Los sitios de la Memoria

EN POS DEL RECUERDO

Sitios de Memoria, las formas

de desheredar el silencio

 

Hay 154 lugares marcados por la represión de la dictadura y 62 que aún no han sido señalizados físicamente.

15.07.2022

Por Macarena Pereyra 

Entre los Sitios de Memoria, hay uno poco mencionado. Sin embargo, por la sala de reclusión del mismo pasaron prisioneros políticos y se sabe de, al menos, una desaparición forzada que lo involucra. Es la historia de Omar Cubas Simones.

Leticia no conoció a su tío Omar, pero, hoy, después de mucho tiempo, siente como que sí. Sentada en el comedor de su casa mira hacia afuera, respira profundo y empieza:

– Bueno, Omar.

Leticia nació en Cuba, en 1976, durante el exilio político de su padre Luis. Sus tías, y su abuela Élida, también se exiliaron en diferentes países. Argentina, Canadá y Bélgica. Todos ellos eran militantes del Partido Comunista.

– Principalmente, mi padre y tres hermanas de él estaban muy involucradas. Omar no estaba vinculado, es más, es el único que no estaba vinculado para nada.

La abuela paterna de Leticia tenía un negocio de venta de flores en el que participaron durante un tiempo sus hijos. Cuando todos los demás empezaron a desvincularse y a tomar otros rumbos, Omar continuó en el negocio. Los expedientes que informan sobre la detención de Omar lo describen como “débil mental”.

-Él hacía su vida, vendía flores y, en un momento, se vinculó a una iglesia. Según los cuentos, por momentos sentía que entraba en una especie de crisis, era paciente del Hospital Vilardebó y, en ocasiones, llegó a auto internarse.

Cuando Leticia recurrió al hospital en la busca de datos, no encontró ningún libro o archivo con su nombre, pero, según sus tías, lo que hay más parecido a lo que tenía su hermano sería un trastorno bipolar. Leticia explica que, más allá de si Omar tenía o no una patología mental, el hecho de que fuera una familia comunista, con su ideología y su manera de vivir, los conceptos de lo que estaba bien y lo que estaba mal, en aquellos tiempos, conducía a la etiqueta de “locura”.

– Su locura era hacer cosas “raras”. Yo que sé, un día mi abuela había hecho una olla de comida y, cuando mis tíos quieren ver, la olla no estaba porque Omar se la había dado a una familia que había visto en la calle. En otra oportunidad volvió sin zapatos porque se había cruzado con alguien que no tenía. Ese tipo de situaciones también entraban dentro de lo que se veía como locura.

Omar Cubas

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Los comienzos

Empezó como un mapa de papel impreso. Tenía puesto alfileres que marcaban los lugares de represión y hallazgo de cuerpos, o restos de personas detenidas desaparecidas. El mapeo había sido construido por Mariana Risso, psicóloga y funcionaria de la Institución de Derechos Humanos, y Manuela Abraham, también parte de la Institución, para una muestra que continúa en exhibición.

Rodrigo Barbano es programador y conoció a Risso en una actividad que consistía en crear artículos en materia de derechos humanos. “Esencialmente, responde a una necesidad de tener en un lugar centralizado la información que es dispersa y de distinto tipo”, explicó Barbano sobre el proyecto. Añadió que, entre las grandes necesidades, estaba la de saber cómo era la red represiva de cada lugar, quiénes lo habían operado y en qué momento.

El 2 de octubre de 2019 lanzaron el sitio web como un mapa interactivo online con los datos de las víctimas del terrorismo de estado y lo que sus creadores llaman “recursos”: libros, artículos y audiovisuales. “En ese momento, empezamos con libros de acceso libre y artículos académicos”, contó Risso. “De muchos otros tramitamos la liberación con sus autores y autoras, hay muchos libros testimoniales e incluso de investigación”, continuó. 

“El proyecto tiene esas dos líneas de militancia bastante fuertes y equilibradas. Una, sobre el pasado reciente y el habilitar el acceso a la información sobre el tema. Y, otra, sobre la digitalización y el acceso a los materiales. Una militancia por los derechos humanos más clásica y otra por el acceso libre a la información y la cultura”, afirmó Barbano.

