Extradición de un represor

 Sophie Thonon habla de la reacción de los organismos de derechos humanos franceses frente a lo que pasa en la Argentina

“Comenzaron a prepararse para futuras luchas

Tras un difícil proceso judicial, Thonon acaba de conseguir en Francia la extradición del represor Mario Sandoval. Activa defensora de los derechos humanos, la jurista advierte sobre un posible retroceso en la materia. También habla de Milagro Sala y Santiago Maldonado.

 

Por Alejandra Dandan

Tras cinco años de un difícil proceso judicial, Sophie Thonon acaba de conseguir la extradición de Mario Alfredo “Churrasco” Sandoval, un policía de Coordinación Federal con intervención en la ESMA, refugiado en Francia con papeles de ciudadano. Ella es jurista francesa y activa defensora de los derechos humanos. Fue una de las impulsoras del primer juicio en el exterior a Alfredo Astiz durante la vigencia de las leyes de impunidad en Argentina. Como observadora de lo que el mundo reconoce como el caso de juzgamiento argentino de crímenes contra la humanidad, en esta entrevista habla de lo que puede empezar a olvidarse: “Argentina acumuló una jurisprudencia internacional en términos de persecución penal y castigo a genocidas que es un enriquecimiento decisivo para la justicia internacional”, dice. Pero sobre esa base también muestra señales de alarma ante fallos como el 2×1 de la Corte. “Los organismos de derechos humanos franceses de repente se preguntaron: ¿Esa justicia ejemplar está en peligro? Y entonces, de nuevo, comenzaron a prepararse para ejercer una vigilancia que hasta ahora no había hecho falta porque lo que hacía esa justicia era ejemplar”. Thonon también habla de Milagro Sala, Santiago Maldonado, de la calle, sus movilizaciones y la emergencia de leyes de excepción que transforman el Estado de derecho en Estados restrictivos, aquí, en la región y en Europa.

–¿Cuál es la evaluación de la decisión de Francia de extraditar a Sandoval?

–El pedido de apelación primero estuvo en manos de la Corte de Apelación de París, que en su momento dio una señal verde para avanzar. Francia no tiene la figura de la desaparición, pero entonces dijeron que el crimen de secuestro argentino era equivalente a la privación ilegal de libertad y reafirmaron el secuestro como un crimen continuo. Sandoval apeló ante la Corte de Casación que puso en duda que la víctima, en este caso Hernán Abriata, pudiera seguir secuestrado en tiempos de democracia. Y aunque la Casación falló en ese sentido, fue una primera semivictoria porque cuando hay temas de extradición, en general, rechaza o acepta el recurso del imputado pero no manda el caso a otra Corte de Apelación para juzgar. Acá lo hizo. Enviaron el caso a la Corte de Versailles. Nunca había pasado. Versailles tomó su tiempo y dio fecha de audiencia. Ese proceso acaba de terminar y hubo una victoria. Es muy difícil que una Corte de Apelación que recibe un caso de Casación no siga los lineamientos, por una posición de jerarquía. Pero hay Cortes valiosas como ésta, que estudian los casos y deciden de modo autónomo. Finalmente Versailles hizo un informe muy preciso del caso, entendió muy bien lo que pasó en la dictadura argentina y dijo que el secuestro es un crimen continuo. Y esa era una decisión que estaba esperando el Estado argentino, los jueces y todos los organismos de derechos humanos porque era la primera vez que la Corte de un país, estimado como Francia, había puesto en duda el elemento continuo del crimen de secuestro. Si quedaba así, podía ser una señal no sólo para Argentina sino a nivel universal. Muchos torturadores o genocidas hubiesen podido apoyarse en la decisión. Teníamos una gran responsabilidad. 

–¿Cómo sigue la extradición?

