Los represores prófugos

Ante la demanda de extradición de un represor prófugo de la Justicia, Samuel Blixen nos describe del refugio verdadero de “piratas” y asesinos

La isla Tortuga de los

terroristas de Estado

La trama de complicidades de los represores prófugos.

Samuel Blixen

13 septiembre 2019

Frontera entre Uruguay y Brasil en las ciudades de Rivera y Santana do Livramento 

Las ciudades de Rivera y su gemela de Santana do Livramento cobijan un esquema de ayuda a terroristas de Estado desde hace algunos años, que incluye a prominentes vecinos y a una cónsul uruguaya, y que extiende una red de complicidades en la que surge el nombre de una candidata a diputada de Cabildo Abierto. La acogida que Rivera ha dispensado al coronel retirado Pedro Mato dejó en evidencia no sólo la trama por la que militares prófugos de la justicia cobran sus jubilaciones, sino también las reiteradas fallas judiciales y policiales.

El teniente coronel Washington Sosa, jefe del Regimiento de Caballería Mecanizada número 3, era el responsable de esa unidad militar de Rivera cuando el coronel retirado Pedro Mato Narbondo (quien desde hace años vive en una clandestinidad dorada, al fugarse de la justicia que le imputa diversos delitos de lesa humanidad) se presentó en el histórico cuartel, en mayo, para certificar que está vivo y, por lo tanto, en condiciones de seguir cobrando su pensión militar.

Mato dejó la debida constancia en el cuartel y regresó a su vida de fiestas, asados y daiquiris en piscinas, como lo testimonian las fotos impúdicas y provocadoras publicadas en varias cuentas de Facebook. Habría seguido cruzando la frontera Livramento-Rivera como perico por su casa de no haber mediado la denuncia de Brecha en su edición del viernes 6, que le complica la existencia. Tendrá que ver de qué manera se las arregla para seguir cobrando su jubilación, que no caduca por más que un tribunal de Roma lo sentenciara a cadena perpetua por sus crímenes cometidos en el Plan Cóndor.

¿Yo, señor? No, señor. El teniente coronel Sosa, que seguramente sabe quién es el coronel Mato y por qué está en condición de prófugo de la justicia, tiene una excelente coartada para alegar ignorancia, aunque no inocencia. Se la proporcionó su comandante supremo, el ministro de Defensa Nacional, José Bayardi. Tal como explicó en su comparecencia del martes 10 en la Comisión Especial de Seguridad Pública y Convivencia, la deferencia de las autoridades de la unidad con el camarada prófugo no implica una falta, porque hasta el momento el Ministerio no ha sido informado de la lista de todos los militares requeridos por la justicia. Cuando el fiscal para crímenes de lesa humanidad Ricardo Perciballe lo haga, él, Bayardi, dará orden de que en ninguna unidad militar se acepte el pedido de registro de existencia. Y agregó, hablando de sí en tercera persona: “El ministro conoce a todos los que están requeridos, pero el soldado que está en la frontera, incluso el oficial, no tiene necesariamente por qué conocer a los requeridos”.

Pedro Mato en Imágenes del Facebook de Juliana de Sarro

Hasta donde se sabe, es la primera vez que el registro de existencia se tramita en una unidad militar, y en ese sentido la medida del ministro puede interpretarse como una reacción ante el hecho puntual ocurrido en Rivera. Pero no es una novedad que oficiales prófugos vienen cobrando sus jubilaciones sin ningún tipo de contratiempo. Lo hace el coronel Wellington Sarli en Santiago, condenado por la justicia chilena por el asesinato de Eugenio Berríos, mientras apela el pedido de extradición en la causa que lo implica por la violación de prisioneras; lo hizo el coronel Eduardo Ferro, capturado en España y liberado gracias a los recursos de la internacional del terrorismo de Estado; lo hizo el coronel Hermes Tarigo, prófugo en Europa con las mismas ayudas que Ferro, buscado por el asesinato del militante Gerardo Alter; lo hizo o lo hace el capitán de navío Jorge Tróccoli en Italia, condenado en la misma causa que Mato; lo hizo el coronel Manuel Cordero, quien permaneció oculto en Brasil hasta que fue capturado y extraditado a Argentina, donde actualmente cumple condena. La que puede confirmar si siguen cobrando o no es la cancillería.

