¿Líneas que se cruzan entre la JUP y Cabildo Abierto?

  «Hay una línea de continuidad

entre el discurso de la Jup y

el de Cabildo Abierto»

Una historia de la JUP

Rafael Rey

3 enero, 2020

O se está con la patria o se está contra ella. Una historia de la Juventud Uruguaya de Pie, de Gabriel Bucheli. Fin de Siglo, Montevideo, 2019.

El historiador Gabriel Bucheli acaba de publicar “O se está con la patria o se está contra ella”, donde investiga los orígenes, el crecimiento y la posterior desaparición de la Juventud Uruguaya de Pie (Jup), sus vínculos con las facciones más conservadoras de los partidos tradicionales y su particular relación con los militares. Brecha conversó con el autor sobre la Jup, su historia y los ecos de sus postulados, que hoy resuenan en el discurso del senador electo Guido Manini Ríos, hermano de uno de los líderes de la organización.

—¿Cómo definirías a la Jup?

—La Jup es un emergente de una reacción conservadora, una categoría que se ha usado en Uruguay en algunos momentos de la historia. [José Pedro] Barrán y [Benjamín] Nahum estudiaron cómo opera esa reacción frente al batllismo: viene del tejido social, luego tiene conexiones con fracciones políticas y con medios de prensa que agitan esas aguas, más allá de conexiones eventualmente policiales o de inteligencia, a veces difíciles de identificar, pero que ocurren en esa coyuntura. Y la Jup aparece como un movimiento que representa a los jóvenes, muy en particular los del Interior, que elevan su voz frente a esa amenaza comunista que parece concentrarse en Montevideo, en la Universidad de la República [Udelar]. No es menor el hecho de que una de las consignas primigenias de la Jup es fundar una universidad pública afuera de la Udelar y en el Interior, en Salto.1

Eso sería una reacción conservadora, que tiene mucha relación con la derecha liberal conservadora y que tal vez profundiza un discurso excluyente con base en el anticomunismo y el patriotismo. De ahí un poco el nombre del libro: o se está acá, o no sos uruguayo.

Ahora, sobre todo desde 1972, al compás de los cambios –el estado de guerra interno, el ascenso militar–, la Jup empieza a adoptar un discurso netamente militarista, golpista, y que yo asocio al falangismo español en lo discursivo y en el hecho de manifestarse expresamente católico. Se va profundizando ese apego a lo militar, a los rituales militares, y, finalmente, a exigir que estos se hagan cargo de la situación.

La primera fase de la Jup es amistosa con las reglas democráticas liberales y los partidos, y luego va considerando que los políticos, más allá del partido, son unos demagogos oportunistas; respetan a algunas figuras, pero a Jorge Batlle, a Wilson [Ferreira Aldunate], a [Julio María] Sanguinetti les dan con un palo.

—Sostenés que llamarlos fascistas sería una “simplificación”. ¿Por qué?

—Creo que, en general, en el mundo ha habido un abuso de la expresión fascista, y cuando digo que es una simplificación, es porque quiero caracterizarla con más precisión y encontrarle tonalidades propias.

—Una fuente incluso dice: “A todo lo que fuera conservador o de derecha le decíamos ‘facho’”.

—Claro. Está pasando un poco de vuelta ahora. Casi que la reacción intuitiva de la izquierda es decir “es facho”, asociado a fascista, a todo aquello que sea más o menos de derecha, o que sea antiizquierdista.

Al final capaz que me piso el palito, porque uso una categoría de un francés y uso la expresión “de impregnación fascista”.2 La Jup tiene rasgos fascistas, dialoga con esas experiencias, y tiene que ver, de algún modo, con esa idea de una unidad nacional que encuentra que hay otro que no pertenecería y al que hay que erradicar de una manera u otra. Entonces, se parece, tiene esa impregnación fascista, pero también tiene estos apegos a las tradiciones partidarias uruguayas.

—Porque eran anticomunistas, pero también reaccionaban contra esta nueva juventud de sexo, drogas y rocanrol.

