Artículo de Samuel Blixen aparecido en el Semanario “Brecha” el 27/05/2016
TODO LISTO PARA EL VALS
La historia vergonzosa de las salidas transitorias de Gavazzo y otros militares a eventos sociales y las prisiones domiciliarias de los criminales de lesa humanidad se escribe con “ayuda” judicial
El coronel José Nino Gavazzo –quien hasta ahora ha sorteado con éxito el cambio de su estatus militar, de retiro a reforma, pese a que soporta acusaciones por la comisión de 140 delitos de lesa humanidad– podrá haber asesinado, robado niños, torturado, extorsionado y violado prisioneras, pero eso sí, es un abuelo cariñoso. Para manifestar ese cariño de cuerpo presente, Gavazzo contó con la sensibilidad de jueces que se conmueven por los diez años que lleva preso y que se avienen a facilitar el reencuentro familiar, porque algún día la pena va a terminar y el reo debe entrenarse para la reinserción. Así es que han autorizado salidas transitorias y la prisión domiciliaria permanente. Gracias a dios, José Gavazzo podrá estar presente en el cumpleaños de 15 de su nieta, que se festeja hoy viernes 27 por la noche en los elegantes salones del Club Naval, en Carrasco. En algún momento, en uno de los brindis, el antiguo segundo jefe del Departamento III del Servicio de Información de Defensa (Sid) y comando destacado del Plan Cóndor, levantará la copa por los cientos de prisioneros políticos que sufrieron reclusiones mayores que la suya, que nunca tuvieron el beneficio de la salida transitoria y por tanto se perdieron los 15 de una hermana, una hija; pero el recuerdo, si lo hay, no empañará la felicidad del momento, será apenas un destello desagradable. Después, Gavazzo podrá bailar, a sus 76 años, el vals de rigor, y hacerlo sin las complicaciones de la tobillera electrónica, porque, para la ocasión, el prisionero hogareño fue dispensado de los grilletes futuristas. En algún rincón discreto, los policías encargados de su custodia darán cuenta de algún sandwichito.
Esta autorización especial para que Gavazzo abandone el apartamento de la calle José Martí que le sirve de celda no es para nada improvisada; es parte de un plan que se viene desplegando desde hace por lo menos tres años. El 19 de junio de 2015 el juez penal de Ejecución de 1° Turno, Martín Gesto, aceptó la solicitud de Rossana Gavazzo, hija y abogada de José Nino, fundamentada en “razones de acercamiento familiar” por el Día del Abuelo. El doctor Gesto abundó en sus razones en una entrevista concedida a En perspectiva: “En general la progresividad de la reinserción, no de Gavazzo sino de cualquier persona privada de libertad, conlleva como primer paso la concesión de alguna salida, porque en algún momento la pena que está siendo objeto de ejecución va a terminar”. Aquella salida del Día del Abuelo, no del natalicio de Artigas, dio que hablar: en la persona de Gavazzo se inauguraba, por un lado, la punta de lanza para el objetivo de la prisión domiciliaria, y a la vez se inauguraba la tobillera electrónica. Gavazzo regresó a las 48 horas y el juez Gesto, ambiguamente, dijo que no regresaba a la cárcel de Domingo Arena y quedaba internado por razones de salud en el Hospital Militar; en realidad, hacía dos años que Gavazzo era inquilino del hospital.
Las cosas se iban sabiendo con cuentagotas. Para la fecha de la salida transitoria, Gavazzo ya había presentado ante la Comisión Interamericana de Derechos Humanos el reclamo de prisión domiciliaria, aduciendo razones humanitarias y de salud. Y un mismo pedido ya estaba a consideración del juez Gesto. Si se hubiera sabido que la concesión en el Día del Abuelo era parte de un esquema para dejar definitivamente el Hospital Militar (la cárcel de Domingo Arena ya estaba perdida en el pasado) el escrache que se realizó ese domingo de junio de 2015 hubiera sido aun más contundente. De todas formas, Irma Leites, de Plenaria Memoria y Justicia, calificó la decisión judicial de “oprobio, insulto a la memoria del pueblo” y recordó que existían 513 militares en libertad, pese a las denuncias. Óscar Urtazún, de la organización Madres y Familiares de Detenidos Desaparecidos, opinó que “hay que hacer frente a decisiones como la de Gesto” y denunciar la “connivencia entre el poder político y el judicial”. Beatriz Benzano, una de las 28 ex prisioneras que denunciaron los múltiples delitos sexuales cometidos en forma masiva y a lo largo del tiempo en los cuarteles, recordó que Gavazzo era “violador de adolescentes, de mujeres”.
