El Uruguay, ha sido un país de una militante y permanencia de la Laicidad. Con motivo de asumir el nuevo gobierno de la coalición, se inaugura con un acto en la Catedral de Montevideo y que forma parte de un proceso contra esta Laicidad. Motivo de reflexión para el pueblo uruguayo
El caballo y la cruz
Los rituales en la asunción de Lacalle Pou.
Gabriel Delacoste
6 marzo, 2020
Asumió el gobierno presidido por Luis Alberto Lacalle Pou. Fueron días de formalidades, ceremonias, visitas y mensajes simbólicos. El nuevo presidente se mostró acompañado de dirigentes de la derecha y la ultraderecha regionales, escoltado por jinetes y bendecido por sacerdotes, lo que dejó claras las afinidades de su gobierno y señaló el retorno de cierta idea de lo nacional.
Después de un discurso en el que habló sobre la libertad, Lacalle Pou salió del Palacio Legislativo y se subió, junto con la vicepresidenta, Beatriz Argimón, al viejo automóvil que perteneció a su bisabuelo Luis Alberto de Herrera, en el que su homónimo padre había hecho ya el mismo recorrido. Dio un rodeo por la Avenida de las Leyes y agarró por la avenida Libertador, seguido de nada menos que 3.300 caballos con sus jinetes.
HICO HICO. La caballería estaba organizada por delegaciones de los 19 departamentos. Flameaban en manos de los hombres a caballo banderas de Uruguay y de numerosas organizaciones. Cabalgaban también muchas mujeres (a menudo con unas largas polleras que cubrían la totalidad del lomo del caballo) y niños. Abundaban los ponchos, los facones y los gritos de algarabía. Por las ropas y los cuerpos, se podía suponer la clase social de los jinetes. La clase altísima desfilaba mezclada con los sectores populares del campo. En el público se veían mucha gomina, muchos sombreros panamá y muchas personas vestidas de blanco, a veces de la cabeza a los pies.
Los desfiles de caballería gaucha son comunes en el interior del país en todo tipo de ocasión y conmemoraciones. Recuerdan al gaucho y las temibles embestidas de jinetes que protagonizaron la guerra de independencia y las muchas guerras civiles que le siguieron en el siglo XIX, que terminaron con la revuelta de Aparicio Saravia, cuyo rostro aparece estampado cada vez más sobre el blanco y el celeste de la bandera del Partido Nacional (PN). La caballería gaucha evoca la lucha por la independencia y también un pasado romantizado, el precapitalismo bárbaro de los hombres sueltos y los caudillos, el mundo del aire libre y la carne gorda. Los jinetes del domingo no son gauchos, como lo eran aquellos, sino habitantes del Interior actual, alambrado, capitalista, tecnificado y mucho más urbano. Sin embargo, el gaucho sigue siendo su representante.
No es usual que más de 3 mil caballos recorran el Centro de Montevideo. La imagen del desfile de caballería fue, sin duda, impresionante y transmitió cierto espíritu lúdico, aunque serio en extremo. Fue un espectáculo elegante y alegre. Fue una demostración de fuerza, como lo puede ser una gran multitud, pero no por la cantidad de gente (aunque había unas tres cuadras de público en 18 de Julio). No eran meras personas aglomeradas, sino representantes de lo que los blancos entienden como la verdad de la patria, de su origen y de su riqueza. No es casual que los terratenientes del campo (clase que, por cierto, hizo disciplinar y exterminar a los gauchos) tengan una importante representación en el nuevo gobierno, encabezada por el ministro de Ganadería y expresidente de la Asociación Rural, Carlos María Uriarte.
Pero si el caballo representa la libertad y la patria, representa también la conquista. No es menor que lo que la caballería evoca sea no la función productiva del caballo, sino su dimensión militar. Lacalle entró a asumir el gobierno nacional, visto muchas veces como algo lejano y hostil desde “el campo”, y va a gobernar desde Montevideo, bastión electoral del Frente Amplio. Fue una entrada triunfal en territorio hostil.
