La policía de Larrañaga en acción

  Infelices pascuas

Un adolescente obligado por policías a decir que en Malvín “manda” la Guardia Republicana para un video que circula como advertencia. Una casa de familia atacada a tiros e invadida sin orden de juez. Gente dañada sin razón. Niños con pánico de la Policía. Esta es la historia que los vecinos de Malvín Norte no quieren que se repita.

Enzo Adinolfi

24 abril, 2020

Vecino de Malvín Norte muestra las heridas recibidas por los perdigones lanzados por la policía

Las gallinas rodean un contenedor incendiado en busca de alguna miga. A escasos metros, en una plaza que supo ser un basural, los niños se divierten en plena pandemia. Saludan, se presentan y continúan su vuelta en bici disfrutando de la tardecita de sol. Parece que no pasó nada, sin embargo, pasó de todo una semana atrás.

Lo que empezó como un procedimiento de registro de documentación terminó con una batalla cuasicampal entre efectivos policiales y vecinos de Malvín Norte. La Policía decía buscar una camioneta Fiat Fiorino que había sido hurtada tiempo atrás. La información que tenían era que estaba en ese barrio. Los efectivos dijeron presente el jueves y el viernes y, en ambos días, según el relato de los vecinos, disparaban “para adentro de las casas” cuando advertían que filmaban el operativo. Las pedradas en respuesta no se hicieron esperar.

No obstante, la explosión fue el domingo cuando un efectivo policial insultó a un vecino que estaba ebrio en la calle. “¿Qué mirás, mugriento de mierda?”, increpó el agente, a lo que el hombre contestó: “Mugriento serás vos, gil”. El policía bajó de su patrullero, le pegó en el pecho y en las piernas con su cachiporra y le disparó con perdigones de goma de 12/70 milímetros “a dos o tres metros” de donde estaba tirado en el piso. Los chiquilines que jugaban al fútbol en la plaza acudieron en ayuda del vecino.

Con ese escenario, se intensificaron las pedradas y la represión. Según fuentes del Ministerio del Interior (MI), los vecinos tiraron la primera piedra. Aparte de participar la Guardia Republicana, también lo hicieron el Grupo Especial de Operaciones (Geo) y el Grupo de Reserva Táctica de la Jefatura de Montevideo. Ese día se llevaron a dos detenidos, luego absueltos por insuficiencia de pruebas. El saldo fue una decena de personas heridas de bala –entre ellos un discapacitado intelectual y menores de edad–. El MI omitió informar a Brecha si hubo efectivos heridos y autos o camionetas dañadas.

Uno de los adolescentes afectados, que tenía problemas para respirar debido a la inflamación que le provocó un balazo de goma, se resistía a ir al hospital Pasteur por miedo a que de allí lo “chuparan” hacia la comisaría. Los vecinos dijeron que muchos recelan denunciar estos hechos ante la Fiscalía porque “hay una exposición en la que se individualiza a las personas que van”. Es por eso que el centro social La Bombonera decidió presentar la denuncia ante la Institución Nacional de Derechos Humanos y Defensoría del Pueblo (Inddhh).

Quien recibió la denuncia por abuso policial fue el director, Wilder Tayler. Se le presentaron decenas de videos caseros sobre la actuación policial e imágenes de los cuerpos baleados. Este miércoles el organismo le trasladó al MI la preocupación por lo acontecido el domingo de Pascuas, según supo este semanario.

El director de la Guardia Republicana, César Tourn, dijo a Brecha que no tienen una calificación sobre si el operativo que llevaron a cabo el lunes 13, un día después de los incidentes, fue un fracaso. Es que ese día esposaron a tres personas por desacato y la Policía no presentó prueba alguna al fiscal de Flagrancia, Pablo Rivas. Por lo tanto, fueron liberados. Los efectivos alegaron que les tiraron piedras. El fiscal señaló a este semanario que sólo tenían las imágenes difundidas por los informativos. No había una prueba fehaciente de que los detenidos hubiesen cometido algún hecho ilícito contra los agentes, aclaró.

