Justicia española niega la extradición de un criminal de Lesa Humanidad

VERDAD Y JUSTICIA

Se oponen a entregar a

Fleming Gallo, acusado de torturas

a excompañeros comunistas

A Gallo se le atribuye haber participado en la detención ilegal y las torturas a personas en dependencias de los Fusileros Navales (FUSNA)

28.11.2021  

La Audiencia Nacional española celebrará este lunes la vista de extradición del uruguayo Fleming Julio Gallo Sconamiglio, exmilitante del Partido Comunista de Uruguay reclamado por delitos de lesa humanidad y torturas a varias personas en el periodo de la dictadura cívico-militar (1973-1985), a cuya entrega se opone la Fiscalía.

La Fiscalía de la Audiencia Nacional considera prescritos estos hechos conforme a la legislación española, al observar que el delito de lesa humanidad entró en vigor en España en 2004 mientras que los hechos por los que se reclama a Gallo, detenido el 24 de septiembre pasado en la localidad española de Fraga (norte), se prolongaron hasta 1979, por lo que entiende que es de aplicación el principio de irretroactividad penal.

Si bien los delitos de lesa humanidad son de “naturaleza imprescriptible”, esa prescripción no afectaría a la legislación uruguaya pero sí “al Derecho penal español”, al no estar tipificado ese delito hasta 2004, según un informe del Ministerio Público.

Por tanto, dado que los hechos se sucedieron en agosto de 1979, hasta que las víctimas quedaron liberadas el 17 de ese mes, habrían prescrito conforme a la legislación española el 17 de agosto de 1999.

“En ausencia de acreditación de la causa de interrupción”, para lo que sería preciso, apunta, “conocer las particularidades del proceso seguido en Uruguay y la fecha a partir de la cual el procedimiento quedó paralizado ante la salida del reclamado del país o por cualquier otra causa”, “el lapso de tiempo indica que los hechos habrían prescrito” al haber transcurrido cerca de 42 años.

A Gallo se le atribuye haber participado en la detención ilegal y las torturas a distintas personas en dependencias de los Fusileros Navales (FUSNA), dependientes de la Armada Nacional de Uruguay.

El escrito relata que el 7 de agosto de 1979 “personas vestidas de civil pero fuertemente armadas” detuvieron en su domicilio a G.V. (Graciela Villar, exmilitante de la Unión de la Juventud Comunista de Uruguay y actualmente del partido Frente Amplio), y su esposo, W.D.G.C., “trasladándoles encapuchados y maniatados al FUSNA”.

“En ese lugar fueron sometidos a torturas y abuso sexual en el caso de G.V., habiendo declarado la víctima que primero fue violada, luego picana eléctrica (descargas eléctricas) y después submarino (estar en agua durante uno o dos días), calcula que eran cuatro personas, entre ellos el reclamado, que no participó en la violación, pero sí aplicó picana”, refiere la nota verbal de la Embajada de Uruguay.

G.V. y W.D.G.C. fueron liberados el 17 de agosto tras haber pasado un año antes un mes detenidos también en dependencias del FUSNA.

También el 7 de agosto fue detenida por personal que se identificó como integrantes de las “Fuerzas Conjuntas” S.R.T.P. junto a su cónyuge L.E.L.A. cuando se encontraban en su domicilio, continúa la reclamación.

En el mismo operativo fue detenida B.P.S., madre de S.R.T.P., y los tres fueron trasladados al FUSNA, donde sufrieron malos tratos. S.R.T.P. manifestó que el que le interrogaba era el reclamado, pero no le torturaba.

“El reclamado se encontraría en curso en reiterados delitos de privación de libertad en concurrencia con reiterados delitos de abuso de autoridad contra los detenidos, sin perjuicio de que se le pueda a su vez imputar la violación denunciada por G.V.”, termina la reclamación.

EFE

No quieren entregar a

Fleming Gallo, delator y torturador

El fiscal Ricardo Perciballe, de la Fiscalía Especializada en Crímenes de Lesa Humanidad, solicitó en mayo de 2021 la extradición de Fleming Gallo, un exmilitante del Partido Comunista que colaboró con el aparato represivo de la dictadura. España se niega.

POR SOFÍA PINTO ROMÁN 

29 NOVIEMBRE, 2021 

Fleming Julio Gallo Sconamiglio es un exmilitante de la Unión de Juventudes Comunistas. Tras ser apresado en el año 1976, en plena dictadura cívico-militar, se transformó en delator y torturador. Formó parte del cuerpo de Fusileros Navales (FUSNA), dependiente de la Armada Nacional.

En mayo de 2021 el fiscal Ricardo Perciballe, de la Fiscalía Especializada en Crímenes de Lesa Humanidad, solicitó su extradición. Gallo fue detenido en un pueblo de Huesca, España.

