Reimpulsan una demanda contra la Editorial Atlántida vinculada con delitos de lesa humanidad
Un nuevo intento de buscar justicia
Alejandrina Barry fue utilizada por las revistas de la editorial para presentarla como una “niña abandonada” de “padres guerrilleros”. El caso pasó de la causa ESMA al Plan Cóndor. Hubo una audiencia con el juez.
Por Alejandra Dandan
Un día se metió en la Biblioteca Nacional a buscar notas de 1977 y 1978. Alejandrina Barry tenía 14 años. Poco antes se había enterado que sus padres no habían muerto en un accidente. Encontró una publicación de la revista Somos, hoy icónica de la campañas de acción psicológica de la dictadura. Con una foto de ella a los tres años y el título “Los hijos del Terror”, la revista ocultó el asesinato de los padres por las Fuerzas Armadas y contó una historia en clave de abandono. “Se cree que se llama Alejandra y tiene tres años. Su madre, dirigente montonera en Uruguay, se suicidó frente a ella cuando iba a ser detenida. Su padre murió en un enfrentamiento. La niña espera que alguien la reclame”. “No sabés el shock que me provocó esa imagen”, dice Alejandrina luego de dejar el edificio de Comodoro Py, donde tuvo su primera audiencia formal, luego de años de reclamos, en el juzgado federal de Sebastián Casanello para impulsar la causa contra la editorial.
La nota de Somos fue la primera de una serie de tres artículos sucesivos de las publicaciones más masivas de editorial Atlántida: Somos, Gente, y Para Ti. Salió el 30 de diciembre de 1977 con una foto en la que Alejandrina aparece con un delantal a lunares y una muñeca como parte del decorado, sentada en el fondo del plano, con la cabeza gacha. Al lado hay un auto: “desde este vehículo acribillado a balazos Oscar Rodríguez Torres enfrentó a la policía. Luego se suicidó su mujer junto a su hija”.
El 5 de enero de 1978 salió el artículo en Gente. “Alejandra está sola” decía el título con una foto de la supuesta casa donde se produjeron los secuestros y de un también supuesto botín de guerra. Hay ametralladoras ubicadas “a pocos metros de la cuna de Alejandra”. El 16 de enero, salió la nota en Para Ti: “A ellos no les importaba”. Alejandrina aparece jugando con la misma muñeca que se repite en cada toma. La muñeca fue recuperada de algún archivo de la causa y aún no sabe si efectivamente era de ella.
“Tuvimos una audiencia formal y eso fue importante –dice–: es la primera vez que nos hacen lugar a este reclamo después de tantos años. Pudimos explicar al juez la historia de la causa y la enorme cantidad de pruebas que para nosotros están diciendo que acá también hubo un plan sistemático. Que como pasó en la Alemania nazi hubo una parte del aparato militar destinado a la propaganda política. Y que este caso muestra no sólo que uno de los objetivos era contribuir a demonizar a los militantes y falsear el asesinato, sino que había otro punto central: legitimar al mismo tiempo la apropiación de niños. Mostrarme a mí con una cuna rodeada de armas era también un mensaje que decía que esos niños no debían estar ni con los padres ni con otros que no pudieran velar por su seguridad”.
De la audiencia participó Casanello y la fiscal a cargo de la causa Cóndor Paloma Ochoa. Estuvieron presentes parte de los compañeros de Alejandrina –la abogada Myriam Bregman, Ernesto Moreau, de la APDH, Andrea Bello, sobreviviente de la ESMA y Paolo Zoniratto, abogado de Creprodh– los que menciona como integrantes de un espacio que ayudaron a dar vuelta su propia historia. “Para mí esto fue un contra mensaje: que al revés de lo que querían, me generó mucha bronca contra los milicos y me llevó a reivindicar la militancia de mis padres. Mi vida fue un antes y después de ese momento. A partir de los 14 años empecé a militar”, dice ella, que integra el PTS.
