Murió Miguel Angel Estrella, pianista de los humildes

Tenía 81 años

Murió Miguel Ángel Estrella,

el pianista que fue embajador

argentino ante la Unesco 

7 de abril de 2022 –

El músico tucumano y defensor de los Derechos Humanos murió en París, donde dirigía la Casa Argentina.

El pianista y exembajador argentino ante la Unesco Miguel Ángel Estrella murió este jueves en Francia a los 81 años.

“La Delegación Argentina ante la Unesco lamenta anunciar el fallecimiento de Miguel Ángel Estrella, quien fue Embajador de Argentina ante la Unesco y Embajador de Buena Voluntad de la Unesco, pianista y fundador de la ONG Música Esperanza”, informó a través de su cuenta de Twitter la representación de la República Argentina ante la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco).

Estrella nació en San Miguel de Tucumán, y a los 12 años al descubrió a Chopin, cuando su padre lo llevó a un concierto de la orquesta sinfónica de esa ciudad.

Además de ser un músico talentoso, Estrella era un militante por la paz.

En 2003 fue nominado embajador argentino en la Unesco y en 2009 fue miembro del jurado del Tribunal Russell sobre Palestina.

Fue nominado Caballero de la Legión de Honor en Francia y en 2013 el Senado argentino lo distinguió por su carrera y su defensa de los derechos humanos.

En 2014 recibió el premio Danielle Mitterrand de la Fundación France Libertés.

Actualmente dirigía la Casa Argentina en París.

Las repercusiones por la muerte de Miguel Ángel Estrella

La vicepresidenta Cristina Fernández de Kirchner despidió al pianista a través de un mensaje en su cuenta de Twitter.

“Hasta siempre querido Miguel. Mis condolencias a familiares y amigos”, escribió.

El jefe de Gabinete y exgobernador de Tucumán, Juan Manzur, lamentó también la muerte de Estrella.

“Con profundo pesar los argentinos, y los tucumanos en particular, despedimos al pianista y ex embajador ante la UNESCO, Miguel Ángel Estrella. Un inmenso artista comprometido con su pueblo. Mis condolencias a su familia y amigos en este difícil momento”, tuiteó.

El Ministerio de Cultura, por su parte, publicó un mensaje por el fallecimiento del músico, quien era un “artista de excelencia y militante por la Paz”. “Nos quedan su música, su ejemplo de vida y su inmensa lucha. Acompañamos a sus seres queridos en este momento tan triste”, expresó la cartera que conduce Tristán Bauer.

Más que músico, un humanista

Miguel Angel Estrella, pianista de los humildes

El hombre que falleció este jueves tuvo una visión singular de la música como puente, como vehículo de entendimiento y como instrumento igualitario. Su defensa de los derechos humanos lo convirtió en objetivo de los represores.

Por Santiago Giordano

7 de abril de 2022 –

“Nunca pensé en una ‘carrera’. El mercado trabaja para sí mismo y por ende desarrolla lo personal, el egocentrismo.”. 

El jueves al amanecer, en París, murió Miguel Ángel Estrella. Tenía 81 años y una vida dedicada a hacer de la música un arma de comunidad y encuentro, por sobre diferencias sociales y nacionalidades. “La Delegación Argentina ante la Unesco lamenta anunciar el fallecimiento de Miguel Ángel Estrella, quien fue Embajador de Argentina ante la Unesco y Embajador de Buena Voluntad de la Unesco, pianista y fundador de la ONG Música Esperanza”, informó muy temprano en su cuenta de Twitter la representación de la República Argentina ante la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco). 

A partir de ahí, durante toda la jornada distintas formas de condolencia por la muerte del pianista, que en la actualidad dirigía la Casa Argentina en la Ciudad Universitaria de París, se multiplicaron en las redes sociales, por parte de funcionarios del Gobierno nacional, personalidades de la cultura y de gente común. “Despedimos con inmenso dolor al gran músico argentino Miguel Ángel Estrella, ex embajador ante la UNESCO y luchador por los derechos humanos. Hasta siempre querido Miguel. Mis condolencias a familiares y amigos”, escribió bien temprano a través del Twitter la Vicepresidenta de la Nación Cristina Fernández de Kirchner.

