Argentina: familiares de genocidas contra los actos cometidos

  “NO NOS RECONCILIAMOS”

15 de noviembre de 2018,

Lazos rotos, memorias vivas

Hijas, hijos y familiares de genocidas argentinos se agruparon al colectivo Historias Desobedientes para manifestarse en contra de sus familiares. El próximo 23, 24 y 25 de noviembre realizarán su I Encuentro Internacional en Buenos Aires.

Escrito por: Camila Cardoso

“Nuestros familiares participaron en crímenes de lesa humanidad. Formaron parte del aparato represor que funcionó durante la última dictadura cívico-eclesiástico-militar en Argentina entre 1976 y 1983″, así lo asumen los y las integrantes de Historias Desobedientes, un colectivo conformado por familiares de genocidas que manifiestan su rechazo a las acciones aberrantes que realizaron sus padres, tíos o abuelos.

Historias Desobedientes surge en mayo del año pasado tras el intento fallido del beneficio del 2×1 para los represores en Argentina.

El fallo de la justicia de ese país daba como beneficio a quienes estaban cumpliendo condena por crímenes de lesa humanidad la reducción de su pena e incluso la puesta en libertad. “Una artimaña jurídica” que se frenó gracias al enorme rechazo y movilización de la sociedad, explicó a LARED21 Analía Kalinec, la hija del condenado a prisión perpetua Eduardo Emilio Kalinec, conocido como el Doctor K.

“Mi viejo hubiera sido uno de los beneficiarios de ese 2×1. En este momento él estaría libre”, dijo Analía, y se pronunció en contra de esa posibilidad al recordar que “ellos (los genocidas) vivieron muchos años de impunidad porque los juicios sobre lo que pasó en dictadura acá en Argentina se iniciaron con mucha posterioridad”.

En ese sentido destacó que fue gracias a la lucha y movilización constante de colectivos como las Madres de Plaza de Mayo, las Abuelas, los sobrevivientes y los familiares de los desaparecidos, “que siempre siguieron reclamando memoria verdad y justicia”.

Por eso cuando se intentó instalar el fallo del 2×1 hubo una movilización impresionante tanto en Argentina como en otras partes del mundo que llevó a que se tenga que volver atrás y no se aplique el beneficio.

A raíz de ese fallo fue que los familiares de los genocidas que repudian su accionar comenzaron a encontrarse.

“Ante este caso que de alguna manera nos interpelaba empezamos a hacer algunas declaraciones por las redes sociales, que fueron levantadas por los medios, y se realizaron algunas entrevistas. Y a partir de eso nos dimos cuenta que no estábamos solos”.

“Al comienzo éramos 6 personas, cinco mujeres y un hombre. Nos reunimos y decidimos llamarnos Historias Desobedientes. A partir de ese momento seguimos con acciones sociales y políticas de manera pública, que hicieron que esto se siga difundiendo, y así más familiares, nietas, nietos, hijos, hijas, hermanos de genocidas, sobrinos de genocidas se contactaron con el colectivo”.

Ovejas negras

En este primer año de actividad como colectivo son más de 100 los familiares que han entrado en contacto y cada uno tiene una historia particular sobre cómo y cuándo se enteró de la participación de su familiar en la dictadura.

En el caso de Analía nació en época de dictadura, en el 79. “Crecí en años de impunidad, viviendo en una familia donde no se hablaba del tema. Iba a escuelas donde no se hablaba del tema y me manejaba en círculos sociales donde este tema estaba totalmente invisibilizado”, reveló y contó que se enteró de las actividades de su padre cuando se iniciaron los “juicios de la verdad” con la llegada de un nuevo gobierno que tomó como política de Estado la necesidad de juzgar a quienes habían cometido estos crímenes contra la humanidad.

En 2005 fue detenido su padre en el marco de esos juicios y a partir de ahí comenzó a interiorizarse con sus actos. Primero hubo negación, no querer aceptar que lo que decían de su padre era real. Luego reconocimiento, asimilación y enfrentamiento. Él le asumió, al mismo tiempo que le justificó, muchos de sus crímenes.

