Télécharger ici la lettre-info DE du 20 février 2023
La Justice tarde mais continue à avancer. Déjà condamné à perpétuité dans le « Procès Condor » en 2021 et détenu depuis dans la prison de Caserta en Italie, l’ex-militaire uruguayen Jorge Troccoli doit répondre en ce moment devant un tribunal italien de son rôle dans la mort d’un couple de militants italo-argentins en 1977 et dans la disparition forcée de l’institutrice uruguayenne Elena Quinteros en 1976. La Diaria (p.1) rend compte en détail de la première audience de ce nouveau procès. El Popular (p.5) annonce que le procureur spécialisé en crimes contre l’Humanité a demandé l’inculpation de six militaires pour l’enlèvement, la torture et l’assassinat du militant communiste Juan Manuel Brieba, détenu et disparu en novembre 1975. Sa mère avait déposé plainte pour sa disparition dès 1985. Brecha (p.10) informe que 2022 a été une année record en Uruguay en ce qui concerne le nombre des inculpations pour crimes contre l’Humanité de militaires ou policiers : 25 ont été traduits en justice, dans 16 affaires pénales différentes. Il y en avait eu 13 en 2020 et 22 en 2021.
Pendant ce temps, nous apprenons dans La Diaria (p.12) que le parti d’extrême droite pro-militaire Cabildo Abierto entend revenir à la charge avec un projet de loi pour accorder l’assignation à résidence automatique aux condamnés pour crimes contre l’Humanité de plus de 65 ans, qui avait déjà été fermement contesté par des juristes internationaux et cinq rapporteurs spéciaux de l’ONU en 2021 et 2022. Le bulletin Opinando de l’association d’ex-prisonniers politiques Crysol (p.14) explique comment, contrairement à ce que prétendent les nostalgiques de la dictature actuellement, il y a déjà eu une réparation financière des victimes militaires et policières tombées dans l’exercice de leurs fonctions pendant le terrorisme d’Etat.
Caras y Caretas (p.16) annonce l’inauguration d’une plaque de mémoire devant la caserne du Bataillon N°12 du département de Rocha qui fut un centre clandestin de détention et de torture pendant la dictature.
Un article de La Diaria (p.18) nous apprend qu’on vient de retrouver au Chili plus de 80 caisses contenant des os de 100 à 300 disparus jamais identifiés, conservés depuis vingt ans dans une cave de la Faculté de Médecine. L’auteur rappelle que huit uruguayens ont disparu au Chili pendant la dictature de Pinochet. Dans La Diaria (p.19) encore, l’archéologue José Lopez Mazz, qui fut chargé de la recherche des disparus en Uruguay de 2004 à 2014, rappelle les preuves technico-scientifiques de l’existence de l » Opération Carotte » au cours de laquelle, à la fin de la dictature, les militaires ont recherché et déterré les corps des disparus pour effacer les traces de leurs crimes.
Cinquante ans après les faits, El Popular (p.26) et Brecha (p.33) consacrent des articles de fond très étayés aux évènements de février 1973, au cours desquels les hauts commandements de l’armée de terre et l’armée de l’air ont imposé au président Bordaberry la participation directe des Forces Armées au pouvoir exécutif, préparant ainsi le coup d’Etat civico-militaire de juin 1973. Enfin, un article de Mediapart (en français) (p.41) donne une approche historique et économique très claire des étapes qui ont conduit l’Uruguay à la dictature de 1973.
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Presentaron testimonios sobre el rol de Tróccoli en el Fusna y su responsabilidad en el secuestro de Elena Quinteros
La justicia tarda pero sigue avanzando. Ya condenado a cadena perpetua en el “Juicio Cóndor” de 2021 y preso desde entonces en la cárcel de Caserta (Italia), el ex militar uruguayo Jorge Troccoli se enfrenta ahora a un tribunal italiano por su responsabilidad en la muerte de una pareja de militantes italo-argentinos en 1977 y en la desaparición forzada de la maestra uruguaya Elena Quinteros en 1976. La Diaria (p.1) informa detalladamente sobre la primera audiencia de este nuevo juicio. Por su parte, El Popular (p.5) informa de que el fiscal especializado en crímenes de lesa Humanidad solicitó el procesamiento de seis militares por el secuestro, tortura y asesinato del militante comunista Juan Manuel Brieba, detenido y desaparecido en noviembre de 1975. Su madre ya había presentado la denuncia por su desaparición forzada en 1985. Brecha (p.10) informa que 2022 fue un año récord en Uruguay en cuanto al número de militares y policías procesados o formalizados por crímenes de lesa Humanidad: 25 fueron llevados ante la justicia, en 16 causas penales diferentes. En 2020 fueron 13 y en 2021, 22.
Mientras tanto, nos enteramos en La Diaria (p.12) que el partido de extrema derecha pro militar Cabildo Abierto tiene previsto “darle trámite” a un proyecto de ley para otorgar prisión domiciliaria automática a los condenados por crímenes de lesa Humanidad mayores de 65 años, que ya había sido fuertemente cuestionado por juristas internacionales y cinco relatores especiales de la ONU en 2021 y 2022. El boletín Opinando de la asociación de ex presos políticos Crysol (p.14) explica cómo, en contra de lo que pretenden actualmente los nostálgicos de la dictadura, ya hubo reparación económica para las víctimas militares y policiales caídas en el ejercicio de sus funciones durante el terrorismo de Estado.
Caras y Caretas (p.16) anuncia la inauguración de una placa recordatoria frente al cuartel del Batallón Nº 12 en el departamento de Rocha, que fue centro clandestino de detención y tortura durante la dictadura.
Un artículo de La Diaria (p.18) informa de que acaban de encontrarse en Chile más de 80 cajas con huesos de entre 100 y 300 desaparecidos, nunca identificados, que han permanecido guardados durante veinte años en un sótano de la Facultad de Medicina. El autor recuerda que ocho uruguayos desaparecieron en Chile durante la dictadura de Pinochet. En La Diaria (p.19), el arqueólogo José López Mazz, encargado en Uruguay de la búsqueda de los desaparecidos entre 2004 y 2014, recuerda las pruebas técnico-científicas de la existencia de la ‘Operación Zanahoria’, durante la cual, al final de la dictadura, los militares buscaron y desenterraron los cuerpos de los desaparecidos para borrar las huellas de sus crímenes.
A cincuenta años de ocurridos los hechos, El Popular (p.26) y Brecha (p.33) dedican artículos de fondo a los acontecimientos de febrero de 1973, mediante los cuales los altos mandos del ejército y de la aviación impusieron al presidente Bordaberry la participación directa de las Fuerzas Armadas en el poder ejecutivo, preparando así el golpe de Estado cívico-militar de junio de 1973. Por último, un artículo de Mediapart (en francés) (p.41) ofrece un enfoque histórico y económico muy claro de los pasos que llevaron en Uruguay a la dictadura de 1973.