Sobre el “primer desaparecido”

La mentira sobre el primer

desaparecido en Uruguay

18 marzo 2019

LEONARDO HABERKORN

Casamiento de Gomensooro

¿El Tribunal de Honor no se preguntó cómo sabían José Gavazzo y “Pajarito” Silveira que el coronel Gómez no mató a Gomensoro?

El fallo del Tribunal de Honor que el Ejército hizo a José Gavazzo y a Jorge “Pajarito” Silveira tiene una contradicción en la que nadie parece haber reparado.

Las actas del Tribunal –uno de cuyos integrantes fue el nuevo comandante del Ejército– no se conocen. Tampoco sus resoluciones completas. Solo tenemos acceso a los pasajes que divulgó Presidencia. Aun con esa salvedad,una flagrante omisión debe ser señalada.

El Tribunal de Honor sostuvo que no está probado que Gavazzo y Silveira sean culpables de 28 homicidios, tal como determinó el juez Luis Charles en 2009. Sin embargo, sí halló que ambos incurrieron en una “falta gravísima”. Se “entendió que existió falta contra el honor, porque los militares juzgados, teniendo conocimiento de la condena con prisión del coronel en situación de retiro Juan Carlos Gómez (quien estuvo privado de libertad durante tres años y medio) por el fallecimiento de Roberto Gomensoro en el Grupo de Artillería N°1, cuyo cuerpo apareciera en aguas del río Negro, no le comunicaron a la Justicia penal ordinaria que el condenado era inocente”.

Lo que nadie se ha preguntado es cómo Gavazzo y Silveira sabían con tanta certeza que Gómez era inocente. La historia de Gomensoro es uno de los tres ejes de mi libro Gavazzo. Sin piedad. Es imposible resumir aquí todo lo investigado. Pero intentaré referir lo básico para responder a esa pregunta.

Testigo misterioso

Roberto Gomensoro Josman fue el primer desaparecido. Hijo del reconocido sexólogo Arnaldo Gomensoro, nació en 1949 y creció en Malvín. Le decían Tito y se hizo tupamaro. En 1972 era de los que habían comenzado a descreer de la lucha armada y querían apostar a la política. Eso no impidió que el 12 de marzo de 1973 una patrulla del Ejército se lo llevara de su casa.

Seis días después un cadáver apareció flotando en el río Negro. Estaba envuelto en una malla de alambre y tenía atadas tres grandes piedras.

Aún no tenían experiencia y lo habían “desaparecido” mal. El cadáver fue sometido a autopsia y se le tomaron fotos, pero no pudo ser identificado. El Ejército nunca admitió que aquel cuerpo era el de Gomensoro. Decían que Tito se había fugado y no se sabía nada de él. Hasta 1985 mantuvieron una orden de captura. Pero el forense que había analizado el cadáver guardó su cráneo. Eso permitió que en 2002 se conrmara que el cuerpo era el de Tito.

En 2005 y a pedido del presidente Tabaré Vázquez (en su primer mandato), cada una de las tres armas se vio conminada a entregar un informe con los datos en su poder sobre los desaparecidos.

Allí el Ejército reconoció por primera vez que Gomensoro había muerto en 1973, pocas horas después de su detención, “por problemas cardíacos”, en el Grupo de Artillería 1, en el cuartel conocido como La Paloma. El informe admitía que luego su cuerpo había sido arrojado al lago de Rincón del Bonete.

La identificación del cráneo y el informe del Ejército permitieron que un juicio por la muerte de Gomensoro avanzara en Tacuarembó. Todo indicaba que los principales encausados serían los dos jefes del Grupo de Artillería 1° en marzo de 1973, cuando Tito fue detenido, muerto y desaparecido: el entonces coronel Alfredo Rubio y su segundo al mando, recién llegado al cuartel: Gavazzo.

