SAMUEL BLIXEN
Foco en el frenteamplismo
La inteligencia militar mantuvo una estrecha vigilancia sobre las actividades de Tabaré Vázquez y Nin Novoa durante la campaña electoral de 1999, y profundizó una caza de brujas frenteamplista.
El general Liber Seregni, que llegó a ocupar el cargo de inspector general del Ejército (antigua denominación para el comandante del arma), sostenía que en apenas dos años la oficialidad de las Fuerzas Armadas uruguayas, en una muy importante proporción, había derivado de una concepción democrática a una antagónica concepción de la seguridad nacional. En 1970 la oficialidad mayoritariamente demócrata respaldaba a Seregni, pero expresaba serias resistencias a apoyar un movimiento político en el que participara el Partido Comunista (Pcu).
En marzo de 1971, creado el Frente Amplio (FA), el ascendiente de Seregni entre sus camaradas se redujo a un puñado de militares, después encarcelados por “demócratas”. En febrero de 1973, salvo contadas excepciones, el bloque de coroneles que le dio a un par de generales la fuerza efectiva del golpe militar redactó los comunicados 4 y 7, que pretendían esbozar un programa nacionalista de desarrollo, con la finalidad de ocultar la cara más retrógrada y cipaya del proceso que desembocaría en la disolución de las cámaras el 27 de junio de 1973. Unos meses antes, Seregni descartó, en la dirección del FA, una supuesta corriente “peruanista” en el Ejército. “No existen –afirmó–. Los conozco a todos.” En el verano de 1976 el oficial que encabezó el allanamiento del Palacio Legislativo, general Gregorio Álvarez, supervisó personalmente la detención de Seregni y las torturas a que fue sometido en el Cuartel de Dragones de Maldonado. No existían antecedentes de que un general torturara personalmente a otro general. Era la prueba acabada de aquella metamorfosis que exhibió la cara más criminal de la doctrina de la seguridad nacional: el terrorismo de Estado.
BUENOS Y MALOS.
Como si fueran de ese tipo de bacterias resistentes, la dictadura inoculó, en la nueva democracia, algunas de sus más tenaces características, entre ellas el concepto de Guerra Fría, que dividía al mundo en dos bloques –el bueno, el capitalista, y el malo, el socialista– y que pervive hasta el día de hoy. Durante los años oscuros la Guerra Fría aportó un enemigo cómodo y funcional, el comunismo, la sedición. Aquellos oficiales entrenados en la identificación del enemigo (por su pelo largo, porque escuchaban a Zitarrosa, porque llevaban un libro de Benedetti bajo el brazo o recitaban un poema de Idea Vilariño, porque discutían en el Sorocabana y asistían a El Galpón) escalaron puestos en la estructura de la inteligencia militar, y allí quedaron cuando vino la democracia, enquistados en sus deformaciones y acorazados en sus secretos. Para la inteligencia militar la Guerra Fría sigue, aunque ha redefinido a sus enemigos: ahora son el FA y el movimiento sindical, como lo demuestra la abundante documentación de los archivos incautados. No hay ningún presidente, desde 1985 hasta ahora, ningún ministro de Defensa que avale esa pervivencia de la Guerra Fría. Debe inferirse, por tanto, que los jefes y oficiales de la inteligencia actúan por sí, con autonomía e independencia, definiendo ellos mismos sus objetivos y el uso de los recursos, monetarios y de infraestructura, quizás por una inercia ideológica, o quizás esperando que aparezca algún patrón que reconozca el esfuerzo. El “archivo Berrutti” está plagado de ejemplos sobre el advenimiento del frenteamplismo como enemigo principal, plenamente confirmado cuando en diciembre de 1986 votó en contra de la ley de caducidad. Si durante la primera presidencia de Julio María Sanguinetti el espionaje de la inteligencia se centraba en el Mln y el Pcu, en la segunda presidencia, y en especial durante el año 1999, el espionaje se dedicó a seguir a la cúpula del FA en la eventualidad de que Tabaré Vázquez ganara las elecciones. Para esas elecciones la Dirección General de Información del Estado (Dgid) hizo un prolijo estudio de las hojas de votación de todos los partidos, señalando en algunos casos la identificación de oficiales retirados, y en otros la presencia de nombres, subrayados a mano y que, por razones no explicadas, llamaron la atención de los analistas. Así, por ejemplo, en un impreso de la lista 2121 aparecen subrayados los nombres de Alberto Cid, entre los cinco primeros candidatos al Senado; y entre los aspirantes a diputados, los de Brum Canet (Montevideo), Joaquín Viana (Cerro Largo), Juan Delgado Prieto (Durazno), Eduardo Arbulo Cruz (Rocha), Luis Fontes Volpi (Santo) e Inocencio Bertoni (Soriano).
PORMENORIZADO.
