El grito que mantiene vivo a Santiago Maldonado
Hay un grito que rompe el silencio, lo retuerce. Una pregunta primigenia que nos traslada a las épocas más nefastas de Argentina. Es una pregunta que golpea directo en el corazón (si es que allí anida algo que signifique vida) del gobierno de Mauricio Macri: ¿dónde está Santiago Maldonado? ¿Qué hicieron con él?
Por Sebastián Premici desde Esquel
El próximo 1º de octubre se cumplen dos meses de la desaparición forzada de Santiago a manos de Gendarmería Nacional. El hecho ocurrió luego de una feroz represión a una comunidad mapuche (Pu Lof en Resistencia Leleque, en el departamento de Cushamen, Esquel, en la provincia de Chubut) planificada por el gobierno nacional desde el día anterior. Lo paradojal de la causa penal en la que son investigados estos hechos es que el juez a cargo, Guido Otranto, recibe órdenes directas de un funcionario del Ministerio de Seguridad, Gonzalo Cané. “Libreto general para la farsa actual”, podría parafrasearse (“ensayo general para la farsa actual” es parte de una letra de Patricio Rey y sus Redonditos de Ricota).
Mientras la intervención de los funcionarios de Mauricio Macri para desviar la investigación se escribe en tiempo presente, las querellas que investigan la desaparición forzada de Santiago ya tienen en su poder los libros de Gendarmería que fueron adulterados para borrar los rastros de los uniformados que participaron de la represión que finalizó con la desaparición.
Durante la dictadura cívico militar, cada vez que se presentaba un habeas corpus, los jueces que no querían investigar hacían una consulta de rigor a las Fuerzas Armadas y, ante el rechazo de estas de dar información, cerraban el expediente. Los jueces que se atrevieron a investigar fueron escasos. En la desaparición forzada de Santiago Maldonado a manos de Gendarmería, el juez Guido Otranto no tuvo pereza en admitir a la propia Gendarmería dentro del expediente del habeas corpus presentado por los organismos de derechos humanos. De ahí la injerencia que posee el gobierno nacional en toda esta investigación.
“Esto fue un mensaje muy fuerte para la comunidad mapuche, y en general, porque no se apartó ni siquiera de manera preventiva a los uniformados que participaron del operativo, y a los subalternos se les está dando una suerte de aval político”, explicó a Caras y Caretas uno de los abogados que tiene acceso directo a los dos expedientes (habeas corpus y desaparición forzada).
También es un mensaje directo para la comunidad mapuche, y sobre todo para los testigos que aún tienen que declarar. El lunes 18 de setiembre, el juez tenía pautada dos audiencias con dos testigos claves del caso, pero en vez de tomarles declaración testimonial, decidió realizar un megaallanamiento en la Pu Lof en Resistencia.
“Es el allanamiento más grande de la historia argentina: 380 efectivos, buzos, más de 40 móviles, dos helicópteros, cuatro camiones de comunicaciones de Policía Federal, telefonía satelital, los cuerpos especiales de la PFA, grupo Albatros de Prefectura, etc.”. Así explicó Cané el procedimiento. Lo que se olvidó de mencionar el funcionario es que las fuerzas de seguridad entraron al territorio y tuvieron esposados con precintos a dos integrantes de la comunidad; uno de ellos era quien ya había declarado ante la Justicia. Fueron retenidos con hombres armados para la guerra, que custodiaron todo el perímetro del territorio. Dentro de la comunidad sólo había tres personas.
“Les preguntaban si eran terroristas, qué hacían de sus vidas y les tomaron las huellas digitales”, sostuvo a esta revista una integrante de la Asamblea Permanente de los Derechos Humanos (APDH). Fue una detención ilegal.
El testigo que estuvo detenido durante 12 horas durante el allanamiento de ese lunes es Matías Santana. Él declaró ante la Justicia que pudo ver, del otro lado del río Chubut, cómo tres gendarmes golpeaban a Santiago, e inmediatamente era subido a un Unimog de la Gendarmería. “Lo del otro día fue hecho para amedrentar a otros testigos”, indicaron a esta medio. Se sabe que existió otro testigo presencial de los hechos, cuyo testimonio es esperado por las querellas.
