29 de noviembre de 2017
Tras cinco años de audiencias, termina mañana el juicio ESMA III
Una sociedad que espera justicia
El juicio abarca 789 víctimas y hay 54 acusados. Revisó por primera vez la mecánica y responsabilidades de los vuelos de la muerte. Testigos y sobrevivientes valoran lo hecho, aunque los trascendidos del tribunal indican que las sentencias no serán ejemplares. Las expectativas en la voz de tres sobrevivientes Miriam Lewin, Adriana Suzal y Alfredo Ayala,
Por Alejandra Dandan
Hay interrogantes que todavía esperan respuestas. Cuando los testigos del juicio concluían sus declaraciones, uno de los jueces del Tribunal Oral Federal 5 solía hacerles una pregunta: ¿Quiere agregar algo más? Hubo una mujer que dijo que no podía creer que haya gente con semejante maldad, porque si a un asesino que comete crímenes con un niño o con su esposa se lo llevan preso y lo juzga un juez con todas las leyes, ¿cómo puede ser que ellos hayan hecho lo que hicieron con nuestros hijos? Quiero que me lo digan, les dijo Beatriz Cantarini de Abriatta, la madre de uno de los estudiantes de arquitectura desaparecidos. Y repitió: “Quiero que me lo digan a mí”. Poco después, declaró Ezequiel Rochistein Tauro. El juez Leopoldo Bruglia volvió a hacer la misma pregunta.
– ¿Nos quiere decir algo más?
– La verdad es que si alguien de la defensa sabe cuándo nací y cuál era mi nombre, les agradezco que me lo digan. Nada más.
Pasaron cinco años desde el comienzo del juicio ESMA III. Murieron 14 de los 68 acusados, la Corte Suprema de Justicia falló a favor del 2×1 y aquel presidente del TOF hoy integra la Cámara Federal que liberó a ocho policías hace poco más de una semana con criterios que parecen enmascarar el regreso de la obediencia debida. La sentencia se conocerá hoy a partir de las 14. Sobrevivientes, familiares y organismos de derechos humanos concentrarán en las puertas de los tribunales federales para esperar el veredicto. Se trata el juicio más importante de la historia del país por el número de 789 víctimas, por el número de 54 imputados y por las dimensiones de los crímenes en juego. La ESMA III analizó el funcionamiento del centro clandestino de la Armada durante todo el período represivo 1976-1983 y revisó por primera vez mecánica y responsabilidades de los vuelos de la muerte con una reconstrucción sin precedentes de la burocracia de la Armada destinada al abastecimiento de aeronaves y tripulantes para el exterminio. También revisó el rol de los medios de comunicación que contribuyeron a construir la figura del enemigo interno, al describir a las víctimas como “subversivas” o “extremistas terroristas” o muertas en enfrentamientos fraguados. Por este aspecto, la fiscalía pidió que la sentencia incluya pedidos de rectificación a los medios gráficos como parte del derecho a la reparación y verdad de las víctimas. La fiscalía pidió perpetuas para 52 de los 54 acusados y aunque lo que suceda hoy es una incógnita, sobrevivientes y familiares y organismos de derechos humanos capitalizan los enormes aportes del juicio.
“Este juicio ha significado un enorme paso en la conciencia de nuestro pueblo”, dice Carlos Loza, uno de los sobrevivientes que trabajó pieza a pieza la reconstrucción de grupos de militancia para lograr entender lógicas de los secuestros. “La enorme cantidad de casos e imputados mostró el sentido de la represión sobre colectivos populares organizados y opositores a la dictadura cívico-militar. Por eso decimos que es un genocidio y que no tuvo nada de improvisado. La condena social de los represores ya forma parte de nuestro patrimonio histórico. Nos queda que la justicia condene a los genocidas y el reconocimiento de los vuelos como forma de ocultar sus crímenes”. Carlos Muñoz, otro de los sobrevivientes, viene pensando hace tiempo este final. “Este es el juicio mas grande de la historia del país, pero eso que arrancamos con mucha expectativa hace cinco años se fue haciendo otra cosa. Cambió la situación política y hoy es paradójico, porque los derechos humanos están en riesgo, la democracia tiene una fragilidad espantosa y los genocidas pueden gozar de prisión domiciliaria y algunos de libertad. Entonces, las expectativas están, pero en estas condiciones. Yo espero que se cumpla la ley, vayan a perpetua los responsables, espero cárcel común y por las madres, los hijos y fundamentalmente los compañeros desaparecidos, que se haga justicia”.