“Pero todos los casos son distintos” —dijo— “por ejemplo otra compañera, Bibiana Reibaldi, en el año 76, cuando empieza la dictadura, ya era una mujer de 20 años, que estudiaba, que trabajaba y que ya tenia una visión, una conciencia del accionar criminal de su padre en ese momento”.

También mencionó el caso de los nietos y nietas que atravesaron recorridos diferentes, que se enteraron con mucha posterioridad y con muchas trabas en la propia familia para reconocer quién era ese abuelo y qué rol desempeñó durante la dictadura.

La reacción del resto de la familia ante estos hijos, hijas, nietos, nietas, sobrinos, sobrinas que se pronuncian en rechazo a sus familiares también “depende de cada caso”, aseguró.

“Es relativo, hay compañeros que son cuatro hermanos que militan en el colectivo, otros somos repudiados al interior de la familia por este posicionamiento. En términos generales podría decir que somos como las ovejas negras de las familias”, reconoció.

“Nuestros padres además de represores son genocidas”

El reconocerse como familiares de genocidas y utilizar esa terminología “es un posicionamiento político”, explicó Analía.

“Nosotros estamos ante un gobierno neoliberal que todos los días que hay una manifestación saca las Fuerzas Armadas a reprimir, entonces decimos que represores hay ahora también, pero nuestros padres además de represores son genocidas, porque participaron en crímenes de lesa humanidad y porque lo que hubo en Argentina fue un genocidio: un plan sistemático orquestado desde un poder central, que lo que hizo fue desde el Estado y con todo su poder arremeter contra la sociedad civil y contra todos los que pensaban diferente”, precisó.

Mientras que sobre cuál ha sido la reacción del resto de la sociedad frente al colectivo aseguró que “fue variando a lo largo de este año”.

La primera vez que salieron con la bandera que identifica a Historias Desobedientes y expresa claramente que son “hijas e hijos de genocidas” contó que generó asombro o incertidumbre en la gente que se les acercaba y les decían que no entendían, les preguntaban quiénes eran, si eran apropiados, etc.

“Les decíamos que éramos biológicos y a lo mejor la persona que teníamos enfrente se ponía a llorar, emocionada por el posicionamiento”, reveló.

“Ahora vemos que ya nos conocen un poco más, que ya saben quiénes somos. No vienen a preguntarnos, sino que nos abrazan, nos alientan. Lo que sentimos en este primer año fue una ‘bienvenida’”.

Poder declarar contra sus familiares

Algunos de los familiares de los integrantes del colectivo aún gozan de la impunidad, no han sido condenados y la voz de sus hijos e hijas no es tenida en cuenta por la justicia.

Es por eso que en noviembre del año pasado desde el colectivo presentaron un proyecto de modificación de dos artículos del código procesal penal, que son los que prohíben que los hijos puedan testificar contra sus padres.

“Nos encontramos con un caso concreto de un hijo que tiene un testimonio que puede ser fuente de prueba en las causas, pero que es desestimado por la justicia porque proviene precisamente del hijo y rigen esos dos artículos que prohíben que pueda declarar o testificar en contra de su padre”, explicó Analía en referencia al caso de Pablo Verna, quien tiene el testimonio de su padre confirmándose que participó en los conocidos “vuelos de la muerte” inyectando a las personas que iban a ser arrojadas vivas al río o al mar, y que participó de secuestros.

Esas confesiones, que son lo único que hay ubicando a Verna padre en los actos de dictadura, no pueden ser tenidas en cuenta porque provienen de su hijo.

Para los integrantes de Historias Desobedientes es necesario revisar esos artículos porque son contradictorios y ponen a los hijos en una condición de cómplices forzosos. A entender de Analía debería ser algo facultativo, “porque es tan dañino que te obliguen a denunciar en contra de tus padres si vos no querés, como que te prohíban hacerlo si vos realmente consideras que lo tenés que hacer”.

Sobre el avance del proyecto en el Congreso argentino Analía contó a LARED21 que lo último que se sabe es que se estaba tratando en comisiones, pero advierten que no se le dio tal vez la urgencia que amerita, teniendo en cuenta que “son juicios que se están llevando a cabo con 30 años de retraso, donde muchos (genocidas) siguen muriendo impunes y muchos familiares siguen esperando justicia por sus seres queridos”.

