EL TESTIMONIO DEL ESPECIALISTA CARLOS OSORIO CON DOCUMENTOS QUE ARRANCAN EN 1972
La evolución del Cóndor
Director del prestigioso Proyecto Documentación Cono Sur del Archivo de Seguridad Nacional en Washington, habló en el juicio en Buenos Aires. Trajo decenas de documentos que muestran el rol de EE.UU. y la CIA en la coordinación entre países de la represión, que arrancó mucho antes de lo pensado.
Por Alejandra Dandan
Carlos Osorio es el director del Proyecto Documentación Cono Sur del Archivo de Seguridad Nacional de la Universidad de Washington. Este archivo es uno de los lugares que guarda los documentos desclasificados del Departamento de Estado de los Estados Unidos sobre las dictaduras de la región. Osorio declaró diez horas en el juicio oral por el Cóndor que se hace en Buenos Aires y que la semana próxima entra en la etapa de alegatos.
El investigador presentó un Excel de 900 documentos, 40 por ciento de los cuales provienen del acervo norteamericano y otro tanto del Archivo del Terror paraguayo. De los 900, seleccionó 100 para la audiencia. Su serie no empieza en 1975 con la sabida conferencia de Inteligencia en Chile, en la que se instituyó formalmente la coordinación de las fuerzas represivas bajo el nombre de Cóndor. Empieza en 1972, algo que es su clave de lectura sobre ese proceso. Cuando los defensores vieron en la pantalla de la sala la primera pieza, uno levantó la mano alarmado y objetó lo que le parecía fuera del objeto de juicio.
El presidente del Tribunal Oral Federal N° 1 Oscar Amirante lo interrumpió: “Usted tiene conocimiento de cuándo empezó el Plan Cóndor –le dijo el juez–, el tribunal todavía no”.La escena encierra una de las preguntas de este juicio. “¿Todo esto está vinculado con lo que se llamó Plan Cóndor?”, le preguntaron al investigador. “Pienso que sí”, fue la respuesta. “Si uno establece metodologías y los nombres que comienzan a intervenir en el primer período, verá que todo es parte de la misma materia que aparecerá investigada mas adelante.
”Esta mirada cronológica de los documentos le permitió a Osorio leer a 1975 como la institucionalización de un proceso previo, sostenido en convenios y acciones bilaterales. La progresión muestra acuerdos puntuales, informales y hasta sostenidos por relaciones personales entre agentes de inteligencia y entre oficiales. También encuentros que comienzan a hacerse más frecuentes y periódicos a medida que los tiempos se hacían más calientes. Muestran cómo se aceleraron las comunicaciones. Cómo y quiénes estaban bajo la lupa.
Hay nombres de líderes de las organizaciones políticas y armadas. Internas en los servicios de inteligencia. Pero además, o especialmente, dan cuenta del rol de Estados Unidos.
La progresión
Del enorme caudal de documentos, pueden tomarse dos para explicar de qué habla Osorio cuando habla de un proceso en evolución. El primero, menos conocido, es del 12 de septiembre de 1972 un acuerdo secreto bilateral de Inteligencia entre las fuerzas armadas de Paraguay y el Ejército argentino.
El texto llama a “aunar esfuerzos de las agencias de Inteligencia sobre grupos u organizaciones”. Y a “prestar colaboración mutua en la lucha contra la subversión mediante medidas oportunas, desalentando elementos presentes en uno u otro país”. Argentina presenta un informe sobre los grupos “insurreccionales paraguayos o extranjeros” que detectó en la zona del nordeste. Señala que “la región del nordeste del país no puede sustraerse de la presión marxista”.