Sin embargo, sorpresivamente apareció un testigo, un tupamaro marginal llamado Valerio Blanco, que dijo que él había visto cómo el coronel Gómez había castrado y asesinado a Gomensoro, no en La Paloma sino en Paso de los Toros. Blanco mintió en todo: falseó el lugar donde estuvo preso, fabuló respecto a sus años de detención, dijo que

Gomensoro era rubio y no lo era, y aseguró que Gómez castró a Gomensoro, pero ¡había fotos que mostraban que el cadáver de Tito tenía sus testículos! Sin embargo, la jueza Lilián Elhorriburu dio por bueno semejante testimonio y mandó a Gómez a la cárcel. Más increíble aún: su fallo fue ratificado por un tribunal de apelaciones integrado por los jueces Daniel Tapié, José Balcaldi y William Corujo.

El Ejército, que en 2005, le había dicho al presidente Vázquez que Gomensoro había muerto en La Paloma y no en Paso de los Toros, guardó silencio.Gómez fue enviado a la cárcel y estuvo tres años y medio preso.

Grabación secreta

Las hijas de Gómez montaron una investigación paralela tendiente a mostrar su inocencia. Encontraron otros presos que demostraron que Valerio Blanco mentía. Y en un diálogo que tuvieron con Gavazzo –grabado a escondidas– lograron una confesión de su parte respecto a que no estaba diciendo toda la verdad en el juicio. Se lo puede leer en las páginas 263-265 de mi libro.

Cuando entrevisté a Gavazzo, dijo que él no estaba en el cuartel de La Paloma el día que Gomensoro fue detenido y muerto. Pero varios testimonios lo contradicen. El profesor Armando Miraldi, citado en Milicos y tupas, llevó un diario de sus días de prisión y anotó que el 13 de marzo de 1973 lo sacaron de La Paloma para llevarlo a otro cuartel y quien lo despidió fue Gavazzo en persona. Incluso el propio Pajarito Silveira –en la única frase que aceptó declarar para mi investigación– dijo que el anterior segundo jefe, de apellido Rossi, ya no estaba en el cuartel cuando llegó Gomensoro. Y si el anterior segundo jefe ya no estaba, quiere decir que ya había llegado su relevo: Gavazzo.

En 2006, el exmayor Enrique Debat, exiliado en Brasil, se presentó en el Ministerio de Defensa y pidió que le otorgaran los beneficios que se le dan a los militares expulsados del Ejército en la dictadura por motivos ideológicos.

Había sido oficial en el cuartel de La Paloma. Dijo que pidió la baja tras observar un hecho criminal “gravísimo” que ocurrió allí en 1973 y fue ocultado. No le concedieron la reparación pedida. Pero su declaración quedó en el Ministerio de Defensa.

En 2013, enterado de que Gómez estaba preso y de la polémica que rodeaba al caso Gomensoro, Debat vino desde Brasil y declaró en el juicio por la muerte de Gomensoro. Relató que un día de marzo de 1973 en un galpón del cuartel de La Paloma vio “al mayor Gavazzo sentado al lado de una persona que estaba colgada, amarrada de un caballete”. “El cuerpo estaba sin ropas, aparentemente mojado, húmedo, con brillo, amarrado con las manos en la espalda y la cabeza gacha. Era una persona aparentemente masculino, sin senos, cabellos oscuros mojados. Al lado de ese caballete, un teléfono de campaña y varios cables. Al pasar por ahí vi el rostro del mayor Gavazzo, porque giró de la posición (en) que estaba para ver que estaba pasando una persona. No hablamos, y hubo sí un gesto de cierta sorpresa de parte de él”.

Esa noche en el casino de oficiales se comentó que el detenido se llamaba Roberto Gomensoro y que Gavazzo lo había matado.

El testimonio de Debat

En Milicos y tupas, el contador Carlos Koncke –que estuvo detenido en La Paloma– cuenta que a poco de llegar Gavazzo al cuartel, mató a un detenido según le dijeron otros oficiales. El coronel retirado Luis Agosto, entonces capitán en esa unidad, relata que por esas fechas un día pasó algo muy grave y que –salvo el grupo que actuaba junto a Gavazzo– al resto de los oficiales no se los dejó entrar al cuartel.