Ahora, la Fiscalía española se niega a autorizar la extradición, ya que considera prescritos los crímenes cometidos por Gallo. En su informe previo, el Ministerio Público observó que el delito de lesa humanidad entró en vigor en España en 2004. Al no existir esa tipificación hasta la fecha mencionada, la Justicia española entiende que los delitos de Gallo (documentados hasta 1979) no son de naturaleza imprescriptible. Al contrario, aplica el principio de irretroactividad de la ley penal.

Gallo, el represor

Gallo integró un grupo de tareas llamado «La computadora», según se desprende de la sentencia por la cual fueron condenados Gregorio Alvarez y Juan Carlos Larcebeau por más de 30 homicidios especialmente agravados. El grupo funcionó dentro de la estructura de Inteligencia (S2) de FUSNA. Se dedicaba al procesamiento de información surgida de operativos y actas de interrogatorios bajo tortura.

En el documento citado se establece que en este grupo «participaron activamente los detenidos Fleming Julio Gallo Sconamiglio y Roberto Patrone Belderrain, los que ordenaban la información, confeccionaban fichas de cada detenido o requerido, mecanografiaban y también interrogaban y salían al exterior a colaborar en procedimientos. Tenían cierta autonomía para manejarse y sometían tanto a hombres como mujeres detenidos a tratos degradantes».

Gallo es mencionado en al menos tres causas judiciales por delitos de lesa humanidad. Participó en la identificación de sus excompañeros y excompañeras de militancia, las/os torturó. Tuvo un claro rol represivo.

Uruguay: España protege a un

delator y torturador uruguayo

 

Crimenes de lesa humanidad, delator y torturador, dictadura cívico-militar (1973-1985), Fleming Julio Gallo Sconamiglio, Fusileros Navales (FUSNA), Uruguay

Por Selodi Gasan Adie.  

3 diciembre, 2021

El uruguayo Fleming Julio Gallo Sconamiglio, exmilitante del Partido Comunista reclamado en su país por delitos de lesa humanidad y torturas a varias personas en el periodo de la dictadura cívico-militar (1973-1985), se ha proclamado inocente ante la justicia española, al negarse a ser entregado

El fiscal de Uruguay Ricardo Perciballe, de la Fiscalía Especializada en Crímenes de Lesa Humanidad, solicitó a españa, en mayo de 2021, la extradición de Fleming Gallo, un delator y torturador que colaboró con el aparato represivo de la dictadura.

España se niega

La vista de extradición, se celebró el lunes 29 de noviembre ante la Sección segunda de lo Penal de la Audiencia Nacional y en la que el fiscal por su parte ha ratificado su informe por el que considera que no procede la extradición al estar prescritos lo hechos conforme a la legislación española.
El fiscal, tras observar que la demanda de extradición «adolece de falta de precisión y pulcritud», ha recordado que el delito de lesa humanidad entró en vigor en España en 2004 mientras que los hechos por los que se reclama a este ciudadano uruguayo se prolongaron hasta 1979, por lo que entiende que es de aplicación el principio de irretroactividad de la ley penal.

Fleming Julio Gallo Sconamiglio es un exmilitante de la Unión de Juventudes Comunistas. Tras ser apresado en el año 1976, en plena dictadura cívico-militar, se transformó en delator y torturador. Formó parte del cuerpo de Fusileros Navales (FUSNA), dependiente de la Armada Nacional.

Denuncia

La extradición de Gallo fue solicitada tras una denuncia penal presentada por Mariana Felártigas, que incorporó los testimonios aportados hace más de una década en otro expediente por tres ex-presas políticas: Sandra Toledano, Beatriz Paciello y Graciela Villar. Las tres fueron detenidas en agosto de 1979 y trasladadas al FUSNA, donde fueron interrogadas y torturadas. Su otrora compañero tuvo un rol clave en esas detenciones y participó activamente de los interrogatorios, preguntando, pero también -en algunos casos- torturando. «Fuimos detenidas las tres juntas, después de que él nos ve», así lo declararía Graciela Villar al semanario Brecha..

Villar y Gallo tenían una militancia conjunta, pero también un estrecho vínculo familiar. Él era esposo de su prima hermana; el tío de ella, Ramón Núñez Barrera, era militante comunista de toda la vida, estaba preso y supo que muchos militantes comunistas habían sido detenidos porque Gallo «había trabajado marcando gente».

La noche de su detención, las tres habían asistido a un recital de resistencia a la dictadura en la Galería del Notariado. De repente, un compañero se acercó a Villar y le dijo que adelante, en las primeras filas, estaba «su primo», que en ese momento estaba, supuestamente, detenido en el FUSNA. «Ya sabíamos que Fleming no solo se había quebrado, sino que salía a la calle a quemar gente», relató Villar. Fue ahí que él mira hacia atrás y las ve.

«No encuentro palabras para definir lo que sentí», contó. «El dolor, la vergüenza, la vergüenza familiar; mi tío estaba preso, mi prima, que era militante de la UJC [Unión de la Juventud Comunista], y el miedo, un miedo que hoy no podría describir. Fue un decir: «Ahora que nos viste, somos candidatas». Esa misma noche nos detuvieron, cometimos la ingenuidad de ir a nuestras casas», cuenta Graciela Villar. Fue detenida junto con su esposo. Su primera hija, Tania, una niña, también fue llevada y entregada a su abuela.