Describe la presencia de tupamaros en esa región, ingreso de armamentos, movimientos en el ámbito estudiantil de alumnos paraguayos. Menciona que los “sacerdotes y laicos para el Tercer Mundo tienen vigencia y presencia en casi todas las provincias” bajo esa brigada. Hablan del ERP y Montoneros. Y de altos dirigentes de las organizaciones de Paraguay que “actúan en nuestro país” y “han desaparecido del ámbito” luego de haber “sufrido”, aparentemente, “un golpe con la internación de estos dirigentes y la estrecha vigilancia sobre ellos”. Hay un anexo de boletín del Servicio de Inteligencia de Uruguay sobre los tupas.
Mas adelante otro documento del agregado militar de la Embajada de Brasil.Los datos, las referencias y el concierto de países del documento permiten entender por qué Osorio lo incorporó. Pero más allá de lo que dice, el investigador valoró lo que el documento no dice: “Este documento está mostrando que esta es una última reunión de una serie de reuniones que se vienen desarrollando de modo periódico. Muestra también que es un acuerdo que, como muestran otros documentos más adelante, continuarán desarrollándose a futuro”. Y agregó: “Sólo quería mostrarlo como una primera muestra de un tipo de patrón que más adelante podemos identificar que es esta colaboración bastante íntima. Es interesante ver que no se hace referencia a ningún patrón de ‘cooperación’ entre los dos países.
Sino que lo que se observa es una práctica de camaradería entre los dos ejércitos. No hay ninguna mención a un marco legal que limite actividades y que esté operando. Quería sólo mostrar esto”.Munido de una pantalla, su Excel y el enlace interactivo a los documentos, todo lo que decía se veía en tiempo real ampliado en la pantalla grande de la sala. A continuación mostró otros documentos del año siguiente, 1973, que con el final del gobierno de Salvador Allende y el fantasma de la “invasión marxista” en la región es un año que Osorio entiende como “el momento en el que en el Cono Sur se empiezan a estrechar las relaciones entre estos organismos.
En el ’75 esto se coagula”. Entre los papeles hay piezas como los documentos de Arancibia Clavel que van relatando las espinosas internas en Argentina entre el Servicio de Inteligencia del Ejército (SIE) y la SIDE.El segundo documento destacable es más conocido, es del 28 de noviembre de 1975 durante la clausura de la primera reunión de Inteligencia Nacional celebrada en Chile desde el 25 de noviembre. Fue varias veces publicado porque la reunión le da al “sistema” el nombre de Cóndor. Lleva la firma de los responsables de Inteligencia de cinco países: Jorge Casas, capitán de navío, jefe de la delegación argentina y quien según Osorio era vox populi entre los investigadores su adscripción a la SIDE; Carlos Mena, mayor del ejército, jefe de la delegación Bolivia; Manuel Contreras Sepúlveda, jefe de la DINA chilena; José Fons, coronel del ejército, jefe de la delegación de Uruguay; Benito Guanes Serrano, coronel del ejército y jefe de la delegación paraguaya.Este documento formaliza eso que hasta entonces no aparecía con claridad: la “cooperación”.
En las conclusiones señala que “se dan por iniciados a partir de esta fecha los contactos bilaterales o multilaterales a voluntad de los respectivos países aquí participantes para el intercambio de información subversiva, abriendo propios o nuevos carteles de antecedentes de los respectivos servicios”. Los presentes asumen como tarea formar “una oficina coordinadora destinada a proporcionar antecedentes de personas y/o organizaciones conectadas con la subversión”. Generar un directorio completo de nombres que trabajan en inteligencia “para solicitar directamente los antecedentes de personas y organizaciones conectadas directa o indirectamente con el marxismo”.