Mucho más que un músico, Miguel Ángel Estrella fue un humanista. Militante de la paz y los derechos humanos, el pianista vivió convencido de que la música podía sanar y nivelar para arriba y que podía y debía ser la herramienta para una nueva civilización. Divergente de un mundo orientado hacia el exhibicionismo y la individualidad, como el de la llamada música clásica, era más probable encontrarlo tocando en las cárceles, hospitales, centros de refugiados o en los barrios más pobres, que en la formalidad de las salas de concierto.

Estrella nació en San Miguel de Tucumán el 4 de julio de 1940, en una familia de emigrados libaneses de apellido Nashem -que en árabe significa “estrella”-, y pasó buena parte de su infancia en Vinará, en el departamento Río Hondo, en la provincia de Santiago del Estero. A los doce años escuchó en Tucumán un concierto con música de Frédéric Chopin y fue como una anunciación. Cuando terminó los estudios secundarios en el Gymnasium de la Universidad Nacional de Tucumán, con dieciocho años Estrella se trasladó a Buenos Aires para continuar sus estudios en el Conservatorio Nacional, con Orestes Castronuovo, Erwin Leuchter y Celia de Bronstein. Poco después, en 1965, una beca del Fondo Nacional de la Artes le permitió completar su formación en París, donde frecuentó las clases de maestros como Marguerite Long, Nadia Boulanger, Ivonne Loriot, Olivier Messiaen y Vlado Perlemuter, entre otros.

Abrir el mundo

Considerado en el mundo entre los pianistas más notables de su generación, Estrella no abordó en términos tradicionales lo que se dice una carrera. Prefirió volver a la Argentina para comenzar a expandir su arte de una manera diferente a la que indicaban los cánones de la música de concierto. Empezó así un trabajo de política artística para llevar esa música, la de Chopin, Brahms, Mozart, Beethoven y tantos más, considerada para una elite, a otros ámbitos sociales. Comenzó, podría decirse, a “tocar para la negrada”, como con rencor le achacarían más tarde sus torturadores. 

“Me interesaba contar por qué estaba enamorado de Brahms, pero con mi mirada de originario de la Argentina profunda, hijo de un poeta socialista y una madre maestra rural, que creció en caseríos del noroeste, especie de Macondo donde lo milagroso podía ser natural. Así empecé con los conciertos conversados, que proponían otra manera de escuchar, buscaba establecer otra relación con el oyente. Fui creando un circuito amistoso de conciertos, a partir de relaciones humanas. Y eso me brindaba trabajo y sobre todo la libertad de ir a tocar donde me pareciese, incluso en las villas o en las comunidades indígenas”, dijo Estrella en 2014 en una entrevista a Página/12.

En esa misma entrevista, el pianista ponía en tela de juicio los procesos tradicionales en la formación de los músicos, cuestión que se convirtió una de sus preocupaciones a lo largo de su vida. “Yo hice el conservatorio porque había que hacerlo, había que tener un título, pero ya entonces con mi compañera, Marta González, detestábamos ese tipo de instrucción individualista. El conservatorio de entonces, como el de ahora, te ofrece una formación competitiva, en la que si no sos el primero de la clase, no servís. Eso incentiva el ego. Lo viví en el conservatorio acá y luego en París, en Londres, en la Unión Soviética. Es un círculo vicioso, donde finalmente los maestros se terminan dedicando a los mejores, porque son los que les darán prestigio como músico y docente. Todo eso es malsano y perverso, porque genera rabia entre los marginados de ese sistema. Ya desde entonces pienso en un conservatorio ideal, que nos prepare no para ser los mejores del mundo sino lo mejor que nosotros podamos ser. Pero que además nos enseñe a expandir eso en la sociedad en la que vivimos, a ser parte de esa sociedad y no creernos especiales”, aseguraba.