Parece contradictorio que el Estado financie las fugas de delincuentes, que sencillamente pueden cobrar sus haberes con tarjeta e-Brou en cualquier cajero automático, pero hasta ahora no se habían adoptado medidas a nivel de Defensa. Los militares prófugos de la justicia están habilitados para recibir sus pensiones militares mientras no sean procesados y no pueden ser procesados en ausencia, de modo que mientras sigan prófugos, no tendrán apremios económicos.

Sólo la falta de un testimonio de existencia puede congelar esas cuentas bancarias, pero de todas formas, la orden de no recibir esos testimonios en unidades militares tendrá escaso impacto real. Sólo cruzando la frontera seca con Brasil es posible ingresar a Uruguay eludiendo migración. Generalmente, los testimonios se reciben en consulados uruguayos y esos documentos, en los que constan nombre y domicilio, son enviados a la Dirección General para Asuntos Consulares y Vinculación del Ministerio de Relaciones Exteriores. Es posible saber, al menos, el lugar por donde circulan esos prófugos.

Santuario bayano. La isla Tortuga, al norte de Haití, fue en el siglo XVII el refugio de piratas, filibusteros y bucaneros, una especie de zona franca para abastecerse, reclutar y esconder tesoros, gracias a la vista gorda del gobernador francés, antiguo filibustero. Salvando las distancias, fundamentalmente geográficas y temporales, la ciudad de Rivera y sus aledaños fronterizos son una isla Tortuga para los terroristas de Estado, un santuario donde también impera la vista gorda y la lasitud legal. Hay toda una porción de la sociedad riverense, de vecinos prominentes, funcionarios estatales y municipales, ex diputados, candidatos a diputados, militantes políticos con responsabilidad en las estructuras locales, que comparten una alegre y agitada vida social y que no se sienten en la obligación, como ciudadanos, de cuestionar la presencia, en asados o reuniones bailables, de personajes que mantienen deudas con la justicia. Las fotos que se publican en este informe dan cuenta del volumen de relaciones de Pedro Mato con vecinos de Rivera, muchos de los cuales pueden ser individualizados como simpatizantes colorados.

La facilidad con la que el coronel Gilberto Vázquez, actualmente en régimen de prisión domiciliaria, logró radicarse en la ciudad de Rivera, en un edificio a dos cuadras de la frontera (lo que, dicen, le trae dolores de cabeza al jefe de Policía del departamento), o la asiduidad con la que el coronel Manuel Cordero se trasladaba desde Livramento, o las incursiones del coronel Pedro Mato de este lado de la frontera con total impunidad, pese a que su presencia fue denunciada reiteradamente en la prensa, sugieren que en Rivera funciona un esquema al servicio de los terroristas de Estado.

Pedro Mato en Imágenes del Facebook de Juliana de Sarro

En el caso de Mato, su vida social en Rivera es en gran parte resultado de la inserción lograda por su esposa, Juliana de Sarro, identificada como “empresaria de la vestimenta” y como “diseñadora”, además de ser miembro del Foro Libertad y Concordia, que lidera el coronel José Araújo y que tuvo entre sus cuadros al general Elmar Castiglioni. De Sarro da cuenta prolíficamente de esa vida social en Facebook, donde se puede rastrear, a través de las fotos, los comentarios y el seguimiento de “amigos”, el grado de participación de Mato. En esas fotos, el coronel aparece con una invariable sonrisa, entre damas y caballeros; no es probable, pero sí posible, que sus acompañantes supieran su identidad y currículum.

