Fusilados de la 20a. jamás han querido investigar ni juzgar

 

 

 

LOS 8 COMUNISTAS DE LA 20

22 de abril de 2022

Los fusilados de abril: “No ha

existido voluntad ni de investigar

ni de juzgar a los responsables

de esta matanza”

El asesinato de los 8 comunistas de la seccional 20 del PCU es “de los crímenes más silenciados e impunes de nuestra historia reciente”, dice Virginia Martínez, escritora, comunicadora audiovisual y profesora de historia.

Ana María Mizrahi

Periodista en LARED21 y conductora en TNU y Radio Sarandí

Virginia Martínez es profesora de historia, productora y realizadora de cine y televisión. Fue codirectora en TV Ciudad entre 1996–2000 y Directora de Canal 5 entre 2010–2015. Dirigió los documentales “Ácratas” y “Por esos ojos”, por lo que obtuvo numerosos premios nacionales e internacionales. Fue Directora de Producción de “La historia casi verdadera de Pepita la pistolera”, y escribió el libro “Los fusilados de abril ¿Quién mató a los comunistas de la 20?” en el año 2002.

Se cumplen 50 años del 17 de abril de 1972 y  20 años de la publicación de tu libro. Una primera reflexión 50 años después.

Releyendo el libro, cuantos vacíos quedan todavía y mucho más a 50 años de los hechos. Es un crimen de los más silenciados e impunes de nuestra historia reciente. Un hecho tan desproporcionado, por la magnitud de los hechos. A 20 años de la publicación, pero principalmente a 50 años de la matanza de la 20, surge claramente que no ha habido voluntad ni de investigar, ni de juzgar a los responsables penales de esta matanza.

Cuando estuve investigando, y aunque habían pasado muchos años de los hechos, lo que había era el recuerdo de una noche de “furia” y de horror.

El extinto líder del Partido Nacional Wilson Ferreira Aldunate, afirmó que lo ocurrido en la seccional 20 del Partido Comunista “no creo que la historia del país registre una tragedia mayor”.

Sí, dijo eso en su momento, y sin embargo su Partido (Nacional) no votó en el año 72 la formación de una Comisión investigadora y fue otra de las cosas que sorprende, no se llegó a tener quórum para formar una investigadora. Conviene resituar los hechos de ¿qué fue lo que pasó? No necesariamente todos conozcan lo que ocurrió allí. Hubo una matanza deliberada de 8 personas, de las cuales 7 murieron en el lugar, alguno de ellos se estaban desangrando,  les llevó toda la noche morir, también fue herido un capitán del Ejército (Wilfredo Busconi) quién murió 2 años después. Lo hirieron y quedó con muerte cerebral. La violencia no fue solamente hacia de local de la Seccional 20 del PCU en Paso Molino, sino que abarcó a todo el barrio, la zona fue sitiada, se hicieron allanamientos masivos y detenciones. Cuando estuve investigando, y aunque habían pasado muchos años de los hechos, lo que había era el recuerdo de una noche de “furia” y de horror. Si miramos esos años desde el 70 y en particular abril del 72, lo primero que sorprende es como el episodio de la matanza de la 20 ha quedado como escindido de la fecha hito que es el 14 de abril. Se agota en la lógica de acción y reacción. El MLN que asesina a acusados miembros del Escuadrón de la Muerte y las Fuerzas Conjuntas que reaccionan en el asesinato de 8 militantes tupamaros. Es como que ahí cierran el ciclo, y además la instalación del Estado de Guerra Interno, y este episodio queda separado y silenciado de esta secuencia. Con el agravante que se trata de un ataque frontal y brutal a una colectividad política  legal, que es el Partido Comunista. Hay una operación de silenciamiento, que es muy chocante por la crueldad y por  la masividad del crimen.

El crimen de la 20, fue un hecho que merecería una investigación por parte del Estado.

¿Porqué en esa zona de Montevideo, porque en la 20 y quienes eran esos 8 obreros?

Es distinto el Paso Molino de hoy que el del 72 porque también es distinto el Uruguay de hoy que el del 72. Esta era una zona de cercanía de fábricas, de agrupaciones obreras, cercanía de un liceo combativo y problemático como lo fue el liceo Bauzá, donde había a menudo enfrentamientos entre jóvenes militantes de izquierda, en particular comunistas y jóvenes de ultraderecha  integrantes de la JUP (juventud Uruguaya de Pie). Era el seccional más reconocido, emblemático, sentido y con una fuerte carga simbólica para los comunistas. En tanto se reunían la vertiente estudiantil y obrera, era un lugar clave, en el universo de militancia. Quienes murieron fueron 7 en el lugar y Cervelli que muere unos días después en el Hospital Militar. Se trataba de trabajadores, no todos eran militantes de la primera hora. El más reconocido es Luis Alberto Mendiola. Había algunos que hacía poco que se habían afiliado. Todos mueren injustamente, por la gran violencia que existía. El Partido Comunista hacía guardia en sus locales, como forma de proteger el lugar de reunión y de militancia.