—Sí. Yo ahí trabajo un poco en espejo con el estudio de Vania Markarian sobre el 68.Siempre se estudia el 68 como una juventud ideologizada, con ideas revolucionarias. Su libro se llama El 68 uruguayo: El movimiento estudiantil entre molotovs y música beat. Está lo beat y está lo molotov. Hay un cambio cultural que tiene que ver con la vestimenta, la onda juvenil, la música… Aparentemente empieza a haber un consumo de drogas que es difícil todavía de detectar con fuentes precisas. Pero toda esa cultura juvenil alternativa, rupturista, se compenetra con la movida más revolucionaria. Entonces la derecha se alarma por las dos cosas y burdamente unifica todo. Hay una cita de Nuevo Amanecer:4 “El comunismo usa las drogas y esta música para entorpecer a la juventud y conquistarla”, como que es todo lo mismo. Les molesta la militancia, pero también esa onda juvenil, con su beat, el consumo de drogas, esa indefinición sexual de cuál es el rol de la mujer y cuál el del hombre.

—El Partido Comunista no sé si no pensaba más o menos igual…

—Claro. Ahí recojo, tanto de Markarian como de Gerardo Leibner, que hizo un libro sobre el Partido Comunista de Uruguay muy bueno,5 que la [Unión de Juventudes Comunistas] Ujc, la juventud del [Movimiento de Liberación Nacional] Mln, todos esos grupos de izquierda, no toleraban que su gente anduviera fumando porro…

—… y el rock tampoco: era la música del imperio.

—Los comunistas eran más pragmáticos, lo aceptaban porque era “afiliate y bailá”. Pero para las juventudes militantes muy comprometidas la música era imperialista y yanqui. Pero ni el rock, ni el faso, ni la homosexualidad eran la bandera de la izquierda militante. La izquierda era muy crítica con la homosexualidad.

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—La Jup mezcla todo.

—Sí. Y ahí empieza esa veta cristiana fuerte, que al comienzo no era tan visible. El Consejo Federal de la Jup, cuando se reúne, hace un juramento divino; en muchos actos viene un párroco a bendecir la bandera; tienen curas socios del proyecto. En Nuevo Amanecer encuentro artículos de revistas ultracatólicas argentinas y chilenas, o sea, había conexiones con un radicalismo católico importante.

—Es interesante cómo tenían vínculos con figuras del gobierno, intendentes o legisladores, pero al mismo tiempo eran críticos del sistema político.

—Termina habiendo algo de eso, de suplir la institución parlamentaria por la fuerza militar. Eso está claro. Ellos son cautelosos con el gobierno de [Jorge] Pacheco, nunca se ponen como opositores. Incluso, el ministro del Interior de Pacheco, [Santiago] de Brum, los llega a convocar para hacer un registro de vecindad, que lo hacían para “eliminar a la subversión”, y ellos dicen que no. Pero había una conexión recíproca: apoyo puntual con aviones de la Fuerza Aérea Uruguaya para algunos traslados u ofrecimientos de bandas militares de algunos regimientos para tocar en sus actos. Ahora, ellos se suben a ese discurso que van a adoptar las Fuerzas Armadas (Ffaa) de que los políticos son los responsables de la crisis, señalando algunas fracciones en particular. Esas fracciones de lo que sería, desde su perspectiva, la “política tradicional” no sirven; por eso lo militar viene a ser el sustituto. Eso es muy claro. Sin embargo, a [Juan María] Bordaberry lo contemplan siempre favorablemente, lo defienden. Es el que se salva.

—Pero son bastante críticos del sistema político en general.

—Primero es “viva la democracia, las elecciones, enfrentar al comunismo”. Notoriamente, están apegados en su discurso al sistema, que van quebrando a partir del endurecimiento de las políticas estatales del 72. El estado de guerra interno y la ley de seguridad del Estado marcan el sustento a las políticas más golpistas.

Ahí hay un problema de fuentes. ¿Qué puedo leer para saber de ellos? Lo que escriben. Tenían una página semanal en el diario La Mañana.A partir de marzo del 72 hasta junio del 72, la página se hizo irregular. Yo percibí, por elementos tomados de las entrevistas, que hubo algún tipo de ruptura en la familia Manini. Primero, Alberto Manini muere a pocos meses de esto y pierden pie en La Mañana.7 Hay un período, del que no tengo realmente fuentes, que es el período más rico del 72. Y recién en agosto sacan su semanario, Nuevo Amanecer. Entonces, me pierdo de tener una lectura más de cerca de cómo están viendo la coyuntura, entre abril y agosto, nada menos. Pero cuando aparecen, lo hacen con un discurso bastante radical, que van profundizando.

—¿Ahí pudieron haber conseguido otro financiamiento?