“Debería ser algo prioritario”, consideró, aunque entendió que el país atraviesa por un momento complicado en el que los y las legisladoras tienen muchos temas también importantes que atender.

No hay reconciliación

Analía dejó claro a LARED21 que no hay ni buscan una “reconciliación” como se habló en algunos medios ante el surgimiento del colectivo.

“No nos reconciliamos. Nuestra posición es clara, uno no se puede reconciliar con estos crímenes, con aquel que no se arrepiente de lo que hizo, aquel que lo volvería a hacer. Es una trampa y es algo perverso pensar en que pueda generarse desde ese lugar”, dijo.

“Son personas que tienen información, que saben acerca del destino de los desaparecidos, que saben acerca de las identidades de los bebés que se siguen buscando pero siguen guardando silencio a costa del sufrimiento de toda la sociedad. Es inaceptable pensar en la reconciliación”, insistió.

En ese sentido dijo que en base a la experiencia de los relatos de quienes integran el colectivo ninguno de los genocidas mostró arrepentimiento.

“Ellos no se arrepienten, por lo menos esto lo vemos quienes integramos el colectivo. Es muy perverso lo que hacen porque dentro de las Fuerzas Armadas y de Seguridad y en el interior de las familias ellos reivindican estos crímenes, siguen pensando que lo que hicieron fue luchar por la patria, que gracias a ellos la patria se salvó, tienen un discurso muy heróico, pero por otro lado en los juicios y en sus audiencias ellos niegan todo, niegan que participaron”.

A pesar de que reivindican los crímenes siguen considerando que estar presos “es una situación injusta. Están reclamando la nulidad de los juicios. Dicen que es todo mentira, cuando ya esta harto probado que acá existieron centros clandestinos, que hay 30 mil compañeros detenidos desaparecidos, que se robaban los bebés de quienes parían en condiciones infrahumanas dentro de los centros”.

Por eso insistió en que “es muy perverso lo que hacen, porque siguen pensando que lo que hicieron, que incluye todos esos crímenes, estuvo bien, que la ideología con la que ellos se manejan justificaba esas aberraciones, pero sin embargo salen a los juicios a negar todo. Es decir, cuando tienen la posibilidad de declarar, de explicar y justificarse desde su posicionamiento ideológico perverso, incluso ahí también lo niegan”.

Encontrarse

Los días 23, 24 y 25 de noviembre Historias Desobedientes llevará a cabo su Primer Encuentro Internacional en Buenos Aires. El evento “surge de la necesidad del colectivo —que fue madurando y gestando un montón de acciones— de pronunciarlo y sacarlo para afuera”.

Analía contó que en una primera etapa trabajaron muy internamente, en la consolidación, en la organización, en determinar para qué se juntaban y definir el sentido, que en este caso es “político social” y de accionar.

El objetivo es manifestar ese posicionamiento y convocar a otros familiares de genocidas de otros países a que vengan y “socializar nuestras experiencias”, explicó.

“Nos hace bien juntarnos. Está bueno y es muy importante para quienes formamos parte, para quienes venimos de mucho maltrato a lo mejor al interior de nuestras familias por nuestros pensares, por nuestros sentires”, dijo.

Y resaltó que fue importante para ella “saber que no estaba tan loca como me decían, no era tan mala como me quisieron hacer ver, sino que lo que yo estaba diciendo tenía un sentido y me encuentro con otros que así también lo piensan y juntos lo pronunciamos, lo defendemos y lo reivindicamos”.

El encuentro en sí tendrá distintas instancias de intercambio, participación y declaración. Habrá un recorrido por el sitio de memoria de la ex ESMA, disertaciones como la de Alexandra Senfft, nieta de un nazi que viene desde Alemania a contar su recorrido personal tras enterarse de quién había sido su abuelo tan querido, cómo eso había sido un secreto familiar, los costos emocionales que eso trajo al interior de la familia y las dificultades con las que se encontró cuando quiso investigar sobre ese abuelo, de la propia familia que se negaba a querer ver o a que se sepa su historia.