Alejandrina nació en el penal de Olmos. Es hija de Susana Mata y Alejandro Barry. Ella era docente y parte de Ctera. El estudiaba derecho. Ambos militaron en Montoneros. Fueron detenidos en noviembre de 1974. Susana estaba embarazada. Pasó un mes el Pozo de Banfield y luego la trasladaron a Olmos, donde nació Alejandrina el 19 de marzo de 1975. Los tres fueron liberados antes de 24 de marzo de 1976. Viajaron a Rosario. Y luego a Uruguay. A mediados de diciembre de 1977 un grupo de la ESMA con integrantes de las fuerzas represivas uruguayas detuvieron el auto en el que viajaba su padre. En el auto iba también el diputado Jaime Dri. Mataron a su padre. Luego siguieron a la casa donde Susana cuidaba a su hija y otras dos niñas. “Cuando la matan nosotras estábamos presentes –dice ella– pero no nos acordamos nada”.
Dri fue llevado a la ESMA. En el procedimiento también detuvieron a Miguel Angel Estrella.
El 29 de diciembre de 1977 el comunicado 1380 emitido por “las Fuerzas Conjuntas” uruguayas informó que Alejandrina “fue entregada en el puerto de Montevideo a sus abuelos paternos en presencia del Juez Militar de 2do. Turno”. En realidad la entrega se hizo en una conferencia de prensa durante la cual una mujer uniformada cargó a la niña en brazos y la subió al barco donde la esperaban sus abuelos. Cuando salió la primera nota en Argentina, un día después, la niña no estaba sola, sino con los abuelos.
Alejandrina Barry se presentó como querellante en la megacausa ESMA en octubre de 2013. Su caso no se movió. En 2014, organismos de derechos humanos, dirigentes sociales y políticos presentaron un amicus curiae para impulsar la investigación. Torres se declaró incompetente al considerar que eran hechos del Operativo Cóndor y luego de una resolución en la misma línea de la Cámara Federal, la espera concluyó con la audiencia que se realizó en el juzgado de Casanello, que quedó a cargo de los hechos de Cóndor que aún siguen en la etapa de instrucción.
Alejandrina había pedido en su primera presentación que los hechos se investiguen con otra causa abierta sobre la editorial Atlántida: el caso de Thelma Jara de Cabezas. Ella, una Madre de Plaza de Mayo que buscaba a su hijo, fue secuestrada por el grupo de tareas de la ESMA el 30 de abril de 1979. Durante el cautiverio, fue sacada del centro clandestino, vestida, peinada y arreglada para una sesión de fotografías y un reportaje falso en la confitería Selquet, de Figueroa Alcorta y Pampa. El 10 de septiembre de 1979, Para Ti publicó un artículo llamado “Habla la madre de un subversivo muerto”.
Durante el megajuicio por la ESMA que se desarrolla en este momento en Comodoro Py y está en la etapa de alegatos, el vínculo fue destacado por la fiscalía. La fiscal Mercedes Soiza Reilly pidió al tribunal oral incluir en la sentencia un pedido dirigido a la prensa gráfica de la época para que “rectifique” la información que publicó sobre las víctimas del terrorismo de Estado. Entre los medios mencionó a Clarín, La Nación, Crónica, La Prensa y las revistas Gente y Para Ti. En línea con la jurisprudencia internacional sobre la “reparación integral” de las víctimas y pedidos semejantes en Cóndor y en Bahía Blanca, explicó el pedido como un “acto de desagravio”, como hecho “moralmente reparatorio” y “parte de la reconstrucción de la memoria”.
En noviembre de 2014 Torres procesó por el caso de Thelma Jara de Cabezas al ex jefe de redacción de Para Ti Agustín Bottinelli por el delito de “coacción”. Pero en marzo de 2015 Cámara Federal le dictó la falta de mérito. Ahora, Alejandrina entregó al juzgado de Casanello la lista del staff de las tres revistas y pidió avances rápidos, testimoniales e indagatorias.
Las publicaciones a favor de la dictadura se multiplicaron en los meses previos a la realización del Mundial 78 con el objetivo de detener las denuncias en el exterior sobre la represión en la Argentina. Las Fuerzas Armadas y sobre todo la ESMA desde Cancillería y el Centro Piloto de París promovieron lo que llamaron la respuesta a la “campaña anti-argentina” para buscar apoyo de la sociedad en defensa de lo “nacional” frente a los “extranjeros” y “antipatrias”. Los medios de comunicación actuaron reproduciendo el discurso militar como verdaderos agentes de publicidad.
