PLEBISCITO DE 1980
28 de noviembre de 2020,
A 40 años del comienzo del fin de la dictadura cívico-militar
El próximo lunes 30 de noviembre se conmemorarán 40 años del triunfo del “No” en el plebiscito por la reforma constitucional que impulsaba la dictadura cívico-militar uruguaya (1973-1985). Aquel acontecimiento marcó el comienzo del fin de un gobierno de facto que se perpetúo en el poder por 11 años.
Ope Pasquet, José Carlos Mahía y Jorge Gandini.
El 30 de noviembre de 1980, en plena dictadura militar, el gobierno de facto realizó un plebiscito para reformar la Constitución de la República, lo que tenía como finalidad perpetuarse en el poder.
Entre otros aspectos, el proyecto de reforma plateaba crear un “Tribunal de Control Político”, nombrado por militares, que podría destituir al presidente de la República, a los ministros, legisladores, jueces, miembros de la Corte Electoral, intendentes, integrantes de las juntas departamentales y autoridades internas de los partidos políticos.
Dos papeletas se pusieron a consideración de la ciudadanía. La papeleta celeste a favor del “Sí” a la reforma constitucional impulsada por el gobierno dictatorial, y la hoja amarilla por el “No”.
A pesar de que la propaganda oficial dominaba los medios de comunicación, de todos modos la población y los sectores opositores al régimen recurrieron a las más diversas e imaginativas herramientas para difundir sus mensajes en contra de la reforma.
Si bien fue un momento en que las libertades se encontraban conculcadas, la oposición recurrió a métodos como volantes, pegatinas e, incluso, a los grupos de debate en algunas parroquias católicas.
Algunos medios de comunicación como CX 30 La Radio y las intervenciones de José Germán Araújo, el Semanario Opinar, la revista La Plaza o el diario El Día manifestaron su oposición a la reforma que impulsaba la dictadura.
Otro hecho significativo fue el debate televisivo, que emitió canal 4, en el que participaron por el “Sí” a la reforma los consejeros de Estado Néstor Bolentini y Enrique Viana Reyes, mientras que por el “No” asistieron Enrique Tarigo (Partido Colorado) y Eduardo Pons Echeverry (Partido Nacional). La claridad argumental de Tarigo y Pons Echeverry dejó en evidencia los intereses espurios del gobierno de facto.
Finalmente, el domingo 30 de noviembre de 1980 la ciudadanía se pronunció en forma categórica contra la propuesta de reforma de la Carta Magna con el 57,2% de los votos válidos, contra el 42,8% por el “Sí”.
LARED21 consultó a figuras políticas de distintos partidos políticos quienes recordaron el momento histórico que atravesaba el Uruguay de hace 40 años, y resaltaron la convicción democrática del pueblo uruguayo.
José Carlos Mahía: Una gran lección de democracia
El senador del Frente Amplio José Carlos Mahía tenía 14 años cuando se realizó el plebiscito del año 1980, vivía en la Ciudad de Las Piedras, Canelones, y aquella instancia marcó a fuego su pasión por la política a tal punto que algunos años después comenzó su militancia ininterrumpida en la izquierda.
Recordó que el plebiscito del ‘80 se vivió en una sociedad “con mucho miedo, y también escepticismo en sus vínculos más cercanos por lo qué podría ocurrir, ya que había muchas dudas en cuanto a que se respetara efectivamente un pronunciamiento por el ‘No’ del pueblo uruguayo.
Se tenía cierto temor por la propaganda a favor del ‘Sí’ de los adeptos de la dictadura, que dominaba tanto las pantallas de televisión como las páginas de los diarios y también las audiciones radiales, añadió.
Mahía recordó la importancia del debate televisivo en el que participaron por el “Sí” los consejeros de Estado Néstor Bolentini y Enrique Viana Reyes, y por el “No”: Enrique Tarigo (Partido Colorado) y Eduardo Pons Echeverry (Partido Nacional).
El legislador frenteamplista también se refirió a la sorpresa de los militares y la búsqueda de afianzar el modelo anticomunista inspirado en la “Doctrina de la Seguridad Nacional” y la sonrisa cómplice de mucha gente que se cruzaba en la calle.
“Fue una gran lección de democracia para el mundo y para las generaciones de uruguayos que vinieron después y que hoy tienen que honrarla”, sentenció.
Jorge Gandini: El principio del fin para la dictadura
Para el senador del Partido Nacional, Jorge Gandini, los meses previos al 30 de noviembre de 1980 significaron su llegada a la militancia política. “Yo venía de la militancia social y mi involucramiento fue a la militancia clandestina desde donde realizábamos pequeñas cosas, pero muy arriesgadas, como por ejemplo: pegar adhesivos del tamaño de un boleto de ómnibus con las inscripciones: ‘Por la libertad, vote No’, o ‘Contra el autoritarismo, vote No’”.
Recordó que se trabajaba en el “boca a boca” y así se generaban los espacios de discusión y debate en ámbitos de estudio.
El legislador blanco remarcó que fue una etapa de rebelión democrática y pacífica del pueblo uruguayo que no se podía pronunciar ni manifestar, pero que sabía por dónde iba.
“Muchos de los dirigentes que no estaban proscriptos recorrían el país para realizar reuniones en boliches o en casas de familia tratando de advertir sobre las consecuencias negativas del voto por el ‘Sí’ y la continuidad autoritaria”, señaló.
Gandini resaltó que el pueblo uruguayo, que tiene un ADN democrático muy afianzado, pudo advertir cuál era la conducta que tenía que tener. “Nos hizo sentir muy orgullosos y la señal fue el principio del fin para la dictadura que tuvo que comenzar a abrir el espacio para la discrepancia, aunque eran años en que en Uruguay se iba preso, había represión, tortura, muertes y desaparecidos, pero también había espacios para encontrar el retorno a la democracia”.
“El ‘No’ fue la manifestación de una enorme potencia democrática de una sociedad que, aún amordazada, supo decir que la dictadura no tenía su oportunidad”, sentenció.
Ope Pasquet: La reafirmación de la excepcional fibra democrática del pueblo uruguayo
En el año 1980, el actual diputado del Partido Colorado Ope Pasquet formó parte de una generación de jóvenes que se iniciaba a la vida política como opositores a la dictadura cívico-militar, junto a la figura de Enrique Tarigo y así tuvieron su bautismo de fuego.
El legislador colorado recordó que el plebiscito del ’80 fue una reafirmación de la excepcional fibra democrática del pueblo uruguayo.
La dictadura, con su proyecto de nueva Constitución, perseguía legitimarse, es decir obtener el consentimiento popular, y por otro lado perpetuar las claves de su dominación.
Su propuesta instituía un Consejo de Seguridad Nacional en el que el Poder Ejecutivo quedaría integrado por los altos mandos militares que se adjudicaban la intervención que ellos quisieran en todos los órdenes de la vida del país y al amparo de la “Doctrina de la Seguridad Nacional”.
Pero el pueblo rechazo categóricamente esa propuesta porque refirmó su convicción democrática, que viene desde los tiempos de José Artigas, remarcó Pasquet.
Recordó también que se trató de una campaña muy difícil, porque el oficialismo tenía todos los medios de comunicación a su disposición, mientras que los partidarios de rechazar la reforma no contaban con esas posibilidades. “Hicimos la campaña a favor del ‘No’ en medio de un clima de temor, propio de una dictadura. Se llegó a decir que a los jubilados que votaran a favor del ‘No’ se les iba a quitar la jubilación”.
