Sobre EDUARDO BLEIER y su muerte por la dictadura

Con todas las expresiones sobre el encuentro de los restos del dirigente del Partido Comunista Uruguayo, Eduardo Bleier, y la responsabilidad del Terrorismo de Estado

 

Eduardo Bleier Horovitz

“Apareció el cuerpo del delito, ahora no podrán decir que no hubo delito. En todo este tiempo se ha negado, han negado los testimonios, pero la verdad apareció y, de alguna manera, representa todas las verdades que hemos venido declarando. Bleier representa a todos, a todos los desaparecidos, los muertos, por los que esperamos”, es lo primero que puede decir Sara Youtchak –que lo escuchó y lo vio en el 300 Carlos– en el presente. Lo último: “Murió en nombre de sus ideales, murió como un comunista”. Quien en 1972 quedó en lugar de Eduardo Bleier como secretario de Finanzas del Partido Comunista, Hugo “Chumbo” Lanza, recuerda que estaba en una casa clandestina que habían alquilado cuando “en un informativo pidieron la captura de Bleier”.

Sofía Kortysz

11 octubre, 2019

En la sede del Partido Comunista. De izq a der, entre otros: Alberto Suárez, Rodney Arismendi, su esposa Alcira Legaspi, Julia Arévalo y Eduardo Bleier (de anteojos), junto a su hijo Carlos / Foto: gentileza de los autores del libro (Des)aparecido. Eduardo Bleier Horovitz, André Fremd y Germán Kronfeld

—Mataron a Eduardo. Hace ya unos siete meses que lo tienen, si están pidiendo por él, es porque quieren justificar su muerte–le dijo a la compañera con la que vivía.

Ella lo miró, bajó la cabeza y le respondió:

—No puedo contradecirte, pienso lo mismo, a Eduardo lo mataron.

Chumbo no recuerda la fecha exacta, pero ha de ser el 12 de agosto de 1976, cuando las Fuerzas Conjuntas sacaron un pedido de captura, en el que uno de los requeridos era Eduardo Bleier Horovitz.

***

Eduardo nació en Montevideo el 12 de noviembre de 1927. En cambio, sus padres y sus tres hermanas mayores, María Aurelia, Elena y Julia, habían nacido en Hungría. Fue a la escuela Chile y al viejo liceo Rodó. “Te puedo decir que a los 18 años lo echaron de la casa porque mi abuelo era un muy buen tipo pero conservador y religioso. Después eso se arregló, mi abuela mediante”, cuenta su hijo Carlos para indicar que cuando su padre cumplió la mayoría de edad, ya era comunista. Relata también que Eduardo se integró al Pcu cuando Rodney Arismendi conducía el partido, en la etapa del revisionismo, “de la autocrítica”. Integró una generación de jóvenes militantes que se incorporaron “en la época de la solidaridad con la Unión Soviética, contra el nazismo”, añade.

Pero Carlos no era parte de la historia cuando en 1949 Eduardo se casó con Kelly Novogrebelsky, con quien tuvo a Irene, su primera hija, al año siguiente. Ese matrimonio no duró mucho tiempo, y en 1954 se casó con Rosa Valiño. Ella fue su compañera hasta el final y la madre de Carlos (1956), Gerardo (1960) y Rosana (1964). Cuando Carlos era pequeño, vivieron unos pocos años en Malvín. No fue el caso de sus hermanos, que toda su vida la transitaron en casas en el centro de la ciudad, incluso mucho tiempo en la que fuera el hogar de los padres de Eduardo, en Canelones y Río Negro.

A Eduardo le faltaron dos o tres exámenes para terminar la Facultad de Odontología, pero eligió dedicarse enteramente a la militancia. “Fue una definición de vida, se llamaba a sí mismo un revolucionario profesional. Decidió que la forma de luchar por un mundo mejor era esa”, asegura Carlos.Se entregó con fervor a sus tareas como secretario de Finanzas del Pcu, responsabilidad que desempeñó durante un largo periodo. Quienes lo acompañaban en la labor recuerdan el cambio que significó que él estuviese al frente de esta área. “La genialidad de Eduardo fue la idea de unir siempre las finanzas a la política y la política a las masas, a la gente. Podíamos recibir un aporte de un hombre que por la suerte de la vida tenga más dinero, pero los cambios políticos profundos vienen si las finanzas son de la misma gente que quiere el cambio. Ese para mí es el gran aporte de Eduardo”, dice el Chumbo. “Nosotros no sacábamos plata (a los aportantes), les dábamos la oportunidad de participar en el maravilloso cambio del mundo. Si vos no le hablás de política a una persona, ¿por qué te va a dar plata? La política es lo esencial. Le estás vendiendo ilusiones, futuro, utopías”, son las palabras de Ella Ganz o, quizás, las de Eduardo puestas en su boca. “A esta altura de mi vida confundo qué cosas fueron dichas por mí o por él”, explica. Es que compartieron su origen y tuvieron una larga amistad. Como él, Ella era la única de sus hermanos que no había nacido en Hungría y, además, estaba en Finanzas. A los Bleier los siente parte de su familia. “Nosotros le dábamos la posibilidad a la persona de colaborar con una obra tan maravillosa como cambiar al mundo. ¿Qué cosa más linda podés ofrecerle al ser humano?”, vuelve a su idea, en forma de pregunta retórica.

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Todos los relatos coinciden en que Eduardo era “temperamental”, “tenía carácter”, era “vehemente”, pero siempre aparece la contraparte: “sabía ceder”, “quería de una manera maravillosa”, dice Chumbo. En tanto, Amalia Chizmich, ex presa política que estuvo también en Finanzas, lo describe de este modo: “Tenía una cara fuerte pero dulce. Ojos claritos, preciosos”. El marido de Amalia nació en lo que por entonces era Yugoslavia, en la frontera con Hungría, y hablaba, por ende, tanto húngaro como esloveno. Ella recuerda un encuentro antes de la dictadura en la casa del “doctor Leibner”. “Estaban los dueños de casa, nosotros, Rita (Ibarburu) y su esposo, Eduardo con Rosa y otra compañera, Margarita. Tanto Eduardo como esta compañera eran judíos húngaros, entonces con mi marido cantaban y bailaban en húngaro. Eduardo era un tipo alegre”. Por su parte, Ella recuerda cuán inteligente era y lo mucho que valoraba la inteligencia ajena.

En el 72, cuando Chumbo queda como secretario de Finanzas −lleno de miedo por la admiración que le tenía a quien debía sustituir−, Eduardo pasa a Organización y, tiempo antes de caer, a Propaganda. Allí se encarga de la publicación de Carta Semanal, tarea que, para Ella, él realizó “como si la hubiese hecho toda la vida”.A comienzos de 1973, Eduardo y Rosa viajaron a Europa y la Unión Soviética. Durante su estadía compartieron varios días en Roma y París con Irene, que se trasladó desde Israel para encontrarlos. Fue la última vez que vio a su padre.

***

Eduardo cayó tiempo después, la noche del 29 de octubre de 1975, en el marco de la Operación Morgan, que había comenzado días atrás. “En ese momento me estaba quedando en la calle Williman, en la casa de esta tía Elena, y un compañero del Partido Comunista de aquel entonces estaba esperándome. Antes de que me dijera nada, yo ya lo había advertido”, señala Carlos. Eduardo fue trasladado a la casona de Punta Gorda conocida como Infierno Chico, ubicada en la Rambla República de México 5515. En el testimonio que dio ante la comisión parlamentaria en 1985, Rita declaró haberlo escuchado tanto allí como en Batallón número 13. Efectivamente, de Punta Gorda lo trasladaron al 300 Carlos o Infierno Grande.

“Estaba en un foso, con unos tablones por arriba, no sé si en estado de inconsciencia, pero no hablaba y nos obligaban a pasar por arriba de los tablones para ir al baño. Nosotros pisábamos ese cuerpo probablemente (…). Yo lo vi sacar del Blindado 13 el 12 de diciembre de 1975 con una máscara de oxígeno”, afirmó Rita en 1985. Entonces también declaró Sara a quien, para su sorpresa, muchos diputados felicitaron por su valentía. Sara preguntó: “¿Cómo valentía?”. La respuesta fue: “Hay que tener cuidado con lo que se dice”. “Ese fue el inicio de la democracia –insiste Sara–, hay que tener cuidado con lo que se dice.”

Algunos de sus compañeros sostuvieron el siguiente relato que se recoge en el libro dedicado a Eduardo, de André Fremd y Germán Kronfeld (Estuario, 2011): “Un día nos formaron a todos y llamaron a Eduardo Bleier. Dio un paso adelante y lo empujaron a una fosa y obligaron a que otros lo taparan con tierra y lo apisonaran. Se negaban; hubo ataques de locura, nos pegaron salvajemente. A Eduardo Bleier lo sacaron moribundo y lo llevaron al hospital. No supimos más nada”. En el presente, Ella cuenta con horror: “Le pusieron un tubito en la boca que salía de la tierra y después lo sacaron y lo reavivaron. Eso lo sé por compañeros que fallecieron. Había mucha gente que no quería hablar porque les parecía terrible, no eran capaces… A mí me cuesta, tengo en este momento los pelos de punta”. La confirmación de lo ocurrido se la dio Rita cuando fue a España cerca de la apertura democrática. Ella le preguntó, Rita no pudo hablar, sólo asintió.

***

Desde que dejaron de tener noticia alguna de Eduardo, tanto Rosa como Elena movieron cielo y tierra para encontrarlo. También su hija Irene, desde Israel, intentó obtener algún dato del paradero de su padre. Rosa tuvo un rol fundamental en esta historia. Carlos remarca hoy el papel de su madre, no quiere que figure en un lugar secundario. Lo mismo hace Ella, que está triste porque Rosa partió hace un año y medio cuando se había “recorrido el mundo para denunciar lo de Eduardo, para poder salvarle la vida”. Entre el 76 y el 79, Rosa y sus tres hijos partieron para exiliarse en Hungría. El 26 de junio de 1977, Rosa se atrevió a escribirle una carta al jefe del Estado Mayor Conjunto, Francisco Sanjurjo. Allí decía: “Señor jefe, yo podría hablar con usted de mis tres hijos y mi propio dolor, pero no es mi intención distraer su atención de lo que para mí es más importante, amo a mi esposo y por eso digo a usted: Yo sé que mi esposo está detenido, digo más, él está en condiciones físicas que hacen temer por su vida”. En el informe de la Comisión para la Paz, se estima que lo asesinaron entre el 1 y el 5 de julio de 1976.

Al retornar del exilio, Rosa fue a la casa de Ella. “Me dice: ‘¿Vos sabés, Ella, que me dijeron que en el Etchepare hay una persona que se parece mucho a Eduardo?’, y no le pude contestar”. Ella, que dice rara vez llorar, admite que en esa ocasión afloraron las lágrimas. De nuevo, Eduardo habría fallecido entre el 1 y el 5 de julio de 1976. “Para ella no estaba muerto. ¿En qué medida la gente puede entender lo que es tener un hijo, un marido, desaparecido? Es terrible…No hace tanto que falleció Rosa”, vuelve a lamentarse.

Carlos reconoce ahora los momentos duros que han afrontado esta semana y piensa, una vez más, en la familia, en quienes estaban cuando detuvieron a su padre y hoy ya no, como su madre y las hermanas de Eduardo. Pero los nietos representan la esperanza. “Los que están llegando y los que están”, aclara. “Ayer estaban mi hijo, mi hija y la hija de mi hermana. Es un momento duro, muy removedor, pero uno empieza a sentir paz. Quedan otras cosas por saber, nunca te da una tranquilidad total porque sentís que hay otros que no tuvieron esa suerte”, sostiene, pensando en los desaparecidos que aún no han podido aparecer.

A fines del 74 Eduardo le escribió a su hija mayor: “Nada ni nadie saldrá igual después de esto. Recién empieza”. Así fue, terrible, pero dos años atrás había cerrado otra carta para Irene dejándole esta certeza: “De lo que no te puede quedar la menor duda es que puedes estar orgullosa del pueblo y del Partido Comunista uruguayo”.

 

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Aparecido

Restos hallados en el Batallón 13 pertenecen a Eduardo Bleier.

Mauricio Pérez

11 octubre, 2019

El hallazgo de los restos del militante comunista Eduardo Bleier permite comenzar a trazar los diversos patrones represivos utilizados por la dictadura uruguaya, a partir de las formas en que los cuerpos recuperados fueron enterrados. La Fiscalía solicitará la reapertura de la indagatoria penal por su secuestro, pero esta vez para investigar su muerte.

Eduardo Bleier falleció a causa de las torturas y los apremios físicos sufridos durante su detención en los centros clandestinos de la dictadura. Si bien sus restos óseos no registran lesiones perimortem, el contexto de su desaparición y su hallazgo permiten presumir que se trató de una muerte violenta, producida por terceros. Esa es la conclusión de las pericias forense y antropológica.

Los restos fueron hallados el 27 de agosto durante los trabajos de búsqueda de detenidos desaparecidos en predios militares. Estaban en la trinchera 3896, en los fondos del Batallón 13, a unos 80 centímetros de profundidad, en la margen del arroyo Miguelete, sobre una barranca, una zona anegable y de difícil acceso, detrás de la cancha de fútbol, a unos 100 metros del lugar donde, en 2005, fueron encontrados los restos de Fernando Miranda.

La identificación tardó en llegar poco más de un mes. El lunes 7 de octubre, el coordinador del Grupo de Trabajo por Verdad y Justicia, Felipe Michelini, entregó a la justicia el informe del Equipo Argentino de Antropología Forense (Eaaf) con el resultado del examen de Adn: 99,99 por ciento de coincidencia con el perfil genético de Bleier. Esa tarde, Michelini notificó personalmente a los hijos del ex militante comunista. Al otro día, la jueza Isaura Tortora realizó la comunicación oficial a la familia. En audiencia, médicos legistas y antropólogos presentaron detalles sobre su muerte.

 

Gerardo, Rosana e Irene Bleier, hijos de Eduardo, reciben saludos de amigos y familiares al salir del juzgado donde fueron notificados de la noticia / Foto: Héctor Piastri

En este contexto, el fiscal especializado en crímenes de lesa humanidad Ricardo Perciballe solicitó a la justicia la reapertura de la indagatoria penal por su desaparición. Esa investigación se hará bajo la carátula “su muerte” y buscará determinar quiénes fueron los responsables del secuestro, las torturas y el homicidio del ex militante comunista. Varios militares serán citados a declarar (véase nota de Samuel Blixen). Para esto, el fiscal cuenta con los legajos de todos los militares que participaron en el Ocoa entre 1975 y 1976.

Bleier es el sexto desaparecido cuyos restos fueron recuperados en Uruguay desde el retorno de la democracia. El primero fue Roberto Gomensoro Josman, identificado en 2002, a partir de su cráneo, que hasta entonces había sido conservado en el domicilio de Emilio Laca, el médico forense que le hizo la autopsia en 1973. En noviembre de 2005, tras el comienzo de la búsqueda en predios militares, fue encontrado Ubagésner Chaves Sosa en una chacra de la Fuerza Aérea, cerca de la ciudad de Pando. Días después apareció Fernando Miranda en el Batallón 13. En 2011, en el Batallón 14, fueron encontrados los restos de Julio Castro. Y seis meses después, los de Ricardo Blanco Valiente.

DETENCIÓN ILEGAL. Bleier tenía 47 años, era odontólogo, integraba el comité central del Pcu y estaba el frente de la secretaría de finanzas de ese sector político. Fue detenido a fines de octubre de 1975, en la vía pública. De acuerdo con el informe de la Secretaría de Derechos Humanos para el Pasado Reciente, fue trasladado al centro clandestino de detención conocido como la Casa de Punta Gorda (el Infierno Chico) y, posteriormente, al 300 Carlos (el Infierno Grande), ubicado en los fondos del Batallón 13.

Los testimonios de varios ex presos políticos –hoy testigos de su muerte– dan cuenta de que fue torturado en ambos lugares (véase nota de Sofía Kortysz). El informe de laComisión para la Paz publicado en 2003 indica que falleció meses después de su detención, entre el 1 y el 5 de julio de 1976. Las pericias forenses y antropólogicas presentadas en la justicia avanzan sobre cuáles fueron las circunstancias de su muerte.

Los huesos no tenían lesiones perimortem, es decir, no existía ninguna lesión asociada con la muerte. Sin embargo, el contexto en que se produjo la desaparición, el ocultamiento del cuerpo en un predio militar y las condiciones del hallazgo hacen que la muerte no pueda considerarse indeterminada. La conclusión es que se trató de “una muerte violenta, producida por terceros, en un contexto de tortura y apremios físicos”, informó Michelini, en una rueda de prensa.

El cuerpo de Bleier fue hallado sin ropa y con las manos atadas. Si bien no hay huesos fracturados, eso no es óbice de que haya habido golpes y apremios físicos que pudieran haber provocado lesiones internas importantes. La pericia concluye que pudo haber muerto por asfixia, sumersión, sofocación o por el efecto de la picana eléctrica. Se trata de métodos de tortura que dejan rastros en órganos y tejidos, pero no en los huesos.

PIRATAS. La detención de Bleier se produjo durante la denominada Operación Morgan, un operativo de persecución y represión contra la estructura orgánica del Pcu y la Ujc, aunque también incluyó detenciones de integrantes de otros grupos políticos. En esta operación se detuvo a unos 90 militantes comunistas. Nueve fueron desaparecidos: además de Bleier, Miranda y Chaves Sosa, Juan Manuel Brieba, Carlos Arévalo Arispe, Julio Gerardo Correa, Otermín Montes de Oca, Lorenzo Julio Escudero y Horacio Gelós Bonilla.

En mayo de 2018, el fiscal Perciballe solicitó el procesamiento con prisión de los militares José Gavazzo, Jorge “Pajarito” Silveira y Ernesto Ramas por los crímenes perpetrados durante ese operativo. En su dictamen, Perciballe detalló los tormentos sufridos por los detenidos y la utilización de varios centros clandestinos. Por estos crímenes, incluida la desaparición de Bleier, fue condenado, en 2010, el ex dictador Juan María Bordaberry.

El fiscal Perciballe presentó un escrito a la jueza Tortora para avanzar en la reapertura de la investigación penal por la muerte de Bleier. Allí solicitó que se ubicara el expediente 96‑10094/1985, que indaga la desaparición de Bleier y que fue archivado en noviembre de 1988, luego de que el ex presidente Julio María Sanguinetti considerara que el caso estaba amparado en la ley de caducidad. Se reabrió en 2011, tras el decreto firmado por José Mujica que excluyó todos los casos del amparo de esa norma, y volvió a archivarse poco después. Ese expediente, sin embargo, no figura en el registro de causas que se le entregó a Perciballe al asumir su cargo, por lo que se desconoce su ubicación. El fiscal halló el número de ficha tras buscar en los registros del Observatorio Luz Ibarburu.

Por eso, el fiscal solicitó que se hagan los trámites para encontrarlo y reabrir formalmente la investigación. En caso de que no sea posible, se extraerá un testimonio de lo actuado tras el hallazgo de los restos y el proceso de identificación, y se formará un nuevo expediente para averiguar quiénes son los responsables del homicidio. En cualquier caso, el expediente se tramitará bajo los preceptos del viejo Código del Proceso Penal (Cpp), dijeron fuentes judiciales a Brecha.