La vigilancia estrecha sobre las actividades de la fórmula frenteamplista en la campaña electoral de 1999 involucró a los departamentos S2 (inteligencia) de todas las unidades del Ejército en el Interior. Los documentos registran otros insólitos detalles, por ejemplo, que el acto realizado el 16 de setiembre de 1999 en la ciudad de Paso de los Toros concentró a los simpatizantes “frente al domicilio del abogado Eduardo Senar Ramos (Pcu)”, y que “la energía eléctrica para la amplificación se extrajo del mismo domicilio”. El parte elaborado por los oficiales del Grupo de Artillería número 3 Las Piedras, consignaba que una caravana de 40 autos recorrió la ciudad. Los militares infiltrados en el acto hicieron un prolijo relevamiento de los asistentes más notorios: “José Yarca (propietario del restaurante La Casona), Marisa Viraque (transportista de la empresa El Tiburón), José Baptista (médico veterinario), Yony Presa (hermano de los soldados Jorge y Emilia Presa, del Gpo A número 3), Walter Araújo (empleado de la empresa Ctt), Tomás Viera (empleado de la Casa Crespo), Brian González (profesor de mecánica en Utu), Antonina Sáenz (doctora Msp), Luis Sosa (propietario barraca Mar-Bet), César Romano (propietario estación de servicio El Puente), Claudia Vaz (doctora pediatra Semi y Msp), Abilio Sanguinetti (maestro escuela número 109) y Vicky Tajam (señora del médico veterinario José Baptista)”. Además comprobaron “la presencia de tres ex soldados del grupo Las Piedras de Artillería número 3: Mario Marta, Guillermo Echeveste y Fernando Pereira”. Y no pudieron dejar de señalar que “se constató (la presencia de) un NN masculino de aproximadamente 50 años, que portaba una bandera de aproximadamente uno por 0,50 metros en la cual lucía una cruz esvástica”.
Todas las personas que son citadas en los informes de inteligencia pasar a engrosar el fichero militar. El parte secreto de información número 108/99 describe la reunión que el candidato Vázquez mantuvo, en la sede del FA de la calle Colonia, con dirigentes del Movimiento Nacional de Retirados Militares y Policiales, el 21 de octubre de 1999. Según el documento, “la delegación fue atendida en una oficina en donde se encontraba el doctor Vázquez solo. La entrevista con el candidato del Encuentro Progresista-Frente Amplio duró aproximadamente diez minutos. La iniciativa del diálogo la llevó el suboficial de cargo (retirado) Ismael Duarte”.
Los agentes de la Dgid sólo pudieron identificar a Duarte, suboficial mayor retirado de la Armada, ex dirigente de la lista 123 del Partido Colorado. “Se continúan las averiguaciones tendientes a determinar los nombres de los otros integrantes de la delegación que concurrieran a la entrevista.” El Departamento III de la Dgid estaba a la caza de simpatizantes del Mpp en el Ministerio de Defensa: “A) En el Mdn hay un marinero reincorporado de nombre Jorge Luis Torres, el cual trabaja en la Dirección Financiera Contable en la parte de liquidación de sueldos. El causante habría manifestado públicamente ser simpatizante del Mpp, lista 609, además de admirador del Che Guevara. B) Está trabajando representando a la Contaduría General de la Nación como auditor, un sujeto de nombre Gabriel Machado, el cual ha manifestado públicamente en varias oportunidades ser simpatizante del Mpp”. En Paysandú, a comienzos de octubre, el trabajo de inteligencia de efectivos del Batallón de Infantería Mecanizada número 8 Leandro Gómez, permitió detectar la presencia del ingeniero Gustavo Marsico, esposo de la doctora (equiparada) teniente primera Adriana Risso, jefe del Servicio Sanitario del batallón.
Ese mismo batallón, días antes, en vísperas de la presencia de la fórmula frenteamplista, informaba a la Dgid que “la ex soldado de primera María Valentina Larrañaga Gómez, esposa del cabo de segunda Gilberto Hermoso, había sido constatada (sic) realizando pegatinas para la lista 1001”. Su marido había tenido una actitud provocativa, al paso de una caravana de la lista 2000 del Pcu, agitando una bandera del FA con la palabra “Mujica” sobreimpresa. En Artigas, el soldado Arturo Álvez, de la Escuela de Operaciones de Paz del Ejército, fue visto por un sargento del Regimiento de Caballería número 10 Guayabos, reunido el 31 de octubre y el 29 de noviembre con sus familiares en la puerta de su casa, cuyos ventanales exhibían banderas y afiches del FA. Los jefes de la unidad alertaron también que Alejandro Daniel da Rosa, cadete de la Escuela Militar, se presentó en el Regimiento Guayabos con la intención de disputar una vacante para el curso de oficiales. Una pesquisa entre sus allegados permitió establecer que “es simpatizante y ferviente seguidor del Encuentro Progresista-Frente Amplio”. Los documentos no especifican qué medidas se tomaron con aquellos soldados “pescados políticamente in fraganti”. Pero en el año 2000 abundan los informes sobre personas que pretendían ingresar al Servicio de Sanidad de las Fuerzas Armadas y a las que se descartó porque habían apoyado el referéndum contra la ley de caducidad.