Por otra parte, consultado sobre los insultos de la Guardia Republicana al vecino, Tourn señaló que en caso de que haya una denuncia, se le da trámite a la justicia o lo podría tratar la secretaría de Asuntos Internos del MI. Pero los vecinos tienen miedo de quedar expuestos. “Yo analizo desde afuera porque no estuve el domingo, pero sí se ven pedreas a los policías, ese fue el problema en sí. Atacaron a la Policía, el tema de la proporcionalidad está dado según la circunstancia del momento”, se excusó.

Se dice en el barrio que uno de los adolescentes detenidos el lunes fue intimado por nueve efectivos policiales, con armas en sus manos, a decir que en Malvín “manda” la Guardia Republicana. La filmación del mensaje llegó a varios teléfonos del barrio.1

—El video en que la Republicana corría pa’ allá era porque no nos quería lastimar en Malvín –dice el joven al comienzo del video aludiendo a otro –que también circuló y que muestra cuando los efectivos policiales recularon por las pedradas.

—¿Quién manda acá? –se le pregunta a continuación al muchacho.

—La Guardia Republicana contesta atemorizado.

—¿En dónde? –se le insiste.

—En Malvín.

—¿Entonces?

—La Guardia Republicana.

—¿Qué?

—Manda en Malvín –finaliza.

El video habría sido filmado en un campito detrás de la cancha de Huracán Buceo. El joven no habría mencionado el video ante el fiscal porque habría sido amenazado, especuló un allegado. Ahora, el afectado se fue del barrio. “Está con miedo”, dijeron vecinos de la zona.

La Inddhh tuvo un “pico grande” de denuncias por abuso policial los primeros días de asumido el nuevo gobierno. “Tuvimos unas veinte denuncias a partir del 2 de marzo hasta el inicio de la emergencia sanitaria. En el marco de la pandemia, la más relevante fue esta de Malvín Norte”, comentó a Brecha el director de la institución, Juan Faroppa. “Se dificulta el desarrollo de los procedimientos porque pedimos a la gente que no venga a la institución por la emergencia sanitaria”, justificó.

Los integrantes de La Bombonera y organizadores de la olla popular Javier Techera y Joaquín Berriel creen que la visión presentada en los medios de comunicación hegemónicos como una “contradicción” entre la Guardia Republicana y los delincuentes está sesgada. Mencionan como caso paradigmático el debate que se generó en el programa Esta boca es mía el martes 14, en Canal 12, durante el cual se transmitió un video proporcionado por los vecinos, pero omitiendo el tramo en que se oyen los disparos de la Policía. Javier y Joaquín quieren plantear otra mirada, “que debería ser la primera”: la de los vecinos que sufrieron el abuso policial sin ser responsables de ningún delito.

“Ese relato no está en ningún lado”, insistieron. “Tuvimos que empezar a sacarlo nosotros a través de las redes sociales, con los recursos escasísimos que tenemos. También sabemos que si no hubiese habido una organización como la nuestra, iba a ser mucho más difícil. Nosotros entendemos que la delincuencia es un problema estructural, un problema mucho mayor, y que no nos pueden decir a nosotros ‘bo, defienden chorros’. Primero, porque los que sufren que haya delincuentes son los vecinos de acá, todos los días. Ellos no lo miran por la tele. Nosotros quedamos en ese fuego cruzado”, manifestaron en una extensa conversación con Brecha.

ESCUDÁNDOSE. El domingo de Pascuas será difícil de olvidar. Cuando los niños recibían su merienda a las 17.30 horas, la Guardia Republicana no pasó desapercibida. “Fue la situación más grave”, contó Javier. “Es cuando revientan todo”, acotó Joaquín. En la esquina de las calles 8 y 5, efectivos de esa fuerza emplearon escopetazos de calibre 12/70 milímetros con perdigones de goma contra los vecinos de la zona luego de la discusión entre el hombre borracho y el policía. Estaban a una cuadra de la olla popular donde los niños recibían una taza de leche y algo para comer.