PATRONES. La aparición de los restos de Bleier permite comenzar a definir algunos patrones represivos de la dictadura uruguaya. Desde hace años, se sabe que una de las características fue el aprisionamiento masivo de opositores políticos y la tortura en unidades militares; también el uso de cal para desaparecer los cuerpos (véase nota de Samuel Blixen). Pero este hallazgo permite visualizar otros rasgos de esa represión.

Uno de ellos refiere a los lugares y las formas de enterramiento. Los restos de Bleier fueron hallados en los fondos del Batallón 13, a metros del lugar donde fue enterrado Miranda. Ambos eran comunistas y fueron detenidos durante la Operación Morgan. Sus enterramientos tenían cosas en común: ambos tenían las manos atadas hacia adelante, ambos estaban desnudos, si bien Miranda tenía “un par de calcetines de material sintético de color oscuro calzados en los pies”.

En ambos casos se trataba de enterramientos primarios, ambos en suelo natural. El cuerpo de Miranda se encontraba a 1,20 metros de profundidad, en una fosa alargada, cubierto de una estructura rectangular de hormigón. El de Bleier fue enterrado sobre el arroyo, en una fosa irregular, posiblemente cavada en forma intempestiva, en la noche. Esa irregularidad de la fosa era tan significativa que a los antropólogos les costó dilucidar en qué sentido estaba ubicado el cuerpo. Ambos casos tienen otra similitud: la pericia forense no pudo determinar la causa de muerte, pero señala el contexto de tortura durante el cautiverio. La partida de defunción de Miranda habla de “causa desconocida, problemas relacionados con su privación de libertad”.

Los casos de Julio Castro y Ricardo Blanco tienen otras particularidades.1 Ambos fueron enterrados en el predio del Batallón 14, en las proximidades del arroyo Meireles, a unos 100 metros al sur de la vía férrea. La distancia entre las fosas era de entre 20 y 50 metros. La fosa de Castro fue excavada en una “roca descompuesta”. La de Blanco fue cavada con palas y elementos de percusión (picos) para perforar la roca de base.

Otra diferencia con los casos de Miranda y Bleier es la fecha de la desaparición: Castro fue detenido en 1977 y Blanco, en 1978. Pero también hay diferencias en la forma en que aparecieron los cuerpos: tanto Castro como Blanco estaban vestidos. Castro tenía la ropa intacta: saco, chaleco, camisa, medias, zapatos y plantares, e incluso tenía una moneda en el bolsillo de la camisa. Blanco también conservaba su vestimenta, un pantalón de tela y un calzoncillo tipo bóxer.

Ambos presentaban lesiones perimortem. En el caso de Blanco, la pericia detectó tres lesiones: una fractura contusa en el fémur derecho, una posible lesión contusa en la costilla derecha y una posible lesión por arma de fuego en el fémur izquierdo. Castro fue hallado con las manos atadas, presuntamente con alambre, y la pericia reveló una fractura de costilla y el impacto de al menos un proyectil en el cráneo, lo que revela la causa de muerte: fue ejecutado de un disparo.

Por último, el caso del ex militante comunista Ubagésner Chaves Sosa tiene otro detalle. Chaves Sosa también fue detenido en el contexto de la Operación Morgan, pero por personal de la Fuerza Aérea. Su cuerpo apareció en una chacra de Pando, también cubierto de cal. Pero le faltaban falanges de los pies y las manos, se presume que para que el cuerpo no pudiera ser identificado.

  1.   “Investigaciones antropológicas sobre detenidos desaparecidos en la última dictadura cívico‑militar. Informe de actividades año 2011‑2012”.

La búsqueda continúa

El Grupo de Investigación de Antropología Forense (Giaf) comenzó los trabajos de excavación en el Batallón 14, de Toledo, en la sala de empaque de los paracaídas. Una investigación con georradar (ground penetrating radar, Gpr, una técnica geofísica no destructiva) en esa zona detectó anomalías y posibles remociones en el suelo. El trabajo allí se extenderá por cinco días.

Sin embargo, el Giaf tiene previsto extender la intervención a otras áreas del Batallón 14. El objetivo es hacer un trabajo exhaustivo en todo el predio, particularmente en la zona próxima al arroyo Meireles, donde entre 2011 y 2012 fueron hallados los restos de Julio Castro y Ricardo Blanco Valiente, tras una nueva denuncia anónima sobre enterramientos clandestinos en ese lugar.

También se apunta a intervenir otras áreas que ya fueron inspeccionadas en las proximidades del polígono de tiro, la cantera y la zona donde en su momento se buscaron los restos de María Claudia García de Gelman. La decisión de intervenir este predio estará en manos del fiscal Ricardo Perciballe y la Institución Nacional de Derechos Humanos.

De momento, el objetivo es culminar los trabajos en el área cautelada del Batallón 13, donde recientemente fueron hallados los restos de Eduardo Bleier. Se trata de 12 hectáreas sobre las que se tenía la intención de trabajar en forma exhaustiva para despejar dudas sobre posibles enterramientos clandestinos (veáse “La búsqueda sin farándula”, Brecha, 19‑VII‑19).

El hallazgo del cuerpo de Bleier renovó la expectativa de intervenir el predio, en virtud de las similitudes de este caso con el de Fernando Miranda y la existencia de otros detenidos desaparecidos secuestrados en la misma época, en el mismo operativo, y recluidos en los mismos centros clandestinos de detención y tortura. El objetivo es intervenir toda esta zona antes de diciembre. En el Batallón 13 también existe la idea de ampliar el área de búsqueda.

 

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Cal encima

Patrón de enterramiento.

SAMUEL BLIXEN

11 octubre 2019

Los asesinos del Sid y el Ocoa –los dos organismos militares que monopolizaron la represión del terrorismo de Estado durante la dictadura– no podían prever que el descubrimiento de la doble hélice a mediados de los cincuenta iba a desarrollar, cuando la seguridad nacional levantó vuelo, la técnica de la huella dactilar del Adn, que permite una identificación inapelable a partir de la información genética heredada, siempre que se disponga de la referencia de la línea directa de parentesco.

El tejido blando de un cadáver puede ofrecer evidencias incómodas (huellas de los dedos, cicatrices, marcas de nacimiento, rasgos y facciones), de modo que, para completar la desaparición, era necesaria una eliminación total. Los asesinos creyeron, equivocadamente, que cubriendo los cuerpos de sus víctimas con cal viva desintegrarían la materia blanda y el esqueleto. Cometieron un error: seguramente la cal quemó el tejido blando, pero impidió que la acción de los microorganismos degradara el Adn de los huesos. Con la cal, los asesinos ayudaron –no premeditadamente– a quienes excavan en busca de la verdad. Abandonados a la acción de los microorganismos, las larvas de insectos y los gusanos, muy probablemente los restos habrían perdido el secreto de su identidad; la cal conservó los huesos y, por tanto, el Adn, como no ocurrió con otros trozos óseos hallados junto con escombros y material de relleno, a los que no se les pudo extraer la huella genética.

Para la búsqueda de la verdad, la cal viva tiene otro significado. Su presencia, invariable en los cinco rescates de restos de militantes políticos desaparecidos, sugiere la existencia de un patrón, y es lícito suponer que todos los enterramientos clandestinos lo siguieron y que fue aplicado en distintas épocas y por diferentes responsables. La misma técnica de enterramiento aparece, entre mediados de 1975 y mediados de 1976, con desaparecidos confinados en el 300 Carlos, en el complejo militar del 13 de Infantería, y también con aquellos que desaparecieron en el correr de 1977, después de ser torturados en otros centros clandestinos (La Tablada, la Casona de Millán) y enterrados en el Batallón 14 de Infantería. Distintas épocas, distintas unidades militares y un mismo patrón.

Si asumimos que fue un método para borrar rastros, su ausencia es tan elocuente como su presencia. Salvo donde se produjeron los hallazgos de cinco cuerpos con las características aludidas, en el resto de la vasta extensión excavada en predios militares no apareció ninguna evidencia de cal en la tierra removida. Se puede inferir (como criterio general aunque no exclusivo) que donde no hay cal no hubo enterramientos. Anteriormente, de acuerdo al criterio utilizado por José López Mazz, se excavaron trincheras y se dejaron espacios intactos entre ellas; por eso ahora el equipo de arqueología forense se propone remover toda la extensión cautelada por la justicia e incluso lugares nuevos señalados por informaciones más recientes, en forma exhaustiva.

Pero la ausencia total de cal desmorona la historieta inventada por algunos oficiales y aceptada alegremente por los mayordomos de los militares (una expresión que extraigo de La leyenda insurgente, aunque Jorge Zabalza la aplica a los traidores de Artigas, los García de Zúñiga, los Rivera, los Ramírez). La ausencia de cal desmonta la versión de una Operación Zanahoria, según la cual los cuerpos enterrados fueron exhumados de sus lugares iniciales e incinerados y las cenizas arrojadas al mar. De ser así, la presencia de cal debería haber aparecido en la tierra removida, pero ello no ocurrió.

La versión de los desenterramientos fue estampada en el informe final de la Comisión para la Paz, algunos de cuyos miembros recién ahora se dan cuenta de que fueron engañados. Los cinco restos recuperados corresponden, todos ellos, a desaparecidos comprendidos en la supuesta Operación Zanahoria. De ello se deriva que quienes dijeron que todos los desaparecidos fueron exhumados mintieron y, por tanto, es muy posible que conozcan los lugares donde se hicieron los enterramientos. Los miembros de la Comisión para la Paz han mantenido el secreto de las identidades de los mentirosos, como lo mantuvo el informe del comando del Ejército sobre desaparecidos entregado al presidente Tabaré Vázquez en 2005.

Ese informe, que repite la versión de la Comisión para la Paz, hace una precisión en cuanto a Eduardo Bleier: rectifica el lugar del enterramiento (“sus restos fueron enterrados en el predio del Batallón 1 mecanizado número 13, y no en el Batallón 1 paracaidistas número 14, como lo establece el antes mencionado informe”), pero confirma la mentira: “… posteriormente fueron exhumados. Trasladados al predio del Batallón 1 de paracaidistas número 14 fueron cremados, siendo sus cenizas y restos esparcidos en la zona”.

El hallazgo de los restos de Bleier revela que se tata de un enterramiento primario y que el prisionero fue enterrado allí donde fue interrogado, torturado y asesinado. Ese detalle, válido también para el caso del primer desaparecido encontrado, Fernando Miranda, acota la lista de victimarios. Y se complementa con otros detalles significativos que se encuentran en el informe de 2005: Bleier fue detenido en la vía pública por el Sid y trasladado a la casa de Punta Gorda, en la rambla República de México, donde funcionó el primer centro clandestino de detención. Ese centro se llamó 300 Carlos R y fue al principio operado por el Sid. Según el informe, Bleier fue “posteriormente entregado al Ocoa y llevado a instalaciones del Servicio de Material y Armamento (Sma)”, es decir, al 300 Carlos.

Bleier fue uno de los primeros militantes comunistas víctimas de la Operación Morgan, que se desplegó a partir de octubre de 1975. Se desprende, entonces, que personal del Sid estuvo desde el comienzo involucrado en la represión del Pcu. Un documento de la inteligencia militar establece que el Departamento III del Sid, dirigido por el mayor José Gavazzo, debió ponerse a las órdenes del Ocoa para la Operación Morgan.

En el 300 Carlos, el galpón del Sma, la batuta estaba a cargo del Ocoa, dependiente de la División del Ejército I. Su jefe era el coronel Julio César González Arrondo, quien, según las declaraciones de Jorge Silveira (en la clave de la radio del Ocoa, Óscar Siete Sierras), asistía diariamente al 300 Carlos y supervisaba directamente los interrogatorios. Pero un personaje clave para determinar el destino final de los desaparecidos interrogados por el Ocoa es el entonces mayor (y hoy general retirado) Juan Alberto Lezama. Encargado de las “actividades de prisioneros de guerra en la División de Ejército I” como jefe de la División Informaciones, Lezama llevaba un registro detallado de los prisioneros y sus testimonios bajo tortura. “… trabaja intensamente en el procesamiento de los informes obtenidos en base a las investigaciones que dirige y efectúa”, consignaba su superior, el coronel González Arrondo. Lezama integraba el equipo de los India, el sector del Ocoa referido a Informaciones, pero también participaba en operativos, de los que habitualmente se encargaba el sector Óscar.

Posibles responsables

La lista de oficiales del Ejército vinculados con las desapariciones y los enterramientos es extensa:

Juan Alberto Lezama, Julio César González Arrondo, Ernesto Ramas, Jorge Silveira, Manuel Cordero, Mario Frachele, Homero González, Manuel Cola, Victorino Vázquez, Manuel Calvo, Henry Saralegui, Gilberto Vázquez, José Nino Gavazzo, Julio Tabárez, Rudyard Scioscia, Jorge Parisi, Omar Lacasa, Julio César Rodríguez Buratti, Ricardo Medina, Pedro Mato, Antranig Ohannessian y Rubely Pereyra.

La lista no es exhaustiva. Algunos están presos, otros fallecidos y algunos prófugos. Los sobrevivientes, tanto los notorios como los de bajo perfil, podrían aportar información vital sobre los desaparecidos. Algunos de ellos serán citados e interrogados por el fiscal que investiga crímenes de lesa humanidad Ricardo Perciballe, según anunció al informar que se reabriría la causa de Bleier, archivada en 2014.

 

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Los huesos hablan de nuevo

Sobras de campaña.

Martín Rastrillo

11 octubre, 2019

Yo conocí aquel hombre y cuando pude,

cuando ya tuve ojos en la cara,

cuando ya tuve la voz en la boca

lo busqué entre las tumbas, y le dije

apretándole un brazo que aún no era polvo:

‘Todos se irán, tú quedarás viviente

Tú encendiste la vida.

Tú hiciste lo que es tuyo’.”

Fragmento de “El pueblo”, de Pablo Neruda

Nadie sabe nunca lo que puede una osamenta, los restos de un desaparecido, su alcance removedor. Esta observación no es nada original. Se sostiene en una de las más famosas frases que articulan el pensamiento de la Ética de Spinoza: “Nadie en efecto ha determinado por ahora qué puede el cuerpo, esto es, a nadie hasta ahora le ha enseñado la experiencia qué puede hacer el cuerpo por las solas leyes de la naturaleza”. Spinoza ha sido, tal vez, el primer filósofo occidental en establecer la idea de individuo a partir de su corporalidad. De hecho, planteaba que el cuerpo es relacional en dos sentidos: por las relaciones internas entre sus órganos y por las relaciones externas con otros cuerpos y por sus afecciones. Un cuerpo no es sólo una singularidad interconectada en equilibrio, sino también la capacidad de afectar a otros cuerpos y de ser por ellos afectado sin destruirse. Sin morir. Hay un proceso entonces de regeneramiento mutuo continuo e infinito. Un cuerpo es, por lo tanto, una unión de cuerpos. De este modo, Spinoza hace hincapié en las potencias particulares que cada cuerpo como entidad individual posee y de las que es capaz. Y cuando existe el contacto o la vivencia de una participación consciente y conjunta con otros cuerpos, la libertad se vuelve la realización plena de esa potencia.

Bleier, hasta en la muerte, nos recuerda la importancia de pensar lo político en términos de afecciones y proyectos colectivos. Pero también que esa convicción nos coloca, siempre y de algún modo, en el lugar incorrecto, en la ruptura con ciertas expectativas de adaptación y buen comportamiento, en contra de las lógicas hegemónicas de identificación. Siempre habrá quien considere que mi cuerpo, tu cuerpo, nuestro cuerpo puede ser un desecho. O mejor, ese cuerpo puede ser la encarnación de una sospecha anticipada de inadecuación y, por lo tanto, la prueba que legitima su desaparición: “Algo habrá hecho” o “el que se mete puede desaparecer”.

Quienes hacen, o quienes por medio de diversas prácticas des-hacen lo instituido, son rápidamente restituidos a los lugares negados del cuerpo social. Pero el nombre de Bleier, que circula en estos días de desasosiego, no es un bien novedoso que pueda intercambiarse en el mercado de la posverdad. Es el testimonio de lo siempre negado en el imaginario de “lo uruguayo”. De lo contrario, ¿cómo leer la respuesta que dio Bleier a los torturadores –“con ustedes no tengo nada de qué hablar”– cuando estos, con todo el poder de su arsenal y en condiciones de interlocución desiguales, lo acusaban de “violento”, “comunista de mierda” y “judío maricón”? En los rostros negacionistas de Manini y su asesor Romanelli están las claves.

 

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“Lo que yo quiero saber es

si a mi padre lo enterraron

vivo o muerto”

Por Mauricio Rosencof

10 OCTUBRE, 2019

Corrían los días de luchas estudiantiles, reclamando la autonomía universitaria, manifestaciones, broncas, represiones.  La FEUU al firme con José Claudio Williman en la secretaría general. No lejos de la universidad, casi en la esquina de Uruguay y Tristan Narvaja, un local desprolijo con latas de engrudo casero para pegatinas,rollos de murales, reuniones en todas las piezas, mucho humo. Era el Seccional estudiantil del Partido Comunista. Discutian las agrupaciones de arquitectura, derecho, que se yo., todas. Y uno en la del liceo nocturno.
Por esos territorios campeaba el ruso Bleier, fornido de tanto remo en la bahía,la mirada clara, compañera. La voz pausada. En poco mas sería odontólogo, si los tiempos le daban, tiempos que le marcaba Rosita: “Ruso, vamos, que ya es muy tarde”. Estaba embarazada.
El ruso era puntero de tropa del Seccional y enlace con Sierra 1720 que tenia en la entrada una escultura de yeso del sembrador de Michelena y en la pared un fresco de la Guerra Civil Española, nuestros referentes milicianos

Un cuadro de Fútbol para mantener el estado

El Seccional Estudiantil, como todos los secciónales por aquellos días convulsos y de guerra fría, tenia un cuadro de fútbol para mantener el Estado y actuar en equipo. Los domingos andábamos a las patadas. Y con palabras tangueras, “¡que cuadro, compañero!”
Sanseviero al arco, a veces Elias Tulbovich, y la pareja de back el chuno Ormaechea y el Ruso Bleier con unas morras para que el projimo evite el trancazo. El equipo se cerraba por el ala izquierda con quien suscribe y el Canario Arizaga.
Una nohe el RUSO Bleie concentró el equipo en el Seccional. SE venían los cambios. Por entonces uno tecleaba por la calle, en diagonal, donde estaba la redacción de “Justicia”.
Los cambios se estaban produciendo o se empezaban a producir en Sierra 1720. Allí fuimos, con el puntero de Tropa. Esa noche se plantó Arismendi, volvió a la dirección Enrique Rodriguez. La noche fue larga y los partes nos llegaban con las bajadas del Ruso que el debate tenia lugar en el primer piso.
Y lo que son las cosas: el cuadro de fútbol se convirtió en el horcon del medio en la fundación de la Unión de Juventudes Comunistas, otros fuimos el parto de El Popular con Enrique, y el Ruso Gande al comité central.
Años después, avanzada la década del 60, nota que ando en otra, aunque sea “por la misma, siempre por la misma”.
Había rumbeado para las cañeras del norte, convocado por el Bebe Sendic y volvía con un libro: “La rebelión de los cañeros”.
El Ruso Grande cae por casa, conversamos largo, mi vieja sirvió las milanesas, el Ruso por costumbre pidió 15 minutos para reposar la digestión. Caminamos juntos hasta la parada del ómnibus y ahí me dejó las últimas palabras que registro:
“Vos cuídate. Cualquier cosa, acá estamos. Cuídate”

Qué nunca falte

Hace una punta de años junte en una mesa a Javier Miranda y Gerardo Bleier. UN programa periodístico que salía por Tv Ciudad.
Los dos, Javier y Gerardo, con los viejos perdidos, buscando, tejiendo hilitos de información, puteando.
Teníamos noticias fragmentadas desde antes de la asuncion de Sanguinetti que con palabras rotundas había sentenciado “En Uruguay no hay desaparecidos”.
No era sencillo digerir los grados de crueldad, cobardía que cubrían con los mandos de la mentira que con el tiempo, como todo mando, se entra a deshilachar.
Con Tabaré en el gobierno se entró a arañar la tierra de los cuarteles, y los primeros huesitos comenzaron a asomar, como si volvieran a pelearla, por ellos, por todos.
ES que la verdad es como el arroyito de Malvin, que aunque lo tapen de piedra y tierra, sigue corriendo.
Y en eso estábamos, en esa trenza de tres, cuando Gerardo cierra la entrevista con esta frase: “Yo, lo que quiero saber,es si a mi padre lo enterraron vivo o muerto”

 

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Como no podía faltar siempre, mismo en un caso de Crimen contra la Humanidad, del Terrorismo de Estado, y del asesinato por torturas en Eduardo Bleir, siempre habrán voces del odio de clase.

