7/10/2016
SAMUEL BLIXEN
Desde Tristán Narvaja con amor
La documentación sobre el espionaje al MLN-Tupamaros revela que la inteligencia militar penetraba organismos y espiaba a personas con objetivos a largo plazo
Por razones obvias, la inteligencia militar multiplicó el espionaje a partidos políticos, sindicatos y organizaciones sociales ante la inminencia del referéndum que resolvería sobre la vigencia o la anulación de la ley de impunidad, que protegía a todos los militares y policías involucrados en violaciones a los derechos humanos durante la dictadura.
Sin embargo, la línea estratégica del espionaje “clandestino” (en la hipótesis de que tal actividad no estaba autorizada u ordenada por los ministros de Defensa Nacional de los gobiernos democráticos) miraba mucho más allá de la consulta popular.
Los documentos de la “agencia” –como gustaba llamarse a sí misma– revelan planes más permanentes en el control militar de la actividad ciudadana, como si la inteligencia tomara distancia de la suerte de los impunes. Así, un documento elaborado a comienzos de abril de 1989 por el oficial de inteligencia que manipulaba al “agente 21” “sugiere luego del 17 de abril realizar una operación a la Comisión Pro Referéndum con la finalidad de hurtar toda la documentación del referendo, específicamente el relevamiento en Montevideo y en el Interior. Con ese relevamiento tendríamos nombres, direcciones y números de teléfono y vehículos de algunas personas. La información supuestamente también le tocaría a los movimientos y partidos que apoyan al plebiscito”.
La existencia de listas, y ubicaciones en planos, de militantes pro-referéndum y de posibles votantes del voto verde quedó confirmada después de que el agente 21, cuyo seudónimo era “Pancho”, informó sobre “Reunión en la casa de Andrés Dorta por movilización en el referéndum. Se discutió cuándo se devolvía un material de la Comisión Pro Referéndum que estaba en poder del grupo de Manito Hernández”, del Zonal 3 del Mln. La “agencia” solicitaba relevamiento del local central del voto verde y una eventual copia de las llaves de las puertas de entrada. Tenía varios agentes infiltrados en los organismos de propaganda del Mln y del Partido Comunista. La búsqueda generalizada de información sobre ciudadanos no se limitaba a partidos de izquierda ni a sindicatos, como lo revela un informe de un funcionario reclutado en la aduana, que prometía información sobre “políticos involucrados en tráfico de drogas”. La recopilación de información alcanzaba incluso a los familiares de los militantes espiados: tal el caso de Karina, integrante de un grupo de ingreso al Mln, aparentemente dispuesta a “desertar y vincularse con el Frente Juvenil”.
El 1 de mayo de 1989 el agente 21 “pasa información sobre Karina (posible deserción hacia el Frente Juvenil). Trabajo: Consejo del Niño. Grupo familiar: su madre (hay fotografía), dos hermanos (hay fotografías), dos hermanas pequeñas, un hermano que vive en Durazno. Padre fallecido”. La información recopilada se multiplicaba con los nombres y direcciones de los propietarios de vehículos (obtenidos en la Intendencia) que habían sido identificados en locales partidarios, y de las personas que concurrían a los domicilios de algunos espiados. (Por ejemplo: “9-7-88. El agente 35 detectó el auto matrícula 215.561 estacionado frente al Zonal 5, habiendo descendido del mismo un Nnm que permaneció por espacio de 20 minutos en el zonal”. A mano se agrega: “Fiat 147 año 81, propietario Darío Barrere, s/ant, domicilio H Quiroga 6464”). El carácter estratégico de la obtención de información se revela en la comunicación de un agente que espiaba, para la “agencia”, a la Dirección Nacional de Información e Inteligencia (de la Policía): “El agente 59-G (de la Dnii) consigna que ‘estamos abocados a organizar un trabajo conjunto con el capitán Sequeira (Factor Militar), el cual consistirá en el relevamiento del Mln y Pcu (organización, locales, etcétera). En el mismo se enlazarán los conocimientos volcados por el agente y los del Factor Militar’”. No se especifica si el capitán Sequeira trabajaba en el Departamento 3 de la dirección de inteligencia militar.