–La última palabra siempre la tiene el Ejecutivo. Las autoridades francesas tienen que firmar un decreto. Sandoval puede apelarlo, pero es una fase administrativa. Fue una batalla difícil. Se movilizaron todos los representantes de los organismos franceses o compuestos de argentinos de allí. El 15 de septiembre, al final de los alegatos, todos sacaron la foto de Hernán. Y quiero decir que estuvo la embajada argentina presente. Aunque aún no hay embajador, el encargado de negocios, Darío Zelaya, habló e hizo una presentación muy clara. También estuvo muy bien el fiscal general, que recibió un día antes una carta del Instituto de Altos Estudios Latinoamericanos en París, instituto en el que enseñó Sandoval. Hubo profesores que después de haber compartido la enseñanza, no quisieron saber más nada de él. Y esa carta fue leída en el juicio. Muchos profesores, incluido el director, dijeron lamentar que una persona así haya enseñado en la escuela. Para nosotros fue un hecho impactante.

–En Francia hubo giros en la jurisprudencia (ver aparte). Acá hay alertas en el mismo sentido. Usted llevó adelante las causas de desaparecidos franceses en Argentina en los momentos que acá no podían ser juzgados. ¿Cómo mira lo que sucedió con el caso de juzgamiento argentino?

–El caso de los franceses desaparecidos en Argentina se abrió en Francia cuando todavía había impunidad en Argentina. La instrucción de (Baltasar) Garzón empezó en 1996 y yo presenté la nuestra en septiembre de 1998. Los organismos de derechos humanos, y yo misma, pensamos aquello como una manera pública, universal, de decir a los argentinos: ‘bueno, despiértense, la justicia les pertenece en primer lugar a ustedes, nosotros somos una justicia que ayuda’. Lo concebimos así. Pero tomamos los casos completamente y no por la mitad ni esperando que la justicia argentina despertara. Francia hizo una instrucción remarcable porque eran hechos que habían sucedido treinta años atrás, hoy cuarenta, y en otro país. Pero una de las cosas que ocurre con el fenómeno lesa humanidad es que más tiempo pasa, y más elementos se recogen. El juez francés de 1998 tenía mucho más material sobre las monjas que el juez de 1990. Y ese juez, Roger Le Loire, fue muy activo. Se interesó mucho. Me acuerdo que tenía en su despacho la organización del famoso Plan Cóndor, sobre cómo se articulaba la información. Lo mismo sucedió con la jueza que terminó el caso de Pinochet, Sophié Clement. Entonces, eso fue un elemento muy decisivo para los años de impunidad y para reunir información en la instrucción que pudiera ser aportada a la justicia argentina. Y, además, fue importante para Francia, que no juzgó con una competencia universal. Juzgó con la ley francesa, sus tribunales, su código, era un caso francés sólo que los hechos habían ocurrido afuera. Y también era una manera de decir: aún si los crímenes no se cometieron en Francia, nosotros estamos vigilando. Era un mensaje, incluso a los genocidas.

–Luego se reactivaron las causas. ¿Cuál es (o fue) el aporte argentino a la dinámica de juzgamiento universal?

 

–Cada vez que tengo la oportunidad de hablar de esa justicia después de la anulación de las leyes de impunidad subrayo el papel histórico y ejemplar de la justicia argentina. Primero, el Juicio a las Juntas. No hay muchos países que justo después de los hechos, con sus leyes, sus jueces, sus tribunales, su código procesal, juzguen a sus torturares. Grecia y Argentina, no conozco otros. Argentina ya en esa época asumió un lugar muy importante. Muy ejemplar en el mundo. No era un tribunal ad hoc como Ruanda. Argentina juzgó. Después terminó bastante mal con las leyes de impunidad. Pero en estos años acumuló una jurisprudencia internacional en términos de persecución penal y castigo a genocidas que, digamos, es un enriquecimiento decisivo para la justicia internacional.

–Luego vinieron los giros. El fallo del 2×1 o incumplimiento de cautelares de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos o de las Naciones Unidas, como sucedió en el caso Sala. ¿Ustedes se preparan para volver a activar prácticas de momentos de impunidad?