Resaltó que los partidos políticos demostraron su vigencia y se manifestaron mayoritariamente contra el proyecto de la dictadura. “El ‘No’ obtuvo una victoria resonante que marcó el comienzo del camino hacia la recuperación democrática. Se pasaba de los peores momentos de la dictadura hacia una salida que en aquella instancia aún era lejana, pero teníamos la confianza íntima que a partir de aquel resultado íbamos a recuperar la democracia y la libertad”.
Los militares estaban convencidos que
seguirían en el poder de forma
indefinida, dijo Demasi
El 30 de noviembre se cumplen 40 años del triunfo del NO al plebiscito de reforma constitucional propuesto por el gobierno de facto. En plena dictadura cívico – militar, el régimen convocó a la ciudadanía para votar por Sí o por No al cambio constitucional.
Ana María Mizrahi
Periodista en LARED21 y conductora en TNU
Entrevista de LA RED21 al historiador Carlos Demasi
.Según explica Demasi “habían elaborado un plan para el futuro. Y ese plan coincide con los tiempos de Gregorio Álvarez para convertirse en el candidato único en 1981”.
-Se cumplen 40 años del Plebiscito de 1980 ¿Una primera reflexión?
-Si lo tuviéramos que resumir en una sola palabra: sorpresa. Esa sorpresa que causó una alegría muy grande, también hay que ver como se gestionaba. Para los uruguayos fue una muy buena noticia
-El objetivo de la dictadura fue perpetuarse en el poder ¿Verdad?
(La dictadura) Estaban seguros que seguirían en el poder indefinidamente. Y ese cronograma coincide con los tiempos de Gregorio Álvarez para ser el candidato único en 1981
-Claramente, los militares son un grupo complejo, hay muchas opiniones diferentes. Dentro del Ejército había tres grupos: los que querían perpetuarse e instalarse en determinados lugares de poder, que era en definitiva el que logró concretarlo con el proyecto constitucional. Había otro grupo que pensaba que controlado el comunismo el resto estaba bien, Incluso con la idea de volver a “los cuarteles a tomar mate” y mirar la realidad de reojo a ver sI resurgía el comunismo. Había otro grupo considerado “oportunista” que eran aquellos que siempre están con los que tienen el poder. El que maniobró mejor fue Gregorio Álvarez, líder del grupo de los que pretendían instalarse, controlar el poder y ver que se hacía con él. Fue comandante en Jefe entre el ´78 y el ´79, pero fue en 1977 cuando se diseñó este programa por presión del gobierno de EEUU (Jimmy Carter). Allí se decidió que iba a haber un plebiscito constitucional, que habría elecciones con candidato único en el año ´81, y elecciones con más de un candidato en el ´86 y tal vez en el ´91 elecciones con más de dos partidos, pero nunca partidos de inspiración internacional y marxista. Ese proyecto se hizo público en agosto de 1977, pero no incluía un plebiscito. Ahí se dieron cuenta que si querían que fuera con candidatos únicos en el ´81, debía haber una Constitución que lo habilitara en la propuesta de reforma constitucional de 1980. El cronograma se diseñó en el ´77, planteaba la transición en el ´81, significaba “patearla muy lejos”, “sacarla del Estadio, prácticamente”. Lo que quiere decir, que pensaban que 15 años después de llegar al poder, iban a seguir controlando la situación. Más allá de que pensáramos que estaban equivocados, habían elaborado un plan para el futuro. Estaban seguros que seguirían en el poder indefinidamente. Y ese cronograma coincide con los tiempos de Gregorio Álvarez para convertirse en el candidato único en 1981.
-El gobierno de facto dio a conocer el texto constitucional que sería plebiscitado en las últimas semanas ¿Por qué ocurrió así?
(El texto constitucional) Se hizo entre cuatro paredes. El “factótum” del texto fue Enrique Viana Reyes, un ex fiscal que luego fue Rector de la Universidad en los comienzos del gobierno de Gregorio Álvarez y luego quedó afuera, también fue Consejero de Estado. Él la elaboró de acuerdo al criterio de sus mandantes
-Se hizo entre cuatro paredes. El “factótum” del texto fue Enrique Viana Reyes, un ex fiscal que luego fue Rector de la Universidad en los comienzos del gobierno de Gregorio Álvarez y luego quedó afuera, también fue Consejero de Estado. Él la elaboró de acuerdo al criterio de sus mandantes. La Constitución la tenía que aprobar el Consejo de la Nación que empezó a reunirse el 24 de octubre (1980). Tuvo tres o cuatro reuniones “a full”. Faltaba menos de un mes y el texto no estaba aprobado. El Presidente de la República Aparicio Méndez estableció un “extraño” mecanismo para la aprobación. Se leía el artículo, si alguien tenía alguna oposición lo decía y luego sin discusión se pasaba a votar. Así se iban aprobando todos. Cuando alguien planteaba una duda o un cuestionamiento, se mantenía el criterio de pasar a votar, todos votaban a favor y el que discrepaba lo hacía en contra y se pasaba al artículo siguiente. Era demencial, no daban los tiempos para discutir nada. El único punto que se discutió, incluso se paró la sesión y se pasó a cuarto intermedio, es que el proyecto establecía que los uniformados no votaban. No preveía que ningún integrante de las FFAA votará. A uno de los civiles, que eran de lo peor, se le ocurrió que era injusto y dijo algo así “no podemos dejar afuera aquellos que hicieron posible que nos libráramos del comunismo y que hicieron posible la reunión que hoy tenemos acá”. Proponen que se les permita, los militares presentes piden un cuarto intermedio para discutir el tema, a los 20 minutos vuelven y el Comandante en Jefe de ese momento Luis Vicente Queirolo dice: “hemos decidido dejar el artículo como está”. No dio razones. Sin embargo, Iván Paulós explicó “decidimos dejar así el artículo porque sabemos que con esta Constitución las FFAA se van a politizar y no queremos que lo hagan de manera partidista, que ejerzan su poder político sin participar en las elecciones”. Recién se conoció el texto cuando se publicó en el Diario Oficial a principios de noviembre (1980).
-¿El gobierno de facto pretendía un Uruguay con un orden institucional diferente al que tenía el país?
-De todos los proyectos que se han plebiscitado en el país, este es el más original, es una anomalía constitucional.
-¿Cuál fue el rol de EEUU?
-(Presidente de EEUU) Carter nombró un encargado de negocios para asuntos latinoamericanos, que se llamaba Ernest Tolman, y él le anunció a los embajadores de Chile, Argentina, Uruguay y Paraguay, que haría una visita por el Cono Sur y que esperaba que le informaran el camino de la reinstitucionalización política.