No había armas ni enfrentamiento. Cuando hablo de silenciamiento, es porque 50 años más tarde, es inaudito que el Estado uruguayo no haya establecido una investigación que desmienta la versión de un comunicado militar.

Según tu investigación fueron acribillados ¿había armas  en el lugar? ¿Hubo enfrentamiento armado?

No había armas ni enfrentamiento. Cuando hablo de silenciamiento, es porque 50 años más tarde, es inaudito que el Estado uruguayo no haya establecido una investigación que desmienta la versión de un comunicado militar. Claramente no hubo armas. En abril del 72 se estableció el mecanismo de los comunicados militares para informar sobre la lucha antisubversiva. Estos comunicados tienen una característica, son obligatorios y establecen una verdad de “piedra”, que no se puede discutir. Ellos establecieron que había armas, que hubo un ataque desde el local y que se fue a repeler ese ataque con 8 muertos del lado del Partido Comunista y un capitán Wilfredo Busconi, que quedó herido del lado de las fuerzas del ejército. Las autopsias establecieron las características de la muerte, hablamos de asesinatos con disparos en la cabeza, con heridas de arma blanca que responden a bayonetas. Hay un análisis de todos los cuerpos, que revelan la violencia del asesinato, es un nivel de desproporción, tan difícil de sostener la versión oficial. La 20 inaugura la era de los comunicados oficiales, comunicados que no se pueden controvertir, ni investigar y el Parlamento fue omiso, podría haber sido otro ámbito de investigación y no se hizo. En el libro lo pongo, la lectura de las actas parlamentarias de lo que fue aquel 14 de abril muestran la omisión sobre los hechos de muchos parlamentarios y muy teñidos por un gran anticomunismo.

No podemos establecer cómo se dio la orden de matar, y de quienes partió, de qué forma se organizó el operativo.

En el año 2004 se hizo denuncia penal sobre lo ocurrido en la Seccional 20 contra Juan María Bordaberry y contra policías y militares que participaron, pero dicha denuncia fue archivada ¿La investigación estableció quienes fueron los responsables? ¿El Escuadrón de la Muerte? ¿Las Fuerzas Conjuntas? 

Por eso insisto en la gran impunidad de este crimen, y la impunidad tiene el aspecto penal que nunca nadie fue juzgado, pero la impunidad también es la ausencia y conocimiento de la verdad. En alguno de los crímenes de la dictadura se ha podido establecer procedimientos y participantes. Acá se sigue en la nebulosa, hubo participación de Caballería Nº 9, hay un personaje que no sabemos quién es, quizás sea un paramilitar, que aparece vestido de civil y que también aparece en la invasión del local de la calle Sierra, que era el local central de Partido Comunista y que fue dos días antes de los hechos (de la Seccional 20). No podemos establecer cómo se dio la orden de matar, y de quienes partió, de qué forma se organizó el operativo. Conocemos el operativo por sus consecuencias y por su propósito que fue llevar al Partido Comunista al mismo terreno de la sedición. No olvidemos que el Ministro de Defensa de la época, un mes después cuando informa sobre los operativos antisubversivos y rinde cuentas de los éxitos de las Fuerzas Conjuntas que se miden en detenciones, enfrentamientos, material incautado, pone a los comunistas de la 20 como subversivos caídos. Se dan operaciones que se dan en espejo y opuestas, la construcción de los uniformados caídos el 14 de abril, asesinados por el MLN como mártires de la democracia y a los obreros comunistas como subversivos caídos en una guerra. Son dos hechos que se dan en ese momento.

Actualmente desde el Partido Colorado y Agrupaciones de militares y policías retirados, hay una reivindicación de que el Estado reconozca el 14 de abril como “Día de los caídos en defensa de las instituciones democráticas”.

