Del Juicio a “El Cóndor” en Roma

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Es la impunidad, estúpido

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La Diaria publica hoy una crónica de la periodista Nadia Angelucci, quien da cuenta de la última audiencia del juicio que por el Plan Cóndor se desarrolla en Roma, Italia. La colega informa que el próximo 17 de enero se conocerá el fallo del Tribunal.

El abogado Carlo Zaccagnini, que defiende a los imputados José “Nino” Gavazzo, Pedro Antonio Mato Narbondo, Luis Alfredo Maurente Mata, Juan Carlos Larcebeau y Ricardo Eliseo Chávez Domínguez, estructuró su defensa en torno al concepto de error judicial. “Lo que estamos celebrando acá es un juicio que no tenía que empezar, porque excede las normas de la competencia territorial, viola las leyes de nuestro proceso penal y tiene fundamento en una lectura distorsionada de nuestro ordenamiento jurídico. Es un juicio que vuelve a procesar la historia de manera subrepticia e inapropiada”.

Luego durante tres horas el abogado Francesco Guzzo, defensor del marino Jorge Tróccoli, habló de una construcción, por parte de la Fiscalía y de las partes civiles, de una estructura que tenía como objetivo crear un monstruo, un verdugo, cuando en realidad el ex marino no era otra cosa que “un modesto funcionario de rango inferior que hoy es un jubilado y vive en una provincia del sur de Italia, lejos de sus hijos y de sus nietos, sin tener la posibilidad de gozar del afecto de sus seres queridos”. “Los medios de comunicación han creado un monstruo, clavándose en su vida privada y personal sin restricción, con el único objetivo de llevarlo a la picota”.

En determinado momento “se dirigió frontalmente a los principales acusadores de Tróccoli en el juicio”, dice la crónica: “Han pasado 40 años de los hechos. ¿Qué hizo Rosa Barreix, que ahora acusa a Tróccoli, durante ese tiempo? ¿Por qué llega hoy a molestar a Italia si antes no habló? […] ¿De dónde sale esa gente que luego de 40 años se acuerda de haber sido torturada y llega acá a apuntar con el dedo?”.

Luego se esforzó en presentar al militar como una víctima. “Era un militar al servicio de su país, que sirvió a su patria como cualquier otro militar, porque hizo un juramento sobre la Constitución y la bandera. Que combatió a los subversivos, pero que no secuestró, torturó o mató a nadie”.

El rol marginal de Tróccoli, según Guzzo, es confirmado por el hecho de que en los años en cuestión él era un simple teniente de navío que no podía tomar ninguna decisión en forma autónoma, porque tenía siete grados de mandos superiores a él: “La Justicia tendría que castigar a los verdaderos responsables”.

Y finalmente sostuvo que el juicio de Roma fue inútil y sólo logró hacer gastar al Estado italiano un cúmulo de dinero en perjuicio de los contribuyentes. “La responsabilidad de ese desgaste sería imputable, según él, a la “sed de venganza de las varias asociaciones”, y al gobierno que se estableció en Uruguay en 2005: “Un gobierno de matriz democrática que a lo mejor no tenía aspiraciones democráticas y no quiso respetar la ley de amnistía de 1986 ni el éxito del plebiscito de 1989. […] Tróccoli no quiso aguantar ese abuso de poder y se fue del país. […] no logrando llevarlo a juicio allí, Uruguay pidió a Italia que lo procesara… Pero acá estamos en Italia, y la ley no es aplicada por los gobiernos o los partidos políticos, sino por los tribunales. Si la matriz de ese juicio es claramente política, ¿por qué no fue celebrado en el Parlamento uruguayo? Esta es una represalia que se quiere tomar después de 40 años; Tróccoli es un perseguido político, aunque siguió sirviendo a su país aun luego del regreso de la democracia. ¿Es una búsqueda de justicia o una venganza política póstuma?”, preguntó Guzzo a la Corte.

Durante las diferentes etapas del juicio testificaron entre otro otros Sara Méndez, Roger Rodríguez, Mirtha Guianze y varias víctimas de torturas o familiares de desaparecidos. Entre ellos Cristina Fynn, que en 1977 cuando fue detenida era funcionaria del Centro Cooperativista del Uruguay y asistente social.

En su edición del 21 de octubre del año pasado La Diaria recogió parte de su testimonio ante el Tribunal de Roma. “Me detuvieron el 6 de diciembre de 1977 a las 15.30; una persona joven, de sexo masculino, vestido de manera similar a un militante: jeans, camisa escocesa, campera de cuero”; el olor a mar y el empedrado en el suelo, que le permitieron concluir que se encontraba en una zona cercana al puerto de Montevideo. “Me asediaban todo el tiempo con insultos, amenazas de desaparición y violación. […] El mismo día de la detención me llevaron por unos corredores, me subieron por una escalera de hierro y me desnudaron. Me colgaron de unos ganchos, me pusieron bornes de electricidad en los pezones, en la vagina, en los dedos de los pies, y empezaron a interrogarme. Eso sucedió varios días. […] Me llevaron a una celda que llamaban ‘La heladera’ y después a otra celda que llamaban ‘La sangre’, que tenía una ventana alta. Sentía ruidos, pasos de botas de militares. No lograba entender los discursos, pero uno de los nombres que escuché era ‘Federico’. Después supe que era el alias de Tróccoli. […] En las últimas semanas de febrero me llevaron vendada hacia un lugar en el mismo Fusna, donde me hicieron sentar y me dijeron que me bajara la venda. Frente mío veo a una persona de sexo masculino, con uniforme de Fusileros Navales, que me hace firmar un acta […] Era la primera cara que veía en tres meses, porque siempre estuve vendada, y no puedo olvidarla. En 1996, cuando el nombre y las fotos de Tróccoli se hicieron públicos a través de la nota de Posdata, identifiqué a aquella persona: era Jorge Néstor Tróccoli”.

Este marino se fugó de Uruguay hacia Italia poco antes de que la fiscal Guianze solicitara su procesamiento por diversos crímenes cometidos en dictadura. Cuando la justicia uruguaya reclamó su extradición, el entonces embajador compatriota Carlos Abin no cumplió con los plazos establecidos por lo que el torturador logró consolidar su fuga y el embajador fue destituido por el entonces canciller Gonzalo Fernández.

¿Quién paga el abogado de Tróccoli? no es un dato menor en esta historia porque diversas fuentes lo mencionan como vinculado a políticos y empresarios italianos que pertenecieron a la Logia masónica P2. De hecho, ha gozado de muchos privilegios en tierras italianas desde que llegó en el 2007.

“Cosechando amigos” – Radio El Espectador

 

 

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