Hay recomendaciones. Entre ellas, contacto muy directo y rápido cuando se expulsa del país a un individuo o viaja un sospechoso para alertar a los servicios de Inteligencia. Colocar a disposición del equipo técnico los antecedentes que posee la Inteligencia. Habilitación en las embajadas para personal de Inteligencia nacional o similares como enlaces directos y personales plenamente acreditados ante los servicios. Facilitar los medios para publicar información destinada a atacar “la subversión”. Agregan datos para una próxima reunión una semana antes de la reunión de comandantes del Ejército. Y finalmente disponen el nombre y formas de incorporación:
“El presente organismo se denominará Cóndor aprobado por unanimidad conforme a la moción presentada por la delegación de Uruguay en homenaje al país sede. La inclusión de países del sistema Cóndor deberá contar con la aprobación de los países de la primera conferencia”.Osorio volvió a decir en la audiencia que esto parte de una práctica más larga. “Este documento lista muchas actividades, relaciones, prácticas, que ya estaban desarrolladas de modo bilateral por muchos años. Lo que hizo este encuentro es darle una institucionalidad, un reconocimiento, y decir que de alguna manera había que blindar esas prácticas.”“Como dice la CIA, ya en el ’74 conversaron sobre la necesidad de generar una coordinación. Se ve que las redes militares ya son muy estrechas. Hay comunicaciones muy fluidas.
Y venían viendo la necesidad desde entonces, pero en 1975 se formaliza cuando sí nace la Operación Cóndor. En la práctica lo que hace no es solamente reconocer lo que ya se está haciendo sino sentar las bases. Es como construir un edificio para que tengamos todos nuestras oficinas. En lugar de estar todos dispersos, dicen juntémonos y hagamos funcionar más todo esto. Es un edifico. El edificio es todo el lineamiento.”
Estados Unidos
Una pregunta que late en el juicio es el rol de Estados Unidos. Cómo probar la presencia, coordinación o participación de acuerdo a los parámetros de un juicio. No hay un sólo documento que muestre eso con todas las palabras, pero la serie y el contexto con la Escuela de las Américas y el Comando Sur en funcionamiento aportaron datos para ver rol y ambivalencias. Dos documentos dan cuenta de lo último.
El primero es muy conocido entre quienes saben del Cóndor. Es del 10 de junio de 1976, tiene forma de relatoría y da cuenta de una conversación entre el secretario de Estado de EE.UU. Henry Kissinger y el ministro de Relaciones Exteriores de Argentina César Augusto Guzzetti. En el documento, Guzzetti describe la coordinación de Inteligencia con las dictaduras del Cono Sur. Explica que el problema del terrorismo está generalizado. Señala que para combatir “el problema” están tratando de unir esfuerzos con Chile, Paraguay, Bolivia, Uruguay y Brasil.
Kissinger le responde con una frase muy conocida: “Si hay cosas que tengan que ser hechas, deben hacerlas rápido. Pero deben volver rápido a procedimientos normales”.El 13 de agosto de 1976 el Departamento de Estado emite un documento muy protocolar y una posición bien distinta. “El gobierno de los Estados Unidos se ha dado cuenta del plan de los países Cóndor de participar en una cooperación para asesinar subversivos y exiliados políticos dentro y fuera de los países que pertenecen a la Operación Cóndor”, indicó Osorio en su traducción. “Y el Departamento de Estado elabora un borrador en el que ordena a sus embajadas conseguir citas con los niveles más altos, lo más pronto posible. Deben expresar que ‘mientras aprobamos el intercambio de Inteligencia e información, los planes de asesinatos internacionales son muy serios y crearían problemas en las relaciones con los Estados Unidos’.”
El punto 10 dice a las embajadas del Cono Sur que “deben por supuesto tener en claro que ninguna agencia del gobierno de los EE.UU. sea implicada de ninguna manera en intercambiar información o datos sobre un individuo subversivo con los gobiernos locales, incluso en esos países donde proponemos expandir nuestro intercambio de información. Es esencial que de ninguna manera nosotros pongamos o apuntemos el dedo sobre individuos que pueden ser candidatos de intentos de asesinato”.Este documento no es Kissinger, dijo Osorio a modo ilustrativo: es el Departamento de Estado. “Realmente el Departamento de Estado tiene dos voces en esta época –dijo– y esto es tema de discusión en libros enteros.” De hecho, en investigaciones sobre Cóndor se habla de “la luz verde y la luz roja”. Lo que se ve es que “el Departamento de Estado le está diciendo a los ejércitos de la región que no podían continuar con este nivel de asesinatos. Están diciendo: ya sabemos que Cóndor está matando gente. Y líderes. Eso no puede ser.