Mercedes Vigil cuestionó

 

tortura recibida por Bleier

La escritora se pronunció en sus redes sociales sobre el asesinato de Eduardo Bleier poniendo en duda que fue salvajamente torturado y disparó que «sin dudas él sabía a lo que estaba expuesto».

9 OCTUBRE, 2019

Fiel a su estilo, la escritora uruguaya Mercedes Vigil, lanzó otra de sus frases poco felices mediante la red social Twitter. Esta vez expresó su opinión con respecto al asesinato de Eduardo Bleier y desató la indignación de miles de usuarios que salieron al cruce de sus dichos.

Con tono de burla, Vigil puso en duda las torturas que recibió Bleier. «Salvajemente torturado… ¿Ya hicieron la autopsia?», escribió. Además, en otro hilo de la conversación que se generó a raíz de su comentario opinó que «sin dudas Bleier sabía a lo que estaba expuesto».

En otro comentario comparó el terrorismo de estado que condujo a la muerte de Bleier con la situación de la toma de Pando. «Hay un ejército de uruguayos incapaces de conmoverse con el dolor ajeno y rechazar toda violación a los DDHH. Yo condeno el asesinato del padre del poeta Gerardo Bleier y con igual énfasis el del padre de Daniel Burgueño, que no llegó a conocerlo porque una bala tupa lo mató», expresó en su cuenta personal.

Ante la respuesta indignada de los usuarios, la escritora se encargó de contestar con más mensajes del mismo tono. «Los tupas, los que votaron, los periodistas y académicos que se prestaron para armar un relato mentiroso de asesinos y ladrones deberán pedir disculpas y hacerse cargo de que fueron cómplices», agregó.

 

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Derechos humanos

Velatorio de Eduardo Bleier será

el lunes en el

Paraninfo de la Universidad

En la puerta de la Udelar se realizará una ceremonia pública, mientras que

el sepelio será privado.

Los restos del militante comunista Eduardo Bleier, hallados en el Batallón 13, serán velados el próximo lunes desde el mediodía en el paraninfo de la Universidad.

El horario se está ajustando, aunque en principio será de 12.00 a 15.00 horas. A la vez, en la puerta de la Udelar se realizará una ceremonia pública, mientras que el sepelio será privado.

Así lo confirmó el hijo de Eduardo Bleier, Gerardo, quien además aseguró en entrevista con Caras y Caretas que «la aparición de mi padre es una nueva derrota del fascismo».

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DESPEDIDA

10 de octubre de 2019

Homenaje y despedida a Eduardo

Bleier en el Paraninfo de la

Universidad de la República

La asociación Madres y Familiares de Uruguayos Detenidos Desaparecidos convoca a homenajear y despedir a Eduardo Bleier Horovitz, el próximo lunes 14 de octubre, entre las 12.00 y 15.00 horas, en el Paraninfo de la Universidad de la República (UDELAR).

Bleier será homenajeado y despedido el próximo lunes en el Paraninfo de la UDELAR, mientras que su sepelio será privado, según informó la asociación de Madres y Familiares de Uruguayos Detenidos Desaparecidos.

El pasado 27 de agosto, el Grupo de Investigación en Arqueología Forense del Uruguay (GIAF) encontró restos óseos humanos en el Batallón de Infantería Blindado Nº 13, ubicado en avenida de las Instrucciones.

Tras la exhumación, se extrajeron muestras de ADN para poder cotejarlas con el banco de ADN que se encuentra en Argentina.

El 7 de octubre se informó que los restos hallados corresponden a Eduardo Bleier.

En tal sentido, el coordinador del grupo Verdad y Justicia de Presidencia, Felipe Michelini, expresó que si bien del estudio de los restos óseos de Eduardo Bleier no se puede determinar la causa específica de su muerte, sí se puede afirmar que la misma fue producida por terceros, en un marco de torturas y de apremios físicos.

Por su parte, el fiscal especializado en Crímenes de Lesa Humanidad, Ricardo Perciballe, solicitó que se reabra la causa judicial de Eduardo Bleier, a raíz del hallazgo de sus restos óseos, y se cambie la carátula de “su desaparición” por la de “su homicidio”.

Bleier

Eduardo Bleier Horovitz nació en José Batlle y Ordóñez, Lavalleja, el 12 de noviembre de 1927, en el seno de una familia judía, era odontólogo de profesión y tenía cuatro hijos.

Integró el Comité Central del Partido Comunista del Uruguay, y secretario departamental de dicha colectividad política.

Fue detenido el 29 de octubre de 1975, cuando estaba por cumplir 48 años. Fue trasladado al centro clandestino de detención conocido como la Casona de Punta Gorda o “infierno chico” y luego al 300 Carlos o “infierno grande” del Servicio de Material y Armamento, un predio contiguo al Batallón Nº 13 de Infantería, de la avenida de las Instrucciones.

Se cree que habría fallecido en el año 1976, en el 300 Carlos, a causa de las torturas a las que fue sometido.

 

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La despedida de Eduardo Bleier:

el lunes se realizará un homenaje

en el Paraninfo de la Udelar

11 de octubre de 2019 

Los antropólogos continúan excavando en el Batallón 14; la semana que viene culminarán el trabajo.

El homenaje y la despedida a Eduardo Bleier se realizará el próximo lunes, entre las 12.00 y las 15.00, en el Paraninfo de la Universidad de la República (Udelar). “Este es un paso en la búsqueda de todos los desaparecidos, así como fueron los anteriores hallazgos, porque permitieron mostrar que se podía llegar a encontrar los restos de los detenidos-desaparecidos, es decir, la verdad”, dijo uno de sus hijos, Gerardo Bleier, el miércoles en el programa La Mesa de los Galanes, de Del Sol, y agregó: “Perdono a los que políticamente no hicieron todo lo que había que hacer para encontrar antes los restos, no perdono a los responsables, es decir, no perdono al fascismo”.

Los restos fueron hallados en el ex Batallón 13 a fines de agosto y esta semana se confirmó que pertenecían a Bleier, militante del Partido Comunista del Uruguay, que había sido secuestrado mientras caminaba por la calle el 29 de octubre de 1975. Luego lo trasladaron hasta la casona de Punta Gorda y posteriormente al 300 Carlos, un centro clandestino de detención ubicado en las inmediaciones del Batallón 13, donde falleció, entre el 1º y el 5 de julio de 1976, por los apremios físicos y torturas que recibió por parte de militares.

El fiscal especializado en crímenes de lesa humanidad, Ricardo Perciballe, dijo a la diaria que solicitó a la Justicia que encuentre el expediente de Bleier y que se desarchive. “Si no se encuentra el expediente, voy a solicitar que se extraiga la información del hallazgo y la identificación y con eso se forme una nueva pieza con la carátula de ‘homicidio’. Sobre los responsables del homicidio, dijo hay varias causas sobre la Operación Morgan -el operativo de represión contra militantes del Partido Comunista de Uruguay y de la Unión de la Juventud Comunista- y el 300 Carlos, de las que se puede extraer la información.

Felipe Michelini, integrante del Grupo por Verdad y Justicia, confía en que el traspaso de la competencia de la búsqueda de los desaparecidos del grupo a la Institución Nacional de Derechos Humanos dé buenos resultados. “Me parece que es un instrumento legal mucho más consistente. Con este hallazgo se demuestra que vale la pena buscar y que vamos en una buena dirección”.

Nuevas pistas

El miércoles comenzaron las excavaciones en el Batallón de Infantería Paracaidista Nº 14, en Toledo. La información fue proporcionada por el comandante en jefe del Ejército, Claudio Feola, al ministro de Defensa, José Bayardi, quien presentó la denuncia ante la Justicia. Según relató Michelini, el georradar identificó un lugar específico dentro de un galpón, que fue creado entre 1982 y 1983, próximo a la enfermería. Actualmente, se usa el galpón para guardar los paracaídas. Al ser un lugar cerrado, desde el punto de vista “logístico” es más sencillo: hay que picar el piso y después excavar, agregó. Se estima que el Grupo de Investigación en Arqueología Forense culminará el trabajo en el centro militar el próximo lunes o martes.

Alicia Lusiardo, directora del equipo técnico de antropólogos uruguayos, habló con la prensa el miércoles mientras estaba ingresando al centro militar. Según relató, primero se delimitó el área a intervenir y después se iba a proceder a “sacar la primera tapa, que es la del piso”, luego se irá al contrapiso, para “luego, en capas finas, ir descubriendo cambios en el sedimento”. Además, la antropóloga informó que las anomalías encontradas por los técnicos argentinos “se inician a los 50 centímetros de profundidad”. “A partir de ahí tendríamos que empezar a ver algo para saber qué es lo que está marcando la anomalía. Puede ser un enterramiento o puede haber otra explicación”, indicó.

Un año atrás, a partir de la denuncia presentada por el periodista Marcelo Falca, del diario La República, a la Justicia acerca de posibles enterramientos bajo dos construcciones del Batallón 14, el Equipo de Antropología Forense argentino pasó un georradar y encontró anomalías en la construcción conocida como la “enfermería”. Sin embargo, se excavó el predio pero no se encontraron restos. En 2011, en este centro militar se encontraron los restos del maestro Julio Castro y de Ricardo Blanco Valiente.

Michelini afirmó que nunca dejaron de trabajar por falta de recursos financieros y destacó que los principales obstáculos en la búsqueda fueron de otro tipo, como la presencia de una granada en el Batallón 13 mientras se trabajaba la zona cautelada, los drones, los robos de material y el ingreso de personas no autorizadas a las zonas cauteladas.

Todavía faltan

Según información de la Secretaría de Derechos Humanos de Presidencia, las personas desaparecidas que podrían estar enterradas son: Eduardo Pérez Silveira, Luis Eduardo González González, Juan Manuel Brieba, Carlos Pablo Arévalo Arispe, Julio Gerardo Correo Rodríguez, Otermín Montes de Oca, Elena Quinteros, Julio Escudero Mattos, María Claudia García, Luis Eduardo Arigón Castel, Óscar José Baliñas Arias, Oscar Tassino Asteazu, Amelia Sanjurjo Casal, Félix Sebastián Ortiz, Antonio Omar Paitta Cardozo y Miguel Ángel Mato Fagian.

Además, varios testimonios indican que las víctimas del segundo vuelo –23 personas secuestradas y trasladadas por la Fuerza Aérea Uruguaya– estarían sepultadas en el “campo de Vidiella”, un predio ubicado en el Batallón 14.

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La desaparición de

Eduardo Bleier y la Operación Morgan

12 de octubre de 2019

Escribe: Álvaro Rico 

 

 

 

En la noche-madrugada del 20-21 de octubre de 1975, la dictadura lanzó la Operación Morgan contra el Partido Comunista (PCU). Fue una operación de exterminio, coordinada por fuerzas militares y policiales, a gran escala y de larga duración. Por eso mismo, su reconstrucción abarca sucesivas oleadas represivas que tuvieron su epicentro entre octubre y diciembre, pero que se extienden hasta los primeros meses del año siguiente.

La Operación Morgan fue resultado de una decisión política adoptada en las más altas esferas de la cúpula militar y del gobierno, e intervinieron operativamente distintos organismos bajo la coordinación del Organismo Coordinador de Operaciones Antisubversivas I (OCOA I) de la División de Ejército I (bajo el mando del coronel Luis Queirolo y el general Esteban Cristi): el Servicio de Información de Defensa (SID), el Departamento II del Comando General del Ejército, la Prefectura Nacional Naval, el Cuerpo de Fusileros Navales y la Dirección Nacional de Información e Inteligencia (DNII).

El contexto regional

El 19 de octubre de 1975 comenzaron en Uruguay las maniobras militares hemisféricas llamadas Unitas, y al otro día se reunía en Montevideo la 11ª Conferencia de Ejércitos Americanos, con jefes militares de 15 países del continente.1 En esa reunión se aprobó un documento que excluía de los organismos de seguridad hemisféricos a los países con regímenes marxistas y se reafirmaba la cooperación entre los ejércitos para combatir la subversión “generada en la acción del marxismo y el comunismo internacional”. El comandante en jefe del Ejército argentino, Jorge Rafael Videla, declaraba: “Si es preciso, en la Argentina deberán morir todas las personas necesarias para lograr la seguridad del país”.2 Mostrar en ese ámbito de calificadas visitas anticomunistas el potencial represivo local parecía asegurar el prestigio de la dictadura y los militares uruguayos entre sus pares continentales.

El 29 de octubre en Santiago, la Dirección de Inteligencia Nacional, al mando del general Manuel Contreras, invitaba a asistir a la Primera Reunión de Trabajo de Inteligencia entre el 25 y el 30 de noviembre a los efectos de establecer a escala regional “algo similar a lo que tiene Interpol en París, pero dedicado a la subversión”. El acta de clausura de esta reunión, encontrada en el Archivo del Terror de Paraguay, es un verdadero documento fundacional del Plan Cóndor; el nombre habría sido sugerido por el representante uruguayo en la reunión y miembro del SID, el coronel José A Fons.3

Los objetivos militares y políticos de la dictadura

La Operación Morgan contra el PCU tenía como objetivos principales la captura de la dirección clandestina, así como la desarticulación de los aparatos partidarios especializados. El libro publicado en 1978 por el Comando General del Ejército Testimonio de una nación agredida refiere a la existencia de esas estructuras: aparato armado (sanidad, comunicaciones, transporte), prensa (“Carta”), propaganda, finanzas y recursos directos, comisión de relaciones internacionales, fracción sindical.

El golpe recibido por los comunistas fue dirigido a desarticular aquellos núcleos claves de la organización que aseguraban el funcionamiento clandestino desde el golpe de Estado y la ilegalización de los comunistas en 1973, y aun aquellos militantes que lograron escapar del cerco represivo quedaron sin estructuras y “congelados” o “desenganchados” de la organización. Anotemos, también, que el inicio del exilio masivo de los comunistas uruguayos en el correr de 1976 es una resultante de Morgan. Por otra parte, la dictadura amplificó el “peligro comunista” y la magnitud de su acción buscando justificarla y darle continuidad, así como incidir en la opinión pública a través de los medios (comunicados de las Fuerzas Conjuntas, conferencia de prensa de “arrepentidos”, exposición del material incautado en el Subte, grandes titulares de los diarios afines al régimen).

Finalmente, el importante material documental incautado en el operativo permitió a los servicios actualizar listados de miembros de las direcciones, así como obtener datos del funcionamiento partidario contenidos en los informes del Comité Central, informes escritos que, a lo largo de la dictadura, resultaron ser uno de los “talones de Aquiles” de la resistencia clandestina.

La novedad

La novedad de la Operación Morgan consiste en que fue coordinada por el mando militar y en que también los organismos represivos que intervinieron fueron mayoritariamente militares. Hasta este momento el “peligro comunista” había sido mayormente una “cuestión policial”, salvo en las operaciones represivas en el interior del país. De ahora en más, se reorientarían militarmente las labores de inteligencia e información y los operativos contra el PCU, sin dejar de lado la importante participación de la DNII como organismo policial especializado en la represión contra los comunistas y el movimiento sindical.

Otra novedad de la Operación Morgan consiste en la brutalidad aplicada a gran escala por las fuerzas de seguridad del Estado, hasta llegar a la eliminación física del “enemigo comunista”. Ello implicó, también, otra economía de la represión y escala (infraestructura, logística, comunicaciones, personal, transporte) para asegurar la masividad, el secreto, la sorpresa y la simultaneidad de los procedimientos; los lugares para depositar a decenas de personas secuestradas; el carácter clandestino de los centros de detención ubicados en predios militares o bajo jurisdicción militar; la transformación de estos centros en “sitios de enterramientos” de personas.

Finalmente, la Operación Morgan introdujo definitivamente en Uruguay el carácter grupal o colectivo del fenómeno de la desaparición forzada a través de casos conexos de personas detenidas dentro de un mismo operativo represivo que se concentra en corto tiempo y contra una sola organización política, con personas que son detenidas y desaparecen o son asesinadas en la tortura en una secuencia casi simultánea.

A partir de Morgan, la dictadura incorporará definitivamente la desaparición forzada ‒junto a la prisión masiva y prolongada, la tortura generalizada y el asesinato político‒, como parte de sus métodos de castigo, y este “giro” tendrá su confirmación definitiva en la coordinación del Plan Cóndor y la actuación de los servicios uruguayos en Argentina, en los operativos contra colectivos enteros de la izquierda uruguaya exiliados en la vecina orilla: Partido por la Victoria del Pueblo, Partido Comunista Revolucionario, Grupos de Acción Unificadora, Movimiento de Liberación Nacional (MLN), entre julio de 1976 y fines de 1979.

Los centros clandestinos de detención y enterramiento

Los centros clandestinos de detención utilizados durante la Operación Morgan fueron conocidos con el nombre de Infiernos. El 300 Carlos, Infierno Grande o La Fábrica fue el epicentro operativo del OCOA, emplazado en uno de los galpones del Servicio de Material y Armamento del Ejército, en los fondos del Batallón de Infantería Blindada Nº 13, en Avenida de las Instrucciones. El nombre 300 Carlos parece referir al número total de comunistas a ser detenidos (300), llamados Carlitos (por Carlos Marx).

La Casa de Punta Gorda, 300 Carlos R o Infierno Chico fue el otro centro clandestino que se utilizó en un comienzo de la Operación Morgan y hasta mediados de 1976 como “depósito” de detenidos y torturados hasta su traslado definitivo. La propiedad había sido incautada por el Ejército al MLN y estaba ubicada en Punta Gorda, al lado del hotel Oceanía, en Rambla República de México 5515.

El carácter “clandestino” de las operaciones en estos centros de detención se extendía a los represores de OCOA que actuaban de manera encubierta y compartimentada, utilizando el alias de “Óscar” acompañado por un número, según el grado militar y nivel de responsabilidad en las estructuras clandestinas del Ejército.

La sucesión de caídas

Si bien el éxito de la represión sobre los comunistas es proporcional al largo trabajo de inteligencia acumulado y el conocimiento que tenían del “enemigo”, así como a la cantidad de hombres y medios utilizados, en el PCU también se cometieron errores en la aplicación de los criterios de seguridad y se subestimó el poderío militar y policial, incluidos los efectos de la tortura para la obtención de información. A partir de 1976, el partido y su dirección entraron en una etapa de absoluta clandestinidad y compartimentación bajo la Secretaría General ocupada por León Lev, hasta su detención, en 1979.