El 14 de abril fue la conmemoración más sentida por la Dictadura, el MLN asesinó a 4 personas que estaban acusadas de pertenecer al “Escuadrón de la Muerte”, este Escuadrón  actuaba en el país, y era responsable de atentados, asesinatos y torturas, el propio 14 de abril se transforman en “soldados salvadores de la patria”. El Presidente (Juan María) Bordaberry convoca a la ciudadanía a participar del cortejo fúnebre y (Julio María) Sanguinetti, que era Ministro de Educación, los despide en la Plaza Independencia, él fue el creador de esta figura simbólica de salvadores. A partir de los años 80, la Plaza de la Bandera se transforma en lugar de memoria de la conmemoración. Esta fecha ha tenido todo un derrotero, porque también le corresponde a Sanguinetti como primer presidente de la democracia, le correspondió transformar el “Día de los caídos en la lucha contra la sedición” en “caídos en defensa de las instituciones” y lo que se está pidiendo es la restitución de la fecha, con la devolución del estatuto de defensores de las instituciones a estas personas civiles y militares que fueron acusadas de pertenecer al “Escuadrón de la Muerte”.

La denuncia penal sobre los hechos de la 20 fue presentada por familiares de los muertos no por el Partido Comunista ¿es así?

Pasó mucho tiempo, también sorprende que en un crimen de esa magnitud haya pasado tanto tiempo sin que se haya presentado una denuncia, efectivamente fueron los familiares con el apoyo de firmas que respaldaron el pedido, presentaron la denuncia ante la justicia y se archivó. Tampoco hubo una indagatoria que permita alumbrar más sobre los hechos. El crimen de la 20, fue un hecho que merecería una investigación por parte del Estado.

OCHO MÁRTIRES COMUNISTAS

Medio siglo de impunidad

Virginia Martínez
21 abril, 2022

Luis Alberto Mendiola, Justo Sena, Héctor Cervelli, Raúl Gancio, José Abreu, Elman Hernández, Ruben Claudio López y Ricardo González 

A 50 años de la matanza del Seccional 20 del Partido Comunista de Uruguay (PCU), no es una exageración decir que estamos ante el crimen más silenciado e impune de nuestra historia reciente. Los hechos ocurrieron así: la madrugada del 17 de abril de 1972 el Ejército y la Policía rodearon el local partidario de la avenida Agraciada y Valentín Gómez, en el Paso Molino, obligaron a salir a los militantes que estaban allí y los fusilaron cuando se asomaron a la puerta o lograron salir a la calle. Siete murieron desangrados o rematados cuando clareaba el día. Otro murió 11 días después en el Hospital Militar. Tres sobrevivieron. En el operativo también hirieron a un joven capitán del Ejército, que agonizó dos años con muerte cerebral. La violencia contra la 20 alcanzó a todo el barrio. Vehículos militares cercaron la zona, hombres uniformados y de civil armados a guerra se apostaron en las azoteas de la calles linderas y en el fondo del local. Pasada la medianoche, se apagaron las luces de Agraciada, se escucharon sirenas estridentes y comenzó un tiroteo que duró horas. La operación siguió hasta el mediodía siguiente. El barrio quedó bloqueado. A nadie se le permitió salir de la casa, ni siquiera para ir al trabajo. En la mañana trasladaron los cadáveres a la comisaría 18, en la calle Félix Olmedo, donde quedaron apilados, tapados con una lona. Mientras tanto, en los alrededores, seguían los allanamientos y las detenciones.

La operación de ocultamiento y falseamiento de los hechos empezó el día de la masacre y ha impedido hasta el presente conocer en detalle lo que pasó y juzgar a los responsables penales del asesinato colectivo. En efecto, las pruebas se fueron borrando y ya casi no quedan protagonistas ni agonistas vivos. No se sabe cómo se organizó el operativo, quiénes participaron en él, de dónde partió la orden de matar ni cómo hirieron al capitán Wilfredo Busconi. Tampoco se ha profundizado en la responsabilidad política del crimen. El Parlamento de la época no quiso investigar. Los legisladores del Frente Amplio propusieron que se formara una comisión investigadora en la Cámara de Senadores. La convocaron en nueve oportunidades y en todas hubo que levantar la sesión por falta de cuórum. La vuelta a la democracia tampoco suscitó interés en el tema. Se constituyeron comisiones parlamentarias para investigar el secuestro y la desaparición de personas, el asesinato de Héctor Gutiérrez Ruiz y Zelmar Michelini, y la muerte por envenenamiento de Cecilia Fontana de Heber, pero los asesinatos de la 20 quedaron en el olvido.