“Después fuimos agregando otras informaciones porque lo veíamos necesario. Por ejemplo, con el cambio de gobierno. No sabíamos qué iba a pasar con las fichas de los detenidos desaparecidos que había creado la Secretaría de Derechos Humanos para el Pasado Reciente. Entonces, trasladamos toda la información al sitio y, ya de paso, la estructuramos en una base de datos, la asociamos a los lugares que ya teníamos creados”. De esta manera, como si fuera un rompecabezas, fueron creando el sitio.

Así empezó eso llamado “Sitios de Memoria”.

Más adelante, agregaron las causas judiciales, los artículos de prensa, archivos desclasificados del gobierno de Estados Unidos, las sentencias y prontuarios de los represores que estaban condenados, procesados o prófugos. “A cada pieza tratamos de hacerla encastrar con los demás contenidos del sitio. Si agregamos una sentencia que habla de (José Nino) Gavazzo y, además, esa causa dice que los crímenes fueron cometidos en tal sitio, se puede acceder desde ahí a la ficha de esos lugares y ya ves la información, las víctimas y las causas judiciales asociadas a ese lugar. Esa es la lógica”, agregó.

Hasta el momento, hay 154 lugares listados por el proyecto: 19 son lugares que fueron cárceles de presos políticos adultos, 6 fueron cárceles de presos políticos adolescentes, 24 fueron centros clandestinos de detención y tortura, 53 fueron centros de detención y tortura, 2 fueron centros de detención y tortura-hospital, 29 son lugares de hallazgos de restos de víctimas, 12 son puntos de apoyo y 9 son lugares de asesinato durante operativos.

En la página se da cuenta de que hay 62 lugares que aún no han sido señalizados físicamente.

A partir de la aprobación de la ley Nº 18.596 (Reparación a las víctimas de la actuación ilegítima del Estado en el periodo comprendido entre el 13 de junio de 1968 y el 28 de febrero de 1985) en el 2009, se conformó la Comisión Especial.

“Sistematizó una política pública de reparación simbólica” y se colocaron 51 placas de memoria entre el 2015 y el 2018 que fueron georreferenciadas. En Sitios de Memoria se pueden visualizar 289 causas judiciales, 419 fichas de víctimas, 1.237 fichas de prensa, 301 obras de interés general, fichas de 75 represores, 18 entidades represivas, entre otras cosas.

En el año 2018 se aprobó la Ley N° 19641, Declaración y creación de Sitios de la Memoria Histórica del pasado reciente, que en su primer artículo define que tiene por objeto “la declaración y creación de Sitios de Memoria Histórica del pasado reciente” de nuestro país.

Debido a esta normativa también se creó la Comisión Nacional Honoraria de Sitios de Memoria, que depende de la Institución Nacional de Derechos Humanos y Defensoría del Pueblo (INDDHH).

 

 

 

– El momento en el que le muestro la imagen a mi tía Mirtha fue muy fuerte. Ellos no lo vinculaban con una desaparición política, con un crimen de lesa humanidad. Pero esa imagen movió algo. Fue entonces que mi tía me dijo, “dale, Leticia, vamos a buscar a Omar”.

Leticia había empezado a transitar el camino de la búsqueda dos años antes de este suceso y, como realizadora audiovisual, ha filmado cada paso, cada suceso. Recuerda que su primer acercamiento al abogado Goldaracena fue preguntándole “qué tenía que hacer si tenía un tío desaparecido en dictadura”. De a poco, pregunta a pregunta, cassette a cassette, fue uniendo las partes, contestándose preguntas, formulándose otras.

– Para mí fue re fuerte todo, empecé con todo esto de entrevistar a mi familia y conecté con un abismo. La primera reunión con Serpaj (Servicio Paz y Justicia) fue un 22 de agosto, es el día en que cumple Omar. Están estas cuestiones muy locas que se dan… De a poco, muy de a poco, fueron acercándose mis demás tías y mi padre.También se sumó Tamara, mi hermana, y empezamos con las búsquedas, a ir a todos los distintos lugares donde podíamos conseguir información.