Los imputados
Entre los 54 imputados que escucharán la sentencia hay caras conocidas como el Tigre Acosta, Ricardo Cavallo y Alfredo Astiz, que volvió a zarandear a la sala con sus últimas palabras cuando reivindicó el exterminio con un discurso ahora aggiornado con los mapuches. Pero hay otras cara nada conocidas fuera del centro clandestino: 38 de los 54 acusados escucharán una sentencia por primera vez. Gran parte de ellos formó parte de los grupos operativos de la ESMA que actuaron desde fines de 1978, el momento de pérdida de poder del Grupo de Tareas de Jacinto Chamorro y del Tigre Acosta, cuando el centro clandestino quedó bajo el control de la Jefatura de Inteligencia Naval y del Servicio de Inteligencia Naval (JEIN). La reconstrucción de ese segundo momento de la ESMA con su estructura, objetivos y operaciones también fue parte de los aportes del juicio: 23 de los 54 imputados formaron parte del JEIN. Es el momento que con gran parte de las organizaciones desarticuladas se crea el Centro Piloto de París como órgano de propaganda política y de infiltración sobre grupos de exiliados y en el que se prioriza la inteligencia y los secuestros fuera del país. Y el tercer grupo de acusados son 5 de los 54, imputados por los vuelos de la muerte. El Ministerio Público Fiscal logró reconstruir en el debate la arquitectura burocrática que proveyó de aviones y de tripulantes a los traslados a partir de análisis de documentación del ministerio de Defensa y el de Seguridad. Esa articulación mostró el rol del Comando de Operaciones Navales en la cúspide de la estructura de la Armada, que se encargó de la provisión y distribución de aviones, barcos y soldados. El juicio mostró que los aviones y helicópteros que se usaron dependían de dos estructuras: la División de Aviación de Prefectura (DAVI), con los Skyvan, y el Comando de Aviación Naval de la Armada (COAN), con los Electra, DC3 y las escuadrillas de helicópteros. Allí revistaban los cinco imputados del juicio: Julio Poch, Emir Sisul Hess y Ricardo Ormello (COAN) y Mario Daniel Arrú y Alejandro Domingo D’Agostino (DAVI).
Miriam Lewin es una de las sobrevivientes que trabajó con las pruebas de los vuelos. Secuestrada entre el 17 de mayo de 1977 y el 10 de enero de 1979 a los 19 años, se la llevaron de la parada del 28 sobre avenida General Paz, primero al centro clandestino Virrey Ceballos y a partir de marzo de 1978 a la ESMA. Como periodista, investigó los vuelos de un Skyvan de Prefectura Naval, entonces dependiente de la Armada Argentina. El avión había sido vendido a Estados Unidos. En las planillas descubrió uno de los vuelos irregulares del 14 de diciembre de 1977 con el posible traslado de las víctimas de la Santa Cruz. Los datos luego analizados por la Unidad de lesa humanidad del MPF permitieron el procesamiento de Arrú y D’Agostino. Ahora Miriam sabe que ellos pueden ser absueltos, porque es la información que viene filtrando desde hace semanas el TOF. “Sería un enorme retroceso para la justicia argentina y las políticas de derechos humanos que son consideradas un faro a nivel mundial que se den absoluciones porque está absolutamente probada la participación de todos los acusados en el genocidio que se produjo en la Argentina durante los años ’70”.
ESCUCHAR TESTIMONIOS
Miriam Lewin
Alfredo Ayala
Adriana Zusal
La reparación
Pero el juicio no sólo fueron aportes y pruebas. También fue reparación. En estos años declararon por primera vez mujeres como las hermanas Salvatierra, que vivieron aterradas durante cuarenta años dentro de sus casas. Hijas que dieron testimonio por primera vez sobre el secuestro de sus padres o sus propios cautiverios, como María Eva Basterra, secuestrada durante una semana con su padre a los seis meses de nacer. También testimoniaron sobrevivientes mujeres que por primera vez hablaron en nombre propio y no como esposas de, como Andrea Bello. Y mujeres como Adriana Suzal que se animaron a denunciar lo que les había pasado sólo después de 40 años. “Agradezco a los juicios y en ellos la habilitación de la palabra porque todo el tiempo se me presentaba una idea: ¿qué puedo decir yo?”, dice Adriana, secuestrada en la ESMA un sólo día, entre el 7 y 8 de octubre de 1976, a los 19 años. Era estudiante de psicología en la Universidad de Belgrano, nunca había declarado y sólo se acercó a hacer su denuncia después de 2004. “Cuando estuve detenida me hacen llamar a mi casa para decir que estaba bien y que estaba con mi novio. Por eso, cada día que mis hijos me llamaban para decirme: mamá vuelvo más tarde o no vuelvo, se me hacía un puente directo a la ESMA. ¿Será verdad? ¿Estarán bien? A partir de los juicios comienza a haber un cambio enorme. Haber aportado a la verdad fue un cambio muy grande, pero también lo es para toda la sociedad”.