Intérprete de nivel internacional, Estrella se constituyó en una referencia para el piano, aunque nunca entró en el juego de las competencias que establecía un mercado del que desconfiaba. “El mercado trabaja para sí mismo y por ende desarrolla lo personal, el egocentrismo. Desde muy joven sentí que el mercado era mi enemigo, por eso nunca tuve empresario ni pensé en términos de carrera. Esa palabra me parece bestial. Claro que me gustó haber llegado a tocar en las grandes salas del mundo, pero nunca me la creí”, decía.

Música como esperanza

En 1976, a raíz de las persecuciones de las que fue objeto por parte de la instalada dictadura cívico-militar, Estrella tuvo que dejar el país y al año siguiente fue secuestrado por grupos paramilitares en Uruguay. Humillado y torturado -significativamente fueron sus manos el fetiche de sus torturadores- estuvo en cautiverio durante más de dos años. Finalmente fue liberado, porque su caso había dado vueltas al mundo a través de una gran campaña internacional, conducida, entre otros, por la compositora francesa Nadia Boulanger y el violinista de origen ruso con ascendencia judía nacido en Estados Unidos Yehudi Menuhin.

Estrella en un homenaje a las Madres en Cosquín 2012.

Reintegrado a la vida civil y artística, Estrella no dudó profundizar su militancia por los derechos humanos y por la difusión de la música como un instrumento de defensa de la dignidad y de elevación de la condición humana. Sobre esta idea fundó el 10 de diciembre de 1982 el movimiento internacional “Música Esperanza”, una organización humanitaria independiente, sin fines de lucro ni filiaciones políticas o confesionales, que con el objetivo común de devolver a la música su rol de comunicación social, de puente entre culturas y de instrumento para la paz, se extendió por Europa, el Este Europeo, América Latina y Medio Oriente.

La figura de músico social es la que mejor describe la naturaleza artística de Estrella, que con un promedio de cien conciertos anuales, en gran parte dedicados a programas de solidaridad, también colaboró con las Madres de Plaza de Mayo en la creación de una escuela popular de música, con la carrera de músico social, y un taller experimental para niños maltratados. En el Mercosur fue el promotor del programa “La voz de los sin voz”, dedicado a los campesinos e indígenas talentosos que se juntan y hacen música, y en Medio Oriente de la Orquesta para la Paz, integrada por cuarenta jóvenes músicos de las tres religiones de los hijos de Abraham (cristianos, musulmanes y judíos). En Argentina fue artífice del Concurso Chopin de piano, una competencia muy particular en la que todos los participantes tenían asegurada una devolución por escrito por parte de los jurados.

El Senado de la Nación lo distinguió por su carrera y su defensa de los derechos humanos, el gobierno de Francia lo nombró “Caballero de la Legión de Honor”, fue condecorado “Comandante de la Orden de las Artes y las Letras” y varias universidades del mundo, entre ellas la de Tucumán, le otorgaron el título Doctor Honoris Causa. Fue varias veces miembro del jurado del “Tribunal Russell sobre Palestina” y en 2014 recibió el premio Danielle Mitterrand de la Fundación France Libertés. Entre varias filmaciones que lo recordarán, hay un notable documental basado en su vida, El Piano Mudo, dirigido por Jorge Zuhair Jury.

Como solista, con orquesta o con el Cuarteto de dos mundos -la formación que impulsó para hacer confluir culturas musicales, por la que pasaron el guitarrista Omar Espinosa y el gran quenista Raúl Mercado, entre otros-, Estrella deja una discografía particularmente interesante. Ahí está el reflejo de una idea amplia de música, que se extiende desde la sabiduría que bajaba de ese hablar lento y pausado, en el que las inflexiones duras de su acento tucumano se enternecían con la deliciosa materia de sus relatos. 