A todos los niveles.
La documentación revela que cualquier nivel de militancia podía ofrecer información relevante sobre los círculos de decisión de las organizaciones espiadas, y que la “agencia” contrastaba las afirmaciones de diferentes agentes sobre un mismo tema. Así, un comentario estampado por el manipulador “Mauro” sobre el Frente Juvenil del Mln confirma: “la información concuerda con otros informes producidos por agentes de esta agencia”. Para la inteligencia, aparentemente, revistaba la misma importancia la información sobre opiniones de dirigentes que la identidad de quienes estaban dispuestos a ingresar en el Mln, o la de aquellos “tupas” que no habían sido detectados hasta ese momento.
El agente 35, cuyos contactos con su manipulador se realizaban invariablemente en la plaza Lafone o en Carlos María Ramírez y Rivera Indarte, reproducía una charla con Héctor Figueroa, alias “Mafalda”, del Zonal 5 del Mln, quien pretendía “conversar con los dirigentes del Seccional Mendiola, del Pcu, para coordinar la utilización de los muros para pintadas durante octubre” de 1988; y a la vez identificaba al “cura Juan Carlos, de la parroquia Sagrada Familia (Carlos María Ramírez 677), posible Mln”. De orejas atentas, el agente 35 registraba cualquier comentario cuando asistía al Zonal 5, en ocasión de actos y reuniones abiertas. “La fuente escuchó a Carlos Cejas decir que Pepe Mujica tiene a su cargo una chacra que se dedica a la venta de flores en Pajas Blancas, cerca de Camino Tomkinson”. Y estaba al tanto de cualquier movimiento en la “Base Pinela”, en la calle Heredia: “15-4-85. Agente 35 informa que varios patrulleros rodearon el local del Zonal 5 del Mln en La Teja y detuvieron a una persona que estaba en el interior del local”.
El manipulador “Diego” corroboró la información, obteniendo el parte policial: “El detenido es Ramón Moreira Molina, teniendo antecedentes por pertenecer a la columna 70-Mln, y estuvo preso entre 1972 y 1980”. El manipulador pidió planos detallados del local y relevamiento de domicilios de integrantes del Mln. El agente 21, “Pancho”, tan activo o más que el agente 35, no se reservaba ningún dato: “García Rivas, ex fotógrafo de la compañía de contrainteligencia, estaría viviendo en Buenos Aires en el hotel Congreso, en la habitación 17. La información se extrae de una conversación informal entre dos Nnf, integrantes del Mln, en el bar Roma”, en octubre de 1988; seis meses después informaba que “en Jaime Zudáñez 2525 habitan dos Nnf (femenino) y un Nnm (masculino) integrantes del Mln. Una sería Inés, alias La Flaca, delgada, ojos claros, presencia muy bonita. Otra: cabello rubio, largo, usa lentes, posiblemente maestra. Él: aparentemente su nombre sería David. En la casa tienen libros, librillos y diarios referentes a su movimiento”.
El activo agente 21 finalmente dejará pistas que facilitarían su identidad: “Agente 21. Concurrió a un acto del Pvp en el club Platense. 700 personas, en su mayoría del Mln, debido a que identificó al 80 por ciento de los concurrentes, ya sea por amistad, por conocimiento visual y del penal”. En 1989 se ofrecía a fotocopiar unos documentos obtenidos en el Zonal 3 porque “Al lado de mi casa hay un quiosco, al lado del (liceo) Logosófico, que hace fotocopias”. El agente 21 fue (¿es?) uno de los espías que con mayor rigor consignaba nombres y domicilios de jóvenes aspirantes a tupas que manifestaban su adhesión a la lucha armada. Si seguían activos los antecedentes –que supuestamente debían haberse borrado– de los ex presos políticos, por ahí permanecerán los antecedentes de los antiguos integrantes de los grupos de ingreso y los del Frente Juvenil.