Andrea Bello fue secuestrada entre el 6 de diciembre de 1978 y septiembre de 1979, tenía 20 años, se la llevaron de un bar en la esquina de Varela y avenida Del Trabajo en Flores con su esposo Lázaro Gladstein. Andrea declaró en ESMA I y ESMA II, pero recién en ESMA III declaró escindida de su condición de “esposa”. “Hasta el juicio anterior muchas de nosotras sólo declaramos como ‘mujeres de’, recién en este juicio yo aparezco en nombre propio. Lo que siento en este momento frente al final es una desazón absoluta. Aún no están los resultados, pero me pregunto si todo lo que escuchamos durante estos cinco años no sirvió para condenas ejemplares, no sé como dormirán los jueces”. Alfredo Ayala es conocido como Mantecol. Estuvo secuestrado entre el 17 septiembre de 1977 y el 23 de diciembre de 1979. Cuando lo secuestraron era responsable del movimiento villero peronista de zona norte, un movimiento cuya historia recién ahora encontró espacio para ser narrada en el espacio de la justicia. Y también hubo espacio para las madres. Lita Boitano es parte de las más activas integrantes del Comité por la Libertad de Milagro Sala, habla de esta sentencia de un juicio que tiene entre las 789 víctimas a su hijo Miguel Angel. A pedido de HIJOS, Lita contó en este juicio la historia de Familiares de Desaparecidos y Detenidos por Razones Políticas, pero también se hizo espacio para nombrar a su hija Adriana, al cura Graselli y hasta reclamar por el archivo del Vaticano. Cuando llegó al final, pidió más a la justicia. “Nosotros nos estamos muriendo porque tenemos una edad muy similar a la de ellos, pero Dios nos puso todavía acá para hacer memoria. Para hacer justicia están ustedes”, les dijo a los jueces. Mañana se sabrá.
CONDENA AL INFIERNO
El tercer juicio por la ESMA, el proceso más largo de la historia argentina, terminó con 29 condenas a perpetua –entre ellas la de los emblemáticos Astiz y Acosta y, por primera vez, la de dos pilotos de los vuelos de la muerte–, 19 penas entre 8 y 24 años y 6 absoluciones.
Por Alejandra Dandan
30 de noviembre de 2017
29 perpetuas, otras 19 condenas y seis absoluciones en el tercer juicio por los crímenes de la ESMA.
Los vuelos también tienen condenas
Hubo dos perpetuas para los comandantes que tripularon los aviones Skyvan. Uno de ellos es el que se habría usado para el “traslado” de los secuestrados de la Iglesia de la Santa Cruz. También volvieron a ser condenados los represores más emblemáticos de la ESMA.
“Señoras y señores el juicio ha concluido”, se escuchó. El presidente del Tribunal Oral Federal 5 Daniel Obligado clausuró así cinco años larguísimos del juicio más importante en la historia de juzgamiento de los crímenes de lesa humanidad de este país. Las 48 condenas a los 54 imputados por los crímenes de la ESMA incluyeron lo que hasta minutos antes todavía estaba en duda: dos perpetuas para los comandantes que tripularon los aviones Skyvan. Uno de esos aviones es que el se habría usado para el “traslado” de los 12 secuestrados de la Iglesia de la Santa Cruz, entre ellos tres madres de Plaza de Mayo y las monjas francesas Alice Domon y Leonié Duquet. De esa manera, las condenas a los pilotos Mario Daniel Arru y Alejandro Domingo D’Agostino, de Prefectura dieron por probado sus responsabilidades en los crímenes pero también lo que este juicio tenía como materia pendiente: la existencia de los vuelos de la muerte como mecánica de exterminio masiva fabricada por los genocidas. El fallo, dividido y discutido hasta minutos antes de la sentencia, tuvo 29 perpetuas y 10 condenas muy escasas de entre 8 y 10 años de prisión con 4 excarcelaciones. También hubo otras nueve condenas de entre 10 y 25 años y 6 absoluciones, entre ellas al ex ministro de Hacienda Juan Alemann, uno de los dos civiles juzgados, y a los otros tres acusados por los vuelos, aquellos que confesaron ante compañeros de trabajo y familia su participación. Las absoluciones salieron en dos casos por el voto en mayoría de Lepoldo Bruglia y Adriana Pagliotti. Y por unanimidad en el caso de Julio Poch, reciclado como aviador civil en la línea de bandera de Holanda, dueño de un fabuloso poder de lobby en ese país.