Si la salida transitoria buscaba la futura “reinserción” de Gavazzo en la sociedad, la fundamentación del pedido de prisión domiciliaria atendía al “riesgo de vida”. Para entonces, la Suprema Corte de Justicia había rechazado una apelación pedida por los militares José Nino Gavazzo, Ricardo Arab, Ernesto Soca y Luis Maurente, sobre quienes pende la extradición a Argentina por delitos en el marco del Plan Cóndor, una vez que cumplan las condenas en Uruguay. (El otro conspicuo miembro de los “condoritos” que operaron en Argentina, Manuel Cordero, será condenado hoy viernes en Buenos Aires cuando en los tribunales de Comodoro Py se lea el texto de la sentencia contra 18 acusados; el juicio se puede seguir en vivo, desde las 17 horas, en http://www.cij.gov.ar/cijtv/
El juez Gesto aceptó el argumento de la abogada Rossana Gavazzo y decretó la prisión domiciliaria que comenzaría a efectivizarse en la Navidad de 2015. La resolución abarcó además al coronel Ernesto Ramas, también paciente vip del Hospital Militar. Pero si Gavazzo debía usar permanentemente la tobillera electrónica, Ramas zafó del grillete porque el adminículo no puede ser monitoreado desde Piriápolis, donde reside; por eso Ramas será objeto de un escrache, después de que fue fotografiado fuera de su casa, tomando mate en la vereda.
Y así se llega al cumpleaños de 15. La semana pasada Brecha tuvo el dato de que Gavazzo concurriría a la fiesta que, según la fuente, se realizaba el sábado 21. El semanario se comunicó con el juez Gesto para confirmar la noticia. Preguntado sobre si existía autorización para que Gavazzo concurriera a un cumpleaños, dijo: “Es notorio el caso, pero tengo que ver en qué está. No le puedo asegurar. Los trámites esos, cuando llegan van primero a la fiscalía y de memoria no le puedo confirmar. Hoy no, puede ser que estuviera en trámite”. Al parecer el juez Gesto no recordaba que el 28 de marzo él mismo había concedió la salida especial con la vista favorable de la fiscal Dora Domenech. En aquella fecha tan temprana, el magistrado dispuso también que Gavazzo debía tener custodia policial permanente entre las 20 horas del 27 de mayo y las 6 del 28 de mayo, porque había comunicado a la Oficina de Seguimiento de Libertad Asistida que le quitaran la tobillera electrónica, incompatible con el cumpleaños. Nada de esto recordaba el juez, a quien Brecha no pudo volver a contactar para saber qué argumento había esgrimido en esta oportunidad: su teléfono celular ya no era suyo, según una voz femenina que dijo “aquí no es”. El Instituto Nacional de Rehabilitación confirmó la salida, y una fuente de la Suprema Corte de Justicia reveló que existen numerosos argumentos invocados para las salidas especiales de los militares procesados por delitos de lesa humanidad: por ejemplo, los coroneles Enrique Rivero y Luis Maurente pidieron para concurrir a casamientos y la salida fue autorizada. El capitán de fragata Juan Carlos Larcebeau, condenado a 25 años de penitenciaría, pidió permiso para asistir a… su propio bautismo
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Repercusiones sobre el “tratamiento de favor” a Gavazzo
Familiares considera “una provocación” la salida de Gavazzo a un cumpleaños
Tassino sostuvo en nombre de la organización que Gavazzo es “un genocida que sabe exactamente dónde están los desaparecidos”.
Familiares de Detenidos Desaparecidos durante la última dictadura cívico militar, dijeron que el permiso para que Gavazzo vaya al cumpleaños de su nieta es una provocación a los miles de uruguayos que hace 5 días participaron de una nueva Marcha del Silencio.
Javier Tassino de la organización Familiares, dijo que Gavazzo no ha correspondido los gestos humanitarios que se han tenido con él, nunca reveló donde están los cuerpos de gente que el torturó y contribuyó a su posterior desaparición.
“Es parte de la impunidad. Tiene que ver con una inclinación de parte de la Justicia, o de una parte de la Justicia, a darle esa potestad.”, dijo Tassino, quien señaló además que muchos hombres y mujeres “no pudieron ir más a una fiesta” porque “él participó en sus desapariciones”.
Gavazzo “ha tenido suerte. Le concedieron una acción humanitaria a un genocida, que ha tenido delitos de lesa humanidad, y a un genocida que sabe exactamente dónde están los desaparecidos. (…) Él no ha tenido ni la valentía de decir qué es lo que ha hecho con tantos muertos, tantas desapariciones y tantas acusaciones que tiene”, dijo Tassino.
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La foto que no fue
Lectura veloz.
Por Santiago Mazzarovich de LA DIARIA 30/05/2016
Llegué temprano, sin muchas certezas y pisando despacito: esa cosa de estar en terreno ajeno y sin demasiados amigos. Había un par de guardias de seguridad, el cuidacoches y nadie más. De a poco se empezó a armar el cumpleaños: llegaron los fotógrafos de la fiesta, la cabina en la que la gente se saca fotos con carteles encima de la cabeza y gorros y antifaces. La primera certeza: ahí iba a haber un cumpleaños de 15.