Fue variable. En principio apoyó el golpe de Estado y la dictadura. El embajador norteamericano Ernest Siracursa (embajador de EEUU en Uruguay entre 1973 a 1977), tenía muy buenas relaciones con los militares. Pero hay un giro, EEUU cumplía 200 años de su Independencia y la guerra de VIETNAM terminó con una derrota, y gran parte del “mundo libre” celebró la derrota (de EEUU) en VIETNAM. A los norteamericanos les pesó bastante, allí hay un replanteo donde surge que se está defendiendo no al mundo libre sino a las peores dictaduras. Los pueblos festejan cuando una dictadura cae. Allí hay giro de la política, incluso antes que Jimmy Carter asuma la presidencia. Con Carter se hace más claro. El corte de la ayuda militar por parte de EEUU ocurre en octubre de 1976, antes de las elecciones que ganó Carter. Allí ya hay un giro. Cuando Jimmy Carter asume no estaba entre sus prioridades América Latina. Pero tiene una asesora en DDHH a un “personaje muy particular” Patricia Derian (1929 – 2016), una universitaria que había estado en Buenos Aires y allí había hecho amistad con Zelmar Michelini y con Wilson Ferreira Aldunate. Era muy sensible al tema DDHH, entonces el tema Argentina – Uruguay en ella estaba muy presente. Cada vez que se presentaba un informe contra Uruguay en la OEA, la dictadura esperaba que EEUU votara en contra, y sin embargo, votaba a favor que se hicieran públicos los informes. Un representante uruguayo ante la OEA recibió tantas críticas que cuando volvió al país, dio su informe y presentó renuncia. Carter nombró un encargado de negocios para asuntos latinoamericanos, que se llamaba Ernest Tolman y él le anunció a los embajadores de Chile, Argentina, Uruguay y Paraguay, que haría una visita por el Cono Sur y que esperaba que le informaran el camino de la reinstitucionalización política. Estamos en julio de 1976. El primero en mencionar la realización de un plebiscito constitucional fue Augusto Pinochet (Chile) en 1980. Aquí en cambio, los militares se plantearon “viene Tolman ¿Qué le decimos?”. No se planteaban hablar de lo que hicieron, pero sí de lo que iban a hacer. Allí también es que surge la necesidad de hacer un plebiscito e institucionalizar la situación.
-El ambiente en el país era de represión y de censura.
-Sí lo era, debido a la presión internacional es que el gobierno decide que algunas cosas se tienen que permitir, si va a haber una votación, la oposición tiene que poder hablar. Hubo un semanario de oposición (Opinar) y una revista mensual (La Plaza) fue lo único que hacían oposición fuerte.
-Los Partidos Políticos ¿qué ocurría?
-El gobierno se dirige a dos dirigentes que consideraba afines, Carlos Manini Ríos en el Partido Colorado y Alberto Gallinal en el Partido Nacional y les pide que junten una comisión con representantes de cada partido y vengan a hablar. Allí se realizan las reuniones. Gallinal juntó gente que había tenido participación política en la década de los ´60. Con más astucia, Manini Ríos se reunió con Jorge Batlle, Amílcar Vasconsellos, Raumar Jude y les preguntó ¿díganme cuales son las personas que me van a acompañar? Vasconsellos nombró a Enrique Tarigo, Jorge Batlle nombró a su primo Luis Batlle y así se formó una comisión mucho más política que la que armaron los blancos. Sin embargo, a los dos les fue igual, el gobierno les pidió apoyo para el proyecto. Los Partidos le pidieron conocer el proyecto, dijeron que “lo apoyarían si lo consideraban apoyable”. Al General Queirolo le cayó muy mal esta respuesta y prácticamente los echó de la reunión. A la salida, consultado por la prensa, Queirolo dice “estos señores están muy confundidos, no entienden que a los vencedores no se le piden condiciones”. Ahí se quebró el vínculo con los partidos políticos. Lo que los dirigentes políticos hicieron fue una campaña que en principio era poco favorable al proyecto y finalmente se pronunciaron por el No.
-Había miedo, se le quería hacer creer a la gente que sabrían lo que votabas ¿Fue así?
-Había miedo, pero había miedo de los dos lados. Pacheco Areco votaba el Sí, había volantes que decían no tenga miedo vote Sí. Había gente que pensaba que le iban a mirar el voto, y ganara quién ganara, el que había votado la “opción equivocada” iba a pagar por eso. Hay un miedo generalizado.
Había crecimiento, inversión y mucha demanda de mano de obra. La tasa de desempleo era baja, y la masa salarial que se pagaba era alta. Sin embargo, desde el punto de vista de la economía doméstica, se veía muy distinto, había trabajo, pero para poder vivir se necesitaban dos empleos. La pérdida de salario real es constante desde 1968 en adelante
-Desde el punto de vista macroeconómico de los mejores momentos. Había un fuerte crecimiento económico, tasas de crecimiento del 7% que no se veía algo similar desde la década del ´40. El país había salido de un estancamiento importante. Había crecimiento, inversión y mucha demanda de mano de obra. La tasa de desempleo era baja, y la masa salarial que se pagaba era alta. Sin embargo, desde el punto de vista de la economía doméstica, se veía muy distinto, había trabajo, pero para poder vivir se necesitaban dos empleos. La pérdida de salario real es constante desde 1968 en adelante. El salario real de 1984 era menos de la mitad que en 1968. Y en el ´68 era el más bajo de la década del 60. Así era la situación del ciudadano común.
-¿Qué diferencia hubo con la dictadura chilena que también se plebiscitó y ganó?
-En Chile hubo una fuerte acusación de fraude, aunque es innegable que hasta hoy día Pinochet tiene apoyo en Chile. Volcaron todo el aparato del Estado a favor del gobierno, aunque aquí también lo hicieron. En el año ´66 en Uruguay plebiscitaron cuatro constituciones, una de ellas se plebiscitaba con una papeleta amarilla, que fue la que sacó menos votos. Pero en Chile hubo acusaciones de fraude, se denunció con fuerza y hasta donde se pudo investigar algo había. Aquí se voto como se votaba siempre, ese es un punto también interesante.
-En Uruguay ganó el NO con el 58% de los votos pero el SÍ obtuvo el 43%. Es decir, el Sí tuvo lo suyo.
-No podemos decir ganó el Sí porque estaban a favor de los militares o ganó el No porque estaban en contra. Las razones fueron muchas y muy diferentes. El régimen no hizo propaganda a favor de la nueva Constitución sino que plebiscitó el régimen. Las propagandas hablaban de los logros del gobierno y de lo bien que vivían los uruguayos. En definitiva te estaban preguntando si estabas a favor o en contra de la dictadura. Se la jugaron a plebiscitar el régimen. Porque se votó por Sí o porqué se votó por No hay muchas razones y muy interesantes.
En el departamento de Treinta y Tres fue la más alta votación a favor del Sí y Paysandú fue la más alta proporción del No. Incluso hubo más No en Paysandú que en Montevideo, proporcionalmente. Sin embargo, cuatro años después en elecciones nacionales, en Treinta y Tres gana Wilson Elso Goñi el candidato del Wilsonismo y en Paysandú ganó Walter Belvisi que era el intendente de la dictadura, aunque ganó por 400 votos. Esos giros de los votantes, muestran que los votos no son tan sencillos, y que las personas deciden muchas cosas distintas
-¿Cómo se vio el debate televisivo (canal 4) del 14 de noviembre protagonizado por Enrique Tarigo y Eduardo Pons Etcheverry a favor del No y Néstor Bolentini y Enrique Viana Reyes a favor del Sí?