Sería imposible dar cuenta de los cientos de personas secuestradas; no obstante, indicaremos las caídas de algunos dirigentes de primera línea: el 21 de octubre fue detenido Alberto Altesor, miembro del Comité Central. El 28-29 de octubre caen el ingeniero José Luis Massera, entonces secretario general del PCU, en la clandestinidad desde 1974, después de Arismendi; Wladímir Turiansky, vicepresidente de la Convención Nacional de Trabajadores (CNT) y miembro del Comité Central, que desde fines de 1974 era encargado de la Secretaría Nacional de Propaganda del PCU y de la CNT; Eduardo Bleier, miembro del Comité Central y en ese momento secretario departamental de Propaganda.

El 31 de octubre fue detenida Rita Ibarburu, integrante del Comité Central y secretaria de Redacción de la revista Estudios, responsable de la Comisión de Relaciones Internacionales.

Para suplir a Massera, el PCU constituyó una dirección formada por un “Triunvirato” compuesto por Luis Tourón, Gerardo Cuesta y Jorge Mazzarovich quien, al caer detenido, fue sustituido por Rosario Pietrarroia. Sin embargo, poco después los tres fueron apresados con escasa diferencia de días en otra oleada de la Operación Morgan: el 12 de enero de 1976 cayó Cuesta, el 19 Pietrarroia y el 21 Tourón. El 2 de febrero fue detenido Edgar Lanza, secretario nacional de Finanzas, y el 21 Gerardo Cuesta, secretario del Comité Central y de la CNT.

El ruso Eduardo Bleier Horovitz

Bleier tuvo cuatro hijos de dos matrimonios y era integrante de una familia judía que había emigrado a Uruguay desde Hungría. Paradójicamente, en este país se exiliaría su propia familia bajo la dictadura uruguaya.

Cuando estudiaba Odontología, a principios de la década del 50, se afilió al PCU y era integrante de su Comité Central desde 1961.4 Hasta marzo de 1972, estuvo al frente de la Secretaría de Finanzas del Partido y fue uno de sus dirigentes más emblemáticos. Por eso, su prontuario policial (Nº 116) fue iniciado tempranamente, el 14 de abril de 1959. Cuando se produce el golpe de Estado, ocupaba el cargo de secretario de Organización del Comité Departamental de Montevideo y, en 1974, asumió la Secretaría Departamental de Propaganda hasta caer detenido.

Pocos detalles se saben del momento mismo de su detención acontecida el día 29 de octubre de 1975 en horas de la noche. Estuvo recluido en la Casa de Punta Gorda (Infierno Chico) y en 300 Carlos. Si bien hay numerosos testimonios de su presencia allí y de su grave estado de salud causado por las torturas (lo refieren José Wolman, Sara Youtchak, Rita Ibarburu, Vilma Antúnez, Alcides Lanza y el soldado Hugo García Rivas), sus captores nunca reconocieron la detención. Según el informe del Supremo Tribunal Militar, “se le inició un presumario en el Juzgado Militar de Instrucción de 1er Turno el 27 de agosto de 1976, estando prófugo el citado sedicioso desde el 19 de mayo de 1976 [habiéndose librado] orden de aprehensión contra el mismo el 10 de junio de 1976”.5 No obstante, su detención figura en la Ficha de Identificación Criminal confeccionada por la Policía de Montevideo donde consta textualmente: “27/11/75-Fichado a solicitud del Servicio de Material y Armamento-En esa unidad”.[^6]

Desde 1972 la Secretaría de Finanzas del partido fue ocupada por Edgar Chumbo Lanza, quien logró escapar al cerco represivo. En sus palabras: “Bleier era un genio, fue el padre de las finanzas del Partido, el creador de todo eso”. Es decir, “una política financiera inteligente del Partido que abarcaba una concepción de masas (grandes campañas populares, festivales, cotización de afiliados, etcétera) con una línea de apoyo financiero directo a cargo de empresas y empresarios, algunos de la comunidad judía, que aportaban al Partido en calidad de comunistas”.

Uno de los objetivos centrales de la Operación Morgan consistía en desmantelar el aparato financiero del PCU y sus empresas comerciales, dado que constituían un medio fundamental para sostener materialmente las acciones partidarias en la clandestinidad y los cuadros rentados. En opinión de Edgar Lanza, la saña con la que torturaron a Bleier guarda relación directa con una confusión: “A Eduardo lo masacraron pensando que era el Secretario de Finanzas”.

La secuela de víctimas

El costo en vidas de la Operación Morgan y de los centros clandestinos de detención llamados Infiernos resulta revelador del grado de violencia aplicado por la dictadura, un verdadero “giro” no solamente de la metodología represiva, sino de la propia naturaleza del régimen, que llevó al PCU a redefinir lo que caracterizaba como “etapa de fascistización” (desde 1973) a “etapa fascista” (desde 1975-1979).

Los muertos fueron 22: ocho personas fueron detenidas desaparecidas (dos de ellas con restos recuperados e identificados: Miranda y Bleier), seis fueron asesinadas bajo torturas en el mismo momento de su detención o en meses inmediatos, y otras ocho personas murieron tiempo después en prisión o en el exterior por secuelas de torturas y enfermedades agravadas.

Los detenidos desaparecidos fueron Bleier, detenido el 29 de octubre de 1975; Lorenzo Julio Escudero Mattos, detenido el mismo día; Juan Manuel Brieba y Fernando Miranda, detenidos al día siguiente; Carlos Pablo Arévalo, el 15 de diciembre; Julio Gerardo Correa, el 16 de diciembre; Otermín Laureano Montes de Oca, el 17 de diciembre, y Horacio Gelós Bonilla, detenido el 2 de enero de 1976 por OCOA IV en el BI 4 Maldonado.

Detenidos asesinados fueron Óscar Olveira, apresado el 21 de octubre de 1975 y asesinado el 17-18 de febrero de 1976; Nuble Yic, detenido el 22 de octubre de 1975 y asesinado el 15-16 de marzo de 1976; Norma Cedrés de Ibarburu, detenida entre el 28 y el 29 de octubre, fallecida en prisión el 16 de enero de 1978; Ruben Etchebarne, detenido, sin más datos, y asesinado en febrero de 1977.

Carlos Chassale fue detenido el 7 de noviembre de 1975, liberado en junio de 1976 por razones de salud, y falleció en Cuba en 1979 a consecuencia del agravamiento de su enfermedad por las torturas recibidas. Carlos María Argenta fue detenido el 9 de diciembre de 1975 y asesinado el 17 de diciembre del mismo año. Luis Pitterle fue detenido el 16 de diciembre de 1975 y asesinado el 22 de agosto de 1979. Emilio Fernández fue detenido el 16 de diciembre de 1975 y asesinado el 24 de diciembre de 1980. Hugo Pereyra fue detenido el 16 de diciembre de 1975 y asesinado el 28 de agosto de 1977. Julián Basilicio López fue detenido el 31 de diciembre de 1975 y asesinado el 5 de enero de 1976. Silvina Saldaña fue detenida en febrero de 1976 y asesinada en prisión el 13 de junio del mismo año. Hilda Delacroix de Ormaechea fue detenida el 3 de febrero de 1976 y muerta el 1º de setiembre de 1976. Gerardo Cuesta fue detenido el 21 de febrero de 1976 y murió en prisión el 13 de setiembre de 1981. Nicanor Aldabalde fue detenido en marzo de 1976 y asesinado en prisión (en Minas) en la misma fecha.

[^6] Presidencia de la República. Investigación histórica sobre detenidos desaparecidos. Tomo III. Documento I, p. 655.

Álvaro Rico es docente de Ciencia Política. Ex decano de la Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación. Ex coordinador del Equipo Universitario de Investigación Histórica sobre Detenidos-Desaparecidos.

  1. Cabe agregar que en los primeros días del mes de octubre se había realizado una conferencia de Inteligencia Militar presidida por el general Amaury Prantl. 
  2. Martínez, V. (2005). Tiempos de dictadura. Montevideo: EBO, p. 57. 
  3. Archivo del Terror de Paraguay. Ver Presidencia de la República. “Investigación histórica sobre detenidos desaparecidos”. Tomo I, sección 2. Coordinación represiva regional: “Operación Cóndor”. Montevideo: IMPO, julio 2007. p. 286. Documento 6, p. 308-317. 
  4. Fremd, A. y Kronfeld, G. (2011). (DES) APARECIDO. Vida, obra y desaparición de Eduardo Bleier. Montevideo : Editorial Estuario. 
  5. Informe Supremo Tribunal Militar referido a Eduardo Bleier. 

 

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Valenti: Manini Ríos «no opina»

sobre la aparición de los restos

de Eduardo Bleier «porque es cómplice»

10 octubre 2019

El periodista y líder de la agrupación Navegantes, Esteban Valenti, consideró que el candidato a la Presidencia por Cabildo Abierto y excomandante en jefe del Ejército, Guidos Manini Ríos, «no opina [sobre la aparición de los restos de Eduardo Bleier] porque es cómplice». «Tiene una teoría y una doctrina que se instaló en las Fuerzas Armadas y que 35 años de democracia y 15 años de Frente Amplio no lograron modificar, al contrario, lograron solidificar», sostuvo.

Luego de la entrevista en Así nos va el pasado viernes al fiscal penal Rodrigo Morosoli —quien archivó la indagatoria respecto a los jerarcas del Poder Ejecutivo por el caso Gavazzo y pensaba pedir la formalización del excomandante en jefe del Ejército y candidato a la Presidencia, Guido Manini Ríos—, el periodista Esteban Valenti escribió una columna al respecto en el portal Uy Press.

La nota se titula: “Morosoli se defiende y se entierra”. Allí Valenti acusó al fiscal de “escudar las actitudes de todos los gobernantes” y cuestionó que no haya tenido en cuenta que el expediente con las declaraciones de Gavazzo hayan estado 40 días en la órbita del Poder Ejecutivo y que luego se resolviera “en 45 minutos”, tras la publicación de un artículo en el diario El Observador con fragmentos de lo que constaba en las actas militares.

Valenti también pone en duda que la verdadera intención de Presidencia fuera entregar este expediente a la Justicia penal, teniendo en cuenta que en la homologación de los fallos del Tribunal de Honor que juzgó a Gavazzo no se hizo referencia a las confesiones de los crímenes que dice haber cometido el exmilitar.

Escuche la entrevista completa:

 

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La identificación de los restos de

Bleier cierra un capítulo

para una familia y vuelve

a exponer las mentiras de los militares

Escribe Sergio Israel

10 octubre 2016

“Un día nos formaron a todos y llamaron a Eduardo Bleier. Dio un paso adelante y lo empujaron a una fosa y obligaron a que otros lo taparan con tierra y lo apisonaran. Se negaban; hubo ataques de locura, nos pegaron salvajemente. A Eduardo Bleier lo sacaron moribundo y lo llevaron al hospital. No supimos nada más”.

Este relato es uno de los que registran el pasaje del exdirigente comunista desaparecido desde la noche del 29 de octubre de 1975 por el Ejército y a cuyos restos recién pudo acceder la familia el martes 7, casi 44 años después.

Mientras el Ruso Bleier era arrastrado a la casa del barrio Punta Gorda, al lado del Hotel Oceanía, donde funcionaba una base del Servicio de Información de Defensa (SID) que los presos apodaron El Infierno Chico, en Tel Aviv, su hija mayor Irene y su esposo tenían cargado un contenedor para regresar a Uruguay.

El que fue muchos años secretario nacional de finanzas del Partido Comunista y acuñó la frase “Que ninguna tarea del Partido se deje de hacer por falta de recursos”, en la clandestinidad se encargó de la propaganda y editaba el boletín Carta Semanal.

Años antes se había divorciado de su primera esposa, Kelly Novogrebelsky, apenas tres meses después del nacimiento de Irene, y se había vuelto a casar con Rosa Valiño, una militante de izquierda no judía con la que tuvo tres hijos: Carlos, Gerardo y Rosana. 

Irene se había ido a Israel a los 17 años en contra de la opinión de su padre antisionista, pero el deseo de Bleier de reencontrarse con su hija y sus nietos en Uruguay no impidieron que contase las cosas con realismo.

“Desde el golpe, vivo fuera de casa. Al principio era duro pero uno se va acostumbrando.(…) Hasta ahora la dictadura no ha logrado alinear a todo el aparato represivo. Por ahora no nos buscan. Pero esto se está pudriendo aceleradamente”, escribió a su hija el 18 de noviembre de 1974.

En octubre del año siguiente, apenas unos días antes de caer, consideró su “obligación como ‘Eduardo’” presentar con sinceridad cómo veía las cosas. “Acá la batalla para derrotar a la dictadura va a ser larga, dura y difícil”, relató en una carta a su hija mayor, que consta en el libro Vida, obra y desaparición de Eduardo Bleier. También opinó que cuando se instalaran en Uruguay, a los recién llegados les “llevaría un plazo no breve resolver los problemas materiales de subsistencia, casa, atención de los niños, trabajo y otras cosas”.

Eduardo advirtió: “Estamos en una guerra cada vez más despiadada”. Además, opinó que “la actitud de la familia va a estar determinada por consideraciones ideológicas después que finalice la novedad. Debes saberlo. No idealices: Tú sabes que la sociedad se divide en clases y no en genes”.

El hijo revolucionario del oficial austrohúngaro. 

Las tres hermanas del hijo varón de los Bleier Horovitz nacieron en Hungría y solo el más pequeño, Eduardo, en Montevideo.

El padre —Eugenio, que había sido oficial del imperio austrohúngaro— era un judío muy religioso y quería que su benjamín fuera rabino, pero el muchacho no solo prestó poca atención a la Torá, sino que ni siquiera terminó la carrera de odontología, para dedicarse de lleno a la militancia comunista.

Bleier comenzó su militancia en el seccional estudiantil que, según recordó su entonces compañero Mauricio Rosencof, otro judío al que también apodaban Ruso, pasaban entre baldes de engrudo y rollos de afiches impresos a planograf, al influjo de la guerra civil española y los tiempos que vinieron después del nazismo, conocidos como Guerra Fría.

Antes de meterse de lleno en la vida política del Uruguay, hacer crecer a su partido y apuntalar el nacimiento del Frente Amplio, Eduardo fue un culto hincha de Nacional que tocaba el violín y pasaba muchas horas con libros y en compañía de su familia en casa y en el campo de Reboledo, en Florida.

Fue a la escuela Chile, muy cerca de la amplia casa donde vivía la familia, en Río Negro y Canelones, en pleno barrio Sur. Hasta los 17 años mantuvo vivo el deseo de su padre, que ganaba el sustento de toda la familia trabajando en una empresa de lustrado de pisos, de que estudiaría para ser rabino.

“Él fue un revolucionario profesional. Para mí, uno de los revolucionarios profesionales más claros que he conocido. Un hombre entregado totalmente a la causa de la revolución”, recordó quien fue también militante y preso político, Edgar Lanza.

Esa dedicación a tiempo completo y el carácter temperamental lo enfrentó a menudo al conflicto de no atender a su familia como hubiese querido, pero al menos tres de sus hijos siguieron el camino de la militancia política.

Entre Auschwitz y el 300 Carlos. 

El caso de Irene, que desistió de regresar al país luego de la desaparición de su padre, es el más peculiar, porque ya antes se había adherido al Partido Comunista de Israel, legal pero muy a contrapelo del Estado sionista.

En enero de 1973, al regresar a Uruguay después de un viaje a la Unión Soviética, Bleier se encontró con su hija mayor en Roma y luego pasaron una semana en París.

Esa fue la última vez que se vieron y él la despidió en Orly con un mordisco en la mejilla y la promesa de comer un lechón en el campo de un amigo en Uruguay. 

Al arribar a Tel Aviv, Irene fue sacada de la zona de control de pasaportes e interrogada durante un largo rato. Los agentes locales estaban al tanto de todos sus inocentes movimientos en Europa y así se lo hicieron saber para provocarla. También le retiraron los papeles que llevaba, aunque al tiempo se los devolvieron, pero ella quedó convencida de que ya entonces había una estrecha colaboración entre los servicios israelíes y uruguayos, que se profundizó durante la dictadura. 

La nueva familia formada en Israel, sin embargo, no era gente que se amedrentara fácil. El primer nieto de Eduardo, al que llamaron Amit, nació en noviembre de 1969 en Metzer, Israel, y cuando le llegó la hora del servicio militar obligatorio aceptó enrolarse, pero se negó a actuar en territorios ocupados.

Esta postura poco común al principio fue aceptada, pero un año después recibió la orden de desplegarse en Belén y como se negó quedó tres meses preso.

Algo parecido le pasó al padre como integrante de las fuerzas de reserva. El joven Amit, según contó Irene Bleier a Búsqueda, cuando lo quisieron amedrentar con las consecuencias de la negativa, les respondió con firmeza: “Mis abuelos paternos fueron unos de los apenas ocho sobrevivientes de los 8.000 holandeses que fueron enviados al campo de concentración de Auschwitz y mi otro abuelo es el desaparecido uruguayo Eduardo Bleier”.

Las mentiras oficiales. 

En agosto de 1976, cuando Bleier ya había muerto en la tortura, el comunicado Nº 1.334 de las Fuerzas Conjuntas solicitó la colaboración de la población para su captura. Algunos de los alrededor de 600 detenidos que habían estado en el galpón número 4 del Servicio de Material y Armamento con él, habían salvado la vida y estaban presos en el penal de Libertad, como León Stolovicz, llegaron a la conclusión de que al Ruso lo habían matado y ocultado el cuerpo.

José Wolman, Alcides Lanza, Rita Ibarburu, Sara Youtchak y Vilman Antúnez, entre otros, dieron luego testimonio de haber estado con Bleier en El Infierno montado por el Organismo Coordinador de Actividades Antisubersivas.

Sin embargo, sus voces entonces no podían oírse y en cambio sí las de quienes lo habían asesinado y hecho desaparecer.

El 14 de agosto de 1981, el Ministerio de Relaciones Exteriores de la dictadura respondió al Comité de Derechos Humanos de las Naciones Unidas que ese organismo “denota no solo el desconocimiento de normas jurídicas en cuanto a la presunción de culpabilidad, sino una falta de ética en la conducción de sus tareas, ya que con inaudita ligereza llega a conclusiones tan graves como acusar a las autoridades uruguayas de haber dado muerte a Eduardo Bleier”. 

En diciembre de ese mismo año, sin embargo, un diplomático uruguayo admitió el caso, aunque intentó hacerlo pasar como una excepción en medio de la lucha antiterrorista. El embajador Carlos Giambruno, representante ante el Grupo de Trabajo sobre Desapariciones Forzadas o Involuntarias de Naciones Unidas, reconoció la desaparición de Bleier y de otras personas ocurridas en esos años. “Son casos que se remontan a los años 73, 74 y 75, en los cuales nosotros tuvimos un gran caos en los propios organismos de seguridad (…); en ese momento de caos, tres o cuatro personas que desaparecen. Nos interesa mucho, pero no son más que eso”.

El expresidente Julio Sanguinetti, que aceptó recibir a Irene Bleier durante una visita a Israel en 1998, prometió investigar, pero no avanzó.