El miércoles 20 de setiembre declaró otra integrante de la comunidad, testimonio que fue ninguneado por los medios hegemónicos como Clarín y La Nación. Es el caso de Ailinco Pilquiman. “Entraron a los tiros”, sostuvo Ailinco, quien también narró el momento en que vio a un grupo de gendarmes perseguir a Santiago hacia la veda del río. También observó el ingreso y la salida de la Unimog en la que se habrían llevado a Maldonado. Su testimonio estuvo programado para el jueves 14 de setiembre, suspendido y trasladado al lunes 18, que también fue suspendido por el megaallanamiento, por lo que la decisión de las querellas fue que declarara ante la fiscal.
Libros adulterados
Al territorio de la Pu Lof en Resistencia ingresaron dos Ford Ranger, una Eurocargo y, según denunció el defensor oficial, Fernando Machado, la Unimog. Ahora también se sabe que la testigo Pilquiman pudo ver la misma Unimog, a la entrada y salida del territorio.
Existe un dato clave en la adulteración de los libros secuestrados a Gendarmería, sobre el cual el juez que entiende en la causa no puso interés. Los vehículos deberían haber registrado el kilometraje al momento de salir y los kilómetros al terminar el procedimiento. Esto podría ser vital para saber el recorrido que hicieron. Esta información no está.
Aquí es donde surgen varias preguntas. ¿Hacia dónde fue la camioneta blanca que llevaba en su caja descubierta unos conos anaranjados y un bulto negro? Según las declaraciones de los integrantes de la Pu Lof, luego de golpear a Santiago, los gendarmes lo habrían cargado en la Unimog para después hacer una pantalla entre ellos mismos y cargarlo en una camioneta blanca. En los últimos días, fue incorporada en la causa la imagen de una hilera de gendarmes, en actitud de resguardar algo, y la famosa Unimog. Casualmente, en las declaraciones testimoniales de los uniformados nadie habla de la Unimog. Y el juez tampoco pregunta.
El guion armado por el gobierno nacional pretende descreer del testimonio de los integrantes de la comunidad mapuche. Y el juez parece seguir al pie de la letra ese mismo libreto que busca incriminar a la propia comunidad mapuche.
También faltan datos precisos sobre la cantidad de gendarmes que participaron de la represión, porque hay graves omisiones en los libros de Gendarmería. Esto sería vital para saber quiénes estuvieron en el momento más álgido de la represión del 1º de agosto, entre las 11.20 y las 12.30. La información controlada (o la desinformación planificada) que maneja el gobierno nacional está plagada de estos huecos, que han quedado en evidencia también durante las testimoniales de los gendarmes.
Lo innombrable
Para Macri lo indecible no es la desaparición de Santiago Maldonado. Lo innombrable es el pasado al que está llevando a Argentina. Es lo inconfesable. Detrás de la imagen de la “nueva derecha”, vendida por y a través de los medios de comunicación hegemónicos, se esconde un verdadero plan sistemático de miseria planificada, que se traduce en el plan económico del gobierno nacional, así como en el disciplinamiento social. La desaparición forzada de Santiago Maldonado es una consecuencia directa de ese disciplinamiento, acompañado por distintos empresarios aliados del macrismo.
El encubrimiento del gobierno, la virtual intervención del juzgado de Guido Otranto, el hostigamiento hacia los testigos claves del caso, forman parte del cóctel explosivo diseñado por el Poder Ejecutivo. El presidente Macri aseveró públicamente que “el caso Maldonado no tendrá ningún costo para la campaña electoral”. Los desaparecidos de la última dictadura cívico militar tampoco representaron un gran costo para quienes llevaron adelante el terrorismo de Estado.
La pregunta es un grito. El grito, en los tiempos que corren, es un testimonio. El testimonio es la clave para develar lo que el poder pretende acallar. ¿Qué hicieron con Santiago Maldonado? La pregunta, que es grito y testimonio, mantiene vivo a Santiago.