Entre el público predominaban las banderas del PN, pero había también un importante contingente identificado con Cabildo Abierto (ocasionalmente, se veía alguna insignia colorada). El eslogan extraoficial del gobierno, “se acabó el recreo”, era gritado con alegría por los festejantes. Era un grito no de libertad, sino de revancha, amenaza y afirmación de la jerarquía. Orgullo de saberse botón. El único grito que se escuchó más que el del recreo fue “viva la patria”. Y, ciertamente, si algo se celebró el domingo, fue la patria. No la ciudadanía ni el pueblo, la patria.
TODOS JUNTOS EN CAPILLA. Al día siguiente se celebró una “oración interreligiosa por la patria” en la Iglesia Matriz. Participaron en ella sacerdotes católicos, protestantes y judíos, con la intención de bendecir el nuevo gobierno. La catedral no llegó a llenarse. Las figuras políticas, que tenían asientos reservados en las primeras filas, desfilaban por el pasillo que se formaba entre los asientos, haciéndose aplaudir y saludar. El primero en recibir este tratamiento fue Guido Manini; lo siguieron Pablo Mieres y el ya mencionado Uriarte. En el público se destacaban figuras de la derecha cristiana, como Álvaro Dastugue, y oligarcas, como Ignacio de Posadas y Laetitia D’Arenberg, además de autoridades varias. La ovación más grande, con los celulares en alto, fue para el presidente.
La ceremonia comenzó con una bienvenida a la catedral por parte del cardenal Daniel Sturla: “Esta iglesia está cargada de historia. La construcción de esta iglesia comenzó en 1790 y esta fue bendecida en 1804. Cada día es visitada por mucha gente que encuentra aquí testimonio de nuestro pasado. Allí está la pila bautismal donde fue bautizado el primer jefe de los orientales, y en el atrio una placa recuerda la muerte heroica de Francisco Lavandeira, defendiendo la urna depositaria de la voluntad popular”. Siguió: “Rezamos porque amamos la patria y deseamos para todos los orientales y todos los que viven en este suelo lo mejor, una sociedad más libre, más justa. Por ello invocamos a Dios, nuestro señor”.
Una presentadora no identificada pidió “ponernos en presencia de Dios” y se leyó del Primer Libro de los Reyes, de la Biblia, un pasaje dedicado a la coronación de Salomón, que, angustiado con que “Dios me ha hecho rey en el lugar de mi padre”, pide “un corazón comprensivo para juzgar a mi pueblo, para discernir entre el bien y el mal”. Dios responde: “Porque tú has pedido esto y no una larga vida, ni riquezas, ni la vida de tus enemigos, sino el discernimiento necesario para juzgar con rectitud, yo voy a obrar conforme a lo que dices. Te doy un corazón sabio y prudente, de manera que no ha habido nadie como tú antes de ti ni habrá nadie como tú después de ti. Y también te daré lo que no has pedido: tanta riqueza y gloria que no habrá nadie como tú entre los reyes”. Se omitió leer la frase que sigue inmediatamente a este fragmento: “Si sigues mis caminos, cumpliendo mis leyes y mandamientos, como lo hizo David, tu padre, te daré larga vida”. Cuando se trata de la lectura bíblica, hay que interpretar. Se le habla al presidente sobre un rey (los reyes como ejemplo para los presidentes) cuyo padre también lo fue, a quien, por pedir consejo a Dios, se le prometió la gloria (y la riqueza), y se deja de leer justo a tiempo, antes de decir que tiene que gobernar según la ley de Dios. El mensaje es religioso y político. En este encuentro, los sacerdotes le hablaron directamente al presidente.