El gobierno de Jorge Batlle, con la Comisión para la Paz, reconoció oficialmente la detención y muerte, pero el informe final, de abril de 2003, recogió una parte de la versión militar: “Sus restos —según la información recibida— habrían sido primero enterrados en el Batallón 14 de Toledo y después exhumados, incinerados y tirados al Río de la Plata”.

“Estuvimos por no poner nada y al final, luego de consultar con Familiares, decidimos ponerlo en condicional”, dijo a Búsqueda el exrepresentante del presidente Jorge Batlle en la Comisión para la Paz, Carlos Ramela, acerca del destino de los restos de los desaparecidos.

En efecto, el informe de abril de 2003 elaborado por la Comisión para la Paz, aporta en condicional la versión que dieron los informantes militares anónimos acerca de la llamada Operación Zanahoria, mediante la cual los restos habrían sido desenterrados, incinerados y tirados al mar poco antes de que terminara la dictadura.

Sin embargo, integrantes de Familiares indicaron que la organización no tomó parte de la redacción de ese informe.

“Personalmente, me parece que algo hubo (respecto a la Operación Zanahoria) pero es harto improbable que se halla removido todo”, opinó Ramela.

Un informe oficial del Ejército en 2005 entregado al presidente Tabaré Vázquez tampoco se acercó demasiado a la verdad en cuanto al destino de los huesos: “A diferencia de lo establecido en el informe de la Comisión para la Paz, sus restos fueron enterrados en el predio del Batallón de Infantería Mecanizada Nº 13 y no en el Batallón de Infantería Paracaidista Nº 14 (…) (y) posteriormente fueron exhumados” y esparcidos.

El caso de Bleier no es el único que deja en evidencia que la versión aportada por militares sobre el destino de los desaparecidos al gobierno colorado y, después, al del Frente Amplio, no decía la verdad. Un ejemplo paradigmático fue el del maestro Julio Castro, cuyos restos fueron encontrados en 2011. La Comisión para la Paz había concluido que los restos habían sido exhumados, incinerados y arrojados al Río de la Plata. El informe entregado a Vázquez en 2005 incluyó información similar. La aparición de Castro dejó en evidencia además que el maestro no murió durante la tortura, como informaron los militares, sino que fue ejecutado de un tiro en la cabeza.

El fiscal penal especializado en Crímenes de Lesa Humanidad, Ricardo Perciballe, solicitó a la jueza Isaura Tórtora que se intente ubicar la causa penal de Bleier, radicada en el juzgado Penal Nº 27 desde 1985, y eventualmente solicitará el cambio de carátula para comenzar la investigación.

El lunes 6, cuando el presidente Tabaré Vázquez se comunicó de forma oficial con la familia, los Bleier se dispusieron a cerrar este capítulo en el cual han recibido “cantidad impresionante de amor”.

 

 

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“El amor es una responsabilidad”

Desde el lunes sabemos que es Eduardo Bleier, a quien la lucha de los Familiares de Desaparecidos, de todo el pueblo uruguayo y la labor abnegada del Grupo de Antropología Forense, recuperó en el Batallón 13 de Infantería.

Hace más de 40 años, Eduardo, le dijo a uno de sus hijos esta frase: “El amor es una responsabilidad”. Y precisamente por eso, por asumir el amor por la humanidad como una responsabilidad y organizar la lucha para hacerlo real, fue que los fascistas, en el marco de la dictadura y el terrorismo de Estado, lo secuestraron, lo torturaron, lo mataron y lo desaparecieron.

Eduardo era comunista, de la dirección del Partido Comunista, secretario de Finanzas y luego, en la clandestinidad, enfrentando a la dictadura, secretario de Propaganda, fue el responsable de la edición de los primeros números de “Carta”, denunciando los crímenes del fascismo y organizando la resistencia, la lucha por la libertad.

Eduardo era frenteamplista. Eduardo era judío. Eduardo era odontólogo. Eduardo era un apasionado de los libros, de la música. Eduardo, según cuenta su hijo, amaba la libertad, era un humanista radical y un antifascista, también radical, y despreciaba el egoísmo.
Eduardo era enormemente responsable, no había tarea que no asumiera con responsabilidad. Tanto que, como dijimos y vale reiterar, asumía hasta el amor con responsabilidad.
Eduardo tenía 47 años cuando fue secuestrado en la calle, el 29 de octubre de 1975, por un comando militar. Nos llevó 44 años recuperarlo. Casi el mismo tiempo que vivió. Eso es la impunidad.

Eduardo era casado, tenía 4 hijos. Rosa, su compañera de vida, lo buscó sin descanso, sus hijos e hijas también. Fueron desde el momento mismo del secuestro al Estado Mayor Conjunto de las Fuerzas Armadas, el siniestro ESMACO, al Hospital Militar; recorrieron cuarteles, fueron a la Justicia Militar, presentaron un recurso de Habeas Corpus ante la justicia civil en 1976; denunciaron su desaparición ante la OEA, la ONU, Amnistía Internacional, la Cruz Roja Internacional. La respuesta de la dictadura siempre fue la mentira. Incluso emitieron órdenes de detención, desde 1975 hasta 1984, sabiendo que lo habían matado.
Recuperada la democracia, su familia se presentó en la Comisión Investigadora del Parlamento, denunciaron, varios compañeros y compañeras de suplicio de Eduardo dieron su testimonio. Luego presentaron una denuncia penal. La Ley de Impunidad y la decisión de los sucesivos gobiernos de Julio María Sanguinetti y Luis Alberto Lacalle de aplicarla al extremo de no cumplir ni siquiera su artículo 4, que hablaba de la búsqueda de los desaparecidos, les negaron la verdad y la justicia.

En el gobierno de Jorge Batlle se instaló la Comisión para la Paz, en ella y en informes posteriores, los militares fascistas, amparándose en el anonimato, ya no negaron la detención y desaparición de Bleier, pero volvieron a mentir. Dijeron que había sido sepultado en el Batallón 14, luego exhumado, cremado y sus cenizas esparcidas.
¿Entonces? Eduardo vuelve hoy, más que nunca, y nos ayuda a enfrentar la mentira y la impunidad. Durante 44 años, su familia, sus compañeros, los Familiares, el movimiento popular, su Partido, dijeron la verdad y los fascistas, los torturadores, los asesinos, mintieron siempre.

Pero es que no contaron con que, al igual que Eduardo, somos miles los que amamos con responsabilidad. Y no dejamos de buscarlo. No nos rendimos. Nunca. Y ahora sabemos que siempre estuvo ahí. Estos 44 años.

 
Y hay que decirlo sin vueltas, sin eufemismos: Cuánta cobardía, cuánta infamia, para prolongar 44 años el dolor, sabiendo que estaba ahí.

Eduardo fue secuestrado en el marco de la “Operación Morgan”. Una bestial operación de represión encabezada por el Organismo Coordinador de Operaciones Antisubversivas, el OCOA, la pata uruguaya del Cóndor y la Dirección Nacional de Información e Inteligencia de la Policía. Hubo detenciones y se torturó en 29 dependencias militares y policiales de todo el país. Participaron también los Fusileros Navales e inteligencia de la Fuerza Aérea, es decir, todo el aparato represivo. La “Operación Morgan” fue contra toda la resistencia clandestina, pero con especial saña contra el PCU y la UJC. La “Operación Morgan” tuvo como resultado 23 desaparecidos, entre ellos Eduardo Bleier, 16 muertos en tortura, un asesinato en Argentina, 6 muertes en prisión y tortura para miles de personas.

Por esa hazaña, el general Esteban Cristi, jefe de la División de Ejército 1 y el inspector Víctor Castiglioni, jefe de la DNII, felicitaron a quienes participaron. Lo hicieron por escrito, emitieron dos órdenes, el Comando de la Jefatura de Policía, el 26 de enero de 1976, felicitó a 8 funcionarios del Departamento Nº 5 de la DNII y el 12 de febrero, Cristi felicitó a 12 oficiales de las Fuerzas Armadas.

Hay que contar los detalles de la infamia, permitir que se materialice, que la asumamos colectivamente.

Eduardo fue salvajemente torturado, por comunista y por judío. Múltiples testimonios de sobrevivientes del horror cuentan que los torturadores le gritaban y los insultaban por esas dos condiciones.

Rita Ibarburu, comunista, compañera de militancia y conocida de años de Eduardo, en un valiente testimonio en la Comisión Investigadora Parlamentaria, en 1985, señaló: “Él estaba a una distancia grande de mí; nos gritábamos. Las condiciones en que estábamos eran lamentables, desde luego; nos llevaban y nos traían de la tortura. No obstante, la palabra de Bleier siempre se oyó, y se oyó, pienso, con el propósito de levantar el ánimo de los que estaban en las mismas condiciones que él. Después lo vi. Estaba en un foso, con unos tablones por arriba, no se si en estado de inconsciencia, pero no hablaba, y nos obligaban a pasar por arriba de los tablones para ir al baño. Nosotros pisábamos ese cuerpo probablemente. Yo lo vi sacar del Blindados 13, el 12 de diciembre de 1975, con una máscara de oxígeno, lo que da la idea de las condiciones en que se encontraba. Después no lo vi más. A mí me sacaron del Blindado 13, el 25 de diciembre de 1976, es decir que estuve allí tres meses, y muchas veces le oí hablar”.

Eso hicieron los infames, los mentirosos, los cobardes.
Pero así como hay que develar los detalles de la infamia, hay que rescatar, hoy más que nunca, la dignidad de quienes resistieron. También allí, en esas circunstancias terribles, Eduardo asumió el amor con responsabilidad, y en medio del horror, intentó, junto a Rita y a muchos y muchas, llevar aliento, solidaridad, consuelo.


Ese era Eduardo, nuestro Eduardo, el que amó con responsabilidad.
La memoria es el presente del pasado, es lo que hacemos con él en el presente, y cómo lo proyectamos al futuro.

Y la memoria colectiva de nuestro pueblo, esa que se construye cada día, en la práctica, tiene que guardar para repudiarla a la infamia, pero más tiene que guardar la dignidad, porque es desde allí que vamos a construir un futuro sin impunidad, y por eso de libertad e igualdad, de democracia plena, para todas y todos.

Hoy el equipo de Antropología Forense sigue excavando en el Batallón 13 de Infantería y ahora volverá a hacerlo en el Batallón 14 de Paracaidistas. Hoy el fiscal especializado en delitos de Lesa Humanidad, Ricardo Perciballe, reabrió la causa de Eduardo Bleier.
Es que la verdad es una fuerza poderosa. Transforma. Impulsa. No para. Y tras la verdad hay que conquistar justicia.

A la familia de Eduardo, nuestra solidaridad y nuestro cariño. A las y los familiares de Desaparecidos, que aún buscan, que aún esperan, que aún luchan, nuestro compromiso. No están solos. Como tenemos memoria no habrá olvido, y como no habrá olvido, no habrá impunidad, vamos a tener verdad y justicia porque estamos, más que nunca, decididos a luchar por ellas.

Vamos a luchar por Nunca Más Terrorismo de Estado y también por Nunca Más una elite autoritaria asaltando el Estado para poner, con represión, el Uruguay entero al servicio de sus privilegios. Porque el fascismo fue eso, un proyecto reaccionario de país, concentrador de la riqueza, de pérdida de soberanía y sometimiento al imperialismo, no hay que olvidar que fueron EEUU y la CIA quienes entrenaron a los torturadores y los pertrecharon. El Nunca Más es todo eso.

Y a Eduardo, el abrazo, el cariño, las lágrimas, y también, el compromiso. ¿Cuál compromiso? El de luchar cada día para estar a la altura de tu ejemplo, el de asumir el compromiso histórico del hoy. Junto contigo, Eduardo, nos comprometemos a amar con responsabilidad. No pasarán.

 

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Guido Manini Ríos:

la confirmación de que Eduardo Bleier

murió por torturas es

“una comprobación de algo que ya sabíamos”

10 de octubre de 2019

Escribe: Ignacio Martínez

“Volver al tema no es necesario cuando ya ha sido reconocido una y mil veces”, dijo el candidato de Cabildo Abierto.

El tema rompía los ojos, por lo menos arriba de la mesa de prensa en el Club de Golf, donde este miércoles al mediodía, en el ciclo de almuerzos de la Asociación de Dirigentes de Marketing (ADM), el ex comandante en jefe de Ejército y actual candidato a la presidencia por Cabildo Abierto (CA), Guido Manini Ríos, se disponía a hablar de sus propuestas. El tema era –qué duda cabe– la confirmación de que los restos encontrados en el ex Batallón 13 son del militante comunista Eduardo Bleier. El martes, en un acto en San José, Manini se había negado a hablar del asunto. Por eso, el tema merodeaba el gran salón, como afuera una solitaria pelotita blanca deambulaba en busca del hoyo. Luego de una hora de charla, la penúltima pregunta de una de las periodistas del panel que organizó ADM apuntaba a la política de CA en torno a la búsqueda de los restos de desaparecidos.

“Ayer [por el martes] estábamos en una fiesta en San José, con toda la gente, y no era el tema para hablar en ese momento. En el tema desaparecidos hemos sido muy claros desde el primer día: un gobierno de CA va a continuar con la búsqueda de los desaparecidos. Toda información creíble y realista que haya la vamos a explorar, vamos a tratar de llegar a encontrar restos de más desaparecidos”, respondió el candidato. Agregó que cada hallazgo de restos “significa un achicamiento de esa fractura, de esa brecha”, y “ojalá se pudiera encontrar a todos los desaparecidos”. “Esa es nuestra percepción. Lo hemos dicho muchas veces antes. Ayer no lo hablamos pero lo hemos dicho en otros lugares. En cuanto a la identificación, creo que es un paso positivo. Hay una familia que, por lo menos, tiene la tranquilidad de haber encontrado los restos de su ser querido”, sostuvo.

Luego, en rueda de prensa, a Manini se le preguntó si creía que se le sacaba “rédito político” al tema de los desaparecidos. Contestó que “muchas veces se ponen estos temas en el foco para no hablar de los reales problemas que hoy tiene el país”, como “la inseguridad galopante que se está viviendo en Uruguay”, “para no hablar de la mitad de los niños que nacen en el quintil más pobre de la población” o “para no hablar de la educación pública sin calidad”. “Para no hablar de los temas centrales, muchas veces se utilizan estos temas, algo que pasó hace medio siglo y que realmente no aporta la solución de la gente de hoy; la gente de carne y hueso que quiere, de una vez por todas, tener soluciones a esos problemas y que está viviendo con angustia, desesperación y a veces con indignación la realidad que le toca vivir”, señaló.

A Manini también se le preguntó su opinión acerca de que Bleier murió por las torturas recibidas, según indicaron las pericias técnicas. Dijo que es “una comprobación de algo que ya sabíamos” y que es “lamentable que eso haya ocurrido en el pasado”. “Ojalá que Uruguay nunca tenga que repetir esa historia que vivió en esos años”, agregó. Consultado sobre si ya le constaba que hubo torturas, contestó que lo sabe “desde 1986”, cuando el comandante en jefe del Ejército de la época, Hugo Medina, “lo reconoció públicamente”. “¿Cuántas veces hay que reconocerlo? El teniente general Medina en aquel momento habló de que se perdieron los puntos de referencia y reconoció la ocurrencia de lo que ahora está confirmándose una vez más, pero creo que volver al tema no es necesario cuando ya ha sido reconocido una y mil veces”, sentenció.

La pistola desnuda

En cuanto a las propuestas, Manini se encargó de hacer un compendio de las que figuran en el programa de su partido, que tiene 112 páginas, y que ha repetido acto tras acto. Por ejemplo, que hay que “evitar que el Estado asfixie a la iniciativa privada”, por eso propone “aliviar el peso del Estado” mediante la “no cobertura de vacantes que se generen en determinadas áreas, siempre manteniendo como prioridad la educación, la salud y la seguridad”.

En cuanto a la educación, puso énfasis en “el cambio de currícula” que lleve “a que se enseñe a nuestros niños en valores positivos que los transformen en mejores ciudadanos del futuro”. Agregó que es fundamental que haya políticas educativas “que aparten a nuestros niños y a nuestros jóvenes de las drogas y del alcohol”. Además, propuso la creación de “dos nuevos liceos militares” como “parte de la oferta educativa”, dada “la gran demanda que hay” de ese tipo de institución. “Y estamos dispuestos a erradicar la enseñanza que contenga ideología de género por creerla negativa para la formación de nuestros niños y de nuestros jóvenes”, sostuvo.

Por último, en la ronda de preguntas final, Manini fue consultado respecto de las políticas de desarme civil. Dijo que “mientras la delincuencia esté armada hasta los dientes, desarmar a los ciudadanos honestos es algo que hay que pensar bien”. “Yo creo que hay que ser exigente al decidir a quién se habilita a utilizar armas, en cuanto a la aptitud psíquica y de empleo del arma, pero no se puede limitar el derecho de los ciudadanos a tener un arma. Yo estoy en contra del desarme de la población civil en general”, finalizó.

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La felicitación

El general Cristi y Castiglioni

felicitaron a los asesinos de Bleier

Documentos oficiales hacen caer el velo de la Operación Morgan y pueden contribuir a encarcelar a responsables.

En 1975, la Dirección Nacional de Información e Inteligencia (DNII) dirigida por el inspector general Víctor Castiglioni lanzó la cacería de integrantes del Partido Comunista, de la UJC y del PVP, mientras que el Organismo Coordinador de Operaciones Antisubversivas (OCOA) liderado por el general Esteban Cristi fue el autor material de los robos, secuestros, asesinatos y torturas.

Esta política de exterminio conocida como Operación Morgan tuvo como resultado 23 desaparecidos, entre ellos Eduardo Bleier, 16 muertos en tortura, un asesinato en Argentina, seis muertes en prisión y tormentosos castigos físicos para miles de personas.

Los militares no se limitaron al territorio uruguayo, sino que con la venia del Plan Cóndor hicieron de las suyas también en Paraguay, Bolivia, Chile, Colombia y sobre todo en Argentina, país en el que desaparecieron más uruguayos que en nuestro propio territorio nacional.

Tampoco se debe olvidar el caso de la maestra Elena Quinteros, quien fue secuestrada en Uruguay mientras intentaba huir de sus captores refugiándose en los jardines de la embajada de Venezuela en Montevideo, territorio del país caribeño.

El desbaratamiento financiero de las organizaciones comunistas en Uruguay fue desde el comienzo unos de los principales objetivos, motivo por el cual se robó dinero, propiedades y bienes pertenecientes a los comunistas.

Así lo relató a LA REPÚBLICA Lewis Rostand, investigador de Crysol. «Ellos tenían las fichas de 40.000 militantes; reprimieron principalmente a los que tenían que ver con la parte financiera; torturar se volvió un negocio muy rentable», agregó. La «Casa de Punta Gorda» (también conocida como «Infierno Chico», ubicada sobre la Rambla República de México) fue el lugar en el que se aplicó la mayoría de las torturas durante los primeros meses del Operativo Morgan hasta que se acondicionó el llamado «300 Carlos» o simplemente «Infierno», montado en el Servicio de Material y Armamento (SMA) ubicado en los fondos del Batallón de Infantería Blindado Nº 13, lugar donde en el año 2005 aparecieron los restos óseos de Fernando Miranda, miembro del PCU, a pocos metros del lugar donde fueron encontrados los restos de Eduardo Bleier.