Fuentes consultadas en Rivera lograron identificar a algunas de las personas frecuentadas por Juliana de Sarro, entre ellas el ex diputado colorado Guido Machado y otros simpatizantes colorados, y su hermana, Elodia Machado, candidata a diputada por la lista departamental de Cabildo Abierto, del general Guido Manini Ríos. Elodia Machado es viuda del coronel Juancito Urquhart, acusado del delito de tortura mientras revistó en el Regimiento de Caballería 5 de Tacuarembó.

¿Complicidad diplomática? No es casualidad que el coronel Mato, radicado en Rivera después de su pase a retiro, decidiera mudarse a Santana do Livramento en diciembre de 2013, antes de la fuga y un día después de que fuera designada como cónsul en esa ciudad la doctora Liselott María Sarli Pose, hermana del coronel Wellington Sarli Pose. El Ministerio de Relaciones Exteriores puede verificar cuántos certificados de existencia extendió la cónsul Sarli en los seis años en que lleva desempeñando ese cargo diplomático en Livramento.

La designación de la cónsul fue providencial para Mato, quien en los mismos días en que se radicó en Brasil, junto con su esposa Juliana de Sarro, en una coqueta casa de la calle Concessão Casales 232, del Barrio Jardín de Livramento, era requerido por la justicia por su participación en el asesinato del militante frenteamplista Luis Batalla en 1972 mientras lo interrogaba en el Batallón de Infantería número 10 de Treinta y Tres. En esa misma unidad revistó Wellington Sarli –como se dijo, hermano de la cónsul uruguaya–, quien fue identificado en 1975 como uno de los torturadores y abusadores de menores durante una razia de niños y adolescentes a los que se presumía cercanos al Partido Comunista en Treinta y Tres. Pese a que era alférez, por su participación y su saña los detenidos lo conocían como “jefe chico”. Sarli y Mato revistaron también en el Servicio de Información de Defensa (Sid), la estructura de la inteligencia militar.

Pedro Mato en Imágenes del Facebook de Juliana de Sarro

Y por último, aunque no hay evidencias, es factible que Mato haya tenido contactos con el coronel Gilberto Vázquez, su antiguo camarada del Sid, desde que este se radicó en Rivera, en régimen de prisión domiciliaria en 2016. Para una ciudad como Rivera, la coincidencia de tantos terroristas de Estado en sus empinadas calles (Cordero, Urquhart, Mato, Vázquez) suena a saturación. Pero lo mismo ocurría con los piratas en la isla Tortuga.

Mato, Vázquez, Cordero, Sarli y su hermana

Las antiguas conexiones

El Judío Gilberto Vázquez y el Burro Pedro Mato comparten una truculenta historia en común: ambos integraron los comandos operativos de inteligencia que actuaron en Argentina en el marco del Plan Cóndor y ambos fueron condenados a cadena perpetua en Italia por esos delitos. Probablemente, ambos compartan, además, el secreto sobre las ejecuciones sumarias de los legisladores Zelmar Michelini y Héctor Gutiérrez Ruiz, y de los militantes Rosario Barredo y William Whitelaw, en Buenos Aires, en mayo de 1976.

Juliana de Sarro, casada con otro militar, pero amante simultánea de Mato y Manuel Cordero (con quien tuvo una hija), concurría periódicamente a lo que Mato identificaba como el “bulín de Pocitos”. Una noche de fines de mayo de 1976, Juliana de Sarro, preocupada por una crisis depresiva de Mato, pidió ayuda a una amiga, la enfermera Haydeé Trías. La enfermera encontró a Mato desasosegado, con un arma en la mano. Julieta de Sarro le explicó que Mato estaba muy nervioso porque había matado al senador Michelini en Buenos Aires.

Según la versión taquigráfica de la sesión del 7 de abril de 1986 de la comisión investigadora sobre los secuestros de Héctor Gutiérrez Ruiz y Zelmar Michelini, Trías les relató a los diputados que Mato “me dijo que estaba muy mal porque era amigo de Zelmar Michelini y lo había matado. Que le habían ofertado una importante suma de dinero en dólares para ejecutarlo, con la cual pagó cuentas y compró una casa para su madre. Que Mato había ido a Buenos Aires con Cordero a buscar a Zelmar Michelini para matarlo. Lo fue a buscar a donde lo tenían secuestrado, salieron juntos, conversaron, tomaron copas y después lo mató de un balazo en la cabeza, luego de decirle que quedaba libre. Estaban dentro de un automóvil”.