Los efectivos, sin mediar palabras, empezaron a disparar. Incluso sobre una casa de familia desde la que una anciana gritaba que sufre problemas cardíacos. Al patio de ese hogar, empujando a sus habitantes con el escudo, entraron tres efectivos sin una orden judicial. Avanzaron unos tres metros patio adentro. “Vos tenés que tener la orden para que la Policía se meta a tu casa. Sin embargo, no mostraron nada, no frenaban, tiraban y tiraban. No pueden meterse si no tienen una orden del juez. Mire que algo de leyes yo sé, no soy tarado”, contó Pablo, el padre de la familia afectada por la invasión. “Ellos tienen que respetar, no pueden decirle ‘pichi’ a una persona. Si ellos son la ley, son los primeros que tienen que respetar. Respetá si querés ser respetado”, abogó.

Al ver que se metían, uno de los residentes les mostró un cuchillo. En consecuencia, un policía “sacó la 9” (Glock, 9 milímetros, de munición letal). “Suerte que no le pegó a nadie”, resaltó Pablo. Luego, otro policía agarró una botella de Coca-Cola y se la tiró a uno de los adolescentes que vive en esa casa. Los vidrios quedaron desparramados por el piso, al lado de un gallinero. “Si no le pegaba al caño, le revienta la cabeza con la botella de vidrio”, explicó Marcela, la madre. “Es una falta de respeto, ya se fueron al carajo. Está bien que sean la ley, todo perfecto, pero tienen que aprender a respetar, así no”, insistió Pablo. Las chapas quedaron marcadas por los perdigones de goma. “Decí que sobre la ventana estaba la chapa y que no hay vidrio, si no, entra todo para adentro; era todo una barricada”, rememoró.

Apenas disparaban, los efectivos se agachaban y recogían los cartuchos, según se puede ver en un video casero difundido por las redes sociales. A la vista está, al otro día cuando los vecinos fueron a recoger los casquillos para tener evidencia de las represalias encontraron muchos menos que los disparos efectuados. Aparte de balear a adolescentes, también hirieron en una pierna a un discapacitado intelectual mayor de edad. Luego de ese episodio esta persona sufrió convulsiones, por lo que tuvieron que llamar a la emergencia dos veces, contó su madre.

Durante otra intervención en Rambla Euskal Erría –a escasas cuadras de la plaza–, la Guardia Republicana volvió a utilizar munición letal en respuesta a pedradas y disparos de los vecinos. No saben quién comenzó. “Tiraron con balas de 9 milímetros”, expresaron las personas que habitan allí. No obstante, cuando fueron a buscar evidencia, no había. En el barrio se comentó que enviaron a una policía a recoger los casquillos. “Si están tranquilos de que es su trabajo, ¿por qué juntan los cartuchos apenas tiran?”, se preguntó Joaquín.

“¿Qué sucedería si fuese en otro barrio? Va caminando la Guardia Republicana por Arocena, le dice algo una vecina o un vecino contesta, ¿le agarra a tiros la casa? Esa es la pregunta que tendríamos que hacernos todos”, reflexionó. A su vez, cuestionó: “¿Cómo se justifica este tipo de violencia en este barrio y en otros es inadmisible? No hay un riesgo ni de que suceda. [Jorge] Larrañaga decía que son una minoría delincuentes y la mayoría trabajadores, habría que fijarse en los registros del MI que haya delincuentes en Carrasco, por ejemplo. Seguramente alguno hay y aunque la inmensa mayoría de los vecinos de allí fueran trabajadores, ¿también estaría justificado proceder así en ese barrio?”.

El martes 14 de abril, en la Torre Ejecutiva, Larrañaga defendió el accionar policial en una conferencia de prensa. “Recibimos pedreas y ataques, algunos dicen que son de vecinos, y nosotros decimos que no, son ataques de delincuentes. La inmensa mayoría de los vecinos son gente honesta y trabajadora. Los que apedrean a la autoridad y a la Policía son delincuentes”, afirmó. Para Javier, el secretario de Estado dijo eso para escudarse. “Lo hizo para no quedar mal frente a las cámaras, frente a la prensa, y también para defender el accionar policial, o quizá habló para los vecinos que están de la calle Boix y Merino, para allá”, dijo señalando al oeste. “A ninguno de ellos le conocemos la cara; ahí el barrio se divide totalmente”, indicó.