A principios de 1976, la dictadura emitió dos comunicados con las felicitaciones correspondientes a los funcionarios que como integrantes del OCOA participaron de dicha operación anticomunista. El 26 de enero de 1976 el Comando de la Jefatura de Policía felicita a 8 funcionarios del Departamento Nº 5 de la Dirección Nacional de Información e Inteligencia a cargo del inspector general Víctor Castiglioni y el 12 de febrero del mismo año el Comandante de la División de Ejército I Esteban Cristi felicita a 12 oficiales de las Fuerzas Armadas.

Ambos documentos aparecen en el archivo del Grupo Verdad y Justicia.
«Boletín de Órdenes Diarios (BOD) Nº 24.907. Jefatura de Policía 26 de enero de 1976 10º) Felicitaciones del Comando al Personal del Departamento Nº 5 de la Dirección Nacional de Información e Inteligencia, por las investigaciones de dicho Departamento «y que coronaron con el mayor de los éxitos, obteniéndose resultados altamente positivos, en la permanente lucha contra el enemigo». SubCrio. Miguel Míguez, Of. Pcipal. Boris Torres, Agentes de 1ª Ángel Pantellis Biassotti, Vicente Zapata Rami, Roberto Alfonso Pérez, Mario Silvera Roldán y Agentes de 2da. Ernesto Cativa y Jorge Narancio».

Un mes después, el 12 de febrero, el Comandante de la División de Ejército I, Gral. Esteban Cristi firma la orden Nº 130 de felicitación a los oficiales que participaron en las recientes «operaciones antisubversivas» contra el Partido Comunista («Operación Morgan»)»:

«Orden de D.E. I, Nro. 130 de fecha 12 de febrero de 1976. 18 FELICITACIONES. El Comandante de la División siente la satisfacción de destacar la fecunda y silenciosa labor de los Señores Jefes, Oficiales y Personal Subalterno que en el desarrollo de recientes operaciones antisubversivas, han logrado un éxito tan rotundo con los resultados que ya han pasado a dominio público. La guerra sin tregua que el enemigo nos impone obliga a una dedicación valerosa y sin pausas, que no admite de descansos ni dilaciones. Por ello este Comando hace llegar su reconocimiento y felicitaciones a aquellos que con su ejemplo honroso de integridad, profundo espíritu de sacrificio, amor al servicio y muy alto concepto de la responsabilidad de sus jerarquías, vienen desarrollando dicha labor con tanto éxito, particularmente los Señores Tte. Cnel. Manuel Calvo, Tte. Cnel. (PAM) Henry Saralegui, Mayores Ernesto Ramas, Victorino Vázquez, Juan Lezama; Capitanes Omar Lacasa, Rubely Pereyra, Rudyard Scioscia y Ttes. 1ros. Julio Tabárez y Jorge Silveira, Antranig Ohannessian, José Parisi. lo que se descuenta es seguramente la imagen de espíritu que anima a todos los integrantes de esta División. Comandante de la D.E.I General ESTEBAN CRISTI».

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La resurrección de

Eduardo Bleier

Por León Lev.

12 OCTUBRE, 2019

Hace unas semanas se desenterró un nuevo cuerpo en el Batallón de Infantería Nº 13, tristemente conocido durante la dictadura como “300 Carlos” o “Infierno grande”.

Tras ser enviados dichos restos al Equipo de Antropología de Córdoba (Argentina) y luego de cotejarlos con el catálogo de ADN de ex presos uruguayos, se confirmó la identidad: Eduardo Bleier Horowitz,

detenido desaparecido emblemático de Uruguay, quien fuera secretario nacional de Finanzas del Partido Comunista de Uruguay.

Fue detenido en octubre de 1975 en la vía pública como parte de la “operación Morgan”, cuyo objetivo era destruir el Partido Comunista y hacerlo desaparecer por 100 años.

Bleier era padre de cuatro hijos, Irene, Carlos, Gerardo y Rosana. Poseía una personalidad fuerte, de gran temple, de convicciones profundas; integraba la Dirección Nacional del Partido Comunista de Uruguay.

Luego de largos meses de prisión, quedó en 1976 como detenido desaparecido; almas errantes, sin que se supiera su real destino.

Quienes estuvieron junto a él, encapuchados, colgados, torturados, lo recuerdan con un temple invencible. Corajudo, firme.

Lo torturaron salvajemente. Querían obtener las fuentes de los recursos del Partido Comunista.

El fascismo es tortura, vejación, violaciones, pero también es botín de guerra, obtener propiedades, vehículos.

Uno de los hechos mas dramáticos era que ponían a los presos, encapuchados, a hacer el “trencito”. En determinadas circunstancias hacen que los presos escarben en la tierra; debajo, en un pozo, estaba -ensangrentado- Eduardo Bleier. A esa tortura la llamaban el “ghetto”.

Hay un relato de alguien, cuando quedaban alrededor de 200 presos: “Estábamos de plantón, el agotamiento físico y mental eran enormes. De pronto llega la orden, podemos dormir en el piso. Nos despertamos cuando llaman a Eduardo Bleier y le gritan: ‘¿Vas a hablar hoy?’. Bleier se pone de pie y con voz clara y fuerte, contestó: ‘Con ustedes no tengo nada de que hablar ‘.

En ese momento, los carceleros se ponen como locos y empiezan a gritarle de todo y se lo llevan arrastrando y con una brutal golpiza, que apenas pudimos ver debajo de nuestras capuchas. A los gritos lo interrogan los militares: ‘¿No dijiste ayer que ibas a hablar hoy?’. LLovían los insultos y golpes.

La respuesta fue: ‘Les dije que iba a hablar para que levantaran el plantón’, que llevaba días, y los enfrenta con firmeza: ‘Con ustedes no tengo nada de qué hablar’.

Contundente, categórico, desafiante.

Se lo llevaron; en el camino le iban dando una brutal paliza y en medio de los insultos se escuchaban los golpes y las patadas que le propinaban.

Nunca lo volvimos a ver o escuchar.

Algunos piensan que fue su ultima jornada”.

43 años después -ya llevamos 35 en democracia-, la tierra nos devuelve los restos de Eduardo Bleier.

Parece increíble.

Inventaron la “operación zanahoria” para desestimular su búsqueda.

A la Comisión para la Paz del año 2000 (gobierno de Jorge Batlle) las FFAA hicieron llegar un informe que decía que los habían desenterrado, cremado y sus restos, tirados al mar.

Pero la mentira fracasó y 19 años después, aparecen sus restos; el cuerpo casi desnudo, con las manos atadas hacia adelante. Las causas de la muerte están determinadas por los golpes recibidos. Su deceso, por efecto de las torturas.

Eduardo Bleier sintetiza una generación de mujeres y hombres que lucharon contra el nazismo y el fascismo del siglo XX. Hicieron de la pasión política su razón de ser. Buscaban cambiar el mundo: nunca más fascismo, nunca más dictaduras. No buscaban enriquecerse, sino construir un mundo más justo, sin guerras, donde el hombre no fuera el lobo del hombre.

Militante político democrático, comunista, frenteamplista, humanista. De familia judeo-religiosa, provenientes de Hungría, llegaron sus padres, corridos por el hambre y el antisemitismo, para salvarse del Holocausto, de los campos de concentración y los crímenes masivos que se llevaron seis millones de vidas.

Tenía dos pasiones: la música, le gustaba tocar el violín, que aprendió y se ejercitó; y la odontología, que dejó ya en una etapa avanzada de su carrera para dedicarse por entero a la labor partidaria.

Ponía toda su pasión, su entrega y sus argumentos para desarrollar la labor financiera: “Ninguna de las tareas que el Partido requería se debían dejar de hacer por falta de recursos”.

“Al Partido lo financia el pueblo”. Cientos de militantes dedicaban sus energías a obtener su recursos para financiar su propaganda, su funcionamiento, sus locales, sus funcionarios.

No era un “funcionario gris”, como lo quiere describir la propaganda anticomunista. Era un ser humano a carta cabal. Capaz de construir una familia, vivir con deleite los placeres de la vida, pleno de humanismo, amor y fraternidad.

Alto, de ojos claros, mirada penetrante, ademanes enérgicos, era un volcán humano para argumentar sus razones.

Le decían el Ruso, pero era un judío húngaro-uruguayo.

Su “aparición” fue un estruendo en la sociedad uruguaya. Fue una verdadera “resurrección”. Rompió el silencio de los que decían que había que “dar vuelta la página”. Si hubiera triunfado la tesis de la impunidad, nunca se sabría la verdad y tendrían vida cualquier tipo de teorías.

Ya aparecieron seis desaparecidos: Roberto Gomensoro, Ubagesner Chávez Sosa, Fernando Miranda, Ricardo Blanco, el maestro Julio Castro y Eduardo Bleier.

Seguirán apareciendo y los seguiremos desenterrando.

Habrá un velatorio público en el Paraninfo de la Universidad de la República apenas las autoridades judiciales liberen el cuerpo.

La sociedad uruguaya está estremecida. El dolor y el horror recorren la república. Pero las nuevas generaciones tendrán referencias humanas sobre cómo se defendió la democracia y, a pesar de la barbarie autoritaria, el ser humano vence sobre la irracionalidad y el exterminio.

El triste destino de Eduardo Bleier seguirá siendo un faro para las nuevas generaciones. Un grito de nunca más dictaduras.

Una exigencia de construir democracia plena, sin exclusiones, en la que los seres humanos tengan derecho a la vida digna.

 

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Eduardo Bleier:

¡Héroe de la Patria!

10 octubre 2019

Cuando se confirmó la noticia estaba en la casa de una compañera que tiene a su hermano desaparecido. Asesinado por tortura en el mismo lugar que mataron a Eduardo.

El impacto fue tremendo.

Bleier era odontólogo como mis padres y mi tío Juan. Bleier, como dijo su hijo Gerardo entre otras razones, lo asesinaron por ser un luchador radical contra la dictadura fascista. Por estar del lado de los trabajadores y ayudar a crear una estructura financiera puesta al servicio de la lucha para terminar con esta sociedad injusta.

Yo lo vi en dos oportunidades. Una en el consultorio de mi tío Juan, que estaba en Colonia y Barrios Amorín. Fue en las primeras horas de la tarde del 26 de marzo de 1971. Yo estaba con mi padre. Habíamos venido desde Young para participar en el acto de bautismo en la calle del recién fundado Frente Amplio.

Estábamos hablando con el tío Juan, cuando entro un hombre grande, muy vital, que saludaron los mellizos Alsina; era Eduardo Bleier, que le dijo a mi tío: “Juancito, necesitamos 1.000.000 de pesos para financiar el acto.” Con un gesto mi tío dio el OK.

Recuerdo la mirada de mi padre asombrado, por la cifra enorme que estaba diciendo. Se retiro, no sin antes saludar y se fue a paso seguro.

Juan le dijo a mi padre Ramón: lo conocés, es el secretario de finanzas del Partido. El Frente se había fundado en febrero de 1971. Recién empezaba a estructurarse. Siguió mi tío: “Ramón, el Partido financia el acto.” Se refería al Partido Comunista. Mi padre, igual que mi madre pertenecían al otro partido histórico de la izquierda uruguaya, el Partido Socialista.

El acto fue increíble, yo nunca había visto tanta gente. Tenía 14 años. En mi mente repiqueteaba lo dicho por mi tío preferido. Sabía que había estado en la seguridad del Ché cuando estuvo en Uruguay en 1961. En 1971 integraba la Comisión de Recursos del Partido, que después me enteré en democracia que la formaban 200 personas. Y eso lo dirigía Eduardo Bleier. Para obtener aportes importantes hay que saber convencer a la gente. El equipo de Bleier era de primera.

La segunda vez que lo vi, fue en el año 1974, en plena dictadura, estaba clandestino y buscado. Fue en el velatorio de mi tío Juan, que falleció de un infarto post-operatorio, en la primera operación que hizo en el Uruguay, el doctor Favaloro. Uno de los que le dijo a mi tío Juan que no se operara, fue Eduardo. ¡No Juancito!, no te operes, que vas a vivir muchos años.

Mi tío tenía un consultorio con una colega la doctora Galasi –perdonen si el apellido no es exacto-, que era una de las mejores dentistas del Uruguay. Tenía y tiene un sobrino que es uno de los mejores poetas de este país, con el que jugábamos, cuando éramos niños. En el consultorio de mi tío que era también un muy buen odontólogo, se atendían varios militares del proceso dictatorial. No sabían que mi tío era comunista y si lo sabían, igual se atendían con él. Yo me acuerdo de un general y de un coronel experto en geopolítica que había ido a la escuela Sanguinetti en la Unión con Juan y Ramón, mi padre. Con ese coronel, que no era frenteamplista, pero eran amigos desde la infancia, la discusión política era tremenda. Pero con respeto. Juan cuando se posesionaba subía el tono de voz, típico de los Alsina.

Un día estando del otro lado de una mampara, donde mi tío lo estaba atendiendo, se escuchaba la discusión acalorada, pero cordial. Luego se despidieron. Mi padre que había escuchado le preguntó algo a su hermano, que no recuerdo con precisión. No recuerdo si era el año 1972 o si era ya durante el comienzo de la dictadura. Pero me quedó la idea de que Juan le decía que nos iban a reventar y el coronel le decía que no exagerara. La vida le dio la razón a mi tío. Ese coronel le compraba la revista Estudios y además Juan le “sacaba” un aporte para el Partido. Al general lo trataba profesionalmente.

El día del velorio, apareció de improviso Eduardo Bleier. Lo rodearon varios compañeros, para que no lo vieran los milicos. Le dijeron que se estaba exponiendo demasiado. Y Eduardo – me quedó grabado para toda la vida- dijo: “Ellos no saben que estoy y tengo que despedir a un hermano.” Saludo a Carmencita –esposa de Juan- y a sus hijas Laurita y Pilar. Paso por un costado de los militares, que estaban acompañados, saludó a la familia de Juan y se retiró.

Después Bleier fue el encargado de la Carta Semanal clandestina, que editaba el Partido Comunista. Cayó el 29 de octubre de 1975 en plena Operación Morgan. Lo torturaron salvajemente por lo que representaba para la lucha contra la dictadura. Lo odiaban por partida doble: por comunista y por su origen judío.

Era un hombre vital, fuerte, y conciente de los riesgos que corría. Lo torturaban igual que a Fernando Miranda para que dijeran que la CX 30 Radio Nacional era del Partido. ¡Prefirieron la muerte! ¡Los dos son héroes de la patria! Caminan con nosotros.

Esa radio ya la dirigía José Germán Araújo, quien durante toda la dictadura se transformó en la voz de la resistencia.

Quiero mandar un fuerte abrazo a toda la familia Bleier. Eduardo es para siempre parte del mejor patrimonio de los orientales.

Por el Prof. Gonzalo Alsina

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Las piedras clamarían:

Eduardo Bleier

14 de octubre de 2019 

Escribe: Juan Francisco Costa 

Me une una relación de vecindad y de vida de muchos años con una de las ramas de la familia Bleier, que culminó una etapa larga de su calvario. Y ello me mueve a compartir con los lectores algunas reflexiones que me brotan así, atribuladas y compulsivas. Con la aparición de los restos de Eduardo Bleier se consuma un eslabón más de una cadena de hechos lacerantes y terribles que van rasgando la tela escrupulosamente tejida de impunidad y silencio, que ha pretendido inútilmente sepultar un pasado ignominioso y emponzoñado. En tal sentido este nuevo hallazgo, con todo lo removedor y terrible que tiene, es reconfortante y justiciero (parcialmente justiciero, mientras no haya justicia de verdad). Pero lo que más me mueve a alzar la voz es el patético contraste entre ciertas formas de la tilinguería reinante, el batiburrillo de las redes y la propaganda electoral, y estos ramalazos del horror. Es elocuente que, a menos de tres semanas del acto electoral, la tierra nos devuelva otro mártir de aquel pasado tenebroso. Pero el pasado siempre es presente. No existe palmariamente otra forma del tiempo existencial que el ahora, razón por la cual, en medio de todo lo bueno y positivo que tiene la confrontación de ideas en libertad y el pluralismo ideológico, rechina, sin embargo, la casi carnavalización de estas campañas, con el claroscuro de los muertos que siguen apareciendo como un espectáculo obsceno.

La sociedad, y especialmente algunos sectores de la dirigencia política, continúan ignorando –o se hace como que se ignora–, la tragedia embozada que nos condiciona como colectividad desde hace 50 años. Mario Benedetti escribió allá por la década de 1960 un libro al que tituló El país de la cola de paja, para describir las múltiples formas de falsedad social de los uruguayos, nuestro doble discurso y nuestra conciencia culposa. Quién hubiera dicho que con el tiempo esa “cola de paja” –conciencia más o menos acallada y vergonzante– iba a cobrar dimensiones de tamaña vastedad, y contenidos tales de iniquidad y tragedia: esa cola de paja, en forma de un ominoso silencio, cómplice y culpable, ese continuo barrer bajo la alfombra a escala colectiva. El mismo silencio de muchos, que nos rodeó como un coro replegado cuando nos destituían del trabajo, nos llevaban encapuchados a los cuarteles, nos torturaban o mataban. Acá no pasaba nada. Acá sigue sin pasar nada (salvo las honrosas excepciones de los incansables luchadores por verdad y justicia, el trabajo admirable de los familiares y algunas acciones esporádicas en la búsqueda de la verdad por parte del gobierno). Ese silencio ratificó ominosamente la doble derrota de los plebiscitos contra la ley de impunidad.

Siempre que vuelvo a la lectura de Macbeth –la magistral tragedia de William Shakespeare, la historia de aquel príncipe que colmó la copa de horror y de sangre con sus crímenes y acaba siendo asaltado por los fantasmas de sus propias víctimas–, recuerdo la sentencia de uno de los críticos de esta obra: “El pasado siempre vuelve”. Gran verdad, que acá ha sido ignorada de forma desaprensiva o deliberada. Estamos sentados sobre muertos. Caminamos sobre muertos, exterminados de las formas más horribles y después desaparecidos. Ellos nos tienen o debieran tenernos mandatados.

Hace unos días, un general y candidato presidencial declaró que la tortura y desaparición de personas fue un “error” y que el militar que haga eso “se equivoca”. Hiela la sangre que alguien califique así un crimen execrable, sobre todo cuando se trata de alguien que hasta hace poco perteneció a la institución que ejecutó esos hechos horrorosos. A muy pocos se les movió un pelo ante semejante horror. O, más recientemente todavía, este personaje “no sabe y no contesta”, porque, según él, no debe hablarse del pasado; como si el presente no fuera una materialización a cada instante de todo nuestro pasado. Y un pasado del que, en su caso, se ha sido protagonista y responsable. Esto es expresión de iniquidad o, en la ejemplar definición de Hanna Arendt en relación con los verdugos del Holocausto, “la banalidad del mal”.

Vivimos una historia mal zurcida, en la que cada tanto van reventando pústulas de un horror inenarrable que como sociedad hemos ido cuidadosamente escamoteando.

Hay unos versos de Esquilo, el dramaturgo del siglo V a. C., pertenecientes al coro de una de sus tragedias, en los que se evoca con perfidia artística lo más siniestro de una guerra: “Ares, el cambista, devuelve cadáveres por hombres”. Es una imagen siniestra y verdadera, pero, con todo lo que pudiera aplicarse en nuestro caso, aún no alcanza. Porque acá ni siquiera hubo una guerra, al menos en el sentido convencional del término. Y, en todo caso, cuando se fueron perpetrando estos crímenes horribles, la supuesta guerrita ya había acabado hacía rato. Lo que hubo fue el ensañamiento de todo el poder del Estado, ejecutado con brutal sevicia contra un pueblo indefenso.