Queda además el hermoso anecdotario de un gran conversador. Estrella solía contar con intensidad y admiración historias que sucedieron en los Valles Calchaquíes -que nunca dejó de considerar su lugar de militancia, pianística y peronista– o en las villas urbanas. Siempre entre gente humilde, esos ilustrados de la vida a los que dedicó su trabajo. Sabía contar de cuando en Cochabamba, para terror de los organizadores, invitó a un concierto suyo a cincuenta lugareños que nunca habían ido al teatro; o de aquel humilde que distinguía la música de Mozart como “limpita”, la de Haydn “chispeante” y la de Bach “limpia”, pero no “limpita” como la otra; o del padre que explicaba al hijo que la música que salía del piano a veces es un poco aburrida y a veces tan bella que no se parece a nada.

Apenas algunas de las tantas historias de justos asombros, de humanidad expandida, que como Estrella sabía, le dan un sentido de invencibilidad a la música y a quien la escucha. 

Falleció el pianista y militante argentino

Miguel Ángel Estrella, detenido en

Uruguay durante la dictadura

7 de abril 2022

Miguel Angel Estrella en el Centro de Rehabilitación Libertad, ex Penal de Libertad (archivo, julio de 2012).

José Nino Gavazzo le había dicho: “Vos nunca más vas a tocar el piano”

A los 81 años falleció en Francia el músico argentino Miguel Ángel Chango Estrella, quien además de un destacado pianista fue un militante por la paz y los derechos humanos, lo que le valió el puesto de embajador de Argentina ante la Unesco.

La noticia de su deceso, ocurrido el día de ayer, fue dada por la Asociación de Expresos Políticos de Uruguay (Crysol), que lo despidió con un “sincero homenaje y reconocimiento”. Exiliado político de la dictadura argentina, Estrella estuvo preso en el Penal de Libertad durante 27 meses, entre 1978 y 1980.

Numerosos políticos de la vecina orilla lo despidieron en las redes sociales. La vicepresidenta Cristina Fernández escribió en su cuenta de Twitter: “Despedimos con inmenso dolor al gran músico argentino Miguel Ángel Estrella, exembajador ante la Unesco y luchador por los derechos humanos. Hasta siempre. querido Miguel. Mis condolencias a familiares y amigos”.

Despedimos con inmenso dolor al gran músico argentino Miguel Ángel Estrella, ex embajador ante la UNESCO y luchador por los derechos humanos. Hasta siempre querido Miguel. Mis condolencias a familiares y amigos.— Cristina Kirchner (@CFKArgentina) April 7, 2022

Estrella nació en 1940 en San Miguel de Tucumán, y descubrió al piano y a Chopin cuando su padre lo llevó a un concierto de la orquesta sinfónica de esa ciudad a los 12 años. Desde la mayoría de edad estudió en el Conservatorio Nacional de la Ciudad de Buenos Aires y luego siguió sus estudios en París.

Con el proyecto “Música esperanza”, que fundó en 1982, el pianista buscó llevar los autores clásicos a todos los sectores de la sociedad argentina. Según cuenta Télam, esa idea surgió mientras estaba prisionero de la dictadura y era torturado. “Me propuse hacer música contra la locura y la tortura del poder. Quiero pelear con la música contra quienes quieren sojuzgarnos”, dijo en una de sus charlas.

En 2012 Estrella tuvo la oportunidad de regresar a nuestro país y presentarse en el renombrado Centro de Rehabilitación Libertad, contradiciendo las palabras de José Nino Gavazzo, quien luego de un simulacro de amputación le había dicho: “No te podemos matar, pero te vamos a destruir totalmente. Vos nunca más vas a tocar el piano, nunca más serás el padre de tus hijos, nunca más serás el amante de una mujer, y te vamos a borrar esa sonrisa, porque nosotros tenemos métodos muy sofisticados para destruir. A vos te vamos a guardar 18 años”. Estrella agregó: “Cómo se equivocó”.

Acompañado por su hijo, Javier Estrella, aprovechó para visitar la celda en la que estuvo detenido (“siempre encapuchado y atado”) e intercambió palabras con quienes la ocupaban en ese momento. “No guardo odios para con nadie… El odio es el herrumbre del alma, solía decir mi madre”, declaró en ese momento, según el archivo del Ministerio del Interior. Y al dirigirse a los cerca de 70 privados de libertad que asistieron a su concierto, expresó: “Nada es eterno”.