Pasó al estrado el rabino Daniel Dolinsky, que contó la historia de Balac, otro rey que, temeroso de la llegada del pueblo judío liderado por Jacob a los territorios de su reino, Moab, contrató los servicios del maldecidor Bilaam para que maldijera a los israelitas. Bilaam, en diálogo con Dios, decidió, en lugar de maldecirlos, bendecirlos. El rabino reflexionó: “¿Por qué muchas veces nos empeñamos en desear el mal al otro en vez de preocuparnos por construir nuestro propio bien? ¿Por qué a Balac se le ocurre que el encuentro con ese pueblo de Israel va a ser negativo en vez de preocuparse por construir un Moab fuerte que pudiera encontrarse sanamente con el pueblo de Israel?”. Destacó que la bendición de Bilaam a los israelitas fue “cuán bellas son tus residencias, oh, Jacob” (omitió que la bendición seguía con “devora las naciones enemigas, les quiebra los huesos, las atraviesa con sus flechas”) y que “no es que las casitas o las carpas eran bellas”: “La belleza estaba en el interior, en la construcción de sociedad, en lo especial que tenía esa gente para construir la mejor sociedad”. Terminó identificando el pueblo bíblico de Israel con el uruguayo, deseando que pronto podamos decir: “Cuán bellas son tus residencias, oh, pueblo uruguayo” –“y no hablamos de las viviendas, hablamos de la esencia que nos invita a construir sociedad”– y ofreciendo “nuestro compromiso de acompañamiento permanente y nuestro aporte responsable y honesto” “a quienes comienzan esta nueva etapa conduciendo los destinos de la República”.
Entre discurso y discurso, suena música sacra. Durante las oraciones, algunos miran el celular, otros cierran los ojos, otros unen sus manos en oración. Una señora besa su rosario, muchas baten sus abanicos. Habló el pastor luterano Jerónimo Granados, que hizo un elogio de la libertad y celebró a los gobernantes que, como Federico el Sabio, católico, protegió a su súbdito Lutero aun cuando era considerado un hereje.
Siguió a Granados el presidente de la Conferencia Episcopal, Arturo Fajardo, que citó profusamente a Artigas, pidió al Señor que pusiera “todo al servicio de la nación, reconociendo a la política como la más preciosa forma de la caridad”, y propuso: “En una sociedad que muestra signos de fragmentación y pérdida de sentido, busquemos construir puentes”.
Luego habló el pastor evangélico Pedro Lapadjian, que tuvo como tarea hacer la introducción al padrenuestro: “La oración del padrenuestro […] comienza reconociendo la autoridad de Dios que los primeros cristianos declararon, ‘rey de los siglos inmortal, invisible, al único y sabio Dios, sea honor y sea la gloria’. Pero inmediatamente las manos que se elevan al cielo se extienden con un compromiso solidario hacia el prójimo y se extienden por tres necesidades humanas: la primera de ellas, dadnos hoy el pan de cada día”, que luego interpretó como trabajo, salario, salud, vivienda, educación y seguridad. Llamó a perdonar, reparar las separaciones “producidas por diferencias políticas, filosóficas, religiosas y laborales”, y pedir a Dios “lo mismo que pidió Salomón al iniciar su mandato: sabiduría, la cual es imprescindible para gobernar y generar el bienestar de nuestro prójimo”. Después de su discurso, el padrenuestro retumbó en la iglesia, recitado con energía por el público presente.
El rabino Max Godet hizo un breve discurso, intercalado con cánticos en hebreo y el toque del shofar, un “simple y milenario instrumento que era tocado en tiempos bíblicos en las coronaciones de los reyes de Israel y también antes de cada batalla”. Antes de tocar (virtuosamente) el cuerno ritual, dijo: “El que concede victoria a los reyes y dominio a los gobernantes, y su dominio es toda la existencia, que bendiga, ayude y exalte al presidente de la República, Luis Lacalle Pou, y a todos los ministros de esta nación. Que el rey de los reyes los sostenga, los libre de toda desgracia y los inspire para que traten al pueblo con bondad y gobiernen con sabiduría. Que sea esta la voluntad de Dios”.