—Yo especulo, porque es muy difícil entrarle a eso, con que había gente que tenía poder económico y los apoyaba. La radio que usan y el local que usan para reunirse es el de Radio Rural, de [Juan José] Gari,Juan María Bordaberry y la viuda de Nardone.Ahí tienen apoyo financiero, por lo menos locativo, y no hay que dudar de que gente poderosa les daba dinero.

—En un momento, enseguida del golpe, critican al gobierno cívico-militar porque entienden que no están haciendo nada. Llama la atención esa crítica tan fuerte y tan prematura.

—La impresión es que esperan más. Qué más esperan no queda muy claro, pero en todo caso creen que hay que seguir extirpando del aparato del Estado a los cómplices del marxismo y señalan a algunos ministros que son netamente conservadores. Están como a la carga contra figuras a las que no consideran suficientemente alineadas con el golpe. Y los militares no les dan pelota, obviamente, al punto de que en un momento los censuran. No tengo elementos suficientes para sostenerlo, porque no son muy claros en su proyecto, pero probablemente ellos estuvieron adhiriendo a un concepto de un Estado más de tipo fascista si querés, más corporativo, más vertical, que el proyecto neoliberal que estaba en ciernes en ese momento. Y les van a parar el carro. Vuelven a salir luego de una censura de cuatro números, un mes, y un año y pico más tarde los vuelven a censurar. Incluso, en el medio les censuran también la emisión de radio. Los militares y la cúpula cívico-militar llegaron para conducir sin que nadie les marque la cancha. “¿Acá tenemos una barra de gente que nos apoyó, pero cree que puede elevar la voz para decirnos lo que tenemos que hacer? No.” Ese va a ser el mensaje, y va a ser claro durante toda la dictadura. La dictadura no va a aceptar o a reconocer movimientos movilizados detrás de ellos. ¿Qué les molestaba de la Jup? Que estuvieran agitando aguas políticas cuando preferían que nadie dijera nada.

—¿Por qué creés que tuvieron esa actitud?

—La hipótesis sería que ellos querían consolidarse como un movimiento con ese nombre, Jup, que tuviera un encastre propositivo en el régimen, y al régimen no le interesaba. Hugo Manini me cuenta que los llama [el general Esteban] Cristi y les dice: “Ya hicieron lo que había para hacer, ahora vayan”, y ellos se fueron al mazo.

—Ahí se disuelven.

—El momento de disolución coincidiría con esa reunión que dicen ellos. Después no tengo más fuentes, porque desaparece el semanario y no hay ninguna traza de que hayan funcionado. No hay nada visible.

Pienso que tenían cierta necesidad de protagonismo, tal vez un poco de ingenuidad. No había espacio para ellos. Igual muchos de ellos van a estar en la función pública, Manini va a estar en el Consejo de Estado, se acomoda un poco en el régimen.

—En una mirada a largo plazo, ¿considerás que Cabildo Abierto (CA) se puede linkear con algunas manifestaciones ultraderechistas que se registraron en Uruguay a lo largo del siglo XX?

—Cuando empecé a investigar, esto no existía, CA, ni Guido Manini era conocido. Yo lo vengo pensando y estoy compilando material para pensar cada vez más esta línea. Quiero tener más perspectiva para ver a CA. Ya lo vamos a ver en el Parlamento y en algún ministerio, pero hay una línea larga de conservadurismo profundo que reacciona en coyunturas específicas. Reacciona a comienzos del siglo XX, en los setenta con la Jup, y ahora hay una reacción de derecha fuerte, con otra agenda, en la que aparecen la cuestión de la ideología de género, la presencia de la izquierda en el poder, el sindicalismo. Hay una línea larga de un conservadurismo profundo, capaz de reaccionar y tener convocatoria popular en torno a discursos de afianzamiento de esa unión nacional frente a la amenaza. Incluso, en Guido Manini está muy presente lo del extranjero, que puede ser [el millonario filántropo George] Soros, el Foro de San Pablo o [el presidente de Venezuela, Nicolás] Maduro. Antes era el comunismo, [Fidel] Castro, la Unión Soviética, los Tupamaros… En cada tiempo hay una referencia a algo que atenta contra nosotros, contra la nación. El factor religioso es interesante, y Uruguay es un país bastante laico; la Jup se afianza en el setenta con esa idea.

—Tenemos al que fuera candidato a vice por CA, Guillermo Domenech, senador electo, que dijo durante la campaña: “Dios nos ha mandado a Manini”.