A mediados de septiembre de 2010, la familia Cubas comenzó un juicio por la desaparición de Omar a cargo de la jueza Mariana Motta y la fiscal Ana María Tellechea. El año pasado, Leticia acudió junto a su abogado, Goldaracena y el arqueólogo y antropólogo José María López Mazz al Cementerio Norte, debido a un dato que les llegó de un cuerpo que habría sido sepultado como “No identificado” (NN) en el lugar.

– Posiblemente pueda tener que ver con Omar, porque se encontró el acta que coincide con la fecha y, a su vez, dice que la razón de muerte es la asfixia mecánica, son distintos elementos que nos llevan a la hipótesis de que ese NN, pueda ser él.

Con los años, el cuerpo NN fue trasladado a una fosa común del cementerio. Acudir con López Mazz fue la manera de medir, junto con el director del cementerio, la posibilidad de que se pudiera trabajar a partir de los restos de la fosa. Sin embargo, la misma, por su estado de deterioro y la cantidad de restos mezclados, presenta demasiadas dificultades y un costo elevado para poder realizar una investigación.

Sede de la INDDHH en Montevideo

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El dos de febrero de 1975 allanan la casa de la familia y se llevan detenidos a Mirtha (una de las tías de Leticia) a Omar y a su abuela. Al día siguiente, Omar es internado en el Hospital Vilardebó por “orden superior”, según las fichas del Ministerio del Interior. Meses después, el seis de abril, alrededor de las seis de la tarde, es detenido nuevamente por el Oficial Principal Rubén Rosales, cerca de la Facultad de Medicina. Allí lo conducen a la Seccional Nº14. Esa es la última vez que se supo de Omar.

En el parte policial emitido en la fecha, se declara que Omar es trasladado de la Seccional al Vilardebó. Sin embargo, no hay registro de entrada al hospital. Su familia, al buscarlo, allí no lo encontró.

– La hipótesis es que son blanqueamientos. Que no lo trasladan al Vilardebó y listo, ya lo desaparecen. Lo trasladan a la institución policial, lo torturan y muere en la tortura. Esa es la versión que tenemos en la familia y la que se desprende de la investigación que hicimos con Óscar Lopez Goldaracena. Además, mi padre cree que lo mataron preguntándole por él, que estaba requerido en ese momento.

Leticia intenta explicar la culpa, el silencio, el tabú, y lo insoportable que se le hizo a ella todo eso. Su manera de transitarlo y comenzar a desenmarañar la historia de su familia fue a través del arte. Como estudiante de Comunicación y de Audiovisual, comenzó a realizar un documental sobre su familia. Sin embargo, al momento de llegar a Omar, la historia no avanzaba.

– Ahí hubo posibilidades de empezar a conversar sobre la familia, sobre ellos, sobre el otro. Cada uno tenía que presentar al otro. Me acuerdo que cuando Mirtha me presentó a todos, faltaba Omar, y hubo un momento de silencio, de incomodidad. Estaba desapareciéndolo hasta en el relato. Entonces, le dije, “bueno, ¿y Omar?”. Y me dijo, “no, de Omar no puedo decir nada”.

Leticia, que en ese momento tenía 32 años, agrega:

-¿Te das cuenta? a Omar lo desaparecieron con 38. Le dije a mi tía que era muy loco, era como si yo desapareciera mañana y ella no pudiera decir nada de mí.

Leticia Cubas

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Democratizar la información

El objetivo principal es “identificar, visibilizar, conectar y disponibilizar” la información que se ha encontrado dispersa en documentación, publicaciones, audiovisuales e investigaciones sobre los lugares desde donde “se organizaron y cometieron delitos de lesa humanidad durante el accionar ilegítimo del Estado y la dictadura cívico-militar” en nuestro país.

La página se actualiza de forma constante. Los últimos lugares fueron agregados hace algunas semanas: el Hogar Burgues, y el Hogar femenino de Artigas. Ambos funcionaron como cárceles de presas políticas adolescentes.