Declaraciones como las que invocamos deberían herir la sensibilidad y la conciencia ética de todos como el peor ultraje. La “normalidad” en que todos parecemos sobrevivir (y empleo deliberadamente el verbo) es insana y falsa. ¡Seis cadáveres encontrados casi 50 años después, de casi 200 desaparecidos! Y una cadena de mentiras sostenida con impudicia a lo largo de este tiempo, que no hace más que perpetuar los crímenes de lesa humanidad y el calvario de las familias de los mártires. En 2005, las Fuerzas Armadas comunicaron al Poder Ejecutivo que los restos de Eduardo Bleier habían sido cremados y arrojados al mar. Esto es, de por sí, un ultraje a la conciencia cívica del país y a la más elemental conciencia ética de todos.

Vivimos una historia mal zurcida, en la que, cada tanto, van reventando pústulas de un horror inenarrable que como sociedad hemos ido cuidadosamente escamoteando. Nos sigue quedando luchar contra la desmemoria, porque, como ya lo sentenció Benedetti en uno de sus libros de poemas, “el olvido está lleno de memoria”.

Eduardo Bleier, comunista y judío (doble estigma para la vesanía de sus verdugos), y sobre todo hombre ejemplar, entregó su vida por no traicionar a sus compañeros. Ello reconcilia con la condición humana. ¡Y a qué precio! A nosotros nos queda no olvidar ni callarnos. En uno de los relatos evangélicos, se registran estas palabras de Jesús, dirigidas a los fariseos: “Si ellos callasen, clamarían las piedras”. (Lc., 19, v. 40).

Hablemos antes de que las piedras clamen.

Juan Francisco Costa es profesor de Literatura.

 

 

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Despiden y homenajean a

Eduardo Bleier en la Universidad

El homenaje es a Bleier pero en sus restos homenajeamos a la lucha de miles de mujeres y hombres que lo dieron todo, dijo Mazzarovich

14 octubre 2019

Madres y Familiares de Detenidos Desaparecidos, el Frente Amplio, el Partido Comunista, el Consejo Directivo Central (CDC) de la Universidad de la República, el Pit Cnt, organizaciones sociales y de defensa de los derechos humanos convocan este mediodía a homenajear y despedir a Eduardo Bleier, detenido desaparecido cuyos restos fueron encontrados a fines de agosto en el Batallón 13.

Este lunes 14 de octubre fue declarado duelo universitario. El rector Rodrigo Arim convoca «a toda la sociedad uruguaya y a la comunidad universitaria en particular» a participar de su homenaje.

El dirigente comunista y amigo de Bleier, Jorge Mazzarovich dijo a Informe nacional que el encuentro de los restos ratifica las denuncias realizadas a lo largo de estas décadas frente a la mentira, los responsables de los asesinatos, torturas y violaciones y que los responsables deberán pagar ante la justicia.

“Aquellos que quieren encubrir ahora a los responsables de estas barbaridades tienen la misma responsabilidad que los que mintieron y que los que mataron”, afirmó Mazzarovich.

Mazzarovich recordó a Bleier desde su pertenencia al Partido Comunista siendo muy joven y luego ocupando cargos muy importantes en la dirigencia.

“Estaban todos los detalles del asesinato de Bleier denunciados por su familia y varios compañeros y su desaparición donde lo encontraron, allí en el 300 Carlos”, señaló.

El homenaje es a Eduardo Bleier pero en sus restos homenajeamos a la lucha de miles de mujeres y hombres que lo dieron todo en nuestro país para terminar con la dictadura, recuperar la democracia y para que la sociedad uruguaya tenga la vida digna que se merece, afirmó.

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El  pueblo uruguayo despide los restos de

EDUARDO BLEIER

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DESPEDIDA

14 de octubre de 2019

Se realizaron las honras fúnebres

a Eduardo Bleier con la presencia

de Tabaré Vázquez

Este lunes se realizaron en el Paraninfo de la Universidad de la República las honras fúnebres a Eduardo Bleier, cuyos restos fueron hallados en el Batallón de Infantería Nº 13. El presidente Tabaré Vázquez participó del homenaje.

Una multitud se congregó en el Paraninfo de la UDELAR para despedir a Eduardo Bleier, el militante del Partido Comunista del Uruguay detenido por las fuerzas represivas en octubre de 1975, en el marco de la “Operación Morgan”.

Bleier falleció en 1976 a causa de los apremios físicos a los que fue sometido en el centro de reclusión clandestino conocido como “300 Carlos” o “Infierno grande”, ubicado en el Servicio de Material y Armamento, un predio contiguo al Batallón 13, donde el pasado 27 de agosto fueron encontrados sus restos.

En el marco del homenaje, el coordinador del Grupo de Trabajo por Verdad y Justicia, Felipe Michelini, resaltó que el presidente de la República, Tabaré Vázquez,  el 1° de marzo de 2005, anunciaba que “se iba a excavar en los cuarteles, donde hubiera indicios de existencia de restos, para que dejaran de ser cementerios clandestinos”.

“En aquella oportunidad expresaba que quería saber ‘qué pasó con tantos ciudadanos, si están o no enterrados allí y, si están, serán recuperados, identificados y entregados sus restos a los familiares. Si no están, tendremos que saber por qué no están y qué pasó con ellos’”, recordó Michelini en alusión a las palabras de Vázquez cundo asumió el primer gobierno de izquierda.

Destacó que el cambio de la política sobre las graves y sistemáticas violaciones a los derechos humanos en el pasado reciente “dio así un giro muy radical”.

Dijo que es necesario recordar que el terrorismo de Estado avasalló las instituciones democráticas, sometió a un férreo control social y represivo a nuestro pueblo, consolidó la tortura sistemática, la violación y el abuso sexual de los detenidos, la prisión prolongada, las ejecuciones extrajudiciales y la desaparición forzada dentro y fuera de fronteras”,

“Sus víctimas fueron y son personas indefensas. La acción represiva fue una obra diseñada, ordenada y ejecutada desde las máximas autoridades del régimen incluidos, obviamente, los mandos militares”, remarcó.

A los crímenes les siguió tanto la “ineficacia como la anulación de los mecanismos de protección y la negación sistemática de los hechos”. Desde el mismo momento que ocurrieron fueron denunciados.

Recuperada la democracia, más allá de todos los esfuerzos, “el país fue sumido en la impunidad a través de la sanción, aplicación e interpretación de la Ley de Caducidad o de impunidad”.

Remarcó que Bleier “probablemente no pudo imaginarse la saña de las torturas a las que iba a ser sometido por su tarea vinculada a la militancia y a su condición de judío. Por otra parte, no pudo suponer jamás que el castigo a su compromiso se iba a trasladar a su esposa, a sus hijos y nietos por 44 años, al ser objeto de la desaparición forzada”.

Fue objeto de “durísimas torturas y vejámenes como lo señalan múltiples testimonios, y las condiciones en las que fueron hallados sus restos confirman el tratamiento recibido”.

“Los responsables de su secuestro, tortura, desaparición y muerte fueron muy valientes en el momento de torturar víctimas indefensas y por el contrario, han demostrado una cobardía sin límites a la hora de enfrentar sus responsabilidades, articulación de un pacto mafioso de negación o deformación de los hechos, ocultamiento de la información y la construcción de la mentira sistemáticas en el abuso burdo de todas las garantías del proceso para eludir sus responsabilidades de tan monstruosos hechos”, dijo.

Tabaré Vázquez durante el velatorio de Eduardo Bleier en el Paraninfo de la UDELAR. Foto Presidencia de la República.

Causa sagrada y tarea irrenunciable

Michelini remarcó que la búsqueda de detenidos desaparecidos por el terrorismo de Estado “debe ser una causa sagrada y tarea irrenunciable para dejar un legado de dignidad. Ese es el futuro que queremos y debemos construir”.

“Nuestra democracia y Estado de derecho no pueden sustentarse en ocultamientos, en cultura de la  impunidad ni en el olvido”, indicó.

Por tal motivo, definió como trascendente el trabajo de tantos y en especial de la Asociación de Madres y Familiares de Uruguayos Detenidos Desaparecidos.

“Continuar con la causa es el más sentido homenaje a Eduardo Bleier. ¡Viva la democracia uruguaya!”, sentenció Michelini.

También participaron de la despedida los integrantes de la fórmula presidencial frenteamplista, compuesta por Daniel Martínez y Graciela Villar, jerarcas de gobierno, legisladores, integrantes de organizaciones de derechos humanos y sindicales, y familiares de Bleier.

 

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Los restos del militante comunista fueron hallados en agosto, en un centro clandestino de detención

Emotiva despedida a

Eduardo Bleier en Uruguay

15 de octubre de 2019

 

La ceremonia pública en la sede de la Universidad de la República contó con la presencia del presidente Tabaré Vázquez, el candidato Daniel Martínez y el expresidente José “Pepe” Mujica, entre otros referentes del Frente Amplio.

Tabaré Vázquez participó de la despedida a Eduardo Bleier.  

Los restos del militante Eduardo Bleier, desaparecido en 1975 y hallado en agosto en el sitio donde funcionó un centro clandestino de detención durante la última dictadura (1973-1985), fueron finalmente despedidos el lunes en Uruguay. La ceremonia pública en la sede de la Universidad de la República (UdelaR) contó con la presencia del presidente Tabaré Vázquez, el candidato Daniel Martínez y el expresidente José “Pepe” Mujica (2010-2015), entre otros referentes del Frente Amplio. Bleier, que militaba en el Partido Comunista, fue detenido, secuestrado y finalmente falleció a causa de las torturas recibidas.

Entre banderas de la militancia del Partido Comunista y cientos de rosas rojas, familiares de Bleier, representantes de organismos de derechos humanos y políticos presentes dieron inicio a la ceremonia entonando las estrofas del himno nacional uruguayo. Acto seguido Felipe Michelini, del Grupo de Trabajo por Verdad y Justicia e hijo de Zelmar Michelini, ejecutado en Buenos Aires en mayo de 1976, leyó un mensaje en honor a Bleier, su trayectoria y compromiso con la lucha por la democracia.

“La búsqueda debe ser entendida como una causa sagrada para todos los uruguayos. (…) Nuestra democracia, el estado de derecho y la plena vigencia de los derechos humanos, no pueden sustentarse en el ocultamiento, en la cultura de la impunidad y en el olvido”, dijo el único orador de la ceremonia, emocionado y al borde del llanto.

“El 1º de marzo de 2005 usted anunciaba que se iba excavar en los cuarteles, en donde hubiera indicios de la existencia de restos, para que éstos dejaran de ser cementerios clandestinos”, le recordó más tarde Michelini al presidente Tabaré Vázquez, presente en la ceremonia, valorando su compromiso en el camino iniciado para conocer la verdad de los años de Dictadura. El mandatario fue recibido con aplausos en la explanada de la UdelaR y, si bien decidió no hacer declaraciones, se situó junto a la familia de Bleier y escuchó atentamente las palabras de Michelini.

Por su parte, el expresidente Mujica destacó en rueda de prensa a la salida del sepelio que “aparte de la monstruosidad atrás de esto que hay, lo que más duele es la mentira”. Agregó que está “convencido” de que existe un “pacto de silencio” para no encontrar a los restantes detenidos desaparecidos.

Eduardo Bleier nació en 1927 y fue detenido por la dictadura uruguaya en 1975, a los 47 años. Fue dirigente del Partido Comunista e integrante del Comité Central del partido. En 1975 se encargaba de la propaganda clandestina. Estaba casado y tenía cuatro hijos. La Operación Morgan fue el operativo creado por la dictadura uruguaya para detener a opositores, en especial del PC. Bleier fue una de sus víctimas.

A fines de agosto se hallaron restos humanos en el Batallón 13. La semana pasada se confirmó que pertenecían a Bleier, que había sido secuestrado mientras caminaba por la calle el 29 de octubre de 1975. Luego lo trasladaron a la casona de Punta Gorda y posteriormente al 300 Carlos, un centro clandestino de detención ubicado en las inmediaciones del Batallón 13, donde finalmente falleció, entre el 1º y el 5 de julio de 1976, a causa de las torturas recibidas.

 

 

 

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DESAPARECIDOS

14 de octubre de 2019

Institución de Derechos Humanos

expresa que la búsqueda de

desaparecidos debe continuar

La Institución Nacional de Derechos Humanos y Defensoría del Pueblo (INDDHH) manifestó que comparte el sentimiento de la gran mayoría de los uruguayos que creen firmemente que la búsqueda de los desaparecidos debe continuar porque hoy más que nunca se hace necesario alcanzar la verdad, y recuperar a las víctimas para devolverlas a sus familias y a la sociedad, por ello y reafirma su compromiso con la continuidad de la búsqueda para conocer la verdad.

Este lunes 14 de octubre, la INDDHH emitió una declaración en ocasión del homenaje que se le realizó a Eduardo Bleier en el Paraninfo de la Universidad de la República.

“Hoy los uruguayos rendimos homenaje a Eduardo Bleier, compatriota hasta hace pocos días ‘desaparecido’ y ahora recuperado por su familia y por el pueblo”, remarcó la INDDHH.

Por tal motivo hizo llegar su expresión de apoyo y solidaridad a los familiares y amigos de Bleier.

Asimismo, la institución manifestó que la desaparición forzada es uno de los crímenes más terribles que se puede cometer.  “Acarrea la violación de múltiples derechos humanos y afecta profundamente a la víctima y su familia”.

“El daño ocasionado se hace más profundo cuanto más perdura la incertidumbre sobre el paradero y el destino de la víctima.  El sentimiento de miedo que generan las ‘desapariciones’ se expande también en la comunidad dando lugar a un clima generalizado de terror e inseguridad en torno al accionar del Estado y sus agentes”, expresa la INDDHH.

La búsqueda debe continuar

“El hallazgo de los restos de Bleier nos compele a reflexionar sobre el futuro. Encontrar la verdad tantos años negada y vencer el ocultamiento cobarde de las más graves atrocidades cometidas en nuestro país, es una responsabilidad de toda la sociedad, al tiempo que reafirmamos la exigencia al Estado para que se continúe con la búsqueda de las otras víctimas de desaparición forzada”, expresa la institución en su comunicado.

Remarca, asimismo, que la gran mayoría de los uruguayos cree firmemente que la búsqueda de los desaparecidos debe continuar, “porque hoy más que nunca se hace necesario alcanzar la verdad, y recuperar a las víctimas para devolverlas a sus familias y la sociedad”.

La INDDHH   “comparte este sentimiento y reafirma su compromiso con la continuidad de la búsqueda para conocer la verdad, confirmar la dignidad de todas las víctimas y cerrar el ciclo de impunidad sobre los crímenes del terrorismo de Estado”.

 

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Una multitud despide a Eduardo Bleier

en el Paraninfo de la Udelar

14 de octubre de 2019 

Concurrieron el presidente Vázquez, José Mujica y la fórmula del Frente Amplio.

Una multitud despide desde este mediodía los restos de Eduardo Bleier en la antesala del Paraninfo de la Universidad de la República. A las 12.15 llegó el presidente Tabaré Vázquez, que fue recibido con un fuerte aplauso de la multitud e ingresó a la sala junto con la fórmula presidencial del Frente Amplio (FA).

Una vez dentro, se encontraron con los hijos de Bleier y con el coordinador del Grupo Verdad y Justicia, Felipe Michelini. Entonaron las estrofas del himno nacional, que cerró con un fuerte aplauso. Michelini, emocionado y al borde del llanto, leyó un mensaje en honor a Bleier, su trayectoria y compromiso con la lucha por la democracia.

También estuvieron presentes el expresidente José Mujica, Lucia Topolansky, Oscar Andrade, Mario Bergara, Carolina Cosse, entre otros dirigentes del FA. El candidato del Partido Independiente, Pablo Mieres, fue el otro candidato a la Presidencia que estuvo presente y reinvindicó la necesidad de que todos los partidos se comprometan en la búsqueda de detenidos desaparecidos.

Los restos fueron hallados en el ex Batallón 13 a fines de agosto y la semana pasada se confirmó que pertenecían a Bleier, militante del Partido Comunista del Uruguay, que había sido secuestrado mientras caminaba por la calle el 29 de octubre de 1975. Luego lo trasladaron hasta la casona de Punta Gorda y posteriormente al 300 Carlos, un centro clandestino de detención ubicado en las inmediaciones del Batallón 13, donde falleció, entre el 1º y el 5 de julio de 1976, por los apremios físicos y torturas que recibió por parte de militares.

El presidente Tabaré Vázquez, a su arribo al homenaje a Eduardo Bleier, en la Universidad de la República.

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“No pueden callar la tierra”:

Miles de personas homenajearon

y despidieron los restos de Eduardo Bleier

15 de octubre de 2019 | 

Escribe: Lucía Gandioli

La multitud pidió reforzar la búsqueda de desaparecidos.

Un retrato de Eduardo Bleier se destacaba en la fachada de la Universidad de la República (Udelar). A la izquierda, un cartel gritaba: ¡Presente! A la derecha, otro reclamaba: “Nunca más terrorismo de Estado”. A sus pies, una avenida 18 de Julio colmada. Ayer, una multitud se concentró allí a homenajear y despedir los restos de Bleier, militante del Partido Comunista del Uruguay (PCU) que fue secuestrado mientras caminaba por la calle el 29 de octubre de 1975, trasladado hasta el centro clandestino de detención que funcionaba en una casona en Punta Gorda y posteriormente al llamado 300 Carlos, ubicado en las inmediaciones del Batallón 13. Bleier falleció, en una fecha estimada entre el 1º y el 5 de julio de 1976, como consecuencia de los apremios físicos y torturas a los que lo sometieron los militares.

Eran miles los rostros serios que observaban la fotografía desde abajo con los ojos llenos de una mezcla de tristeza y alivio. No faltaron las sonrisas ni las lágrimas. En el silencio se respiraba respeto y el firme reclamo por justicia y verdad. También rabia por las atrocidades cometidas durante la dictadura y el dolor por los que aún faltan. Esperaban a que llegaran las 12.00 y abrieran las puertas hacia la antesala del Paraninfo, donde, en una caja de madera solemne, resguardada e iluminada por ramos de flores, estaban los restos de Bleier, que fueron hallados en el ex Batallón 13 el 27 de agosto e identificados el 7 de octubre.

Una vez abierta la puerta, la multitud comenzó a moverse despacio para ingresar, pero la mayoría permaneció afuera. El presidente Tabaré Vázquez fue recibido por un largo aplauso e ingresó a la sede de la Facultad de Derecho acompañado de la fórmula presidencial del Frente Amplio (FA), Daniel Martínez y Graciela VIllar, que había llegado minutos antes. Dentro se encontraron con la familia Bleier y el coordinador del Grupo de Verdad y Justicia (GVJ), Felipe Michelini. Dispuestos en una especie de círculo, entonaron las estrofas del Himno Nacional.