Sturla cerró la ceremonia con una breve bendición.
INVOCADOS. Dios y la patria fueron invocados en estos rituales. Por ser entidades más bien abstractas y difíciles de ver a simple vista, es necesario hacer complejos rituales para convocarlas, y no es claro si efectivamente estuvieron presentes. El presidente fue ungido por su base de apoyos, que puso toda la carne simbólica en el asador: miles de caballos que rodearon el Palacio Legislativo y cinco altos sacerdotes que le dieron consejos y lo apuntaron con las palmas de las manos.
Hubo protestas contra la oración en la Iglesia Matriz: la Iglesia metodista anunció que no participaría, algunas organizaciones laicas difundieron comunicados y algunos dirigentes del Partido Colorado advirtieron sobre los peligros para la laicidad. Si la laicidad, más allá de los formalismos, es limitar el poder político de la religión y evitar que los gobiernos actúen con criterios religiosos, este fue un acto de desafío abierto a ese principio constitucional. Pero constatar eso no va a hacer mucha mella en el gobierno: la derecha decidió hace un tiempo que laicidad no quiere decir esto, sino limitar las expresiones políticas de los estudiantes de la educación pública.
Los rituales de esta semana performan la idea medieval del buen gobierno: el rey y su ejército a caballo, aconsejado y limitado por los sacerdotes para felicidad del pueblo. De un lado, el cuerpo, la conquista, el poder temporal; del otro, el alma, la oración, el poder eclesiástico. Estas viejas ideas sobreviven debajo de una fina capa de modernidad. Todo lo que la campaña de Lacalle ocultó detrás de una imagen innovadora, dinámica, de gerente canchero, se mostró ahora como un desahogo.
LAICIDAD
03 de marzo de 2020
Frenteamplistas y colorados
cuestionan a Presidencia de
la República por violentar la laicidad
Desde el Frente Amplio y el Partido Colorado cuestionaron al gobierno por violentar la laicidad al difundir en la página web institucional de Presidencia de la República la información sobre la ceremonia religiosa en la Catedral de Montevideo en la que participó el presidente, Luis Lacalle Pou, e integrantes de su gabinete ministerial.
El portal web de Presidencia de la República publicó en las últimas horas una noticia referida a la participación de Lacalle Pou en una ceremonia religiosa, que se realizó en la Catedral de Montevideo.
Además del cardenal Daniel Sturla estuvieron presentes: el presidente de la Conferencia Episcopal del Uruguay, obispo de San José, Arturo Fajardo; el pastor Jerónimo Granados, ministro de la Iglesia Evangélica del Río de la Plata; el obispo Daniel Genovesi, de la Iglesia Anglicana del Uruguay; el pastor Pedro Lapadjian, de la Iglesia Evangélica Armenia; Daniel Dolinsky, rabino de la Nueva Congregación Israelita del Uruguay (comunidad judía), y Max Godet, gran rabino de la Kehila (comunidad judía).
La nota informática lleva el título: “Presidente Luis Lacalle Pou participó en la ‘Oración interreligiosa por la patria’ en la Catedral de Montevideo”.
Cuidar la laicidad
A raíz de la publicación en la página web oficial de Presidencia, el integrante del Consejo de Educación Inicial y Primaria, Pablo Caggiani, expresó en su cuenta de Twitter: “Supongamos que es la cuenta de Primaria… Parece que las preocupaciones por la laicidad ahora sí llegaron para quedarse”.
Agregó que “la paradoja es que quienes violentan la laicidad son aquellos que acusaban de violentarla cuando se hablaba de educación sexual”.
Por su parte, el diputado del Partido Colorado Felipe Schipani dijo que “el Sr. presidente y los Sres. ministros tienen todo el derecho de concurrir a título personal a cualquier ceremonia religiosa”.