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DOCUMENTAL SOBRE LA MANIPULACIÓN DE LA DICTADURA
“La construcción del enemigo”, de Gabi Jaime, que se estrenó este jueves, utiliza el tratamiento de los medios en el caso de una niña cuyos padres fueron asesinados en Montevideo en un operativo conjunto entre la las fuerzas de la dictadura argentina y la uruguaya, con el objetivo de “despersonalizar a los luchadores populares”.
Juan Alejandro Barry y Susana Mata fueron asesinados en 1977, cuando Alejandrina tenía 3 años, siendo regresada por los militares a su familia paterna en Buenos Aires, tras lo cual se desató, según muestra el filme, una campaña mediática para culpar, en cierta forma, a sus padres por sus propias muertes.
En principio, la información era que Juan Alejandro había sido “abatido” en un enfrentamiento con los uniformados, mientras que Susana, para no ser aprehendida con vida, eligió el camino de suicidio.
En ambos casos, según se puede ver en los archivos de la Editorial Atlántida leídos en la película, los medios sostenían que ambos “subversivos” prefirieron la lucha armada a criar a su hija.
Al contrario de lo que esas ediciones publicaban, Jaime, en una entrevista con Télam afirmó que cree que “tanto los familiares y los amigos de la familia, como Alejandrina, se sienten orgullosos de la entrega de ellos”.
Además, la escritura de la época rozaba lo literario y era acompañada por una producción fotográfica propia de estudios de fotografía “como los utilizados en las fiestas de 15 o en casamientos”, explica en la cinta una investigadora del Conicet que estudió el caso.
La película muestra a Alejandrina en un rol de investigadora, que acude a los diferentes archivos y hemerotecas para comenzar a recrear su caso y la muerte de sus padres, a la vez que compañeras de militancia de su madre, su tío paterno, una cientista social y un periodista aportan el análisis.
Además, “La construcción del enemigo” cuenta con un breve testimonio del entonces jefe de Redacción de la revista Gente, Alfredo Serra, y, aunque el director del semanario, Samuel ‘Chiche’ Gelblung, tenía injerencia en las publicaciones, la producción eligió no contactarlo.
“No nos comunicamos con Chiche Gelblung. Pero creo que lo que ellos piensan está en su accionar de hoy. No cambió nada”, dijo Jaime en un reportaje con Télam, en el cual resaltó que en los medios “había una intención en despersonalizar luchadores populares, trabajadores, militantes, cualquiera que estuviera en oposición a la dictadura”.
Para la realizadora, más allá del “convencimiento ideológico” para con la dictadura, había, además, un interés económico detrás de esas “campañas” como, “por ejemplo, el negociado de Papel Prensa, o por la desaparición de sus competidoras”.
Télam: ¿Por qué el caso de la muerte de los padres de Alejandrina tuvo tanta repercusión en los medios de la época?
Jaime: En realidad no es el asesinato de sus padres lo que tuvo repercusión, sino la campaña montada con Alejandrina. Sus padres muertos en Uruguay con una niña de casi tres años, rubia. Los diarios uruguayos llegaron a escribir que tenía ojos celestes. Y como los militares uruguayos no apropiaban niños, vieron la veta de usar a Alejandrina para construir a los padres en monstruos, que abandonan niños.
T: ¿Hubo otros casos similares, que utilizaran a un nene para atacar a sus padres asesinados o desaparecidos?
J: Igual al de Alejandrina no, aunque existieron casos en el que estuvieron niños involucrados. Pero fue una nota aislada y no una campaña como fue ésta de la que hablamos, con tres notas en tres semanas distintas de la Editorial Atlántida.
-T: ¿Cómo se siente la familia de Alejandrina hoy? ¿Habla del tema?
J: Lo interesante es que con Alejandrina no pudieron. A pesar de la brutalidad de su historia, ella hoy es una militante política y social (milita en el Partido de los Trabajadores Socialistas) y está presente en cada lucha que tiene a los trabajadores y los Derechos Humanos como protagonista.
T ¿Hay muchos estudios sobre el accionar de los medios durante la dictadura?
J: Se están realizando, pero hay que seguir, ya que ese accionar se repite hoy, donde también se construye al “enemigo”. Hoy el enemigo es el que sale a la calle a luchar porque lo despiden (no es “subversivo”, es “ñoqui”); los pibes de los barrios pobres; los que tienen gorrita son ‘chorros’; los docentes que salen a defender la educación publica son “vagos” que tienen tres meses de vacaciones.