Risso resaltó que queda muchísimo para investigar. Entre otras cosas, el rol de las comisarías y las jefaturas. Sobre todo, en el interior del país. “Para nosotros lo importante es que esté accesible, que lo encuentre una estudiante, un profesor o cualquier vecina, no importa dónde esté. También nos ha pasado que nos contacten los familiares, que nos aportan testimonios, o que nos corrijan. Eso es lo importante de la página, que permite corregir y mejorar todo enseguida”, comenta.

Sitios de Memoria ha construido “una pequeña editorial”. Tienen editados dos libros y el 27 de junio presentan el tercero, que cuenta con apoyo de la Intendencia de Canelones. “Es un libro que cuenta con siete ensayos o artículos sobre siete sitios represivos de la ciudad de Canelones”, contó Risso y agregó que ”estará en su versión digital para descargar libremente o leer en la web y, además, habrá una pequeña edición papel que realizó la Intendencia de Canelones para que se distribuya en bibliotecas y organizaciones sociales”.

Mapa de la represión (1968-1985), según la página de Sitios de Memoria

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– En ese momento, Aldo Garay era mi profesor en la ECU y estaba tutoriando mi proyecto. A su vez, trabajaba en TV Ciudad. Me llama diciendo que había encontrado unas imágenes en la que aparece una silueta pintada en un muro con el nombre de Omar, junto con la silueta de otros desaparecidos políticos.

La silueta decía “Omar Nelson Cubas”. Tan poco se hablaba de su tío en aquel entonces que Leticia no sabía que se llamaba Nelson. Tampoco sabía que su abuela había realizado la denuncia de la desaparición, tanto en Uruguay como en Argentina, país donde se exilió junto con una de sus hijas. En Uruguay lo buscó, como hicieron tantos otros familiares, en tantas dictaduras, en esa odisea angustiante por saber a dónde se han llevado a sus seres queridos. En la búsqueda de Omar en comisarías, hospitales o la iglesia a la que estaba vinculado, nadie sabía nada.

– El momento en el que le muestro la imagen a mi tía Mirtha fue muy fuerte. Ellos no lo vinculaban con una desaparición política, con un crimen de lesa humanidad. Pero esa imagen movió algo. Fue entonces que mi tía me dijo, “dale, Leticia, vamos a buscar a Omar”.

Leticia había empezado a transitar el camino de la búsqueda dos años antes de este suceso y, como realizadora audiovisual, ha filmado cada paso, cada suceso. Recuerda que su primer acercamiento al abogado Goldaracena fue preguntándole “qué tenía que hacer si tenía un tío desaparecido en dictadura”. De a poco, pregunta a pregunta, cassette a cassette, fue uniendo las partes, contestándose preguntas, formulándose otras.

– Para mí fue re fuerte todo, empecé con todo esto de entrevistar a mi familia y conecté con un abismo. La primera reunión con Serpaj (Servicio Paz y Justicia) fue un 22 de agosto, es el día en que cumple Omar. Están estas cuestiones muy locas que se dan… De a poco, muy de a poco, fueron acercándose mis demás tías y mi padre.También se sumó Tamara, mi hermana, y empezamos con las búsquedas, a ir a todos los distintos lugares donde podíamos conseguir información.

A mediados de septiembre de 2010, la familia Cubas comenzó un juicio por la desaparición de Omar a cargo de la jueza Mariana Motta y la fiscal Ana María Tellechea. El año pasado, Leticia acudió junto a su abogado, Goldaracena y el arqueólogo y antropólogo José María López Mazz al Cementerio Norte, debido a un dato que les llegó de un cuerpo que habría sido sepultado como “No identificado” (NN) en el lugar.

– Posiblemente pueda tener que ver con Omar, porque se encontró el acta que coincide con la fecha y, a su vez, dice que la razón de muerte es la asfixia mecánica, son distintos elementos que nos llevan a la hipótesis de que ese NN, pueda ser él.

Con los años, el cuerpo NN fue trasladado a una fosa común del cementerio. Acudir con López Mazz fue la manera de medir, junto con el director del cementerio, la posibilidad de que se pudiera trabajar a partir de los restos de la fosa. Sin embargo, la misma, por su estado de deterioro y la cantidad de restos mezclados, presenta demasiadas dificultades y un costo elevado para poder realizar una investigación.