“Lo que no corresponde es que a través de los canales de comunicación del gobierno se divulgue dicha concurrencia. Cuidemos la laicidad”, expresó.
IGLESIA MISIÓN VIDA
06 de marzo de 2020,
Líder de iglesia evangélica velará
por las personas en
situación de calle
En 2018 tuiteaba “En todo Uruguay decimos #AMisHijosLosEducoYo. Vayan a imponer ideología a otro lado”. Hoy es el encargado de llevar adelante políticas por las personas en situación de calle.
Gabriel Cunha, quien hasta hace poco estuvo vinculado a la iglesia evangélica neopentecostal Misión Vida para las Naciones, ahora será el nuevo director de la División de Coordinación de Programas para Personas en Situación de Calle del Ministerio de Desarrollo Social (MIDES).
Según publica La Diaria, el nombre de Cunha sonó en 2014 cuando la empresa Vistosul S.A., propiedad de Martín Nyczka, que imprimió las listas de Verónica Alonso, inició un juicio contra la exsenadora y su esposo, Marcel Gerwer, por una deuda de US$31.780. Dicha factura impaga estaba firmada precisamente por Cunha.
Según consigna en la web de la División de Coordinación de Programas para Personas en Situación de Calle, los cometidos de esta unidad son “impulsar y coordinar una estrategia interinstitucional con el objetivo de garantizar un pleno ejercicio de derechos por parte de las personas en situación de calle”, además de “implementar programas de atención a personas en situación de calle, promoviendo procesos de integración social y acceso a prestaciones sectoriales que favorezcan el fortalecimiento de su autonomía”.
Vínculos con Verónica Alonso
El flamante nuevo director del programa para personas en situación de calle fue calificado alguna vez por Alonso como simplemente “un militante”, sin embargo llegó a figurar como tesorero del sector Esperanza Nacional (liderado por Alonso) pero, el año pasado, decidió abandonarlo y apoyar al sector Mejor País, bajo el cual se lanzó en precandidatura presidencial Enríque Antía.
En setiembre de 2018, Cunha tuiteó en contra de las políticas de educación sexual integral y diversidad diciendo: “En todo Uruguay decimos #AMisHijosLosEducoYo. Vayan a imponer ideología a otro lado”.
Laicidad en cuestión
6 de marzo de 2020
Escribe: Enzo Malán
¿Será necesario abrir la “caja” de la laicidad?
¿Será oportuno reformular este contrato social sobre la laicidad que hasta ahora nos ha permitido convivir?
Nuevamente se insiste con las propuestas de querer vincular al Poder Ejecutivo, o a integrantes al gobierno, con la iglesia o las iglesias. Se insiste y se insiste en ir por este camino, exponiendo a las instituciones religiosas a aportar un granito de arena al quiebre, a la grieta y a la división de los uruguayos. Esta no es la misión de la iglesia de Jesús, que debe estar aliada con los más débiles y con los que más sufren, más que con los poderes de gobierno.
Desde el gobierno debe recordarse que nuestro Estado es laico y “no sostiene religión alguna”. Ese formato nos ha permitido vivir en cierta armonía desde hace 100 años. Lo equivocado no es que el presidente participe a título personal en la celebración de algún credo. Lo equivocado y grave es que la presidencia, que el gobierno participe como tal y ponga a disposición el aparato de Presidencia y lo divulgue en sus páginas oficiales.
Algo no me cierra… Se atenta contra la laicidad cuando se habla de educación sexual en las escuelas, se atenta contra la laicidad cuando estudiantes cuelgan un cartel frente a su institución expresando una opinión, pero no se atenta cuando Presidencia de la República, en una actividad oficial, participa en una misa presidida por el cardenal de la iglesia católica.