Nosotros queremos parar eso. Podemos cooperar pero es éticamente imposible de sostener”.Ahora bien, agregó Osorio, “Kissinger le dice a Guzzetti otra cosa, les da el guiño a los militares argentinos en particular, pero también lo hizo en Chile y en otras partes. La política oficial del Departamento de Estado está marcada por el Congreso de Estados Unidos que tiene un debate en ese momento sobre las violaciones a los derechos humanos que está recorriendo el mundo debido a la influencia de las agencias de Inteligencia y las agencias militares. El Departamento de Estado asume como política oficial la promoción de los derechos humanos en ese momento”.
UN TESTIGO APORTO A LA JUSTICIA DOCUMENTACION CLAVE SOBRE EL PLAN CONDOR
Pruebas de una represión sin límites
El material, largamente reclamado por jueces y fiscales argentinos, proviene del Archivo del Terror de Paraguay. Se lo conoce como “Rollo 143” y contiene 1150 documentos microfilmados con datos sobre víctimas y victimarios de las dictaduras de la región.
Por Alejandra Dandan
El Archivo del Terror de Paraguay funcionó entre 1927 y 1992. Contiene esencialmente los archivos producidos por el departamento de investigaciones de la policía, en el que confluyeron comunicaciones de los distintos países de la región antes, durante y después de 1975, inicio técnico del Plan Cóndor. Hoy el archivo que está bajo la custodia de la Corte Suprema paraguaya es foco de atención para quienes intervienen en el juicio oral de Buenos Aires que investiga los crímenes del Cóndor.
Luego de muchos reclamos y exhortos, de jueces y fiscales argentinos, un testigo logró traer al país, con el aval de la Justicia de Paraguay, la copia digital de un “rollo” completo de documentos muy buscados llamado “Rollo 143” o “Rollo Cóndor”. El “misterioso archivo”, como le dicen algunos, tiene 1150 documentos microfilmados con una numeración doble. Como en una rayuela, una serie de números propone una lectura más conocida, de pieza a pieza en la que hay datos de víctimas y victimarios. Y otra numeración, tal vez menos conocida, que es la secuencia R143 y propone una lectura más de estructura que al parecer contiene una construcción “temática” aún por conocer sobre el Cóndor.
La llegada del documento fue saludado en la sala, no sólo por el contenido sino porque abre las esperanzas de generar un canal de acceso hacia el archivo que hoy tiene muchas dificultades y sólo provee documentos fragmentados.“Estoy ofreciendo una serie de documentos, entre ellos un trozo del Rollo 143 al que todos ansiábamos, como el aire, poder verlo en forma completa porque tiene elementos muy interesantes y de mucho valor”, dijo FedericoTatter a los integrantes del TOF 1 a cargo del juicio durante su declaración. “Se lo conoce como el Rollo Cóndor –explicó–, contiene documentos sobre la relación de las instituciones represivas. (A la luz de esos documentos) se entiende mejor la mecánica entre los G2, la policía y los militares. También los partes de las cancillerías con sus pares del exterior donde hay materiales que nunca habíamos leído sobre contactos bilaterales, sobre G2, Brasil, Paraguay y Argentina.”Federico Tatter es hijo de un ex marino y dirigente comunista de Paraguay desaparecido en Argentina. Integra la Comisión por la Verdad y la Justicia de Paraguay. En Buenos Aires declaró por la desaparición de su padre y en ese contexto entregó varios documentos, entre ellos el rollo de microfilms numerado como 143.