–Es cierto que para el exterior la Ley del 2×1 fue una especie de alerta fuerte. Los organismos de derechos humanos de Francia se preguntaron: “¿Esa justicia ejemplar está en peligro? Entonces, de nuevo, comenzaron a prepararse para luchas futuras, para ejercer una vigilancia que hasta ahora no había hecho falta porque lo que hacía esa justicia era ejemplar, aunque siempre puede criticarse. Pero a partir de eso, los organismos comenzaron a pensar que a lo mejor deben estar listos para futuros combates. Acabo de estar en Chile por el aniversario de la Caravana de la Muerte, un acto de terrorismo para sacar presos legalmente encerrados por la dictadura pinochetista: los sacaban y fusilaban. Pero me acuerdo que allí denunciaron la poca reacción del pueblo chileno frente a esto, tomando como punto de comparación al pueblo argentino y diciendo: los argentinos son capaces de hacer bajar a la calle un millón de personas a protestar contra una medida que ven de futura impunidad. Eso generó mucha admiración y también lo hizo cuando lo vimos en Francia. Nos pareció realmente muy impactante la movilización. Es decir, primero la capacidad de movilizarse porque poner un millón de personas en la calle no se organiza así nomás. Pero también, la reacción del pueblo argentino. Como decir (busca las palabras)… la idea de que el olvido en Argentina, no existe, es una palabra que no pertenece al diccionario cuando se trata de derechos humanos, acá recuerdan lo que pasó 40 años atrás o lo que contaron las víctimas. Eso siempre nos pareció muy movilizador. Lo que pasó es un elemento del presente, como decirlo, que sigue con su eco, o más que eco: es una realidad.

–Estuvo en el aniversario de Abuelas de Plaza de Mayo. También con Estela de Carlotto en movilizaciones por Santiago Maldonado en París. E intervino en reclamos por Milagro Sala. 

–Soy abogada de Abuelas en Francia. Con Estela habíamos estado en París en la Plaza de los derechos humanos del Trocadero con la denuncia por Maldonado cuando aún no había aparecido el cuerpo. Creo que la lucha de las Abuelas es una lucha ejemplar, inédita. La capacidad de estas mujeres, abuelas y de madres que sobrevivieron, de movilizar y obtener resultados. Y el tema de los chicos raptados es como el río subterráneo de la dictadura que sigue en la sociedad. Y de repente, cuando uno de estos chicos aparece, hay como una continuación, una sobrevivencia de un hecho criminal que todavía no terminó. Maldonado es un caso muy presente en Francia. Preocupa y preocupó durante los días de desaparición forzada. Ahora preocupa qué va a hacer la justicia argentina. Y de manera permanente, los organismos exigen la verdad, es decir una investigación judicial imparcial y a fondo. Además, en Francia tiene mucho eco la lucha de los pueblos originarios y explotación de las grandes empresas internacionales sobre las tierras mapuches. Y el caso Milagro Sala es muy vigilado porque es muy difícil entender para la aplicación normal del derecho, que se pueda encarcelar a una persona de manera preventiva tanto tiempo sobre una base jurídica tan ligera. La detención preventiva es la excepción porque viola la presunción de inocencia, tanto en Francia como en Argentina. Y lo mismo ocurre con la aplicación del derecho internacional de los tratados de los cuales Argentina es parte.

–Acá, en la región, en Francia y Europa proliferan discursos de odio. Y con eso la configuración de nuevos viejos enemigos internos.

–Cuando se habla de la continuación del hecho dictatorial en tiempos de democracia, el Código Penal chileno es un ejemplo. A los mapuches se los persigue sobre la base de una ley antiterrorista de la época de la Pinochet. Entonces, a ellos, a los mapuches que tienen una reivindicación social y cultural, se los persigue con una ley de la peor represión que hubo. Eso es un elemento que se denuncia y por supuesto es una tendencia en nuestros países, hacer revivir leyes de excepción que reducen las libertades públicas como ahora en Francia, que las reducen en nombre de la persecución del terrorismo, de la seguridad del pueblo y demás. Es decir, en un Estado de derecho el miedo siempre es pasar a un Estado de represión, de restricción de las libertades, de vigilancia del pueblo. Lo que pasó en Francia con el Estado de excepción durante meses, es un ejemplo.

 

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