Uruguay: ¿País laico?

  Parte de la religión

A pedido de varios “militares

católicos”, Sturla celebró una misa

en el Día del Ejército

Franco Scopelli

23 mayo, 2019

El 18 de mayo un importante grupo de militares vestidos con su uniforme de gala se presentó en las puertas de la catedral metropolitana para celebrar una misa especial en el Día del Ejército. ¿Violaron la laicidad? Dos historiadores opinan en esta nota.

Es por todos sabido el proceso por el cual una palabra pierde paulatinamente su significado a causa de su pronunciación reiterada. Se conoce el referente, se tiene una idea más o menos estereotipada de qué es lo que significa esta palabra. Hay, sin embargo, un mecanismo que no se activa, que deja la palabra perdida y desorientada en su propio sonido, como si fuera la primera vez que la escuchamos. Uno de los principales efectos de la impunidad es este. Cada día parece que empezamos de nuevo.

El sábado 18 de mayo la Iglesia Católica de Montevideo celebró por cuarta vez una misa especial en la Iglesia Matriz en conmemoración del 208º aniversario de la Batalla de las Piedras y Día del Ejército Nacional, la cual fue presidida por el cardenal y arzobispo de Montevideo, Daniel Sturla, a pedido expreso del capellán de la capilla del Hospital Militar, el padre y coronel retirado Genaro Lusararian y de varios “militares católicos”, según aclaró el propio cardenal al comenzar la misa. El público estuvo compuesto en su gran mayoría por militares en sus uniformes de gala (de Uruguay e incluso de países vecinos). También estaban sus familias, el candidato presidencial de Cabildo Abierto, Guido Manini Ríos, y el presidente de ese partido, Guillermo Domenech, así como algunos curiosos.

Frente a tal emperifollada concurrencia, el cardenal, que dos días más tarde concurrió a una celebración ecuménica en memoria de los católicos detenidos desaparecidos y posteriormente a la Marcha del Silencio, fue fiel a su costumbre salomónica y se limitó a aclarar que en esta misa no se celebraba a ninguna persona ni institución, que la Iglesia recibía a todos sus fieles sin distinción, que el otrora álgido debate acerca de la separación entre el Estado y la Iglesia es cosa del pasado y que hoy lo considera algo bueno.

También se refirió a “los últimos meses” como días de dolor y desencuentro entre el ejército y la sociedad uruguaya. Pidió por la verdad, la justicia y el perdón que necesita “la sombra del pasado”. Aseguró que las palabras del comandante en jefe del Ejército, Claudio Feola (que se encontraba en primera fila), rechazando “enfáticamente los excesos y desvíos del pasado” y asumiendo “el compromiso de darle mayor claridad a la historia y dar respuesta a quienes continúan buscando a sus seres queridos”, llenan de esperanza a los familiares y a la mayoría de los uruguayos. Sturla eligió quedarse con esas expresiones y no con las que Feola pronunció el 8 de abril al asumir como comandante: “No voy a repudiar (los crímenes de la dictadura) porque no sé si están confirmados o no”.

La realidad parece no darle la razón al cardenal, ya que las Madres y Familiares de Uruguayos Detenidos Desaparecidos consideraron inadmisible que el terrorismo de Estado con su jerarquía, presupuesto e institución militar dedicadas a la represión, el asesinato y la tortura sea etiquetado simplemente como “excesos y desvíos del pasado” (en referencia a los dichos de Feola), teniendo en cuenta no sólo la memoria de quienes vivieron esa época, sino además la enorme investigación histórica que hay sobre el tema, a lo que se suman las declaraciones de los propios militares. Tamaña diferencia en las palabras no es sino una consecuencia más de una cultura de impunidad que evita llamar a las cosas por su nombre.

Otro de los puntos de la prédica de Sturla fue la laicidad. La presencia de militares uniformados en una institución religiosa es para el profesor e historiador Carlos Demasi “una violación de esta separación consagrada en nuestra Constitución, siendo el Ejército nacional una institución oficial y presentándose sus funcionarios en calidad de tales con toda su investidura”. Según el historiador Alejandro Sánchez, católico declarado, “no había necesidad de que fueran de uniforme a la misa”, pero no considera que eso haya “violado la laicidad”. “Si no, habría que prohibir que los oficiales concurrieran de uniforme a los casamientos, cosa que siempre ocurre. Eso sí, un ejército que se dice artiguista (algo históricamente muy discutible) debería tener otras actitudes”, argumentóEn cuanto a la relación entre la Iglesia y la dictadura, Sánchez dijo a Brecha que “la Iglesia no es un partido político. Se hicieron muchas misas en dictadura en las que se pedía verdad y justicia en contra de los crímenes que se estaban cometiendo. Pero cada fiel es responsable de sus actos, la Iglesia no puede hacerse cargo de las acciones de alguien que se dice católico. Eso pertenece a la órbita de la justicia”. Si se tienen en cuenta otras instituciones religiosas, es notorio cómo la Iglesia Metodista ha apoyado la búsqueda de verdad y justicia, y desde hace ya largo tiempo. Este vínculo fue ilustrado también por Fe en la resistencia, un documental que se estrenó el año pasado y que recupera la memoria de muchos espacios antidictadura vinculados a diferentes religiones (metodista, católica, judía y afroumbandista). El material audiovisual, que saldrá de gira por Europa a principios de junio, así como testimonia la resistencia también deja entendido que sí hubo grupos de personas que, organizadas en ámbitos religiosos, apoyaron la dictadura. El esclarecimiento de los delitos, la investigación abierta y libre, así como el enjuiciamiento de los culpables, seguro que haría mucho por evitar que se señale injustamente a instituciones como la Iglesia Católica. La impunidad tiene eso, salpica.

Los uniformes, la misa y la Catedral

En el Ministerio de Defensa no consideran que el comandante en jefe del Ejército, Claudio Feola, y otros oficiales en actividad que concurrieron a la misa de la Catedral vestidos de uniforme militar hayan violado la laicidad. “Fue una actividad conmemorativa del Día del Ejército a la que fueron invitados. Ellos, mientras estén en actividad, tienen permanentemente el derecho a portar el uniforme. Además estaba claro que no iban a hacer uso de la palabra y que sólo iban a hacer acto de presencia.” Esa es la respuesta oficial, aunque se acepta que es un tema “discutible”, y que ya en otras oportunidades, a raíz de otras misas, el ministerio ha tenido que salir a aclarar. El horno en estos asuntos no está para bollos, porque actualmente el hierro más caliente que tiene el gobierno en sus manos es la situación de los generales Claudio Romano, Carlos Sequeira, Alejandro Salaberry y Gustavo Fajardo, ex integrantes de los tribunales de honor que “juzgaron” la conducta de José Gavazzo, Jorge Silveira y Luis Maurente. Como se recordará, el gobierno sometió a la discusión del Senado el pase a retiro obligatorio de estos generales, y la oposición no otorgó sus votos para alcanzar la mayoría especial necesaria para destituirlos. Hay una vía constitucional que el presidente puede utilizar como jefe de las Fuerzas Armadas, y eso es lo que está “en fase de análisis”. En lo concreto, los cuatro militares siguen aún en funciones.

RT

 

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