Se sabía que ese rollo existía. Ya habían aparecido varios documentos de los que hay allí, rubricados con el R143, pero siempre aparecían piezas aisladas. Esta copia es “oficial”. Tatter se la pidió al director del archivo, Jorge Agustín Fernández, y cuenta con el aval de la Corte. Como se verá, no es un dato menor. “Yo le dije: ‘lo llevo al Tribunal y lo presento’, es una forma de saltar la burocracia, en la confianza que será incorporado entero”.El “rollo” es un rollo de microfilmaciones. Es una sobremicrofilmación de una microfilmación primera. La mayoría de las piezas tienen dos numeraciones distintas. “La primera da una serie del 1 al 1150 que evidencia que son del Archivo, y que sus originales están allí”, dijo Tatter.
Y agregó: “Tienen además dos numeraciones, y el 143 es una re-microfilmación temática”.
Dos casos
En el Rollo 143 hay pedidos de captura de un país a otro. Documentos con información sobre la filiación política y social de ciudadanos de distintos países. Intercambios de información en los que las personas aparecen como remitos de una operación comercial. Hay invitaciones y un temario de una reunión bilateral de inteligencia militar entre Argentina y Paraguay. Otra de Paraguay y Brasil con integrantes militares. Hay casos de interrogatorios a militantes del Partido de la Victoria del Pueblo, muchos desaparecidos, cuyos familiares están declarando en estas audiencias.
Un documento del Rollo 143 es del 16 de mayo de 1977 y está numerado como 942. Lleva el membrete de la policía de la capital paraguaya. Y es un remito: “Recibí de la dirección de Políticas y afines –dice– los detenidos que a continuación se mencionan, que pasan a disposición de las autoridades argentinas:
1. Gustavo Insaurralde (uruguayo).
2. Nelson Rodolfo Santana Scotto (uruguayo).
3. José Nell (argentino).
4. Alejandro José Logoluso (argentina).
5. Dora Marta Landi Gil (argentina)”.
“El documento es escalofriante”, explica el abogado Jaime Nuguer, a cargo de una de las primeras querellas del juicio. “En la audiencia Cóndor del martes declararon los testigos Eduardo Sotero Franco y su esposa Lidia Cabrera de Franco, quienes explicaron detalladamente que habiendo estado ‘secuestrados’ en el Departamento de Investigaciones de Asunción, estuvieron alojados entre dos y tres meses con Landi, Logoluso, Nell, Santana e Insaurralde hasta el 15 de mayo de 1977. El ‘recibo’ tiene fecha 16. Lo guardias comentaron en guaraní que habían sido entregados a autoridades argentinas, que los llevarían en avión.”A su vez, agrega, Insaurralde fue visto después en el CCD Atlético. Los cinco son “casos” del juicio actual sobre el Cóndor.
Las hojas previas del rollo muestran datos personales de cada uno, se puntualizan sus militancias y que intentaban conseguir pasaportes cuando fueron detenidos.En el libro de Stella Calloni hay datos sobre ellos. En la causa del juez español Baltasar Garzón había datos sobre el traslado de Landi y de Logoluso “en un avión de la Armada Argentina piloteado por el capitán José Abdala, el alias de Luis D’Imperio, que fueron entregados a miembros de la SIDE”. Este recibo viene a cerrar todos estos datos, dice Nuguer. “El ‘recibo’ con membrete de la Dirección de Investigaciones de la policía paraguaya da cuenta de un estilo ‘contable’ para asentar la entrega clandestina de personas entre los aparatos represivos durante la Operación Cóndor.”Otro documento del Rollo, hoja 917, del 18 de septiembre de 1979 lleva membrete de la SIDE. Va dirigido al “señor jefe del II Dpto del Estado Mayor General de Brigada D. Benito Guanes Serrano”. Dice: “Estimado general, tengo el agrado de dirigirme a usted a fin de hacerle llegar una invitación para que tres miembros de su servicio (en el grado de coronel, teniente coronel y/o funcionarios civiles de alto nivel) efectúen un curso superior de inteligencia que sería impartido por esta secretaria de inteligencia de Estado en Buenos Aires desde el 01 al 30 de noviembre de 1979. Este curso comprenderá los siguientes temas:– Inteligencia y contrainteligencia– Subversión y terrorismo– Medios de comunicación social”.A continuación, indica que está seguro que el destinatario “comprenderá que es necesario hacer el mayor esfuerzo para que nuestros niveles de inteligencia se coloquen a la altura de la situación regional, continental y mundial”. Y agrega que gastos de alojamiento, comida, transporte local y seguridad serán a cuenta de la secretaría.Luego hay otra invitación para otro curso de 1981, que cita otro de un año antes. O sea que estas lecturas sobre la serie sugieren, por ejemplo, que pudieron haber habido tres cursos. O por ahí fueron reuniones sobre casos, señala Tatter.