Fue muy importante, cambió la historia, estábamos convencidos que ganaba el Sí y a partir de ese momento todos descubrimos que había fuertes argumentos para que ganara el No
-Fue muy importante, cambió la historia, estábamos convencidos que ganaba el Sí y a partir de ese momento todos descubrimos que había fuertes argumentos para que ganara el No. En octubre de 1976 los periodistas iban a la Alianza Uruguay – EEUU y veían el debate de los candidatos presidenciales norteamericanos. En el ´80 se vio a Ronald Reagan contra Jimmy Carter, estaban enfrentados, pero se daban la mano y se trataban con gentileza. Canal 4 pidió autorización a la DINARP (Dirección Nacional de Relaciones Públicas) y les pareció una buena idea. Lo interesante es que en ese debate todo salía mal hasta que todo empezó a salir bien. El debate era un colorado y un blanco y dos del lado del gobierno. El colorado era Enrique Tarigo que no estaba proscripto y el blanco era Fernando Oliú que era dirigente político de mucho peso, al igual que Tarigo era abogado, había sido sub secretario del Ministerio de Instrucción Pública cuando Pivel Devoto era el Ministro. Oliú no tenía pasado político de estar en primera fila, pero era un polemista temible. Cuando faltaba un día para el debate, la DINARP a Oliú lo censura, dicen que no puede ir. Los blancos dicen va a ir Pons Etcheverry, lo cual Tarigo no tenía ningún problema, pero no lo conocía personalmente a Pons Etcheverry. Incluso el día del debate Pons Etcheverry llegó tarde, es decir, no pudieron conversar previamente. Es decir, fueron así a como saliera. Y finalmente Pons Etcheverry resultó más eficaz que Oliú, porque Pons “tenía chapa de derechista” y dice “soy blanco de derecha, voté a Aguerrondo y voy a votar por No” y encima Tarigo dice “si fuera comunista votaría por Sí”. Les dieron vuelta toda la argumentación, resulta que las personas de derecha votaban No y los comunistas Sí. Tarigo luego contaba que nada estaba planeado, pero salió muy bien. Salió tan bien, que ya estaba anunciado y programado, y cuando lo miran en la DINARP no les gustó nada. El periodista Carlos Giacosa presenta a los que van a debatir, pero anuncia que antes “vamos a repasar estos últimos diez años”. Recuerdo que yo trabajaba en un Colegio particular, el día del debate nadie hablaba del tema, el sábado en la sala de profesores todos teníamos algo que decir sobre el debate. Ahí también descubrí que pensaban mis compañeros de trabajo. Nadie hablaba de política y menos en un colegio. A partir de allí también los militares vieron el peligro, y decidieron por un lado publicar la Constitución, que nadie la conocía. Y la publicaron junto con la prensa, la presentaban como “La Nueva Constitución”, como si ya estuviera aprobada y a la vez colocaron recuadros que era evidente estaban intentando responder lo que habían argumentado en el debate en contra de la nueva Constitución. Y luego del debate, la propaganda pasó de un tono optimista, “dígale Sí al progreso y a la paz”, a partir de allí fue “ciérrele el paso al comunismo”. Los militares no pensaban que perdían, pero les preocupaba la cantidad de personas indecisas. Y los indecisos ya estaban decididos, lo que sucede es que no decían lo que iban a votar. Allí se llevaron la gran sorpresa ellos, pero también nosotros.
NO
28 de noviembre de 2020
Oscar López Goldaracena: Los militares no se podían convencer
“Los militares no se podían convencer”, recuerda el abogado Oscar López Goldaracena al evocar la jornada del plebiscito del domingo 30 de noviembre de 1980 en la que ganó el No en rechazo a la reforma constitucional propuesta por la dictadura. “El pueblo siguió hablando de libertad y de democracia y todo junto comenzó a cantar: ¡se va a acabar, se va a acabar la dictadura militar!”
Al conmemorarse 40 años del plebiscito en el que ganó la opción por el No a la reforma constitucional de la dictadura, recordamos un extracto del libro “El derecho y el revés”, (Letraeñe Ediciones, Montevideo, 2008) del abogado Oscar López Goldaracena.
No
En 1980 ya habíamos vivido siete años de dictadura, y seguía. Las cárceles estaban llenas de presos políticos y, afuera, ni un poquito de libertad. Pero se hablaba de democracia, bajito y mucho. Los militares no sabían cómo hacer para seguir justificando el mantenerse por la fuerza en el poder.
Como la situación se les hacía insostenible, propusieron que la gente votara por Sí o por No, aunque venía con trampa. Habían armado todo para que ganara el Sí, lo que significaba un Sí a dictadura y a los militares en el gobierno. Los partidos políticos continuaban prohibidos, los principales dirigentes políticos estaban presos o en el exilio, no había libertad de prensa y solamente se permitía hacer propaganda por el Sí.
Las radios, la televisión y los diarios nos explicaban porqué había que votar Sí. Votar por el No era una “traición a la patria”.
La dictadura estaba segura de que ganaría el Sí y de que seguiría gobernando. Pero cada vez más se hablaba, mucho y bajito, de libertad, democracia y del No.
El niño tenía a su padre preso. El día del plebiscito acompañó a su madre a votar. Llegaron tempranito y se pusieron en la fila, una cola larga. Había militares con sus metralletas. Asustaban. Nadie hablaba fuerte, todo se decía en murmullos. El niño estaba de la mano con su mamá, callado. En su casa, antes de salir, la madre le dijo que no podía decirle a nadie que iba a votar por el No.
La fila fue avanzando y llegó el turno de que su mamá votara. La dejaron entrar en el cuarto secreto con su hijo. El niño vio cómo su madre, muy nerviosa, tomaba de un escritorio la papeleta por el No y la introducía en un sobre. Él también quería votar. Se guardó varias papeletas del No en un bolsillo. Vio que se mamá puso el voto en la urna con una sonrisa.
Al salir del local de votación, varios vecinos que estaban en la fila, esperando su turno, los saludaron con un gesto de alegría.
-Va a ganar el No –le dijo a su mamá cuando caminaban de vuelta hacia su casa.
-¿Cómo sabes?
-¡Pero mamá! -le respondió- ¿No viste que las papeletas por el Sí estaban todas ordenaditas como si nadie las hubiera tocado?
La mamá sonrió acariciándole la cabecita mientras seguían caminando. Y ganó el No.
Los militares no se podían convencer. El pueblo siguió hablando de libertad y de democracia, mucho, pero ahora no tan bajito, todo junto comenzó a cantar: ¡se va a acabar, se va a acabar la dictadura militar!
La victoria contra el miedo
27/11/2020
El periodista Marcel Lhermitte y la carátula del libro.
A 40 años del plebiscito de 1980 se presenta una investigación sobre la campaña.
El pasado martes 24 de noviembre, con las oratorias de la integrante del colectivo Amigas y Amigos del Museo de la Memoria, Antonia Yáñez, la directora del INDDHH, María Josefina Plá y la periodista Alejandra Casablanca, se presentó en la sala Zitarrosa el libro “La victoria contra el miedo. La campaña del plebiscito de 1980”, del periodista y magíster en Comunicación Política y Campañas Electorales, Marcel Lhermitte.
Se trata de una investigación que recoge, a través de testimonios de protagonistas de la época y material de archivo, la lucha de nuestro pueblo contra la maquinaria propagandística gubernamental y la política del miedo de la dictadura cívico – militar.
En el libro se analiza el contexto político de la época, cuál fue el rol de los partidos políticos, las organizaciones sociales, los medios de comunicación y el de las encuestas, qué papel jugó el debate y fundamentalmente la batalla que dieron miles de militantes anónimos desde la clandestinidad para vencer en las urnas la propuesta del gobierno de facto.
En exclusiva para los lectores de EL POPULAR transcribimos el capítulo Trabajadores y estudiantes, que consta en el libro.
