la ciudad y en la sede de la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de Buenos Aires, con mesas de discusión sobre políticas extractivistas en el continente, la migración producto de conflictos armados en todo el mundo, la situación de la mujer frente a la violencia machista y el cambio cultural que se inició hace tres años en Argentina; también se analizó la situación política en Centroamérica, y un capítulo especial merecieron la Nicaragua de Daniel Ortega y el Brasil de Jair Bolsonaro. En la Cumbre de los Pueblos fueron recibidas delegaciones de movimientos sociales de toda América Latina y algunos países europeos y africanos. Entre los actos complementarios de la Semana de Acción Global se destaca la conferencia del historiador francés Pierre Salama sobre la globalización en América Latina, organizada por el Instituto Argentino para el Desarrollo Económico, una de las usinas de pensamiento desarrolladas bajo el kirchnerismo.