Cuando Obligado terminó la lectura, después de cinco horas de audiencia, Poch se levantó de la silla eufórico, abrazado por antiguos camaradas de armas y con el festejo de las esposas de los marinos que incluyó aplausos, himno nacional, reparto de cedés y cancionero en tono falangista entre quienes siguieron la lectura desde el primer piso repleto de la sala Amia de los tribunales de Comodoro Py. “¡Cárcel común, perpetua y efectiva, ni un sólo genocida por las calles argentinas!”, cantó la sala de abajo en el final. Nora Cortiñas, Vera Jarach y Clara Weinstein, todas Madres de Plaza de Mayo, se levantaban de las sillas. Se oyó fuerte el “Como a los nazis les va a pasar”, mientras larguísimas filas de los ahora condenados iban tratando de abandonar la sala. Las manos de los familiares y sobrevivientes se pegaron contra el blindex ante la euforia de los 10 que ya mismo salieron en libertad. Los familiares de las víctimas sostuvieron las imágenes de los desaparecidos en las manos. Entre ellos, Silvia Lizaso levantó la foto de familia. Dijo: soy la única sobreviviente, y señaló desaparecidos y asesinados de tres generaciones distintas.
“Creo que es un juicio histórico”, dijo Ana María Careaga apenas salió. Es hija de Esther Ballestrino de Careaga, una de las madres de Plaza de Mayo asesinadas en los vuelos de la muerte. “No ha habido ningún juicio así en ningún lugar del mundo -dijo– y en la Argentina es el juicio más grande, duró cinco años, con muchas víctimas, 54 represores, algunos se murieron, pero es la primer vez en la historia de este país que se condena a los que eran el último eslabón del engranaje, que eran los pilotos que arrojaban con vida a los desparecidos al mar. Por eso creo que es importantísimo. Después habrá tiempo para ver los fundamentos, porque las condenas siempre son injustas”. Atrás, Patricia Walsh dejaba la sala. “Es importante rescatar con este resultado lo que nuestra lucha consigue –dijo– en este caso 29 condenas perpetuas cuando sabemos que era todo muy difícil y denunciar lo que significa la construcción de impunidad para estas absoluciones que vamos a apelar y vamos a seguir insistiendo con la verdad, la memoria y la justicia”. Nora Cortiñas salía con Victor Basterra, uno de los muchos sobrevivientes de la sala. Cuando se iba Victor se quedó mirando a los represores. “Mirá ahí, ¿lo ves?”, preguntó. “Es el Hormiga Orlando Gonzalez”. Ese hombre que se daba aires de fotógrafo en la ESMA, fotografiando a las prisioneras, acaba de ser condenado a perpetua. “Es una jornada media histórica, realmente”, explicó Basterra. “El juicio más grande cuando en realidad tenemos muchas contra porque lleva cinco años y estamos en un contexto difícil”. Hormiga Negra, para entonces, con su camisa blanca y saco gris había dejado la sala.