Trabajadores y estudiantes
LA C.N.T. SALUDA A LOS TRABAJADORES DE TODO EL MUNDO ANTE UN NUEVO 1RO. DE MAYO. Por un decreto de la dictadura pretende obligar a que el 1ro. de Mayo se celebre el 5.- Pero el 1ro. DE MAYO, y no el día que al gobierno se le ocurra, los trabajadores de todo el mundo rememoran a los mártires de Chicago, y a todos aquellos que cayeron en la lucha por la defensa de sus hermanos de clase.
Ese fue el texto mimeografiado de un volante que repartió la central de trabajadores, que era antecedido por un 1ro de Mayo manuscrito con una letra imprenta un tanto infantil y precedido de un CNT que ocupaba casi la mitad del papel, cuyas letras estaban rayadas en su interior.
Se sabe al menos de otros dos volantes que los trabajadores uruguayos repartieron y que fueron mimeografiados con letra manuscrita. Uno decía: 1º de mayo la lucha por salario, amnistía, libertades y cultura. Viva la CNT; y el otro, 1º de mayo de lucha no se borra por decreto. CNT.
Como denuncian los impresos, la dictadura había tomado la iniciativa de cambiar la fecha del feriado del 1 de mayo, que caía un jueves en 1980, trasladándolo para el lunes 5, claro está que sin saber que ese era el día del natalicio de Karl Marx. Esta iniciativa generó el malestar y la resistencia de los trabajadores que desde la clandestinidad recordaron el Día de los Trabajadores bajo la consigna de “por amnistía, libertades, salario y democracia”.
Los colectivos de trabajadores clandestinos proponían no concurrir a trabajar el 1 de mayo. En tanto, hubo sindicatos que aprovecharon para pronunciarse individualmente. AEBU (Asociación de Empleados Bancarios del Uruguay) emitió una carta abierta dirigida al ministro de Trabajo del gobierno cívico-militar, mientras que el SUNCA (Sindicato Único de la Construcción y Afines) realizó una declaración clandestina que se difundió en las obras.
En los distintos lugares laborales se tomaron diferentes medidas, que fueron desde la ausencia de trabajadores, paralización de actividades, detención momentánea de tareas, etc. En tanto, el régimen militar desató una gran represión, con la lamentable consecuencia del asesinato del obrero metalúrgico Jorge Reyes, frente a la empresa Nordex.
Después de la Huelga General del año 1973 cuantitativamente era poco lo que quedaba en pie en el ámbito sindical. La dictadura prohibió y persiguió sistemáticamente a los colectivos de trabajadores, estudiantes organizados y organizaciones sociales, aunque muchos lograron resistir y continuar con sus tareas desde la clandestinidad.
Con la CNT y los sindicatos ilegalizados, solo había organizaciones clandestinas, que fundamentalmente trabajaban apoyando a las familias de los presos políticos. Formalmente no había nada, más allá de que en algunas empresas existía una coordinación que negociaba los salarios con las patronales o que algunas sedes gremiales no habían sido cerradas, y que por lo tanto servían como furtivos espacios de encuentro. Sí existía prensa clandestina que se confeccionaba de manera muy artesanal.
“No existía el sindicalismo en 1980, había trabajo clandestino, pero sin mayor coordinación”, asegura cuarenta años después Richard Read, quien en ese entonces ya formaba parte de la Federación de Obreros y Empleados de la Bebida (FOEB).
Contrariamente a esa afirmación, el periodista Gabriel Mazzarovich y el historiador Universindo Rodríguez, en un artículo titulado Hace 30 años, el pueblo impidió el fraude y dijo NO, afirman que “la CNT, a pesar de los golpes de la represión, nunca dejó de funcionar y de editar su boletín”, al mismo tiempo que conformaba una coordinación, con presencia en 35 países, para denunciar los atropellos de la dictadura y sostener la “solidaridad con la lucha clandestina” 1.
“La CNT clandestina mantiene su funcionamiento integrada su conducción por dirigentes de gremios públicos y privados y con una referencia permanente en su histórico presidente José Pepe D´Elía, que a pesar de estar sometido a vigilancia permanente, desarrolla una labor ininterrumpida sobre todo desde el local de la UITA” 2 , dice el artículo referido.
Dentro de las tantas labores de resistencia que encabezaron los trabajadores, estaba el contactar a quienes hubieran estado vinculados con antiguos colectivos gremiales, con el objetivo de pasar información en general, y sobre el plebiscito de 1980 en particular.
Un testimonio de eso lo da Eduardo Lalo Fernández: “en aquella época yo tenía la responsabilidad de contactar con militantes de AEBU del interior. Serían cuarenta o cincuenta en todo el país. Se les daba la directiva de que AEBU votaba NO”.
Juan Pedro Ciganda, también integrante de AEBU, en su libro Sin desensillar… y hasta que aclare, narra una anécdota sumamente pintoresca que grafica una acción de campaña de los trabajadores organizados. “En el 80 con el Lalo Fernández y otros compañeros habíamos quedado de pegotinear por el NO. El asunto era entrar a boliches y pegar en los baños. Uno iba por cada acera de 18 de Julio. Llegamos a (la pizzería) La Papoñita, ahí en 18 de Julio y Minas. El problema es que no tenía saliva y justo entró un loco al baño. Y yo en el baño, con los pegotines en la mano y sin saber qué hacer… Conclusión, oriné sobre los pegotines y los pegué. El susto hace maravillas en cuanto a la capacidad de improvisación” 3.
Ciganda asegura en su libro que los sindicatos mantenían “vínculos y lazos” con los partidos políticos, fundamentalmente con las organizaciones de izquierda, con quienes tenían “códigos genéticos comunes”, más allá de excepciones. Claro está que muchos de los que participaban activamente en los colectivos clandestinos de trabajadores también tenían militancia partidaria, lo que facilitaba que pudieran tener encuentros e intercambios con distintos actores políticos.
“Los diálogos suponían a veces avances pero esto no era necesariamente así. Más el camino se recorrió, y estimo que con resultados que finalmente fueron positivos para toda la brega antidictadura” 4. Entre los dirigentes con los que se mantuvieron reuniones se destacan Jorge Batlle, Carlos Julio Pereyra, Julio María Sanguinetti, Humberto Ciganda, Alberto Zumarán, Luis Ituño, Víctor Vaillant, Manuel Flores Silva, Luis Mosca, Juan Manuel Petit, etc.
En 1980 Ciganda también visitaba, junto a Lalo Fernández y Guillermo Álvarez –los tres dirigentes de AEBU–, la redacción de El Día. “El anfitrión regular era Jorge Otero (periodista de filiación batllista). Un tipo brillante con el que daba gusto charlar y polemizar. Estaba convencido que la salida política pasaba por el SI a la reforma constitucional promovida por los militares. Era una máquina de hablar con sagacidad y buen humor” (…) Los diálogos “eran duros, fuertes y con gran altura. El hombre daba mil argumentos aunque en definitiva siempre culminaba atribuyéndole a la opción del NO el carácter de apuesta al vacío, de salto a la nada. Con el tiempo nos llamó expresamente para decirnos que se había equivocado” 5.
Pocos días antes del plebiscito, formalmente pero en forma clandestina, la CNT convocó a los trabajadores a votar por el NO. Ante ese llamado, el diario El País, en su edición del 26 de noviembre, en un editorial titulado ¡La CNT con el NO! Expresaba: “era el detalle que nos faltaba para saber que estamos en el buen camino junto a la ciudadanía uruguaya que apoya el SI. Porque para nadie puede ser un secreto que la CNT, felizmente eliminada de nuestro país, era un simple apéndice del Partido Comunista, dedicada a promover la agitación y huelgas continuas para destruir la economía uruguaya y dejarnos a merced de algún candidato a émulo de Fidel Castro”.