Hace unos días recibí una invitación para participar en una celebración religiosa (misa), en mi condición de legislador (Partido Socialista, Frente Amplio) y de cristiano (o que intenta actuar según la perspectiva de Jesús de Nazaret), y también para participar en una celebración religiosa en la Catedral. Y como la libertad, todavía, es libre, no fui. No acepté esas invitaciones. Varias personas me consultaron sobre mis motivos y aquí intento expresarlos.
En primer lugar, hay que dejar claro que fe religiosa y política no son la misma cosa. Ahora, para quienes queremos vivir la fe cristiana, sin duda esa vivencia debe ser políticamente situada. Es decir, Jesús murió asesinado como preso político por su compromiso liberador para con los oprimidos… Entonces, la forma de vida del cristiano tiene, ineludiblemente, consecuencias políticas.
Tengo la sensación de que estas acciones promovidas por parte importante de la jerarquía de la iglesia católica no son pertinentes ni oportunas en las actuales circunstancias.
¿A qué viene todo esto? A que cuando uno escucha que con ciertos actos o celebraciones no hay una mixtura entre lo religioso y lo político, se equivoca… O se hace para encubrir ocultos intereses político-partidarios.
Dicho esto, tengo la sensación de que estas acciones promovidas por parte importante de la jerarquía de la iglesia católica no son pertinentes ni oportunas en las actuales circunstancias. No aportarán a la imagen de una iglesia servidora y defensora de los que menos tienen.
Esto ocurre porque no es posible desligar los actos de las consecuencias, y estas acciones contribuyen a que “desde fuera” se vea que la iglesia se posiciona desde el poder y junto a actores que añoran el pasado, tiempos no democráticos… que, impotentes al no poder dar respuesta a los nuevos problemas y desafíos de la sociedad de hoy, se aferran a un rigorismo moral, punitivo y violento, sin considerar que las situaciones y problemáticas modernas revisten una complejidad tal que amerita un constante análisis, un acompañamiento, un proceso de discernimiento y de libertad que superen este modelo de sociedad.
Contribuye también a que se identifique “lo cristiano” con la reacción a los avances en los derechos de las personas. Cuando claramente no es así, no todos los cristianos estamos en esa onda de derecha. Diversas iniciativas y leyes, como el matrimonio igualitario, la interrupción voluntaria del embarazo, las políticas hacia las personas trans, la educación sexual y la perspectiva de género en los centros educativos, son caballitos de batalla del poder religioso (expresión de la derecha) para señalar que estos avances buscan destruir la familia y la vida como valor… Nada dicen de un sistema patriarcal que domina la cultura, por ejemplo.
Entonces creo que cada uno debe vivir su fe en comunidad y en forma coherente, dando testimonio de defender a los más vulnerados de la sociedad.
Si habrá ejemplos en Uruguay de católicos que enfrentaron la dictadura, la sufrieron en carne propia y hoy se la siguen jugando día a día por el trabajador, por el pobre, por la familia, por el estigmatizado. Recordemos como ejemplo los trabajos con poblaciones vulneradas de Perico Pérez, siempre en comunidad… y también siempre denostado por la jerarquía.
Volviendo a la invitación que no acepté, creo que como legislador no debo prestarme a estas situaciones, ya que no hay una política “cristiana”. La política debe ser autónoma y no depender de la fe y menos de los postulados de una religión.
Debe existir una política justa, democrática, hacia las grandes mayorías, una política que realice en la sociedad los valores de la liberación de las opresiones, especialmente de los más pobres, estigmatizados y postergados, que construya una sociedad fraterna y sin desigualdades. Y las comunidades seguidoras de Jesús estarán allí colaborando y sosteniendo la construcción de una sociedad alternativa, pero nunca al lado del poder político, ni mucho menos abrazándolo.
Esta es mi opinión. Y las razones por las cuales no fui.
Enzo Malán es diputado por Soriano y dirigente nacional del Partido Socialista, Frente Amplio.