Llegan dos policías en moto y preguntan por el encargado de seguridad, lo saludan y le dicen si vio gente movilizándose por ahí cerca; respondió que no. Los policías le cuentan a los guardias que en la casa había una movilización. Se reúnen unos minutos y los policías se quedan a metros de la puerta. Segunda certeza: el cumpleaños era el de la nieta de José Gavazzo.
Luego de casi una hora parado en la puerta, uno de los guardias me pregunta qué hago ahí y le contesto que soy fotógrafo de la diaria. Se va, y ya sin mucho que ocultar saco el equipo de la mochila, testeo luz -hay muy poca-, tiro dos flashazos para probar intensidad y dejo la cámara seteada. El cuadro lo tenía previsualizado: vendrían un montón de camionetas policiales, Gavazzo bajaría de una de ellas con cinco o seis policías de uniforme o de particular, él iría al centro del cuadro, cabizbajo -en algún momento miraría hacia abajo- y rodeado de escoltas.
Pero la foto no fue. Rubia, vestida de fiesta y muy nerviosa se me acercó una mujer (de ahora en más, “hija 1”) y me preguntó -como lo había hecho el guardia minutos antes- “¿quién sos?”; “soy fotógrafo de la diaria”, dije, otra vez. “¡Te vas ya de acá! No le vas a arruinar el cumpleaños a mi sobrina. Esto es propiedad privada. ¡No le podés sacar fotos a nadie!”. Tenía razón, estaba en la puerta del Club Naval y era propiedad privada. Caminé hasta la calle, que estaba a tres o cuatro metros, y me quedé ahí, esperando la llegada de su padre.
La calle es oscura; lo único que pasa por ahí son camionetas de esas de Carrasco que llegan, dejan tres o cuatro adolescentes y se van. Nadie camina por la calle, sólo pasan unos pocos que hacen footing. “¿Vos quién sos?”, le grita una mujer morocha vestida de fiesta que baja de un auto al cuidacoches que está al lado mío en la calle. Ella no estaba nerviosa; era otra cosa, era ira. “Yo soy el cuidacoches de acá”, le responde. “¿Vos quién sos?”, me grita ahora a mí; “soy fotógrafo de la diaria”, respondo una vez más. “Yo soy la doctora Gavazzo” (en adelante, “hija 2”), dijo, y con el dedo en alto y a los gritos inició su descargo: “Los voy a denunciar, no le pueden hacer fotos a una menor ni a ninguno de los menores que vengan, dejen de jodernos la vida”. Le expliqué que no le iba a hacer fotos a su hija ni a ninguno de los adolescentes que iban al cumpleaños; estaba esperando a su padre.
Ella se va, me apoyo en un auto frente a la puerta del Club Naval y aparece nuevamente la hija 2: “¿Qué necesidad tenés de estar acá? Ya nos han arruinado la vida. Él no va a venir, tenés en Martí la respuesta”. Y tenía razón. En la calle Martí es donde vive José Nino Gavazzo. En su casa le estaban haciendo un escrache. Vuelve a aparecer la hija 1 y se suma a la conversación: “¿Qué te parece esto que está pasando? ¿Te das cuenta que ni habías nacido cuando pasó todo esto?”.
Llegó una camioneta con la cumpleañera, estacionó en la puerta y antes de que bajara vino la hija 1, se sacó su chal negro y me lo puso en la cara para que no viera, “No voy a correr el riesgo de que le arruines el cumpleaños a mi sobrina. Mi padre no va a venir”. Y, efectivamente, Gavazzo no fue. La que logró llegar fue su esposa, que abandonó el edificio de la calle Martí vestida de deportivo sin que se la reconociera, subió a un taxi y llegó al Club Naval con una mochila donde tenía la ropa de fiesta que se puso en una habitación del salón.
En General French entre Gavea y Copacabana, a una cuadra de la avenida Rivera, se firmó el Pacto del Club Naval. Hoy el entorno es oscuro; imagino que siempre fue así. Para colmo de simbolismos, 42 años después, Gavazzo tuvo la posibilidad de bailar un vals en ese mismo lugar. “De la condena social no podrán escapar” es la consigna que se utiliza habitualmente en los escraches, y esta vez fue así. La foto no fue. Hay fotos que significan más cuando no están.
Sin fiesta
Cuando se supo que Gavazzo podía concurrir al cumpleaños, Plenaria Memoria y Justicia organizó una manifestación fuera de su casa. Llegaron el viernes a las 18.00 y se fueron a la 1.00; en ese lapso llegaron policías de civil que se retiraron sin Gavazzo. El sábado le llegó una citación judicial a Irma Leites, de Plenaria. Según la agrupación, la esposa de Gavazzo, María Inés Busquiazo, la denunció “por agresión e insultos”. “Ella dice que la empujaron, cuando nadie la tocó, y denuncia a Irma sólo porque es la única cara que reconoció de los autoconvocados en el lugar”. Busquiazo y la abogada Rossana Gavazzo declararon que el ex militar no pudo ir a la fiesta.
Santiago Mazzarovich