Resistencia estudiantil
La Federación de Estudiantes Universitarios del Uruguay (FEUU) había sido ilegalizada en 1973, al igual que la CNT, por la dictadura cívico militar. Cuatro años después, en 1977, los estudiantes comenzaron a entablar conversaciones para recrear una estructura de organización estudiantil clandestina, mucho más reducida lógicamente.
Un año después, en 1978 sucedió un hito importante dentro de lo que fue la militancia estudiantil. Se trató de una huelga de 43 días que realizaron los estudiantes de la Facultad de Veterinaria, logrando nada más ni nada menos que la renuncia del decano Gustavo Cristi, hermano del general que fue pilar del gobierno represor.
Por esos meses comenzó a organizarse en cada facultad una Asociación de Estudiantes, como fue el caso de Medicina que refundó la AEM (Asociación de Estudiantes de Medicina), que estaba integrada por dos personas por generación, que se encargaban de reunirse y coordinar acciones de resistencia en general. Antes del plebiscito de 1980 todas las facultades tenían una asociación de ese tipo.
Con esa mínima estructura los estudiantes comenzaron a hacer diferentes actividades, como las manifestaciones espontáneas. Los que participaban de la misma se convocaban en un punto determinado de la ciudad, se confundían entre la gente que ocasionalmente estaba en el sitio y en determinado momento, en forma sorpresiva, alguien daba la señal y comenzaban a hacer una marcha que podía durar una o dos cuadras, luego se dispersaban rápidamente para no ser detenidos.
Los estudiantes también organizaban pintadas contra la dictadura y confeccionaban volantes propagandísticos, impresos a mimeógrafo, que los tiraban al aire en las paradas de ómnibus en las horas pico para luego salir corriendo y desaparecer antes de ser identificados.
Estas acciones tenían como objetivo “mantener viva la protesta”, según afirma José Bayardi, que en ese momento era estudiante de la Facultad de Medicina y militante independiente, dentro de un colectivo estudiantil en el que generalmente predominaban comunistas y socialistas.
La creatividad por lo general es una característica de las nuevas generaciones, y eso se confirmó también en los diferentes tipos de actividades de resistencia contra la dictadura primero y a favor del NO a la reforma constitucional después. “El plebiscito nos dio un nuevo punto desde el cual poder acumular la resistencia”, subraya Bayardi.
De esa forma desde las distintas facultades de la Universidad de la República comenzaron a surgir revistas vinculadas a difundir el conocimiento académico, por lo tanto no podía ilegalizarlas. Desde esos medios se aprovechaba para analizar también la coyuntura en forma sutil. Más adelante incluso se logró una coordinación general de todas las publicaciones a través de un espacio denominado Interrevistas.
También, en el caso de Medicina, se aprovechó que el régimen instauró el examen de ingreso a esa Facultad. Esta acción motivó a los estudiantes a organizar academias para preparar dicha instancia. Allí se estudiaba realmente pero también en esas reuniones se militaba políticamente.
Algo similar acontecía con las cooperativas de apuntes. Los estudiantes se congregaban para trabajar en las distintas materias de la carrera y resultaba un momento propicio para intercambiar información y coordinar otras acciones.
Bienestar estudiantil organizaba actividades deportivas tales como campeonatos de fútbol, en donde los estudiantes participaban masivamente de la práctica del deporte más popular entre los uruguayos, pero en la previa y en el post partido las charlas no se circunscribían exclusivamente a la estrategia del juego 6.
Los estudiantes también crearon una movida de murgas, que puede considerarse quizás como un antecedente de lo que actualmente es la murga joven en Uruguay. Cada facultad tenía su murga. Actuaban en actividades sociales, en los anfiteatros universitarios o en los asados de los amigos y corrían con la suerte de que no eran censuradas por su carácter de “amateur”. Funcionaba como un grupo de amigos, por lo tanto se podía disponer del tiempo de los ensayos para tratar otros temas, además de cantar letras coyunturales sin restricciones.
Más allá de las libertades que se le cercenó a toda la población, a los estudiantes además “en esa época no se nos permitía ir a clases con el pelo largo, o ir de la mano con la compañera. Los hombres entraban por un lado y las mujeres por otro. Tampoco se podía tener un pullover sobre los hombros”, recuerda Bayardi.
“El proceso de participación estudiantil fue un proceso de acumulación de malestares, de contactos que se fueron tejiendo artesanalmente, porque no había una red interfacultades pero sí se generaban contactos. Claro que no todos los estudiantes se comprometían con la militancia. Algunos iban solo a estudiar, pero en general la gran mayoría nos miraban con buenos ojos e incluso nos cubrían”, remata el entonces dirigente estudiantil clandestino.En lo formal, y desde la clandestinidad, la CNT y la FEUU emitieron un mensaje conjunto instando a votar por el NO, del cual imprimieron unas 30 mil copias. “Esta etapa actual que debe congregar a todos los orientales honestos, es la de enfrentamiento a la dictadura en sus intentos por institucionalizarse. Llamamos pues a todos los orientales patriotas, sean cuales sean sus ideas, filosóficas, políticas, religiosas, para que aúnen esfuerzos para derrotar con un NO categórico, las pretensiones de la dictadura de eternizarse en el poder”, narraba el texto 7.
Citas:
- Mazzarovich, Gabriel y Rodríguez, Universindo. Hace 30 años el pueblo impidió el fraude y dijo NO, publicado en un boletín del PIT CNT en 2010, al conmemorarse 30 años del plebiscito constitucional.
- Unión Internacional de Trabajadores de la Alimentación (UITA).
- Ciganda, Juan Pedro. Sin desensillar… y hasta que aclare. La resistencia a la dictadura, AEBU, 1973 – 1984. Testimonio de Eduardo Márques, página 64.
- Ciganda, Juan Pedro. Sin desensillar… y hasta que aclare. La resistencia a la dictadura, AEBU, 1973 – 1984, páginas 141 y 142.
- Ciganda, Juan Pedro. Sin desensillar… y hasta que aclare. La resistencia a la dictadura, AEBU, 1973 – 1984, páginas 141 y 142.
- El Servicio Central de Bienestar Universitario es el centro de los servicios sociales de la Universidad de la República. Sus principales actividades se cumplen en las áreas de salud, becas, cultura, deporte, alimentación y recreación teniendo como principal objetivo mejorar la calidad de vida de trabajadores/as y estudiantes, explica la página web del organismo.
- Mazzarovich, Gabriel y Rodríguez, Universindo. Hace 30 años el pueblo impidió el fraude y dijo NO. Publicación del PIT CNT a 30 años del plebiscito constitucional de 1980.
PLEBISCITO
30 de noviembre de 2020
Olivera: En el rechazo a la reforma constitucional
de la dictadura se condensaron “años de resistencia”
Raúl Olivera Alfaro, integrante de la Secretaria de Derechos Humanos y Políticas Sociales del PIT-CNT.
El integrante de la Secretaria de Derechos Humanos y Políticas Sociales del PIT-CNT, Raúl Olivera Alfaro, recordó que en el plebiscito del 30 de noviembre de 1980 se condensaron “largos años de resistencia”, y el 57,2% de la población que rechazó la reforma constitucional que proponía la dictadura militar para perpetuarse en el poder “no fue el resultado milagroso e inesperado de un debate televisivo, porque los presos políticos, los exiliados, los asesinados, los desaparecidos, que no esperaron a que aclarara, son el componente silencioso que se expresó en aquella jornada de hace 40 años”.