“Ultras” y “quietistas”.
Este espía, que en las conversaciones con su manipulador (prolijamente desgrabadas) se definía como “anarco independiente”, parecía motivado por un excesivo celo: “Informa que Carlos estuvo conversando con Alejandro del Frente Juvenil. Carlos dijo que ‘el Frente canaliza todas mis inquietudes fierreras y estoy muy afín en todo’. Hoy cree más que nunca en el foquismo”. “Mauro”, el oficial que atendía a “Pancho”, comentaba: “esto nos da la pauta de un inicio revolucionario a nivel juventud del Mln”. Por sus vínculos en el Zonal 3, el agente 21 proporcionó a la “agencia” información y comentarios sobre la relación entre el Mln y el Frente Juvenil, que llevaron a su oficial responsable a opinar: “El Frente Juvenil tendría que ser en estos momentos objetivo muy importante a tener en cuenta en la estrategia del año que cursa –hablando de esta agencia)”.
Los informes de “Pancho” referían a deserciones en grupos de ingreso, que sólo en el Zonal 3 eran unos 20, de unos 15 integrantes cada uno. La “agencia” concluía que “el Frente Juvenil tiene discrepancias con la vieja dirección, a tal punto que se podría hablar de una fisura dentro del movimiento. El Frente realiza reuniones paralelas sin conocimiento aparente de la dirección”. En las discusiones del Zonal 3 los jóvenes, calificados de “ultras”, se oponían a los “quietistas” de la dirección, “que no quieren hacer olas para ver cómo le va al Mpp en las elecciones”.
Ya en febrero de 1989, el agente 21 resumía las discusiones con los grupos de ingreso en el Zonal 3, y en particular “una discusión que dirigió el ‘Curita’ Villanueva, sobre lucha armada”, donde las bases reclamaban definiciones más explícitas de la dirección. Aquellas diferencias que mantuvieron algunos militantes del Frente Juvenil no impidieron que accedieran a puestos de gobierno en la presidencia de José Mujica.
Perforando la seguridad de la dirección.
La “carrera” del agente 21 tendría otro impulso cuando fue seleccionado para militar en el sector Propaganda, tal como lo venía haciendo en el Zonal 3. “El Curita embaló al ‘Mono’ Herrera y a Carlos Casares para discutir el tema de la propaganda. El dirigente máximo de propaganda es José Mujica, después Carlos Casares, que es responsable de propaganda central.” Una relación con Casares era una oportunidad para penetrar a nivel central. La “agencia” lo presionaba para que se reuniera con Casares, y “Pancho” le reclamaba al Mono Herrera la necesidad de discutir criterios. Finalmente el Mono, Casares y el agente 21 tuvieron una primera conversación en el bar de Colonia y Rondeau, donde prácticamente no concretaron nada por la muerte inesperada del padre de un integrante del Comité Central.
Para entonces, con la cobertura de Propaganda, el manipulador “Mauro” ordenaba al agente 21 “concurrir a la casa de Manito Hernández a efectos de obtener información sobre la llegada del cuerpo de Raúl Sendic; mantener a la brevedad una charla con el Cura Villanueva a los efectos de obtener información de su viaje; y tratar de obtener documentos de la escuela de capacitación propuesta por el grupo del Cura y el Mono”. Simultáneamente, la “agencia” ensayaba otras vías de acceso a la dirección del Mln. Una de ellas fue la infiltración en el quincenario Mate Amargo (véase recuadro) y otra fue la instalación de un puesto de vigilancia permanente de los movimientos que sucedían en el local local central de la calle Tristán Narvaja.
Por informaciones de los espías infiltrados en Por la Patria y el grupo de Juan Raúl Ferreira, la “agencia” accedió a un militante del Partido Nacional, dueño de una librería ubicada exactamente junto al (o enfrente del) local del Mln. Bautizado como “agente 60-G”, los oficiales de inteligencia le propusieron al librero encargarse de la vigilancia del local partidario, pero el vendedor de libros sugirió que, en su lugar, se podría edificar una pieza en la azotea desde donde mantener la vigilancia permanente.