Aunque Juliana de Sarro era madrina de su hija, Trías no volvió a verla. En setiembre de 1985 la enfermera decidió (“ahora que podía hablar, antes no había condiciones”) informar sobre el suceso. En Ielsur firmó una declaración ante escribano y abogado, con los pormenores, que fue elevada a la comisión investigadora. El mismo día que recibió la citación para declarar ante la comisión, Juliana de Sarro se presentó en su casa. Fue el primer indicio de filtraciones. Hablaron detalles de la noche de mayo de 1976, y Juliana intentó explicarle que “el torturador fue Cordero”, Mato “sólo” lo remató, pero finalmente Juliana dijo que no tenía inconveniente en declarar ante la comisión. Sin embargo, esa madrugada la mujer intentó suicidarse tomando barbitúricos.

Cuando concurrió a declarar ante la comisión, Juliana de Sarro desmintió el testimonio de Trías, a quien calificó de “desquiciada”. Trías fue convocada nuevamente al Palacio Legislativo, pero sufrió un serio accidente de tránsito, que en su momento se presumió intencional. Fue entonces que se produjo la filtración definitiva: la identidad de la testigo y el detalle de sus declaraciones, que permanecían en régimen de estricto secreto, fueron publicadas por el periodista Daniel Herrera Lussich, un operador político, en la sección El Duende de la Trastienda, en el diario El País, y eso fue suficiente para que los diputados blancos y colorados decretaran la clausura de las actuaciones de la comisión por “falta de garantías”.

El tema no volvió a tocarse hasta que en 2009 el juez penal Roberto Timbal y la fiscal Mirtha Guianze, en el expediente por la muerte de Michelini y Gutiérrez Ruiz, citaron al coronel Mato a declarar por la denuncia de la enfermera Trías; en 2006, por esa causa, fueron procesados el ex presidente Juan María Bordaberry y el ex canciller Juan Carlos Blanco. En esa oportunidad, Mato negó haber participado en los asesinatos de Buenos Aires (adujo que entre el 18 y el 20 de mayo de 1976 estaba realizando cursos en Montevideo), pero reveló que en 2005 Gilberto Vázquez le propuso que él, Mato, se hiciera cargo de los asesinatos de los legisladores. “Necesitaban solucionar el tema Gelman y el de Michelini, que un hueso había que darles”, dijo Mato a los magistrados que había dicho Vázquez, repitiendo una frase que en su momento fue atribuida al prosecretario de la Presidencia, Gonzalo Fernández, durante sus conversaciones secretas con los terroristas de Estado.

El Judío Vázquez fue procesado primero por la comisión de 28 homicidios y después por la desaparición de María Claudia García de Gelman. Permaneció en la cárcel de Domingo Arena hasta que el piadoso juez Martín Gesto (como lo hizo con Gavazzo y Ernesto Ramas) le concedió el beneficio de la prisión domiciliaria.

El Burro Mato nunca fue detenido ni procesado.

Palabras peligrosas

El senador Jorge Larrañaga responsabilizó al Frente Amplio de que el plebiscito que impulsa la participación de las Fuerzas Armadas en la represión del delito no sea tema de debate en la campaña electoral. Y afirmó: “Sin seguridad pública no puede haber desarrollo económico, social y humano”. La ecuación se parece muchísimo a los fundamentos de la dictadura militar: “Seguridad en el desarrollo”, convertido en dogma en 1974.

Hubo seguridad: controles, detenciones, allanamientos, torturas, asesinatos, desapariciones. Pero no hubo desarrollo: dejaron un país vaciado después de consagrar sus privilegios y perpetrar suculentos negociados.

¿Cómo piensa Larrañaga controlar la máquina militar? Si el plebiscito se aprueba, es seguro que vamos a vivir con miedo.