CORTOCIRCUITO. El concejal frenteamplista Eduardo Correa consideró que el alcalde nacionalista Agustín Lescano debe estar presente en el barrio así puede mediar con la Policía para que, en caso de que vuelva a ordenarse un operativo, no ocurra de esta manera.2 “Lescano nunca estuvo en el barrio”, coincidieron los integrantes de La Bombonera.

Sin embargo, Lescano dice que no es así. En diálogo con Brecha dijo que el Municipio E “ha escuchado todas las solicitudes”. “Sí puede ser que en estos tiempos –por la emergencia sanitaria– no podamos atender a todas las personas que uno quiera en este corto plazo”, se limitó a decir. “Es un municipio que escucha y que está con las puertas abiertas”, añadió.

En cambio, los organizadores de la olla Boix y Merino dijeron que el alcalde les prometió hace tres semanas –a una de comenzada la olla popular– unos dos quilos de leche en polvo. La siguen esperando. “Hasta el día de la fecha no hemos recibido nada de alimento. Me he puesto en contacto con él, pero no contesta, no da pelota. Se lo ha invitado a reuniones y nada”, lamentó Javier. Sí les fue donado un kit de prevención para evitar el contagio del coronavirus: 50 tapabocas, 50 pares de guantes y alcohol en gel (250 centímetros cúbicos).

Las dificultades de relación con el municipio tienen un antecedente. En 2013 un vecino cedió su espacio –al que llamaron Casa Artiguista– para que La Bombonera hiciera sus “movidas culturales”. Allí se dictaron cursos varios para niños y adolescentes del lugar. A fines de 2017 derrumbaron ese centro porque iban a ensanchar la calle que tenía que tener un retiro de 2 metros. “En ese momento presentamos firmas, documentamos todo lo que hacíamos en el lugar –múltiples actividades vinculadas a la cultura–, pero luego nos llegó el cedulón que oficialmente se había votado que se siguiera con el proceso de demolición”, remarcó Joaquín, y lamentó que haya sido con los votos de todos los partidos representados en el municipio.

Por otra parte, el nacionalista opinó que los operativos “han dado buenos resultados en varios lados, sobre todo en nuestra zona cuando lo han solicitado vecinos que trabajan, que pidieron mayor patrullaje y más acción de la Policía en esos lugares; creemos que son efectivos y que se deben mantener”.

Al caminar por las calles del barrio es notoria la ausencia del Estado. De todos modos, Lescano sostuvo que “se está empezando a querer cambiar esa realidad”. “Ha habido cambios en el barrio: calles nuevas, puestos de alumbrado, por ejemplo”, agregó, pero remarcó que han “tenido un alto porcentaje de vandalismo” en lo que tiene que ver con el alumbrado público. “Constantemente se está reparando”, enfatizó.

OLLA. Entre 200 y 250 personas se presentan cada día en la tardecita para recibir un plato de comida. Ayuda del Estado y de la Intendencia no tienen. Hasta el momento, al barrio han llegado unas 50 canastas del Ministerio de Desarrollo Social que durarán casi unos 15 días, estimaron. “Acá hay familias que tienen diez, 12 gurises”, acotó Javier. “Si fuera por la presencia del Estado, nos estaríamos muriendo de hambre. Si no fuera porque hay una olla acá y otra allá, muchas personas se la verían complicada para poder comer”, remarcó Joaquín.

El Pit-Cnt donó otras 37 canastas y otras más aportaron los estudiantes del Instituto Superior de Educación Física. “Luego que se hizo público todo esto, hubo mayor respaldo, otro apoyo”, coincidieron los referentes barriales. “La idea de la olla es ayudar al barrio, no queremos que nadie saque provecho. Acá no corre política, raza, religión. Tenemos una definición desde que se arrancó, y es que no pertenecemos a ningún partido, y que no tenemos intenciones proselitistas. Y otra cosa también es que no defendemos a los delincuentes”, concluyeron.

  1.   Al cierre de esta edición todavía podía vérselo en: 
  2.   Véase “En busca de pleitos”, Brecha, 17-IV-20.

 

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