El aporte
El Archivo del Terror suele ser llamado “Archivo Cóndor”. En ese escenario, todo indica que el Rollo 143 (que ninguno de los locales leyó completamente) puede ser una especificidad dentro de un universo ya específico.Según la Guía de Archivos y Fondos Documentales del Instituto de Políticas Públicas en Derechos Humanos del Mercosur (IPPDH), el Archivo está dividido en dos partes: un fondo documental pre-stronista con documentos de la década del ‘30, y otro stronista en su mayoría, comprendido entre 1954 y 1992. Una de las principales características es que todo el archivo es un archivo de “gestión” y no de construcción de grandes análisis como otros. Los papeles suelen ser documentos operativos, de acciones y reportes.
El dato más específico de este archivo es que va mostrando intercambios bilaterales de información entre los distintos países de la región antes del Cóndor, y ya durante el Cóndor de modo más “multilateral”.“Se lo conoce como Cóndor porque existe una carpeta y varios dossier referentes a la denominada ‘acta de la creación de la Operación Cóndor’ en las cuales constan documentos sobre la ‘Primera Reunión Interamericana de trabajo de Inteligencia Nacional’, informes de inteligencia y varios documentos sobre la coordinación represiva entre los países”, explica Jorge Vivas del Departamento de Ciencias de la Información e Investigador de la Universidad Federal Rio Grande do Sul y del IPPDH. “Ya en el acervo documental de la policía stronista del período de 1954 a 1992 existe un volumen muy considerable de documentos referentes a esa conexión represiva.”Parte de esos documentos nutrieron distintas investigaciones. Hay documentos que se hallan como prueba en el Juicio de Buenos Aires. Y lo mismo sucede con parte del Rollo 143.
El fiscal del juicio, Pablo Ouviña, señala que muchos de los documentos más valiosos de ese rollo, de hecho, ya aparecieron en distintos momentos. O en libros. O aportados por Carlos Osorio del National Security Archive de Estados Unidos con copia del archivo y probablemente más ordenado que los mismos archivos. De todos modos, el problema es que esos hallazgos siempre ofrecieron sólo fragmentos. Una pieza. Una parte. En ese sentido, el aporte de este rollo es muy valorado justamente por eso: como se vio en los dos ejemplos mencionados, 1) porque puede ofrecer una lectura de conjunto para que los casos puedan leerse en serie y 2) porque una mirada de la serie completa puede generar información macroestructural del Cóndor.“Los Archivos están compuestos por fondos documentales recuperados en distintos momentos y que reflejan la labor de diversos organismos represivos, principalmente de la policía de la capital paraguaya.
Resguardan acervos documentales de décadas de gestión, a los que tras numerosos requerimientos, hasta el momento, sólo tuvimos acceso de manera muy parcial y fragmentada, incluso se remitieron documentos incompletos”, explica Ouviña. “Son miles y miles de folios y son muchos los criterios de búsqueda posibles, al punto que los resultados varían de acuerdo al que se escoja. Si bien llegar a leer todos es una tarea ciclópea, idealmente sólo una visión completa evitaría omitir prueba relevante para la investigación. Este juicio oral lleva casi un año y medio y, de la información que se fue recopilando hemos visto que hay más documentación relevante que la que fue enviada.” Como ejemplo menciona otra parte de la documentación que presentó Tatter en el juicio. “Recién al examinar un álbum completo de fotos pudo determinar la época precisa de cuándo fueron tomadas algunas fotografías de su padre que hace tiempo habían podido ver, aisladamente, en el Archivo; pudo recién hacerlo cuando vio otras fotos y preguntó a las personas retratadas cuándo habían sido tomadas.