En los últimos años, el músico dirigía la Casa Argentina en París, residencia que recibe y brinda alojamiento a estudiantes argentinos que continúan sus estudios en la capital francesa.

Testimonios sobre Miguel Angel Estrella

La historia y la honda humanidad del tucumano Miguel Ángel Estrella, el Chango Estrella —así prefería que lo llamaran—, son extraordinarias. De familia muy humilde, siendo nieto de árabes, con un padre poeta y una madre campesina, siempre supo que iba a ser pianista así como cristiano y peronista, después de conocer de pibe a Evita.
 
Con el tiempo, tras estudiar en Buenos Aires y perfeccionarse en Europa, Miguel Ángel tocó gratis para los peones del azúcar, los de la FOTIA. Lo admiraron los kollas de Salta y sus vecinos de alrededor, sentados en la vereda se emocionaban al escucharlo. Se deslumbraron cientos de campesinos de los Valles Calchaquíes. Dio conciertos a beneficio para más de una villa de emergencia. Interpretó Chopin, Bach y Mozart en cárceles, hospitales y escuelas, sin abandonar en simultáneo sus actuaciones en las mejores salas del mundo.
 
Tras una amenaza de muerte de la Triple A y una bomba en la casa de sus padres, en Tucumán, debió irse al Uruguay. Le ofrecieron una cátedra de piano en la universidad de Montevideo. Allí, en 1977, en su casita y junto a sus dos hijos pequeños –el amor de su vida, su mujer, había muerto pocos años antes– lo fue a buscar la dictadura uruguaya. Estrella no era montonero pero se jugaba la vida por sus amigos, a quienes protegió y alojaba.
 
Lo torturaron del peor modo, con picana eléctrica. Le martillaban sin piedad sus manos en ese centro clandestino uruguayo. “Vos nunca más vas a tocar el piano. Sos algo peor que un guerrillero: con tu música te metés a la negrada en el bolsillo y les hacés creer que pueden escuchar a Beethoven”, le decía el coronel a cargo de los interrogatorios. “Te formaron para tocar para nosotros y nos traicionaste; no te matamos porque no podemos, pero te vamos a destruir”.
 
Otras veces, encapuchado y desnudo, le ataban las manos a su espalda durante días y le hacían simulacro de cortárselas con una sierra eléctrica. “Te las vamos a cortar y vas a estar aquí el resto de tu vida. Nunca más serás el padre de tus hijos; nosotros somos Dios acá.”
 
“Para bancarte la tortura tenés que buscar argucias para no cantar –contó alguna vez Miguel Ángel–. Una de ellas era mi relación con Dios. Una vez repetí más de treinta veces a los gritos: “Padre nuestro que estás en los Cielos”.
 
El día que lo liberaron, en 1980, gracias a la enorme presión internacional (firmaron solicitadas desde Daniel Barenboim hasta Jean-Paul Sartre), todo el penal lloró. Los presos se asomaban a las ventanas que daban al patio de la prisión y le gritaban: “Chango, no te olvides de nosotros. Viví por nosotros. Te amamos, Chango”. Estrella saludó con lágrimas en los ojos. Y jamás olvidó.
 
Tiempo después, tras curarse de las secuelas de la tortura, fundó el movimiento internacional de derechos humanos Música Esperanza, donde juró hacer música contra la violencia, el racismo y las discriminaciones, en una clara opción por los más pobres.
 

EL CHANGO Y EL SOLDADO

El “Chango” Estrella había sido traído a Uruguay de manera clandestina acusado de ser un guerrillero peligroso.

Aquí, en Montevideo, estuvo en varios centros de detención y tortura. Fue salvajemente torturado por Gavazzo, entre otros. En un encuentro con el entonces poderoso militar uruguayo, el Chango pudo conocer en carne propia lo que le estaba destinado a los secuestrados clandestinos. Luego de castigar de todas las formas la humanidad del sublime músico tucumano ya desfallecido, el militar le habría dicho amargamente: “¿Sabés por qué te hago esto? Porque vos sos un traidor. Un traidor de clase. Ya sé que nunca tiraste un tiro. Vos sos más peligroso que un tupa. Vos hacés creer a los negros que existe la belleza. Y no tenés derecho”.