Fueron trasladados encapuchados y maniatados al FUSNA, secuestrados, ya que nunca fueron procesados por la justicia militar. Los interrogatorios y las torturas se mezclaban con sus vidas personales: Sandra Toledano estaba embarazada de 36 semanas y estuvo internada en el Hospital Militar; Villar y su esposo no sabían el destino de su hija: «Pensábamos que la habíamos perdido». Fueron diez días que parecieron muchos más, porque «ahí los minutos son días y los días son meses».

En 2005, las tres decidieron presentarse ante la Justicia y denunciar las torturas sufridas. Para ellas, poder declarar fue un hecho sustantivo. «Es reabrir heridas y poner en palabras situaciones de violencia extrema y poder decírselas a otras personas», dijo Villar. Sobre todo porque esos diez días en el FUSNA quedaron marcados: «Esto queda latente en el cuerpo nuestro; mujeres sometidas a violación, manoseadas, éramos muy jóvenes. Hay algo que no se borra nunca más, que queda como una marca indeleble».

Poder declarar esas situaciones también fue sentir que existe la justicia y que esos crímenes no quedarían impunes: «Esta es la democracia por la que tanto peleamos», dijo. «Esto ratifica, una vez más, que el pasado, por más que se quiera enterrar, sale […]. El silencio se transforma en un acto de complicidad cuando quienes cometieron estas atrocidades no son juzgados. Fleming no solo traicionó las ideas por las que decía que peleaba, sino que pasó a trabajar directamente con los represores; para mí es profundamente doloroso», expresó Graciela Villar.

La computadora

Gallo integró un grupo de tareas llamado «La computadora», según se desprende de la sentencia por la cual fueron condenados Gregorio Alvarez y Juan Carlos Larcebeau por más de 30 homicidios especialmente agravados.

Un documento titulado «Computadora: resultados de su trabajo y situación al 28 de noviembre de 1979», destacó el trabajo de los servicios de inteligencia del FUSNA en la estructuración de una red de informantes infiltrados en «filas del enemigo», que se construyó mediante la captación de colaboradores entre los detenidos. Esa red «logró el desbaratamiento de la red clandestina del PCU. De no haber mediado un fino trabajo de infiltración (una labor de inteligencia que llegó hasta la detención del primer secretario del PCU en Uruguay) no se hubiera logrado su desmembramiento» El grupo funcionó dentro de la estructura de Inteligencia (S2) de FUSNA. Se dedicaba al procesamiento de información surgida de operativos y actas de interrogatorios bajo tortura. En el documento citado se establece que en este grupo «participaron activamente los detenidos Fleming Julio Gallo Sconamiglio y Roberto Patrone Belderrain, los que ordenaban la información, confeccionaban fichas de cada detenido o requerido, mecanografiaban y también interrogaban y salían al exterior a colaborar en procedimientos. Tenían cierta autonomía para manejarse y sometían tanto a hombres como mujeres detenidos a tratos degradantes».

La participación de Gallo en esa red de colaboradores quedó registrada en diversos documentos hallados en el archivo del FUSNA y en el archivo Berrutti. Según un informe de Interpol, una persona con su mismo nombre y apellido e igual fecha de nacimiento ingresó a Estados Unidos en 1980, por Nueva York; esa persona no tenía antecedentes y por su rol de colaborador no fue procesado por la justicia militar.
Por esos años, Gallo se radicó en México, hasta que fue identificado por la colectividad de exiliados uruguayos en ese país y decidió retornar a Uruguay, donde vivió varios años y trabajó como gerente de una institución médica en Minas (Lavalleja). Fue identificado años después por Villar, entonces dirigente de la Federación Uruguaya de la Salud, durante un conflicto sindical.

Después de ese conflicto, se radicó en España junto con toda su familia, donde seria detenido este año a pedido de la Justicia uruguaya. El fiscal Perciballe solicitó su extradición por los delitos de privación de libertad y reiterados delitos de abuso de autoridad contra los detenidos, sin perjuicio de que se le puedan imputar otros delitos.
Gallo también aparece mencionado en una denuncia presentada por más de cuarenta ex-presos políticos, nucleados en el colectivo Crysol, por torturas en el FUSNA. En esta denuncia, además de oficiales de la Armada y del Ejército, aparecen mencionados otros dos colaboradores de la dictadura, Roberto Patrone y Ariel Ricci.

Fermín Gallo fue detenido el pasado 24 de abril en Fraga (Huesca). En su turno de última palabra el pasado lunes en la Audiencia Nacional, Fleming Gallo se ha limito a decir que confiaba en la justicia española.
España ahora se niega a extraditarlo. Tuvo un claro rol represivo: participó en la identificación de sus excompañeros y excompañeras de militancia a l@s que también torturó, crímenes de Lesa Humanidad.

 

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