El testimonio de Debat, además, coincide con lo que el Ejército le informó al presidente Vázquez en 2005. Gracias a él, el juicio fue anulado y Gómez recuperó la libertad.

Obviamente cuando mataron y desaparecieron a Tito, el Ejército no envió un comunicado de prensa a todas sus unidades. La inmensa mayoría de los militares desconoce lo ocurrido. Los que siempre lo supieron –y lo ocultaron hasta 2005– son los que lo torturaron, lo mataron y lo desaparecieron.

Es asombroso que un Tribunal de Honor del Ejército considere que es una falta al honor no haber advertido a la justicia que Gómez era inocente del crimen de Tito, pero no diga nada respecto a su detención, tortura, muerte y desaparición.

¿Para el Ejército de hoy no es un deshonor torturar, matar en la tortura, desaparecer el cuerpo y mentirle a la familia del difunto y al Uruguay todo durante décadas? ¿Solo hay deshonra cuando el afectado es otro militar?

Un integrante de ese Tribunal de Honor es el nuevo comandante del Ejército.

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Las diferencias entre Batlle y

Vázquez ante tribunales de

honor a Gavazzo

El expresidente colorado se negó a homologar una decisión que lo eximía de un delito común; Vázquez por su parte refrendó otro en el que se lo absolvió de crímenes de derechos humanos

El presente y polémico Tribunal de Honor al que se enfrentó junto con otros militares acusados de violar los derechos humanos durante la dictadura, no fue el primero al que debió enfrentarse José Nino Gavazzo.

En este caso, el presidente Tabaré Vázquez homologó -aunque con críticas y salvedades- el fallo del Tribunal que – llevándole la contra al Poder Judicial- entendió que no hay pruebas de que Gavazzo cometiera violaciones a los derechos humanos, pero sí afectó el honor del Ejército al no advertirle al Poder Judicial que otro militar preso era inocente del crimen por el cual había sido procesado.

De acuerdo a lo que se relata en el libro “Gavazzo. Sin Piedad”, no fue esto lo que ocurrió con un anterior Tribunal de Honor al que el militar fue sometido.

Todo se originó cuando en 1995 otro represor de la dictadura, el policía Ricardo “Conejo” Medina quiso imprimir una plancha de moneda falsa brasileña en una imprenta local. Como el dueño del establecimiento se negó a plegarse a la operación delictiva, Medina y otro hombre lo subieron a un auto y lo amenazaron con una granada y otras armas de fuego. Gavazzo fue señado como el cómplice de Medina y procesado por “extorsión”.

Entre otras pruebas, el auto en el cual el imprentero había sido retenido y amenazado era el de su esposa. Gavazzo nunca admitió ser el compañero de andanzas de Medina en esa tropelía, pero un Tribunal de Apelaciones rati_có su procesamiento, aunque rebajó el delito de extorsión a “violencia privada”.

En 2002 el caso judicial llegó a su fin: Gavazzo fue condenado por violencia privada. Tiempo después, Gavazzo fue sometido a un Tribunal de Honor en el Ejército para determinar si el haber sido hallado culpable de un delito común había afectado su honor personal y el del Ejército.

Analizado el caso, los integrantes del Tribunal de Honor entendieron que la honra del o_cial y del Ejército no había sido mancillada en absoluto, y absolvieron a Gavazzo. El entonces comandante del Ejército, el general Santiago Pomoli, homologó el fallo. Siguiendo las normas vigentes, el dictamen debía ser entonces rati_cado por el Poder Ejecutivo.

Pero ni el entonces ministro de Defensa Nacional, Yamandú Fau, ni el presidente Jorge Batlle, accedieron a hacerlo. Según informó Búsqueda el 24 de febrero de 2005, el Poder Ejecutivo no homologó el fallo porque -en contraposición a lo que había determinado el Tribunal de Honor- Fau y Batlle opinaron que el militar sí había afectado su honor personal y el del Ejército.

 

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