Quién es quién
La sentencia se discutió hasta minutos antes del final. Por eso el comienzo previsto para las dos de la tarde se demoró hasta las 15.45. Bruglia y Pagliotti no tenían definido su voto para vuelos. Obligado se retiró del debate porque había dictado su voto con una condena a todos a perpetua, incluso a los absueltos, menos a Poch. Por eso las absoluciones salieron en disidencia. Y hubo también diferencias en los hechos imputados, detalles que se conocerán con los fundamentos previstos para el 5 de marzo. Los dos condenados por vuelos fueron condenados sólo por los 12 de la Santa Cruz y no como fueron acusados, por una enorme cantidad de víctimas, una diferencia que también contempló el voto en minoría. Esos dos condenados -Arrú y D’Agostino– son los pilotos cuyos nombres se encontraron en las planillas del avión Skyvan vendido a Estados Unidos, datos investigados por Miriam Lewin en su condición de periodista y peritados más tarde por la Unidad de lesa humanidad del Ministerio Público Fiscal entre cientos de planillas que desclasificó Prefectura y en las que se observaron vuelos anómalos. Los absueltos, en cambio, fueron los tres acusados que confesaron su participación en los vuelos de la muerte ante compañeros de trabajo y familia. Poch que confesó en una cena en Bali que “estaban drogados” y “tendríamos que haberlos matado a todos”; Emir Sisul Hess, piloto de helicópteros Alouette y Seaking, al que sus compañeros escucharon hablar de “vuelos de limpieza” desde donde se veía “a la gente que caía como hormigas” y Ricardo Ormello, mecánico motorista en Ezeiza, que años más tarde dijo a sus compañeros: “Una vez trajeron a una gorda que pesaba como cien kilos y la droga no le había hecho el efecto suficiente”.
Los fiscales Mercedes Soiza Reilly y Guillermo Friele –pero también todas las querellas desde el Cels hasta Justicia Ya, Kaos y Luis Zamora–, los acusaron además por las pruebas que aportaron los documentos del Ministerio de Defensa y Seguridad que dieron cuenta de los lugares que ocuparon en la estructura de vuelos organizada por la Armada. El descubrimiento del rol del Comando de Operaciones Navales en esa estructura fue uno de los hallazgos de este juicio. Pero hasta última hora de ayer, los dos jueces no tenían decidida la imputación. Finalmente decidieron reducir los cargos a los 12 de la Santa Cruz, según supo este diario. Por todo esto, las lecturas sobre esas condenas mostraron cierta contradicción.
“La prueba tal como fue configurada por la fiscalía completó el proceso de investigación que se inició con la localización y ubicación de las planillas de vuelo del Skyvan. Pero la Armada tenia 14 pilotos de Skyvan en esa época: todos están comprometidos en los vuelos irregulares y la justicia también tiene que ir por ellos”, dijo Miriam Lewin apenas escuchó a Obligado leer las perpetuas a dos de los pilotos. Fuera de eso, hay que decir que la sentencia alcanzó nuevamente a las caras más simbólicas de la ESMA y otras desconocidas fuera de la ESMA. Entre los primeros están el Tigre Jorge Acosta, saludado con el himno nacional cuando entró a la sala por la platea de familiares, ahora con su segunda condena a perpetua. Alcanzó nuevamente a Alfredo Astiz, condenado a perpetua en ESMA II y quien llegó a la sala con un libro en la mano y su inseparable escarapela en el pecho. También por segunda vez recibió una perpetua Ricardo Cavallo, que no paró de anotar. Esta vez también le tocó una perpetua Juan Carlos Rolón, absuelto en el juicio anterior. Y a los hermanos Miguel Angel y Pablo Eduardo García Tallada. Además, las perpetuas por primera vez incluyen a Rolón, los dos pilotos y también a integrantes de las patotas que funcionaron en la ESMA desde 1979 a 1983, un período que no se había juzgado en ESMA II. De ese período son los nombres menos conocidos, la mayor parte integrantes del Servicio de Inteligencia Naval que tomó el control político del centro clandestino con la salida de Acosta en 1979. Entre los desconocidos está Hormiga Negra, pero también hombres como Julio Cesar Binotti y Juan de Dios Daer con penas de 8 años. De ese período son las penas más leves, la mayoría votadas con la disidencia de Obligado. Seis represores fueron condenados a 8 años de prisión y 2 a diez años, cuando tenían penas a perpetuas pedidas por la fiscalía. De esos 10, 4 fueron excarcelados luego del juicio. Hubo además 6 absueltos, cuatro por unanimidad. Además de Alemann y de los tres confesos de vuelos, Roque Angel Martello y Ricardo Linch Jones, operativo del Grupo de Tareas de la ESMA, que, sin embargo, dice que él no era el malo sino su hermano. “Los montos bajos de estas penas no se corresponden con la dimensión de los delitos”, dijo Jorge Auat coordinador de la Procuraduría de Crímenes contra la Humanidad. Y en ese sentido el abogado de Justicia Ya Pedro Dinani explicó que el Tribunal otorgó penas de 8 años por más de 100 hechos de tormentos en algunos casos, un dato que traducido haría suponer que se están dando menos de tres días de prisión por cada uno de esos tormentos. “La justicia tiene detenida a Milagro Sala hace dos años sin pruebas, y acá con más de cien casos de secuestros y tormentos los dejan en libertad”.