El plebiscito de 1980 ocurrido hace 40 años, suele ser analizado frecuentemente en el contexto de lo que ocurría en el escenario de las dictaduras del Cono Sur. En ese marco, se lo incluye en una supuesta “ola democratizadora”, expresó Alfaro a LARED21.
Sin embargo, esa “ola” sólo buscaba legitimar el accionar de las dictaduras en procesos de transición, que lejos estaban de reunir los atributos necesarios para ser verdaderamente democráticos.
Añadió que otro aspecto interesante es que en aquel 30 de noviembre “se condensaron largos años de resistencia”.
Dijo que el 57,2% de la población que a través de las urnas se pronunció en contra de la reforma constitucional “no fue el resultado milagroso e inesperado de un debate televisivo. Incorporar sólo ese aspecto es regalarles un protagonismo a aquellos que ‘desensillaron hasta que aclarara’. Los presos políticos, los exiliados, los asesinados, los desaparecidos que no esperaron a que aclarara son, sin dudas, el componente silencioso que se expresó en aquella jornada del 30 de noviembre”.
Un antes y un después
Olivera manifestó que conjuntamente con un antes de aquella jornada, hay un después. “Si bien naufrago la intención de legitimar el accionar de la dictadura, el tipo de salida que finalmente predomino significo, sin duda, una clara disminución de las expectativas que se generaron con el resultado logrado en aquel domingo de hace 40 años”.
El integrante de la Secretaria de Derechos Humanos y Políticas Sociales del PIT-CNT añadió que en estos días, “en que se avanza para poner en consideración de la soberanía popular un proyecto como el de la Ley de Urgente Consideración, que en algunos aspectos también responde a una lógica autoritaria, recordar y reflexionar sobre aquellos hitos de nuestro pasado puede ser realmente esclarecedor”.
Recordando lo que escribió Gabriel García Márquez
sobre el plebiscito de 1980
“Absortos en su propio perfume, los gorilas uruguayos debieron pensar que la parálisis del terror era la paz, que los editoriales de la Prensa vendida eran la voz del pueblo y, por consiguiente, la voz de Dios”, dijo en 1980 el escritor Gabriel García Márquez sobre el plebiscito realizado en Uruguay.
El cuento de los generales que se creyeron su propio cuento
Texto escrito el 9 de diciembre de 1980 por el escritor colombiano Gabriel García Márquez. Apareció en la edición impresa del diario español El País en esa misma fecha.
Cuando el general Charles de Gaulle perdió su último plebiscito, en 1969, un caricaturista español lo dibujó frente a un general Francisco Franco minúsculo y ladino que le decía, con un tono de abuelo: «Eso te pasa por preguntón». Al día siguiente, el que fuera el hombre providencial de Francia estaba asando castañas en su retiro de Colombey-les-deux-Eglises, donde poco después había de morirse de repente y sólo mientras esperaba las noticias frente a la televisión.
El periodista Claude Mauriac, que estuvo muy cerca de él, describió las últimas horas de su vida y su poder en un libro magistral, cuya revelación más sorprendente es que el viejo general estaba seguro de perder la consulta popular. En efecto, desde la semana anterior había hecho sacar sus papeles personales de la residencia presidencial y los había mandado en varias cajas a unas oficinas que tenía alquiladas de antemano. Más aún: algunos de sus allegados piensan ahora que De Gaulle había convocado aquel plebiscito innecesario sólo para darles a los franceses la oportunidad que querían de decirle que ya no más, general, que el tiempo de los gobernados es más lento e insidioso que el del poder, y que era venido el tiempo de irse, general, muchas gracias. Su vecino, el general Francisco Franco, no tuvo la dignidad de preguntarles lo mismo a los españoles, y poco antes de su mala muerte convocó a los periodistas que su propio régimen mantuvo amordazados durante cuarenta años y también a los que su propio régimen pagaba para que lo adularan, y los sorprendió con una declaración fantástica: «No puedo quejarme de la forma en que siempre me ha tratado la Prensa».
Por preguntones acaba de ocurrirles lo mismo que a De Gaulle a los militares turbios y sin gloria que gobiernan con mano de hierro a Uruguay. Pero lo que más intriga de este descalabro imprevisto es por que tenían que preguntar nada en un momento en que parecían dueños de todo su poder, con la Prensa comprada, los partidos políticos prohibidos, la actividad universitaria y sindical suprimida y con media oposición en la cárcel o asesinada por ellos mismos, y nada menos que la quinta parte de la población nacional dispersa por medio mundo. Los analistas, acostumbrados a echarle la culpa de todo al imperialismo, no sólo de lo malo, sino también de lo bueno, piensan que los gorilas uruguayos tuvieron que ceder a la presión de los organismos internacionales de crédito para mejorar la imagen de su régimen. Otros, aún más retóricos, dicen que es la resistencia popular silenciosa, que, tarde o temprano, terminará por socavar la tiranía. No hay menos de veinte especulaciones distintas, y es natural que algunas de ellas sean factores reales. Pero hay una que corre el riesgo de parecer simplista, y que a lo mejor es la más próxima de la verdad: los gorilas uruguayos -al igual que el general Franco y al contrario del general De Gaulle- terminaron por creerse su propio cuento.
Es la trampa del poder absoluto. Absortos en su propio perfume, los gorilas uruguayos debieron pensar que la parálisis del terror era la paz, que los editoriales de la Prensa vendida eran la voz del pueblo y, por consiguiente, la voz de Dios, que las declaraciones públicas que ellos mismos hacían eran la verdad revelada, y que todo eso, reunido y amarrado con un lazo de seda, era de veras la democracia. Lo único que les faltaba entonces, por supuesto, era la consagración popular, y para conseguirla se metieron como mansos conejos en la trampa diabólica del sistema electoral uruguayo. Es una máquina infernal tan complicada que los propios uruguayos no acaban de entenderla muy bien, y es tan rigurosa y fatal que, una vez puesta en marcha -como ocurrió el domingo pasado-, no hay manera de detenerla ni de cambiar su rumbo.
Sin embargo, lo más importante de esta piña militar no es que el pueblo haya dicho que no, sino la claridad con que ha revelado la peculiaridad incomparable de la situación uruguaya. En realidad, la represión de la dictadura ha sido feroz, y no ha habido una ley humana ni divina que los militares no violaran ni un abuso que no cometieran. Pero en camino se encuentran dando vueltas en el círculo vicioso de su propia Preocupación legalista. Es decir: ni ellos mismos han podido escapar de una manera de ser del país y de un modo de ser de los uruguayos, que tal vez no se parezcan a los de ningún otro país de América Latina. Aunque sea por un detalle sobrenatural: Uruguay es el único donde los presos tienen que pagar la comida que se comen y el uniforme que se ponen, y hasta el alquiler de la celda
En realidad, cuando irrumpieron contra el poder civil, en 1973, los gorilas uruguayos no dieron un golpe simple, como Pinochet o Videla, sino que se enredaron en el formalismo bobo de dejar un presidente de fachada. En 1976, cuando a este se le acabó el período formal, buscaron otra fórmula retorcida para que el poder armado pareciera legal durante otros cinco años. Ahora trataban de buscar una nueva legalidad, ficticia con este plebiscito providencial que les salió por la culata. Es como si la costumbre de la democracia representativa -que es casi un modo de ser natural de la nación uruguaya- se les hubiera convertido en un fantasma que no les permite hacer con las bayonetas otra cosa que sentarse en ellas.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Martes, 9 de diciembre de 1980
NO
30 de noviembre de 2020
El triunfo del “No” fue un hecho significativo de
la escuela democrática del Uruguay
El presidente del PIT-CNT, Fernando Pereira, expresó que el triunfo del “No” a la reforma constitucional de la dictadura, en el plebiscito del 30 de noviembre de 1980, “hay que mirarlo como uno de los hechos más significativos de la escuela democrática del Uruguay”
Presidente del PIT-CNT, Fernando Pereira.