“Nos encontramos esta mañana para honrar, homenajear y despedir los restos de quien fuera Eduardo Bleier, odontólogo de profesión, esposo, padre de cuatro hijos”, leyó Michelini. En una carta dirigida a todos los presentes y al propio Bleier, Michelini recordó su trayectoria, sus compromisos con el PCU y su lucha por la justicia. “La búsqueda [de desaparecidos] debe ser entendida como una causa sagrada de todos los uruguayos”, prosiguió el coordinador, y planteó que “no ha sido fácil conocer la verdad; perversamente no la dicen o mienten, pero no pueden hacer callar a la tierra”. “Eduardo, te buscamos siempre. Rosa [su esposa] y Elena [su hermana] movieron cielo y tierra para ubicar tu paradero. Bienvenido a casa, descansa en paz. Nunca te fuiste, siempre has estado y seguirás viviendo en tus nietos, en nuestro corazón y en nuestra lucha”, concluyó Michelini entre lágrimas.

El presidente y la fórmula oficialista se retiraron sin hacer declaraciones. Vázquez únicamente manifestó que hacía suyas las palabras de Michelini. El candidato del FA publicó después en su cuenta de Twitter: “La democracia fue fracturada y también los derechos humanos. Los familiares y la sociedad siguieron buscando y hoy con dolor se confirma el ocultamiento. Querido Gerardo Bleier, somos miles los que estamos contigo, con una serena paz. Seguiremos la búsqueda por verdad y justicia”.

Tabaré Vázquez y Gerardo Bleier, durante el homenaje y despedida a Eduardo Bleier, ayer, en la Universidad de la República.

Javier Tassino, integrante de la organización Madres y Familiares de Uruguayos Detenidos Desaparecidos, dijo a la prensa que con el hallazgo “dimos un paso importante”. “Es para nosotros muy significativo y conmovedor, se cruzan muchos sentimientos y nos inspira a seguir buscando”, agregó. Planteó la necesidad de “seguir desarrollando la memoria sin odio y sin rencores”, y de “profundizar la democracia”. “La democracia trae la paz, trae el beneficio para la gente y prosperidad”, expresó.

Tassino anunció que se iniciará una intervención en el ex centro de reclusión La Tablada, ubicado en Camino Melilla, que ya está autorizada por la Justicia. Manifestó que continúan los trabajos de búsqueda en el Batallón de Infantería Paracaidista 14, en Toledo, que comenzaron el miércoles 9 de octubre. Además, siguen las excavaciones en el Batallón 13, que se vieron interrumpidas el fin de semana por las intensas lluvias.

En diálogo con la prensa, el ministro de Defensa Nacional, José Bayardi, confirmó que por el momento no hay novedades sobre las excavaciones en el Batallón 14. El ministro dijo que “por suerte” se le ha podido dar respuesta a una familia, pero “quedan todavía un número muy importante de familias” que buscan a sus familiares. “Ese debería ser un compromiso del conjunto de la sociedad”, agregó. Según dijo, hallar los restos no hubiera sido posible de no ser por los gobiernos del FA. Además, sostuvo que es una “canallada incalificable” que dirigentes políticos de la oposición vinculen este hecho con una estrategia política. “Los que están sosteniendo esto no sólo no hicieron nada, sino que, en algún caso, hasta ocultaron. Estoy refiriéndome a Cabildo Abierto y particularmente a [Guido] Manini [Rios]”.

Además de Bayardi, estuvieron presentes el ex presidente José Mujica, la vicepresidenta Lucía Topolansky, los ex precandidatos Óscar Andrade, Carolina Cosse y Mario Bergara, el presidente del FA, Javier Miranda, entre otros dirigentes de la coalición de izquierda. También asistieron integrantes de movimientos sociales y la central obrera PIT-CNT. Además de Martínez, asistió el candidato del Partido Independiente, Pablo Mieres, junto a su compañera de fórmula, Mónica Bottero.

“Aparte de la monstruosidad atrás de esto, lo que más duele es la mentira”, dijo Mujica a la prensa antes de retirarse del homenaje. “Siempre faltan cosas por hacer, hay mucho secreto. Yo estoy convencido de que hay pactos de silencio. Se dice que hay gente del gobierno porque la gente se manijea, no entienden lo que es el funcionamiento de una corporación”, sentenció el ex presidente, según recogió Teledoce. El ex presidente aseguró que el gobierno jamás alimentó un pacto de silencio y sostuvo que este se establece entre generales, lo que explica que los pocos datos que llegan provienen de ex soldados.

Diez minutos antes de las 15.00, la puerta de la Udelar se cerró, y minutos después la multitud se abrió para ver pasar el cortejo que trasladaba los restos de Bleier entre un aplauso sostenido durante un buen rato. En un lapso de silencio, Gerardo Bleier gritó: “Gracias a todos compañeros”, y se despidió para trasladarse con su familia al sepelio. Los restos de Bleier descansan ahora junto a los de su esposa.

 

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Multitudinaria despedida a

Eduardo Bleier en el

Paraninfo de la Udelar

Crónica de Pablo Alfano

Este lunes, cientos de personas acudieron al Paraninfo de la Universidad de la República para despedir a Eduardo Bleier, detenido y desaparecido por el terrorismo de Estado y cuyos restos fueron encontrados el pasado 27 de agosto en el Batallón 13.

Con la presencia, en el inicio, del presidente Tabaré Vázquez, quien al llegar fue ovacionado por los asistentes, se hizo el velatorio público del militante comunista detenido en octubre de 1975 en el marco de la operación Morgan.

Bleier, responsable de finanzas  y de la conducción de la Departamental de Montevideo del Partido Comunista, falleció en 1976, en el centro de detención clandestino  “300 Carlos” —también conocido como “Infierno grande”— a causa de torturas, según señalan varios testimonios y confirman las pericias forenses realizadas sobre sus restos.

El presidente Vázquez participó de un sencillo homenaje a cargo de Felipe Michelini, quien fuera coordinador del grupo Verdad y Justicia y luego se retiró sin hacer declaraciones.

En su discurso, Michelini recordó la figura de Bleier e hizo un repaso de lo que significó la última dictadura uruguaya. “Avasalló las instituciones democráticas, sometió a un férreo control social y represivo a nuestro pueblo, consolidó la tortura sistemática, la violación y el abuso sexual de los detenidos, la prisión prolongada, las ejecuciones extrajudiciales y la desaparición forzada dentro y fuera de fronteras”, dijo.

“Sus víctimas fueron y son personas indefensas. La acción represiva fue una obra diseñada, ordenada y ejecutada desde las máximas autoridades del régimen incluidos, obviamente, los mandos militares. A los crímenes les siguió tanto la ineficacia como la anulación de los mecanismos de protección y la negación sistemática de los hechos. Desde el mismo momento que ocurrieron fueron denunciados. Recuperada la democracia, más allá de todos los esfuerzos, el país fue sumido en la impunidad a través de la sanción, aplicación e interpretación de la ley de caducidad”.

“Bleier tenía alta responsabilidad dentro de su partido”, señaló a continuación Michelini. “Seguro tenía cierta idea de los riesgos que enfrentaba, a pesar de lo cual continuó defendiendo sus convicciones. Probablemente no pudo imaginarse la saña de torturas a las que fue sometido por su tarea vinculada a la militancia y a su condición de judío. Por otra parte, no pudo suponer jamás que el castigo a su compromiso se iba a trasladar a su esposa, a sus hijos y nietos por 44 años, al ser objeto de la desaparición forzada”.

En su discurso Michellini subrayó las artimañas desplegadas por los militares para eludir responsabilidades en la violación sistemática de los derechos humanos. “Fueron muy valientes en momento de torturar víctimas indefensas, por el contrario a la hora de enfrentar sus responsabilidades mostraron una cobardía sin límites”, dijo y señaló “un pacto mafioso de negación o deformación de los hechos, ocultamiento de la información y la construcción de mentiras sistemáticas en el abuso burdo de todas  las garantías del proceso para eludir sus responsabilidades de tan monstruosos hechos”.

Informe nacional también recogió las declaraciones del ministro de Defensa, José Bayardi. “Conozco el sufrimiento de la familia Bleier”, sostuvo. “El compromiso es seguir buscando todo lo que pueda aportarse como información para terminar de dar respuestas (…) la sociedad tiene que tener presente que este capítulo no se va a cerrar hasta que no estén dadas las respuestas”.

Crónica de Pablo Alfano

El senador comunista Juan Castillo destacó la constancia, la coherencia y la lucha que han mantenido las organizaciones sociales y políticas en la búsqueda de la verdad. “En no creer las mentiras que continuamente las distintas jerarquías militares le iban diciendo a las distintas comisiones, esto ha permitido que hoy estemos enterrando el cuerpo de otro de los compañeros desaparecidos. El mensaje es que debemos seguir en esta línea”.

Por su parte, el dirigente Oscar Andrade afirmó que confrontar la cultura de la impunidad es una necesidad de la democracia y de la patria, y es necesario para pasar la página. “Aspiro a que hiciéramos un compromiso y a que en el próximo gobierno no falten recursos para la Fiscalía especializada de crímenes de lesa humanidad”, agregó al ser consultado sobre la continuidad de la búsqueda de los desaparecidos ante un cambio en la correlación de fuerzas en el Parlamento.

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Colectivo Memoria en Libertad

reclama reconocimiento del Estado

Buscan aportar a la memoria, dijo

Victoria Sequeira es integrante del Colectivo Memoria en Libertad. En total, son 30 personas las que conforman ese grupo. Los une el hecho de haber sido víctimas directas del terrorismo de Estado durante la infancia y adolescencia, explican, y piden que el Estado los reconozca como tales.

En Puntos de vista, Sequeira explicó que el colectivo tiene 11 años pero que recién en 2018 hicieron la denuncia ante la Institución Nacional de Derechos Humanos. “Visibilizarnos es el primer paso para seguir”, comentó. “Crecimos bajo el manto del silencio (y) hubo que romperlo con mucho trabajo interno”, agregó.

Escuchar la entrevista

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Poca presencia de la oposición en

el Paraninfo generó cruces políticos

“Están preocupados por no ofender a Manini Ríos”, dijo Gerardo Núñez. Blancos y colorados aseguran que no hubo mandatos

Desde el Partido Comunista se lamentó la poca participación de representantes de la oposición en el homenaje que se hizo a Eduardo Bleier este lunes en el Paraninfo.

El diputado Gerardo Núñez dijo que desde la oposición están muy preocupados en no ofender al líder de Cabildo Abierto, Guido Manini Ríos, “por no generar un resquemor a ese abanico tan heterogéneo que es hoy la oposición”.

“No se sumaron al sentimiento general del pueblo uruguayo que es de dolor, de despedida, de satisfacción por haber encontrado a uno de los desaparecidos y de esperanza y convicción para seguir buscando”.

El diputado nacionalista Pablo Abdala, integrante del directorio blanco, lamentó el comentario de Núñez. “Desmiento categóricamente que responda a una decisión de carácter político, no hubo deliberación al respecto”.

No obstante, opinó que el homenaje adquirió un sesgo partidista. “El partido comunista convirtió este episodio en un hecho de carácter partidario, hubiera preferido más una conmemoración más sobria, más solemne y de carácter más nacional”, afirmó.

Desde el Partido Colorado prefirieron no hacer declaraciones pero aseguraron que se dejó a los sectores en libertad de acción y que no hubo mandato alguno.

Eduardo Rubio, de Unidad Popular, quien sí se hizo presente en el velatorio público, afirmó que “la cuestión es muy seria  como para querer sacar partido”. “Nosotros sentíamos la necesidad de estar por una cuestión de compromiso por la lucha por la verdad y la justicia. Ha pasado demasiado tiempo de silencio complicidades e impunidad, la aparición de cada compañero es un grito”.

Informe de Mónica de León
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Sol frágil

“La fotografía”, dijo la cineasta e historiadora Virginia Martínez. Casi siempre hay un solo retrato que se repite en la pancarta cada marcha, un rostro que se va congelando, una imagen a veces de mala calidad, incluso una foto de prontuario. En la que se colgó sobre la entrada de la Universidad, Eduardo Bleier es un hombre joven de mirada viva, cálida, algo pícara, sonriente. Y Martínez saca cuentas de cuánta cosa le habría quedado por vivir si su vida hubiese terminado a la edad que terminó la vida del homenajeado.

Salvador Neves

18 octubre, 2019

De la intensidad de la tarde fueron parte la fotografía y las dos sentencias lacónicas situadas a los costados. “Aunque todavía decimos ‘la dictadura lo detuvo’, la dictadura lo secuestró. Es distinto.”

Adriana, que es hija de Pedro Lerena, asesinado en el 9o de Caballería en setiembre de 1975, llegó con los primeros acordes del himno. Lo ejecutó la Filarmónica, situada en un estrado levantado entre la escalinata de la Universidad y el Dante meditabundo. Salió limpio, luminoso y vibrante al imperio de la batuta de una directora poseída por una forma feroz de la alegría.

“Lo canté llorando. Algo me apretaba el pecho, una angustia dolorosa”, contó Lerena. Más tarde iba a repasar las otras despedidas, de la de Ubagésner Chaves Sosa en adelante. “Nunca antes me había quebrado.” Ni aquella primera vez, cuando hizo la larga caminata del entierro, cuando, como el lunes pasado, se encontró a Aurelio González y lo llamó “el señor de la foto, como yo le digo, y sé que le gusta”.

En el entierro del metalúrgico Adriana vibró con las palabras de su hija y su viuda, y con las canciones que tocó Viglietti. “Pero el lunes fue distinto. Tal vez porque a medida que van pasando los años te permitís ser más vulnerable respecto de las cosas que sucedieron. Como que doy permiso para llorar lo que no lloré antes. Durante mucho tiempo sentí que tenía que ser fuerte porque si ellos habían aguantado lo que aguantaron, había que bancársela y seguir adelante.” Después la vida siguió, los hijos crecieron y ella siente que ya no tiene que demostrarle fortaleza a nadie.

“Un momento de una enorme contradicción”, confesó estar transitando Juan Castillo, secretario general del Partido Comunista, abordado por otros colegas esa tarde. “Desde el mismo momento en que se comprobó que los restos eran de Eduardo, nosotros no hemos logrado descifrar si alegrarnos por la noticia o entristecernos nuevamente porque empezamos otra vez el luto”, se explicó.

“Es un alivio grande. Pero también hemos empezado a vivir el duelo”, había dicho siete años atrás Cristina Blanco, hija de Ricardo Blanco Valiente, cuando fueron hallados los restos de su padre. “Nos está dando como una congoja de despedirlo, de que ahora sí es el adiós. Pero sí, con una sensación de paz, de sanación.”

“Nadie deja de ser desaparecido de un día para otro”, explicó Virginia Martínez. “Se inicia un proceso.”

El 7 de octubre, cuando se supo que los restos encontrados el 27 de agosto eran de Bleier, no se disolvió el presente, pero se hizo translúcido, casi transparente, como si de pronto pudiesen leerse, bajo las sucesivas capas de pintura que cubren los muros de la Universidad, las viejas consignas escritas con crayón, resistentes a todos los blanqueos: “Navidad sin presos políticos”. Quizá sucedió antes. El cronista no recuerda que haya sucedido así, ni cuando aparecieron los restos del escribano Fernando Miranda, ni cuando los de Julio Castro, el maestro. Y le echa la culpa al sol frágil de esta primavera.

A Lerena le parece que lo que sintió el lunes fue como si los últimos 44 años se apretaran en su pecho en un segundo. Cuarenta y cuatro años se cumplirán este domingo del inicio de la Operación Morgan contra el Partido Comunista. “Una operación de exterminio, coordinada por fuerzas militares y policiales, a gran escala y de larga duración”, recordaba el historiador Álvaro Rico el sábado pasado en La Diaria.

Un procedimiento que inauguró un nivel nuevo de brutalidad: “Implicó otra economía de la represión y escala (infraestructura, logística, comunicación, personal, transporte) para asegurar la masividad, el secreto, la sorpresa y la simultaneidad de los procedimientos; los lugares para depositar a decenas de personas secuestradas; el carácter clandestino de los centros de detención ubicados en predios militares o bajo jurisdicción militar; la transformación de estos centros en ‘sitios de enterramientos’ de personas”.

“A partir de Morgan, la dictadura incorporará definitivamente la desaparición forzada ‒junto con la prisión masiva y prolongada, la tortura generalizada y el asesinato político‒, como parte de sus métodos de castigo, y este ‘giro’ tendrá su confirmación definitiva en la coordinación del Plan Cóndor y la actuación de los servicios uruguayos en Argentina, en los operativos contra colectivos enteros de la izquierda uruguaya exiliados en la vecina orilla: Partido por la Victoria del Pueblo, Partido Comunista Revolucionario, Grupos de Acción Unificadora, Movimiento de Liberación Nacional (Mln), entre julio de 1976 y fines de 1979”, escribió Rico.

“A Bleier se lo llevaron en octubre. Lo torturaron hasta junio”, recordó Martínez. Eso también estuvo presente el lunes. Morgan “fue el resultado de una decisión política adoptada en las más altas esferas de la cúpula militar y del gobierno”, aseguraba Rico en aquella página. Y el lunes a Martínez le volvió a arder “la indignación de que los tipos –los uniformados y sus cómplices– siempre lo supieron”.

En la cola para entrar al paraninfo, Martínez se encontró con Leonora Manera, hija de Jorge Manera Lluveras, uno de los rehenes de la dictadura. La cantidad de gente hacía que se avanzara muy lentamente hacia la puerta y hacía de cada escalón que se subía una estación. “Nosotras íbamos juntas al cuartel. Repasamos cuánto hemos hecho desde entonces con la sensación de que esto abarca todo un ciclo en nuestra vida y en la vida del país”, contó.

Finalmente estaba el féretro. El pequeño féretro, la cajita en la que cabe un hombre después de todo aquello. Algunos sentían la necesidad de acariciar su tapa. A otros parecía que la mano los arrastraba hacia la madera con un magnetismo desesperado mientras quienes custodiaban la caja pronunciaban delicados reclamos de prudencia. Otros más saludaban a los deudos. “Hónrelo a él”, soltó Gerardo Bleier, apuntando hacia su padre, mientras era sometido a un plural abrazo, contó uno de los que lo apretaban.

Al salir, desde lo alto de la escalinata podía verse lo que en otra época hubiésemos llamado una guardia de banderas rojas. Viento no les faltaba. A Virginia le gustaron “las banderas rojas y la multitud”“Creo que es algo que restituye a Bleier a donde perteneció, porque este intento de privatizar el asunto de los desparecidos… El derecho de las familias, bueno, por supuesto que es inalienable, pero es de toda la sociedad. Me parece que la gente que estaba ahí estaba para reafirmar esa esencia, de que el destino de Bleier es el de todos.”

Lerena asegura que, “cuando en una cosa así encontrás las miradas de los que conocés, ves en los ojos de los demás lo mismo que te pasó a vos, aunque haya sido completamente distinto”, que “hay un hilo conductor que nos une a todos lo que estamos ahí”.

Al comienzo del acto Felipe Michelini, el único orador, había avisado. Habrá que seguir “leyendo una vez y mil veces la triste página de nuestra historia; así será posible darla vuelta y avanzar en la reconciliación nacional”.

“Esto no termina más”, decía entre la multitud, abrazando a quien escribe, una mujer que conoce de antes de tener memoria, de antes del olor a engrudo de los comités, de antes del olor a cubierta quemada de las barricadas, de antes de los madrugones para llegar a la Cita que entraba al penal. Tremenda hermana. Y lloramos, porque no termina más.

Alá quiso que todo lo viera un jovencito sirio de 17 años, refugiado hace ocho, con su familia, en Uruguay. Su padre maneja la retroexcavadora que limpia la superficie del Batallón 13, donde los antropólogos después cavan. Amigos comunes lo habían traído. Quería entender qué guardaba esta tierra, que ahora también es suya.