“¿Vos sos de la RAM?”, preguntó la esposa el “Nabo” Ernesto Barreiro, a uno de los periodistas ubicados en ese palco repleto de las esposas y camaradas. Sentada en la primera fila y bien temprano se ubicaron Cecilia Pando y Paloma Alarcón, vocera del grupo Justicia y Concordia que brega por la impunidad de los crímenes. “Los derechos humanos son de todos”, se les oyó mientras repartían el un cedé a cada periodista: Argentina en Guerra, Volumen 1, Los ejércitos revolucionarios. Abajo, en tanto, iban entrando temprano los y las sobrevivientes. Ricardo Coquet. Andrea Bello. En silla de ruedas llegó Beatriz Cantarini de Abriatta, 91 años, con el pañuelo, la madre de Hernán Abriatta. A las 15.45 a casi dos horas de espera la sala observó el ingreso del Tigre Acosta. ¡Asesino! ¡Asesino!, comenzó a gritar. ¡Violadores! ¡Asesinos! De nuevo, y ahora entraba Astiz y Cavallo. “¡Vas a morir como Videla en la cárcel, Astiz!”, se oyó. Y entonces, bien fuerte, los de arriba gritaron el himno. Y alguien escuchó que también gritaron mueran los terroristas. “¡Si quieren continuar con el acto, pido silencio a la sala!”, pegó un increíble grito Obligado. “¡Sino se callan voy a desalojar!, repitió. Los presentes levantaron sus fotos. Los reporteros gráficos pasaron a la sala. Obligado se exaltó porque los fotógrafos demoraban su repaso por las caras del mal. Y volvió a pedir que se apuren. Los de arriba protestaron. Y entonces, se oyó un grito de Liliana Alanis, abogada de Justicia Ya, en este juicio. “No respetan el trabajo de la prensa -dijo–: ya bastante no respetan a los 30.000 desaparecidos”. La noche del martes Silvia Lizaso no pudo dormir. “¿Sabés lo que me pasaba? Entendí que volvía a sentir un agradecimiento a los sobrevivientes, me pasó eso, decir que estos compañeros han sido de una coherencia durante toda su vida”.
En la sala estuvieron representantes de la embajada sueca por el caso de Dagmar Hagelin. Estuvo el juez federal Daniel Rafecas. Estuvo Estela de Carlotto. No hubo un sólo representante del gobierno nacional, salvo, hay que decirlo, los abogados de la querella de la secretaría de derechos humanos, pero, hay que decir también, todos vienen de los años en los que estos juicios se sostuvieron como política de Estado.
Cadena perpetua para los autores de crímenes de lesa humanidad en la ESMA
30 • nov. • 2017
El Tribunal Oral Federal 5 de Argentina condenó ayer a 15 personas a penas de cadena perpetua por los delitos cometidos en la Escuela de Mecánica de la Armada (Esma) durante la dictadura. La sentencia leída ayer corresponde al juicio denominado Esma III, el más extenso hasta ahora.
Entre los condenados a cadena perpetua están el ex oficial de la Armada Alfredo Astiz, el ex jefe de tareas de un grupo de inteligencia de la Esma Jorge Acosta y Adolfo Donda, quien fue jefe de un grupo de operaciones de la misma escuela y apropiador de la hoy diputada Victoria Donda.
El juicio, por torturas y desapariciones que tuvieron como víctimas 789 personas, comenzó con 68 imputados en 2012, pero los fallecimientos y las cuestiones de salud redujeron el número a 54. Además, el tribunal absolvió a Juan Alemann, ex secretario de Hacienda de la dictadura, quien fue visto en la Esma por varias personas que estuvieron detenidas durante el régimen y estaba acusado de haber presenciado los crímenes y no denunciarlos. En este proceso fueron juzgados por primera vez ocho hombres por su involucramiento en los vuelos de la muerte, entre ellos los pilotos que condujeron esos aviones.