Este lunes 30 de noviembre se conmemoraron 40 años del triunfo del “No” en el plebiscito para reformar la Constitución que impulsó la dictadura en 1980.
El presidente del PIT-CNT, Fernando Pereira, dijo que se trató de una gesta democrática en la que el pueblo uruguayo en silencio logró ganarle a una dictadura prepotente que además manejaba los medios de comunicación.
Remarcó que el pueblo organizado “estuvo por encima de la lógica militar y civil que gobernaba y pretendía instalar una Constitución que colocaba al Ejército como tutor regente de la política nacional”.
Dijo que la propaganda por el “Sí” que impulsaba el gobierno de facto fue abrumadora desde los medios de comunicación, mientras que la del “No” fue escasa en los espacios tradicionales.
El dirigente sindical resaltó que, sin embargo, “hubo otra comunicación desplegada en el territorio con miles de militantes sindicales, sociales y políticos de todos los partidos que salieron a hacer campaña por el ‘No’ pintando muros, bancos de plaza, rincones en las paradas de ómnibus o en las paredes de los baños de los bares”.
Escuela democrática del Uruguay
“A 40 años el triunfo del ‘No’ hay que mirarlo como uno de los hechos más significativos de la escuela democrática del Uruguay”, sentenció Pereira.
Añadió que cuando se recuerda aquel mojón de la historia, lo que surge es que hubo un pueblo que no se dejó engañar por la propaganda de la dictadura.
Pereira resaltó que el triunfo del No en el plebiscito de 1980, el denominado “Río de libertad” del acto del Obelisco del 27 de noviembre de 1983, así como el 1° de mayo de 1983, fueron “marcas de la democracia”.
Recordó también rol que jugó José Germán Araujo desde el micrófono de CX 30, La Radio, quien “fue un generador de esperanza”.
También resaltó -en declaraciones al portal del PIT-CNT- la importancia de las charlas, volanteadas, pintadas, y el debate televisivo entre Enrique Tarigo y Eduardo Pons Etcheverry (a favor del No) con Néstor Bolentini y Enrique Viana Reyes que defendían la reforma constitucional de los miliares.
A 40 años del plebiscito de 1980, diputados
de todos los partidos rindieron
homenaje a la ciudadanía
1 de diciembre de 2020 ·
Diputado Ope Pasquet
La votación contra la reforma constitucional promovida en dictadura fue recordada como una “quijotada” y un “Maracanazo político”
A modo de conmemoración del 30 de noviembre de 1980, cuando la ciudadanía votó en contra de la reforma constitucional promovida por el gobierno de facto, los diputados de todos los partidos recordaron los hechos históricos y homenajearon a la ciudadanía.
El primero en hablar fue el frenteamplista Daniel Caggiani, quien dijo que el histórico triunfo del No fue mucho más que “el comienzo del fin”: “Fue realmente una quijotada, fue David contra Goliat, quizás una de las gestas cívicas más importantes de nuestra historia como nación”, destacó.
Recordó el debate televisivo en Canal 4, unas semanas antes de la fecha del plebiscito, en el que participaron Enrique Tarigo (Partido Colorado, PC) y Eduardo Pons Echeverry (Partido Nacional, PN), que se oponían a la reforma constitucional, y el coronel Néstor Bolentini y Enrique Viana Reyes, que defendían el “proyecto militar”; los actos públicos partidarios autorizados en los cines Cordón y Arizona; y algunas entrevistas y columnas escritas en ese momento.
Sin embargo, Caggiani dijo que también es hora de “homenajear a los invisibilizados e invisibilizadas de siempre”, que “hicieron posible” y “cimentaron” el resultado del plebiscito. “Este enorme triunfo fue un verdadero triunfo de los anónimos, de los miles y miles de uruguayos y uruguayas” que con “coraje cívico” construyeron “la conquista de la libertad”, sostuvo.
En la misma línea, el diputado del Partido Independiente Iván Posada recordó que en el contexto de un país con desaparecidos y personas en las cárceles por “manifestar sus ideas o pertenecer a partidos”, con las libertades cercenadas y un “usufructo total de los medios de comunicación puestos al servicio de la dictadura”, “el pueblo uruguayo dijo no” a un “proyecto totalitario”, que pretendía “institucionalizar” la dictadura.
El resultado, según Posada, “claramente marcó la derrota política” de la dictadura y fue “una suerte de Maracanazo político”. Además, señaló que se vivía en un contexto de crecimiento de la economía –“los años de la plata dulce” –, y que aun en esas circunstancias “nuestro pueblo fue convocado y dijo no”. “Cuando en el gobierno hay tiranos, se borran todas las cuestiones partidarias para dar entrada a un solo partido, el partido de la dignidad”, dijo el legislador, parafraseando a José Batlle y Ordóñez, y agregó que fue “el partido de la dignidad nacional” quien derrotó a la dictadura.
A su turno, Federico Casaretto, del PN, reafirmó que la dictadura tenía la totalidad de los medios de comunicación bajo su dominio, y que casi “no existía propaganda televisiva o radial a favor del No”. “Las “encuestas de Gallup presionaban en la conciencia ciudadana” con pronósticos de “votaciones apabullantes a favor del Sí”, y las condiciones económicas del país, “como en muchas dictaduras, también ayudaban para que la gente que no vivía el sentimiento político se guiara por su bienestar social y económico”, destacó. Según Casaretto, una de las enseñanzas que deja el plebiscito es que “no es cierto que los medios ganen elecciones, no es cierto que las encuestas hagan ganar elecciones, no es cierto que la gente vota con el bolsillo”.
Ope Pasquet, del PC, comenzó en aquel momento su trayectoria política, en el grupo encabezado por Tarigo, y dijo estar convencido de que el plebiscito fue una de las “grandes jornadas de la historia nacional”. “Se produjo un pronunciamiento popular que definió lo que el país es y quiere ser”, señaló. Valoró que eso no fue producto de un acto individual o de una “una asamblea de notables”, sino que la “definición de identidad” fue del pueblo uruguayo. “Le dijimos que no a lo que es la negación de todo esto que sentimos que es la patria. Eso fue el no: la definición de la patria por el pueblo uruguayo”.
Por su parte, el diputado Carlos Testa, de Cabildo Abierto, opinó que el plebiscito era casi “un todo o nada”, porque marcaba el futuro. A pesar del “temor” a que el período de facto se “extendiera indeterminadamente”, la sociedad sabía que la carta magna vigente “era sabia y justa, no necesitaba corrección”. “Homenajeamos desde Cabildo Abierto a nuestro pueblo oriental que dijo no y reafirmó su espíritu democrático al defender la Constitución de la república”, concluyó.