Por una razón de “suma importancia”, la agencia pidió autorización para instalar una vigilancia por dos o tres días en la azotea, enviando a sus agentes con la cobertura de un trabajo de impermeabilización. Después, se acordó con el librero instalar dos agentes como empleados de la librería que se dedicarían a vender libros en la vereda. Los documentos no consignan el resultado de tales vigilancias; en cambio se consignó que una “atención” (una botella de whisky y unos bombones) insumió 5 mil pesos.
Lucha por la sucesión.
En el período que llega hasta las elecciones de noviembre de 1989 el máximo éxito del espionaje al Mln fue la ubicación de dos agentes, uno en el entorno de los familiares de Eleuterio Fernández Huidobro, y otro en el entorno de Julio Marenales.
No se sabe cuáles fueron los argumentos para reclutar a un familiar político del Ñato. En todo caso, el agente 66-G concurría periódicamente al domicilio de la hermana del Ñato, Emilia Fernández Huidobro, y todas las manifestaciones de tipo político que lograba oír eran puntualmente trasmitidas a su manipulador; cuando su precaria salud se lo impedía, era su esposa quien se encargaba de espiar. Así, pudieron informar que desde la vivienda de Emilia se hacían frecuentes llamadas telefónicas a Cuba, Nicaragua, Suecia, Argentina y Brasil, y que para esas llamadas visitaban la casa diversas personas.
El agente recibió estrictas directivas de nunca formular preguntas sobre el Mln en reu-niones familiares, y de limitarse a escuchar. En una de esas reuniones, el Ñato comentó que estaba molesto por unas declaraciones de Julio Marenales y de Luis Rosadilla. Ante la inminencia de la muerte de Raúl Sendic, el 26 de abril el manipulador consignó que el agente 66-G “cree que habrá una disputa por el poder y que ganará el Ñato”. La hermana de Fernández Huidobro le comentaba a la esposa del agente su molestia por la decisión del Mln de no aportar nombres a las listas del Mpp. Una información sobre una inminente operación que la hija de Fernández Huidobro debía realizarse en el Sanatorio Americano, a un costo de 500 mil pesos, “resulta irrelevante a los efectos prácticos para esta agencia”, pero se preguntaba “de dónde sacará el Ñato ese dinero”.
Mientras, el espionaje sobre Julio Marenales fue un logro del incansable (y ubicuo) agente 21, “Pancho”, quien ya había informado sobre las opiniones del “Viejo” en sus discusiones con miembros de los grupos de ingreso. La oportunidad de una relación más estrecha surgió, imprevistamente, de una propuesta del director de la Escuela de Bellas Artes, Jorge Errandonea, quien le comentó al agente 21 su intención de utilizar dos cargos docentes para designar a Julio Marenales y al propio agente, de lo que se deduce que éste mantenía un vínculo con Bellas Artes.
“Pancho” se comprometió a ubicar a Marenales para trasmitirle el ofrecimiento. Cuando logró ubicarlo, Marenales se mostró interesado, e invitó al agente 21 a su casa (una carpintería en el Buceo) para conversar más extensamente. La transcripción del relato de esa conversación revela que, más allá del interés pero el escaso tiempo con que contaba, Marenales (“no fuma, no bebe, es muy meticuloso y ordenado y tiene una buena relación con su compañera”) hablaba poco, escuchaba mucho y permanentemente registraba los gestos y reacciones de su interlocutor. El agente 21 informaba que él había acaparado la conversación, contando todo su pasado de “anarco independiente” y sus frustraciones militantes. “Pancho” consignaba que Marenales coincidía con él en que la propaganda del Mln “era un desastre”. En el interrogatorio de su manipulador, el agente 21 debió de ser ambiguo:
“—¿Está en la pesada?
—Me parece que sí.
—¿Es pro chino?
—No creo.
—¿En qué quedaron?
—Que le voy a diseñar un guardarropas a su esposa”.