Escena de la masacre en la seccional 20

La masacre forma parte del ciclo de muerte de una fecha hito, el 14 de abril, en la violencia política que precedió al golpe de Estado. Sin embargo, en todas las evocaciones queda fuera de la breve e intensa secuencia cronológica de aquel fin de semana trágico, que parece resumirse a una lógica contable de muertos por acción y reacción. En la acción están los asesinatos por el Movimiento de Liberación Nacional-Tupamaros de cuatro acusados de integrar el Escuadrón de la Muerte; en la reacción, los ocho militantes tupamaros asesinados ese día. Los hechos del Paso Molino han quedado fuera porque habitualmente se remarca la violencia que llevó a la aprobación del estado de guerra interno y esta matanza fue la primera consecuencia de esa declaración. La madrugada del 15 de abril, tras 24 horas de tenso debate, el Parlamento aprobó las medidas de excepción pedidas por el Poder Ejecutivo. En la ocasión, el senador Michelini anunció lo que iba a venir: «En estos días en el país va a haber un baño de sangre. Nadie se llame a engaño». Así fue.

En esos oscuros días también ocurrieron dos acciones simbólicas destinadas a durar en el tiempo. Por un lado, el gobierno convirtió a los acusados de integrar el Escuadrón de la Muerte en mártires nacionales. El presidente de la república de aquel entonces, Juan María Bordaberry, llamó a la ciudadanía por cadena de radio y televisión a asistir al entierro de Armando Acosta y Lara y al de los militares y los policías asesinados. Por otro, el entonces ministro de Educación y Cultura, Julio María Sanguinetti, los despidió como «uruguayos caídos en el más glorioso de los deberes: el de servir a la patria». Así se sentaron las bases de la que iba a ser la conmemoración más sentida de la dictadura, el Día de los Caídos en la Lucha contra la Sedición.

En forma simultánea, el Poder Ejecutivo situó a los obreros comunistas asesinados en la 20 en el campo de la subversión. La tarde misma de la matanza, la Oficina de Prensa de las Fuerzas Conjuntas emitió un comunicado que fraguaba los hechos: los trabajadores habían recibido a balazos a las fuerzas del orden y habían caído en un enfrentamiento. Un mes más tarde, sin que mediara una investigación parlamentaria ni una investigación de la justicia civil o militar, el Poder Ejecutivo los incluyó en la nómina de los subversivos caídos. «En estos 18 muertos están incluidos los ocho muertos del club comunista de la calle Agraciada. Y los incluimos porque esos hombres enfrentaron la acción del Ejército con armas en la mano», dijo el ministro de Defensa Nacional, el general Enrique Olegario Magnani, cuando concurrió al Parlamento para pedir la prórroga del estado de guerra interno, esta vez sin plazo de vencimiento. Desde ese momento hasta la fecha no ha habido un acto público de reparación por parte del Estado para quienes fueron asesinados y calumniados.

Además de atroces, por la alevosía y la crueldad con que se mató y se dejó morir, los asesinatos de la 20 constituyen el más vil ataque a una colectividad política que registra la historia del país. Conviene recordar que el PCU era un partido legal que había cumplido más de medio siglo de vida en Uruguay, que tenía una gran influencia en la vida cultural y en los sindicatos, y que contaba con dirigentes de proyección internacional, como Rodney Arismendi, en ese entonces uno de los legisladores con más experiencia de todo el Parlamento. De manera inversamente proporcional a la magnitud del crimen, poco hemos logrado como sociedad para reparar el daño, tanto material como simbólicamente. Una de las formas más elementales de la reparación es el conocimiento de la verdad y solo hemos logrado aproximaciones a lo sucedido. La Justicia tardó en actuar y, cuando lo hizo, solo consagró la impunidad. En 2001 los familiares de los muertos presentaron una denuncia en la Justicia ordinaria. El juez Rolando Vomero archivó la causa a pedido del fiscal Enrique Moller, con el argumento de que el operativo había sido ordenado por Magnani y que, como este había muerto, ya no había responsabilidad penal.

En enero de 2014 el Ministerio de Educación y Cultura declaró monumento histórico la casa de Agraciada 3715, donde aún funciona el seccional comunista. Unos años antes, en mayo de 2001, la Junta Departamental de Montevideo resolvió llamar Ocho Mártires del Seccional 20 del Partido Comunista Uruguayo una plazoleta que está cerca de la casa, en la esquina de Agraciada y Pedro Lozano. Esos reconocimientos se suman a los actos que cada año hacen los comunistas para recordar a los muertos Luis Alberto Mendiola, José Abreu, Ricardo González, Ruben López, Elman Fernández, Raúl Gancio, Justo Sena y Héctor Cervelli, que aún esperan justicia y la rehabilitación de su memoria.

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