El Chango sería trasladado al Penal de Libertad donde pasaría algunos meses hasta que la presión de Gran Bretaña lograría liberarlo. Estando en el Penal pudo sentir el abrazo y el calor de sus compañeros de cautiverio y supo que aun en las peores condiciones el hombre puede convertirse en hombre y no en bestia.

Una vez le llegó un enorme paquete que la guardia revisó hasta de canto. No sabían qué hacer con ese “mueble”. Era un piano mudo que el gobierno británico había enviado para que el músico pudiese practicar su técnica.

El Chango empezaba jornadas de ejercicios muy temprano, todos los días, sistemáticamente. Un día mientras estaba enfrascado en un preludio de Chopin (que por supuesto no se oía) se acercó un soldado de guardia. “¿Qué es eso que toca?”. El Chango se detuvo y miró al soldado a través de los barrotes. “Es Chopin, soldado. Es un Preludio”. “Qué lindazo'”, contestó el guardia. El músico volvió a mirarlo y continuó practicando su digitación con Chopin. El guardia permanecía estático y como bajo el influjo de un sortilegio. El Chango se detuvo de nuevo y ya más en confianza le dijo: “Está bien soldado. Solo estoy practicando y no molesto…” El guardia lo detuvo. “No señor, no. No molesta. Es que lo que está tocando puedo oírlo, lo oigo vivamente, y me hace llorar, disculpe”. El soldado desapareció abruptamente. El compañero de celda del Chango justo se despertaba en ese instante. Con las manos ya dúctiles por el calentamiento, el pianista se posó en la madera muda pero esta vez no tocó a Chopin; solo acarició el teclado inanimado y con un tono afable y una sonrisa de mil soles atinó a decir: “Buen día compañero. Levántese que la vida está viva”.

EN PARÍS

Falleció Miguel Ángel Estrella

a los 81 años

El destacado pianista argentino Miguel Ángel Estrella quien estuvo más de dos años preso en el Penal de Libertad y que se desempeñaba como embajador argentino ante la Unesco, falleció ayer en París a los 81 años.

07 de abril de 2022

Por Jorge Yuliani

Un comunicado de la Delegación Argentina ante la Unesco lamentó ayer el deceso de quien fue embajador de Argentina ante la Unesco y Embajador de Buena Voluntad de la Unesco, pianista y fundador de la Organización No Gubernamental  Música Esperanza.

Referirse al «Chango» Miguel Ángel Estrella no es hacerlo simplemente respecto a un artista excepcional, sino, primordialmente, a un luchador social de todas las horas, a un defensor sin claudicaciones de los derechos humanos y de las mejores causas populares.

Vale recordar que fue secuestrado por las fuerzas represoras de dictadura cívica militar  uruguaya el 15 de diciembre de 1977 y estuvo encerrado en el Penal de Libertad acusado ­en el marco del Plan Cóndor­ de «subversivo» durante un lapso de dos años. José Gavazzo, fue su torturador.

Estrella, quien había nacido en 1940 en la provincia argentina de Tucumán, se desempeñó hasta las últimas horas como director de la Casa Argentina en la Ciudad Universitaria en París.

Concertista excepcional comenzó a ejecutar el piano cuando contaba apenas 12 años de edad ingresando posteriormente al conservatorio nacional en Buenos Aires, perfeccionado sus estudios en París con Nadia Boulanger y Marguerite Long. Instalado nuevamente en Argentina, debió exiliarse en 1976 y luego detenido en Uruguay en el marco del Plan Cóndor permaneciendo encerrado durante 27 meses, hasta que en 1980 tras una fuerte presión internacional que entre otros fue ejercida por Amnistía Internacional, la Cruz Roja Internacional, François Miterrand y hasta la reina de Inglaterra  fue puesto en Libertad.