A dos años de la toma de Pando, volante de 1971

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Archivo mata opinión

Barbano explicó que hubo un arduo trabajo en la georreferenciación en el sentido de la información poco precisa: “Por ejemplo, tienes un testimonio que dice `Yo estuve en el cuartel de Minas en el ´76´, y en Minas hay tres. Tú no sabes cuál es y la persona tampoco sabe. O por ahí leés, `Batallón 13/300 Carlos´, y son lugares diferentes, pero a veces se nombran de la misma forma”.

Por lo mismo, explica que al incorporar las causas judiciales, estas tenían muchísimos errores porque, a veces, la información se sacaba de las declaraciones, o había confusiones sobre qué lugares se mencionaban.

Otra tarea sumamente compleja fue, según sus creadores, referenciar en la página los lugares donde aparecieron cuerpos que fueron enterrados como “NN”, víctimas de los llamados “vuelos de la muerte”. Se trataba de operaciones donde se arrojaban cuerpos en el Río de la Plata o en el Océano Atlántico desde un avión, para desaparecer personas. Estos cuerpos aparecieron a lo largo de nuestras costas en diferentes puntos de Colonia, Montevideo, Maldonado y Rocha, y se pudieron referenciar a partir de declaraciones de Daniel Rey Piuma, militar uruguayo que desertó.

“Nos costó mucho trabajo porque no son lugares entre calle y calle, sino lugares como: a 200 metros de tal boya”, explica Barbano. Para poder señalizar de forma precisa, trabajaron con mapas de navegación, muchas veces de época, ya que hay referencias, por ejemplo, a barcos hundidos que no existen ni se ven al día de hoy.

“El horror se hizo patente sobre el cuerpo de las personas y los lugares: los batallones, los cuarteles… esos lugares de miedo. Porque incluso las personas sin ninguna participación política sabían que en esos lugares pasaban cosas siniestras. Tiene que ver con eso el terrorismo de Estado: infundir terror en la población, que va más allá de las personas que lo sufren en carne propia”, aseguró Risso.

Afirmó, además, que lo importante al reflexionar sobre nuestro pasado reciente es no solo reparar en lo que pasó, sino en el presente: “la construcción del odio, del autoritarismo, del enemigo, que hace que en algún momento esas personas que han sido señaladas como el enemigo sean capaces de padecer cosas terribles y que eso esté invisibilizado o naturalizado”. Se debe encontrar la manera de evitar llegar a esos extremos; poder reflexionar sobre el pasado de una manera que no sea “negarlo, minimizarlo y hasta justificarlo”.

“Vemos discursos que falsean los lugares donde estuvieron las personas. También nos parece importante contrastar material histórico, notas de prensa, actas parlamentarias, declaraciones, proyectos de ley, toda esa información que, si vos no la tenés a mano, parece que es materia opinable”, sentenció Barbano.

En el medio clandestino Desde Uruguay (1982)

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Ese fue el último movimiento que realizó la familia hasta el momento en la búsqueda. Leticia explica que, a partir de ahora, ya va más allá de su tío. Es una cuestión colectiva. La memoria de todos. Los familiares de todos. Eso mismo sucede con los Sitios de Memoria, es la forma de desheredar el silencio de la última dictadura cívico-militar de nuestro país. Los cementerios, los cuerpos sin identificar, “los nadies”, los hospitales, los médicos supervisando torturas, los civiles sin militancia. Como Omar.

– Yo empiezo con esta investigación como una necesidad, me empezó a punzar la ausencia y el silencio. La diferencia es abismal entre ese entonces y hoy, el proceso que hizo la familia con el tema de Omar y, por ende, a sí misma, porque de alguna manera sentía que eran cosas que ellos no podían enfrentar, y me legaban esa inquietud. Es muy raro ese mecanismo, pero lo viví así.