—Claro, hay consonancias claras. El factor Interior como aglutinador principal; no exclusivo, pero principal. Hay que seguir estudiándolo, pero sí hay una línea que pasa por la Jup, por el nardonismo, por aquel partido rural de los años treinta en Salto.10 Los formatos de reacción conservadora de los años veinte, de los diez. Esto quiere decir que hay un sustrato de la sociedad que se ve identificado con ideas de reacción ante lo que podemos llamar las transformaciones, incluso de tono global, que se ven como una amenaza a la nación.

  1. El antecedente directo de la Jup es la Juventud Salteña de Pie, que es la primera en movilizarse en pos de la creación, en esa ciudad, de una Universidad del norte. “Creo que la Jup fue pensada e ideada por Hugo Manini Ríos, él la vio. La familia Manini siempre fue, dentro del Partido Colorado, el costado más rural del partido. Y él instrumenta ese movimiento porque hay condiciones favorables. Con contactos que tiene genera el movimiento nacional, que yo digo que termina subsumiendo a Salto y al norte, y la Jup pasa a ser eso. La camada salteña se siente un poco desplazada”.
  2. Se refiere a Philippe Burrin, autor del libro La Dérive fasciste: Doriot, Déat, Bergery, 1933-1945, Éditions du Seuil, París, 2003.
  3. Vania Markarian, El 68 uruguayo: El movimiento estudiantil entre molotovs y música beat, Universidad Nacional de Quilmes, Bernal, 2012.
  4. Se presentaba como “Órgano oficial de la Juventud Uruguaya de Pie”. Se publicó, con algunas intermitencias, entre 1972 y 1974.
  5. Se refiere a Camaradas y compañeros. Una historia política y social de los comunistas del Uruguay, Trilce, Montevideo, 2011.
  6. Fundado en 1916 por Pedro Manini Ríos, abuelo de Hugo Manini Ríos y del senador electo y ex comandante en jefe de las Ffaa, Guido Manini Ríos.
  7. Hijo de Pedro y padre de Hugo y Guido. Dirigía entonces el diario.
  8. Empresario de la lana. Estuvo con Benito Nardone en la Liga Federal de Acción Ruralista y luego fue un hombre cercano a Bordaberry.
  9. Se refiere a Olga Clerici de Nardone, viuda de Chicotazo.
  10. Se refiere al Partido Ruralista, fundado en Salto en 1935, “resultante del desprendimiento de riveristas y herreristas desencantados, por derecha, con el régimen terrista”. Gabriel Bucheli, O se está con la patriao se está contra ella. Una historia de la Juventud Uruguaya de Pie, Fin de Siglo, Montevideo, 2019, pág 60

«Hoy nadie quiere aparecer emparentado con la Jup»

—¿Crees que estamos en un momento histórico en el que podría reivindicarse el papel de la Jup?

—Creo que no. ¿Por qué la Jup perdió su memoria y nadie la reivindicó? Primero, porque hay mucha gente de aquella generación que habrá cambiado de idea. Me he encontrado con mucha gente que me dijo: “Uh, yo fui o adherí a la Jup y hoy soy votante de la izquierda”. Gente que perdió aquel impulso. Y después, quedó tan marcado en los sentidos comunes establecidos la percepción de que la Jup era un grupo parapolicial y de choque que nadie quiere embanderarse con él. Yo lo planteo un poco ahí, y puede ser polémico, que, de alguna manera, en términos culturales, hubo una cierta batalla ganada respecto al terrorismo de Estado y todo lo que se le parezca. Entonces, hoy nadie quiere aparecer emparentado con prácticas de crimen, escuadrones de la muerte, tortura, más allá de la capacidad que haya de probar que la Jup y los escuadrones de la muerte estuvieran conectados.

—Pero Guido Manini perteneció a los Tenientes de Artigas, tiene a ex integrantes de la Jup en su partido, ha aparecido en fotos con nazis… —Pienso que no necesitan volver a nombrar a la Jup. Es verdad que se le identifican alrededor cuestiones de un pasado muy comprometido, pero la derecha también se ha cimentado mucho en “dejemos el pasado atrás”, sobre todo con relación a juzgar lo ocurrido en la dictadura, y creo que no lo necesitan, no les sería conveniente meterse en eso de reivindicar a la Jup. ¿Y quién podría hacerlo? Hugo Manini, pero cuando habla de la Jup, conmigo y en otras entrevistas que le han hecho, dice: “Era un jugueteo de niños, de muchachos”.

 

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