Música Esperanza

Luchador social, tomó siempre partido por los más humildes, por los más desfavorecidos y en 1982 creó la fundación Música Esperanza, llevando su música a las cárceles, villas y asentamientos a lo largo y ancho del mundo para como lo afirmó en más de una oportunidad, quitar el arte de las elites y poner la música al servicio de la comunidad toda y al servicio de la dignidad humana.

En el mismo sentido, en 1988 creó la Orquesta para la Paz, compuesta por músicos musulmanes, judíos y cristianos que habitan el Medio Oriente.  En 2003 fue designado delegado permanente de la Argentina en la Unesco. Fue nominado Caballero de la Legión de Honor en Francia, y en 2013 el Senado argentino lo distinguió por su carrera y su defensa de los derechos humanos.

Regresó a nuestro país, Uruguay, en varias ocasiones y en 2012 ofreció un concierto en el Penal de Libertad, donde había sido encarcelado y sometido a bestiales torturas que según sus propias palabras resistió porque en medio de la picana sintió la voz de su mujer, ya fallecida, que le decía: «no estás solo, sos miles amor, tenés miles contigo’».

El triunfo de Estrella es el triunfo de los «derrotados» por la dictadura. Miguel Ángel de la buena Estrella volvió más de una vez a pisar el suelo de una tierra oriental en la que el dolor se ensañó con su cuerpo y su alma. Y aunque el dolor lo quita solo quienes lo provocaron, el reconocimiento al que fue acreedor siendo declarado Ciudadano Ilustre de Montevideo en el Solís fue, de alguna manera, «una curita para su alma» y el poner las cosas en su justo lugar.

Desde el dolor, Estrella ha sido capaz de ver más allá del horizonte y crear una fundación como Música Esperanza que lleva su solidaridad militante a cientos de miles, tal vez a millones de seres oprimidos a lo largo y ancho del mundo. Su incansable lucha en la difusión y en la defensa de los Derechos Humanos ha llegado a los más recónditos lugares del planeta. Sus conciertos han sido escuchados por multitudes. Y pensar que Gavazzo le había dicho: «Vos nunca más vas a tocar el piano. Porque vos no sos guerrillero, no sos un tupa, pero sos algo peor: con tu piano y tu sonrisa te metés a la negrada en el bolsillo y les hacés creer a los negros que pueden escuchar a Beethoven».

Enterado de la infausta noticia, ayer el escritor y luchador social Mauricio Rosencof  comentó que esperaba que pudieran volver a encontrarse. «Le íbamos a entregar una llave del penal y declararlo ciudadano ilustre de aquel centro de reclusión. No pudo ser. En una pared de mi casa, en mi pared, cuelga la llave del penal (una réplica), esa que le íbamos a obsequiar». Desde ahora, sin duda alguna, una nueva estrella brilla en el firmamento, en el espacio infinito en que se mueven los astros, pero sobre todo, desde ahora y por siempre, una nueva estrella alumbra las noches de los más humildes, de los pobres del mundo. Y por los agujeros de los techos de cartón se filtra la luz de esperanza de Miguel Ángel de la buena Estrella.

Falleció Miguel Angel Estrella

La asociación ¿Dónde Están? participa con mucho pesar el fallecimiento, este 7 de abril, de Miguel Angel Estrella, en París.

Inmenso pianista argentino, luchador por la paz y los derechos humanos durante toda su vida, Miguel Angel Estrella fue detenido en 1977 y torturado salvajemente en los centros clandestinos del plan Cóndor en Uruguay, antes de ser recluído en el penal de Libertad. Los siniestros represores que quisieron destruirlo, no lo lograron.

La solidaridad internacional jugó un papel importante para obtener su liberación en 1980. Desde entonces nunca había renunciado a su lucha por la memoria, la justicia y la música para todos. La Parrilla tuvo el honor de recibirlo en varias ocaiones.

La asociación hace llegar  a su hija Paula, que mucho ayudó a La Parrilla, a su hijo Javier y a toda la familia su más sentido pésame.

Asociación ¿Dónde Están? – Francia