Por estas razones, pedí, hace mucho tiempo, la remisión del Archivo del Terror completo. Es un gran avance que le hayan entregado a Tatter una copia del Rollo 143 y que lo haya presentado para examinarlo. Seguiré haciendo gestiones para lograr la remisión de lo que resta.”Calloni apunta, en cambio, al otro tipo de aporte presente en este rollo, que luego de hablar con Tatter intuye como estructural. “El rollo es muy importante porque contiene información sobre la organización militar –dice–: Siempre se dice que el Cóndor es un tema policial cuando en realidad no lo es y estos documentos vuelven a vincular lo ‘militar’ con el Cóndor. También es importante porque vuelve a confirmar que todavía falta revisar una inmensa parte del Archivo en el que no- sotros creemos que hay mas documentos”
.Tatter agrega: “Claramente, el 143 refleja en forma preponderante el alto nivel de relación vertical y horizontal, transnacional, horizontal, entre las policías, y siempre, vertical, en relación a la jefatura militar, especialmente, los departamentos de inteligencia, llamados D-II, D2, G2, de todos los países sudamericanos, dentro de la doctrina de seguridad nacional, dentro de la defensa continental en la lucha contra el comunismo y en defensa del mundo libre, occidental y cristiano. Lo explicitan”, dice. “La relación entre militares existía, la relación entre policías ya existía, tanto bilateral como multilateral en algunos casos, y en las fronteras, día a día, pero el Cóndor, es un ajuste de tuercas, es un nivel más elevado de coordinación jerárquica bajo mando estrictamente militar, donde los coordinadores son militares, y los ejecutores policías aunque también participen de las reuniones de inteligencia, y además (aunque en este 143) no se ve mucho, uno de los brazos del Cóndor sujetos a comandancia militar son las ‘cancillerías’, las embajadas, los consulados (allí hay mucho, y cada Estado aún lo tiene bajo siete llaves).”Jaime Nuguer, abogado de la querella y uno de los primeros abogados a cargo de esta causa, vuelve específicamente al Rollo 143.
Considera algunos de sus documentos “escalofriantes”. “El rollo 143 contiene numerosas pruebas documentales sobre el entrelazamiento represivo de las dictaduras del Cono Sur en los ‘70. Tanto en lo referido al intercambio de información, como al de personas ilegalmente detenidas, muchas de ellas desparecidas. Es también un llamado de atención al Tribunal sobre la importancia del conjunto de la información de los Archivos paraguayos, que pese a la tenacidad del TOF 1 por obtenerlos, durante los años pasados, no ha tenido el éxito que merece”.
La (des) organización
“Intentamos inventariar el archivo –dijo Tatter en el juicio–. Ver qué era, pero lo que para no-sotros lleva una semana, antes se hacía en segundos. O sea, cuando estaba vivo tenía una lógica, una mecánica. Funcionaba como una computadora. Pero ahora es un conjunto de papeles desordenados sin el índice. Nos llevó mucho tiempo entender que hay mucha información pero falta la lógica, está como en pedazos.”Entre 1989 y 1992 el archivo pasó de la policía a la marina. Y se supone que en ese momento hubo un intento para destruirlo, explicó, “de parte del nuevo statu quo de la transición política”. Durante el momento de trabajo de la Comisión por la Verdad tuvieron “enormes dificultades para el acceso y era nuestra herramienta de trabajo. Teníamos que saber el nombre completo de alguno de los victimarios, por ejemplo, para encontrar información”.
Uno de los rollos