Según Leticia, fue tan grande el abismo que se tomó una pausa en esa investigación, pero que en el mismo momento en que se entera de que estaba embarazada, en el año 2009, decidió retomar inmediatamente. Dice que ahí reside una gran importancia del papel de los hijos. No quería legar lo mismo que ella sentía que había heredado. Entonces, continuó.

– No solo por quienes están, es decir por mis padres, por mi familia, por Omar, sino también por lo que viene. Dejar de reproducir el silencio. Porque se reproducen las heridas, se reproduce el dolor. Y es una herida que no queda solo en ellos, eso está clarísimo.

Leticia dice que ahora Omar está presente en la familia y, sí, es como si lo hubiera conocido.

Del medio El Diario (1968)

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El trabajo de la Comisión

Un Sitio de Memoria establecido por la Comisión Nacional Honoraria puede expresarse a través de una señalización, con una placa, o con un espacio museístico, como es el caso de la Institución de Derechos Humanos, que en el periodo dictatorial funcionó como el Servicio de Información y Defensa (SID). Desde marzo del 2020, la Comisión está presidida por la investigadora Virginia Martínez.

“La importancia, sobre todo, es la de la ley. Que el país tenga una ley de Sitios de Memoria da la idea de que el estado quiere tener una política en términos de memoria”, afirmó Martínez y agregó que el hecho de que la ley haya sido aprobada por todos los parlamentarios significa que existe la intención de trabajar sobre la memoria y los actores que se reconocen en ella: el estado y la sociedad civil.

Además, resaltó la amplitud del concepto de Sitios de Memoria, “por un lado el lugar donde mujeres y hombres, niños y niñas sufrieron violaciones a los derechos humanos infligidas por el estado y, por otro, que sean reconocidos como lugares de resistencia. Esto me parece que marca una importancia”.

La señalización de un Sitio tiene dos vías. Puede hacerla la Comisión de oficio o puede hacerse tras recibir un pedido de terceros. La investigadora informó que, recientemente, acaban de resolver varios pedidos y contó sobre algunos que tienen en proceso: “Uno es la Casa de los Lama, que es la sede del Partido Nacional, otro es el Caserío de los Negros, donde estaba un punto del tráfico esclavista, que en rigor está fuera del periodo estrictamente establecido, aunque la ley prevee que se puede ampliar. Otro es el pedido de reconsideración de la casa donde fueron asesinadas las llamadas Muchachas de Abril”.

El pedido de reconsideración del lugar donde fueron asesinadas Laura Raggio, Silvia Reyes y Diana Maidanik tiene que ver con las consecuencias que conlleva declarar un Sitio de Memoria. Por ejemplo, el hecho de que la edificación no puede modificarse ni, a priori, venderse. Otra es que debe “establecer un relato para trabajar con el público”.

Martínez subrayó este aspecto de la función de los Sitios de Memoria y puso como ejemplo a lugares como “La Tablada”, donde se cedió un espacio para ser usado por la comuna. O el “300 Carlos” que, si bien sigue funcionando como cuartel, tiene un espacio con acceso al público donde se realizan visitas. Ambos lugares fueron centros clandestinos de detención y tortura.

“Los sitios funcionan cuando tienen comisiones de memoria activa, eso es lo que verdaderamente importa. La resolución y la placa son una marca, pero eso debe trabajarse desde lo que se llama ‘los emprendedores de memoria’, que son las comisiones, y tienen un trabajo hacia la comunidad, eso es lo que le da vida”, afirmó la investigadora. Agregó que, en breves, inaugurarán una placa en donde estuvo el “Hogar Yaguarón”, centro de reclusión de menores por causas políticas.

Martínez afirmó conocer la realidad de presos y presas políticas, como Omar, que pasaron por el pabellón psiquiátrico de reclusión: “creo que estaría dentro de un campo mayor que faltaría investigar, que es el lugar que ocupó la medicina en el mecanismo de represión, la tortura y su supervisión”.

También señaló que falta investigación en otra “pata” del sistema represivo dictatorial, que fue la justicia militar, ya que tuvo gran importancia “para la legalización y el funcionamiento de una reclusión masiva, que estaba pensada a largo plazo”.

 

 

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