La vida en la dictadura uruguaya

  Pantallazos de la vida en dictadura

Para muchos, en las nieblas de la dictadura, no fue fácil ubicarse entre las presiones y las tentaciones, y mantener el rumbo entre la heroicidad y la traición.

Por Eduardo Platero

De la enigmática entrevista con el Contraalmirante Márquez que conté en en la entrega anterior lo único que puede sacar en limpio fue que se desconfiaban entre ellos y que todos, a su manera, querían tener una especie de “línea abierta” con nosotros.

Yo puntualmente pasé la información y hasta ahora siento el dolor de no haber sido más cuidadoso con quien esa vez hizo de enlace..

Un amigo que si hubiese muerto en el Cilindro habría quedado como un héroe, no entendió la última parte. Lo del seguro costo del favor en caso de aceptarlo, y cómo eso era una versión del viejo asunto de “el bueno y el malo”.

Vi que le brillaban los ojos y sabiendo que era bastante irreflexivo le insistí en que no hay favores gratis y que si te salvaba de la biaba era por algo a cambio; pero los ojos le seguían brillando.

La vida nos separó porque había que andar cambiando todo a cada rato y él se fue apartando de la militancia porque su vida se fue desordenando.

Pienso que ese desorden personal, que te lleva insensiblemente a ser otro, tuvo mucho que ver con el apartamiento de las masas que los criterios de seguridad y el peso de la represión fueron imponiéndonos. Esa vida para algunos fue más difícil que para otros.

Como las plantas, algunos resisten el cambio de ambiente y otras no.

En el año 83 me vine a enterar de que, ¡tal cual!, había caído en la trampa.

Él y otro pactaron con la Marina salir a intentar la formación de una Central “nacionalista”, y no sólo rebotaron en todos lados y fueron corridos por traidores, sino que esa operación fracasada acabó posibilitando la creación del PIT.

Porque la Resistencia siempre fue algo así: el que erraba quedaba pagando y recibía la contra. Y esa vez la dictadura, desgastada por los años, el plebiscito del 80 y las Elecciones Internas del 82, no pudo resistir la presión.

Con la formación del PIT vino el 1º de Mayo multitudinario del 83, los estudiantes con su empuje, el Rio de Libertad, el “Día de la Sonrisa” y el Paro General. La huelga de hambre de Germán Araujo; la visita de los gurises de los exiliados en Europa que vinieron en avión… En fin: las mil y una forma en que los desgastamos, los resistimos y fuimos cambiando la correlación de fuerzas.

Ya era otro el clima pese a que seguía habiendo represión y peligro. Los debilitados eran ellos, y éramos nosotros los que empujábamos.

Ese desgraciado compañero, cuando salí, me pidió entrevista para explicarme que, en realidad lo que habían intentado era encubrir bajo esa matriz “nacionalista” la reorganización sindical.

Pero, el juicio ya estaba hecho por quienes vivieron esa etapa, y eran quienes tenían el derecho y la obligación de pronunciarse.

Se embarcaron sin consultar ni al Partido ni a la CNT, y tenían cómo hacerlo de haberlo querido porque nunca se estuvo sin Dirección ni contactos. Y salieron con oficiales de la Armada.

Se asustaron, buscaron caminar en el filo de la navaja y terminaron sirviendo a la dictadura.

No quise verlo, pese a que en un tiempo fue mi amigo y hay que ver lo que esa palabra significa en esos tiempos.

Había sido un compañero muy impulsivo y medio aventurero pero fraterno, generoso y alegre.

Se quebró , traicionó y ¡bien condenado fue! Pero, tuvo mala suerte. No pensó cuando más tenía que pensar.

Ahora que lo escribo, que ya pasó y que vivió y murió como un traidor, porque lo fue, me doy cuenta de que lo sigo queriendo.

 

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