Senfft tiene dos libros sobre el tema, uno autobiográfico que relata todo ese proceso, y otro que se presentará en el marco del encuentro que reúne testimonios de otros familiares de nazis que se contactaron con ella tras su primera publicación.

También habrá una presentación y declaración desde Historias Desobedientes como colectivo, y otras mesas de trabajo como por ejemplo una sobre los mandatos y el patriarcado, desde el punto de vista psicoanalítico y desde el punto de vista de la ley, en la que se hablará acerca del proyecto de ley presentado y el alcance que podría tener en los juicios de lesa humanidad.

Otra mesa estará enfocada en la escritura y contará con la participación de Alexandra Senfft que hablará del proceso de su libro, de Victoria Nato que es de Chile y también es hija de un genocida y contará sobre su libro titulado “La hija del torturador” y de Renato Cisneros, escritor y periodista peruano cuyo padre también esta involucrado en crímenes de lesa humanidad. Él también hizo un relato autobiográfico sobre su proceso personal.

En ese marco también se hará la presentación del libro del colectivo “Escritos desobedientes” que cuenta con relatos autobiográficos de sus miembros.

Finalmente en el último día del encuentro se hará la puesta a punto y se proyectará el documental “El mensajero”, que documenta las vicisitudes del “Buenos Aires Herald”, el primer diario que durante la dictadura comenzó a denunciar los crímenes y las demandas de las madres que estaban buscando a sus hijos desaparecidos.

El encuentro es abierto y público pero se debe realizar una inscripción previa por una cuestión logística. Las inscripciones están abiertas hasta el 20 de noviembre.

Para conocer el cronograma de las actividades completo se puede acceder aquí.

¿Qué pasa en Uruguay?

Desde LARED21 consultamos a Analía si han tenido contacto con uruguayos o uruguayas que estén en su misma situación, si se contactaron para participar del Encuentro, etc.

Según dijo se contactó una hija que el padre fue militar en Uruguay, pero ella vive en Argentina. Lo que sabe es que su tío estuvo imputado por crímenes de lesa humanidad y ella sospecha que su padre también participó, pero no lo sabe.

Ante eso surge la pregunta: ¿cuántas personas habrá en esa misma situación?, ¿cuántos no saben o han querido saber cuál fue el rol de sus padres/ tíos/ abuelos durante la dictadura?.

Lejos de posicionarse en contra de sus padres o familiares, en Uruguay las manifestaciones de sus familiares —al menos las que se han realizado públicamente— son en defensa de ellos.

En algunos casos más conocidos, como el de José “Nino” Gavazzo o Ricardo Arab, son sus propias hijas quienes encabezan su defensa y han solicitado permisos especiales. Por ejemplo en 2016 solicitaron que Gavazzo —condenado en 2006 por violaciones a los Derechos Humanos durante la dictadura— pudiera asistir al cumpleaños de 15 de la nieta, algo que le fue otorgado por la justicia, pero que no pudo concretarse gracias a la presión de la sociedad que no le permitió salir de su casa, donde cumple prisión domiciliaria desde 2015.

En ese sentido Analía reveló que en Argentina pasaba algo similar: “Acá los primeros pronunciamientos de familiares de genocidas eran a favor de ellos, por eso nuestra incomodidad también y la necesidad de los desobedientes de decir esta voz no nos representa”, dijo.

“Seguramente en Uruguay y en todos los países donde hubo genocidas tiene que haber alguna voz disidente al interior de la familia que traiga un poco de verdad, incluso a la familia porque viven muchas veces en un estado de negación muy patológico”, consideró y señaló “está bueno y es necesario visibilizarlo y sacarlo para afuera, aunque tiene también para el familiar un costo emocional muy alto ese posicionamiento, porque estamos hablando siempre de los vínculos primarios”.

El Encuentro tiene que ver también con eso: “nos damos cuenta que a medida que las historias toman difusión otros se van animando a hablar y eso también nos motiva y es motivo del encuentro. Visibilizar que hay en distintas parte del mundo familiares de genocidas que repudiamos su accionar”, concluyó.

 

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